Investigación y redacción: Alex Mouchard
"¿Qué es lo que hace Philippi? Caza moscas, las observa a través de una gruesa lente, y las dibuja en un papel. Así de extraño resulta el modo en que algunos se ganan el pan de cada día".
Rodulfo Philippi -
Carta a Guillermo Frick 7/12/1858
Erismatura ferruginea Dibujo de David Mitchell en Gray GR -1849- The genera of birds. London :Longman, Brown, Green, and Longmans. |
En una remota revista
en alemán el Dr. Rudolph Amandus Philippi, en ese entonces director del Museo
Nacional de Historia Natural de Chile, escribió en 1860 lo siguiente “No puedo
encontrar en los libros aquí disponibles a ninguno de los dos patos que se prepararon este invierno”. En uno de esos patos “La forma y las proporciones del
cuerpo son bastante similares a E.[rismatura] ferruginea Eyton en Gay Vol. I. p. 458, pato que en esta área se
llama Pato Tripoca”. En efecto el Pato Zambullidor Chico es una copia en menor
tamaño del Pato Zambullidor Grande (Oxyura [= Erismatura] ferruginea), del que se distingue además por su pico no tan ancho. Esto es
así en los machos con plumaje reproductivo, pero el ejemplar descripto por
Philippi era un macho juvenil, que es similar a la hembra de la especie. Por ello Philippi pudo distinguirlo bien de
su congénere y le puso el nombre específico vittata
(en latín, 'vendada', de vitta:
venda, cinta) porque “Una franja de delicado gris blanquecino se extiende
horizontalmente desde la mitad de la altura del pico superior, justo debajo del
ojo, hacia la nuca, pero no se une con la del lado opuesto”.
Hasta este hallazgo
de Philippi, como señalan Steullet y Deautier, “es muy posible que algunas de
las citaciones incluidas en la sinonimia de E.
ferruginea puedan pertenecer a E.
vittata y viceversa”. Porque se confundían ambas especies, especialmente en
el campo. Incluso Philippi y su colega Christian L. Landbeck enviaron
ejemplares al ornitólogo de la Zoological Society, Philip L. Sclater, quien
opinó “parece ser solo el juvenil de esta especie [Erismatura ferruginea]”, opinión que Philippi aceptó como cierta,
viniendo de tal eminencia.
Una de esas citas parece ser la de Thomas Bridges, un naturalista inglés que colectó en Chile,
quien en 1843, en las lagunas de Quintero (Valparaíso). La escritora y naturalista inglesa María Graham destacaba la belleza de este lugar “de parajes con exuberante vegetación y lagunas en las que habitan diversas especies acuáticas." Bridges señalaba: “Es un ave
muy difícil de obtener, siendo muy asustadiza y zambulléndose cuando uno se
aproxima al alcance de un disparo.” Claude Gay lo encontró en los lagos del centro de Chile
“la llaman Pimpillo, nombre que dan a otras varias especies”.
El nombre genérico Erismatura, significa en griego “cola de
bastón” (erismatos: bastón, y oura: cola) refiriéndose a la rigidez de
la cola cuando el ave la lleva erguida, lo que le ha valido a este grupo el
nombre inglés de stiff-tailed ducks,
o sea “patos de cola rígida”. Más tarde fue incluido en el género Oxyura nombre que Charles Bonaparte creó
para el Pato Tepalcate (Oxyura jamaicensis) de Norteamérica, y
que significa “cola aguda” (oxys:
aguda, y oura: cola).
Philippi no aclaró
en qué localidad fue obtenido su ejemplar (supuestamente dentro de Chile),
tampoco hace referencia al comportamiento del ave ni a la característica tan
notable a la que hacemos referencia en un recuadro aparte.
En la zona de Ajó
(provincia de Buenos Aires), Claude Grant señalaba que no era muy común
observarlo y que “frecuenta el agua abierta rodeada de juncos. Al asustarse se
zambulle a la manera de un macá, y nunca lo he observado volar. Cuando nada, la
cola es mantenida erguida y el cuerpo muy bajo en el agua, que casi cubre sus
hombros”. Ernest Gibson (1920), en la
misma zona, opinaba que “no es tanto raro como elusivo (…) Frecuentemente me he encontrado con una pareja de estos
patos, ya sea cuando ruidosamente me abría camino a caballo a través de los
juncos, o bien desplazándome tranquilamente en canoa por un canal abierto y
entrando en una laguna abierta en medio de los más recónditos y solitarios
bañados. Atentos, sombríos, silenciosos y
asustadizos, observan unos segundos, luego parecen asentarse en el agua
de una forma casi imperceptible, y finalmente se desvanecen bajo la superficie
y se refugian entre los juncos. Su zambullida ante el fogonazo de un arma es
generalmente exitosa; y, en una palabra, su comportamiento es extremadamente
evasivo”.
