"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 10 de febrero de 2019

EL PATAGÓN (Ochethorhynchus phoenicurus) Y ELIZABETH COXEN, LA TALENTOSA ESPOSA DE JOHN GOULD




“Me gustan tanto como las de Audubon”.


Prideaux John Selby

(carta a William Jardine, 26 abril 1831, refiriéndose a las láminas de “A Century of Birds from the Himalaya Mountains”)




Eremobius phoenicurus. Lámina de Elizabeth Coxen Gould

Darwin, C. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Part III - Birds, por John Gould.  London :Smith, Elder & Co. 1841.


DARWIN

El 23 de diciembre de 1833 Charles Darwin a bordo del Beagle llegaba a Puerto Deseado, sobre la costa patagónica de la actual Provincia de Santa Cruz. “La misma tarde bajé a tierra” – dice. Comenzó a recorrer los alrededores. Una llanura plana que presentaba “de trecho en trecho, manchones de hierba parda y coriácea, y algunos, aunque pocos, arbustillos espinosos”. Entre las pocas aves además de cóndores, jotes y bandurrias, observó en los valles “varias especies de insectívoros”. A una de ellas pertenecía un pequeño pájaro, el Patagón, que logró capturar y agregar a su colección.

“En su comportamiento general, el mismo parecido [a Furnarius y Opetiorhynchus (= Cinclodes)], junto con algunas diferencias, siempre me impactó.  Vive completamente en el suelo, y generalmente en lugares secos y estériles, recorre los matorrales dispersos, y a menudo vuela de uno a otro. Cuando se esconde en los arbustos levanta su cola, imitando en ese aspecto a Pteroptochos y Rhinomya [= Rhinocrypta]. Su grito es estridente, bastante reiterado, y muy parecido al de varias especies de Furnarius y Opetiorhynchus. El estómago de uno que abrí estaba lleno de coleópteros. Obtuve ejemplares de tres lugares de la costa de Patagonia; a saber, Puerto Deseado, San Julián y Santa Cruz; pero en ningún lugar es común” (Darwin, 1841) .


GOULD

En 1836, de regreso de su viaje, Darwin decidió entregar la mayor parte de su colección ornitológica de unas 468 pieles a la Zoological Society, de Londres. Los especímenes fueron entregados para su estudio a John Gould, tal como lo aclaró el mismo Darwin: “Cuando cedí mi colección de aves a la Zoological Society, el Sr. Gould amablemente se encargó de darme las descripciones de las especies nuevas y los nombres de aquellas ya conocidas”.

Gould que había empezado su carrera como jardinero paisajista era también un hábil taxidermista y había sido designado curador del museo de la Zoological Society. Su obra más conocida era la de haber embalsamado la jirafa que el pachá de Egipto, Méhémèt-Ali, había regalado al rey inglés, Jorge IV, y que había muerto tras dos años en cautiverio. Como antecedente en ornitología, había editado una colección de aves del Himalaya estudiada por Nicholas Aylward Vigors e ilustrada por su esposa Elizabeth Coxen Gould, nuestra protagonista. A ésta siguieron otras obras, especialmente “Birds of Europe” en 5 volúmenes, hasta que llegó a sus manos la colección de Darwin. Si bien Gould carecía de una educación superior formal, había adquirido a través de su trabajo en el museo una capacitación profesional en ornitología lo que le permitiría, a través de la clasificación de los especímenes y su localización geográfica, contribuir a la idea que estaba gestando Darwin sobre el origen de las especies.

Gould creó para el Patagón un género especial, Eremobius, “el que vive en el desierto” (del griego eremos: desierto, y bios: vida, sustento). Como nombre específico le aplicó phoenicurus, “cola roja” (del griego phoinikos: de color rojo púrpura, y oura: cola), describiendo “plumas de la cola pardo castaño en la base”.  Pero Gould no pudo terminar su trabajo con Darwin porque estaba encarando con su esposa un ambicioso proyecto: el estudio de las aves de Australia. “Debido al apuro ocasionado por su partida a Australia -una expedición de la cual la ciencia de la  ornitología obtendrá tan gran provecho— se vio obligado a dejar alguna parte de su manuscrito bastante incompleta, de modo que sin la posibilidad de comunicarme personalmente con él, me quedaron dudas en algunos puntos esenciales. El Sr. George Robert Gray, asistente ornitológico del departamento de Zoología del British Museum, se ha ocupado, de la forma más generosa de obviar esta dificultad, proporcionándome la información con respecto a algunas partes de la disposición general, e igualmente en el más complicado tema del conocimiento de qué especies ya han sido descriptas, y en el uso de los nombres genéricos adecuados” (Darwin, 1841). De tal forma Gray advirtió que el nombre Eremobius había sido previamente utilizado para un insecto ortóptero, y lo cambio por Enicornis, “ave extraña” (del griego hénikos: único, extraño, y ornis: ave). Actualmente se la ubica en el género de las bandurritas, Ochetorhynchus.

