"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 21 de julio de 2019

SANTIAGO RADBOONE: ¿PRÓFUGO O NATURALISTA?


En 1935 apareció una nota en la revista El Hornero, de la Sociedad Ornitológica del Plata (SOP- actualmente  Aves Argentinas - Asociación Ornitológica del Plata) firmada por un tal Santiago Radboone, sin aclarar si era padre o hijo, donde relataba algunas observaciones sobre cuatro pájaros patagónicos. Como dirección figuraba “Lago San Martín (Santa Cruz)”. De cada una de estas especies envió un ejemplar a la Sociedad. Uno de ellos era un Colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii) que fue remitido al Museo Argentino de Ciencias Naturales donde fue estudiado por Ángel Zotta quien consignó que el mismo había sido enviado en “condiciones deficientes”.

Dos años después apareció en un listado de la misma publicación como nuevo miembro activo Santiago Radboone (h), permaneciendo como tal hasta enero de 1950. Esta persona donó a la SOP 16 pieles de aves provenientes del Lago San Martín.

En 1939, Zotta incorporó a la avifauna argentina al churrín grande (Eugralla paradoxa) en base a un ejemplar “obtenido por el Sr. Santiago Radboone en las proximidades del Lago Hess, localidad vecina al Mascardi, al noroeste de Río Negro”.  Luego agrega: “El Sr. Radboone, gran conocedor de la fauna de los lagos cordilleranos, me comunica que nunca lo observó  en otra región que no fuera los lagos Hess y Vidal” y agradece en la misma nota al colector a quien califica de “activo consocio”. De esto se deduce que Radboone, además de en Santa Cruz,  se encontraba activo en la zona de Lago Nahuel Huapi como lo confirman otros envíos de ejemplares desde el NO de Río Negro y SO de Neuquén.

¿Eran estos mencionados como Radboone y Radboone (h) padre e hijo, o se trataba de la misma persona? Veremos si las fuentes disponibles permiten determinarlo.

El Jimmy y Herbert Childs - 
Childs, H  -1936- El Jimmy: Outlaw of Patagonia. J.B. Lippincott Company


HISTORIA DE UN PRÓFUGO

En 1874 nació en Inkpen, Berkshire, Inglaterra  James Radburne, uno de los doce hijos de un trabajador rural y boxeador aficionado. A los 13 años dejó los estudios para trabajar en la huerta y como guardia de caza, con su padre. Escapando de la familia de una chica con la que tuvo una relación, buscó trabajo en el exterior y fue contratado por la firma Waldron & Wood, propietaria de The Tierra del Fuego Sheep Farming Company. En 1892 llegó a Punta Arenas y de allí pasó a la Estancia Springfield, en la isla, donde fue ovejero, esquilador y domador. También allí fue testigo y protagonista del exterminio de los selknam.

Deseoso de establecerse por su cuenta, en 1894 se trasladó al continente con un compañero.  Realizó diversos trabajos mayormente para estancieros ingleses y tuvo mil aventuras y problemas a causa de su carácter fácil para la pelea y su gusto por el alcohol, las mujeres y las apuestas en las carreras de caballos. En 1904 recibió en pago de una apuesta un cheque que era robado, cuando quiso ir a cobrarlo a Punta Arenas, fue detenido y un juez lo condenó por estafa. Fue a la cárcel, pero escapó y se refugió cerca de Última Esperanza, en la toldería del cacique tehuelche Chumjaluwün  o José María Mulato, del cual se hizo gran amigo. Poco después fue muerto allí un peón chileno en un confuso episodio. La policía de ese país, considerando que Radburne era el culpable, redobló sus esfuerzos para capturarlo, pero él pudo huir a territorio argentino. Radburne era conocido en la zona como “El Jimmy”, pero él se refería asimismo como Santiago Radboone y no recordaba cómo se escribía su apellido, que aparece en distintas fuentes también como Radbourn, Rabbone y Radborne.


Cacique Chumjaluwün  o José María Mulato
https://es.wikipedia.org/wiki/Cacique_Mulato



En las tolderías, Radburne se enamoró de Juana, la sobrina de Mulato. Ella era mestiza, hija de un comerciante italiano de apellido Carminatti y de una mujer tehuelche. Para una carrera de un caballo suyo contra uno de Mulato, Jimmy contrató como jinete a un gaucho de avería llamado Montenegro. Éste arregló la carrera para que ganara el caballo del cacique y a cambio le pidió la mano de Juana y se la llevó con él.

La situación de Radburne con la policía argentina era incierta. Por un lado le impidieron acompañar a Mulato y su familia  a la gran Feria de Saint Louis, Missouri, donde los indígenas fueron presentados como atracción casi zoológica. Por otra parte, durante un viaje que hizo a Río Gallegos no lo molestaron para nada.

Robert y Katharine Barrett (1931), escribieron la biografía de otro pionero patagónico, Edward Chace. En su libro mencionan a nuestro personaje como Jimmy Radboon y lo consideran escocés y casado con una “china” que “robó del campamento de un famoso prófugo chileno, Montenegro, o bien la rescató de una trato cruel. La llevó hacia el sur a una parte remota del lago San Martín donde pasaría desapercibido lo más posible no por ella, aunque Montenegro aún lo busca para sacarle el cuero cabelludo, sino porque él mismo era buscado en Chile por un asesinato que los sucesos posteriores probaron que no había cometido. Ella formó para él una bonita familia -las hijas las mejores jinetes del país- y cocinó y mantuvo la casa para él magníficamente. Ella era mestiza, piensa Chace, de alguna tribu norteña, una mujer muy bonita”.

