"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 1 de diciembre de 2018

EL ANGÚ o JACAPANI (Donacobius atricapillus): EL TRANSPORTADOR DE ALMAS



Uma ave entre outras há que se discorre,
ou fama certa seja, ou voz fingida,
que do jardim a nós, de nós lá corre,
como fiel correio da outra vida:
Dizem que voa, quando algum cá morre,
e exprime no seu canto enternecida
o que alma passa nas eternidades,
e que nos leva, e traz doces saudades.
Caramuru: poema épico – Canto III (1781)
José de Santa Rita Durão

[Un ave entre otras hay que discurre/ ya sea fama cierta, o voz fingida,/ que del jardín a nosotros, y de nosotros allá corre,/ como fiel correo de la otra vida: /Se dice que vuela, cuando alguno muere, /y expresa con su canto enternecido,/  que el alma pasa a las eternidades,/ y que nos lleva, y trae dulces añoranzas.]



Gracula longirostra 
Dibujado de un ejemplar vivo por Aert Schouman
Pallas, PS -1767-1780- Spicilegia zoologica. Fasc 6 – Pg 2 – L II – Fig 2.  Berolini :Prostant apud Gottl. August. Lange.




Hace unos días un conocido ornitólogo se preguntaba por el origen del nombre del angú, ese vistoso pájaro que habita esteros y humedales de la zona subtropical y tropical de Sudamérica. Investigando el asunto, la primera mención histórica que encontré es la de Georg Marcgrave (1648) que lo describió correctamente con el nombre local de jacapani, del tupí iapakaní, una palabra que designa un ave de vuelo pesado, de la orilla de los ríos.

Un salto en el tiempo me condujo a Mathurin Brisson (1763), que publicó la primera descripción científica del angú, al que llamó  en latín Merula atricapilla y en francés “Mirlo de cabeza negra del Cabo de Buena Esperanza”. El término específico atricapilla (= cabellos negros) ha permanecido en la nomenclatura hasta nuestros días. No así el género porque el angú no es un mirlo y como veremos resultó un  ave de difícil clasificación, tanto que actualmente fue preciso ubicarlo en una familia propia.  Obviamente Brisson equivocó la localidad ya que el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, está muy lejos de las tierras del angú. Ocurre que el ornitólogo francés era el clasificador y curador del gabinete de historia natural de René-Antoine Ferchault de Réaumur cuya colección provenía de todas partes del mundo, y quizás una etiqueta mal colocada causó la confusión. Muchas veces también los barcos que llevaban los especímenes en su largo viaje desde América recalaban en puertos africanos y así se confundía el origen de los materiales que enviaban los naturalistas. 

Nuestro siguiente informante es Félix de Azara (1802) que lo clasificó junto a los batarás, con el nombre de “Batará de agallas peladas”, pero su sagacidad característica le hizo ver que era otra cosa y que convenía clasificarlo transitoriamente hasta que se resolviera el asunto. “No está aquí sino en depósito, por no encontrar mejor lugar”.  Anotó alguna de sus costumbres: “Nunca sale de los grandes anegadizos y albercas; y aunque se dexa ver por las madrugadas sobre las plantas aquáticas, lo común es no salir donde lo vean. Es solitario, y quando mucho está su amada idéntica a 20 ó 30 pasos. No conoce esquivez, tiene poca actividad, y sus vuelos son cortos y baxos”. Esto último explica quizá el origen del nombre tupí que anotó Marcgrave. Azara se dio cuenta que era el mismo pájaro que Buffon describió como “Casque noir” (= casco negro), pero dudaba algo porque el francés siguiendo a Brisson le  dio origen africano y lo incluyó entre los mirlos, y “yo le tengo por páxaro singular”.



La Merle a Tête noire du cap de Bonne Esperance. 
Dibujo de François-Nicolas Martinet
Daubenton, Edme-Louis. 1765-1783? Planches enluminées d'histoire naturelle. Paris?





La descripción de Buffon incluía observaciones hechas en Sudamérica por su colaborador Charles-Nicolas-Sigisbert Sonnini de Manoncourt durante 1773-1774, quien lo denominó “Merle des Savanes” (= mirlo de las sabanas), nombre que Vieillot (1818) latinizó como Turdus pratensis. “Un habitante de esas vastas sabanas inundadas, de esos grandes espacios, mezcla singular de tierra y agua, que forma, en diferentes lugares, el suelo incierto de la Guyana francesa”.  Recorriendo la costa de la Guayana Británica,  Richard Schomburgk (1840) señalaba: “Es un pájaro muy peculiar. Tan pronto como ve a un ser humano, produce fuertes gritos ásperos que se asemejan a los de nuestros Escribanos palustres [Emberiza schoeniclus],  con lo cual todos los compañeros que se encuentran en las cercanías vienen volando y, con un vuelo constante hacia arriba y hacia abajo por los arbustos, se unen al ruido. Ni bien la persona se pone fuera de su vista, la congregación se dispersa silenciosamente en todas direcciones”.




Donacobius vociferans
Swainson, William  -1830-  Zoological illustrations. IIª ser.  London :Baldwin & Cradock.



A William Swainson (1831), que lo dibujó en Brasil, le llamó la atención su voz y por eso lo denominó Babbling Thrush (= zorzal charlatán): “Es raro que las notas de la raza emplumada sean absolutamente desagradables, pero no recordamos haber oído nunca una voz con tal sorprendente disonancia, como la de éste. Su nota particular, si se le puede llamar nota, ahora no la recordamos; pero era tan estridente, áspera y monótona, que frecuentemente nos abalanzábamos fuera de la casa, para espantar a los molestos charlatanes. Esto ocurría en la hospitalaria residencia de nuestro amigo, el Sr. Pinches, de Pernambuco, cuya casa estaba junto a un pequeño bañado, lleno de juncos, entre la cuales estos pájaros aman vivir; y que en realidad, nunca dejan. Aferrados a los lisos tallos con sus fuertes pies y agudas uñas, estaban incesantemente emitiendo disonancias con las más provocadora perseverancia; todo el tiempo moviendo su cuerpo de un lado al otro, extendiendo su cola,  y forzando sus gargantas, en la forma más grotesca imaginable. A cada lado del cuello, hay un larga superficie de piel desnuda de un intenso color amarillo [lo que justifica el nombre dado por Azara de “Batará de agallas peladas”]; viven en parejas y construyen un nido pendiente entre los juncos; su vuelo es muy lento y débil”. A raíz de su hábitat Swainson creó el nombre genérico Donacobius, que significa “el que vive entre las cañas”, del griego donax, donacos: nombre de un tipo de caña (Arundo donax), y en general, de cualquier planta acuática de tallo recto y liso, y bios: vida, lugar donde se vive.