Finalmente la obra sobre las aves del viaje del “Beagle” fue publicada en 1841 con 50 láminas a color de algunas de las aves descriptas, realizadas por la esposa de Gould, Elizabeth Coxen. “Las ilustraciones adjuntas, que son 50 en total, fueron tomadas de bocetos hechos por el propio Sr. Gould, y realizadas en piedra [litográfica] por la Sra. Gould, con tan admirable éxito, como el que ha logrado en todos sus trabajos” (Darwin, 1841). Valga este reconocimiento de Darwin en el “Aviso” del libro, ya que en las láminas no figura el nombre de Elizabeth.


Retrato de Elizabeth Coxen Gould con una Cocotilla australiana (Nymphicus hollandicus)​.
Pintada por un artista desconocido tras su muerte.
Colección privada de su bisnieto Dr. Adan Edelsten.
http://nla.gov.au/nla.obj-150672913/view
https://aunl.org/



ELIZABETH

Elizabeth Coxen fue educada como una típica mujer de la Inglaterra victoriana, incluyendo algún entrenamiento en dibujo, pintura, música, idiomas y botánica. Una muchacha culta, talentosa y encantadora. Tras un breve trabajo como institutriz de una niña, durante el cual parece que se aburría bastante, Elizabeth conoció a John  Gould, a través de su hermano Charles Coxen que también se dedicaba a la taxidermia y era vecino y amigo de John.  Probablemente habrán paseado por el Jardín Zoológico de la Zoological Society, en cuya sede Gould alquilaba habitaciones. En enero de 1829 se casaron, teniendo ambos 24 años.  Elizabeth, aunque muy indispuesta por un embarazo malogrado,  empezó a dibujar aves para algunos clientes de John, lo que representaba un ingreso extra para la pareja.

Gould que tenía un espíritu muy emprendedor se había dado cuenta de que la litografía era un método de impresión que permitía obtener láminas de aves con más matices y un aspecto más vital que el grabado en metal que daba un aspecto de rigidez a las aves dibujadas.  Conoció al artista y poeta Edward Lear  que dominaba esta técnica. El mismo Gould era un mediocre dibujante pero tenía capacidad para captar a las aves en la naturaleza, su actitud, su postura, detalles de coloración y de la vegetación circundante. Mediante bocetos, esquemas y notas lograba transmitir esa información a sus dibujantes.  Por ello instó a su esposa a aprender con Lear lo secretos del dibujo de aves sobre piedra litográfica, además de diseño, composición y el estilo necesario para hacer parecer a las aves vivas.  Gracias a las enseñanzas de Lear comenzó una carrera como ilustradora de aves que la llevaría a realizar más de 650 láminas entre las que se encuentran algunos de los mejores exponentes del arte pictórico ornitológico del siglo XIX.

La primer parte de “A Century of Birds from the Himalaya Mountains” se publicó casi con el nacimiento de su primer hijo. La obra se vendió por suscripción y tuvo gran éxito, lo que permitió aumentar la independencia económica de la pareja y encarar otros proyectos. Siguió “Birds of Europe”, notable por los fondos naturalísticos, en la cual Elizabeth aportó las láminas de paseriformes y Lear, el resto. Paralelamente se ocupó del mencionado trabajo con Darwin.

Criticado por ser nada más que un ornitólogo de gabinete, Gould advirtió qué escaso era el conocimiento sobre las aves de Australia, a pesar de que hacía ya 50 años que los ingleses estaban instalados allí. Entonces concibió el proyecto de viajar a la lejana isla para obtener información para una gran obra sobre sus aves. Su amigo y cuñado Charles, se había radicado en New South Wales (Australia) con su esposa, ambos interesados en las ciencias naturales, y le habían enviado centenares de especímenes que los Gould publicaron en  “Synopsis of the Birds of Australia” (1837-38). Charles y su hermano Joaquin lo estimularon a realizar el viaje.  Pero no fue fácil convencer a Elizabeth de acompañarlo, porque ya tenían cuatro hijos para criar. Con gran dolor de Elizabeth, decidieron dejar a los tres menores, Charles (quien habría de ser geólogo, viajaría por Sudamérica y moriría en Montevideo),  Eliza y Louisa (de sólo seis meses), al cuidado de la madre de Elizabeth, en Londres. Fue muy angustiante para ella dejar a sus hijos y a su madre, incluso enfermó y estuvo a punto de no viajar. Finalmente los esposos se embarcaron junto con su hijo mayor John Henry (futuro médico y ornitólogo en la India), un sobrino, John Gilbert (colector y colaborador de Gould), Mary Watson (una doncella para ayudar a Elizabeth) y un sirviente. Todos sus asuntos en Inglaterra quedaron bajo el cuidado de su devoto y sacrificado secretario Edwin Prince, quien más de una vez le reclamaba por recibir de él sólo noticias de aves y muy poco de los demás asuntos, incluyendo el estado de su esposa.

