Wenanknnewei ni mapu.
Cheiri no ruine mai
Pelafin ni mapu meu:
Epu wil'ki meten mai
numariumauei,
Wenank u newei.
Triste ha quedado mi
tierra.
Ninguna cosa, pues,
Encuentro en ella:
Sino dos zorzales,
Que lloran amargamente.
Agobiados de pena.
Canto
mapuche referido por Julián Weitra, de Panguipulli.
Dibujo de Claudina Abella para "Aves de Nahuel Huapí", de José Santos Gollan (Administracion General de Parques Nacionales y Turismo, 1949). |
Hace unos años caminaba por las calles de
Puerto Madryn acompañado por las dulces notas del Zorzal Patagónico. Ignoraba
que la historia de este melódico pájaro estaba relacionada con un viaje de
descubrimiento, amor y aventuras.
La corbeta Uranie en sus días de gloria, anclada frente a la isla Raweck,
en Papúa (Nueva Guinea).
Dibujo de Alphonse Pellion.
Voyage autour du monde... exécuté sur les corvettes de S. M. "l'Uranie" et "la Physicienne" pendant les années 1817, 1818, 1819 et 1820.... Atlas Historique / Louis de Freycinet (ed). Pillet Aîné (Paris) - 1825-1844
ROSE
Nuestro recorrido se inicia en Francia. Tras
la caída de Napoleón y durante la restauración de la monarquía, se iniciaba una
década de calma política y prosperidad económica. A través de sus oficiales de
marina el gobierno encaró una serie de
viajes de bajo presupuesto destinados más que a la conquista de territorios a
la investigación científica y al establecimiento de puntos de escala para
futuros emprendimientos. Uno de estos oficiales, el capitán de fragata Louis
Claude de Saulces de Freycinet, presentó a la Marina un proyecto de viaje a las
“Tierras Australes”. Venía de participar en una expedición a las costas del sur
de Australia,
dirigida por su superior, Nicolás Baudin . El nuevo proyecto tenía
el propósito de completar el estudio de la costa oeste y norte de ese
continente, y en segundo lugar realizar estudios científicos.
El 17 de diciembre de 1817 partieron de Toulon, Francia, con destino a Río de Janeiro en la fragata Uranie, de 350 toneladas. A bordo se encontraban el segundo comandante Louis Isidore Duperrey, el cirujano mayor Jean René Constant Quoy, y el segundo cirujano Joseph Paul Gaimard, ambos actuando como médicos y naturalistas. También viajaban el botánico Charles Gaudichaud-Beaupré, el artista Jacques Arago y su aprendiz Adrien Taunay, el joven.
Tras la partida hubo un gran revuelo porque de forma clandestina fue embarcada la esposa de Freycinet, Rose Marie Pinon, de sólo 22 años de edad. Proveniente de la clase media, su casamiento con un aristócrata como Louis no fue impedimento para un matrimonio feliz, siendo bien aceptada por su familia política por su aceptable educación, su simpatía y su “encantador rostro”. Recién casados, Rose no quiso dejar solo a su marido y se le ocurrió la idea de acompañarlo en su viaje alrededor del mundo. Así se lo comunicó y, desde las primeras etapas del proyecto, los esposos planearon el embarque ilegal, a pesar de que las consecuencias podrían costarle la carrera a Louis.
El 17 de diciembre de 1817 partieron de Toulon, Francia, con destino a Río de Janeiro en la fragata Uranie, de 350 toneladas. A bordo se encontraban el segundo comandante Louis Isidore Duperrey, el cirujano mayor Jean René Constant Quoy, y el segundo cirujano Joseph Paul Gaimard, ambos actuando como médicos y naturalistas. También viajaban el botánico Charles Gaudichaud-Beaupré, el artista Jacques Arago y su aprendiz Adrien Taunay, el joven.
