"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


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lunes, 17 de enero de 2022

ANTOLOGÍA DE LA GOLONDRINA

 

 

 1 – Dibujo de Ernest Seton Tompson 



 

La simbología de la golondrina hace evidente aparición en la poesía más que en cualquier otra forma artística, porque entre otras cosas permite expresar muchas emociones humanas: la libertad, pero también el desapego, la partida, la superficialidad, la inconstancia, e incluso el eterno retorno. A continuación  vayan algunos ejemplos de los tantos que ofrece la poética mundial:

 

Las dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!

¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!

Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!

Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un volido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...

¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!

 

GOLONDRINAS - Alfonsina Storni (1892-1938)

 

 2- Dibujo de Francis Barlow (1626?–1704) 



 

Vuela lejos, golondrina,

hasta mi prenda amada,

a esa prenda idolatrada

le dirás que estoy sin vida.

Le dirás que no se olvide

de aquel que tanto ha querido,

que yo de ella no me olvido,

que me roba alma y sosiego.

 

Así dile, golondrina,

que por ella estoy que muero.

Tú llegarás, golondrina,

con despejo soberano,

con un apretón de manos

le harás el mejor saludo;

le dirás que en este mundo

no tengo paz ni sosiego,

que yo sufrir más no puedo

con un dolor tan profundo,

y que un amor iracundo

me da la muerte que muero.

 

Cuando le estés conversando

de mi ventura pasada,

le contarás a mi amada

lo que me hace sufrir.

que compasión tenga de mí

por tanto que la he querido;

dile que he sufrido

lo que debía sufrir.

 

Así dile, golondrina,

que más bien quiero morir.

Te volverás golondrina

remontándote en el aire,

y volverás a contarme

si algún amor me profesa;

si es que mueve la cabeza

con despejo soberano,

volverás ave llorando

a contarme su desdén,

y si se muere de pena

me moriré yo también.

 

GOLONDRINA - Décimas de Luisa Bustos de Miranda y Toribio Miranda, pobladores de Concarán, San Luis (Ochoa Masramón, 1966).

 

 

 

Ya tornan al alero las golondrinas

y entre plumas y pajas forman sus nidos;

y al despuntar el alba, dentro de las ruinas

se escuchan sus arrullos medio adormidos.

 

BAMBUCO – Ricardo Cuberos

 


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres....
ésas... ¡no volverán!

 

RIMA LIII - Rimas (1871) - Gustavo Adolfo Bécquer

 

 

Las catedrales son hermosas

Y altas bajo el cielo azul;

Pero el nido de las golondrinas

Es el edificio de Dios

 

LA NICHÉE SOUS LE PORTAIL - LES CONTEMPLATIONS - Víctor Hugo (1802-1885)

 

 

Yo no quiero a mi niña

golondrina me la vuelvan,

se hunde volando en el cielo

y no baja hasta mi estera;...

 

MIEDO - Gabriela Mistral (1889-1957)

 

 3- Golondrinas y olas –Xilografía de Yamada Hôgyoku mediados s XIX, Japón. 

Museum of Fine Arts – Boston.



 

Tú que puedes remontarte sola

en el cielo, sin escalar las cumbres,

y en los valles de la tierra

descender y planear en el aire

 

Tú que sin inclinarte sobre el río,

donde nosotros sólo podemos arrodillarnos,

puedes ir a beber, antes de que llueva

en una nube demasiado alta para nosotros;

 

Tú que te vas al declinar las rosas

y vuelves al nido primaveral,

fiel a las dos mejores cosas:

La independencia y el hogar.

 

Como tú, mi alma se eleva

y de repente roza el suelo

ella sigue en alas de los sueños

ls hermosos meandros de tu vuelo.

 

Así como necesita viajar,

también le hace falta su nido todos los días,

ella tiene tus dos necesidades salvajes:

Vivir libre en un amor intenso.

 

FIDÈLES HIRONDELLES - STANCES: LA VIE INTÉRIEURE - Sully Prudhomme (1839-1907)

 

 

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario

girando en torno a la torre y al caserón solitario,

Ya las golondrinas chillan . . .

