"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


miércoles, 9 de diciembre de 2020

EL LOBO GARGANTILLA (Pteronura brasiliensis): LA NUTRIA GIGANTE QUE CADA DÍA SE OCULTA MÁS

 

Agradecemos a nuestro amigo y colaborador Gabriel Omar Rodríguez por la presente nota.

 

Pagó muy caro tener una muy bonita piel. Las incesantes expediciones y rastreos no parecen permitirnos mantener la ilusión de que su esbelta silueta se asome en un remanso del río. Tal vez por la insistencia de los esperanzados algún día podamos decir “ahí está “,  en los pagos correntinos.

 


Lutra brasiliensis (Nutria brasileña) (Blumenbach, 1810).





¿Quién es?

Hay  un mamífero carnívoro acuático, de  tamaño grande que puede medir 1,85 metros incluyendo su cola, la cual registra una longitud que oscila entre 55  y 75 cm. Llega a pesar 35 kg, aunque su peso estándar suele ser menor  lo mismo que el tamaño. Frecuenta todos los grandes ríos sudamericanos desde Venezuela y Guayanas hasta el norte de la Argentina y también, históricamente,  del Uruguay. Pertenece a la familia de los mustélidos y lleva por nombre común nutria gigante- entre muchos otros- y su denominación científica es Pteronura brasiliensis. Fue descripta por primera vez por   Gmelin  en 1788 quien le asigna el nombre  del género por la característica de su cola al decir,  proveniente del griego, pteron: ala, y oura: cola (podríamos decir “cola alada”)  y el epíteto o nombre específico brasiliensis por haber sido descubierta en Brasil (Mouchard,  2019). Más precisamente el primer ejemplar fue hallado en “ríos de América Meridional”  y  Cabrera en 1958 da mayor precisión acotando que se encontró en el “río San Francisco, en la orilla correspondiente al estado de Alagoas” del ya mencionado país (Barquez, et al., 2006). Sólo se encontraría en Argentina en la provincia de Misiones, y dos subespecies fueron descriptas, P. b. brasiliensis  y P. b.  paranensis  y únicamente esta última es la que habitó la Argentina (Cabrera, 1958), aunque Carter y Rosas (1997) dudan de la validez de P. b. paranensis  ya que los holotipos (ejemplar único que se utilizó para describir la especie) de ambas especies son muy similares. Ante las dudas en el presente texto utilizaremos la especie brasiliensis.

Como sucede con todos los animales silvestres al menos, reciben distintos nombres comunes de acuerdo a la región donde habitan y, si la extensión de  su distribución es muy grande, como ocurre con la nutria gigante, habrá gran diversidad de nombres, muchos de los cuales provienen de las culturas aborígenes de cada zona. Así, es como a la especie tratada la denominan también ariraí (en lengua guaraní o tupí), enelquiagae (en mocoví); lobo corbata, lobo gargantilla y perro de agua (son apodos españoles); ariranha o ariraña (en Brasil); lontra (en Bolivia); lobo grande de río (en Uruguay); Giant Otter (inglés) y varios otros nombres cuya mención haría muy extensa y monótona la lista.

 

¿Cómo es?

Se puede decir que posee las características anatómicas básicas de todas las nutrias, pero la distinguen particularidades muy destacables: en primer lugar su gran tamaño, sólo comparable entre los mustélidos con el glotón (Gulo gulo) y la nutria marina (Enhydra lutris) ambos del Hemisferio Norte (Parera, 2002), aunque algunos autores mencionan a Pteronura brasiliensis  como la mayor nutria  existente. Otra distinción es su larga cola que se presenta plana aproximadamente en la mitad posterior  y el rinario (espacio entre los orificios nasales) que está cubierto de pelos (no ocurre en Lontra, el otro género de nutrias acuáticas sudamericanas). Para adaptarse al medio acuático con ese gran tamaño le resulta imprescindible un cuerpo ahusado que oponga la menor resistencia posible al agua y, al mismo tiempo, un sistema de propulsión capaz de proporcionar la energía necesaria para iniciar el movimiento, lo que consigue con sus potentes extremidades que, además de dedos con significativas garras, poseen  una membrana interdigital, la cola aplanada horizontalmente se convierte en un remo estabilizador muy útil y puede ocluir sus orificios nasales y los conductos auditivos.

