“Mi manto son las flores matizadas,
mis venas son estos hermosos ríos
Que riegan esta verde tierra amada.
Toda yo encierro la naturaleza,
soy niña, soy flor, soy río y soy estrella,
De todo el Paraguay soy la belleza”.
Moisés Bertoni - ¿Fué un sueño?
“La naturaleza no nos ha dotado de una conciencia
superior para embrutecerla en aquel océano de basura que desfachatadamente
llaman sociedad moderna”.
Moisés Bertoni
En los últimos años del siglo XIX, en una
noche de luna, fue cazado en el Alto Paraná paraguayo (probablemente cerca de
Puerto Bertoni) un lechuzón que resultó nuevo para la ciencia: el lechuzón
mocho chico o urukure’a mini (Pulsatrix
koeniswaldiana). El ejemplar, del que muy probablemente Arnoldo de
Winkelried Bertoni fuera el colector, quedó en su colección y fu él y su padre,
Moisés, quienes lo comunicaron en 1901 con el nombre Syrinium [sic por Syrnium] Koeniswaldianum, figurando como autores él y su padre, Moisés.
Aclara que la especie fue “dedicada al Dr.
Gustavo Koeniswald” y que el nombre guaraní de Sihindá kaágwih “es moderno y le aplican para diferenciarla de las
especies campestres que también llaman Sihindá, pues el apelativo equivale a
silvestre o “que habita los bosques””.
Sus costumbres serían “al parecer crepusculares y nocturnas” y eso es
todo lo que dice sobre su comportamiento. Por otro lado indica con acierto que
quizás deba crearse un nuevo género para ubicar a esta especie junto con el
lechuzón mocho grande (Pulsatrix
perspicillata). Lo que confirmó Kelso (1933) ubicándola dentro del género Pulsatrix Kaup, 1848.
El ave en cuestión ya había sido obtenida
hacia los años 1830 por Johann Natterer en Brasil, cerca de Rio de Janeiro.
Pero nadie publicó el hallazgo antes de Bertoni. Seguramente se la confundió
con la similar Pulsatrix melanota, de
las selvas de la vertiente oriental de los Andes.
Noctua melanota
Dibujo de Schmidt (Tschudi,
JJ. Untersuchungen über die Fauna Peruana. St.
Gallen, 1844-46)
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EL LECHUZÓN MOCHO
Las dos especies de lechuzones mochos (Pulsatrix perspicillata y P. koeniswaldiana) son llamados en
Brasil murucututu un nombre
obviamente onomatopéyico. También les aplican los nombres de coruja-do-mato,
corujão, corujão-orelhudo y mocho-mateiro.
Ya Gabriel Soares de Sousa lo mencionaba en
1587: “Jucurutu es un ave del tamaño de un pollo, que en el poblado anda de
noche por los tejados; y en la selva
cría en huecos de grandes árboles y anda
por los senderos; y donde quiera que esté toda la noche está gritando su nombre”.
El lechuzón mocho chico o murucututu-de-barriga-amarela
es una lechuza grande (44 cm) caracterízada por sus ojos de iris oscuros y por
las marcas de plumas acaneladas en el disco facial formando “anteojos” o una
X. Es típico de la mata atlántica,
especialmente de regiones serranas y
de bosques de Araucaria. Prefiere los bosques densos
de árboles altos y con mucho follaje donde tiene sus dormideros diurnos. A la
noche se acerca a los bordes y claros de la selva, para poder cazar con mayor
facilidad y en esas ocasiones suele sufrir atropellamientos en las rutas. Pero
también ingresa en áreas suburbanas, corroborando la lejana observación de
Soares de Souza, probablemente buscando presas atraídas por las luces. Se lo
considera un predador tope ya que caza otras lechuzas más chicas como el
alicucú (Megascops choliba), además
de otras aves, pequeños mamíferos, anfibios como la rana herrero (Hypsiboas faber), reptiles y grandes
artrópodos. Suele el cantar en pareja en
las noches de luna, sobre todo en la época reproductiva.
En la leyenda de Yzi, narrada por Barbosa
Rodrigues, éste héroe mítico de los indígenas amazónicos pone a hervir brea en
un caldero. Del humo salen murciélagos y varias aves nocturnas, entre ellas el
murucututu y además una harpía. Ésta es la que lleva a Yzi a las montañas de la Luna donde obtendrá la
sagrada piedra miniu que le permitirá ser el caudillo de su pueblo.