 

ORILLAS DEL DUERO – Antonio Machado (1875-1939)

 

 

La golondrina allá afuera está diciendo:

-Pasé el día sin hacer nada, sin hacer nada.

 

Golondrina, golondrina, mi canción es más triste:

-Pasé mi vida sin hacer nada, sin hacer nada.

 

               ANDORINHA, ANDORINHA – Manuel Bandeira (1966)

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Todo está en su lugar; las golondrinas

en la torre más alta de la iglesia;

el caracol en el jardín, y el musgo

en las húmedas manos de las piedras.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

HAY UN DÍA FELIZ  - Nicanor Parra (1914-2018)

 

 

- ¡Oh! si yo fuera dulce golondrina,

- Decía un niño de pupila azul -

on su ala yo, de niebla vespertina,

cruzaría gozoso el leve tul.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

EL NIÑO Y LA GOLONDRINA - Jorge Isaacs (1837-1895)



 4 – La llegada de las golondrinas – Dibujo de M. Giacomelli 



 

Las golondrinas se han ido.

La brizna de hierba tiene frío en los tejados;

llueve sobre las matas de ortigas.

Buen leñador, corta leña.

 

Las golondrinas se han ido.

El aire es áspero, la casa es buena;

llueve sobre las matas de ortigas.

Buen carbonero, haz carbón.

 

Las golondrinas se han ido.

El verano huye con pasos desiguales;

llueve sobre las matas de ortigas.

Buen atador, haz atados.

 

Las golondrinas se han ido

¡Buen día, invierno! Adiós, cielo azul!

Llueve sobre las matas de ortigas.

Tú que tiemblas, haz fuego.

 

Las golondrinas se han ido.

Escarcha de noche, brisa de día.

Llueve sobre las matas de ortigas.

Tú que vives, haz el amor.

 

CHANSON – Víctor Hugo (1802-1885)

 

 

Golondrina que vas por lo alto,

¿Por qué no vienes a traerme

cualquier cosa que me falta

y que no sé nombrarte?

 

QUADRAS AO GOSTO POPULAR - Fernando Pessoa (1888-1935)

 

 

Oh, golondrina chirriando en las brillantes vísperas,

¿Por qué has dejado en el lejano sur tu lindo hogar,

para construir entre estas mojadas hojas de abril,

y cantarme canciones de primavera antes de que llegue?

¡Muy pronto cantas! Tú, negra espina obstinada,

no produces ni un brote; el viento se desplaza furtivo.

La que una vez te arrojó migajas y en la mañana

cantó desde la reja donde tu cantaste, se ha ido.

¡Aquí no hay primavera, vana golondrina!

Viniste a burlarte de mí con cosas del recuerdo.

No te quiero, oh, ave demasiado alegre para mí.

Lo que yo quiero tú lo tienes, -el don de tus alas:

La pena – que yo tengo – no la tienes tú. ¡Vete volando!

¡Qué tiene mi tejado para ti? Mi frío y oscuro techo,

¡Bajo sus llorosas tejas tus huevos se congelarán!

El verano no se detendrá aquí, así que mantente lejos.

Otros se han ido; vete tú también. En esos árboles mojados

no veo la primavera, aunque aún cantas por ella.

¡Adiós entonces, falso profeta!

 

                       LA GOLONDRINA - Owen Meredith (Lord Edward Robert

                       Lytton) (1831-1891)

 

 

Una golondrina vuela por el cielo
vuela hacia su nido
su nido donde hay pichones
les lleva una sombrilla,
gusanos rojos y dientes de león
un montón de cosas para divertir a los chicos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

la golondrina pasa por ahí y frunce las cejas

la horrorizan los escándalos
las moscas son piadosas
la golondrina es atea
vive
es bella
vuela rápido
hay un buen Dios para las moscas
hay un Dios para las polillas
para las golondrinas no hay ningún buen Dios
no les hace falta...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

ÉVÉNEMENTS - Jacques Prévert (1900-1977)

 

 5- Golondrinas en la lluvia – Dibujo de Charles Whymper 


 

Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,

abiertos ante el cielo como dos golondrinas:

su color coronado de junios, ya es rocío

alejándose a ciertas regiones matutinas.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

A MI HIJO - Miguel Hernández (1910-1942)

 

 

Las golondrinas, espantadas de sus nidos

por el sonido discordante del dolor,

entre las vigas pardas y desnudas

daban vueltas y vueltas ...