Enicornis phoenicura. Dibujo de John Gerrard Keulemans

Scott, WED & Sharpe, RB.  Reports of the Princeton University Expeditions to Patagonia, 1896-1899. Volume II—Ornithology. Part IV. Stuttgart : Princeton, N. J. The University. 1915.


Los viajeros llegaron a Hobart (Tasmania) en 1838, donde Elizabeth habría de permanecer en la casa del gobernador John Franklin, futuro y malogrado explorador del Ártico, y de su esposa Jane.

“Sin embargo, sería una falta en cortesía y gratitud, si no reconociera especialmente la cálida amistad, y los muchos actos genuinos de amabilidad que recibí de parte de mis apreciados amigos Sir John y Lady Franklin, quienes, además de facilitar de todas formas mis asuntos, tanto públicos como privados, con la mayor generosa hospitalidad me recibieron a mí y mi familia en su casa, donde la Sra. Gould y mi hijo mayor, que me acompañaban, permanecieron casi diez meses” (Gould, 1848 )

Durante el viaje en barco y su estadía en tierra, Elizabeth  no dejó de dibujar para reunir material para la obra, realizando incluso los bocetos y diseños. Además hizo dibujos a lápiz y acuarela de diversas plantas nativas, muchas de ellas del jardín botánico de la Sra. Franklin, los que habría de usar para los fondos de las láminas de aves. “Durante su ausencia estoy dibujando tantas plantas nativas como puedo, quiero decir ramas de árboles, algunas de las cuales son muy lindas” (Elizabeth Gould).

Pero además de ello durante su estadía allí llevo adelante un nuevo embarazo y el nacimiento de su hijo Franklin Tasman “un muchacho prodigioso”, con la asistencia de su ya amiga Jane. Mientras tanto, malas noticias llegaban desde Londres, Louisa, la pequeña que había quedado allí con su abuela, sufría una enfermedad consuntiva y según el médico de la familia “no se creía posible que sobreviviera”. En cada carta a su madre Elizabeth se lamentaba por sus lejanos vástagos: “Mi querida y pequeña Louisa también está justo en una edad crítica, con toda probabilidad sacando los dientes. No me olvidé del cumpleaños de mi querida. Bendigo sus queridas caritas. Como adoro recordar sus miradas en lo profundo de mi mente…”. 

Más preocupación se agregaba a la sufriente Eliza (como la llamaba Gould)  por las correrías de su marido, no exentas de peligro, ya que tres de sus colaboradores (incluyendo a Gilbert) habrían de morir a manos de los aborígenes en distintos episodios. Además de Tasmania, Gould realizó viajes de colección desde Hunter Valley, en Nueva Gales del Sur, donde su cuñado Charles poseía la finca Yarrundi. Recorrió el vecino Liverpool Range, Namoi y, en Adelaida, Mount Lofty, Murray Scrubs, y la isla Kangaroo. Finalmente fue en busca de Elizabeth y viajaron ambos a Yarrundi donde permanecieron algunos meses, acompañándola ella en algunas excursiones como a la isla Mosquito (Queensland).

En 1840 regresaron a Inglaterra. Allí Elizabeth, mientras cursaba su octavo embarazo, trabajaba intensamente en los dibujos de “The Birds of Australia”. Sin embargo no pudo terminar esta tarea pues, tras dar a luz a su hija Sarah, falleció de fiebre puerperal en agosto de 1841.  Una vida breve sometida al esfuerzo de numerosos embarazos y a un intenso trabajo de producción de dibujos para las obras de su marido. Preocupado por la salud de Elizabeth, Lear comentaba que con su cuarto hijo en tres años ella “sufrió un trabajo de parto prematuro, de una forma tan peligrosa como para no dar esperanzas sobre su vida; sigue aun estando internada, hasta antes de ayer, y aunque por supuesto con vida, todavía está en peligro inminente”.