Puesto La Nana - Eª El Condor - en cercanías de la antigua casa de Jimmy
Esta foto de Estancia El Condor es cortesía de TripAdvisor


Efectivamente, Montenegro acusado de homicidio fue encarcelado en Chile y Jimmy que se había hecho cargo del toldo de la familia de Juana, terminó yéndose con ésta hacia el norte en 1907. Tras probar en varios sitios, ocuparon unas tierras en la península Mackenna, junto al Lago San Martín (Santa Cruz) donde fundó la Estancia La Nana, cerca del límite con Chile. Allí nacieron sus hijos y allí se casó en 1913. Sus hijos por orden de edad y con la fecha aproximada de nacimiento entre paréntesis fueron: Ana María “Nana” (1907, gran domadora y criadora de caballos, tenía una hija llamada María), Santiago (1909, el socio de la S.O.P.), Enrique (1911, se fue arreando unos caballos, quizás peleado con el padre, y nunca regresó), Catalina (1912), Jorge (1913),  Arturo (1918), Juanita (1919) y Miguel (1925). 

Según Chace (Barrett, 1931): “Jimmy había tenido tanto éxito trasplantando a la china de Montenegro y criando hijas a su lado que continuó trasplantando otras cosas. Tenía esperanzas de hacer vino con una grosella negra que había encontrado en un lejano camino, junto a un glaciar, y que hacía crecer en su campo. Había trasplantado una variedad de frutilla que había encontrado aún a más altura que la grosella, a nivel de las nieves, y también una baya roja y hueca. Las hijas eran mejores domadoras que los profesionales. Una de ellas había reunido veinte caballos muy bien amansados”. 

Jimmy nunca logró obtener la propiedad de esas tierras, a pesar de los trámites ante la Dirección General de Tierras y Colonias en Buenos Aires a donde viajó en una ocasión. Tuvo muchas disputas con los vecinos y finalmente logró cerrar un contrato de arrendamiento con el gobierno, porque el lugar, que estaba en la zona de frontera con Chile, nunca había sido explorado y relevado y por ello no le otorgaban la propiedad. Por lo tanto, al morir él en los años 40, la familia perdió la posesión de la estancia, y tuvieron que trasladarse a la estancia La Nueva. Juana, la madre, murió ya muy anciana en el campo. Algunos de los hijos se mudaron a Perito Moreno y otros a Buenos Aires, y al parecer sólo Nana y Jorge, que se casó en la región (su viuda trabajaba en El Chaltén hacia el 2000), tuvieron descendientes.

En 1932, por consejo de los Barrett, Radburne se contactó con el periodista norteamericano Herbert Childs para que escribiera su biografía. Childs aceptó y se trasladó con su flamante esposa Majorie, en curiosa luna de miel que incluyó acampar durante tres meses en el jardín de la estancia, durante los cuales se desarrollaron las necesarias entrevistas con Jimmy, a la vez que compartían tareas rurales con su esposa e hijos. En l resultado fue "El Jimmy, Outlaw of Patagonia", publicado en 1936.


Churrín Grande
Dibujo de Friedrich Kittlitz (Mémoires présentés à l'Académie impériale des Sciences de St. Petersbourg ... 1831)


EL CHURRÍN GRANDE (Eugralla paradoxa) fue descubierto en Chile por Friedrich Heinrich Freiherr von Kittlitz, naturalista del viaje de circunnavegación del buque ruso “Senjawin” (1826-1829). 

“Creo que lo vi dos veces en total, ambas en el área de Concepción, donde habita arbustos muy tupidos en el conjunto de los bosques. Aquí él busca y encuentra su seguridad escondido, de modo que uno puede permanecer muy cerca de él sin poder hacerle daño. Pero en principio es traicionado por su voz muy peculiar, que pronuncia el mismo sonido una y varias veces uno detrás del otro en un tono inusualmente hueco y extraño, y que al principio uno atribuiría más a una rana que a un pájaro. Se desliza muy hábilmente en la espesura, y toma las posturas de nuestro Chochín Común [Troglodytes troglodytes]. Encontré el estómago algo musculoso, lleno de muchos pequeños escarabajos y saltamontes."

La primera cita para la Argentina fue la de Ángel Zotta con el ejemplar capturado por Santiago Radboone.

El segundo registro de la especie en Argentina lo comunicó Guillermo Gil, recién en 1990. Más recientemente Vidoz y Areta (2013) lo consideran común en algunos sitios de los Parques Nacionales Lago Puelo y Nahuel Huapi y áreas cercanas, estando probablemente en expansión hacia otros hábitats  como los arbustales de la introducida rosa mosqueta (Rosa rubiginosa).




SANTIAGO, EL NATURALISTA

Pero, ¿quién envió aquellos ejemplares a la SOP y escribió el artículo para El Hornero?

Santiago padre era un buen observador de la naturaleza.  “Jimmy pensaba que más agua sale del San Martin de la que va por el [río] Pascua al Pacífico. Había visto un día un guanaco nadando a través del brazo del lago entre su casa y el Maipú y cuando andaba por la mitad, empezó a dar vueltas y desapareció. Le mostró a Chace un curioso pato de cola larga, que no era un ánade rabudo  [Anas acuta], que nadaba contra la corriente en aguas rápidas y buceaba por su alimento. El macho era negro y gris y blanco con rayas en el cuerpo y la cabeza. Su pareja era toda pardusca. Lo llamaban pato torrente” (Barrett, 1931).

Sin embargo es poco probable que él haya escrito la mencionada nota ya que confesaba: “nunca he sido un amante de la pluma”, y es difícil que haya podido escribir con tanta claridad en un idioma que no era su lengua natal, mientras que el hijo había asistido  a la escuela en Paso Ibáñez. Además el hijo era socio de la SOP.

Jimmy no habla mucho de sus hijos en sus relatos. Según Childs el hijo “Santiago, entre 20 y 30 años, un tipo grandote, franco con su voz gruesa y pausada, mirando a otro hombre a los ojos”, se expresaba muy bien en inglés.