 

El color entre marrón y gris, es uniforme y brillante, resaltado cuando su piel está mojada y puede parecer en este caso muy oscuro, casi negro. El hocico es más claro que la parte superior de la cabeza y la característica más peculiar es la presencia de manchas irregulares, de color blanquecino o crema, en la zona de la garganta y del cuello. Estas manchas varían de forma y tamaño, lo que permite diferenciar a cada ejemplar. A veces estas máculas pueden observarse también en el abdomen.

La nutria gigante posee una capa externa de pelo que, a pesar de las constantes inmersiones, permite que la piel del animal se mantenga seca. Los ojos son grandes y  están ubicados en la parte alta de la cabeza, lo que las ayuda a mantener la mayor parte del cuerpo sumergido y respirar y ver sin dificultad;  al sumergirse permanece unos 6 minutos bajo el agua y si intuyera algún peligro se sumerge y puede salir a flote a una distancia considerable estimada en hasta 200 metros.  Las orejas son muy pequeñas y los ojos desorbitados son característicos. En conjunto todas las partes le confieren a la cabeza un aspecto ovalado o redondeado (Rodríguez de la Fuente, 1983).

Veamos una parte de la descripción que hace el naturalista don Félix de Azara en su obra Apuntamientos para la Historia Natural de los Cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata (1805), en su capítulo dedicado a las nutrias del Nuevo Mundo: “son animales verdaderamente anfibios, que no huelen a marisco y que caminan con torpeza, casi arrastrando el vientre y el hocico. Habitan los esteros, ríos y arroyos. Ladran a manera de perros roncos, amenazando con ira como si quisieran morder, aunque jamás perjudican a los viajeros y nadadores”.

 

¿Que hace?

 

Los troncos de árboles caídos son las guaridas más habituales, además de cuevas o lugares protegidos siempre a orillas de los cauces o espejos de agua. Dice Massoia (1976): “En el sur de Misiones penetra a veces en las arroceras. Pteronura, el “gran lobo corbata”, fue observado por mí en ríos de Misiones, donde vivía en cuevas entre las raíces de los árboles ribereños, cuyas bocas tienen un diámetro de cincuenta centímetros, aproximadamente, y están excavadas  al  ras del agua, es decir, en la base de las barrancas”. “Los lugares elegidos por éste (Pteronura) para nadar son casi increíbles, como por ejemplo los “rápidos” del Río Urugua-í. Allí vio el autor un ejemplar adulto atrapar buceando enormes peces, y luego nadando con el vientre hacia arriba (haciendo “la plancha”) y contra la corriente, comerlos con toda tranquilidad. Aclaro que mantenía la cabeza y manos fuera del agua, y se mantenía a flote mediante movimientos combinados de los pies y la gran cola”. A continuación el relator aclara que el haberlo observado comer en el agua no contradice para nada  lo expresado por Cabrera y Yepes (1940) en el sentido que estos autores dicen que come fuera del agua, porque también se da esa situación, afirma Massoia.

 

Son animales muy sociales y su actividad es diurna formando grupos con los que comparten sus actividades. Estas incluyen el aseo, el descanso, el juego y la caza, lo que implica un variado repertorio de sonidos para comunicarse,  que contienen 9 tipos de vocalizaciones que incluyen un característico sonido corto y grave que es emitido por casi todas las nutrias y los ecos que se mencionan como “ladridos” por su semejanza con el característico sonido de los perros. Generalmente las agrupaciones están integradas por una pareja con los hijos de más de una generación, y son las hembras (de tamaño levemente menor al de los machos) las que dirigen estas manadas en la que raramente surgen peleas o rivalidades. El grupo natal se disgrega cuando los ejemplares jóvenes alcanzan la madurez sexual. Machos y hembras se separan paulatinamente de las unidades familiares. Este período de la vida de la nutria las convierte en nómadas y pueden recorrer más de 100 km en busca de un lugar de asentamiento en el que puedan formar sus propias familias. La nutria, en este contexto, se torna insegura, ya que no cuenta con el respaldo del grupo. No obstante no cesa en su intención de encontrar una pareja y reproducirse. Las nutrias gigantes tienen territorios establecidos que recorren de manera constante y en los asentamientos suelen verse zonas peladas (sin vegetación) donde descansan. Sus espacios están delimitados por excremento y secreciones glandulares y es oportuno señalar que sus movimientos fuera del agua son algo torpes y suelen arrastrar el abdomen al desplazarse (Massoia et al., 2012). Los territorios de cada grupo son bien definidos y admiten que se aproxime un ejemplar solitario que  busca pareja o lugar de residencia.