Para la misma época el príncipe Maximilian de Wied (1830) hacía estas observaciones: “Esta hermosa ave es un habitante ribereño, que se encuentra sólo en los arroyos y riberas donde vive en densos arbustos o juncales y varias otras plantas que crecen compactas. Lo encontré en el interior de los grandes bosques del sertón de la provincia de Bahía, en el arroyo Catolé, cuando viajé allí desde Ilheos, así como más al sur a orillas del río”.

“Sube y baja por los tallos como nuestro carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus), es vivaz, está en constante movimiento, y deja escuchar una canción de muchas voces fuertes y contrastantes.  Su comida consiste en insectos y quizás también huevos.  El nido se encuentra en la vegetación densa de las riberas, pero nunca pude encontrarlo”.

“Ni bien te acercas a estas aves, desaparecen rápidamente en el entramado más denso de las plantas, y luego tienes que callarte si quieres ubicarla”.



Donacobius atricapilla albovittatus
d’Orbigny, A -1847- Voyage dans l'Amérique méridionale. Tome IX Atlas Zoologique. Paris :Pitois-Levrault.



Otro viajero contemporáneo de ellos fue Alcide Dessalines D'Orbigny (1826-1829) que encontró una pareja al norte de la provincia de Corrientes “en el medio de los esteros más cubiertos con juncos. Escuchamos, durante mucho tiempo, los dos pájaros que hacían resonar el eco de sus gritos de llamada, repetidos a menudo, cambiando siempre de lugar en medio del juncal, pero sin mostrarse; y fue después de una larga espera que pudimos verlos y tirarles. Parece que nunca dejan los sitios inundados, salvo momentáneamente a la mañana”.  Más tarde, en las cercanías de la misión San José, en Chiquitos (Bolivia) descubrió la subespecie Donacobius atricapilla albovittatus que tiene una ceja blanca: “Es raro que haya más de una pareja por laguna; y cada una parece tener la suya. Siempre en lo más espeso de los cañaverales y juncales, uno escucha más que ve a los dos consortes llamarse uno  a otro, a una distancia de 30 pasos.  En el tiempo de los amores, sus cantos redoblan la fuerza; los hacen entonces resonar desde lejos en el bañado; parecen querer tapar ellos solos el canto de los demás pájaros”.

En 1880 el zoólogo inglés William Alexander Forbes visitó las selvas de Pernambuco, Brasil. Allí, desde el ferrocarril que va desde Cabo de Consolaçao a Una, observó al jacapanim “frecuentando el fondo pantanoso de los valles (…) Es un ave muy ruidosa, con un fuerte grito parloteado. Vuela por ahí en pequeños grupos de 3 o 4, y se la encuentra en la vegetación acuática que crece en las orillas del río Una. El ave es muy conspicua tanto por su ruidoso grito como por su hábito de aletear con sus alas cortas y redondeadas (…) Escuché el nombre “Casaca do Couro”, que significa casaca de cuero, aplicado a este pájaro por un amigo brasileño”. 

William H. Edwards (1861) viajando por el Amazonas, encontró una cantidad de aves novedosas en Monte Alegre, cerca de Santarem, “la más interesante de las cuales era una pequeña especie de la familia de los zorzales, el Donacobius vociferans (Swain.). A este pájaro lo vimos después a menudo en los pastos, junto al agua,  y sus deliciosas notas nos recordaron a su primo, nuestro sinsonte [Mimus polyglottos]. Fue sin comparación el más fino cantor que oímos en el río, y allí, donde las aves canoras son inusuales, puede considerárselo como una de las atracciones del río. A cada lado del cuello tiene una barba amarilla, mediante cuya hinchazón produce sus ricos tonos”.

Como se ve según el observador difiere el concepto sobre el canto. 

William Beebe (1909) también los observó en Brasil: “Una pareja (los dos posados uno pegado al otro) gritaban al unísono powie! powie! powie! En sucesión rápida, una docena de veces. La otra pareja respondía week! week! week!  igualmente repetido y rápido. A cada emisión las colas semi abiertas de la respectiva pareja se agitaban violentamente de lado a lado, como jaladas por un hilo”. 




Donacobius atricapillus
Goeldi, EA -1900-1906-. Álbum de Aves Amazonicas. Rio de Janeiro :Livraria Clássica de Alves & Cia. 



Como hemos visto hasta ahora, el nombre angú no aparece en la literatura ornitológica, pero en 1894 el ornitólogo suizo Emil August Goeldi decía: “Aquí conocido, según mi experiencia, por los nombres comunes de Passaro Angú [= pájaro angú] y Viola [= guitarra] (sur de Minas)” y aclaraba: “En las márgenes inundadas del río Angú, así como en los puntos de sus tributarios donde crecen arbustos, juncos y cañas, vemos diariamente, casi a toda hora un ave que nos parece la contraparte brasileña de la tutinegra de los cañaverales (Sylvia turdoides) de Europa Central (…) trepa el Angú o desciende por el cañaveral de aquellos lugares, de un lado al otro, como marinero por los aparejos de un navío. Podría definírselo como teniendo el comportamiento de una rata (…) Siempre en movimiento, verdadero temperamento mercurial, fantasea también con un canto lleno de variaciones y agradable al oído; en su placer de compositor, continúa impertérrito cuando la gente se aproxima con cuidado”.