Liberados por Yzi, los murucututu aparecen
de noche para asustar a los niños como se ve en algunas canciones de cuna
(cantigas do muruku) como la que el mismo Barbosa Rodrigues recogió en
Parintins:
Muructutu u mmure
Mocoin rupiá
Yepe´ce manha çupé
Amu ce paia çupé.
[Murucututu pone dos huevos, uno para mamá,
otro para papá]
Y en esta otra que menciona Eurico Santos:
Murucututu
lá da beira do telhado
leva esse menino
que não quer dormir socegado
[Murucututu / desde el borde del tejado /
llevate a este chico / que no quiere dormir tranquilo]
Y que quizás inspiró también la canción
infantil de Bia Bedran:
Murucututu detrás do murundu
Murucututu detrás do murundu
Lá vem a sinhá velha,
Lá da banda do andu
Murucututu de cima do telhado
Murucututu de cima do telhado
Deixa esse menino
Dormir sono sossegado
Jacaré tutu, jacaré mandu
Tudo vai embora
Não pega o meu filhinho
Murucututu...
Murucututu...
[Murucututu detrás de la loma / allá viene
la vieja / allá, de la parcela de porotos / Murucututu desde arriba del tejado
/ deja que este chico / duerma un sueño tranquilo / yacaré tutu, yacaré cuco /
todo se va /no te lleves a mi hijito / Murucututu ...]
¿EL DR. KOENIGSWALD MERECÍA LA
DEDICATORIA?
Poco sabemos del naturalista alemán
Dr. Gustav Koenigswald. No tenemos datos biográficos y muy poco de su
actividad en Brasil.
En 1886 se creó la Comissão
Geográphica e Geológica da Província de São Paulo, para ejecutar los estudios necesarios para
el desarrollo de ese estado brasileño. Desde esa fecha hasta 1892 se llevaron
a cabo una serie de exploraciones del territorio dirigidas por el geólogo
norteamericano Orville A. Derby. En alguna de ellas participó
Koenigswald, suponemos que coleccionando animales, ya que trabajó como
taxidermista del Museu Paulista, entre 1890 y 1906. En 1894 y 1895 publicó São
Paulo, ilustrado con las primeras fotografías de la ciudad por el fotógrafo
suizo Guilherme Gaensly y otros. En 1896 publicó Ornithologia paulista, donde
publicaba un listado de las aves citadas para ese estado, con una interesante
introducción.
Hasta acá todo bien, pero en 1898,
el director del Museu Paulista, Ihering, envió una carta a la revista The
Ibis donde señala que “un anterior taxidermista de nuestro museo, G.
Koenigswald, ha publicado últimamente nuestro viejo catálogo del museo (que el
afirma haber sido preparado bajo mi dirección) a su propio nombre, sin
mencionar que la base de este catálogo era la colección del museo. Más aún,
el catálogo no estaba en ese momento en condiciones adecuadas para ser
publicado, conteniendo en efecto muchas determinaciones erróneas”.
Afirmaba Ihering que Koenigswald
sólo listó las especies sin indicación de localidad, incluyendo muchos
especímenes de otras regiones.
A juzgar por este documento,
Koenigswald habría sido cuando menos deshonesto respecto del Museu Paulista y
su director y ello explica que en esos años sólo fuera mencionado una vez en
la Revista do Museu Paulista y que Ihering no lo hubiera citado en su trabajo
posterior, As aves do estado de S.
Paulo.
Arnoldo le dedicó
otra ave, el Picolaptes Koeniswaldianus,
que en realidad era el ya descripto Lepidocolaptes
falcinellus, el chinchero escamado. En esa dedicatoria anotó “especie
dedicada al célebre ornitólogo de S. Pablo (Brasil Dr. Gustavo Koeniswald [sic]). Él visitó el Museu Paulista en
1905, fecha en que podría haber conocido a Koenigswald personalmente, y
cuando ya había descripto estas especies, por lo que es probable que antes
mantuviera correspondencia con él, quizás consultándolo sobre temas
ornitológicos. Pero es evidente que Koenigswald no era tan célebre y quizás
tampoco era doctor, sino tan solo un taxidermista y colector.