“Esta ave es muy
propensa a zambullirse, y desaparece bajo el agua inmediatamente que ve al
cazador, recién reapareciendo en la
superficie a cierta distancia. Debido a lo corto de sus alas, su poder de vuelo
es muy limitado, de modo que adopta la salida de zambullirse para escapar a sus
enemigos” (Burmeister, 1872).
Auguste Menegaux
agregaba estas observaciones hechas por Emilio Wagner en el Chaco: “Este
palmípedo se denomina en el país Hierro Pala porque su pico recuerda, al decir
de los paisanos, un hierro de pala (…) Estos patos se encuentran en pequeños
grupos de 12 a 20 individuos, en los campos de maíz que los paisanos inundan
tras la cosecha, o en lagunas con algo de vegetación. Se reconocen desde lejos
porque llevan la cola bien parada, erguida y fuera del agua. Nadan aplastándose
lo más posible contra la superficie del agua, cosa que por su forma
generalmente plana se les hace más fácil. Se sumergen al menor peligro con
maravillosa rapidez y no vuelan a menos que se vean acosados muy de cerca. Su
vuelo es bien veloz, cosa que a primera vista no haría creer la pequeñez de sus
alas. Aman las lagunas solitarias y profundas donde nada viene a perturbarlos y
donde pueden zambullir con facilidad al menor peligro. Su carne es tierna,
aunque particularmente grasosa”.
Alexander Wetmore
los observó en General Roca (Río Negro) haciendo este despliegue: “uno salía
nadando para mover la cabeza con vigor hacia arriba y abajo dos o tres veces”.
Roberto Dabbene comentaba
que “no se junta con las otras especies de patos. Se deja acercar fácilmente,
pero al verse descubierto se zambulle rápidamente. Se alimenta especialmente de
pequeños crustáceos, moluscos e insectos”.
En Chubut, Henry
Durnford, lo vio en lagunas adyacentes a los ríos Sengelen y Sengel y observó
un extraño comportamiento: “Cuando se enoja por la presencia de un intruso en
su territorio, infla el plumaje del pecho al máximo; y bajando dentro de él su
pico con considerable fuerza, produce un curioso ruido a tambor, que he oído a
una distancia de 45 metros. Al mismo tiempo se levanta y extiende la cola, y,
nadando en círculos para mostrarse terrorífico, aparece como una ridícula
figura desafiante”. Quizás por eso le
llaman también Pato Toro. Y en Mendoza le dicen Pato Bola, quizás por su
aspecto rechoncho.
EL
TAMAÑO SÍ IMPORTA
A pesar de
que en las aves no existe un órgano homólogo al pene de los mamíferos, en
algunos grupos como los patos existe una estructura copulatoria derivada de
la pared de la cloaca que posee surcos que ayudan a conducir el esperma a la
cloaca de la hembra. Especialmente, los patos zambullidores y buceadores,
poseen un pene bien desarrollado quizás debido a su conducta de copular en el
agua. Pero el pato zambullidor chico posee un pene de 22 cm de longitud, ¡la mitad del largo de su cuerpo! El mismo
está revestido de espinas rígidas en su base y con aspecto de pincel hacia el
extremo. Los investigadores creen que
dicha estructura ha evolucionado debido a que hay una gran competencia entre los
machos por acceder a las hembras. Esta hipótesis se ve abonada por el gran
tamaño relativo de los testículos, los elaborados despliegues grupales de los
machos y su sistema de apareamiento promiscuo. Se especula que la base
espinosa del órgano se fijaría a la cloaca de la hembra mientras el extremo
pincelado haría una limpieza de su interior, arrastrando el semen de los
machos competidores, para luego depositar el propio.
Es curioso
que un rasgo tan notable no haya sido notado por Philippi ni por los
ornitólogos posteriores, siendo descubierto recién 140 años después de la
descripción original.
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PHILIPPI
¿Pero quién era este
sabio alemán, descubridor del esquivo y asombroso pato?
