"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 5 de febrero de 2017

EL CARANCHO, CARACARÁ o TRARO (Caracara plancus) – CORSARIO DEL MUNDO ALADO

Carcará
Pega, mata e come
Carcará
Não vai morrer de fome.

                       Canción de João do Vale

          En nuestras grandes ciudades es cada vez más común ver al carancho,  una rapaz de buen porte y aspecto llamativo, atacando nidos de cotorras y de palomas, tratando de sacarle los pichones o bien acechando posibles presas posados en antenas o torres en lo alto de los edificios. Su historia comienza en las desoladas islas del archipiélago de Hornos, en los borrascosos mares del extremo sur del continente americano.


Le Grand Caracara
Spix JB von, Martius KFP von & Schmidt M -1838-1839 -  Avium species novae


         LA HISTORIA DEL CARANCHO

          A fines del año 1775 el capitán James Cook se encontraba realizando su segundo viaje de navegación alrededor de la Tierra. Exploraba los desolados parajes vecinos al cabo de Hornos. Llevaba a bordo al gran naturalista John Reinhold Forster (ver la entrada “El pingüino rey Aptenodytes patagonicus y los Forster”).  A fin de que los científicos pudieran capturar aves para sus colecciones, y los marineros, “gansos” (cauquenes)  para comer, Cook, los desembarcó en la isla Shag, en el canal de Christmas, al S.E. de Tierra del Fuego.  Relata el capitán: “Con frecuencia he visto águilas y buitres posados en los altozanos”, y continúa: “cabe preguntarse de qué viven estos animales: supongo que de los cadáveres de las focas y aves que mueren por causas diversas”.

Georg Forster, el hijo de John que viajaba como ayudante y dibujante, cuenta el hallazgo de un ave rapaz ocurrido el 23 de diciembre, documentado por el artista William Hodges:   “Mr. Hodges tomó un boceto de todo el canal desde lo alto, el cual tiene un aspecto muy paisajístico desde ese punto de vista. Fue grabado para el relato del viaje del capitán Cook; y la impresión se destaca por la figura de un halcón en primer plano, el que, por su tamaño sobrenatural, parece recordar al rukh [ave Roc], celebrada en los cuentos árabes, más que cualquier otra ave de menos fantásticas dimensiones. Nos encontramos  con una muy hermosa especie de gavilán en Tierra del Fuego, del tamaño aproximado del halcón peregrino, pardo, con una cresta negra, y el cuello y los hombros barreados de color gris y chocolate; la figura antes mencionada puede quizás querer representar a esta especie”.  Por su parte, Forster padre agrega: “Vive en las rocas vecinas al mar, y se lo ve en las ramas de los árboles secos”. 


Christmas Sound, Tierra del Fuego
20-28 December 1774
Grabado de W. Watts, de un dibujo tomado del natural por W.Hodges. 
Publicado en 1777 por Wm. Stahan en New Street Shoe Lane & Thos. Cadell in the Strand ,London.
Captain Cook Birthplace Museum, Middlesbrough Council
http://www.captcook-ne.co.uk/ccne/exhibits/chrisound/index.htm

 Pocos días después, el 3 de enero del nuevo año, vuelven a encontrarlo en el archipiélago de Año Nuevo, al norte de la isla de los Estados. Allí, lo ven posado sobre las rocas, emitiendo una “voz de gallina”. Forster lo clasificó en el mismo género del cóndor, Vultur, quizás por verlo comer carroña. Cazan un ejemplar del ave en cuestión, que conservan en alcohol, y que más tarde sería inspeccionado en Londres por el ornitólogo John Latham que le dio el nombre específico plancus y lo ubicó, más correctamente, entre los halcones.  “El nombre planci de Plinium, libro X, cap 3, es propio del águila patera [el águila moteada Clanga clanga], ave ésta que produce una voz quejosa”. Por ello Latham  lo llamó “plaintive falcon” (= halcón lastimero), pero ahora lo conocemos como carancho o caracará. El ejemplar fue dibujado por John Frederick Miller, un conocido ilustrador de historia natural, y se lo ve algo desteñido, quizás por efecto del alcohol. Acá podemos ver la lámina, publicada en 1777.