Tras la partida hubo un gran revuelo porque de forma clandestina fue embarcada la esposa de Freycinet, Rose Marie Pinon, de sólo 22 años de edad. Proveniente de la clase media, su casamiento con un aristócrata como Louis no fue impedimento para un matrimonio feliz, siendo bien aceptada por su familia política por su aceptable educación, su simpatía y su “encantador rostro”. Recién casados, Rose no quiso dejar solo a su marido y se le ocurrió la idea de acompañarlo en su viaje alrededor del mundo. Así se lo comunicó y, desde las primeras etapas del proyecto, los esposos planearon el embarque ilegal, a pesar de que las consecuencias podrían costarle la carrera a Louis.
Así explicaba Rose su
insólita decisión: “He elegido entre mi afecto y los prejuicios que debería
enfrentar con la certeza de ser desaprobada por una gran parte del mundo (…) He
elegido el partido que me pareció era el más feliz para mi marido y para mí. La
vida es tan corta que uno quisiera embellecerla lo más posible y jamás
lamentaré la decisión que he tomado porque he endulzado en muchas ocasiones la
vida de mi marido. Esos momentos me han hecho olvidar las privaciones que he
sufrido durante estos tres años”.
Antes de partir Rose pasó “una noche muy agitada, reflexionando sobre la tentativa un
poco audaz en que habría de arriesgarme y sobre todo lamentando a las personas
que dejaría por tan largo tiempo”. Como
excusa para su ausencia, les dijo a sus parientes y amigos que viajaba a
Marsella a casa de un pariente de su marido. Una amiga le cortó los cabellos no
habiendo podido terminar esa operación “sin vertir sus lágrimas”, y a las 23.30
hs se vistió con ropas de hombre y, en medio de la noche, se dirigió al puerto con su marido para
embarcarse. “Parecía que la Luna quería proteger mi huída: se ocultó para
impedir que las personas que encontrara me reconocieran”. Pasaron momentos de
zozobra cuando debió entregar la orden de embarque bajo la luz de un farol y luego,
al pasar entre los oficiales en el puente del barco, quienes le preguntaban quién
era. Un amigo salvó la situación diciendo que era su hijo. Pasó el resto de la
noche temiendo ser descubierta y desembarcada por las autoridades.
Rose Marie Pinon a la edad de 17 años.
Grabado a partir de un retrato original propiedad del Baron Claude de Freycinet.
http://museum.wa.gov.au/exhibitions/journeys/The_Explorers/Rose_de_Freycinet.html
Habían conseguido un lugar para ella en el barco, desplazando al oficial Leblanc y preparando una cabina especial en la cubierta. Aparentemente dicho oficial informó a la prensa que, como es habitual, lo publicó inventando y exagerando los detalles: “Un incidente bastante singular ha marcado el primer día de esta navegación. En el momento en que una fuerte borrasca recibió a la corbeta a lo largo del cabo Sépet, se vio sobre el puente a una personita, temblorosa, sentada en el banco del alcázar ocultando su cara entre las manos y esperando que alguien la reconociera y la abrigara, porque la lluvia caía a torrentes y el viento soplaba en ráfagas. Esta joven y linda persona era la Sra. Freycinet, que vestida de marinero, se había deslizado furtivamente a bordo, de manera que, para bien o para mal, el comandante de la expedición se vio forzado a darle la bienvenida y alojar a la intrépida viajera, cuya ternura no quería que su marido corriera solo los peligros de una difícil navegación”
Al conocer estas
noticias hubo indignacion en los círculos oficiales ya que la presencia de
mujeres en los buques de la armada era ilegal y además se consideraba de mala
suerte. El gobierno no aprobó “este acto
de devoción conyugal”, pero cuando reaccionó, el buque ya estaba lejos y las
órdenes al prefecto de Toulon y al cónsul en Gibraltar no llegaron a tiempo. Llegados
al peñón, Rose visitó al gobernador vestida con un traje de marinero con levita
y pantalon azul, lo que provocó una fría recepción. Pero más tarde, viendo que el
cónsul francés no hizo objeción a su
presencia, cambió su atuendo por ropas femeninas, que mantendría durante el
resto del viaje.
Desde Brasil el viaje continuó por Sudáfrica,
isla Mauricio, la costa oeste de Australia, Timor, e islas de la Sonda.