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Moisés Bertoni, hacia 1910
Foto Velazquez, Asunción (Paraguay)
Fuente www.mosebertoni.ch
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LOS BERTONI
Los Bertoni eran suizos. ¿Cómo fue que
llegaron desde la alpina Suiza a Paraguay y encontraron una nueva lechuza?
Moisés nació en 1857 en Lottigna, un pequeño
pueblo de Tesino, en la Suiza italiana. Cursando el colegio secundario en
Lugano, se muestra inquieto y crítico, y se ocupa de botánica y geografía entre
otros temas que le atraían. Tras un fallido intento de estudiar derecho, cursa ciencias naturales en Ginebra con el
profesor Carl Vogt, siendo apoyado en esto por su madre, amante de la botánica
y la jardinería. En medio de las dificultades económicas familiares, Moisés, con apenas 19 años, se casa con Eugenia Rossetti, su novia de la adolescencia.
Ocho años después ya tienen cuatro hijos, pero la esposa vive con sus padres,
mientras Moisés trata de terminar sus estudios. Atenta siempre a las múltiples
actividades de su esposo, Eugenia lo admira profundamente y está convencida de
sus condiciones. El joven estudia zoología y especialmente botánica, a la vez
que milita en el Partido Liberal. Por ello sus primeros dos hijos llevan los
nombres de dos patriotas suizos Reto Divicone y Arnoldo da Winkelried. Sus
hijas, Vera Zasulic y Sofía Perovskaja, recibieron el nombre dos anarquistas
rusas.
Los ideales de Moisés son los de vivir en
contacto con la naturaleza, alejado del materialismo y los lujos de una
“sociedad sifilítica”. Sueña con tierras vírgenes y fértiles, no como las
escasas y agotadas praderas suizas. El geógrafo anarquista Elisée Reclus, le
recomienda dirigirse a Misiones (Argentina). Pidiendo dinero al banco y a
sus parientes adquiere para su proyecto
innumerables y diversos elementos: “1000 especies de semillas de plantas útiles
(...) armas, municiones, máquinas, etc. (...) todo lo necesario para las
preparaciones de ciencias naturales, para la cosecha y el envío de animales y
de plantas (porque pienso comercializar estas preparaciones), para la
exploración científica del país”.
En 1884 parten hacia América los dos
esposos, sus cinco hijos, la madre de Moisés, Giuseppina Torriani, y además 14
personas más de la región de Tesino, entusiasmados por los proyectos
colonizadores del naturalista. En Buenos Aires lo recibe el presidente Julio
Roca, quien le facilita el acceso a Misiones donde gobernaba su hermano
Rudecindo. Con grandes dificultades llegan a Santa Ana: “A cada paso una
carreta se hunde en el pantano; es necesario detenerse y perder horas de
tiempo. (…) A la noche, las familias duermen en las carretas, que son
cubiertas, y los hombres duermen por tierra al aire libre, aunque sea en
invierno; pero armados, porque el país que atravesamos es inseguro y no sería
improbable recibir una visita de los tigres”.
Al principio el lugar les pareció ideal para
establecer la colonia socialista que imaginaban, pero de a poco sus socios y
paisanos en el proyecto lo fueron abandonando y el gobierno dejó de
aprovisionarlos. Pese a todo, Moisés
siguió con sus experimentos de aclimatación de plantas y de investigación de la
selva. “La inmensa naturaleza que se extendía ante mis ojos como una provocante
sirena me invitaba a gozar de sus bellezas”.
En 1886 la sequía los obliga a trasladarse a
Yabebyry, donde la ineptitud de Rudecindo Roca y la enemistad de algunos de sus
funcionarios llega a poner en peligro la vida de su familia. Además la
creciente del Yabebyry arrasa con su cabaña y se lleva la vida de su hija Inés,
arrastrada por un torrente.
EN PARAGUAY
Acosado por los bandidos, Moisés finalmente
se decide a instalarse en la orilla paraguaya del Alto Paraná. La salida de
Misiones es precipitada y con accidente, la barca que los cruza zozobra en los
rápidos de Corpus y su bebé Moisés, queda a flote sobre unas tablas y es rescatado
por un peón. En Yabebyry, entretanto, la crecida de 1888 se lleva sus herbarios
y colecciones.