Federico Reichert
Foto de P. Heinrich (Reichert. En la cima de las montañas y de la vida. Acad Nal de Agronomía y Veterinaria. Buenos Aires, 1967)


En 1933, coincidiendo con la llegada de Childs, arribaron a la zona los integrantes de la “Expedición científica a los Hielos Continentales”, promovida por GAEA – Sociedad Argentina de Geografía. Este emprendimiento era dirigido por el químico y montañista alemán Federico Reichert, en su quinto viaje de exploración a los campos de hielo patagónico. Según relata Childs estaban llegando a las tierras de Radburne, cuando pararon en la cercana estancia La Elena. Casi enseguida vinieron los expedicionarios: una mujer y cuatro hombres, aunque de ellos sólo registró el nombre del geógrafo y botánico alemán Arturo Donat, que hacía casi dos años estudiaba la flora del lago San Martín. La mujer era Ilse von Dentzell, corresponsal del diario La Prensa, pintora y fotógrafa naturalista. Los otros tres hombres habrían sido el jefe de la expedición, Federico Reichert, el médico y andinista de Bariloche Juan Neumeyer,  y Alfredo María “Dago” Holmberg. Éste era en ese momento director (tras la muerte de Clemente Onelli) del Zoológico de Buenos Aires, sobrino del célebre primer director Eduardo Ladislao Holmberg y famoso por el episodio en que mandó fusilar al excitado elefante Dhalia. Siguiendo el relato de Childs, el jefe (aquí no sabemos si se refería a Reichert o a Holmberg, que por su personalidad podría haber pasado como tal) tomó como guía a Santiago hijo y el geólogo (Donat?), a Jorge Radboone.

La expedición partió hacia los hielos continentales. Vayamos ahora al relato de Reichert (1967), rico en anécdotas, quien aplicó a Holmberg los apodos de “Fulano de Tal” y “Pájaro de mal agüero”, sin nombrarlo. Durante el viaje se produjo una fuerte enemistad entre ambos y Reichert lo acusó de haber producido el alejamiento en San Julián de su discípulo Domingo Canter, que inicialmente formaba parte del grupo, y de querer comandar su expedición. Holmberg, “amigo del huemul” al decir de Reichert, había forzado su participación en la expedición para conocer “el imperio del huemul”, por ello intentaba cambiar el objetivo de la misma, de exploración geográfica a cacería de huemules.

Llegados a la estancia La Elena, “peones montados que aparecieron por obra del azar” (¿los Radburne?) les dieron caballos y así partieron guiados por el araucano Manuel Aguilar, que habría de ser un protagonista esencial de la hazaña. Llegaron a la finca de “Radbone”, donde encontraron a Childs y a su esposa viviendo “en su propio automóvil y en una lujosa tienda de campaña indígena”. Recordemos que para Childs el encuentro con ellos fue en La Elena.

Según Ilse (Hernández, s/f): “Las personas debimos bordear a pie la orilla Sur del lago, lo que requirió seis días. Después que hubimos cruzado el Brazo Sur, en bote y remando entre icebergs, encontramos al último colono de la zona [¿Jimmy? ¿Luis Mansilla?] quien afortunadamente pudo poner a nuestra disposición tantos caballos que subimos montados. El camino llevaba en muchos sitios a través de una selva de hayas antárticas y de prados pantanosos en los que algunas veces se hundieron hasta el vientre, a un tiempo, tres caballos de carga”.

Cerca del puesto de Luis Mansilla, sobre el límite con Chile, se produjo la última discusión con Holmberg quien abandonó la expedición. El resto (Reichert, Ilse, Donat, Neumeyer y Manuel) siguió internándose en el campo de hielo que denominaron Corredor Cristóbal Hicken, en honor del célebre botánico recientemente fallecido,  y descubrieron el cordón GÆA y el volcán Lautaro.

En la revista Argentina Austral (Stamponi, 2015) se publicó que el 9 de febrero de 1933 “los doctores Holmberg, Riggi [Agustín Eduardo] y Parodi [Lorenzo Raimundo] en compañía del joven Santiago Radboone viajaron a caballo por diversas zonas completamente desconocidas, atravesando la región comprendida entre los lagos San Martin y Viedma”.  Sin embargo, no hay evidencias claras de la presencia en la zona de los dos últimos, aunque Jimmy menciona un mapa de la zona que habría realizado Riggi.

Adolfo Dago Holmberg en 1924.
Archivo General de la Nación Argentina. Documento fotográfico. Inventario 85076.


 
Jimmy cuenta que después los científicos [¿Holmberg?] llevaron a Santiago hijo a Buenos Aires, hecho que Reichert no menciona en su relato ni tampoco hace referencia a Santiago. Éste estuvo estudiando en el Zoológico de Buenos Aires bastante tiempo, según las cartas que envió a su padre. Es probable que Holmberg, interesado por los huemules, haya sido el que eligió a Santiago hijo como guía y quizás le pidió que cazara algunos de esos cérvidos para el Zoo. De la misma forma podría haber enviado otros especímenes de animales al museo y a la SOP. Carlos Rusconi comentaba que  Santiago Rabbone (sic)  “ha tenido en su campo numerosas parejas de este ciervo y no pocas son las que dieron crías habiéndome proporcionado también algunos detalles de su biología todavía poco conocidos”. 

Finalmente podemos concluir con bastante seguridad que el socio de la SOP, el autor del artículo que motiva esta nota y el colector de las aves mencionadas en la misma fue Santiago Radboone hijo. Lamentablemente poco sabemos de él y tampoco tenemos una foto suya.