 

THE SCOTTISH WEAVER - Lydia Huntley Sigourney (1791-1865)

 

 

Yo se lo rica y profunda que es la siesta

sobre el césped de terciopelo,

y como las notas liquidas de las golondrinas

se oyen en el alero al amanecer;

 

WHERE HUDSON SWEEPS BETWEEN THE HILLS - Ella Rhoads Higginson (1861-1940)

 

 

Golondrina que hiciste

nido en mi alma, una tarde,

y que andas por el azul celeste

cantando y jactándote;

 

Que, en tiempos de gran calma,

bebiste de mis creencias

haciéndo de mi alma

arroyo de golondrinas;

 

Di ahí: ¿por qué no vuelves

a tu secreto refugio,

peregrina de alas libres

a quien sigo por las nubes?

 

¿Por qué vives por los aires,

¡Oh, alma de luciérnaga!

cuando hay frutos en los huertos

y tanta flor en los campos?

 

Huye de las lágrimas y el frío,

abirendo las leves plumas ...

Mira tu nido vacío,

sueño emplumado, y ven cerca ...

 

¡Ven, recortando los espacios,

en un ensueño nostálgico,

a caer temblando en mis brazos,

a dormir tranquila en mi seno!

 

¡Ah, ya no vienes, con las alas planas,

a saciarte en mí, como lo hacías ...

Esta alma mía era entonces

arroyo de golondrinas!

 

ANDORINHA -  Bernardino Lopes (1900)

 

 

Huésped del verano,

la golondrina que frecuenta los templos  muestra,

junto a su amada mansión, que el aliento del cielo

huele aquí seductor; sin saliente, friso,

contrafuerte, ni la ventaja de un rincón, sin embargo este pájaro

hace su lecho colgante y su cuna procreadora:

Donde más se reproducen y rondan, he observado

que el aire es delicado.

 

                           MACBETH - Acto 1, escena 6 - William Shakespeare (Geikie,

                          1916)

 




 

En la trama ligera
de un girón de neblina,
su primer golondrina
trae la primavera.

Detrás de ella abre el cielo
serenísimo tul
y en su intrépido vuelo
colúmpiase el azul.

Y los vértigos salva,
tendida al infinito,
y aclárase en su grito
la perla azul del alba.

Cristales de luz quiebra
su presuroso afán,
o prolonga una hebra
de sol, en largo hilván.

O con sutil donaire
su veleta dibuja
en la sublime aguja
del castillo del aire.

O sobre el turbio estero
pasa echando la red,
o estrellado tintero
semeja en la pared.

O parece que llama
solícita al enjambre,
poniendo en un alambre
su alado telegrama.

Pero, no bien se posa,
cuando parte, gentil,
en un ensueño rosa
de tarde pastoril.

Un esplendor sonoro
bajo ella se desliza,
mientras la tarde riza
sus corderitos de oro.

Su V, su T, su H,
pinta en un arrebol,
y engarza su azabache
con su aro ardiente el sol.

 

LA GOLONDRINA - Leopoldo Lugones (1917).

 

 

Golondrina, hermana mía, oh hermana golondrina,

¿Cómo puede estar tu corazón lleno de primavera?

Mil veranos han pasado y están muertos.

¿Qué has encontrado en la próxima primavera?

¿Qué has encontrado en tu corazón para cantarlo?

¿Qué harás cuando termine el verano?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

ITYLUS - Algernon Charles Swinburne (1837-1909)

 

 

Bajo el alero de las golondrinas,
¡Qué afán parlero, qué inquietud cercana
divulgan nuestras gárrulas vecinas!
¡Cuánto prolonga su emoción ufana
la tarde que sonrosa las colinas!
¡Qué audaces curvas ante la ventana!
¡Qué celeste embriaguez!... Es que mañana
van a volar las nuevas golondrinas.