Asociado a inmigrantes tesineses de Buenos
Aires, persiste en su idea de establecer una colonia en la zona del Pyrayuvy.
Pero sus socios pretenden explotar la madera de cedro y lo acusan de no poner
todo el empeño necesario en esa actividad comercial, por ser “demasiado científico como comerciante”, más
preocupado por colectar bichos que por la madera.
En esa época lo visita el naturalista
argentino Juan Bautista Ambrosetti en su casa de Yaguarazapá: “Bajo el
chaparrón que inclemente caía sobre nosotros, apareció en una canoa nuestro
doctor, envuelto en un poncho (…). Nuestra
instalación se hizo en la sala de estudio y laboratorio del doctor, un rincón
científico en medio de la selva virgen. Allí había libros de historia natural,
de geografía y de otras ciencias, un gran número de instrumentos de física y de
química, una abundante provisión de sustancias y reactivos para ensayos, y
variadas colecciones llenaban los estantes recostados a las paredes.” Ambrosetti se entusiasma por la enorme pila
de sus manuscritos, su inagotable fuente de datos y las innumerables plantas de
la selva que Bertoni cultiva y estudia en su jardín.
En 1893 inicia un viaje en canoa a los
Saltos del Guayrá con Arnaldo Schoch y
Charles Barnes, siendo el primer científico en explorarlos aunque los
materiales enviados al Instituto Geográfico Argentino y al Museo de La Plata
nunca fueron publicados y permanecen perdidos. Pero, como dicen acertadamente
Baratti y Candolfi (1999), el “Salto Guairá, hoy está sumergido en el lago
artificial de la represa de Itaipú. Y esta pérdida es a buen seguro mucho mayor
que la de los planos originales de Moisés Bertoni”. Durante este viaje, donde
el Paraná describe una amplia curva, río abajo del Monday, encontró su lugar en
el mundo, al que sus compañeros bautizarían “Puerto Bertoni”, sede de su gran
proyecto científico, social y familiar: la colonia Guillermo Tell. Una
propiedad de 12.500 ha donde además de la ciencia cultivó café, plátanos y
cítricos para poder mantener a su familia.
La selva lo conquista: "La selva
tropical es imponente en su conjunto, admirable en sus partes, curiosísima en
sus detalles. Reina en ella a veces un silencio majestuoso, que avasalla, atrae
y agrada al mismo tiempo. El canto de las aves, el zumbido de los insectos
voladores y el gemido de las ramas mecidas por la brisa, vienen a romper agradablemente
que ese silencio tendría de monótono; pero en el fondo es la calma".
Allí, en plena selva, Bertoni creó un Museo
de Historia Natural que llegó a tener 40.000 piezas diferentes, incluyendo un
herbario de 6.000 ejemplares, la colección ornitológica, la de insectos, peces,
batracios, reptiles y mamíferos, materiales mineralógicos, y además con una
sección arqueológica y paleontológica con numerosos objetos de la etnia
guaraní.
A su regreso del Guayrá, el gobierno le
encargó fundar y dirigir una Escuela Nacional de Agricultura en Asunción. Pero
abrumado por las tareas y requerido por su familia renuncia a la Escuela en
1905. Vuelve a Puerto Bertoni donde se aboca a escribir su obra principal:
“Descripción física del Paraguay” y a desarrollar la Estación Agronómica. En
ella funcionó una estación meteorológica, un laboratorio químico y una
biblioteca con unos 2.000 libros.
Todas las tareas eran llevadas a cabo por
Moisés, tres de sus hijos y sus dos yernos. Su gran familia, trece hijos en
total, fue la base de su proyectada colonia que no llegó a ser. Con su proyecto
había alejado a su familia de las ciudades, que consideraba fuente de males
morales, pero a la vez les impuso un enorme esfuerzo para procurarse la
alimentación y los recursos necesarios para una vida modesta y llena de
privaciones. Por eso alguno de sus hijos empezaron a apartarse: en 1917 Arnoldo
de Winkelried y Guillermo Tell se radicaron
definitivamente en Asunción.