Agobiados por el escorbuto y la disentería hicieron escala en Guam y tras tocar
Hawai, bajaron hasta Sydney. Al pasar cerca de Samoa descubrieron un islote al que
Freycinet bautizó Rose en honor a “una persona que me es extremadamente
querida”, es decir su esposa, la pasajera ilegal. Ella comentó “Ya está hecho,
mi nombre ha sido vinculado a un pequeño rincón de la Tierra; bien pequeño, en
efecto, porque quizás los envidiosos no le darán más que el nombre de islote;
tal como está, encontrado de noche, nos podría haber sido funesto, mientras que
desde ahora, señalado en las cartas de la expedición, se tendrá cuidado, y
nadie, espero, morirá por los peligros que rodean la isla Rose”. Ignoraban que
el islote había sido descubierto en 1722 por Jakob Roggeveen quien lo había
bautizado Vuyle Eyland (Isla de los Pájaros), sin embargo el nombre Rose fue el
que persistió. También nombraron en su honor al cabo Rose en la bahía
Shark, en la costa oeste de Australia.
Pero no era éste el primer episodio de éste
tipo para los viajes de exploración franceses. Durante el viaje de Louis de
Bougainville (1766-1769), la compañera del botánico Philibert Commerson, Jeanne Baret,
también vestida de hombre, sería la primera mujer en circunnavegar la Tierra
(Ver nuestra nota en este blog JEANNE
BARET - EL MISTERIOSO AYUDANTE DE COMMERSON https://historiaszoologicas.blogspot.com/2011/07/el-misterioso-ayudante-de-commerson.html).
Recepción en Diély (Timor).
Uno de los pocos
documentos que confirma la presencia de Rose de Freycinet. En otras ediciones
sería borrada de la lámina. Pintura de Jacques Arago.
Freycinet, Rose de -1927- Journal du Voyage autour du monde à bord de l'Uranie, 1817-1820, d'après l'édition de 1927, annotée par Charles Duplomb, directeur honoraire au ministère de la Marine, Paris :éditions du Gerfaut y http://nla.gov.au/nla.obj-138059498/view
Durante el viaje Rose no colaboraba con los trabajos cientificos, pero coleccionaba conchas marinas, bordaba y estudiaba guitarra e inglés. Tuvo una conducta intachable durante todo el recorrido y se ganó el aprecio de la tripulación por su trato agradable, su compostura y su valentía. A su regreso, ni la Marina Francesa ni el rey Luis XVIII tomaron ninguna acción contra el capitán por la presencia de Rose en la expedición, y a pesar de que se llevó a cabo una corte marcial finalmente fue exonerado por la pérdida de la nave. Incluso Louis fue felicitado por el rey por su trabajo científico y ascendido a capitán de navío, y la pareja fue muy festejada y requerida en los salones parisinos. Pese a ello Rose no apareció en ninguno de los documentos y relatos oficiales de la expedición. Los científicos del viaje nombraron en su honor a la Paloma Imperial de Nueva Guinea (Columba pinon = Ducula pinon) y a dos plantas: el Hibiscus pinonianus y un hermoso helecho arborescente Pinonia splendens (= Cibotium chamissoi).
Durante el viaje Rose no colaboraba con los trabajos cientificos, pero coleccionaba conchas marinas, bordaba y estudiaba guitarra e inglés. Tuvo una conducta intachable durante todo el recorrido y se ganó el aprecio de la tripulación por su trato agradable, su compostura y su valentía. A su regreso, ni la Marina Francesa ni el rey Luis XVIII tomaron ninguna acción contra el capitán por la presencia de Rose en la expedición, y a pesar de que se llevó a cabo una corte marcial finalmente fue exonerado por la pérdida de la nave. Incluso Louis fue felicitado por el rey por su trabajo científico y ascendido a capitán de navío, y la pareja fue muy festejada y requerida en los salones parisinos. Pese a ello Rose no apareció en ninguno de los documentos y relatos oficiales de la expedición. Los científicos del viaje nombraron en su honor a la Paloma Imperial de Nueva Guinea (Columba pinon = Ducula pinon) y a dos plantas: el Hibiscus pinonianus y un hermoso helecho arborescente Pinonia splendens (= Cibotium chamissoi).