 

EL PRIMER VUELO - Lugones (1917)

 

 

Jugando, en los cielos de abril que extendían

sus abismos azules sobre mi cabeza,

mientras avanzaba hacia el bosque, me apuré,

escuché el gorjeo de la golondrina;

Oh!, patinadora de los campos aéreos,

con alas de acero que baten audaces,

sólo te preocupa ganar estos espacios,

y no temes los vientos más amargos.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

THE SWALLOW - John Burroughs (1837-1921)

 




 

Cortando el aire del mundo,

veloz, palpitante flecha,

enviada del horizonte

y del día sin fronteras,

desgrana espigas de cielo

sobre el amor de la tierra.

Siempre con su vida al viento,

siempre con su aire de fiesta

y aquerenciada en el aire

de las claras primaveras.

Cielo agolpado en las alas,

pero cielo de tormenta,

mientras una nubecita

en el pecho le blanquea.

A veces en alto alambre

enfila su gracia trémula,

o jubilosa de altura

por las alturas pasea,

o casi tocando el suelo

curiosamente revuela.

Su trino, mensaje tenue,

vagas nostalgias despierta,

y aletean los ensueños

junto a sus alas viajeras.

De las lejanías trae

lo que el corazón espera

con la emoción de otras gentes

y el aroma de otras tierras.

Ella es signo amoroso

-internacional y nuestra-

que une distintos paisajes

y hermana patrias diversas.

Tan juguetona en el viento

y tan de la primavera,

trae la anunciación dichosa

de las albas venideras.

 

LA  GOLONDRINA  - Román (1944)

 


¡Qué esfuerzo!

¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!

¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!

¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!

¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

MUERTE - Federico García Lorca (1898-1936) 

 


Mojan sus alas al ocaso,

se proyectan contra el aire

como para estrellarse en su quietud:

Cada movimiento, demasiado rápido para seguir,

es un festejo de indecisión,

un furtivo deleite en árboles que no desean

y en pastos que no conocerán su peso.

Suspendidas, se precipitan hacia el prado.

con pequeños gritos agudos;

y luego,

como asustadas por la cercanía del suelo,

buscan la suprema austeridad del cielo vespertino

y se arremolinan en su profundidad.

 

SWALLOWS -  Leonora Speyer (1872-1956)

 

 

El sol brilla, el aire es claro,

la lanzada golondrina planea y canta.

 

IT IS NOT ALWAYS MAY - Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882)

 



 

La golondrina que volvió

me traía una carta clara,

una carta escrita con aire,

con humo de la primavera:

voló, cruzó, rayó, volando,

amenazando los minutos

con su virtud de terciopelo

y su dirección de saeta.

Y ya se sabe que volvió

a las espumas de Isla Negra

bailando en el cielo del mar

como si estuviera en su casa

y dejando caer del cielo

una fragancia prematura

con las noticias que me trajo

en una carta transparente.

 

GOLONDRINA - Neruda, 1973

 

 

Vuela, vuela lejos sobre el mar,

golondrina amante del sol, porque el verano terminó;

Vuelve, ven de nuevo, vuelve a mí,

Trayendo el verano y trayendo el sol.

 

THE SWALLOW - Christina Rossetti (1830-1894)

 

 

Pablo nuestro que estás en tu Chile,

viento en el viento.

cósmica voz de caracol antiguo.

nosotros te decimos,

gracias por la ternura que nos diste.

por las golondrinas que vuelan con tus versos.

 

CANCION PARA PABLO NERUDA - Atahualpa Yupanqui (1908-1992)

 

 

Rozando levemente, girando tranquilas,

las golondrinas vuelan bajo

sobre el campo en los días nublados,

el campo forestal de Shiloh.

Sobre el campo donde la lluvia de abril

consuela a los abrasados que se estiran doloridos

en la pausa nocturna

que siguió al combate del domingo

alrededor de la iglesia de Shiloh.

La iglesia tan solitaria, construida con troncos,

que hacía eco a muchos  con un gemido de despedida

y la oración natural

de los enemigos agonizantes allí entremezclados.