Estas deserciones y la crisis provocada por
la primera guerra mundial iniciaron la decadencia. Los insectos destruían los
herbarios y las colecciones, las cartas de científicos de todo el mundo, con
los que otrora mantenía un fructífero intercambio, se acumulaban sin ser
respondidas. A ello se sumó la temprana muerte de su hijo menor, Linneo, en
quien confiaba para continuar manejando la colonia. Moisés, positivista y
materialista en la juventud, se vuelca a la religión y a un espiritismo
cientificista. A pesar de las contrariedades, disfruta su exitosa participación
en el Congreso Internacional de Americanistas, en Rio de Janeiro (1922). Pero,
en 1924, tras la guerra civil en Paraguay la situación económica se hace aún
más difícil. Otros dos hijos, Moisés y Aristóteles, abandonan Puerto Bertoni.
Eugenia, deprimida y enferma, muere en
Encarnación. Tres semanas después, el 19 de septiembre de 1929, sin saber de la
suerte de su esposa, Moisés fallece en Foz do Iguaçu, aquejado por el dengue y
el paludismo. Su tumba se encuentra en Puerto Bertoni, bajo los grandes
árboles, junto a la de su madre y a la de su predilecto hijo Carlos Linneo.
El “sabio Bertoni” publicó un centenar y
medio de artículos en dos revistas que él mismo creó: la Revista de Agronomía
(1897) y los Anales Científicos Paraguayos (1902). La necesidad de publicar sus
numerosos manuscritos lo llevaron a instalar una imprenta en el medio de la
selva, Ex Sylvis, “desde la selva”, donde editó Condiciones generales de la vida orgánica (1918), Memoria sobre la existencia de lluvias
periódicas (1918), La Civilización
Guaraní (1922-1927) y Agenda y mentor
agrícola (1926, 1927). Pese a su dedicación, sus trabajos de botánica y
antropología, tuveron poca repercusión en la comunidad científica, debido a su
aislamiento (pese a la copiosa correspondencia que llevaba) y a sus ansias
enciclopedistas que le impedían concentrarse en temas puntualess. A esto se
sumó la penuria económica que provocó la destrucción de sus colecciones y la
publicación tardía de sus hallazgos. De su prolifica obra quedó manuscrita una
cantidad casi similar a la publicada, y la mayor parte de ella se extravió.
Eugenia, que había estudiado farmacia, fue
para Moisés la compañera ideal, de salud frágil, pero dotada de gran fuerza de
voluntad. No sólo fue la atenta madre para sus trece hijos, sino que los formó
para colaborar en la gran obra del padre. Fue muchas veces gestora de la
colonia ante el gobierno de Asunción, secretaria eficiente, partera de sus
hijas y enfermera de los habitantes de Puerto Bertoni. Y sin embargo nunca
recibió un reconocimiento público de su marido…
|
ARNOLDO
Arnoldo o Arnaldo de Winkelried nació en
Lottigna, Suiza en 1878, es decir que cuando la familia se trasladó a América,
tenía apenas 6 años de edad. Como en varios de sus hijos e hijas, Moisés
homenajeó con su nombre a un patriota: Arnold von Winkelried, quien se
sacrificó en la batalla de Sempach en 1386, para que los suizos
pudieran triunfar ante los austríacos.
Arnoldo empezó a estudiar zoología con su
padre en Puerto Bertoni, ayudándolo a coleccionar desde muy joven. Moisés lo
consideraba dotado de “una vocación excepcional y una dedicación ejemplar” por
la zoología. Creía que era “el mejor sucesor de nuestra línea, el mejor
indicado para transmitir a la posteridad, con nuestra sangre, una herencia
intelectual". Por ello lo liberó de las tareas agrícolas y le dio una casa
para el sólo en la colonia, para que se pudiera dedicar a sus estudios. Hacia
1890 empezó a colectar aves y cinco años después contaba con abundante
material, pero debido a las dificultades que enfrentaba, la colección se perdió
en su mayor parte y tuvo que rehacerla. Es en esta época que describió al nuevo
lechuzón en su trabajo Aves nuevas del
Paraguay. Continuación a Azara. Asunción (1901). En una carta su padre le
dice que a pesar de ser un trabajo “más o menos defectuoso” la atención que
recibió de Enrique Lynch Arribálzaga, es un aliciente. “Te has hecho conocer”
le dice su padre. En efecto dicho naturalista publicó un trabajo crítico sobre
la obra de Arnoldo, donde más que atacarlo parece querer aconsejarlo y ayudarlo
a enmendar su “sensible error”. Y le dice: “Sin embargo, no usaré de excesiva
severidad al juzgarle, en vista de su juventud y de su natural inexperiencia,
del aislamiento en que se ha formado y, sobre todo, de las muchas cualidades
apreciables que su trabajo pone de relieve; confío en que él ha de llegar á
persuadirse de la ineludible necesidad de comprobar que una especie es
efectivamente nueva antes de publicarla como tal”.