En general son animales juguetones por excelencia, les encanta retozar, y lo mismo organizan interminables persecuciones en el agua y se deslizan horas en los toboganes formados de manera natural en las orillas embarradas. La necesidad de diversión no se restringe a la época juvenil, sino que dura toda la vida y se pone de manifiesto en las más variadas ocasiones. Así por ejemplo es común que la nutria gigante, después de capturar un pez, paso un rato lanzándolo al aire para recogerlo enseguida adoptando extrañas posturas mientras emite su ronco gruñido como si fuera de satisfacción. Luego lo acerca a la orilla y continúa el juego o lo ingiere.

Se constató que puede capturar sus presas en condiciones de total turbidez e incluso con escasa luz, gracias a la almohadilla facial llena de vibrisas sensitivas que le permiten orientarse casi sin luz.

Llama la atención la confianza que muestra nuestro mustélido con el hombre, al que se aproxima arriesgadamente  incursionando en sus embarcaciones e incluso, hay relatos que indican que se sube a las embarcaciones que merodea. En tal sentido el naturalista Andrés Giai, en las primeras décadas del siglo XX, relataba con sus agudas observaciones de primera mano: La curiosidad, sobre todo en el gargantilla, es en ellos un imperativo poderoso. Suelen llegar hasta muy cerca de las canoas para investigar de qué se trata, pero al primer disparo zambullen todos y se alejan en prolongados buceos que alcanzan a cubrir distancias de doscientos o más metros…”


01- Carigueibeiu es el nombre con que describió el naturalista Georg Marcgrave a la nutria gigante, aunque es posible que se haya confundido con el hurón mayor (Eira barbara) (Marcgrave & Piso, 1648)




 

En referencia a la alimentación el ciclo vital de Pteronura brasiliensis  es dependiente de las migraciones estacionales de sus presas más consumidas que son los peces. También puede ingerir pequeños mamíferos, tortugas acuáticas, caimanes jóvenes y aves acuáticas que son consumidos generalmente en el agua ayudándose con sus extremidades anteriores y con los potentes caninos  destroza su presa. Algunas veces, especialmente cuando la presa tiene tamaño grande, la lleva a tierra y la ingiere fuera del agua. También se  observó que  en ocasiones forma grupos para pescar.

Las especies de peces que más consume en Perú, donde se realizó un detallado estudio  Chebez (2008), son: Mesonauta sp., Hoplias malabaricus, Stanoperca jurupari, el Cyphocharax spirulopsis, Hydrolicus sp., Triportheus sp, Schizodon fasciatus, Chichilidae sp., Steindachneria sp., Curinata sp., Potamorhina altamazonica, y alguna otra.

 

 

 

          Volvemos a los interesantes relatos y agudas observaciones  de don Andrés Giai, quien durante varios años, y hace ya mucho tiempo, observó con gran deleite los secretos de la selva misionera que comentó en su libro de recuerdos editado en 1950.  Sobre la alimentación de la nutria gigante nos dice: “Pescan en conjunto, batiendo el arroyo, si así se puede decir, de orilla a orilla. Actúan como una pandilla de merodeadores, que si bien se ayudan entre ellos para cometer fechorías, disputan luego encarnizadamente el botín conseguido. Cuando uno caza o pesca una presa importante, todos los demás lo persiguen para quitársela y se arman a veces unas tremendas grescas. Cierta tarde observamos a un macho que salía del agua arrastrando una gran tortuga que tenía agarrada por la cabeza. Sus compinches, al verlo nadaron hasta donde estaba y comenzó una persecución por el monte. Quitándose la presa unos a otros hasta despedazarla y quedar cada uno con algún trozo.”