Enemigos por la mañana, pero amigos por la noche.

La fama o el país es lo que menos les importa:

(¡Qué otra cosa puede desengañar como una bala!)

Pero ahora yacen abajo

mientras sobre ellos se deslizan las golondrinas,

y todo está en silencio en Shiloh.

 

SHILOH: A REQUIEM (April, 1862)  - Herman Melville

 

 

Muchas coplas del noroeste argentino se refieren a la capacidad de las golondrinas para atravesar el mar en vuelo durante sus migraciones, mostrando la dificultad o la capacidad de atravesar una situación:

 

Dicen que las golondrinas

pasan la mar de un volido.

Así lo pasaré yo

cuando me echés al olvido…

 

Dicen que las golondrinas

pasan todo el mar volando,

Así me lo paso yo

toda la vida llorando.

 

 

¡Golondrina pasajera!

Pasas la mar de un volido,

yo también la pasaría,

en alas de tu cariño.

 

Dicen que la golondrina,

pasa el mar de un sólo vuelo,

Así quisiera olvidar,

mi pena y mi desconsuelo.

 

Yo soy como golondrina,

paso el mar en un volido,

¿Cómo querís que te quiera,

cuando tantos te han querido?

 

Soy como la golondrina

que pasa la mar volando,

Así me lo paso yo

por tu nombre preguntando.

 

Dicen que las golondrinas

pasan la mar de un volido,

Yo también lo sé pasar

toda la noche dormido.

 

 

Más Coplas populares:

San Luis:

 

Se parece a tu cariño

muchacha, la golondrina,

viene por la primavera

y al invierno se retira.

 

Salta:

¡Ay! mi padre plantó un peral,

¡Ay! cubierto de perlas finas,

¡Ay! en el pimpollo más alto,

¡Ay! se asentó una golondrina;

¡Ay! por el pico echaba sangre,

¡Ay! con las alas la batía,

¡Ay! bien haiga del escribano

¡Ay con la pluma que escribía!

 

Soy como la golondrina,

solita nací en verano

así que hi de morir tarde

¿Cómo no muero temprano?

 

Aquí me pongo, vidita,

a cantar mi relancina,

de muerto y resucitado,

vengo como golondrina.

 

La Rioja:

 

Un jilguero apasionado

se lo pasaba cantando;

por culpa’e una golondrina

ahora vive llorando.

 

Catamarca

Yo soy como la golondrina,

volaba tan bajocito;

no quiero prendas con dueño,

dejame vivir solito.

 

El río no pierde su cauce, mi bien,

la golondrina vuelve a su nido.

¡Pobre mi negra si volverá!




 


Dentro de la poesía musical también hay piezas notables:

 

 

¿Adónde te irás volando por esos cielos

brasita negra que lustra la oscuridad?

Detrás de tu vuelo errante mis ojos gozan

la inmensidad, la inmensidad.

 

Veleros de la tormenta se van las nubes,

en surcos de luz dorada se pone el Sol,

y como sílabas negras las golondrinas

dicen adiós, dicen adiós.

 

Vuela, vuela, vuela, golondrina,

vuelve del más allá

vuelve desde el fondo de la vida

sobre la luz, cruzando el mar,

cruzando el mar.

 

Un cielo de barriletes tiene la tarde,

el viento en las arboledas cantando va,

y desandando los días mi pensamiento

también se va, también se va.

 

Cuando los días se acorten junto a mi sombra

y en mi alma caiga sangrando el atardecer,

yo levantaré los ojos pidiendo al cielo

volverte a ver, volverte a ver.

 

Vuela, vuela, vuela, golondrina,

vuelve del más allá,

vuelve desde el fondo de la vida

sobre la luz, cruzando el mar,

cruzando el mar.

 

LAS GOLONDRINAS - Canción de Jaime Dávalos y Eduardo Falú.

 

 

 Golondrinas de un solo verano

con ansias constantes de cielos lejanos...

Alma criolla, errante y viajera

querer detenerla es una quimera...