Alex Mouchard



Barrett Robert & Katharine -1931- A Yankee in Patagonia. Edward Chace. Boston & New York: Houghton Mifflin Company.
Childs, H  -1936- El Jimmy: Outlaw of Patagonia. 399 pp. J.B. Lippincott Company.
Childs, H. –2008- El Jimmy. Fugitivo de la Patagonia. 2ª ed. Zagier & Urruty. Ushuaia.
Grupo Abierto Comunicaciones – 2000- Retratos - Patagonia Sur. 144pp. Grupo Abierto Libros.
Gil, Guillermo -1991- Segundo registro del Churrín Grande (Eugralla paradoxa) en Argentina. Nuestras aves 24 Buenos Aires :Aves Argentinas.
Harambour R, Alberto -2015- El ovejero y el bandido. Trayectorias, cruces y genocidio en dos relatos de viaje británicos en Tierra del Fuego (década de 1890). Anales de Literatura Chilena 24:163-182.
Hernández, José Herminio –s/f- Biografía de Ilse Von Rentzell Atkinson. Andinista, escritora, dibujante, fotógrafa y botánica. http://culturademontania.org.ar/Historia/HIS_ilse_von_rentzell_atkinson.htm.
Kittlitz, Friedrich Heinrich Freiherr von -1831- Über einige vögel von Chili beobachtet marz und anfang april 1827. Mémoires présentés à l'Académie impériale des Sciences de St. Petersbourg par divers Savans et dans ses assemblées. t.1 p.184 pl.5.
Radboone, S – 1935- Notas sobre algunas aves del lago San Martín (Santa Cruz). El hornero 6:99-101
Reichert, F -1967- En la cima de las montañas y de la vida. Academia Nacional de Agronomía y veterinaria. Buenos Aires.
Rusconi, Carlos -1936- Anomalías en las cornamentas del huemul. Anales Soc Cient Arg 122:288-296.
Sosa N -2006- Tehuelches en la Feria de Saint Louis (Louisiana, 1904). Tefros 4(2).
Stamponi, G – 2015- Hielos continentales. Aproximación a la bibliografía argentina. 1ª edición digital. Fundación Universidad de Belgrano. Buenos Aires.
Vidal F et al. – 2011- Patagonian huemul deer (Hippocamelus bisulcus) under captive conditions: an historical overview. Animal Production Science 51(4):340-350.
Vidoz, Félix  & Juan Ignacio Areta -2013- Notas sobre historia natural y distribución del churrín grande (Eugralla paradoxa) en Argentina. Ornitología Neotropical 24(2): 123–138.
Zotta, A. R. 1939. Otras adiciones a la avifauna argentina. Hornero 7: 243–254.

domingo, 23 de junio de 2019

EL CHINGOLO (Zonotrichia capensis) EN LAS CULTURAS







“El chingolo, asiduo visitante de todos los lugares y de todos los momentos, tan pronto penetra en lo más espeso del follaje de los árboles como sale escapando entre los pies del pajonakl hirsuto. Es el frecuentador de la casa; está donde cae el afrecho de maíz que pisa el mortero, se trepa sobre la mesa del patio cuan do divisa crane o migas de pan. Su canto breve y claro pareciera inspirado en el hablar de los paisanos. Es un toque de alerta al ejército de los pájaros y se lo escucha hasta en el silencio de la noche”

Gerardo Pisarello.  Che retá  (Ediciones Colmegna, 1946)



Fringilla matutina
Kittlitz, F. H. Kupfertafeln zur Naturgeschichte der Vögel. Frankfurt am Main :Johann David Sauerländer,1832-1833.




Ya en 1891 decía Eduardo Holmberg: “Casi ya no se ven chingolos en Buenos Aires. Desterrados por el intruso gorrión, por una parte y perseguidos a muerte para adornar la polenta, por otra, sus cuerpecillos desplumados se venden a millares en los mercados”. Pero hacia 1976 Luis Mario Lozzia nos daba cierta esperanza porque el chingolo “no ha desaparecido, por fortuna, de la ciudad y quizás se percibiera más habitualmente su cercanía si en lugar de buscarlo con los ojos se aguzara el oído allí donde cabe la sospecha de su presencia; entonces un silbo suave y un fluyente gorjeo líquido dirán que no ha querido dejarnos”.

En el año 1928 el diario La Razón, de Buenos Aires, organizó una votación entre escolares para designar al ave nacional, la cual ganó el hornero por amplia mayoría. El chingolo, que obtuvo el 5º puesto, recibió estos conceptos del niño Oscar Gloviar: “Voto por el modesto chingolo, pajarito tradicional que no hay argentino que no lo conozca ni que no haya oído su humilde canto, si bien es cierto que no tiene un plumaje seductor tiene la virtud de parecerse al gaucho, porque el gorrión, ave importada, lo va exterminando de nuestro suelo, como el progreso a nuestros últimos gauchos”. Como inútil venganza del chingolo, el gorrión va desapareciendo de las grandes ciudades, incluso en su nativa Europa.

En la región rioplatense se considera al chingolo ave de buen agüero y anunciadora de visita cuando recorre el patio piando. Su canto nocturno pronostica buen tiempo. En el noroeste argentino cuando una bandada de chingolos se acerca a una vivienda habrá tormenta, y si canta de noche, anuncia viento. En Bolivia, su silbido anuncia el fracaso de cualquier emprendimiento.  En Chiloé (Chile) cuando se para en la puerta también anuncia visita y si canta, la llegada de una carta auspiciosa. Si anda atrás de una mujer es para que se case con un aborigen. Si llega a gritar cerca de la casa anuncia lluvia; pero si lo hace a medianoche, trae buen tiempo. Incertidumbre plasmada en el dicho brasilero: “Cantó o chingolo: chuva o vento … o pará bon tempo”.

Para los criollos si a un viajero nocturno le canta el chincol, trae desgracia, pero se contrarresta el peligro rezando una oportuna  oración.

En Santiago del Estero creen que cuando va a nacer un niño el chingolo canta “me ha de hondear y me ha de matar” y si va a nacer una niña el canto dice “ha de moler y me ha de dar de comer”.

También para los qom y los nivaclé es ave de mal agüero, vinculada con el diablo, sobre todo por su canto nocturno que indica que hay un maleficio en curso, que habrá de producir enfermedad. Por eso la ahuyentan de la cercanía de las casas. Incluso anuncia la llegada del enemigo. Los chicos lo cazan pero no lo consumen porque tiene “muy hedionda la carnecita”  y se lo dan a los gatos, aunque sí consumen los huevos.


 
Chingolo
Dibujo de Salvador Magno



DICHOS SOBRE EL CHINGOLO


“Entra sin golpear como el chingolo” o “¡Entra solo como el Chingolo!” se le dice al que llega a comer sin ser invitado.

Daniel Granada dice respecto del caburé “que su víctima predilecta es el chingolo, que parece el más tímido y cauteloso, y de ahí la frase proverbial en el campo: ‘por desconfiado, mata al chingolo el caburé' ”. Se refiere a que la excesiva cautela tampoco es buena.

“Disparar de Chincol a Jote” se usa para el que se enamora de una mujer poco agraciada.