 

 

 

La nutria gigante habita cuerpos de agua dulce de zonas tropicales y en menor medida subtropicales. Deambulan en lagos naturales o  formados por represas, ríos de variado cauce arroyos, esteros, lagunas y zonas inundadas. Estas últimas tienen como mejor representación los significativos desbordes que ocurren en afluentes del Amazonas u otros cauces en el Pantanal brasileño y también en zonas selváticas. Las crecientes en época de lluvias  pueden alcanzar unos 10 metros de altura y expandirse hasta 20 kilómetros a cada lado del cauce o más aún, y estas aguas que cubren las partes bajas son frecuentadas por Pteronura brasiliensis  debido a que son lugares de gran biodiversidad.

Sobre la reproducción comenzamos diciendo que Parera (1994) comenta que observaciones en Surinam brindaron la información que, al menos en esa latitud, las nutrias dan a luz en la época seca. Esto les permite utilizar las cuevas de las barrancas de los humedales casi secos como madriguera para las crías, sin correr el riesgo de que el agua las cubra. Es interesante saber que las parejas son monógamas y  que la cópula se realiza en posición ventro-ventral y el acoplamiento dura unos 10 minutos. La gestación dura entre 60 y 70 días y suelen nacer dos o tres  crías. Los recién nacidos son atendidos por ambos padres  y cerca del mes de edad ya comienzan los juegos que los van preparando para la caza y permanecen con el grupo familiar hasta el año de vida (Massoia, et al., op. cit.). Aunque parezca extraño las crías no saben nadar y la madre se encarga de enseñarles y a partir de ese momento salen de la madriguera constantemente y realizan juegos. A partir de ese momento la madre nada a espaldas para permitir que las crías se suban a su vientre cuando lo deseen.

El que fuera Jefe de la Sección Mastozoología del Museo Argentino de Ciencias Naturales, doctor Jorge Crespo, escribía en sus relatos: “…nosotros encontramos cuevas de lobo gargantilla, hallando en cada caso a tres pequeños dormitando apaciblemente en la cámara abrigada, donde,  por admirable instinto de sus constructores no llega ni un poquito de humedad. Hasta las dos semanas de edad los cachorros permanecen con los ojos cerrados…”

Por último, en relación a las crías debemos decir que la presencia de predadores altera su temperamento tranquilo y mientras las hembras vigilan a sus vástagos, los machos se ocupan de enfrentar a los visitantes que significan una amenaza.

Las huellas son grandes, con almohadillas bien marcadas y cinco dedos redondeados unidos por membranas, con uñas que por lo general no se marcan (De Angelo, et al. 2008).

 

 

          La mitología referida a la nutria gigante es abundante en Sudamérica, y en muchos lugares este animal está envuelto en un halo de leyenda. Por ejemplo para el pueblo Achuar, ubicado en la frontera entre Ecuador y Perú, la nutria gigante es una especie de deidad que vive bajo el agua. Por su parte los Bororós, en Brasil, consideran que las nutrias son seres humanos que saborearon hojas de tabaco de manera incorrecta y fueron condenados por los dioses a una indigestión eterna. Los Kichwa, originarios del Perú amazónico, creían en la existencia de un mundo acuático, sometido por la reina madre, Yaku Runa, a quien las nutrias gigantes servían de timoneles. Otros relatos prehispánicos aluden que la nutria intercambió su lugar natural con el yaguareté quien, antes de deambular por los bosques, vivía tranquilamente bajo el manto de las aguas; y así podríamos mencionar otros casos similares de pueblos nativos de la Amazonia y sus adyacencias.

 

 

¿Dónde está y donde estuvo?

 

La especie que tratamos, hasta cerca de la mitad del siglo XX  se encontraba en gran cantidad de cursos de la Amazonia que se expanden también por los estados de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Venezuela. También habitó en la Argentina, Uruguay y Guayana Francesa cuyas formaciones selváticas no se vinculan con la Amazonia.