Rudolf Amandus
(Rodulfo Amando) Philippi Krumwiede nació en 1808 en Charlottenburg,
actualmente un barrio de Berlín. Cuando tenía 9 años de edad fue enviado con su
hermano Bernard a vivir a la casa de un tío en Brandenburgo para evitarles el
escándalo provocado por su padre, quien tuvo un hijo con una sirvienta. Este suceso
implicó su posterior internación en el instituto de Johann Pestalozzi en
Yverdon-les-Bains (Suiza). Allí se estimulaba la experiencia directa de
los alumnos más que la memorización, por ello Rodulfo comenzó a interesarse por
la naturaleza, realizando varias excursiones a las montañas del Jura, y se
entrenó en la confección de herbarios y dibujos de plantas y animales a la
acuarela. Siguió sus estudios en el Königliche Gymnasium zum Grauen
Kloster, de Brandenburgo, e ingresó más tarde a la Fiedrich-Wilhelms-Universität
de Berlín, doctorándose en medicina con un trabajo sobre los ortópteros de la
región. Allí tuvo como profesor de geografía física nada menos que a Alexander
von Humboldt. Paralelamente perfeccionó su capacidad para el dibujo en la Academia
Real.
Debido a la
enfermedad respiratoria que lo aquejaba, viajó a Italia, aprovechando para
hacer estudios geológicos y zoológicos (moluscos y braquiópodos), especialmente
durante un viaje a Sicilia acompañando a Friedrich Hoffman y a Escher von der
Lind. Regresó a Alemania, donde trabajó como profesor de geografía e historia
natural en la Höhere Gewerb-Schule, de Cassel. En 1836 se casó con su
prima Fredericka Luisa Karolina Krumwiede, y con ella emprendió un segundo
viaje a Italia. Según confesó: “Mi salario era muy modesto, pero habiéndome
casado con una prima que tenía una pequeña fortuna, podía vivir y consagrar mi
tiempo libre al estudio de los moluscos”.
Philippi obtuvo una medalla real de oro por su trabajo sobre los
moluscos de Sicilia. También cofundó y dirigió la Sociedad de Historia Natural
en Cassel, la que hoy lleva su nombre. Partidario de la revolución liberal de
marzo de 1848, cuando ésta fue reprimida por el gobierno se vio obligado a
exiliarse como tantos otros, entre ellos el músico Richard Wagner y el zoólogo
Hermann Burmeister.
Su hermano Bernhard,
explorador y naturalista, había realizado viajes a Chile y Perú como
investigador del Museo de Berlín. En 1841 se radicó en Chile donde fomentaba la colonización alemana como agente del gobierno chileno.
Entonces convenció a Rodulfo para que emigrara también a Chile. Éste así lo hizo
y en 1851 se radicó en Valdivia, contratado como profesor por el Liceo
Alemán. Al año siguiente Bernhard, designado gobernador de Magallanes, fue
asesinado cerca de Punta Arenas, como venganza por una matanza previa de
indígenas realizada por un militar chileno amotinado.
Rodulfo tuvo que
hacerse cargo de la hacienda San Juan de Bellavista, que habían comprado junto con su
hermano en La Unión, a orillas del río Bueno. La misma estaba en estado
deplorable. Pensó volver a Alemania,
pero la Universidad de Chile lo designó en 1853 profesor de botánica
y zoología, y también se le confió la dirección del Museo Nacional de
Historia Natural, en Santiago. Al
mejorar algo su situación, pudo traer a su familia, compuesta por Fredericka y
cuatro niños, junto con sus libros y
colecciones, que desgraciadamente se quemaron en 1863 en el incendio de su
hacienda. Debido a la penuria económica la familia se estableció en la estancia
San Juan, permaneciendo Rodulfo en Santiago y visitándolos durante las
vacaciones anuales.
En 1866,
el Instituto Nacional lo nombró profesor de historia natural, para lo
cual publicó el texto "Elementos de Historia Natural", el cual fue muy criticado
por los conservadores chilenos a pesar de que no mostraba una parcialidad
manifiesta por la teoría de la evolución. En 1866 finalmente pudo llevar a su
familia a Santiago, al barrio de Yungai, pero su esposa, afectada de
disentería, falleció ese mismo año. Rodulfo y Karoline tuvieron diez hijos, de
los que siete fallecieron siendo niños o jóvenes. Su segundo hijo, Carlos
Eduardo, falleció en la guerra franco-alemana de 1870, y sólo dos hijos le
sobrevivieron: Elisa y Federico. Afectado por estas pérdidas y por una
enfermedad hemorroidal, Philippi, se jubiló de la docencia cuatro años después.