Caracara plancus
Miller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. 



Más de un siglo antes, en 1648, Georg Marcgrave había registrado la misma especie en el nordeste de Brasil con el nombre indígena de caracará,  acotando que eran  “aves muy peligrosas para los pollos”, y haciéndole el impreciso dibujo que adjuntamos.  También anotó el nombre que le daban los portugueses gavião, es decir gavilán.


Caracará
Marcgrave G  -1648- Historia Naturalis Brasiliae


Félix de Azara (1802) lo conoció en Paraguay por ese mismo nombre guaraní al que consideraba onomatopéyico (“nombre que conservo porque lo canta con frecuencia”) y agrega que en el Río de la Plata le dicen carancho. También anota detalles de su comportamiento como este curioso regalo nupcial: “Uno cogió un sapo, y subiéndose a un árbol, llamó a su consorte y se lo regaló”. Para él es un ave totalmente oportunista: “No ignora este páxaro todos los modos de subsistir: los practica. Todo lo sabe, atisba, comprehende y aprovecha”. Cuenta sobre sus actividades de caza cooperativas en las que logra matar ñandúes, venados pequeños y corderos, “empezando por quitarle los ojos; y si en las majadas de ovejas no hay perros, un caracará solo basta para comer el cordón umbilical, y destripar los recién nacidos.” Además le roba la comida a otras aves, actividad que hoy en día se llama cleptoparasitismo: “exceptuando las águilas, a todos los demás quita la presa, y puede decirse que cazan también para él”.


Y pasa como el carancho,
Porque el mal nunca se sacia,

(Hernández, J – El gaucho Martín Fierro)

      
Al otro lado del continente, en Chile, el abate Molina (1782) lo anotó con el nombre local araucano de tharu (en realidad traru o traro) y afirmaba que “se alimenta de toda clase de animales, y aún de cadáveres”. Y así canta: “El macho camina siempre con una gravedad afectada   …   va elevando gradualmente la cabeza, hasta que llega a tocar el lomo, y con el pico en alto termina su aburrida canción”.
       
El carancho para ser un socio estrecho del hombre como señalaba otro gran naturalista, Alcide D’Orbigny (1831): “el caracará sigue al hombre , ya sea en la civilización de las ciudades, ya sea en la simplicidad de su vida pastoral, en el seno de las planicies … no encontraría bastante alimento si no se asociara con el hombre, con el que comparte alternativamente las privaciones y la abundancia, sufriendo, como él, el hambre, sin quejarse, o consumiendo , en un solo día, las provisiones de una quincena”.  Y así los vio, reunidos de a miles alrededor de los saladeros de carne, junto a los jotes, esperando el descarte de las carcasas con restos de carne. “Siguen a los viajeros y a los indios, permaneciendo tan cerca como si fueran animales domésticos  … Este corsario del mundo alado acompaña a veces al cazador, sin que este último lo sospeche; y cuando el cazador a abatido un ave, si no es rápido para recobrarla, más alerta que él, el caracará le lleva la caza con una desvergüenza sin par”.  En Rosario (provincia de Santa Fe) vio en un sauzal unos “siniestros caranchos atraídos sin duda por la multitud de pescados muertos que las aguas habían arrojado allí”.

Con respecto a su nombre común, D’Orbigny acepta que se trata de una onomatopeya de su canto nupcial y así parecen confirmarlo los nombres que recibe entre otras etnias y que enumera prolijamente: kirakira (morotoca), acachacacha (saraveca), kejru (tehuelche), chamcham ( puelche), iriartaic (mocoví), anéaradé (qom). Entre otros pueblos, sin embargo,  el nombre no parece relacionado con su voz: nutuich (chiquito), alor (samuca), aravo (otuké), tipan (quitemoca), nacogné (cucikia), silla (paunaca), ketseco (paiconeca), catavo (muchojeon), catavora (bauré), uhuéké (itonama), neuchararu (canichana), y tui (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia). Tal profusión de nombres parece confirmar la cercanía entre esta rapaz todo terreno y el ser humano.  En cuanto al nombre rioplatense de carancho, sería de origen quichua y significaría “pelado, sin plumas”.