Gould quedó muy consternado por la pérdida de su compañera y colaboradora, teniendo además que enfrentar la crianza de sus hijos. Sin embargo, hombre emprendedor, reorganizó su equipo con nuevos dibujantes y colaboradores como Henry Constantine Richter, Joseph Wolf y William Hart.

Henicornis phoenicura

Chenu, JC. Encyclopédie d'histoire naturelle. Oiseaux 3. Paris :Maresq [1851-1860].


OBRA Y RECONOCIMIENTO

Apasionado por sus proyectos Gould se concentraba tanto en su trabajo, que parecía indiferente ante la situación que travesaban sus seres más queridos y al esfuerzo a que se veía sometida su esposa. Fue criticado por el deficiente o nulo crédito que dio a Elizabeth. Edward Lear que lo consideraba, más allá de cierta bonhomía, como un hombre “áspero y violento”, opinaba que “debía todo a su excelente esposa, y a mí mismo, sin esta ayuda en los dibujos no hubiera hecho nada”.  Pero, Elizabeth calló sobre este punto y en sus cartas nunca mostró disconformidad con su esposo.

Durante su breve vida Elizabeth realizó:

-las 80 láminas de “Century of Birds from the Himalaya Mountains” (1830-32). Aparece acreditada en las mismas con una nota que dice “Dibujado del natural y en piedra por E. Gould” pero sin su firma. Vigors, que ayudó con la taxonomía de la colección  dedicó una nueva especie, el bello Suimanga, Cynniris [=Aethopyga] gouldiae, “a la Sra. Gould, que ejecutó las láminas de estas aves himalayas”.

-380 láminas de The Birds of Europe (1832-36),  obra en la cual mediante el estudio de ejemplares taxidermizados y vivos logró dotar a sus figuras de una mayor plasticidad. Los créditos expresan “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”, dado que John reclamaba por el diseño de las láminas, aunque se han encontrado una cantidad de bocetos realizados también por su esposa. Esta obra requirió cinco años para su preparación durante los cuales Elizabeth llevó adelante cinco embarazos, dos de ellos malogrados. En el prefacio Gould decía “Quizás se me permita agregar, que no sólo la mayor cantidad por mucho de las láminas de este trabajo [el resto eran obra de Lear], sino todas las de «Century of Birds», de la «Monograph of the Trogons» y por lo menos tres cuartos de las de «Monograph of the Toucans» han sido dibujadas y litografiadas por la  Sra. Gould, a partir de bocetos y diseños hechos por mí y tomados del natural” (Gould, 1848).

-la mayor parte de las 36 láminas de “A monograph of the Trogonidae, or family of trogons” (1834-36). En las láminas dice “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”. 

-24 láminas de “Monograph of the Ramphastidae” (1834), que en la edición alemana se adjudican a I.[ohannes ?] Gould.

-50 láminas de la obra de Darwin “Voyage of HMS Beagle” (1838), sin firma pero con el reconocimiento de Darwin que ya hemos visto.

-20 láminas para “Icones Avium” (1838), con la leyenda “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”. 

-120 láminas for “Synopsis of the Birds of Australia and the Adjacent Islands” (1837-38), sin firma, más 18 láminas no publicadas.

-84 láminas de las más de 600 láminas de Birds of Australia (1840-1848). Aquí Elizabeth alcanzó el mejor nivel de su carrera.  Además de sus magníficos dibujos, verdaderas obras de arte, produjo muchos bocetos con diseños originales. Sus dibujos inconclusos sirvieron de base para que Henry Constantine Richter completara la parte gráfica de esta producción que se publicó en siete volúmenes. Los créditos señalan “J. & E. Gould del et lith”, es decir “Dibujado y litografiado por J[ohn] y E[lizabeth] Gould”. En el prefacio Gould escribió: “Al concluir mi «Birds of Europe», tuve el agradable deber de establecer que casi la totalidad de las láminas habían sido litografiadas por mi amable esposa.  Tendría la felicidad de hacer una afirmación similar con respecto al trabajo previo; pero ¡ay! No es el caso, habiéndole agradado al Sapientísimo Hacedor de Sucesos llevársela del mundo sublunar en el corto lapso de un año tras nuestro regreso de Australia,  habiendo hecho durante su estadía en ese país una enorme cantidad de dibujos, tanto ornitológicos como botánicos, por medio de su inimitable mano y lápiz”. 