 

 

          En una entrevista para Mongabay Latam, la bióloga danesa Jessica Groenendijk especializada en el estudio de la nutria gigante en la región de la Amazonia, decía en febrero de 2012: “Las nutrias siempre me han parecido sumamente atractivas. Después de obtener el grado de Maestría en Manejo de Recursos Acuáticos por el Colegio del Rey, en Londres, fui reclutada como líder de proyecto para el Programa de Conservación de la Nutria Gigante de Río de la Sociedad Zoológica de Fráncfort. Fui muy afortunada. Nuestro primer encuentro con una familia de nutrias gigantes fue una experiencia maravillosa y me enganché por completo. Esto fue el inicio de lo que creo y espero sea un compromiso vitalicio con la nutria gigante». Agrega: “Los grupos son muy unidos: las nutrias cazan, marcan sus territorios, se asolean y duermen juntas y los lazos constantemente se refuerzan mediante el juego y el acicalamiento mutuo”, y agrega “una familia de nutrias gigantes se asemeja bastante a una familia humana, por lo que observarlas durante muchos años pareciera como ver una telenovela. Existe drama, luchas de poder, unidad ante la amenaza que representa un caimán, cuidado y alimentación compartida de las crías y, finalmente, la descendencia partiendo del hogar. Si el destino es benévolo, una pareja reproductora puede permanecer junta hasta por 10 años». (https://es.mongabay.com/2012/02/la-conservacion-de-la-nutria-de-rio-mas-grande-del-mundo/).

 

 

 

 

Ampliando lo expresado en el párrafo precedente decimos que se expandía desde el oriente de los Andes en todos los países de América del Sur  donde hubiera hábitat adecuado para  la especie y también en Panamá (Parera, 2002). La excepción fue Chile, y  el extremo sur de esa distribución era el norte de Argentina y del Uruguay. La abundancia en cada lugar fue diferente dado que las condiciones de vida no son iguales en todos los sitios y actualmente sus poblaciones son discontinuas y fragmentadas debido a las extinciones locales. Efectivamente, la caza fenomenal  que se realizó en todos los países donde habitó, junto con la destrucción de su hábitat fueron causas más que suficientes para convertir a la especie tratada en un animal con estado crítico de sus poblaciones. Dice Chebez (2008): “su apreciada piel se abonaba 50 dólares por unidad…”.“Al llegar cada piel a Europa o a Norteamérica se abonaba 250 dólares; sólo de la Amazonia peruana entre 1946 y 1973 se exportaron 23.980 pieles”.

Dice el jusuita Florián Paucke: “Los españoles labran muy bien estos cueros, hacen chalecos y pantalones que asemejan el terciopelo más fino. Las pieles tienen un efecto excelente contra el dolor de cintura y ciática si sólo se llevan como cinturón, alrededor del vientre”. No obstante dicen Bosso y Parera (1998), en una campaña de encuestas a lugareños de Corrientes, que todos los reporteados -eximidos de toda responsabilidad-  coincidieron que recordaban la presencia este mamífero acuático en épocas pasadas,  pero no  les atraía en absoluto el cuero de la nutria gigante dado que no tenía valor comercial, no había demanda.  

Actualmente las poblaciones más significativas están en la región brasileña conocida como Pantanal (sur del país) que también se extiende por parte de Paraguay, en sectores de la Amazonia tanto en Brasil como en el este de los países que poseen esa formación selvática en sus territorios y habría poblaciones más numerosas en Guayana Francesa, Surinam y Guyana. También, últimamente, se menciona el hallazgo una población en Venezuela (Caño Brea) (Chebez, op. cit.).

Recorriendo cada país mencionamos los lugares puntuales donde se conoce  la existencia de poblaciones: en Colombia está presente  en los  Parques Nacionales Tuparro, Río Apaya y la Reserva Macarena; en Venezuela se la consideraba casi extintas pero apareció un núcleo significativo en Caño La Brea (Sucre); en Surinam no se conoce bien su estatus, pero hasta 1978 era común y tendría aún poblaciones; en Guyana es frecuente según datos de 1998, con una población aceptable en Meseta Potaro; en Ecuador está muy amenazada, hoy sólo está presente en río Pastaza, Aguarico y Napo; en Perú fue exterminada en casi todo el territorio a excepción del río Madre de Dios y en el Parque Nacional Manu; en Bolivia con muy pocos individuos en los Parques Nacionales Noel Kempff Mercado, en el Iténez, la Reserva Ríos Blanco y Negro y se ven ejemplares en los cauces Iténez y Guaporé; en el Paraguay se desconoce si supervive, no se realizan censos y en Uruguay y Argentina está extinta.  Pero no debemos olvidar que en los lugares donde aún se observan poblaciones éstas son significativamente menores que en tiempos pasados y pueden considerarse grupos  relictuales.

