Alex Mouchard
Como ispiando, de una en una,las estreyas van saliendoy medio se van corriendopa’ darle paso a la luna,se cayan en la lagunala gayareta, el macá,el silencio envuelve yacomo una sombra que agobia…Y yo solo, pues mi novia,mi novia es la soledá.
Mi novia es la soledá - Álvaro Istueta
Landajo
Esta historia nos lleva a los confines de la Patagonia Austral.
En el origen de los tiempos tehuelches
existía una isla donde habitaban seres humanos con figura de animales. Uno de
ellos, Nosjthej, un gigante monstruoso, se apareó con la bella nube Teo, que
quedó embarazada. El gigante, temiendo ser superado por su hijo, abrió el
vientre de la madre y extrajo el feto, para devorarlo. Pero Térrguer, la "abuela tucutucu", lo escondió en su cueva. El niño, llamado Elal, pudo crecer, pero
como su padre seguía buscándolo, los animales lo hicieron montar sobre Kokn, el
cisne, y acompañados por numerosas aves, se dirigieron a Aoni Güent, la
Patagonia continental. Descendieron cerca del Chaltén (el monte Fitz Roy), donde Elal dio forma a
los hombres y demás animales. Una vez concluida su obra creadora, se transformó
en ave y voló con el cisne hacia el este, desde donde habría de ascender al
paraíso tehuelche.
¿Habrá sido que el macá tobiano
acompañó también a Elal en su vuelo fundacional? Es probable, ya que este macá efectúa
todos los años un vuelo al este, desde las mesetas patagónicas hasta la costa
marina, buscando un lugar más benigno para invernar.
También por aquellas épocas existía, entre
otros seres malignos, Ookempan, un animal cuadrúpedo, cubierto por una
caparazón de piedra, parecida a las de la tortuga. Debido a la rigidez de su
cubierta, no podía mirar hacia arriba, pero podía capturar choiques (Pterocnemia pennata) de los que se
alimentaba, así como también niños que
utilizaba como esclavos. El héroe Oóuk’en logró despeñarlo por un barranco,
rompiendo su caparazón y produciéndole la muerte. Y desde entonces no se lo vió
más, pero hay quien asegura que no era otro que el milodón.
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Ookempan (http://picasaweb.google.com/lh/photo/S05Bi060lPTtOmrR1vSbJw) |
De cómo la historia del milodón se entrelaza con la del macá
tehuelche.
Hace decenas de miles de años vivía en los
Andes Patagónicos un notable mamífero conocido como milodón (Mylodon darwini). Era una especie de
perezoso gigante que medía unos dos metros y medio de largo, y pesaba unos 250
kg. Se alimentaba de vegetales que obtenía deambulando por la estepa.
Su piel era muy dura, quizás tanto como la de Ookempan, ya que tenía
insertados numerosos huesitos dérmicos y estaba cubierta de una espesa pelambre
rojiza. El nombre científico le fue dado por el paleontólogo inglés Richard
Owen “en honor de su descubridor, [obviamente Charles Darwin] de cuyas
investigaciones en la parte sur del Nuevo Mundo constituye uno de los muchos
novedosos e interesantes frutos. . . Este fósil fue descubierto en un estrato
de grava parcialmente consolidada en la base del acantilado llamada Punta Alta,
en Bahía Blanca, en el norte de Patagonia”. Un lugar que, al decir de Darwin
“es una verdadera catacumba de monstruos pertenecientes a razas extintas”.
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Darwin, C. R. – Viaje de un
naturalista alrededor del mundo – Madrid, 1983.
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El milodón se extinguió hace
aproximadamente unos 10.000 años, quizás debido a cambios climáticos, a
episodios de vulcanismo, o bien a la caza por parte de los primeros humanos
americanos.
En enero de 1895, un grupo de
excursionistas integrado por el capitán alemán Hermann Eberhard, estanciero de
Shemenaiken (Río Gallegos), el Sr. Greenshild,
estanciero de Camarones (Chubut), el Sr. von Heinz, estanciero en el Río
Turbio superior, el comandante José A.
Martín, el ingeniero Luis A. Alvarez y
otros exploradores, encontraron una gran caverna, en las laderas del Cerro Benítes,
cerca del fiordo de Ultima Esperanza, en Puerto Natales, Chile. En la
parte anterior de la misma hallaron un
trozo de cuero que les llamó mucho la atención. Estaba cubierto de pelos
rubios, gruesos, de 3 a 5 cm. de largo, y en su interior tenia incrustados
muchos huesitos del tamaño de un grano de café.