Según Contreras Roqué (2019) “La obra
ornitológica de Winkelried se destaca particularmente gracias a sus trabajos en
el Alto Paraná, una región poco conocida por su célebre predecesor Félix de
Azara”. Además del lechuzón de esta nota, Arnoldo describió otra especie nueva: el tiluchí colorado (Drymophila
rubricollis).
En 1905 visita el Museu Paulista para
estudiar su colección de aves bajo la guía de su director Rodolpho von
Ihering, pero a partir de entonces se dedicó a los insectos, especialmente a
los himenópteros. Esto coincidió con la llegada al Paraguay del entomólogo
alemán Curt Schrottky, quien luego se casaría con su hermana Inés, y con el que
Arnoldo publicó varios trabajos. Entre 1903 y 1906 fue profesor de
Zootecnia y Zoología en la Escuela de Agricultura y Granja Modelo que
fundó Moisés. En esa época viajó también a Buenos Aires visitando los museos de
esa ciudad y de La Plata.
Moisés y Arnoldo de Winkelried en 1902.
Tomado de una fotografía de Facetti, Asuncion. Museo di
Blenio, Lottigna.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mos%C3%A8_Bertoni_family.jpg
|
De "espíritu contemplativo, puritano y
poco comunicativo", según su padre, se rebelaba y se oponía a éste,
marcándole sus errores. Como ya vimos, en 1917 Arnoldo se alejó de la órbita
paterna y se estableció en Asunción donde, ya inserto en el ámbito científico,
siguió investigando sobre la fauna paraguaya con algunos trabajos también
en paleontología y la arqueología. Motivo de su alejamiento fue
también evitar un proyecto de casamiento con su prima que habían elaborado sus
padres. Ante su alejamiento la madre se deprime y Arnoldo permanecerá soltero
toda su vida. Pese al ofrecimiento de su padre de dirigir un museo en Puerto
Bertoni o en Foz de Iguazú, se negó a volver a Puerto Bertoni.
En Asunción trabajó en el Departamento de
Fomento. En 1919 hizo viajes al norte de Paraguay acompañado por los médicos
Luis S. Migone y Andrés Barbero colectando insectos. En 1920 volvió al Museo
Nacional de Buenos Aires, donde conoció al ornitólogo Roberto Dabbene. Hacia
1930 fue profesor de Zoología, Zootecnia, Entomología y Fitopatología en la
Escuela Superior de Agricultura y en la década del 40 dictó Entomología y
Fitopatología en la Escuela Nacional de Agricultura Mariscal
Estigarribia.
Fue integrante de la Academia de Ciencia y
Cultura Guaraní, destacándose en la recuperación de los nombres guaraníes de
plantas y animales y en 1945 presidió la Sociedad Científica del Paraguay.
Hasta muy anciano siguió colaborando con otros autores de historia natural,
aunque la producción científica propia se detuvo. Falleció en Asunción, donde vivía con su
sobrina, a los 95 años de edad.
Arnoldo
entrevistado en Paraguay, poco antes de su muerte, por Leandro Manfrini, director de
cine que habría de realizar el film Desencuentros (1992), filmado en Paraguay e inspirado
en la vida de Bertoni. En la película trabajaron los actores Cecilia Roth y Arturo Maly.
Baratti, Danilo-Un ricordo del regista scomparso.
Leo Manfrini, Mosè Bertoni, il Paraguay, p. 12. Il Cantonetto, N. 1-2. feb 2016.
|
Toda su actividad estuvo marcada por la
falta de recursos y de bibliografía, y por
las dificultades para comunicarse con colegas de otros países. De sus
colecciones la mayor parte se perdió, quedando algunos ejemplares de
vertebrados e himenópteros en el Museo Nacional de Paraguay y en Puerto
Bertoni. No obstante ello, se lo considera el primer zoólogo de Paraguay.