Gould le dedicó una especie a la que lamentablemente se la asocia con él y no con Elizabeth,  es el bello Diamante de Gould (Amadina [=Chloebia] gouldiae). En la dedicatoria, con palabras que expresan con mayor énfasis su amor, su dolor y tal vez su admiración, decía: “Es por lo tanto que, con sentimientos de naturaleza nada común, me he animado a dedicar este nuevo y adorable pajarito a la memoria de aquella, que además de ser una esposa tan afectiva, durante una cantidad de años trabajó tan duro y tan celosamente me asistió con su lápiz en mis diversos trabajos, y quien, tras haber circunvalado la Tierra conmigo y enfrentado muchos peligros con un coraje sólo igualado por sus virtudes, mientras alegremente se ocupaba de ilustrar la presente obra, fue llamada por la divina voluntad de su Creador desde éste a otro mundo más brillante y mejor; y estoy seguro que al dedicar esta ave a la memoria de la Sra. Gould, tendré la completa aprobación de todos aquellos que la conocieron personalmente, así como de aquellos que sólo la conocieron como artista a través de sus delicados trabajos”.

Pero obsérvese que, a pesar de estos reconocimientos, el nombre de Elizabeth no es pronunciado, su presencia queda oculta en medio de la complicada retórica victoriana con el apelativo “Sra. Gould”. Su marido, evidente autor intelectual de las obras, se resistía a darle un lugar en la autoría de esos trabajos, que más allá de su valor científico se vendían a un alto precio especialmente por la gran belleza de sus láminas, muy apreciadas por los bibliófilos. Aún hoy en día el valor de estos libros es tan alto que en las subastas muchas veces son desmembrados para vender las láminas por separado, considerando que hay pocos candidatos para la compra de la obra completa y que se obtendrá un mejor resultado final al subastar las láminas sueltas.

                                                           ALEX MOUCHARD



LOS NOMBRES DEL PATAGON

Los pájaros pequeños no suelen recibir nombres específicos de parte de las distintas culturas que conviven con ellos. Especialmente si su plumaje, comportamiento y demás características no son destacados, como ocurre con estos furnáridos. En estos casos los nombres son "librescos", es decir dados por ornitólogos debido a la necesidad de ponerle un nombre en el idioma local.

El nombre de Patagón se refiere indudablemente a la zona geográfica donde habita, siendo prácticamente endémico de la Patagonia.

También se le ha dado el nombre de Turco (Zotta,1938) o Turca. Este parece ser una confusión con un ave chilena el Pteroptochos megapodius del que ya Darwin informaba: “es llamado por los Chilenos «El Turco». Sobre el mismo, Claudio Gay señala: “Su nombre proviene de la palabra turco, que pronuncia bastante distintamente y muchas veces de seguido”. Si bien pertenece a otra familia (Rhinocryptidae) se asemejan ambos en la forma de levantar la cola y correr velozmente por el suelo, aunque habitan ambientes diferentes.

El nombre Bandurrita Turca (Zapata, 1967) asocia el nombre anterior al de Bandurrita que  se da a varios furnáridos de los géneros Upucerthia y Ochetorhynchus, probablemente por el pico curvo de algunas de ellas que recuerda al de las bandurrias (Género Theristicus), si bien el Patagón tiene el pico recto como bien señalaba Rodulfo Philippi (An. Mus. Nac. Chile, 15, 1902): “No comprendo como el Señor Desmurs quiere confundirla [a Ochetorhynchus ruficauda] con el Eremobia phoenicurus de Gould, que tiene el pico mui derecho". 


Finalmente como nombre patrón se ha elegido Bandurrita Patagónica (Navas, 1995) y también ha recibido el de Bandurrita de Cola Negra debido al extremo negro de las timoneras.  





-Ashley, Melissa -2016- Biographical Sketch of Elizabeth Gould.    https://melissaashley.com.au/2016/06/15/biographical-sketch-of-elizabeth-gould/
-Ashley, Melissa -2013- Leaves of a diary: Searching for Elizabeth Gould in the archives of the Mitchell Library. Text 17(2). http://www.textjournal.com.au/oct13/ashley.htm
-Darwin, Charles –1983– Viaje de un naturalista alrededor del mundo. 2 vols. Madrid :Akal.
-Darwin, Charles –1841- The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle ... during the years 1832-1836. Part III.  Birds, por John Gould. London :Smith, Elder & Co.
-https://es.wikipedia.org/
-https://www.biodiversitylibrary.org/
-Gay, Claudio –1847- Historia Física y Política de Chile. Zoología. Tomo Primero. Paris.
-Gould, John –1837- The Birds of Europe. London.
-Gould, John –[1840]-48- The birds of Australia. London.
-Lemmer, Leone & Stephens, Matthew – 2018 - Elizabeth Gould (1804-1841). https://australianmuseum.net.au/learn/collections/archives/john-gould/elizabeth-gould-1804-1841/
-Navas, J et al. –1995- Lista patrón de los nombres comunes de las aves argentinas. Asociación Ornitológica del Plata.
-Newman, Alexandra K. – 2018- Elizabeth Gould: An Accomplished Woman. https://blog.library.si.edu/blog/2018/03/29/elizabeth-gould-an-accomplished-woman/
-Tree, Isabella –1992 – The ruling Passion of John Gould. New York :Grove Weidenfeld.
-Zapata, ARP –1967– Aves de Puerto Deseado. Hornero 10: 374. Asociación Ornitológica del Plata.
-Zotta, AR -1938-Lista sistemática de las aves argentinas. Hornero 7:107. Asociación Ornitológica del Plata.