Rose fue la primer mujer circunnavegante en
escribir un relato de su aventura. Envió una serie de cartas a su prima y amiga
Caroline de Nanteuil contándole las peripecias del viaje. Las mismas fueron
publicadas un siglo más tarde en forma de diario de viaje. Rose sufría de una
enfermedad del estómago desde hacía tiempo, pero pese a ello se ocupó de
atender a su marido gravemente enfermo durante la epidemia de cólera en Paris.
Él se salvó pero lamentablemente ella se contagió y, en apenas un día falleció,
el 7 de mayo de 1832, a los 36 años de edad.
“¡Ay! ¡Lo que las tempestades no pudieron
hacer, lo que no pudieron hacer las enfermedades más peligrosas de los climas
pestilentes, el cólera se ha encargado de hacerlo en París y la pobre viajera,
la dama enérgica, la esposa devota, la amable dama y bondadosa, ha dejado esta
Tierra que había recorrido de un extremo al otro! Que tenga paz” (Jacques
Arago).
NAUFRAGIO EN LAS MALVINAS
Luego
de pasar por el cabo de Hornos, a causa de una tormenta, buscaron refugio
en la bahía de los Franceses (Bahía de la Anunciación o Berkeley Sound),
en la isla Soledad (Malvinas). Al entrar
en la misma impactaron en una roca sumergida, naufragando el 14 de febrero de
1820. La fragata quedó encallada cerca de la costa y se trató de recuperar la mayor
cantidad de objetos, alimentos, etc. Sin embargo, parte de las colecciones
científicas se perdieron: unas 18 cajas con unos 2500 especímenes botánicos, más
de la mitad de lo herborizado.
Campamento en Bahía de los Franceses (Is. Malvinas) tras el
naufragio.
La tienda más alta sería la de Rose. Pintura de Nicolas Maurin.
http://museum.wa.gov.au/research/research-areas/maritime-archaeology/treasures-from-the-deep/uranie-voyage
Arago
perdió su colección de conchas marinas y “las diferentes armas de casi todos
los pueblos de la tierra; aves raras y curiosos reptiles; mi ropa de cama; mis
libros; diez portfolios con bocetos y dibujos terminados”. Afortunadamente
lograron recuperar los diarios y notas sobre historia natural y demás documentos
científicos, e incluso la guitarra de Rose. Además, Quoy salvó el gran libro de
peces de Marc Éliéser Bloch (Ichtyologie, 1785-1797).
En el lugar del naufragio establecieron un campamento, que más tarde
trasladaron a un mejor sitio. El 19 de marzo llegó al lugar el barco lobero
estadounidense General Knox y comenzó entonces una trabajosa negociación con su
ambicioso capitán, Horn, cuyos intentos de rapiña debieron resistir. Finalmente
llegaron a un acuerdo con el capitán Galvin, de otro buque llegado a la zona, el
Mercury, que llevaba prisioneros chilenos a Montevideo. Rose se encargó de embalar la documentación y
demás efectos en unas 30 cajas, y el 27 de abril dejaron las Malvinas. En Montevideo
compraron el Mercury, rebautizándolo con el nombre de Physicienne y, a su bordo,
llegaron a Francia el 13 de noviembre de 1820.
Rose no dejó casi ninguna referencia sobre la
naturaleza de las Malvinas: “Todas las
costas que nos rodeaban eran escarpadas y bordeadas de rocas (…) El aspecto era
árido y arenoso y no se veía un solo árbol que pudiera atenuar la monotonía de
estas colinas de arena y hierbas secas”. A menudo “el frio es muy desagradable durante
todo el día y la lluvia no deja de caer”. Destinaron un grupo de cazadores que
se encargó de proveerlos mayormente de caballos, algún cerdo o vacuno
cimarrones, becasinas, pingüinos y ocas, es decir cauquenes. En cambio Arago habló de las costas
“absolutamente privadas de verdura y pobladas por un número considerable de
aves y animales marinos” y más adelante comentaba sobre “las legiones inmensas de
aves que la pueblan”. En una oportunidad
localizaron “un animal horrible y grande como la corbeta”. Era un elefante marino
que lograron cazar obteniendo carne para una docena de días. Los cazadores “despoblaron las costas del mar
de patos y zambullidores, que sin nosotros quizás morirían de viejos (…) los
negros zambullidores, los inocentes gansos [cauquenes], y los patos pesados y
repletos abandonaron ya las espadañas y
las praderas (…) pobres aves, cuyas osamentas blanqueadas se amontonan en los lugares
donde hemos establecido nuestro campamento”. Cerca del campamento se encontraba la isla de los Pingüinos donde críaban los lobos marinos y miles de pingüinos
cuyos roncos gritos escucharon ya la noche misma del naufragio.