       En Uruguay abunda y como cuenta Hermann Burmeister (1856) así consigue su alimento: “Este pájaro se para en el suelo donde no hay arbustos, y camina en persecución de toda clase de animales chicos, sobre todo langostas y ratones campestres, sin atreverse a enfrentar a los animales de mayor talla. En cambio es muy ávido de carroña fresca”.

       Charles Darwin (1836) observó los conflictos del carancho con su pariente menor: “Cuando el Carrancha [así lo llama] está tranquilamente posado en la rama de un árbol, o en el suelo, el Chimango a menudo vuela una y otra vez por delante y detrás de él por largo tiempo, hacia arriba y abajo en semicírculo, tratando, cada vez que pasa por la parte más baja de la curva, de golpear a su pariente mayor. El Carrancha le da poca importancia, salvo que agacha la cabeza.”  Sobre su voz dice: “A veces el Carrancha es ruidoso, pero generalmente, no; su grito es fuerte, muy áspero y peculiar, y puede comparárselo con el sonido de la “g” gutural española, seguido de una áspera “rr”. Quizás los españoles de Buenos Aires, por esta causa, lo han llamado Carrancha”.

Confirmando a Marcgrave, Claudio Gay (1847), en Chile, señala cuan perjudicial es el traro para las gallinas: “cuando tienen hambre entran en los corrales, se reúnen disimuladamente con las gallinas, pican como ellas, y luego que tienen cerca un polluelo lo arrebatan traidoramente para ir a devorarlo” y confirma que es “un gran destructor de pájaros por los infinitos huevos que pilla de los nidos” y sin embargo “muy rara vez o casi nunca persiguen a los pájaros, sin duda por cobardía, pues apenas uno de ellos cae herido que inmediatamente se echan encima”.  Su canto parece variar según la región: “en el Brasil y el Paraguay pronuncian perfectamente caracará, de donde viene su nombre; en ChiIe varia algo y se distingue por las dos silabas tra y ro, repetidas muchas veces, gritando ya solo la primera, ya la segunda, para lo cual llevan la parte superior de su cabeza sobre la espalda y levántanla después al pronunciar su rrrooo”.  Para la gente de San Luis (Argentina), en cambio, su canto dice “¡Ay, Jue pucha!”

Traro
Gay C – 1847- Historia fisica y política de Chile 


Pero a diferencia de Gay y otros autores, tanto Hudson como Ernest Gibson observaron que el carancho puede atrapar aves vivas. El último autor menciona también un curioso episodio con un zorrino: “Cabalgando de vuelta a casa a la puesta del sol, me crucé con este último [un zorrino] en el campo, andando de un lado para otro en esa forma errática peculiar de ese odorífero cuadrúpedo, con el mencionado carancho que lo seguía saltando atrás. En un momento, cuando su perseguidor se acercó mucho, el zorrino se detuvo y levantó su cola de un modo amenazador, pero el Carancho, superando la sorpresa inicial de la situación, ¡se animó a dar un paso adelante y a agarrar el sagrado apéndice caudal con una garra!  Al instante el muy curioso Carancho se tambaleaba con el plumaje desaliñado, los ojos llorosos, y una expresión general de total horror y asombro en su cara vulturina, mientras el zorrino lo miró un rato con un aire cómico de “yo te avisé” antes de seguir su pacífico camino; y me quedé inclinado sobre el cuello del caballo en un éxtasis de placer mirando las muestras de desconcierto del Carancho”.

Poco después de Darwin, pasó por Sudamérica la United States Exploring Expedition. Su naturalista Charles Pickering escribió desde Río Negro: “Fue novedoso para mí ver el caracará posado a veces sobre los arbustos, pero más usualmente sobre la arena y aún en el lodo de la orilla del río”.

