Investigación y redacción Alex Mouchard
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The Illustrated London News 1899 |
Con
su aspecto, mezcla de liebre y pequeño venado, la mara llamó la atención de los
primeros exploradores de la Patagonia.
John
Wood, marino inglés que participó del viaje del contralmirante John Narborough
al Atlántico Sur, las encontró hacia 1670 en Sandy Bay, al sur de Puerto
Deseado (Santa Cruz, Argentina). Las llamaron “liebres” e incluso bautizaron
Hare (= liebre) a una pequeña isla por la gran cantidad de maras que
encontraron allí: “Matamos nueve de ellas en un sólo día, nos parecieron mucho
mayores que nuestras liebres inglesas, algunas de ellas pesaban 20 libras cada
una. Cuando se las perseguía se metían en agujeros en la tierra, como nuestros
conejos.”
El
propio Narborough relataba haber visto “5 ó 6 liebres de las cuales el galgo
mató una; tienen la conformación de las liebres inglesas, y [son] mucho
mayores, y en lugar de cola tienen un pequeño muñón de aproximadamente una
pulgada, sin pelo; tienen madrigueras en la tierra como los conejos”.
Casi
cien años después, otro marino inglés, John Byron, contaba que en Puerto
Deseado, vieron unas “liebres de un tamaño prodigioso también aparecen en este
sitio; porque pesan, estando vivas, casi 20 libras, y una vez cuereadas son tan
grandes como un zorro. Se las ve principalmente en los valles (...) Vi muchas
liebres. Le disparé a una que pesaba más de 26 libras. En verdad, que si
hubiera tenido un buen lebrel le hubiera dado a comer liebre a la tripulación dos veces por semana.
Las liebres tienen aquí la carne blanca y de un gusto muy agradable”.
«Abunda
este terreno de liebres que son a semejanza de unos pequeños
corzos de muy buena carne para comer”
Antonio de Viedma (1783)
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Para
estos exploradores no había dudas de que se trataba de liebres, aunque algo
diferentes a las europeas. Pocos años después, en 1781, el zoólogo Thomas
Pennant advirtió que estaban más relacionadas con los cabiai o agutíes, del
género Cavia de Linneo, y por eso le
dió el nombre de Patagonian Cavy, separándolas de los conejos y liebres
verdaderos (Orden Lagomorfos). Gracias a un
ejemplar existente en el Museo Leveriano de Londres, Pennant hizo una
descripción más detallada, y además parece que supo o dedujo sus hábitos
alimenticios ya que la incluyó entre los cuadrúpedos herbívoros. También aportó uno de los primeros dibujos de
la mara con un aspecto muy conejil.
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Patagonian Cavy –
Dibujo a
partir de un ejemplar traído por Narborough y depositado en el Museo Leveriano.
-Pennant, Thomas –
1781 - History of quadrupeds. |
Es
curioso que, a pesar de que la mara no está señalada para Chile, el jesuita
Juan Ignacio Molina (1782), a la vez que citaba las observaciones de Byron ,parece referirse a ella cuando menciona que la liebre, a la que le da la errónea
nomenclatura de Lepus timidus,
se hallaba en grandes cantidades en las
provincias de Coquimbo, Puchacay, y Huilquilemu, tres localidades del país bastante
distantes entre sí. En esa época la
liebre europea aún no había sido
introducida en Chile así que no sabemos a que animal se refería Molina.
Zoólogos
posteriores como Kerr, Shaw y Brown siguieron repitiendo la descripción de
Pennnat y las observaciones de Byron, y sólo recién con el aporte de Félix de
Azara encontramos datos nuevos sobre la mara. Hacia 1796 Azara había sido
encargado por el virrey Melo de Portugal para reconocer la frontera sur en lo
que es hoy la provincia de Buenos Aires (Argentina), a los efectos de construir
fortines para la defensa contra los indígenas pampa. En esa zona observó maras:
“He visto y cogido muchas entre los 35 y 36 grados, y se extiende por toda la
tierra patagona” Por eso la llamó Liebre
Patagona pero señalando sus diferencias con la europea: “mayor y más
fornida, no corre tanto y se cansa más presto”. Afirma que un jinete bien
montado puede cazarla con el lazo o las boleadoras.