Pareciera entonces que el nombre angú es un localismo de Minas Geraes, donde el ave vive a orillas del río homónimo. Ahora bien,  como en el célebre dilema del huevo y la gallina, habría que decidir si fue primero el ave o el río. No lo sabemos. Angú, en tupí, parece provenir de ang: alma, espíritu,  y ú: comer, o sea, comer el alma, en el sentido de tener miedo, recelar. Eurico Santos  refiere que el nombre indígena del ave es uira-angú, es decir pájaro angú, y que deriva de anga-ú, que quiere decir “que se lleva el alma (al cielo)”.  Para este autor el comportamiento del angú de realizar un vuelo vertical, llegando a gran altura, explica este nombre dado al ave.  Lo que explica también los versos con los que iniciamos esta nota y la creencia indígena de que está ave ayudaba a las almas a ascender al cielo, tal como los psicopompos griegos.

Pero también angú es un vocablo de origen africano (¿ioruba?) que se utiliza desde antiguo en Brasil para designar un alimento: la harina de maíz o de mandioca. Y aquí podría haber una relación con el color amarillento ventral del ave. Aunque, el mencionado Santos refiere que un cazador furtivo le contó que se le daba ese nombre porque el pájaro era tan sabroso como el pirão de maíz. Y, entonces, como un misterioso círculo que se cierra, con este origen africano del nombre, volvemos al comienzo cuando un zoólogo de gabinete creyó que el angú vivía en África…



Donacobius atricapillus
Gray, GR -1844-  The genera of birds. Vol I. London :Longman, Brown, Green, and Longmans.




LOS NUMEROSOS NOMBRES DEL ANGÚ


       Para la cantidad de nombres populares que ha cosechado, el angú, está poco representado en los mitos y relatos de los pueblos sudamericanos, o al menos ha sido poco estudiado desde ese punto de vista. La mayoría de los nombres hace referencia a su canto (onomatopéyicos) o a su semejanza con otras aves, y muestran que los pobladores lo ubican alternativamente entre los zorzales, sinsontes, cuclillos y tangaráes.

¯Uira-angú, pássaro-angú: pájaro angú.
¯Japacani, japacanim: del tupí iapakaní, nombre de un ave de vuelo pesado, de la orilla de los ríos, que por metástasis dio jacapani y  jacapanim. 
¯Chauá: Nombre también aplicado a una especie de loro el acamatanga (Amazona rhodocorytha).
¯Gaturamo-do-brejo: Es además el nombre de otra ave, el arañero cara negra (Geothlypis aequinoctialis). El nombre gaturamo se aplica a los tangará del género Euphonia, sería entonces “tangará del pantano”. 
¯Saci-do-brejo: saci es el crespín (Tapera naevia), entonces  “crespín del pantano”. 
¯Viola: en portugués, guitarra.
¯Cucarachero de Laguna, sinsonte lagunero, en Colombia.
¯Calandria de estero, en Paraguay
¯Paraulata de Agua, en Venezuela, donde paraulata es un nombre aplicado a los zorzales (Turdus).
¯Heyaning, para la etnia lengua del Chaco Paraguayo.
¯Mariraeking, entre los macuxi del sur de Guyana, norte de Brasil (estado de Roraima) y oriente de Venezuela 
¯Cuei-cuei: nombre que le dan los karipúna, en los ríos Curipi y  Oyapock (Amapá, Brasil).
¯Kwaikwái: en la lengua palikúr de los arawak (Brasil y Guayana Francesa).
¯Motyo: en lengua sranan (Surinam). También se le dice swampufowru que significa “ave del pantano”.
¯Kulaywe: en caribe wayana (Brasil, Surinam, y Guayana Francesa). 
¯Babbling thrush (= zorzal charlatán), Fantail (= cola de abanico): en Guayana Británica


Alex Mouchard


Un angú en lo profundo del pantano
Foto Alex Mouchard


Ë

REFERENCIAS

R Azara, F de  (1802)  Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España. 1992.
R Beebe, C William – 1909 - An ornithological reconnaissance of Northeastern Venezuela.  Zoologica 1(3): 67-114. New York : New York Zoological Society.
R Brisson, Mathurin-Jacques -1763- Ornithologia. Lugduni Batavorum :Apud Theodorum Haak.
R Buffon, GLL conde de -1770–1785- Histoire naturelle des oiseaux. Vol. 3. Imprimerie Royale. Paris
R D’Orbigny, Alcide -1835-1847- Voyage dans l'Amérique méridionale (le Brésil, la République orientale de l'Uruguay, la République argentine, la Patagonie, la République du Chili, la République de Bolivia, la République du Pérou) : exécuté pendant les années 1826, 1827, 1828, 1829, 1830, 1831, 1832 et 1833. Paris :Pitois-Levrault.
R Edwards, WH  -1861- A Voyage  up the River Amazon, including a residence at Para. London.
R Forbes, WA  -1885- Eleven weeks in north-eastern Brazil. En   The collected scientific papers of the late William Alexander Forbes. London  :R.H. Porter.
R Goeldi, Emil August  -1894-[1900]- As aves do Brasil. Rio de Janeiro :Alves & c.
http://www.biodiversitylibrary.org
R Marcgrave, George  -1648- Historia Naturalis Brasiliae. Lugdun. Batavorum, apud Franciscus Hackium et Amstelodami apud Lud. Elzevirium. 
R Santos, Eurico -1940- Pässaros do brasil. Rio de Janeiro :F. Briguet y Cia.
R Schomburgk, Richard;  Cabanis, Jean Louis; et. al.  -1847-48- Reisen in Britisch-Guiana in den Jahren 1840-1844. Vol. 3.  Leipzig :J. J. Weber.
R Swainson, William  -1830-  Zoological illustrations. IIª ser.  London :Baldwin & Cradock.
R Vieillot, J -1818- Nouveau dictionnaire d'histoire naturelle. Vol XX. Paris, Chez Deterville.
R Wied, Maximilian, Prinzen zu – 1830- Beiträge zur Naturgeschichte von Brasilien. III Band. Weimar : Im Verlage des Landes-Industrie-Comptoirs.

viernes, 26 de octubre de 2018

EL ZORZAL PATAGONICO (Turdus falcklandii): UNA HISTORIA DE AMOR

    





Wenanknnewei ni mapu.
Cheiri no ruine mai
Pelafin ni mapu meu:
Epu wil'ki meten mai
numariumauei,
Wenank u newei.