Polyborus tharus juveniles
Proceedings of the Zoo1ogical Society 1876


Una curiosa información proporciona Eduardo Holmberg (1878) desde el valle de Lerma (Salta): “El Carancho, que come las garrapatas del ganado, perseguido á su vez por los Piojos, es librado de ellos por la Tijereta”.  Aunque, lamentablemente, no da detalle de cómo sucede esto último.

Los hábitos carroñeros del carancho no le dieron buena fama entre los naturalistas victorianos, muy proclives a ver en los animales aspectos morales propios del hombre. Así se expresaba el capitán Richard Crawshay: “Como una notable personalidad entre las aves terrestres, el Carancho quizás se encuentra a la cabeza de todas,  es cierto que no como objeto de gracia o belleza, ni tampoco como algo amado por el hombre o por las otras criaturas animales en general, sino como un siniestro recuerdo del lado oscuro de la vida   …  Criaturas de aspecto malvado, no presagian nada bueno para el mundo animal.”  Y Walter Barrows en Concepción del Uruguay (Entre Ríos, Argentina) comentaba en 1879: “aparecen en cantidades inusuales donde quiera que la oferta de alimento aumenta repentinamente, como por ejemplo, durante esas periódicas subidas del río  a las cuales se les da el nombre de crecientes. Cuando la subida es muy súbita la destrucción de pequeños cuadrúpedos es muy grande, y es seguro que los Carranchos están cerca … A lo largo del borde del agua miles de cuises corretean desesperados, mientras que los cuerpos de otros miles flotan ante los expectantes Carranchos, que acechan en la costa por cientos … Mientras dure la creciente, los Carranchos, atragantados con carroña, y obviamente pesados y lentos, eran casi tan mansos como pollos de corral, y había buena oportunidad para cualquiera que estuviera dispuesto a estudiar sus desagradables costumbres”. Cosa que Barrows, con su espíritu victoriano, no hizo. A su vez Darwin señalaba: "La conformación de las caracaras las hace colocar en el número de las águilas; veremos si son dignas de tan alta alcurnia". 

            De la misma forma aprovechan los incendios naturales o provocados: “El más ávido y audaz de todos, el carancho, llegaba hasta atrapar , en medio de las cenizas ardientes, los pequeños cuadrúpedos y reptiles chamuscados” (D’Orbigny, 1999).


           “Los caranchos parados en los gajos de los seibos, al sentirnos cruzar, despertando del sueño indolente nos miraban con los ojos redondos
y vidriosos ; y, como si olfatearan la próxima carneada, - con ese instinto aguzado de las aves carniceras, —lanzaban la nota áspera de su ronco graznido convocando la hambrienta bandada, alzaban el vuelo y seguían á la distancia nuestro derrotero para celebrar su festín sangriento con los despojos de la res

Recuerdos de la Tierra - Martiniano Leguizamón






Pero William Hudson discrepa: “No estoy de acuerdo totalmente con el muy innoble carácter que usualmente le atribuyen los viajeros … Cuando se lo ve posado en el cono de un hormiguero, parado erguido sobre los altos y plumosos pastos, tiene un aspecto fino, casi noble”.  “Son pájaros muy garbosos”, dice Sánchez Labrador. Tampoco coincide Hudson con la hipótesis de D’Orbigny de que el carancho es un parásito del hombre: “En lugares deshabitados siempre encontré a los Caranchos tan abundantes como en los distritos poblados.” Y con respecto a su nombre criollo apunta: “Carancho, posiblemente corrupción de keanche, el nombre puelche para su pariente Milvago chimango, por imitación de su malhumorado grito”. 