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Cavia patachonica
Shaw, G – General Zoology vol
II PArt 1 tab 165 – 1800-1826. |
Sobre
su voz dice: “Oí muchas veces de noche su voz elevada, incómoda y bastante
aguda que dice oooi”. Agrega que los indios y los españoles consideran su carne
“muy inferior a la del Peludo, Mulita, Pichii y Mataco, y de muy diverso gusto
que la Liebre de Europa”. Persiguiéndolas “ninguna fió su salud a otra cosa que
a las piernas no obstante haber por allí algunas vizcacheras”. Cazadas de
pequeñas “se domestican mucho, salen de casa y vuelven, caminan a paso, y comen
de todo”. Dos que le enviaron de Río Negro “eran muy mansejonas; pero como
saliesen de casa me las mataron los Perros de la calle”. Finalmente cuenta que
vio “muchas alfombras de sus pieles, que son muy buenas por la suavidad y buena
vista”.
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Dolichotis de Patagonia
Gervais, Paul -Histoire
naturelle des mammifères Paris,L. Curmer,1854-55 |
Hacia
1819, Anselme Gaëtan Desmarest, profesor de anatomía en la Escuela Veterinaria
de Alfort, recibió 4 pieles de mara
provenientes de Buenos Aires a las que sin embargo llamó Liebre de Brasil. Desmarest
observó que estas pieles pertenecían a la misma especie descripta por los
viajeros ingleses y por Azara y al igual que Pennant la clasificó próxima a los
agutíes pero dentro de un género aparte que llamó Dolichotis, del griego ‘dolichos’, largas, y ‘otis’, orejas, pues
en efecto sus orejas eran más largas que las de aquellos. También propuso importar la mara a Europa
dado que “la bondad de su carne y el uso que se podría hacer de su piel y de su
pelo, para la sombrerería de calidad, nos asegurarían obtener un excelente
provecho”. Pero al año siguiente, se
arrepintió y las ubicó en el mismo género de los agutíes como Dasyprocta patachonica, usando el nombre
común de Agouti des Patagons (= Agutí
de los patagones). Desmarest quedó así como el
autor de la especie, aunque no pudo agregar más observaciones que lo
dicho por Azara.
En 1832 Lesson optó por el nombre de Mara Magellanique, porque “Los Puelches [?] de las orillas del estrecho de Magallanes llaman al pequeño animal que nos ocupa mara”, introduciendo un error etnográfico: el nombre mara o marra es de origen mapudungun pero de ninguna manera los puelches habitaron al estrecho de Magallanes. Lesson reconoce el aporte de Azara y lamenta que sólo había en el Museo de Historia Natural de París un solo ejemplar en mal estado del que se obtuvo el dibujo que reproducimos aquí.
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Mara de Patagonie. Dibujo
de Jean Gabriel Pretre.
Lesson, RP & Prêtre, JG. 1830-1832. Centurie zoologique. F.G. Levrault. |
El
naturalista francés Alcides d’Orbigny vio maras en las cercanías de la bahía
San Blas, en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires. También registró
el nombre indígena de mara y, a pesar
de ser muy buen cazador, cuenta que no pudo matar ninguna para obtener
ejemplares de estudio: “eran demasiado salvajes para que uno pudiera acercarse
a ellas, en medio de un campo casi descubierto.” Queriendo verlas mejor las
corrió a caballo pero casi se mata pues el caballo hacía los mismos giros
bruscos que ellas. Uno de los peones que lo acompañaba le mostró como
cazarlas: “Hizo levantar una mara, detrás de la cual corrió al galope, hasta
enlazarla; luego, sin poner pie en la tierra, la tomó por las orejas y me la
entregó viva.”