Triste ha quedado mi tierra.
Ninguna cosa, pues,
Encuentro en ella:
Sino dos zorzales,
Que lloran amargamente.
Agobiados de pena.

Canto mapuche referido por Julián Weitra, de Panguipulli.







Dibujo de Claudina Abella para  "Aves de Nahuel Huapí", de José Santos Gollan (Administracion General de Parques Nacionales y Turismo, 1949).



Hace unos años caminaba por las calles de Puerto Madryn acompañado por las dulces notas del Zorzal Patagónico. Ignoraba que la historia de este melódico pájaro estaba relacionada con un viaje de descubrimiento, amor y aventuras.




La corbeta Uranie en sus días de gloria, anclada frente a la isla Raweck, 
en Papúa (Nueva Guinea)

Dibujo de Alphonse Pellion.
Voyage autour du monde... exécuté sur les corvettes de S. M. "l'Uranie" et "la Physicienne" pendant les années 1817, 1818, 1819 et 1820.... Atlas Historique / Louis de Freycinet (ed). Pillet Aîné (Paris) - 1825-1844



ROSE


Nuestro recorrido se inicia en Francia. Tras la caída de Napoleón y durante la restauración de la monarquía, se iniciaba una década de calma política y prosperidad económica. A través de sus oficiales de marina el gobierno  encaró una serie de viajes de bajo presupuesto destinados más que a la conquista de territorios a la investigación científica y al establecimiento de puntos de escala para futuros emprendimientos. Uno de estos oficiales, el capitán de fragata Louis Claude de Saulces de Freycinet, presentó a la Marina un proyecto de viaje a las “Tierras Australes”. Venía de participar en una expedición a las costas del sur de Australia, dirigida por su superior, Nicolás Baudin . El nuevo proyecto tenía el propósito de completar el estudio de la costa oeste y norte de ese continente, y en segundo lugar realizar estudios científicos. 

          El 17 de diciembre de 1817 partieron de Toulon, Francia, con destino a Río de Janeiro en la fragata Uranie, de 350 toneladas.  A bordo se encontraban el segundo comandante Louis Isidore Duperrey, el cirujano mayor Jean René Constant Quoy, y el segundo cirujano Joseph Paul Gaimard, ambos actuando como médicos y naturalistas. También viajaban el botánico Charles Gaudichaud-Beaupré, el artista Jacques Arago y su aprendiz Adrien Taunay, el joven.

          Tras la partida hubo un gran revuelo porque de forma clandestina fue embarcada la esposa de Freycinet, Rose Marie Pinon, de sólo 22 años de edad. Proveniente de la clase media, su casamiento con un aristócrata como Louis no fue impedimento para un matrimonio feliz, siendo bien aceptada por su familia política por su aceptable educación, su simpatía y su “encantador rostro”. Recién casados, Rose no quiso dejar solo a su marido y se le ocurrió la idea de acompañarlo en su viaje alrededor del mundo. Así se lo comunicó y, desde las primeras etapas del proyecto, los esposos planearon el embarque ilegal, a pesar de que las consecuencias podrían costarle la carrera a Louis.

Así explicaba Rose su insólita decisión: “He elegido entre mi afecto y los prejuicios que debería enfrentar con la certeza de ser desaprobada por una gran parte del mundo (…) He elegido el partido que me pareció era el más feliz para mi marido y para mí. La vida es tan corta que uno quisiera embellecerla lo más posible y jamás lamentaré la decisión que he tomado porque he endulzado en muchas ocasiones la vida de mi marido. Esos momentos me han hecho olvidar las privaciones que he sufrido durante estos tres años”.

Antes de partir Rose pasó “una noche muy agitada, reflexionando sobre la tentativa un poco audaz en que habría de arriesgarme y sobre todo lamentando a las personas que dejaría por tan largo tiempo”.  Como excusa para su ausencia, les dijo a sus parientes y amigos que viajaba a Marsella a casa de un pariente de su marido. Una amiga le cortó los cabellos no habiendo podido terminar esa operación “sin vertir sus lágrimas”, y a las 23.30 hs se vistió con ropas de hombre y, en medio de la noche,  se dirigió al puerto con su marido para embarcarse. “Parecía que la Luna quería proteger mi huída: se ocultó para impedir que las personas que encontrara me reconocieran”. Pasaron momentos de zozobra cuando debió entregar la orden de embarque bajo la luz de un farol y luego, al pasar entre los oficiales en el puente del barco, quienes le preguntaban quién era. Un amigo salvó la situación diciendo que era su hijo. Pasó el resto de la noche temiendo ser descubierta y desembarcada por las autoridades.




Rose Marie Pinon a la edad de 17 años.

Grabado a partir de un retrato original propiedad del Baron Claude de Freycinet.
 http://museum.wa.gov.au/exhibitions/journeys/The_Explorers/Rose_de_Freycinet.html





               Habían conseguido un lugar para ella en el barco, desplazando al oficial Leblanc y preparando una cabina especial en la cubierta.  Aparentemente dicho oficial informó a la prensa que, como es habitual, lo publicó inventando y exagerando los detalles: “Un incidente bastante singular ha marcado el primer día de esta navegación. En el momento en que una fuerte borrasca recibió a la corbeta a lo largo del cabo Sépet, se vio sobre el puente a una personita, temblorosa, sentada en el banco del alcázar ocultando su cara entre las manos y esperando que alguien la reconociera y la abrigara, porque la lluvia caía a torrentes y el viento soplaba en ráfagas. Esta joven y linda persona era la Sra. Freycinet, que vestida de marinero, se había deslizado furtivamente a bordo, de manera que, para bien o para mal, el comandante de la expedición se vio forzado a darle la bienvenida y alojar a la intrépida viajera, cuya ternura no quería que su marido corriera solo los peligros de una difícil navegación

Al conocer estas noticias hubo indignacion en los círculos oficiales ya que la presencia de mujeres en los buques de la armada era ilegal y además se consideraba de mala suerte.  El gobierno no aprobó “este acto de devoción conyugal”, pero cuando reaccionó, el buque ya estaba lejos y las órdenes al prefecto de Toulon y al cónsul en Gibraltar no llegaron a tiempo. Llegados al peñón, Rose visitó al gobernador vestida con un traje de marinero con levita y pantalon azul, lo que provocó una fría recepción. Pero más tarde, viendo que el cónsul francés no hizo objeción  a su presencia, cambió su atuendo por ropas femeninas, que mantendría durante el resto del viaje. 