Familia Philippi http://fundacionphilippi.cl/ra-philippi |
Al frente del Museo,
con una labor titánica, similar a la que realizó Burmeister en Buenos Aires,
convirtió al modesto establecimiento que le confiaron en una gran institución
científica que dirigió hasta su jubilación en 1897, siendo sucedido por
su hijo Federico. Durante su dirección logró el traslado del Museo
a su actual sede en el Palacio de la Exposición, en la Quinta Normal
de Agricultura (1876), predio donde le fue construida una modesta
vivienda. Asimismo pudo concretar la
creación de un jardín botánico y la edición de los Anales del Museo
(1891). Ya afectado de cierto deterioro
mental y visual, contrajo una neumonía y falleció a los 96 años.
Philippi publicó más
de 400 trabajos científicos, participó de unas cincuenta sociedades científicas
de todo el mundo y mantuvo correspondencia con científicos destacados
como Darwin, Humboldt y Florentino Ameghino. Describió 1.017
especies de plantas, 650 de animales (entre ellas 22 de aves) y 3 de hongos. Rodulfo era enjuto de carnes, de rostro
pálido, y aspecto débil y enfermizo. Su carácter era dulce, jovial y apacible,
aunque según su hermano era “un frío racionalista, sin fantasía”.
Rodulfo Philippi (Barros Arana, 1904) |
LOS VIAJES
Gran lector desde su
infancia de libros de viajes y aventuras, Philippi desmentía la imagen del
naturalista de gabinete. Con una pequeña
mochila recorría a pie grandes distancias, herborizando y haciendo
observaciones sobre la naturaleza.
A poco de llegar, en
1852, organizó una expedición al volcán Osorno al que pudo ascender hasta el
nivel de las nieves perpetuas. En 1864 tuvo la oportunidad de realizar un viaje
de estudio a la isla Más a Tierra, del
archipiélago Juan Fernández donde permaneció 4 días herborizando con el
jardinero Antonio Ahrends, aunque perdieron parte de las colecciones debido a
las lluvias. Allí descubrió la planta Lactoris fernandeziana, única especie de
la familia Lactoridaceae, endémica de dicha isla encontrándose en peligro de
extinción.
Otros viajes
realizados por este sabio entre 1860 y
1888 fueron a Catemu, en el Valle del
Aconcagua, a la Quebrada de San Ramón, al Volcán Chillán, a Cauquenes.
Remontó el río Cipreses hasta su ventisquero, visitó la Provincia de
Coquimbo, las localidades de Matanzas, Cáhuil, Arauco, Cautín, Tres Piedras,
Tomé, Salto del Laja e Isla Quiriquina, Curauma, Renaico, Algarrobo y Alfalfal en
el Cajón del Maipo. También hizo un
reconocimiento de la Araucanía en 1887, de la Cordillera de Nahuelbuta, y
de la Península de Arauco. A través de estos viajes el conocimiento que
obtuvo de la biodiversidad chilena fue muy importante y mereció el
reconocimiento expreso de Darwin.
Pero sin duda el
viaje de mayor importancia de los que hizo fue el realizado en el verano de
1853-54 al desierto de Atacama, comendado por el gobierno con la intención de
descubrir nuevos yacimientos de salitre y cobre. En el informe del viaje pide
disculpas por la demora de seis años para editar el mismo, debido a que “me han
faltado todos los recursos con que un naturalista puede contar en Europa”,
especialmente los libros necesarios para identificar los ejemplares obtenidos.
Chañaral de las Ánimas (Philippi, 1860) |
Como compañeros
llevó a ingeniero Guillermo Doll y a los cazadores Domingo Morales y Carlos
Núñez, uno de los cuales “entendía también la preparación de los cueros de
pájaros”. En el bergantín Janequeo de la
armada chilena llegaron a Coquimbo, y luego a Caldera, desde donde tomaron el
tren a Copiapó, donde contrataron un baqueano. Primero los expedicionarios se
dirigieron al norte a lo largo de la costa para poder recibir agua y víveres
del Janequeo. En la “Hacienda de Paposo” comprobaron que el cóndor “hace mucho
daño a la cría de ganado, matando a los animales recién nacidos”. Llegaron al
Morro Moreno y desde aquí regresaron a Taltal.