Supuso
que no bebían o lo hacían con el rocío de la mañana, ya que se encontraban en zonas completamente
privadas de agua y “no podemos suponer que abandonen los alrededores de su
madrigueras, para andar diez a doce leguas a buscar el agua más cercana.” Uno
de los ejemplares cazados por el peón fue a parar al asador pero la comida debe
haber sido algo desabrida porque el francés acotó “si se la prepara bien, debe ser un excelente
alimento”. Finalmente hizo una interesante observación de un tatú predando una
cría de mara a la que llevaba a su cueva habiéndola desangrado de una sola
mordida.
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Patagonian cavy Waterhouse, GR. 1848. A Natural History of
the Mammalia. Vol 2. H. Baillière |
El próximo naturalista que llegó a estas
tierras y llevó a Europa noticias de la mara fue Charles Darwin, quien la llamó
cavy habiéndola observado en las
proximidades del río Colorado, en el extremo norte de la Patagonia, donde nos
dice que es el cuadrúpedo más abundante. “El Agutí es un verdadero amigo del
desierto; es un rasgo común del paisaje ver dos o tres de ellos moviéndose
rápido en línea recta, uno detrás del otro, a través de estas llanuras
salvajes." Darwin se preguntaba por qué la mara ya no era abundante en
Santa Cruz donde el capitán Wood la había visto tan numerosa. Contradiciendo
a Azara dice: “Donde vive la vizcacha y
hace sus vizcacheras, el agutí las usa; pero donde la vizcacha no se halla,
como en Bahía Blanca, el agutí cava él mismo.”
Y
agrega: “ (...) he visto muchas veces dos o tres de estos animales sentados
sobre sus ancas junto a las bocas de sus cuevas, a las cuales entraban
tranquilamente cuando yo pasaba a cierta distancia. Diariamente, en las
cercanías de estos lugares, los agutíes
eran abundantes, pero a diferencia de la mayoría de los animales cavadores,
vagaban, generalmente de a dos o tres juntos, a millas o leguas de su
madriguera; y no sé si regresaban por la noche. El cavy se alimenta y anda de
día; es desconfiado y observador; rara vez se acurruca a la manera de las
liebres; no puede correr muy rápido, y por eso es atrapado frecuentemente por
una pareja de perros, aún mestizos. Su forma de correr recuerda más a un conejo
que a una liebre. El cavy generalmente produce dos crías, que nacen dentro de
la cueva. La carne, una vez cocida, es muy blanca; sin embargo, es sosa y
seca”.
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Maras Hudson, WH. 1893. Idle days in Patagonia. Chapman & Hall, ltd. London |
El
Dr. Charles Pickering, integrante de la expedición norteamericana del capitán
Wilkes, vio en el verano de 1839 que la mara era muy común en el río Negro. “En
una de mis excursiones asusté a un grupo de seis de estos animalitos, que
huyeron corriendo a considerable velocidad, y para mi sorpresa, manteniéndose
estrictamente en una sola fila. Me dijeron los nativos que así ocurría cuando
se los veía en grupos, y con el propósito de mantenerse en el camino a sus
madrigueras. Sin embargo se dice que este agutí generalmente está en parejas,
aunque quizás no en la estación de nuestra visita. En otra ocasión encontré
cuatro juntas, dos de las cuales se refugiaron en cuevas, mientras que las
otras desaparecieron detrás de un risco. El aspecto del animal me recordó al de
la liebre, aunque tiene un paso peculiar y algo llamativo. Las cuevas son
grandes y frecuentemente tiene como compañero una especie de búho cavador [la
lechucita de las vizcacheras – Athene
cunicularia] (...) Una joven fue llevado vivo a bordo y tenía un grito
silbado, no fuerte. Nunca intentó morder”.
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Patagonian cavy
The Cambridge natural history. Harmer, S. F. - Shipley, A. E. London :Macmillan and Co. ;1895-1909.
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"Los
tres reinos de la naturaleza" es una obra editada en
Madrid en 1852 que traduce al español y actualiza la obra de Buffon, que no
había podido identificar bien a la mara a la que confundió con liebres
verdaderas del hemisferio norte. Pero en la obra que mencionamos aparece un
detalle interesante sobre la especie: “Los indios les dan caza para comer su
carne que es insípida: tratan siempre de matar primero á la hembra, pues están
seguros de que el macho ni aún muerta la abandonará (...) el macho nunca
abandona a la hembra aún en el caso de verse perseguido por perros”. Los
biólogos actuales consideran que la monogamia de la mara se basa en la “división
de tareas” correspondiendo al macho la vigilancia y defensa de la hembra ante
los predadores, y a la hembra la alimentación y cuidado de la cría.