Otro fan del caracará fue el príncipe de Wied (1830), que lo vio en Paraíba (Brasil): “Uno ve muchas de estas hermosas aves de presa, ya caminando a zancadas por los pastos, o pasando en vuelo bajo, generalmente batiendo sus alas, de un matorral a otro, donde se distingue de lejos por su colorido diseño. Se mueven mucho, acosan a todos los animales vivientes más pequeños, y parece que como nuestro busardo viven de anfibios, ratones, pájaros, caracoles e insectos”.


           “Tales caranchos nunca atacaban a las gallinas. No ofendían ni molestaban, manteniéndose en la arboleda, lo más lejos posible de las casas. Se acercaban a ellas cuando se carneaba alguna res. Revoloteaban entonces en torno de la sangrienta comida, echando su penetrante mirada sobre los procedimientos y esperando la oportunidad. Llegaba ésta, cuando los bofes y demás porciones sobrantes eran arrojados por los peones a los perros. El carancho, entonces, se abalanzaba como un milano y, arrebatando la carne con el pico, la levantaba hasta una altura de veinte o treinta metros. Dejaba caer su botín, para agarrarlo de nuevo en el aire con gran destreza, entre sus garras, remontándose para comerla a su antojo. Nunca me cansaba de admirar esta hazaña del carancho que es, según creo, única en los pájaros de presa.

Allá lejos y hace tiempo – William Henry Hudson





 
Caracará
Goeldi EA – 1900-1906- Album de aves amazonicas – Zürich



Pero el carancho, como los jotes,  es un animal beneficioso por la eliminación de la carroña y aún por esta curiosa aunque molesta acción veterinaria que observó el capitán Francis Bond Head (1826) en las pampas bonaerenses: “Están constantemente tratando de atacar a los caballos y las mulas con mataduras en el lomo. Y he observado a menudo a estas aves que se ciernen apenas a 15 cm sobre ellos. Es curioso comparar el semblante de los dos animales. El carancho, con la cabeza inclinada hacia abajo, y los ojos fijos en la herida: la mula con el lomo agachado, las orejas hacia atrás, la cola temerosa de comer y aparentemente sin saber si debía retroceder o patear”.

Y al parecer tampoco desdeñan los vegetales según consideraba José Sánchez Labrador: “horribles salteadores de las sementeras de maní y de los plantíos de batatas” pues “nos arruinaban las cosas mencionadas, desenterrando los granos de maní y las raíces de batatas,  con sus corvos picos, y las comían vorazmente”.

Sobre la vivienda del carancho tenemos este hallazgo de Henry Durnford de 1876, realizado en lo que es hoy un coqueto barrio de la capital argentina: “Encontré yo mismo un nido cerca de Belgrano en medio de un gran bañado, era una estructura masiva, compuesta de ramas y tapizada con un poco de pelo grueso y lana de oveja, y lleno de trozos pútridos de cuero de caballo y huesos de pescados.” Su nido es proverbialmente un sitio muy desarreglado, y como es el nido, es el ave (“arreglado al nido es el carancho”).


           “Con una mano afanosa trataba de poner orden en el escándalo de su pelo: ¡ay, su cabeza, un nido de caranchos!

Adán Buenos Ayres – Leopoldo Marechal


La fábula de Godofredo Daireaux, “El nido del carancho” se vale de esta característica para hacer una parodia con cierto tinte político.

Pero el ave es fiel a su casa:

Mas, lo mesmo que el carancho,
siempre estaba sobre el rancho

(Hernández, J – El gaucho Martín Fierro)

Porque como dice el refrán: “Cada carancho a su rancho”

Aunque la mala calidad de la vivienda le trae problemas familiares:

Se enojó la carancha
con el carancho,
porque llegó el invierno
querida,
sin tener rancho

(copla bonaerense)



ALEX MOUCHARD

[ver nuestra próxima entrada EL CARANCHO CULTURAL]


EL ILUSTRADOR DEL CARANCHO

          John Frederick Miller (1759–1796) era un ilustrador inglés de temas de historia natural, especialmente de plantas. Era hijo del ilustrador alemán Johann Sebastian Müller y hermano de otro dibujante de historia natural, James Miller. Fue uno de los cinco artistas contratados por Sir Joseph Banks para hacer las 743 acuarelas de su obra Florilegium, a partir de los bocetos realizados por el dibujante Sydney Parkinson a bordo del Endeavour durante el primer viaje de James Cook. También produjo una cantidad de láminas a partir de los dibujos hechos por Georg Forster en el segundo viaje de Cook. En 1772 participó de la expedición a Islandia de Banks y el botánico sueco Daniel Solander, junto con otro artista llamado John Cleveley.