Desde Brasil el viaje continuó por Sudáfrica, isla Mauricio, la costa oeste de Australia, Timor, e islas de la Sonda. Agobiados por el escorbuto y la disentería hicieron escala en Guam y tras tocar Hawai, bajaron hasta Sydney. Al pasar cerca de Samoa descubrieron un islote al que Freycinet bautizó Rose en honor a “una persona que me es extremadamente querida”, es decir su esposa, la pasajera ilegal. Ella comentó “Ya está hecho, mi nombre ha sido vinculado a un pequeño rincón de la Tierra; bien pequeño, en efecto, porque quizás los envidiosos no le darán más que el nombre de islote; tal como está, encontrado de noche, nos podría haber sido funesto, mientras que desde ahora, señalado en las cartas de la expedición, se tendrá cuidado, y nadie, espero, morirá por los peligros que rodean la isla Rose”. Ignoraban que el islote había sido descubierto en 1722 por Jakob Roggeveen quien lo había bautizado Vuyle Eyland (Isla de los Pájaros), sin embargo el nombre Rose fue el que persistió.  También nombraron en su honor al cabo Rose en la bahía Shark, en la costa oeste de Australia.

Pero no era éste el primer episodio de éste tipo para los viajes de exploración franceses. Durante el viaje de Louis de Bougainville (1766-1769), la compañera del botánico Philibert Commerson, Jeanne Baret, también vestida de hombre, sería la primera mujer en circunnavegar la Tierra (Ver nuestra nota en este blog JEANNE BARET - EL MISTERIOSO AYUDANTE DE COMMERSON  https://historiaszoologicas.blogspot.com/2011/07/el-misterioso-ayudante-de-commerson.html).



Recepción en Diély (Timor). 
Uno de los pocos documentos que confirma la presencia de Rose de Freycinet. En otras ediciones sería borrada de la lámina. Pintura de Jacques Arago.
 
Freycinet, Rose de -1927- Journal du Voyage autour du monde à bord de l'Uranie, 1817-1820, d'après l'édition de 1927, annotée par Charles Duplomb, directeur honoraire au ministère de la Marine, Paris :éditions du Gerfaut y http://nla.gov.au/nla.obj-138059498/view


          Durante el viaje Rose no colaboraba con los trabajos cientificos, pero coleccionaba conchas marinas, bordaba y estudiaba guitarra e inglés.  Tuvo una conducta intachable durante todo el recorrido y se ganó el aprecio de la tripulación por su trato agradable, su compostura y su valentía. A su regreso, ni la Marina Francesa ni el rey Luis XVIII tomaron ninguna  acción contra el capitán por la presencia de Rose en la expedición, y a pesar de que se llevó  a cabo una corte marcial finalmente fue exonerado por la pérdida de la nave. Incluso Louis fue felicitado por el rey por su trabajo científico y ascendido a capitán de navío, y la pareja fue muy festejada y requerida  en los salones parisinos. Pese a ello Rose no apareció en ninguno de los documentos y relatos oficiales de la expedición.  Los científicos del viaje nombraron en su honor a la Paloma Imperial de Nueva Guinea (Columba pinon = Ducula pinon) y a dos plantas: el Hibiscus pinonianus y un hermoso helecho arborescente Pinonia splendens (= Cibotium chamissoi).

Rose fue la primer mujer circunnavegante en escribir un relato de su aventura. Envió una serie de cartas a su prima y amiga Caroline de Nanteuil contándole las peripecias del viaje. Las mismas fueron publicadas un siglo más tarde en forma de diario de viaje. Rose sufría de una enfermedad del estómago desde hacía tiempo, pero pese a ello se ocupó de atender a su marido gravemente enfermo durante la epidemia de cólera en Paris. Él se salvó pero lamentablemente ella se contagió y, en apenas un día falleció, el 7 de mayo de 1832, a los 36 años de edad.

¡Ay! ¡Lo que las tempestades no pudieron hacer, lo que no pudieron hacer las enfermedades más peligrosas de los climas pestilentes, el cólera se ha encargado de hacerlo en París y la pobre viajera, la dama enérgica, la esposa devota, la amable dama y bondadosa, ha dejado esta Tierra que había recorrido de un extremo al otro! Que tenga paz” (Jacques Arago).


NAUFRAGIO EN LAS MALVINAS

Luego de pasar por el cabo de Hornos, a causa de una tormenta, buscaron refugio en la bahía de los Franceses (Bahía de la Anunciación o Berkeley Sound), en la isla Soledad (Malvinas).  Al entrar en la misma impactaron en una roca sumergida, naufragando el 14 de febrero de 1820. La fragata quedó encallada cerca de la costa y se trató de recuperar la mayor cantidad de objetos, alimentos, etc. Sin embargo, parte de las colecciones científicas se perdieron: unas 18 cajas con unos 2500 especímenes botánicos, más de la mitad de lo herborizado.



Campamento en Bahía de los Franceses (Is. Malvinas) tras el naufragio. 
La tienda más alta sería la de Rose. Pintura de Nicolas Maurin.

http://museum.wa.gov.au/research/research-areas/maritime-archaeology/treasures-from-the-deep/uranie-voyage

            
            Arago perdió su colección de conchas marinas y “las diferentes armas de casi todos los pueblos de la tierra; aves raras y curiosos reptiles; mi ropa de cama; mis libros; diez portfolios con bocetos y dibujos terminados”. Afortunadamente lograron recuperar los diarios y notas sobre historia natural y demás documentos científicos, e incluso la guitarra de Rose. Además, Quoy salvó el gran libro de peces de Marc Éliéser Bloch (Ichtyologie, 1785-1797).