Entrada de la Gruta Eberhard Moreno, F. P. y A. Smith Woodward – 1899- Proc. Zool. Soc. p. 144 |
En noviembre de 1897. el doctor Francisco P. Moreno director del Museo de La Plata, el zoólogo belga doctor Rocowitza, Luis A. Alvarez y el geólogo Rodolfo Hauthal, visitaron el lugar y al ver el cuero, colgado de un árbol en la propiedad de von Heinz, se interesaron de inmediato por explorar la cueva donde encontraron más restos de pieles, huesos y coprolitos (materia fecal fosilizada). Estos materiales fueron llevados al Museo de La Plata y más tarde a Londres, donde Moreno dio una conferencia en la Sociedad Zoológica. La cueva llamada Gruta Eberhard es actualmente el Monumento Natural Cueva del Milodón,
Trozos de piel de milodón Moreno, F. P. y A. Smith Woodward – 1899- Proc. Zool. Soc. p. 144
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El paleontólogo Florentino Ameghino, consideró
que los trozos de piel con huesecillos pertenecían a una nueva especie de milodón que
bautizó como Neomylodon listai , lanzando
la hipótesis de que aún podía seguir viviendo en algún recóndito paraje de la
Patagonia austral. Ameghino llegó a esa
afirmación recordando un relato que le hiciera el explorador Ramón Lista, quien
en un remoto paraje de Santa Cruz había tenido un encuentro nocturno con un
extraño animal, acorazado como un
pangolín asiático, y a quien le había disparado sin lograr herirlo. Ameghino
lo imaginó conviviendo con los humanos, de modo que habiéndose hallado en la
cueva “un esqueleto humano: este último
es evidentemente el esqueleto de uno de los antiguos patagones de que habla
Lozano, que abrigado con su manta de cuero de Neomylodon buscó un refugio en la cueva y encontró en ella la
muerte!”.
Los restos de la Gruta Eberhard resultaron ser de ejemplares de la misma especie que había hallado Darwin en Bahía Blanca, es decir Mylodon darwini, pero la idea de Ameghino se había instalado de tal manera en la prensa y en el público que se ofrecieron recompensas por capturar a un milodón vivo, y hasta un diario londinense financió una expedición. En efecto, el mayor Vernon Hesketh-Prichard, un conocido explorador, aventurero y cazador de caza mayor, había leído el informe de la conferencia de Moreno publicado en el "Geographical Journal" en 1899, quedando fascinado por la idea de que hubiera milodones vivos en los bosques de los Andes patagónicos. ¡Si hasta el mismo director del Natural History Museum, Ray Lankester, lo creía posible!
Sin embargo Prichard carecía de los medios necesarios para pagar una expedición al lugar. Entonces contactó a Cyril Arthur Pearson, el fundador y propietario del "Daily Express" de Londres, quien aportó lo necesario para el viaje a la Patagonia, con el objeto de capturar un ejemplar del fabuloso animal. Así, a fines de 1900 Hesketh-Prichard, acompañado de J. Barbury y F.B. Scrivenor y asesorado por Moreno, recorrió minuciosamente el territorio desde Comodoro Rivadavia hasta el lago Argentino. Pero más allá de maravillar a los lectores del diario con sus amenos relatos, no pudo encontrar al misterioso animal. No obstante aportó el conocimiento de muchas regiones inexploradas, descubrió el lago Pearson (lago Anita), el río Caterina y una nueva variedad de puma: Felis concolor pearsoni (hoy sinónimo de Puma concolor concolor).
Laguna patagónica . . . sin macáes ! Hesketh Prichard, H. – 1902 - Through The Heart Of Patagonia. New York |
Prichard concluyó: “Durante todo el tiempo que pasé en Patagonia no pude hallar ni una pizca de evidencia que sustente la idea de la supervivencia del Mylodon”. Y aunque Ameghino mantenía aún la convicción de que el animal estaba vivo, Hauthal señalaba con acierto que era imposible que un animal de tal magnitud no hubiera dejado rastros como los otros grandes mamíferos de la región. Lo mismo opinó el paleontólogo Lehmann-Nietsche, quien además dejó una profética sentencia: “Se ve . . . que siempre hay quien espera encontrar en la Patagonia un animal desconocido”. Pese a estas opiniones de los científicos, en 1975 el minero Mario Pereira de Souza, que trabajaba en la zona, afirmó haber visto una enorme criatura que se le acercó caminando en dos patas emitiendo un feísimo olor.
Una vez regresado a Gran Bretaña Prichard publicó en 1902, el libro "Through the Heart of Patagonia" con hermosas ilustraciones del pintor John Everett Millais. En esta interesante obra algunas observaciones suyas pasaron inadvertidas para el mundo científico. El 12 de noviembre de 1900, a orillas del río Leona, “un pequeño zambullidor crestado estaba emitiendo su melancólico grito”. Más tarde, en enero de 1901, al este del lago Argentino, dice “vagabamos por un desierto de basalto o lava … hasta que finalmente avistamos una gran laguna” con flamencos, cauquenes y 34 bandurrias. “También se veían guanacos. Aquí acampamos, y encontramos aún otra laguna profunda y rocosa, en la cual había muchos zambullidores que no pude identificar”.