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The patagonian cavy
Vogt, KC. 1887-88. The natural history
of animals. London: Blackie & Son, Ltd. |
El
zoólogo alemán Hermann Burmeister durante su viaje por Argentina vio maras en
Mendoza, cuando viajaba desde la ciudad hacia el río Desaguadero. “Atravesaba el
camino con rapidez y daba grandes saltos, como un gamo, y descansaba pronto
sobre las patas traseras apoyadas hasta los talones, para quedar con las
extremidades delanteras extendidas (...)
Se oculta debajo de las matas en nido abierto, y vive de hierbas de la
pampa, sobre todo de gramíneas”. Siempre
la vio en pareja o de a tres, con la cría, “nunca he visto una solitaria” y
nunca la vio ocultarse en las cuevas de vizcachas.
Tuvo
un ejemplar en cautiverio, un macho joven “que permanecía atado en mi
habitación, haciéndose pronto muy manso; se dejaba tocar y pasar la mano por el
lomo, sin demostrar temor. Si se le molestaba o pegaba, producía un tono
silbante, como lo hacen los conejillos de la India, sonando así como uui.”
Parece ser que no sólo comía pasto sino también verduras y frutas maduras o
verdes como manzanas, peras y duraznos. Pero Burmeister, científico al fin,
terminó sacrificándolo para estudiar su anatomía. Un
artista que viajaba con él, Adolf Goering, contaba, en
relación a este mismo animal cautivo, que “era una criatura muy amable, de buen
carácter e inofensiva. Desde el primer día mostraba gran confianza en su amo,
tomaba sin dudar la comida de sus manos, y soportaba que se lo tocara sin
exhibir ninguna molestia. Era muy aficionado a las caricias, arqueaba su lomo,
ponía la cabeza a un lado como si quisiera ver la mano amiga que lo acariciaba
y lanzaba un agradecido pero indescriptible chillido o gruñido.”
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Mara
The animals of the world : Brehm's Life of animals.1895
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Hacia
1869-1870 el viajero inglés George Musters recorrió la Patagonia con los
aoni-kenk (tehuelches) y encontró maras en abundancia en el centro de la
provincia de río Negro, en las cercanías de la actual Sierra Colorada. Las
llamó liebres o cavies, y registró el nombre tehuelche paahi. “Estos animalitos viven en cuevas, pero generalmente están
afuera comiendo o durmiendo sobre la hierba durante el día. Son sumamente
rápidos por quizás durante una milla pero, como los zorros del país, pronto se
cansan. Para cazarlos primero cerrábamos
las madrigueras con arbustos; pero las astutas bestezuelas a menudo se evadían
deslizándose por una abertura no observada por quienes cerraban las cuevas. Se
requería considerable habilidad para voltearlas con las boleadoras, porque, si
eran atrapadas solo por las patas o el cuerpo se liberaban solas con rapidez,
pero un golpe en la cabeza era mortal al instante. Son buenas para comer,
aunque la carne es algo seca una vez asada. Con las pieles se hacen mantas,
pero son de poco valor, ya que pronto se les cae el pelo.”
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Mara
La chasse illustrée c.1873
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Otro
aventurero ingles Heskett Prichard, que había venido a la Patagonia con el
imposible encargo de capturar un Mylodon
vivo, encontró a la mara más a menudo en parches de barro seco y no más al sur
del lago Colhué Huapi. Sus dos perros, Tom y Brian mataron en una ocasión una
mara cuya carne consideró excelente, parecida a la de la liebre inglesa. “El
agutí a menudo obliga a los perros a una
dura persecución, especialmente donde el terreno es quebrado, y en tales
lugares frecuentemente logra escapar. Tras asustarse reaparece muy pronto, y
cuando realmente emprende la huída raramente recorre más de 100 m antes de
darse vuelta para ver si la persiguen. Este es el caso cuando la persigue un
hombre sólo; cuando hay perros no hay tiempo que perder con ningún tipo de
especulación.”