En el lugar del naufragio establecieron un campamento, que más tarde trasladaron a un mejor sitio. El 19 de marzo llegó al lugar el barco lobero estadounidense General Knox y comenzó entonces una trabajosa negociación con su ambicioso capitán, Horn, cuyos intentos de rapiña debieron resistir. Finalmente llegaron a un acuerdo con el capitán Galvin, de otro buque llegado a la zona, el Mercury, que llevaba prisioneros chilenos a Montevideo.  Rose se encargó de embalar la documentación y demás efectos en unas 30 cajas, y el 27 de abril dejaron las Malvinas. En Montevideo compraron el Mercury, rebautizándolo  con el nombre de Physicienne y, a su bordo, llegaron a Francia el 13 de noviembre de 1820.

Rose no dejó casi ninguna referencia sobre la naturaleza de las Malvinas:  Todas las costas que nos rodeaban eran escarpadas y bordeadas de rocas (…) El aspecto era árido y arenoso y no se veía un solo árbol que pudiera atenuar la monotonía de estas colinas de arena y hierbas secas”.  A menudo “el frio es muy desagradable durante todo el día y la lluvia no deja de caer”. Destinaron un grupo de cazadores que se encargó de proveerlos mayormente de caballos, algún cerdo o vacuno cimarrones, becasinas, pingüinos y ocas, es decir cauquenes.  En cambio Arago habló de las costas “absolutamente privadas de verdura y pobladas por un número considerable de aves y animales marinos” y más adelante comentaba sobre “las legiones inmensas de aves que la pueblan”.  En una oportunidad localizaron “un animal horrible y grande como la corbeta”. Era un elefante marino que lograron cazar obteniendo carne para una docena de días.  Los cazadores “despoblaron las costas del mar de patos y zambullidores, que sin nosotros quizás morirían de viejos (…) los negros zambullidores, los inocentes gansos [cauquenes], y los patos pesados y repletos abandonaron  ya las espadañas y las praderas (…) pobres aves, cuyas osamentas blanqueadas se amontonan en los lugares donde hemos establecido nuestro campamento”. Cerca del campamento se encontraba la isla de los Pingüinos donde críaban los lobos marinos y miles de pingüinos cuyos roncos gritos escucharon ya la noche misma del naufragio.



Otra vista del campamento en Bahía de los Franceses (Is. Malvinas) 
donde puede apreciarse a la izquierda a l’Uranie encallada. 
Dibujo de Alphonse Pellion.

Voyage autour du monde... exécuté sur les corvettes de S. M. "l'Uranie" et "la Physicienne" pendant les années 1817, 1818, 1819 et 1820.... Atlas Historique / Louis de Freycinet (ed). Pillet Aîné (Paris) - 1825-1844.





LOS ZOÓLOGOS DE LA EXPEDICIÓN

Jean René Constant Quoy era el  cirujano mayor de a bordo, y actuaba como naturalista zoólogo junto con el cirujano asistente Joseph Paul Gaimard. Se destacaron por incluir invertebrados en las colecciones, animales que en general eran ignorados por otros naturalistas navales. Además Quoy hacía bosquejos en color de los especímenes ya que muchos de los colores cambiaban una vez muertos. En Río de Janeiro capturaron animales vivos, entre ellos un coatí y un perezoso. También hicieron una colección de 200 mariposas. Gaimard observó los grandes albatros del Atlántico, capturando algunos para estudiar su contenido estomacal, que resultó ser de calamares y sepias.

En la costa oeste de Australia obtuvieron varios marsupiales desconocidos para la ciencia, así como varias especies de periquitos y un ejemplar del verdugo flautista (Gymnorhina tibicen), pájaro de canto muy admirado e interesante comportamiento. En Timor descubrieron una especie de cérvido: el sambar de la Sonda (Rusa timorensis), y una especie de pez de  los manglares, de ojos saltones, el  perioftalmo de Freycinet (Periophthalmus argentilineatus). En las Molucas, Gaimard encontró un ave nueva: Megapodius freycinet, que tiene la característica de incubar sus huevos enterrándolos en pilas de restos vegetales.   

          Las colecciones que obtuvieron fueron muy valoradas por Cuvier quien los felicitó especialmente. Entre los ejemplares que entregaron al Museo de París, había 25 especies de mamíferos, de las cuales cuatro eran desconocidas, 313 especies de aves (45 nuevas), 45 de reptiles (30 nuevas), 164 de peces (120 nuevas)    y numerosos insectos e invertebrados marinos. Además una cabeza de tapir adulto, 3000 ejemplares de plantas y 900 muestras de rocas.  A la vuelta del viaje Quoy y Gaimard escribieron el informe zoólogico.

          “En cuanto a los doctores Qoui y Gaimard, y al botánico Gaudichaud, las ricas colecciones que trajeron, y que no son más que una muestra de lo que se perdió en nuestro naufragio, dirán más de lo que yo pueda decir. Sé por experiencia lo que han sufrido en sus peligrosas expediciones” (Arago).

          “El celo de estos dos viajeros merece por lo tanto muchos más elogios, porque, no siendo naturalistas de profesión, no pudieron llevar para sus investigaciones, más que una instrucción general que abarca a la vez las diferentes partes de la zoología. Prepararon ellos mismos, con un cuidado infatigable, los animales que colectaron; y junto con el señor Gaudichaud, farmacéutico de la Uranie, han brindado al Museo, con noble desinterés, una cantidad de objetos curiosos que han obtenido durante el viaje”. (Informe de Arago ante la Academia Real de Ciencias el 23/04/1821)



                                           


EL ZORZAL PATAGÓNICO

Pero ¿qué tendrá todo esto que ver con el personaje que motiva esta nota, el Zorzal Patagónico?

 



Turdus falklandicus
Dibujo de John Gerrard Keulemans.