Otra vista del campamento en Bahía de los Franceses (Is. Malvinas)
donde puede apreciarse a la izquierda a l’Uranie encallada.
Dibujo de Alphonse Pellion.
Voyage autour du monde... exécuté sur les corvettes de S. M. "l'Uranie" et "la Physicienne" pendant les années 1817, 1818, 1819 et 1820.... Atlas Historique / Louis de Freycinet (ed). Pillet Aîné (Paris) - 1825-1844.
LOS ZOÓLOGOS DE LA EXPEDICIÓN
Jean René Constant Quoy era el cirujano mayor de a bordo, y actuaba como naturalista zoólogo junto con el cirujano asistente Joseph Paul Gaimard. Se destacaron por incluir invertebrados en las colecciones, animales que en general eran ignorados por otros naturalistas navales. Además Quoy hacía bosquejos en color de los especímenes ya que muchos de los colores cambiaban una vez muertos. En Río de Janeiro capturaron animales vivos, entre ellos un coatí y un perezoso. También hicieron una colección de 200 mariposas. Gaimard observó los grandes albatros del Atlántico, capturando algunos para estudiar su contenido estomacal, que resultó ser de calamares y sepias. En la costa oeste de Australia obtuvieron varios marsupiales desconocidos para la ciencia, así como varias especies de periquitos y un ejemplar del verdugo flautista (Gymnorhina tibicen), pájaro de canto muy admirado e interesante comportamiento. En Timor descubrieron una especie de cérvido: el sambar de la Sonda (Rusa timorensis), y una especie de pez de los manglares, de ojos saltones, el perioftalmo de Freycinet (Periophthalmus argentilineatus). En las Molucas, Gaimard encontró un ave nueva: Megapodius freycinet, que tiene la característica de incubar sus huevos enterrándolos en pilas de restos vegetales.
Las colecciones que obtuvieron fueron muy valoradas por Cuvier quien los felicitó especialmente. Entre los ejemplares que entregaron al Museo de París, había 25 especies de mamíferos, de las cuales cuatro eran desconocidas, 313 especies de aves (45 nuevas), 45 de reptiles (30 nuevas), 164 de peces (120 nuevas) y numerosos insectos e invertebrados marinos. Además una cabeza de tapir adulto, 3000 ejemplares de plantas y 900 muestras de rocas. A la vuelta del viaje Quoy y Gaimard escribieron el informe zoólogico. “En cuanto a los doctores Qoui y Gaimard, y al botánico Gaudichaud, las ricas colecciones que trajeron, y que no son más que una muestra de lo que se perdió en nuestro naufragio, dirán más de lo que yo pueda decir. Sé por experiencia lo que han sufrido en sus peligrosas expediciones” (Arago). “El celo de estos dos viajeros merece por lo tanto muchos más elogios, porque, no siendo naturalistas de profesión, no pudieron llevar para sus investigaciones, más que una instrucción general que abarca a la vez las diferentes partes de la zoología. Prepararon ellos mismos, con un cuidado infatigable, los animales que colectaron; y junto con el señor Gaudichaud, farmacéutico de la Uranie, han brindado al Museo, con noble desinterés, una cantidad de objetos curiosos que han obtenido durante el viaje”. (Informe de Arago ante la Academia Real de Ciencias el 23/04/1821) |
EL ZORZAL PATAGÓNICO
Pero ¿qué tendrá todo esto
que ver con el personaje que motiva esta nota, el Zorzal Patagónico?
Turdus falklandicus.
Dibujo de John Gerrard Keulemans.
Catalogue of the Birds in the British Museum. British Museum (Natural History).