Golondrinas con fiebre en las alas

peregrinas borrachas de emoción...

Siempre sueña con otros caminos

la brújula loca de tu corazón...

 

GOLONDRINAS - Tango de Alfredo Le Pera y Carlos Gardel (1934)

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Pero nunca más hubo golondrinas en Pompeya
Viajeras de funeral
Las conocí cantando en la Paternal
en un sucucho barato y de arrabal
Su voz un veneno brutal, malevo y voraz
y su corazón durmiendo en un gran Palacio.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

NUNCA MAS HUBO GOLONDRINAS EN POMPEYA -  Canción de Blitto

 



 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Alzó la copa,
la copa vacía
y brindó por nadie,
llena de alegría,
le dijo un verso,
un verso de Withman
a la golondrina
que pasó de prisa

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

A LAS 6 DE LA MAÑANA – Leonardo Favio (1938-2012)

 

 

Por la mañana, al cruzar el Delaware, noté un número inusual de golondrinas en vuelo, dando vueltas, lanzándose, indescriptiblemente gráciles, muy cerca del agua. Numerosas volaron, alrededor de la proa del transbordador amarrado en su muelle; y cuando salimos, observé más allá del extremo de los muelles,  a través de la ancha corriente y justo sobre ella, el trazado de sus rizos de movimiento rápido y serpenteante, cortándose y cruzándose. Aunque había visto golondrinas toda mi vida, parecía que nunca antes me había dado cuenta de su peculiar belleza y sus características, en el paisaje.

 

SWALLOWS ON THE RIVER - Walt Whitman (1819-1892)

 

 

 

 

 

Y, para terminar,  van aquí algunos fragmentos en prosa:

 

Mientras iba afirmándome en mi resolución, vi que llegábamos a un boliche. Era una sola casa de forma alargada. A la derecha, estaba el despacho, pieza abierta amueblada con un par de bancos largos, en los que nos sentamos como golondrinas en un alambre.

DON SEGUNDO SOMBRA - Ricardo Güiraldes (1926)

 

 

De la pluma magistral de William Henry Hudson (1918), tenemos este relato que nos recuerda el viejo dicho “una golondrina sola no hace verano”:

En la chacra, mi vida durante el invierno era una constante vigilar la llegada de la primavera. Mayo, junio y julio eran los meses sin hojas, pero no del todo sin cantos. En cualquier día de sol en invierno, agradable y sin viento  reaparecían unas cuantas golondrinas, nadie podía suponer de dónde, para pasar las horas más luminosas dando vueltas  alrededor de la casa como aviones caseros, viniendo a visitar sus viejos nidos bajo los aleros y profiriendo sus cancioncitas ondulantes y animadas, como el agua de un arroyo corriendo entre guijarros. Al ponerse el sol, se desvanecían, y no se las veía más hasta que teníamos otro perfecto día primaveral.

 

 

Y ya adulto y con su sensibilidad ante la naturaleza, nos transmite estas mágicas visiones:

Luego seguí caminando y en tres o cuatro minutos estaba en el verde prado, en medio de las golondrinas. Eran cientos, volando a varias alturas, pero mayormente bajo, por lo que las miré desde arriba, y ciertamente hacían un espectáculo curioso y hermoso. Tan agrupadas estaban, y su vuelo era tan recto y veloz, que parecían formar una corriente, o más bien muchas, fluyendo una junto a la otra pero en direcciones opuestas; y cuando las miraba con los ojos casi cerrados, los pájaros parecían líneas negras sobre la superficie verde.

(Hudson, 1915)

 

 

Acostado en el pasto, cerca de la orilla del río, las observaba continuamente, notando su inquietud e indecisión, su imprevisibilidad y su espíritu salvaje que las hacía congéneres del viento y de los enfurecidos álamos; porque algo nuevo y extraño había venido a preocuparlas – el aliento sutil «que en un poderoso lenguaje, sentido, no escuchado, lleva a las aves al Paraíso». Pero sobre el carácter de ese aliento, interrogué vanamente a la Naturaleza – siendo ella la única mujer que puede guardar un secreto, aún de su amante.