jueves, 24 de enero de 2019

LA GAVIOTA EN LAS CULTURAS





      
    
    
     Gaviotas trazan signos de acero sobre la inmensidad.
    
     Mañana gris – Alfonsina Storni




Kelp Gull por  Hans J. Geuze

http://www.oogvoornatuur.com/pages/ne/nieuws/verschenen-publicaties/dutch-bird-painters/hans-j.-geuze.php




Siendo un ave de las costas marinas la gaviota cocinera no parece haber generado una mitología muy importante entre los pueblos originarios, salvo como es lógico en los canoeros fueguinos, como los yagan, los kawésqar y sus antecesores. Para los yagan las gaviotas eran un ítem importante en su alimentación. Las cazaban con arco y flecha, hondas y trampas de lazo. Además colectaban huevos y pichones, y éstos eran criados como aves domésticas. Con sus huesos fabricaban utensilios y cuentas para collares, y con su piel ornamentos.

También tenían importancia mítica: el hombre sol-menor, Lem, era el padre de varias aves, entre las que se encontraba la gaviota. En un relato de este pueblo, la gaviota Quihuagu era una viuda que vivía con su bella hija. Quetela, el traro o carancho, se enamoró de la madre y de la hija y se las llevó a vivir con él. Pero los hermanos Huashénim, dos cormoranes negros, cortejaban a la joven que no les correspondía por lo cual intentaron forzarla y finalmente la mataron. Más tarde se reunieron los numerosos parientes de las gaviotas, mientras de lejos los observaban los hermanos asesinos. Las gaviotas les tiraron piedras con sus hondas pero no pudieron alcanzarlos. Entonces llamaron al hábil cazador Omorra, quien para practicar lanzó varias piedras, abriendo así el canal de Beagle y sus varias ramas. Finalmente, con más puntería,  arrojó tres grandes piedras a los hermanos, matándolos y quedando transformados en dos rocas llamadas "Los dos ancianos", en el barranco de Lashahuaya, sobre la isla Hoste.


En el mundo mítico de los kawésqar la qolák o gaviota, era parte de los seres gigantes, monstruosos, que en los fiordos devoraron a toda la población humana. Los sobrevivientes encontraron al Hijo del Canelo, que sería después el héroe que mataría a todos los monstruos. En sus bailes repetían el movimiento de las gaviotas y utilizaban tocados hechos con sus plumas para representarlas. Fijaban dos alas de gaviotas sobre un casco hecho con la piel del ave. A la piel le sacaban las plumas dejando sólo el plumón y con ellas hacían adornos funerarios


Para los selknam de Tierra del Fuego P’ota, una viuda con dos hermosos hijos, era la antepasada de todas las gaviotas, vivían recluidos en un pequeño sector de la playa y recibían ofrendas de alimentos de los pobladores. Por otro lado con la piel de la gaviota (que ellos llamaban kaprrh) confeccionaban una pequeña pelota para sus juegos llamada cháto. A pesar de que consideraban su carne dura y poco gustosa, en las épocas de hambruna tenían un curioso método para cazarlas: hacían sangrar la nariz sobre la nieve para atraerlas y atraparlas.

 El nombre mapuche de la gaviota es kawkaw o kürkür,  y dio origen a los siguientes topónimos en Chile: Cocauque (de kokaw: gaviota grande, y ken: afirmativo) y Caucahué (de kawkaw: gaviota grande y we: lugar), Cai (= abundancia de gaviotas o kaü), Caucahuapi (= isla donde hay gaviotas).  Y en Argentina: Pukaullu: gaviotas (de kaull: gaviota, y pu: sufijo del plural), es un río que desemboca en el lago Lácar y que daba nombre antiguamente a San Martín de los Andes. Los mapuches utilizaban el cerebro de las gaviotas para tratar los estados de melancolía.