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Patagonian cavy
Cassell's Natural History. Ed. P.
Martin Duncan ...Vol 3
London - Cassell & Company,
Ltd,1891-96.
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MARAS
EN EUROPA
Los
primeros ejemplares de mara enviados a los zoológicos de Londres y de Paris no
lograron reproducirse y no sobrevivieron mucho tiempo.
En
1870, según informaba Albert Geoffroy Sant-Hilaire, había muerto durante el
invierno una pareja de maras en el Jardin d'Acclimatation del Bois de Boulgone
(París). Tres años después adquirieron
cuatro más pero la reproducción de estos animales “dulces e inofensivos”
fracasó. Saint-Hilaire remarcaba que “al paso, al trote o al galope las maras
tienen más un aspecto de ciervo que de roedor. La manera en que se acuestan no
es como la de las liebres y conejos.”
Hubo
también algún interés en España por la aclimatación de esta especie. Mariano de
la Paz Graells, director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, recibió dos
maras que le fueran enviadas por Marcos Jiménez de la Espada, zoólogo de la
Comisión Científica Española del Pacífico. Escribe Graells: “A la vista de un
animal tan dulce, tan acariciable, tan manso, de la talla de un Moschus [ciervo almizclero], y cuyo
pelaje podrá ser utilizado por la peletería, no dudo en afirmar que su
multiplicación será para nosotros una verdadera conquista.” Lamentablemente
parece que los dos ejemplares eran machos y se frustró el proyecto.
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Lièvre Patagon ou Mara Cornély, Joseph -1885- Bull. Soc.
d'Accl., p. 553. |
Fue
Cornély, un vizconde francés especialista en aclimatación de especies,
quien, haciendo caso del consejo de Desmarest, se ocupó de adaptar la mara al
mundo europeo. Primero tuvo dificultad en obtenerlas, incluso una que le
enviaron por barco terminó en el plato y luego en el estómago de un rico
pasajero. Cornély observó que la mara no vivía durante mucho tiempo en
cautiverio, salvo que dispusiera de amplios espacios con pasto. Cuando
consiguió una pareja, se le ocurrió dejarlas sueltas en su parque de
Beaujardin, en Tours, y allí se acostumbraron a vivir y se amansaron a tal
punto que se acercaban al que las llamaba, “tomaban el pan que se les ofrecía
con la mano, y aún se subían sobre las rodillas de las personas sentadas”. Se adaptaron
también a la presencia de los otros animales del parque pero cuando “un perro o
una gacela se le acercaban por atrás, usaban un medio de defensa bien bizarro.
Un pequeño chorro de orina lanzado a la cara del intruso. (...) No siendo el
licor ni corrosivo ni de olor repugnante, no es un arma muy peligrosa”.
Comprobó
lo que señalábamos más arriba, el gran apego del macho por la hembra con la
cual se comportaba con “una ternura ejemplar”. No las observó cavar más que
leves depresiones en el suelo donde finalmente ocurrió el nacimiento de dos
crías el primer año y tres al año siguiente. Luego recibió tres machos más, uno
de ellos de talla enorme. “Cuando el padre de la familia lo vio de lejos,
entrechocaba los dientes; se precipitó hacia el intruso con el mayor furor y lo
puso en fuga”.
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Mara Nouveau dictionnaire encyclopédique universel illustré“, Jules Trousset. Paris. 1886-1891 |
Por
su parte, Pierre Amédée Pichot criaba
con éxito maras en su propiedad de
Sêvres y había visto que en cautiverio excavaban el suelo si
era seco y suelto y también ocupaba albergues artificiales por lo que supuso
que en su vida silvestre bien podría usar sin problemas las cuevas de otros
animales como las vizcachas.