“Chincolear”, es caminar a saltitos como lo hace el Chincol. Quizás por eso se le llama Chincol a un preparado de aguardiente con agua.

Se dice de una persona flaca que tiene “canillas de incancho” y en Chile: “Tiene menos sebo que pata de chincol”. También se le dice chingolo a una persona petisa, por la pequeñez del ave.

"Não estou para criar filhos dos outros igual ao tico-tico"  es una expresión brasileña (Minas Geraes) que se basa en la frecuencia con la que el chingolo o tico-tico cría pichones del virabosta o renegrido (Molothrus bonariensis).

“Chincolito, él cuando enamora, agacha la cabeza y para la cola” (Chile)

En el lunfardo rioplatense es sinónimo de “tonto”, como lo explica Felipe H. Fernández (Yacaré) en su poesía  “Qué merza”:


Cuando calo un vichenso, le bato gil, pipiolo,
turro, otario, pangrullo, gilimursi o batata;
vichenchino, gilurdo, codeguín, papanata,
marmota, zanagoria, salamín o chingolo.


"Zorzal o chingolo, el peón cuelga su copla en los atardeceres”, dice Atahualpa Yupanqui, haciendo notar el contraste entre un cantor bien dotado y otro de voz más sencilla, pero ambos con la vocación del canto.


 
Zonotrichia canicapilla

Sclater, Ph. L. Ibis 1877


CUENTOS Y RELATOS

Un cuento criollo dice que el chingolo era un guitarrero que al oir a un forastero que cantaba como él, le rompió la guitarra, y lo mató en el duelo subsiguiente. Puesto preso, logra escapar pero conservando los atributos de esa condición: el gorro a rayas y los grillos en los pies que lo hacen andar a saltitos.

En otro cuento popular catamarqueño un hombre grandote echa abajo una capilla a golpes burlándose de los feligreses, por lo que fue encarcelado. Dios, enfurecido, lo transformó en chingolo, con el mismo fin  que en el caso anterior. Otra versión de este relato,  recopilada por Roberto Lehmann-Nitsche, muestra al chingolo enamorado de la monjita, que lo rechaza. Furioso entra a la iglesia gritando y asusta a los demás aves, pero el pijuí le clava un cuchillo en la garganta, y el pecho colorado (el comisario) lo pone preso y lo engrilla. Esto explica lo rojizo del cuello y su andar a saltitos.

En un relato de los selknam de Tierra del Fuego, un muchacho pequeño pero valiente, Chelp, lucha con otro fuerte y robusto, Shi’ika. Éste lo agarra del cuello y le tironea el pelo que quedó formando copete, Chelp le golpea la nariz que empieza a sangrar y Shi’ika se transforma en loica con su pecho manchado de sangre y aquél en chingolo, con su copete despeinado. Hay otras versiones donde la loica era una bonita pulpera, y el chuschín celoso del cardenal pide un peine aludiendo al copete despeinado de éste, que le replica: “¿Y por casa como andamos?”. A continuación pelean, recibiendo el cardenal una herida que le tiñe la cabeza de rojo, y el chingolo termina preso y engrillado, como en los cuentos anteriores.

En Corrientes se cuenta que el cachilo se burla de su padre que es llevado preso y engrillado, y en castigo queda transformado en un pajarito que camina saltando. En la costa del Iberá se explica el origen del nombre Chesi para el chingolo. Un hijo sale a comprar remedios para su madre enferma, pero se detiene a comer fruta en un duraznero. La madre muere y el dios Tupá lo castiga transformándolo en pájaro que canta sin parar  “che si , che si” (mi madre, mi madre) , especialmente en noviembre para los días de los santos y de los muertos.


En otras ocasiones el chingolo se mete en el relato bíblico del diluvio reemplazando al cuervo enviado por Noé para ver si las aguas ya habían bajado. Y como él se entretiene sin cumplir su misión.

Según una leyenda uruguaya en cierta ocasión, cuando un grupo de paisanos se trasladaba en carreta para fundar un nuevo pueblo, el diablo Añá enfurecido les envió una inundación. Sólo el carretero se salvó agarrándose a la rama de un ombú. El diablo entonces lo transformó en un humilde pajarito, que sigue allá en las ramas del ombú silbándole a los bueyes que ya no tiene, y burlándose de Añá.





En un  cuento de Santiago del Estero al chingolo o Icako se le congelaron las patitas, atrapadas en un trozo de escarcha. Pidió ayuda al sol, a una nube, al viento, etc., pero todos se excusan hasta que un humano le quita la escarcha, aunque desde entonces ya no puede mover bien las patas y anda a los saltos.

En el Chaco el chingolo es una niña desobediente que tiene a maltraer a su madre, pero un día ya no la encuentra y sale de la casa llorando transformada en pajarito.

En Chiloé (Chile) el canto del chincol parece decir “¿Has visto a mi tío Agustín?” o “Abis visto mi tío-tío-tin“,  lo que originó un relato donde los pájaros estaban jugando al palín o chueca y uno de ellos se lastimó. El chincol salió a buscara su tío médico,  a la voz de: “¿Has visto a mi tío Agustín? ¿con zapato y calcetín?". Y desde entonces sigue preguntando por él continuamente.

En los cuentos criollos el chingolo u chuschín, que aparece como el “tío Agustín”, alerta a los otros animales, como la paloma, sobre las astucias del zorro. El zorro logra capturarlo en su boca pero algunas de las víctimas de sus engaños lo hacen hablar o cantar y el chingolo se escapa.

En un cuento cuyano, un cóndor y un chuschín se desafían paraa ver quién tiene más aguante con la bebida. Empiezan a tomar vino pero el chingolo tiraba al piso cada sorbo, sin que el cóndor lo notara. Éste por el dolor de cabeza de la borrachera se ata un pañuelo como vincha. Al darse cuenta del truco del chingolo se le echa encima para pelearlo, pero el pajarito le pica la nariz y lo hace sangrar. El cóndor es  así derrotado y el pañuelo se le desliza por el cuello hasta donde hoy lleva una blanca golilla.