En Uruguay existen datos históricos para los departamentos de Artigas, Cerro Largo, Rocha y Salto y existieron  menciones para la Laguna Marín (González y Lanfranco, 2010). En la Argentina los registros históricos estuvieron en las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Jujuy y Salta (Barquez, et al., 2006). Algunas crónicas del siglo XVIII mencionan su presencia en el tramo medio del río Paraná y el este de Santa Fe (Chebez, 1973).  Estuvo también  en el Río Paraná  a su paso por las provincias de Santa Fe, Corrientes y probablemente Entre Ríos y Chaco y sus afluentes principales en Misiones: el río Iguazú y los arroyos Urugua-í, Aguaray Guazú  y Yabebirí; en el Río Paraguay  y su afluente el riacho Inglés en la provincia de Formosa; en los Ríos San Francisco y Bermejo en Jujuy y Salta (Parera y Parera, 1991; Parera, 1998; Massoia et al., 2006).

 

Der Brasilische Flussotter (La nutria de río brasileña) (Brodtmann, 1830).


 


¿De vuelta al pago?

 

Hace pocos años se comenzó a valorar cabalmente la riqueza natural casi única que posee un amplio sector de la provincia de Corrientes. Se conoce como “Esteros de Iberá” y en ese espacio podemos ver toda clase de humedales: esteros, lagunas, riachos, zonas pantanosas o simplemente inundadas en forma permanente y es considerado el segundo humedal de importancia en el mundo, así al menos se dice en algunos textos sobre el área.

En la provincia de Corrientes existen citas de Pteronura brasiensis  principalmente a lo largo de los ríos Paraná (incluso hasta el año 1993) y Uruguay. También existen registros no confirmados en los departamentos de Ituzaingó y Paso de los Libres. En los Esteros del Iberá, que se conectan con el río Paraná a través del río Corrientes y con el río Uruguay a través del río Miriñay, la cita más conocida de la especie es un cráneo hallado en la Laguna Fernández. Existen también relatos de la presencia de la especie en la zona de Rincón del Diablo, Capitá Miní,  Yahaveré, laguna Itatí Rincón, laguna Misteriosa, arroyo Sánchez y otros lugares.

(http://www.proyectoibera.org/especiesamenazadas_nutria.htm; 2020).

 

La variedad de la fauna del Iberá es sorprendente y apenas superada por las dos formaciones selváticas de la Argentina: la selva Paranaense y la de las Yungas. Y utilizamos la palabra “apenas” porque se iniciaron distintos planes de reintroducción de fauna – los biólogos denominan reasilvestramiento o rewilding a este proceso- que hace algunas décadas aún habitaba esta provincia. Si todos los reasilvestramientos prosperaran la diversidad de fauna, al menos se aproximaría mucho más a la de las referidas selvas.

En distintas etapas de su retorno  están: el oso hormiguero grande (Myrmecophaga tridactila), el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), el pecarí de collar (Pecari tajacu), el guacamayo rojo (Ara chloropterus), el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), el tapir (Tapirus terrestris), el yaguareté  (Panthera onca), el muitú (Crax fasciolata) y la nutria gigante (Pteronura brasiliensis) considerada el mayor carnívoro acuático de la región capaz de predar sobre crías de yacaré (Caiman latirostris).  

La ausencia de máximos predadores –terrestres y acuáticos- en el Iberá, como el yaguareté y la nutria gigante, representa un desequilibrio en el ecosistema  al no haber reguladores tope de las presas. Además, es sumamente importante para el gran proyecto Iberá  contar con especies de fauna emblemáticas y que ejerzan un gran atractivo para los futuros turistas que albergará la gran Reserva Provincial y los Parques Nacional y Provincial Iberá, que en total suman 1.300.000 hectáreas.

Ya está “Coco”, el macho que llegó de Dinamarca y se encuentra aún  en cuarentena. Será el compañero  de Alondra, la hembra que llegó hace menos de un año desde Hungría  y  ya pasó el chequeo sanitario y se acerca al Iberá donde será liberada en la isla San Alonso o ya lo habrá sido en estos momentos. La organización ambientalista The Conservation Land Trust (actualmente Fundación Rewilding Argentina) es la que lleva adelante el proyecto de reintroducción de la nutria gigante.