Desde este pequeño
puerto se internaron, evitando la costa a causa de la guerra peruano-boliviana,
alcanzaron San Pedro de Atacama y regresaron a Copiapó. El viaje llevó unos
tres meses. Hay que tener en cuenta que
carecía totalmente de mapas confiables con el detalle de caminos y aguadas,
necesarios para atravesar el desierto. “Nadie podía decirme cómo se podría
cruzar el desierto de oeste a este; dónde hallaría guías, mulas o
caballos”. Sin embargo su sentido común
lo ayudó: “Finalmente compré en Valparaíso los víveres y útiles que juzgué
necesarios para el viaje, y por una casualidad lo acerté tan bien, que al
concluir la expedición en Trespuntas quedaron sólo víveres para dos o tres
días, no habiendo faltado algo durante el viaje”. Pero no contaba con las
gélidas noches del desierto y por eso, escasos de ropa, tuvieron que soportar
la incomodidad del frío.
Avanzando por el
desierto con dirección noreste llegaron
a Tilopozo, al sur de la gran salina de Atacama. Allí hizo un importante
hallazgo: “A unos trescientos metros del pozo había seis flamencos de una
especie nueva, que carece de pulgar, Phoenicopterus andinus Ph., y que vive
únicamente en la alta cordillera, siendo pero, según parece, bastante común
desde Copiapó hasta el Perú. Garcilaso de la Vega, hijo de uno de los
conquistadores del Perú, menciona ya esta ave, y dice que se llama Parrihuana;
en el desierto lleva el nombre abreviado de Parrina. Hace sus nidos en las
lagunas más elevadas, y sus huevos se venden en diciembre en la plaza de
Atacama. Es sin duda el flamenco de pechuga colorada, del cual habla el Señor
Bolaert, en su descripción de la provincia de Tarapacá”. Así descubría para la ciencia a la Parina
Grande (Phoenicoparrus andinus).
Phoenicopterus andinus (Philippi, 1860) |
Finalmente llegaron
a San Pedro de Atacama a 2400 msnm donde fueron atacados por los insectos.
“Conté en mi cama 41 vinchucas entre grandes y chicas”. En visita a las minas de San Bartolo pasaron
por el Camino de las Pintadas donde pudieron apreciar el arte rupestre. De Atacama
regresaron a lomo de mula, siguiendo el Camino del Inca, en medio de
privaciones debido a la falta de agua, comida y pasto. Sin embargo hicieron un
desvío para acercarse al pie del gran volcán Llullaillaco, y retomando el
camino, llegaron a Copiapó donde llegan el 25 de febrero.
El relato de viaje
de Philippi detalla día a día la actividad de los expedicionarios.
Principalmente informa sobre la geología, topografía y botánica tal como lo
había solicitado el gobierno , interesado en hallar minas de salitre y cobre.
Además hace aportes antropológicos y etnológicos. La fauna, escasa de por sí,
es tratada más someramente. En la costa recogió algunos datos interesantes
sobre el chungungo, chinchimen o gato de mar (Lutra felina): “Esta nutria vive
casi exclusivamente en la mar y en toda la costa de Chile hasta el archipiélago
de Chonos. Un hombre formal me contó una linda historia como el Chungungo
cazaba el pescado. Me dijo que primero cazaba cangrejos de los que llaman
Jaivas en Chile, que los hacía pedazos dejándolos nadar entre los escollos,
detrás de los cuales se escondía para agarrar los peces que venían a cebarse de
alimento aliciados por este ardid, historia digna de Plinio. Personas dignas de
fe me han asegurado que devoraba su presa nadando en el lomo”.
Dibujo comparativo de la Parina Grande y el Flamenco Austral (Philippi, 1860) |
Con respecto a las
aves confiesa que las pieles no estaban muy bien preparadas y fueron dejadas de
lado para hacer otras tareas más urgentes, y “cuando las pedí para examinarlas
una buena parte de ellas no se halló”.
Registró 33 especies y, con todo, logró incorporar dos especies nuevas
para la ciencia: la Parina grande Phoenicoparrus
andinus (Philippi Sr, RA, 1854) y la Remolinera castaña Cinclodes atacamensis (Philippi
Sr, RA, 1857).
Cinclodes atacamensis(Philippi, 1860) |
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