El poblador Savino Choqueña relata el origen de las gaviotas entre los aymara: “El hijo de la anciana Puli y la hija del matrimonio Auquipuli se amaban pese a la oposición de sus padres. Habiendo descuidado las cabras, a causa de su romance, decidieron huir y se fueron cantando y bailando al cerro donde moraba el espíritu tutelar Achachila. Allí los sorprendió una gran tormenta de viento, lluvia y granizo. El dios de la montaña los perdonó, pero transformándolos en gaviotas que habrían de comer pasto y arena, y que anunciarían las lluvias y tempestades, danzando en el aire y cantando kiw, kiw, kiw...”

Cuando llegaron a este continente los españoles y portugueses, identificaron a las gaviotas con las que conocían de Europa, especialmente en el caso de la cocinera con el Gavión (Larus marinus) y utilizaron el mismo nombre de gaviota. Esta palabra deriva del latín gavia, que ya usaba Plinio para designar a estas aves: “Gaviae in petris nidificant” (= Las gaviotas nidifican en las rocas]”. En España también se usó la forma paviota hasta el siglo XVII. Con respecto al término “cocinera” no sabemos cuándo se originó su uso. Probablemente es un uso rioplatense. La primera mención que encontramos es de Eduardo Ladislao Holmberg en 1895. Hasta entonces se la conocía con el nombre que le dio Félix de Azara, Gaviota grande (p. ej. Barrows en 1883).

Algunos refranes y dichos se refieren a ellas. “Apelar a las de gaviota” es, recurrir a las piernas, escapar. Aunque las gaviotas no son aves corredoras. Con respecto a su voracidad, Alfredo Ebelot dice: “En cuanto se anuncia una boleada, acuden todos los haraganes de la región como gaviotas a la carneada”. Los pobladores del sur de Chile creen que cuando las gaviotas graznan mucho, es porque viene una mala pesca. Igualmente los kawésqar cuando veían volar a las gaviotas muy alto sabían que se acercaba el mal tiempo.




Acrobacia aérea de gaviotas. Vuelan tan a ras del agua, que se les humedecerán las patas. A veces rayan las olas con la punta de las alas, tal vez para quitarse la pintura negra con que están manchadas en sus rémiges. Una, muy audaz, se zambulle de improviso. Querrá blanquearse por entero. Sale al momento pero su color no ha cambiado. Es firme. La naturaleza es muy buena tintorera. ¡Ya comprendo! Se trata dé la gaviota cocinera. Ha pescado con pasmosa agilidad alguna pequeña trucha descuidada. Elemento directo para su estómago. Porque aunque  viste como un buen «chef», ya no cocina para nadie. Ni para ella. Tal vez sus antepasados ...
    
     Isla Victoria - Lago Nahuel Huapí
Aves desde mi ventana
Andrés G. Giai (El Hornero Vol. VIII – AOP - 1942)



    

El puente y las gaviotas por Horacio Obaya

https://www.artelista.com/obra/1523125935826926-elpuenteylasgaviotas.html




Para los poetas y escritores la gaviota es una poderosa imagen de la libertad y la pureza con su dominio del aire,  su vuelo amplio y errante, y su color blanco. Acá una breve selección:

Alza una gaviota el vuelo,
Y hacia la estrella remota,
Parece que la gaviota
Fuera hundiéndose en el cielo.

Quién pudiera sobre el mar,
Como la gaviota aquella,
Darse al viento, dulce estrella,
Y hacia ti volar, volar...

     El ave marina – Leopoldo Lugones


    
La gaviota abrió con destreza
con espuma, con estupor,
dos direcciones peregrinas
y así se mantuvo en el cielo
con dos alas, dos claridades,
dos secretarias de la luz
hasta que voló, sin embargo,
hacia el Este y hacia el Oeste,
hacia el Norte y hacia la nieve,
hacia la Luna y hacia el Sol.
    
     Gaviota – Arte de Pájaros – Pablo Neruda
    


Como un pañuelo que flota
en el adiós de los puertos,
sobre los mares desiertos
pasa lenta una gaviota.

Juan Burghi




Nadie sabe por qué oscuro
mecanismo las gaviotas
se condensan como gotas
de tiempo en estado puro.

Yo me reúno con ellas
a la orilla de la mar
y veo el tiempo gotear
todo borrado de huellas.
    
     Gaviotas – Alberto Cortez
    






     Dos poemas del panameño Ricardo Miró Denis: 



Gaviotas



Desgranando canciones o lamentos
las gaviotas se van, ebrias de bruma,
¡ jirones del azul, flores de espuma
deshojadas al aire por los vientos !......

Quizá mañana, cuando el nuevo día
llene de luz la inmensidad del cielo
dejarán el cansancio de su vuelo
sobre las costas de la patria mía.