Catalogue of the Birds in the British Museum. British Museum (Natural History). 
Department of Zoology. [Birds]. Vol 5. London. 1881


            Pues que durante su estadía en Malvinas, de casi tres meses, los científicos no dejaron de hacer su trabajo y siguieron recolectando y preparando ejemplares. Es así que dieron con este zorzal del que informaron: “No hace más que mostrarse en las islas Malvinas durante un cierto período del año, atraído por las bayas suculentas del empetrum. Su verdadera patria parece ser la extremidad de la América meridional”. Probablemente se referían a la murtilla o brecillo (Empetrum rubrum) que fructifica en febrero en las islas. “Estos pájaros van en grupos de 3 o 4, y son poco huidizos”.

 

Pero como señalaba Charles Darwin, había un antecedente anterior a este descubrimiento. El monje benedictino Antoine-Joseph Pernety, capellán y naturalista de la expedición a las islas Malvinas de Louis Antoine de Bougainville en 1762-1763, observó que en las islas “se encuentran también mirlos”, refiriéndose sin duda a esta especie. En 1833, el propio Darwin pasó por las islas Malvinas y comprobó que el zorzal “habita principalmente las colinas más rocosas y secas. Vive también en las vecindades del asentamiento, y con mucha frecuencia puede vérselo dentro de viejos cobertizos. En este sentido, y en general en sus hábitos, se asemeja al tordo inglés (Turdus musicus): su grito, sin embargo, es diferente. Es confiado, silencioso e inquisitivo”.

El capitán inglés Charles Compton Abbott, hizo también algunas observaciones en Malvinas en 1858-1860: “Este pájaro se encuentra generalmente entre las rocas de las colinas, aunque a veces fecuenta los jardines de Stanley en busca de gusanos”.

En el Estrecho de Magallanes el capitán Phillip Parker King, descubrió en 1830 la raza continental del zorzal. Poco después, Titian Ramsay Peale, el naturalista de la Expedición de Exploración de los Estados Unidos al Pacífico Sur (1838-1842) encontró un juvenil de este pájaro en Orange Bay (Isla Hoste, Tierra del Fuego): “Su tamaño, voz y aspecto general es tan parecido al del Robin de Norteamérica [Turdus migratorius], que pocos de nuestros oficiales podían ser convencidos de que no eran idénticos”.

Hablando de las aves pequeñas, no debo omitir un zorzal, que canta notablemente con dulzura” decía el naturalista escocés Robert Oliver Cunningham, quien viajara en el HMS Nassau en 1866-1868 para relevar la fauna del Estrecho de Magallanes.

En 1902 el ornitólogo Roberto Dabbene vio que en Tierra del Fuego “abundan en los alrededores de Ushuaia, y los encontré muy arriba, sobre las montañas, adonde concluye el bosque”.

El zorzal magallánico es común en los matorrales en los bordes del bosque; no frecuenta el pastizal despejado, salvo en invierno, cuando se lo puede ver ocasionalmente en la cercanía de los establecimientos (…) Nadie puede observar a este pájaro sin señalar que tiene más de la imprudente presencia del mirlo [Turdus merula] que de las maneras desconfiadas del zorzal [Turdus philomelos].  Pasó mucho tiempo hasta que me acostumbré a sus diversas llamadas. Si uno se mete en su territorio, muestra una curiosidad hostil – acosando y siguiéndolo a uno persistentemente, y lanzando unos silbidos estridentes. Si se lo saca de su escondite, emite un “tut-tut”, y se va volando riéndose. En esas aún lindas tardes de verano, que son extremadamente raras en estas tempestuosas regiones, canta desde la cima de los árboles, lejos en la noche. El canto es dulce y a la manera del zorzal común, pero algo limitado en su estructura. Da la idea de que lo está practicando más que ejecutándolo, de alguna manera interrumpiéndolo en su parte más interesante; sin embargo contiene algunas bellas notas plenas” (Crawshay).




Turdus magellanicus.

Scott, W. E. D. & Sharpe, R. B. – 1915 – Ornithology. Part IV Anatidae - Tytodidae. en J. B. Hatcher, J. B. (Ed.)  Reports of The Princeton University Expeditions to Patagonia, 1896-1899. Volume II. Part IV. Princeton, N. J. The University. Stuttgart


         En las lejanas islas del cabo de Hornos, en las quebradas boscosas de la isla Deceit, Percival W. Reynolds  escuchó las extrañas y mímicas notas del Zorzal Magallánico.

 “Así en el denso gotear de una mañana lluviosa, tras la partida de los petreles hacia el mar, el suave canto del zorzal parecía primero en verdad el llamado de estas aves marinas a la distancia, tras lo cual imitó las voces nocturnas de la becasina y, al romper el día, su discreto susurro dio lugar a una fuerte y marcada mímica del coro de ostreros negros, o al repentino clamor de las carancas” (Murphy).


Al norte de la Patagonia, a orillas del Río Negro, también se encuentra nuestro zorzal. Allí llegó en 1879 Adolf Doering formando parte de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la Expedición de Roca a la Patagonia. Los bosques de sauces de las orillas del río “son el verdadero elíseo para el alegre Turdus falklandicus, especie que abunda mucho, corriendo numerosos individuos, con preferencia sobre el suelo húmedo, y anidando en los mismos saucedales durante la estación de la primavera”. En esos mismos bosques Alcide D’Orbigny ya había visto a los zorzales en abundancia en el invierno de 1829: “Raramente solos, van generalmente en pareja, pero nunca en bandadas, y rehúyen la compañía de otras aves. Cosa bastante destacable para un pájaro poco asustadizo ante el hombre, que sin embargo es arisco. Sus costumbres son las de nuestros zorzales; su vuelo es corto, espasmódico, poco prolongado, nunca elevado; vivo en sus movimientos, camina con velocidad y hace a veces escuchar una especie de silbido de contacto entre los diferentes individuos”.  William Hudson que también lo conoció allí, lo consideraba un hermoso zorzal, pero con un canto, respecto del zorzal colorado (Turdus rufiventris) , más pobre  y que “recuerda los primeros ensayos de un pichón”. Curiosamente, atribuía esa pobreza a que generalmente los zorzales colorados cantan sólo en épocas de calor y cuando el aire está tranquilo, mientras que en la Patagonia los fuertes vientos de verano hacen que el ave cante menos y “parece que está perdiendo del todo la facultad de cantar”.