Department of Zoology. [Birds]. Vol 5. London. 1881
Pues que durante su estadía en Malvinas, de casi tres meses, los científicos no dejaron de hacer su trabajo y siguieron recolectando y preparando ejemplares. Es así que dieron con este zorzal del que informaron: “No hace más que mostrarse en las islas Malvinas durante un cierto período del año, atraído por las bayas suculentas del empetrum. Su verdadera patria parece ser la extremidad de la América meridional”. Probablemente se referían a la murtilla o brecillo (Empetrum rubrum) que fructifica en febrero en las islas. “Estos pájaros van en grupos de 3 o 4, y son poco huidizos”.
Pero como señalaba Charles Darwin, había un antecedente anterior a este descubrimiento. El monje benedictino Antoine-Joseph Pernety, capellán y naturalista de la expedición a las islas Malvinas de Louis Antoine de Bougainville en 1762-1763, observó que en las islas “se encuentran también mirlos”, refiriéndose sin duda a esta especie. En 1833, el propio Darwin pasó por las islas
Malvinas y comprobó que el zorzal “habita principalmente las colinas más
rocosas y secas. Vive también en las vecindades del asentamiento, y con mucha
frecuencia puede vérselo dentro de viejos cobertizos. En este sentido, y en general
en sus hábitos, se asemeja al tordo inglés (Turdus
musicus): su grito, sin embargo, es diferente. Es confiado, silencioso e
inquisitivo”.
El capitán inglés Charles Compton Abbott,
hizo también algunas observaciones en Malvinas en 1858-1860: “Este pájaro se
encuentra generalmente entre las rocas de las colinas, aunque a veces fecuenta
los jardines de Stanley en busca de gusanos”.
En el Estrecho de Magallanes el capitán Phillip Parker King, descubrió en 1830 la raza continental del zorzal. Poco después, Titian Ramsay Peale, el naturalista de la Expedición de Exploración de los Estados Unidos al Pacífico Sur (1838-1842) encontró un juvenil de este pájaro en Orange Bay (Isla Hoste, Tierra del Fuego): “Su tamaño, voz y aspecto general es tan parecido al del Robin de Norteamérica [Turdus migratorius], que pocos de nuestros oficiales podían ser convencidos de que no eran idénticos”.
“Hablando de las aves pequeñas, no debo omitir un zorzal, que canta notablemente con dulzura” decía el naturalista escocés Robert Oliver Cunningham, quien viajara en el HMS Nassau en 1866-1868 para relevar la fauna del Estrecho de Magallanes.
En 1902 el ornitólogo Roberto Dabbene vio que en Tierra del Fuego
“abundan en los alrededores de Ushuaia, y los encontré muy arriba, sobre las
montañas, adonde concluye el bosque”.
“El zorzal magallánico es común en los matorrales en los bordes del
bosque; no frecuenta el pastizal despejado, salvo en invierno, cuando se lo
puede ver ocasionalmente en la cercanía de los establecimientos (…) Nadie puede
observar a este pájaro sin señalar que tiene más de la imprudente presencia del
mirlo [Turdus merula] que de las maneras desconfiadas del zorzal [Turdus philomelos]. Pasó mucho tiempo hasta que me acostumbré a sus
diversas llamadas. Si uno se mete en su territorio, muestra una curiosidad
hostil – acosando y siguiéndolo a uno persistentemente, y lanzando unos
silbidos estridentes. Si se lo saca de su escondite, emite un “tut-tut”, y se
va volando riéndose. En esas aún lindas tardes de verano, que son
extremadamente raras en estas tempestuosas regiones, canta desde la cima de los
árboles, lejos en la noche. El canto es dulce y a la manera del zorzal común,
pero algo limitado en su estructura. Da la idea de que lo está practicando más
que ejecutándolo, de alguna manera interrumpiéndolo en su parte más
interesante; sin embargo contiene algunas bellas notas plenas” (Crawshay).
Turdus magellanicus.