Existe en Chile un juego infantil llamado Chincol. Dos participantes se ponen en cuclillas frente a frente y dialogan así: “—Comadre Rana. —¿Qué quiere, comadre? —Un vasito de agua. —¿Para quién? —Para su compadre.—¿Cuándo llegó? —Anoche. —¿Qué le trajo? —Un corte de vestido. —¿De qué color? —Verde Limón.—¿Qué le dijo? —Que bailáramos el Chincol”. Y luego, saltando en cuclillas cantan:  Chincol, Chincol, zapato de charol; pícale Chincol, zapato de charol...”


También en Brasil (Colombo, Paraná), según un relato recogido por Ulisses Passarelli, el tico-tico engaña al gavilán que lo quiere cazar, durmiendo desconfiado, con un ojo abierto ratificándolo con este dicho: “É... gavião, quando o amigo não é certo, um olho fechado outro aberto...” [Eh … gavilán cunado el amigo no es leal, un ojo cerrado y otro abierto “]

Natalicio Talavera,  del Departamento de Guairá (Paraguay), cuenta que un chingolo escucha a los campesinos que van a desbrozar y sembrar un terreno donde tenía su nido. Afligido le pide ayuda al dios Ñandejára  quien sucesivamente envía lluvias y enfermedades a los pobladores, para dar tiempo a que se críen los pichones y puedan volar del nido antes de la siembra. El chingolo agradecido canta repitiendo “¡Bendito sea, bendito sea Dios!”.






MITOS Y LEYENDAS

Los wichis refieren en su mito de creación que en un pincipio el monte era muy abundante pero se incendió y no quedó nada. Entonces aparecio Icancho, que se salvó del incendio escondiéndose y esperando a que se apagara el fuego. Sobre la tierra arrasada vio el brote de un arbolito chiquito,  empezó a picotear hasta que creció el retoño. El pájaro permaneció cerca, tocando su tambor junto al sopxuayúk o palo zapallo y con esta magia creció el árbol. A su sombra se cobijaron las demás aves que se salvaron, y el monte se recuperó. Cuando el árbol se hizo muy grande, vino un hombre anciano que bajo su copa empezó a hacer vasijas, dentro de las cuales puso carbones encendidos y las tapó. Pasado un tiempo el anciano empezó a deatapar las vasijas y de las salió la gente  que habitó la tierra. Al icancho lo describen como un pájaro rojo con manchas negruzcas, que hace un nido de palitos.

En la mitología del héroe creador de los aoniken o tehuelche, Elal, el chingolo o Kiken es convocado por Terr-Werr, la tuco-tuco, abuela de Elal, que lo había escondido de la furia asesina del gigante Nóshtex. Lo enví a buscar ayuda entre las aves. Kiken va a buscar primero al cisne y luego a los demás animales para sacar a Elal de la isla Kóoch. Hoy Kiken es amigo de todos, vive en todo sitio y es el primero en cantar al amanecer.



Cóndor y chingolo


El cóndor en su poderoso vuelo remontó a la cima de la montaña, se asentó en ella, torció su horrible pescuezo desplumado y recorriendo todo el horizonte con una orgullosa ojeada, exclamó:

-¡Yo, buitre, soy el centro del orbe!

Un gavilán, amodorrado en la punta de un poste del telégrafo en plena Pampa, contemplaba entre los párpados a medio cerrar el horizonte lejano que por todas partes a igual distancia lo envolvía, y despertándose, también exclamó: ¡Yo, gavilán, soy el centro del orbe!
Pero también el carancho, asentado en la cima de un sauce, viendo el horizonte amplio de la llanura extenderse por igual trecho a todos lados, gritó: ¡El centro del orbe soy yo, carancho!

El chimango, mientras tanto, dejó durante un rato de rascarse los piojos para cerciorarse desde lo alto de un poste del corral, de que, sin la menor duda el centro del orbe era él, pues no había más que fijarse en el horizonte para comprobar el hecho. Y tanto se convenció de que así era, que se lo dijo al chingolo.

Pero el chingolo, que no tiene ni una pluma de zonzo, no se la quiso tragar sin ver; voló para arriba, hasta lo más alto que le fue posible, y cuando volvió a bajar, le gritó al chimango: ¡Mentira, el centro del orbe soy yo, bien lo acabo de ver!
Y no hay pájaro en este mundo, por chico que sea, que no crea ser el eje de alguna cosa.

Godofredo Daireaux - Fábulas argentinas  (Editorial Continente, 2008)







POESÍAS, COPLAS Y CANCIONES

El Chingolo

Sobre la cabeza oscura
el bien peinado copete
pone un gracioso bonete
que realza su figura.
Blanca golilla asegura
rodeando el cuello robusto,
claro chaleco y muy justo,
un ponchito gris canela
-se le imagina la espuela-
y un tranquito que da gusto.

Sencillo y feliz habita
siempre en un cardo, su amigo,
en donde pone el abrigo
su bien mullida casita;
y sobre una flor marchita
vibra su acento dolido,
y así, del cardo elegido
pone arriba su canción,
y debajo, al corazón
lo deja, en forma de nido.

Suele a las casas llegar
-por amistad y provecho-
donde se lo ve en acecho
con su trote singular.
En el patio familiar
hurga las sobras de un plato,
pica un pollo, enfrenta un pato,
o esquiva con un revuelo
el cascote de un pilluelo
o la embestida de un gato.

Eres el alma del campo
-de nuestro campo querido-,
su corazón es tu nido
y su voz más fiel, tu canto;
llora el rocío en tu llanto
cuando abre fría la aurora,
la tarde muriente llora
y solloza en tu garganta,
y hasta el plenilunio canta
en tu canción seductora.

Chingolo cómo expresar
toda la inmensa ternura
que me inspira tu figura
de pájaro popular…
Cómo podría olvidar
tus ingenuas melodías,
allá, en mis primeros días,
si a tu nombre se levanta
toda mi niñez… y canta
como tu mismo lo harías.

Tu nombre dice fragancia
de trébol, cardo y gramilla,
y aguarda tu voz sencilla
todo el sabor de la infancia;
por eso es que, a la distancia,
chingolo, alguna vez cuando
como un “adiós” dulce y blando
llega hasta mi tu canción,
la recoge el corazón…
y la guarda suspirando.