Turdus magellanicus.

Dibujo de John Gerrard Keulemans. 
Catalogue of the Birds in the British Museum. British Museum (Natural History). 
Department of Zoology. [Birds]. Vol 5. London. 1881.




EL ZORZAL Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

Los mapuches llamaban al zorzal wilki, huilque o huilqui. De allí surgen los siguientes topónimos:

- Huilque: zorzal (de wilki). Localidad en la comuna de Achao, isla de Quinchao, Archipiélago de Chiloé, Chile.
-Huilquío: Lugar de zorzales (de wilki, zorzal, y we, lugar). Cerro en la provincia de Cachapoal, O'Higgins, Chile.
-Huilquilemu:  Bosque del zorzal (de wilki, zorzal y lemu, bosque). Población en Talca, Chile.
-Huilqueco:  Agua del zorzal ( de wilki, zorzal y ko, agua). Río, en el norte de la  isla Grande de Chiloé, Chile.
-Quilahuilque: Tres zorzales (de küla, tres y wilki, zorzal) Roca en la isla Caucahue, archipiélago de Chiloé, Chile.

El Huilque es el primer cantor del día, aún antes del amanecer, como lo hace su primo el zorzal colorado en nuestras calles de Buenos Aires. Por eso el poeta Lorenzo Aillapan lo considera el “Director de Orquesta” de los demás pájaros.

El médico y misionero Félix José de Augusta (August Stephan Kathan), gran estudioso de la lengua mapudungun,  escribió estos versos tomados de su poema “Primavera”:

Shiwu an-ai, pichi kompan,
Loika, kelu reku,
Kureu, wilki ulkentukei,
Wedwed, rere, chukau ka melei;
Itrokom fucha ayuukelei:
Wesha pukem rupai ria.

El jilguero, pequeño amigo,
Loica con su pecho rojo,
Tordos y zorzales cantan,
Wedwed, carpintero y chucau
no faltan;
Todos están contentos:
Pues ha pasado el mal invierno.


Para los aónikenks el zorzal es segdep o segiep. Los  onas o selknams lo llamaban kiolts y los haush o manekenk, jolch. Por su parte en yámana  según las distintas grafías, es jakásirj, hakásirj, hákasír, hakásij, xakacir, akaçikh o akaçigh. Creían que es un ave muy solícita para criar a sus hijos y entrena a los hijos mayores para que la ayuden en esa tarea. Es quizás una observación popular de la cría cooperativa en aves.
 
Los habitantes de San Juan de Chadmo (Chiloé) creen que su canto dice “Bendito y alabado sea Dios”  y que lamenta su desnudez, y la pérdida de sus padres y sus hijos. En Temuco, destacando lo flaquitas que son las patas de los pájaros, se le dice “canillas de huilque” a las personas de piernas largas y delgadas.

Finalmente dejamos aquí a nuestro protagonista retratado en los versos de Pablo Neruda: 


Zorzal seguro en el jardín,
firme en los pies, ojo seguro,
oído que siente ondular
bajo la tierra las lombrices,
calzado como un caballero
con botas de piel amarilla
no necesita levantar
sus alas llenas de rocío
ni su plumaje de pimienta,
viaja por tierra y por la hierba
recorre el perfume de Chile,
el olor a trigales secos,
la sombra de las naranjas,
el aire verde de la menta
y cuando se siente agobiado
por tantos dones naturales
suspira el zorzal melancólico,
toma en sus alas la tristeza
con su guitarra vegetal
y grita con la voz del agua,
canta su líquida canción
como una gota o una uva
o una saeta que tembló
y sigue el zorzal su camino
pisando con delicadeza
el cuerpo fragante de Chile.



Alex Mouchard


Turdus falklandii en las calles de Puerto Madryn
Foto Alex Mouchard



REFERENCIAS

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-Aillapan L & Rozzi R -2004-  Una Etno-Ornitología Mapuche Contemporánea:
Veinte Poemas Alados de los Bosques Nativos de Chile. Ornitologia Neotropical 15 (Suppl.).
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1820, sur les corvettes du Roi L’Uranie et la Physicienne, commandées par M. Freycinet. Tomo II. Paris :Leblanc.
-Babeix C -2005- Rose de Freycinet. Journal du voyage autour du monde à bord de l’Uranie (1917-1820). Congrès du comité des travaux historiques et scientifiques. La Rochelle.
-Bounoure G -2008- Journal du Voyage autour du monde à bord de l'Uranie, 1817-1820 de Rose de Freycinet. Le Journal de la Société des Océanistes [En ligne], 126-127. URL:  http://jso.revues.org/2312
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-Cárdenas Alvarez  R -1997- El libro de la Mitología. Punta Arenas: Editorial Atelí y Cía. Ltda.
-Cassin, J -1858- United States Exploring Expedition. During the Years 1838, 1839, 1840, 1841, 1842. Under the Command of Charles Wilkes, U.S.N., Atlas. Mammalogy and Ornithology. Philadelphia: J.B. Lippincott & Co.
-Crawshay R -1907- The Birds of Tierra del Fuego. London.
-Cunningham RO -1871- Notes on the natural history of the Strait of Magellan and west coast of Patagonia made during the voyage of H.M.S. Nassau in the years 1866, 67, 68, & 69. Edinburgh :Edmonston and Douglas.
-Dabbene R -1902- Fauna Magallánica. Mamíferos y aves. Tierra del Fuego e islas adyacentes. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires Serie III. Tom. I. Buenos Aires
-Darwin CR (ed.) -1838- The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Birds by John Gould. London: Smith Elder and Co.
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-Freycinet, Rose de -1927- Journal du Voyage autour du monde à bord de l'Uranie, 1817-1820, d'après l'édition de 1927, annotée par Charles Duplomb, directeur honoraire au ministère de la Marine, Paris :éditions du Gerfaut, 248 p.
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