Psittacus aurantius =  Aratinga solstitialisMiller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. 
          En 1796 publicó Cimelia Physica. Figures of rare and curious quadrupeds, birds, &c. together with several of the most elegant plants con textos de George Shaw. Miller hizo los grabados y los coloreó a partir de los ejemplares originales. Es una de las mejores publicaciones ilustradas sobre historia natural producidas en Inglaterra.


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REFERENCIAS

-Azara F de -(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España. 1992.
-Barrows WB -–1883--– Birds of the Lower Uruguay – Bulletin of the Nuttall Ornithological Club 8 - Cambridge.
-Burmeister H -1854-1856- Systematische Uebersicht der Thiere Brasiliens. Berlin.
-Burmeister H -1861 – Reise durch die La Plata-Staaten.
-Cassin J – 1844-1874- Mammalogy and Ornithology, en Wilkes C - United States Exploring Expedition. During the year 1838, 1839, 1840, 1841, 1842. Vol 8. Philadelphia: C. Sherman.
-Cook J & Forster G. -1877 - A voyage round the world. Dublin: Printed for W. Whitestone, S. Watson, R. Cross, J. Potts.
-Crawshay R – 1907- The Birds of Tierra del Fuego- London: Bernard Quaritch
-Darwin CR ed. -1838- Birds. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle, by John Gould. London: Smith Elder and Co
-d’Orbigny CD -(1835-1847)- Viaje por América Meridional – Emecé – Bs: Aires, 1999.
-Durnford H – 1876- Ornithological Notes from the Neighbourhood of Buenos Ayres. The Ibis 6- Third Series. London: John Van Voorst.
-Forster JR & Lichtenstein H – 1844 - Descriptiones animalium quae in itinere ad Maris Australis terras per annos 1772, 1773 et 1774 suscepto. Berolini :Ex Officina Academica.
-Gay C – 1847- Historia fisica y política de Chile – Tomo primero - Zoología. Paris y Chile.
-Gibson E -1879- Ornithological Notes from the Neighbourhood of Cape San Antonio, Buenos Ayres. The Ibis 3 - Fourth Series. London: John Van Voorst.
-Goeldi EA – 1900-1906- Album de aves amazonicas – Zürich :Impressão do Instituto Polygraphico .
-Grenfell Price A – 1985- Los viajes del Capitán Cook (1768-1779)- Ed. Serbal
-Head FB -1826- Rough Notes taken during me rapid Journeys across the Pampas and among the Andes. London: John Murray, Albemarle-Street.
-http://www.biodiversitylibrary.org/
- Marcgrave G -1648- Historia Naturalis Brasiliae. Lugdun. Batavorum, apud Franciscus Hackium et Amstelodami apud Lud. Elzevirium.
-Miller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. London.
-Molina GI –1782- Saggio sulla storia naturale del Chili . Bologna: Stamperia de S. Tommaso d' Aquino
-Sánchez Labrador J –(1767)- Peces y aves del Paraguay Natural Ilustrado. Fabril Editora, Bs As, 1968
-Sclater PL & Hudson WH -1888- Argentine Ornithology. 2 vols. London: R. H. Pouter
-Spix JB von, Martius KFP von & Schmidt M -1838-1839 - Avium species novae, quas in itinere annis 1817-1820 per Brasiliam. Monachii :Impensis editores.
- Wied M – 1830 – Beiträge zur Naturgeschichte von Brasilien. Weimar: im Verlage des Gr. H, S. priv Landes- Industrie -Comptoirs

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