EL IEMISCH
El relato de Ramón Lista coincide con la
leyenda del iemisch o jemisch de los tehuelches, el cual era un animal que vivía en el agua
y salía a comer gente y ganado a la orilla del río, en horas de la noche. Los
Tehuelches meridionales lo llamaban yem'chen ("tigre del
agua").
Se trataba de un animal anfibio, nocturno,
de garras tan fuertes que podía atrapar un caballo y arrastrarlo al fondo del
río para ahogarlo. Tenía cabeza corta,
grandes colmillos, pies cortos con membranas interdigitales, y la cola larga,
achatada y prensil. El pelo era corto, duro y de color bayo. En tamaño era mayor que un
puma pero más retacón y más robusto.
Carlos Ameghino le comentaba a su hermano
que un tehuelche llamado Hompen se había trabado en lucha con un iemisch en el camino
de Senguer a Santa Cruz, logrando matarlo a bolazos. Parece ser que
originariamente el jemisch vivía desde el río Negro hasta el estrecho de
Magallanes, en los lagos de la ladera oriental de los Andes. Hacia mediados
del siglo XIX un iemisch que bajaba desde los Andes por el río Santa Cruz fue
avistado cerca de la isla Pavón ante el terror de los indígenas que
denominaron a ese lugar Iemisch-Aiken (“lugar del iemisch”).
Por su parte, Santiago Roth, contaba que
en tiempos del abuelo del cacique tehuelche Kankel, el iemisch habitaba en el lago Buenos
Aires. Cuando bramaba huían todos los animales y en una ocasión le había
matado a toda una tropilla.
El explorador Tournoeur decía que "estando
un anochecer observando a orillas de un río del interior junto al cual había
acampado, vi emerger, en el medio de la corriente, la cabeza de un animal del
tamaño de la de un gran puma. Le disparé una bala; el animal se hundió y no
reapareció más. Según lo que pude distinguir en ese anochecer, su cabeza
redonda tenía el pelaje pardo oscuro; los ojos estaban rodeados de pelos
color amarillo claro, alargándose en una banda fina hacia la oreja, la cual
no tenía pabellón”. Los indios le informaron que el nombre de la criatura era
“hymché” e incluso le mostraron sus huellas en la arena.
Se cree que esta leyenda, como ya bien lo
señalara Musters, se habría originado en el huíllín (Lontra provocax) que es un mustélido, una especie de nutria
patagónica. Sin embargo, su pequeño tamaño, 60-70 cm, lo hace incapaz de
tales hazañas y hace suponer que algún otro animal habría dado pie a la
leyenda, quizás el puma o el yaguareté, ya que según algunos relatos éste
llegaba a fines del siglo XVIII hasta el estrecho de Magallanes.
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REFERENCIAS
-Ameghino, Florentino – 1898 – An existing ground-sloth in Patagonia. Natural Science 13:324.
-Colombres, A. – 2001 – Seres Mitológicos
Argentinos – Emecé, Bs. Aires
-Owen,R. 1839. Fossil Mammalia, en Darwin, C. R. ed. - The zoology of the
voyage of H.M.S. Beagle, under the command of Captain Fitzroy, during the years
1832 to 1836, London: Smith Elder and Co.
-Darwin, C. R. – 1839 – Viaje de un
naturalista alrededor del mundo – 2 vol. - Akal, Madrid, 1983.
-Erize, F. -1983- Observaciones sobre Podiceps gallardoi – El Hornero – Numero
Extraordinario 256-258.
-Hauthal, R., Roth, S, y R. Lehmann-Nietsche
–1891- El mamífero misterioso de la Patagonia- Grypotherium domesticum. Revista del Museo de La Plata 9:411.
-Hesketh Prichard, H. – 1902 - Through The Heart Of Patagonia. New York.
-Lehmann-Nietsche, R. – 1902 - La pretendida
existencia actual del Grypotherium - Supersticiones
araucanas referentes a la lutra y al tigre. -Revista del Museo de La Plata 10:
271-281.
-Martinic, M. – 1996 - La Cueva del Milodon (Ultima Esperanza,
Patagonia chilena). Un siglo de descubrimientos y estudios referidos a la vida
primitiva en el sur de America. Journal de la Société des
Américanistes, 82: 311-323.
-Musters, G.Ch. – (1871) 1964 – Vida entre
los Patagones- Solar/ Hachette. Buneos Aires.
-Rumboll, M. A. E. – 1974 – Una nueva
especie de macá – Comunicaciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Zoologia 4 (5).
-Smith Woodward, A. y
Moreno, F. P. -1899- On a portion of mammalian skin named Neomylodon Listai from a cavern near
Consuelo Cove, Last Hope Inlet, Patagonia - Proceedings of the Zoological
Society of London, 67 (1): 144–156.
-Tournouer, A. – 1901 – Sur le Neomylodon et l’animal mysterieux de la
Patagonie – Comptes rendus de séances de l’Academie de Sciences. Paris.