Georges
de Frézals un francés que vivió a fines del s. XIX en Mendoza tenía un macho
domesticado, Juanito, y observó que nunca las maras en cautiverio habían
intentado excavar madrigueras, quizás por disponer de bastante sombra y humedad
en los corrales, lo que les hacía innecesario buscar refugio. Mientras que las
que vivían en libertad en las proximidades del río Tunuyán, sí lo hacían para
protegerse de los ardores del sol y disfrutar un poco del fresco. Lo mismo
ocurría en Famatina (La Rioja) donde eran abundantes y se las cazaba a golpes
de pala, según Claude Mabit.
Remy
Saint-Loup, autor de un interesante trabajo sobre la anatomía y el
comportamiento de la especie, observó que “Cuando la pastura crece abundante,
con una hierba densa y suculenta sobre tierras crasas y húmedas, los Dolichotis desaparecen como si
rechazaran esta humedad del suelo o la calidad especial de las hierbas ricas” y
por eso aconseja intentar su aclimatación en las regiones más secas de Francia.
Según este autor en esa época había 6 criadores de maras en Francia y
aparentemente ninguno en Inglaterra. La utilidad de estos roedores provenía de
la elegancia de su forma y actitud que los hacía “extremadamente decorativos”,
de su carne blanca como la del conejo y de su piel útil para la confección de
guantes, ya que el pelo es caedizo y no servía para otros artículos.
Sin embargo, las previsiones de estos criadores no se cumplieron pues finalmente la mara no parece haber sido objeto de la cría industrial, quedando sólo confinada a los zoológicos.
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Mara en pelaje de
invierno
Saint-Loup, Remy. -1895 - Revue des Sciences Naturelles
Appliquées. Paris.
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MARAS
EN LAS CULTURAS AMERICANAS
En
los restos arqueológicos de antiguos asentamientos sudamericanos aparecen los
huesos de este roedor lo que demuestra que desde hace muchos años se la usaba
como alimento. Estos sitios se encuentran en la región pampeana,
en la Patagonia y en la zona Chaco-santiagueña con una antigüedad que va
desde 10.000 años hasta 440
años atrás.
Como
hemos visto a través de los distintos relatos de los exploradores y
naturalistas europeos, la mara fue un recurso para los pueblos originarios,
especialmente para los tsonekas o
tehuelches de la Patagonia, para los que constituían una buena fuente de
proteínas. Por tratarse de una pieza menor, su caza la realizaban las mujeres. Así
mismo con su cuero se elaboraban mantas y alfombras que los indígenas vendían o
canjeaban en Carmen de Patagones. Claraz (1865) dice que el cuero se usaba
también como recipiente para agua.
Generalmente
se la cazaba en invierno cuando escaseaba la caza mayor, por eso quizás una de
sus leyendas la vincula con esa estación del año. En efecto, cuando no existían
las estaciones el héroe mítico Elal convocó a todos los animales para que
establecieran la duración de cada época del año. Cada animal fundamentó sus
preferencias: así los guanacos y los cauquenes necesitaban un verano largo para
poder alimentar sus crías. Los cazadores, como el puma y el zorro, preferían el
invierno para poder seguir en la nieve las huellas de sus presas. La perdiz
propuso tres lunas de frío, tres de
calor y las otras seis lunas de transición entre el verano y el invierno.
Entonces la Mara viendo que el problema era la
duración del invierno propuso que
durara tres lunas.
Pero
el Oóin (choike o ñandú petizo) se opuso pues quería que todo el año fuera
invierno y al que no le gustara que se fuera al norte. La discusión se hizo
dura entre la mara y el ñandú, que gritaba a más no poder, hasta que la primera
enojada dio un manotazo en el suelo y se fue a su cueva. El choique la siguió y
pisándole la cola, se la arrancó. Desde entonces la mara quedó sin cola y el
ñandú quedó con voz ronca. Elal, finalmente dio la la razón a la mara y desde
entonces el año se divide en cuatro estaciones de tres lunas cada una: shorken
(verano), kápenken (otoño), sheiaik (invierno) y ariskáiken (primavera).
Entre los
mapùches de la región de Collon Curá (Neuquén, Argentina) se realizaba una danza ritual de la mara, y era una de las cinco danzas que
integraban la ceremonia del Nguillatún.