(Hudson, 1917)

 

 

 

En el cuento The Happy Prince (El príncipe feliz), Oscar Wilde (1888) narra la historia de una golondrina algo rezagada en su migración otoñal a Egipto, que se encuentra con la estatua del Príncipe Feliz, adornada con piedras preciosas y láminas de oro. La estatua le pide que retrase su partida para ayudar a diversas personas pobres de la ciudad llevándole dichas riquezas. Al avanzar el invierno la golondrina termina muriendo de frío y la estatua, afeada por la pérdida de sus adornos, es retirada para ser fundida. Sólo la intervención divina pone justicia, llevando a amabos personajes al Paraíso.

 

 

 

 

Están ya aquí, Platero, las golondrinas, y apenas se las

oye, como otros años, cuando el primer día de llegar lo saludan

y lo curiosean todo, charlando sin tregua en su rizado gorjeo.

Le contaban a las flores lo que habían visto en Africa, sus dos

viajes por el mar, echadas en el agua, con el ala por vela, o en

las jarcias de los barcos; de otros ocasos, de otras auroras, de

otras noches con estrellas...

 

No saben qué hacer. Vuelan mudas, desorientadas, como

andan las hormigas cuando un niño les pisotea el camino. No se

atreven a subir y bajar por la calle Nueva en insistente línea

recta con aquel adornito al fin, ni a entrar en sus nidos de los

pozos, ni a ponerse en los alambres del telégrafo, que el Norte

hace zumbar, en su cuadro clásico de carteras, junto a los

aisladores blancos... ¡Se van a morir de frío, Platero!

 

LAS GOLONDRINAS – PLATERO Y YO – Juan Ramón Jiménez (1914)

 

 

También recordamos de la infancia un cuento de Leonardo Castellani (1976), “La golondrina”,  que comienza así:   “Tú eres feliz – dijo el ruiseñor a la Golondrina-. Se conoce en tu parloteo vivaz, en tus movimientos sueltos, en tu habilísimo patinaje aéreo que raya ahora las nubes más altas para descender luego fugazmente con una maravillosa rúbrica a rasar las aguas del lago en curvas armoniosas. ¡Qué vivaracha eres y qué graciosa, muchacha!”  La golondrina explica que su felicidad surge de llevar una vida sencilla (“me basta para casa un rancho mitad paja y mitad barro”), sin hacer daño a nadie. El ruiseñor le contesta que él, en cambio, canta para el gran público, volcando su dolor y su amor en su canto, por lo que se considera superior a la golondrina, que apenas gorjea para sí misma. A lo que la golondrina, en una muestra de superficialidad o tal vez de sabiduría le responde: “Me tiene muy sin cuidado . . . ¡A volar! Adiós, genio”.

 

 

Javier Villafañe (1993) cuenta que una vieja española que vivía en una bohardilla recibía todas las primaveras la visita de una golondrina que anidaba allí. Curiosa por saber dónde pasaba el invierno, se ganó su confianza y logró atarle en una patita el siguiente mensaje:

Golondrina que en verano

Te alojas bajo mi techo,

¿en casa de quién y en dónde

Sueles pasar el invierno?

Al año siguiente recibió la respuesta atada en la patita de la misma golondrina:

En Caacupé, Paraguay 

en casa de un zapatero.

 

 

Recopilación y traducciones: Alex Mouchard

 

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Crédito imágenes


 1 - Stickney, J. H.; Hoffmann, R. & Seton, E. T. 1898. Bird world : a bird book for children. Boston : Ginn

 2 - Various Birds and Beasts Drawn from the Life. https://www.tate.org.uk/art/artworks/barlow-title-not-known-t11252

 3 - https://collections.mfa.org/objects/213250

 4 - La Nature, 1884, Douzième année, premier semestre, nº 548-574, p.297.

http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?4KY28.22/301/100/448/8/436

 5 - Robinson, P. S. & Whymper, C. 1894. Birds of the wave and woodland. London, Isbister.

 6 a 10 – https://thegraphicsfairy.com/vintage-clip-art-bird-best-swallow-ever/


 

 


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