Juan Burghi


Chincol

Chincol
Me despertaste ayer, amigo,
y salí para conocerte:
el universo olía a trébol,
a estrella abierta en el rocío:
¿quién eres y porqué cantabas
tan íntimamente sonoro,
tan inutilmente preciso?
¿Por qué sabía el surtidor
con la exactitud de tu trino,
el reloj de una gota de agua,
tu pequeño violín fragante
preguntándole a los ciruelos,
al manantial indiferente,
al color de las lagartijas,
preguntando preguntas puras
que nadie puede contestar?
Apenas te vi, pasajero,
músico mínimo, tenor
de la frescura, propietario
de la pureza matutina,
yo comprendí que devolvías
con tu pequeña flauta de agua
tantas cosas que habían muerto:
tantos pétalos enterrados
bajo las torres del humo,
en el gas, en el pavimento,
y que con tu acción de cristal
nos restituyes al rocío.

Pablo Neruda. Arte de pájaros




El chingolo

Cuando el campo está más solo
y la casa, en paz, abierta,
aparece por la puerta,
muy sí señor, el chingolo.

Viene en busca de una miga
o una paja de la escoba,
que, ciertamente, no roba,
porque la gente es su amiga.

Salta, confiado, al umbral
y solicita permiso,
con un gritito conciso,
como pizca de cristal.

El sol, con larga escobada,
lo desfloca en áureo estambre,
y en un transparente alambre
trueca su pata delgada.

Otro salto, y ya está adentro,
y en el haz de sol avanza
pues no excluye su confianza
la idea de un mal encuentro.

Su ropita pastoril
la agracia un lindo copete.
(Si el cardenal es cadete,
él es conscripto gentil.)

Capa gris con caperuza;
camisa y corbata blancas;
chaleco café que en francas
negligencias se descruza.

Aunque trasluce su forro,
bien le siente aquel modelo,
y un vivo de terciopelo
le orilla de negro el gorro.

Pálida espina de sol
pule su pico de cuerno,
y le brilla, ufano y tierno,
el ojillo de charol.

En la ladera de cuarzo
del camino que se ahonda,
bajo una mata redonda
anida de agosto a marzo.

Su cesto de cerda y paja
coloca al lado del Norte,
a fin de que así soporte
viento y lluvia con ventaja.

Y despistando al gandul
con artificios sencillos,
pone sus tres huevecillos
crispidos en fondo azul.

En la honda siesta de llama,
o en el crepúsculo frío,
su Curí... curí qui quío...
alegra la áspera rama.

Y todavía a deshora,
cuando las noches son bellas,
al amor de las estrellas
sueña cantando la aurora.

Bajo la estación más cruel
que las campiñas abruma,
de su bolita de pluma
brota un trino humilde y fiel.



Ya no abandona el contorno
de la casa solariega
donde como un chico juega
sobre el mortero y el horno.

Y como es tan poco esquivo,
en la misma troje acampa,
o el afrecho de la trampa
va a escarbar intempestivo.

O en el pajizo capuz
del adormilado alero,
se disfraza de jilguero
con el oro de la luz.

O con valeroso alarde
su postrer gorjeo empina
sobre la espléndida ruina
del palacio de la tarde.

En el primer desperezo
primaveral, con qué gracia
su flor anuncia a la acacia,
pinta su guinda el cerezo.

Y, amable chisgarabís
que a la doncella acongoja,
pía detrás de cada hoja
como diciendo: Luis, Luis...

Ya de afrecho se atiborra,
rondando a la molendera,
con lo que, de esta manera,
le ayuda a hacer mazamorra.

Ya entre los pollos pulula,
ya escudriña los cacharros,
y es vecino de los carros
donde hace pan la mula.

En el silencio y la paz
de una estudiosa mañana,
se asoma a la escuela aldeana
como anunciando solaz.

Curí..., curí... Y desde el seto
que trenza su verde cinta,
trae, en fragancias de quinta,
la tentación del asueto.

O en el patio de la escuela,
su saltito impertinente,
parece que eternamente
va jugando a la rayuela.

Y ahí donde ustedes lo ven,
cortés, mas nunca vasallo,
erizado como un gallo
traba su riña también.

Chingolito de mi vida,
que fuiste mi compañero
en el tiempo placentero
de la inocencia florida.

Quién me diera sin retardo,
volver a aquella delicia,
como en la estación propicia
le vuelve la flor al cardo.

Yo sufro mucho de amor,
y cuando estoy triste y solo,
quisiera oír al chingolo
para calmar mi dolor.

Leopoldo Lugones



                                                                                 


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Tico Tico No Fubá

Um Tico-Tico só
O Tico-Tico lá
Está comendo
Todo, todo, meu fubá
Olha, seu Nicolau
Que o fubá se vai
Pego no meu pica-pau
E um tiro sai
Então eu tenho pena
Do susto que levou
E uma cuia
Cheia de fubá eu dou
E alegre já voando e piando
Meu fubá, meu fubá
Saltando de lá para cá
. . . . . . . . . . . . . . . .
Houve um dia porém
Que ele não voltou
O seu gostoso fubá
O vento levou
Triste fiquei quase chorei
Mas então vi
Logo depois não era um
E sim já dois
Quero contar baixinho
A vida dos dois
Tiveram ninhos
E filhinhos depois
Todos agora…

Canción de Zequinha de Abreu




Tico-tico veio de Minas,
calçadinho de botina,
sabiá respondeu,
sai daqui, canela fina.

Tico-tico veio de Minas,
calçadinho de espora,
com a calcinha remendada
e a bundinha de fora.

Copla popular  (São João del-Rei, Minas Gerais, Brasil)







Tiene chingolo, amigo, tu plumaje
La sencillez del rancho campesino
Y el yuyo fiel que al borde del camino,
Tu nido abriga y guarda tu linaje.

Más que importa lo humilde de tu traje
Si en la efímera chispa de tu trino
Caben toda la historia y el destino
De una tierra, su gente y su paisaje.