Sobre trabajos consultados

 

 Bárquez RM, M.M. Díaz y R.A. Ojeda (eds). 2006. Mamíferos de Argentina. Sistemática y distribución. Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), Tucumán 359 pp.

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 Cabrera, A. y  J. Yepes. 1940. Historia Natural Ediar. Mamíferos Sud- Americanos. Vida, costumbres y Descripción. Compañía Argentina de Editores. Buenos Aires.

 Cabrera, A.  1958.  Catálogo de los mamíferos de América del Sur. Revista del Musero Arg. De Cs. Naturales B. Rivadavia e Inst. Nacional de Investigación de las Cs. Naturales, Ciewncias Zoológicas 4: 1-308

 Canevari, M. y O. Vaccaro. 2007. Guía de mamíferos del sur de América del Sur. L.O.L.A. Buenos Aires.

 Canevari, M. y C. Fernández Balboa. 2003.  Cien mamíferos argentinos. Editorial Albatros. Buenos Aires.

 Carter, S. y C.W. Rosas. 1997. Biology and conservation of the Giat Otter, Pteronura brasiliensis.  Mammals  Review, 27: 1-26

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 Crespo, J.A. 1982. Ecología de la comunidad de mamíferos del Parque Nacional Iguazú, Misiones. Revistadel Museo Argentino de Ciencias Naturales «Bernardino Rivadavia», Ecología, 3: 45-162.

 

Chebez, J. C. 1973. Nuestro Libro Rojo. Lobo gargantilla. Revista Vida Silvestre Año III N° 10. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires.

 

 Chebez, J.C. 1994. Los que se van: Especies argentinas en peligro. Ed. Albatros, Buenos Aires. 604 pp

 Chebez, J. C. 1996. Fauna misionera. Catálogo Sistemático y Zoogeográfico de los Vertebrados de la Provincia de Misiones, Argentina. L.O.L.A. ediciones. Buenos Aires.

 Chebez, J.C. 2008. Los que se van.  Fauna Argentina Amenazada.  Tomo 3 Mamíferos. Editorial Albatros. Buenos Aires.

 Díaz, G.B. y R.A. Ojeda (eds). 2000. Libro rojo de los mamíferos amenazados de Argentina. Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), Mendoza 106 pp.

 Díaz, M. y R. Barquez. 2002. Los mamíferos de Jujuy, Argentina. Editorial L.O.L.A. Buenos Aires

 De Angelo, C., Paviolo, A., Di Blanco, Y.  y  Mario Di Bitetti. 2008. Guía de Huellas de los mamíferos de Misiones y otras áreas del subtrópico de Argentina.  Ediciones Subtrópico. Salta. Argentina.

 Duplaix, N. 1980. Obsevations on the ecology and behavior of the giant river otter Pteronura brasiliensis in Suriname. Rev. Ecol. (Terre et Vie), 34: 495-620.

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 Garciarena, M.N. 2009b. Modificación de las curvas de descarga del río Iguazú en el Área Cataratas: 287-296. En: Carpinetti, B.; M. Garciarena y M. Almirón. Parque Nacional Iguazú. Conservación y desarrollo en la Selva Paranaense de Argentina. 1ª edición. Administración de Parques Nacionales, Buenos Aires. 302 pp.

 Giai, A. 1950. Notas de viajes II por el Norte de Misiones. El Hornero,9 (2): 138-164.

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 Massoia, E., Chebez, J.C. y Andrés Bosso.  2012. Los mamíferos silvestres de la provincia de Misiones, Argentina. Fundación de Historia Natural Félix de Azara. 510 pág., 24 x 21 cm. Buenos Aires.

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Imágenes

 

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Marcgrave, George & Willem Piso. 1648. Historia Naturalis Brasiliae... in qua non tantum plantae et animalia, sed et indigenarum morbi, ingenia et mores describuntur et iconibus supra quingentas illustrantur. Lugdun. Batavorum, apud Franciscus Hackium et Amstelodami apud Lud. Elzevirium. 

 

 

Gabriel  Omar  Rodríguez

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