Entre sus publicaciones, que llegan casi a
las docientas, se encuentran Vocabulario zoológico guaraní (1910);
Contribución para um catálogo de aves
argentinas (1913); Fauna paraguaya. Catálogos sistemáticos de
los vertebrados del Paraguay. Peces, batracios, reptiles, aves, y mamíferos
conocidos hasta 1913 (1914); Especies
de aves nuevas para el Paraguay (1919); Aves
paraguayas poco conocidas (1925); Notas
ornitológicas. Nueva forma de psitácidos del Paraguay (Descripción y
distribución de Parakaú y Paraguá) (1927); Catálogos sistemáticos de los vertebrados del Paraguay (1939); Avispas y abejas del Paraguay (1973).
Alex Mouchard
-Ambrosetti, Juan Bautista -2008- Tercer
viaje a Misiones. Editorial Albatros, Buenos Aires.
-Baratti, Danilo -2016-Un ricordo del regista
scomparso. Leo Manfrini, Mosè Bertoni, il Paraguay, p. 12. Il Cantonetto, N. 1-2.
-Baratti,
Danilo & Candolfi,
Patrizia - 1994 - L'arca di Mosè: biografia epistolare di Mosè Bertoni,
1857-1929, Volumen 1. 824 pp. Edizioni Casagrande, Bellinzona.
-Baratti D & Candolfi P -1999- Vida y
obra del sabio Bertoni. Moisés Santiago Bertoni (1856-1929). Un naturalista
suizo en Paraguay. Asunción: Helvetas.
-Barbosa Rodrigues, João -1890- Poranduba
amazonense: ou, Kochiyma-uara porandub, 1872-1887
-Bertoni. A. de Winkelried -1901- Aves Nuevas
del Paraguay. Continuación a Azara.
Asunción.
-Bertoni. A. de Winkelried -1913 -
Contribución para un catálogo de aves argentinas. Anales de la Sociedad
Científica Argentina 85.
-Candolfi,
Patrizia –2002-2003- Mosè Bertoni anarchiste? Bulletin Schweizerische
Amerikanisten-Gesellschaft 66-67: 35-39.
-Contreras Roqué, Julio Rafael -2019- Arnaldo
de Winkelried Bertoni, 1878-1973: primer zoólogo paraguayo. Prólogo de Sergio Ríos. 1a ed ampliada. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Universidad Maimónides; Ediciones Fundación
Azara.
-Garcete-Barrett B -1998- Conociendo a la
gente: Arnoldo da Winkelried Bertoni. Génesis Paraguay.
-http://museodiblenio.vallediblenio.ch/mbi_bertoni.php
-http://www.mosebertoni.ch/
-https://www.mbertoni.org.py/monumento_cientifico_moises_bertoni.php
-https://es.wikipedia.org/wiki/Arnoldo_de_Winkelried_Bertoni
-https://www.biodiversitylibrary.org/
-Ihering, H. von –1898- As aves do estado de
S. Paulo. Revista do Museu Paulista, vol. III.
-Ihering, H.
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-Kelso, Leon
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-Koenigswald,
Gustav -1895- São Paulo. Pp 149 + 100 fotografías. São Paulo.
-Koenigswald,
Gustav -1896- Ornlthologia Paulista. Journal für Ornithologie. ser.5:Jahrg.44:
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-Lynch Arribálzaga, Enrique – 1902- Apuntes
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Bertoni. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires. ser.2:t.4.
-Martinez, Luis María -2010- Moisés S.
Bertoni, científico y poeta de la
naturaleza y soñador social.
Revista del Pen Club de Paraguay IV(19). Asunción.
-Mouchard, Alejandro -2019- Etimología de los
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- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de
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-Nomura, Hitoshi -2006- Ornitologia brasileira
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-Pelzeln, A
von & Natterer J -1871- Zur Ornithologie Brasiliens: Resultate von
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-Souza, Gabriel Soares de. Tratado
Descritivo do Brazil em 1587. São Paulo: Companhia Editora Nacional, 1938.
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