¿Qué sería del tala serio y duro
Si le faltaran tu penacho oscuro
Y tu golilla de color herrumbre,

Y no tuviera, cada tardecita,
La ingenuidad de tu amorosa cuita
Para aniñar tu hirsuta reciedumbre!

                                        Serafín J. García




            Tímido y solo,
            Noche aún, el chingolo
      -Agreste bardo –
Como en sueños, y acaso desde un cardo,
Da su cantito rústico el primero.

Juan Burghi. Pájaros en la aurora (fragmento)





Defensa del chingolo

¿Que las tímidas alas del chingolo
No han de alcanzar la cumbre del Parnaso?
¿Los remos de las águilas tan sólo
Pueden llegar donde ascendió Pegaso?

¿Su aleteo no es grato para Apolo?
y el pajarillo debe siempre, acaso,
Compartir del “mal poeta” el mismo polo,
Para evitar a Ud. algún fracaso?

¿No hay en su canto sin igual pureza?
¿Cinco notas no encierran poesía?
¿La sencillez no tiene su belleza?

¡Confesadme que fué mal elegidol
¿No ha de volar? ... ¡Si hasta la luna envía
Un soneto el chingolo en su silbido!

Georgina Duclout de Kittl. Rimas y Paisajes





En una noche de luna
me acosté muy tempranito,
¿te digo con quien soñe?
con un lindo chincolito.
que chincolito más lindo:
la colita la meneaba
y el moñito lo paraba.
Disculpen, señores míos,
que este sueño no pudo
ser más largo
porque luego desperté.


Poesía infantil (https://www.blogger.com/profile/10360821704165866021)









La chueca de los pajaritos

Hoy día les voy a contar
la historia del Chincolito
por el placer de cantar
historias de pajaritos.

Se sabe que un día de antaño
las aves jugaban Chueca
¿y no ha quedado patuleca
la Tenca con mucho daño?
El Loro le dió un regaño,
el Jote se la jotió,
Y el único que atinó
a ayudarle sin demora
fue el Chincol que rememora
que su tío era doctor.

"¿Donde está mi tío Agustín?"
Pregunta cantando urgido
buscando presto el nido
de su tío en el jardín.
Es todo un bailarín
cuando va pidiendo ayuda.
No tiene ninguna duda,
su tío puede ayudar,
a la Tenca va a sanar
de esa lesión tan aguda.

Pero en ese caminar
buscando a su pariente
se vió en un incidente
que siempre lo fue a marcar:
Con la Loica fue a pelear
y sacaron las cuchillas,
la apuñaló en la costilla
por el costado derecho,
De rojo quedó su pecho
y él con daño en las canillas.

Volvieron presto al partido
A denunciar lo pasado,
Y con cantos entonados
llegaron hasta testigos.
Loica dijo a sus amigos
Fuerte "Con cuchillo fue",
mientras grita  "juraré"
un señor de poto gordo
al que muchos llaman Tordo
por lo flaco de sus piés.

La Torcaza que es creyente
A "Jesús, jesús" rogaba,
Y el partido terminaba
con los ánimos calientes.
El pequén muy indulgente
entablilló al chincolito
y pidió a los pajaritos
nunca más jugar palín...
Y como todo tiene un fin
Los echó de un solo grito!

Décimas inspirada en los cuentos de Orestes Plath (blog The Tipical Chilean. http://kjesed.blogspot.com/2014/09/la-chueca-de-los-pajaritos.html?m=1)





En el medio de la mar suspiraba un Chincolito
y en el suspiro decía: "Échele chicha al cachito".

Copla popular.





Canto del chingolo

Pobre chingolito,
— vidalitay —
lo tomé del suelo,
no podía volar
— vidalitay —
porque estaba enfermo.

Con mi mano grande
— vidalitay —
con mi mano ruda,
le hice una caricia
— vidalitay —
por sobre las plumas.

No teniendo jaula
— vidalitay —
en donde ponerlo,
lo eché en la guitarra
— vidalitay —
y se quedó quieto.

Bitibío - bío
— vidalitay —
a la media noche,
bitibío - bío
— vidalitay —
lo oímos cantar.

Pero al otro día
— vidalitay —
lo encontramos muerto;
pobre chingolito
— vidalitay —
¡ay, vidalitay!

Y hoy mi guitarra
— vidalitay —
tiene nueva voz;
la del chingolito
— vidalitay —
que en ella murió.


Fernán Silva Valdés. Antología poética,  Poemas Nativos.


Este mismo poeta hace intervenir al chingolo en su “Canto a Juana de Ibarbourou”:

Chingolo, chingolito: en la primavera,
—Luego de besarte con tu compañera—,
Vuela hasta la casa de la juventud
A juntar con el pico, para construir tu nido,
Hebras del cabello lacio y renegrido
De Juana de Ibarbourou.









Ya no cantas chingolo (Chingolito)

Hubo en la pampa una vez
un pajarito cantor
que sobre un yuyo parao
entonaba una canción
tan triste que parecía
el llorar de un corazón.
A ese pájaro bagual
lo espantó el ferrocarril
y su canción sin igual
no se podrá más oír.
¡Pobre pajarito gaucho,
dónde habrá ido a morir!

¡Ya no cantas chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
tu canción llorarás...
Guitarrita del campo,
pájaro payador,
te llevaste contigo
toda la tradición.

Como el ave, el payador,
sentado junto al ombú
también antes su canción
elevaba hacia el azul
donde brillaBa de noche
la divina Cruz del Sur.
Ahora se calló el cantar
y el ave y el payador
fueron lejos a ocultar
su voz llena de emoción,
pues ya invadieron la pampa
el jazz, el gringo y el Ford.

¡Ya no cantas Chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
despacito llorás...
Guitarrita del campo,
voz de la soledad,
desde que tú te fuiste
no sabemos cantar.

Tango (1928) - Música: Antonio Scatasso - Letra: Edmundo Bianchi

Aquí en la versión de Ángel Vargas con la orquesta de Armando Lacava:

https://www.youtube.com/watch?v=jE05Z0hHD9I








Referencias: Ver nuestra entrada anterior:



EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...