Después, cuando la llama de la Aurora
arda en Oriente como inmensa pira
proseguirán en su celeste gira
a través de la mar murmuradora.

¿ A dónde van ?... ¿ por qué ajan el armiño
de sus alas ?.. . Qué anhelo las fustiga,
si no han de hallar, después de su fatiga
ni Patria, ni recuerdos, ni cariños

Tal vez ignoran en su gira loca
que si se suelta en ira el oleaje,
puede clavar la flor de su plumaje
como adorno en la cresta de una roca.

Pero ¿qué importa?... Y van con sus canciones
como un himno de amor sobre el Océano
desdeñando, en su orgullo soberano
de gaviotas, países y naciones.......

¡ Quién pudiera, con cantos o lamentos,
embriagarse de cielos y de bruma,
jirones del azul, flores de espuma
deshojadas al aire por los vientos !.......

Así mañana, cuando el nuevo día
llenara con su luz el ancho cielo,
dejaría el cansancio de mi vuelo
sobre las costas de la Patria mía.









La última gaviota


Como una franja temblorosa, rota
del manto de la tarde, en raudo vuelo
se esfuma la bandada por el cielo
buscando, acaso, una ribera ignota.

Detrás, muy lejos, sigue una gaviota
que con creciente y pertinaz anhelo
va de la soledad rasgando el velo
por alcanzar la banda ya remota.

De la tarde surgió la casta estrella,
y halló siempre volando a la olvidada,
de la rauda patrulla tras la huella.

Historia de mi vida compendiada,
porque yo soy, cual la gaviota aquella,
ave dejada atrás por la bandada.





Sello postal - República de Uruguay



Juan Bosch fue encarcelado en 1934 por conspirar contra la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana. En esa situación, alejado de su novia, escribió esta poesía, “Anhelos”,  que luego musicalizó su compañero de prisión Julio Gautreux:


Junto a la reja de mi blanca celda
el mar despeina su melena azul.
Veo como se alza la gaviota
y vuela como afanosa de volverse luz,
como afanosa, como afanosa, de volverse luz.

Indecible anhelo de tener las alas,
del ave grácil que se eleva así.
Desentumirlas, levantar el vuelo,
cruzar los aires y llegar a ti,
cruzar los aires y llegar a ti.



Otra canción, con letra del argentino Julio Huasi y música del chileno Eduardo Carrasco, que la incluyó en el repertorio de su grupo Quilapayún:


La Gaviota

Con tu puñal desatado
Abriendo la inmensidad
Te pareces demasiado,'
Gaviota, a la libertad.

Quiero seguirte en el vuelo,
Gaviota, si me dejas;
Ya nos robaron el cielo
Será muy duro volar.

El gringo roba hasta el aire
Roba la tierra y el mar
Y una garúa de sangre
Nos moja sin acabar;
Hay que matar esa nube
Con una gran tempestad
Para romper la costumbre
Gaviota, de lagrimear.

En las orillas de América
Eres la dueña del mar
Yo soy esclavo en mi tierra
Mi continente sin pan,
La sangre sigue cayendo,
Gaviota, sobre los dos,
El yankee ríe por dentro,
Gaviota, parémoslo.

Con tu armamento de espumas
Con mi puñal vengador
Con su balazo la luna
Con el gatillo del sol
Hay que matar esa historia
Con un disparo final
Para que lluevan auroras
Sobre mi tierra y tu mar.






Chapman, Anne – s/f- Fin de un Mundo. Los selknam de Tierra del fuego. Taller Experimental Cuerpos Pintados.

Ebelot, Alfredo – 1915- La Pampa. Buenos-Aires: Joseph Escary Editor.

Emperaire, Joseph -2002- Los Nómades del Mar. Ediciones Lom: Chile.


González Fulle, Beatriz –(2016)- Propuesta Pedagógica a partir de la exposición “Los espíritus de la Patagonia Austral”. Editores: Diego Álamos Mekis y Pablo Mendoza Topaz (Ediciones del Desierto).

Keller Rueff, Carlos -1972-  Mitos y Leyendas de Chile. Santiago de Chile :Editorial Jerónimo de Vivar Cooperativa de Ediciones Ltda.

Lothrop, Samuel Kirkland – 1928- The Indians of Tierra del Fuego. New York :Museum of the American Indian, Heye Foundation.

Quispe Chambi, Edgar – 2004- Traducción de Cuentos y Tradiciones Orales en Aimara. Puno (Perú) :Instituto del Bien Común.  Academia Peruana de la Lengua Aymara - APLA.   



ALEX MOUCHARD

EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

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