En la actualidad, por su distribución endémica para la Argentina, la mara simboliza en cierta forma a los mamíferos de la Argentina y posiblemente por ello fue elegida por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM) para su logotipo.
REFERENCIAS
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Dolphin commanded by the honourable Commodore Byron. J. Newbery. London.
-Azara, F. de -1802- Apuntamientos para la historia natural de los
quadrúpedos del Paragüay y Río de la Plata. Vol II. Imprenta de la Viuda de
Ibarra, Madrid.
-Burmeister, G. -1861 -Reise durch die La Plata-Staaten.
-Cassin, John – 1858 - Mammalogy and ornithology. U. S. Eploring
Expedition during the years 1838,1839,1840,1841,1842 under the command of
Charles Wilkes, U.S.N. - J.B. Lippincott, Philadelphia.
-Chao, Eduardo, (Ed.) -1852- Los tres reinos de la naturaleza o museo
pintoresco de historia natural [de Buffon]. Gaspar y Roig, Editores.
Madrid.
-Cornély, Joseph -1885- Note sur le Lièvre Patagon ou Mara. Bull.
Soc. d'Accl., p. 553.
-Darwin, C. R. ed. 1838. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle.
Smith Elder and Co. London.
-Darwin, Charles –[1860] - A Naturalist's Voyage Round the World.
Journal of Researches into the Natural History and Geology of the countries
visited during the voyage round the world of H.M.S. Beagle under the command of
Captain Fitz Roy, R.N. John Murray. 1913. London.
-Desmarest, A. G. – 1819 - Journal de Physique, de Chimie et d'Histoire
Naturelle. Vol 88. Paris.
-d’Orbigny, Charles Dessalines -1835-1847- Voyage dans l'Amérique
méridionale... exécuté pendant les années 1826, 1827, 1828, 1829, 1830, 1831,
1832 et 1833. P. Bertrand.Paris.
-Echeverría Baleta , Mario –s/f- Joiuen Tsoneka (Leyendas tehuelches).
-Lesson, R. P. - Prêtre, J. G. - 1830-1832- Centurie
zoologique. F.G. Levrault. Bruxelles.
-Marani, Hernán A. - 2011- Anatomía económica de Mara (Dolichotis
Patagonum) y su aplicación en la evaluación de restos zooarqueológicos
recuperados en la costa Norpatagónica (Río Negro, Argentina).
Magallania (Chile) 39(2):267-278
-Molina, Giovanni Ignazio – 1782 - Saggio sulla storia naturale del
Chili . Bologna: Stamperia de S. Tommaso d' Aquino.
-Musters, G. Ch. – 1871 - At home with the Patagonians: A Year's
Wanderings Over the Untrodden Ground from the Straights of Magellan to the Rio
Negro. London : J. Murray.
-Narborough, John; J. Tasman, J. Wood & F. Marten – 1694 – An Account
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Smith & Walford.
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B. White.
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-Prichard, H. Hesketh -1902 –Field-Notes upon some of the larger
Mammals of Patagonia made between September 190 and June 1901 – Proc. Zool Soc.
Vol 1.
-Saint-Loup, Remy. -1895 - Histoire Naturelle et Acclimatation du
Mara Dolichotis Patagonica (Desmarest). Revue des
Sciences Naturelles Appliquées. Société Nationale d'Acclimatation de France.
Paris.
-Viedma, Antonio de [1783] Descripción de la costa meridional del
Sur, llamada vulgarmente Patagonia; relación de sus terrenos, producciones,
frutos, aves y peces; indios que la habitan, su religión, costumbres, vestidos
y trato; desde el puerto de Santa Elena en 44 grados hasta el de la Virgen en
52 y Boca del Estrecho de Magallanes en Angelis, Pedro de: Colección
de Obras y Documentos relativos a la Historia del Río de la Plata. Buenos
Aires, 1839, t. VIIIB
-Waterhouse, George Robert – 1848 - A Natural History of the Mammalia.
Vol 2. H. Baillière.
-Wood, J. – [1669] -A description of the Straits of Magellan by Captain
John Wood, in HMS Sweepstakes, under command of Captain John Narbrough.