Scott, W. E. D. & Sharpe, R. B. – 1915 – Ornithology. Part IV Anatidae - Tytodidae. en J. B. Hatcher, J. B. (Ed.) Reports of The Princeton University Expeditions to Patagonia, 1896-1899. Volume II. Part IV. Princeton, N. J. The University. Stuttgart
En
las lejanas islas del cabo de Hornos, en las quebradas boscosas de la isla
Deceit, Percival W. Reynolds escuchó las
extrañas y mímicas notas del Zorzal Magallánico.
“Así en el denso gotear de una
mañana lluviosa, tras la partida de los petreles hacia el mar, el suave canto
del zorzal parecía primero en verdad el llamado de estas aves marinas a la
distancia, tras lo cual imitó las voces nocturnas de la becasina y, al romper
el día, su discreto susurro dio lugar a una fuerte y marcada mímica del coro de
ostreros negros, o al repentino clamor de las carancas” (Murphy).
Al norte de la Patagonia, a orillas del Río Negro, también se
encuentra nuestro zorzal. Allí llegó en 1879 Adolf Doering formando parte de la
Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la Expedición de Roca a
la Patagonia. Los bosques de sauces de las orillas del río “son el verdadero
elíseo para el alegre Turdus falklandicus,
especie que abunda mucho, corriendo numerosos individuos, con preferencia sobre
el suelo húmedo, y anidando en los mismos saucedales durante la estación de la
primavera”. En esos mismos bosques Alcide D’Orbigny ya había visto a los
zorzales en abundancia en el invierno de 1829: “Raramente solos, van
generalmente en pareja, pero nunca en bandadas, y rehúyen la compañía de otras
aves. Cosa bastante destacable para un pájaro poco asustadizo ante el hombre, que
sin embargo es arisco. Sus costumbres son las de nuestros zorzales; su vuelo es
corto, espasmódico, poco prolongado, nunca elevado; vivo en sus movimientos,
camina con velocidad y hace a veces escuchar una especie de silbido de contacto
entre los diferentes individuos”. William
Hudson que también lo conoció allí, lo consideraba un hermoso zorzal, pero con
un canto, respecto del zorzal colorado (Turdus rufiventris) , más pobre y que “recuerda los primeros ensayos de un
pichón”. Curiosamente, atribuía esa pobreza a que generalmente los zorzales colorados cantan sólo en épocas de calor y cuando el aire está tranquilo, mientras que en
la Patagonia los fuertes vientos de verano hacen que el ave cante menos y
“parece que está perdiendo del todo la facultad de cantar”.
Turdus magellanicus.
Dibujo de John Gerrard Keulemans.
Catalogue of the Birds in the British Museum. British Museum (Natural History).
Department of Zoology. [Birds]. Vol 5. London. 1881.
EL ZORZAL Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
|
Los mapuches llamaban al zorzal wilki, huilque o huilqui. De allí surgen los siguientes topónimos:
- Huilque: zorzal (de wilki). Localidad en la comuna de Achao, isla de Quinchao,
Archipiélago de Chiloé, Chile.
-Huilquío: Lugar de zorzales (de wilki, zorzal, y we, lugar). Cerro en la provincia de Cachapoal, O'Higgins, Chile.
-Huilquilemu: Bosque del zorzal (de wilki, zorzal y lemu,
bosque). Población en Talca, Chile.
-Huilqueco: Agua del zorzal ( de wilki, zorzal y ko,
agua). Río, en el norte de la isla
Grande de Chiloé, Chile.
-Quilahuilque:
Tres zorzales (de küla, tres y wilki, zorzal) Roca en la isla
Caucahue, archipiélago de Chiloé, Chile.
El Huilque es el primer cantor del día, aún
antes del amanecer, como lo hace su primo el zorzal colorado en nuestras calles
de Buenos Aires. Por eso el poeta Lorenzo Aillapan lo considera el “Director de
Orquesta” de los demás pájaros.
El médico y misionero Félix José de
Augusta (August Stephan Kathan), gran estudioso de la lengua mapudungun, escribió estos versos tomados de su poema
“Primavera”:
Shiwu an-ai, pichi kompan,
Loika, kelu reku,
Kureu, wilki ulkentukei,
Wedwed, rere, chukau ka melei;
Itrokom
fucha ayuukelei:
Wesha
pukem rupai ria.
El
jilguero, pequeño amigo,
Loica
con su pecho rojo,
Tordos
y zorzales cantan,
Wedwed,
carpintero y chucau
no
faltan;
Todos
están contentos:
Pues
ha pasado el mal invierno.
Para los aónikenks el zorzal es segdep
o segiep. Los onas o selknams lo llamaban kiolts y los haush o manekenk, jolch.
Por su parte en yámana según
las distintas grafías, es jakásirj,
hakásirj, hákasír, hakásij, xakacir, akaçikh o akaçigh. Creían que es un ave muy solícita para criar a sus hijos y entrena
a los hijos mayores para que la ayuden en esa tarea. Es quizás una observación
popular de la cría cooperativa en aves.
Los habitantes de San Juan de Chadmo (Chiloé)
creen que su canto dice “Bendito y alabado sea Dios” y que lamenta su
desnudez, y la pérdida de sus padres y sus hijos. En Temuco, destacando lo
flaquitas que son las patas de los pájaros, se le dice “canillas de huilque” a
las personas de piernas largas y delgadas.
Finalmente dejamos aquí a nuestro protagonista
retratado en los versos de Pablo Neruda:
Zorzal seguro en el jardín,
firme en los pies, ojo seguro,
oído que siente ondular
bajo la tierra las lombrices,
calzado como un caballero
con botas de piel amarilla
no necesita levantar
sus alas llenas de rocío
ni su plumaje de pimienta,
viaja por tierra y por la hierba
recorre el perfume de Chile,
el olor a trigales secos,
la sombra de las naranjas,
el aire verde de la menta
y cuando se siente agobiado
por tantos dones naturales
suspira el zorzal melancólico,
toma en sus alas la tristeza
con su guitarra vegetal
y grita con la voz del agua,
canta su líquida canción
como una gota o una uva
o una saeta que tembló
y sigue el zorzal su camino
pisando con delicadeza
el cuerpo fragante de Chile.
firme en los pies, ojo seguro,
oído que siente ondular
bajo la tierra las lombrices,
calzado como un caballero
con botas de piel amarilla
no necesita levantar
sus alas llenas de rocío
ni su plumaje de pimienta,
viaja por tierra y por la hierba
recorre el perfume de Chile,
el olor a trigales secos,
la sombra de las naranjas,
el aire verde de la menta
y cuando se siente agobiado
por tantos dones naturales
suspira el zorzal melancólico,
toma en sus alas la tristeza
con su guitarra vegetal
y grita con la voz del agua,
canta su líquida canción
como una gota o una uva
o una saeta que tembló
y sigue el zorzal su camino
pisando con delicadeza
el cuerpo fragante de Chile.
Alex Mouchard
REFERENCIAS
-Abbott CC -1861- Notes on the Birds of the
Falkland Islands. The Ibis, Vol. III.
-Aillapan L & Rozzi R
-2004- Una Etno-Ornitología Mapuche
Contemporánea:
Veinte Poemas Alados de los
Bosques Nativos de Chile. Ornitologia Neotropical 15 (Suppl.).
-Arago J -1822- Promenade
autour du monde pendant les années 1817, 1818, 1819 et
1820, sur les corvettes
du Roi L’Uranie et la Physicienne, commandées par M. Freycinet. Tomo II. Paris :Leblanc.
-Babeix C -2005- Rose de Freycinet. Journal
du voyage autour du monde à bord de l’Uranie (1917-1820). Congrès du comité des
travaux historiques et scientifiques. La Rochelle.
-Bounoure G -2008-
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Saludos desde el sur de la costa chubutense, desde Comodoro Rivadavia.
ResponderBorrarQuería felicitarlo por el blog y el trabajo de documentación que hay detrás de cada especie que poco a poco va sumando. La vinculación entre la cultura y la naturaleza me resulta fascinante.
En cuanto al protagonista de esta entrada, por acá tenemos la suerte también de tener a los zorzales patagónicos en todo lugar donde haya árboles. Ellos se desplazan solo a la estepa cuando los frutos de los arbustos están maduros.
Mucha suerte y como siempre, esperando nuevas entradas para conocer mas "Historias zoológicas" detrás de las especies del continente.