"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 7 de julio de 2013

EL CISNE DE CUELLO NEGRO ( Cygnus melancoryphus) Y EL ABATE MOLINA






“Cisne cuello negro 
cisne cuello blanco. 
Que se van hiriendo 
que se van besando. 
Alegría y llanto.” 

Canción de Manuel Alejandro



The Swan - El cisne
Dibujo de William Toller (1715) en la Ensenada de Castillos, Uruguay.



EL ABATE


Imaginemos estar a mediados del siglo XVII en una de las mejores zonas de Chile, “el Corazón de Chile”.  Estamos en el valle de Loncomilla, donde habitaba la etnia del mismo nombre. Allí a partir de los repartos de tierras del conquistador Pedro de Valdivia, se fue forjando una comunidad de hacendados que se dedicaban mayormente a cultivar la vid. Esa fértil planicie ondulada ocupa la zona conocida como "Isla del Maule", rodeada por los ríos Maule, Loncomilla y Perquilauquén. En esa pintoresca comarca, en la hacienda materna de Huaraculén, al este de la actual Villa Alegre, nació en 1740, Juan Ignacio Molina.

Juan Ignacio, niño inquieto y curioso, habrá dado sus primeros pasos en los largos corredores que rodeaban la casona familiar de adobe con fuertes vigas de ciprés y techo de totora. Jugaba y corría por el amplio patio rodeado de murallas y quizás haya observado en la bodega a los artesanos fabricando toneles y otros utensilios.

Muy pequeño acompañaba a su padre, quien para cumplir con una orden real, recolectaba diversos especímenes de la naturaleza, y de allí empezó a adquirir un gran interés por tales cosas. «Mi carácter me llevó desde mis más tiernos años a observar la naturaleza y particularmente los animales, por lo cual mientras viví en el país hice todas las investigaciones posibles”.

Ese era su mundo, pero su infancia fue corta. Con apenas 15 años fue admitido en la escuela de los jesuitas de Concepción, y dos años después, Juan Ignacio fue enviado a la hacienda de Bucalemu (“bosque grande” en mapudungun), en Rocas de Santo Domingo, cerca de San Antonio, propiedad de la Compañía de Jesús. Durante tres años (1758-1760) habitó en La Casita, un sencillo edificio de adobe y madera, cuesta arriba del cerro.  Mientras estudiaba humanidades clásicas, se fue también despertando su interés por la observación de la variada fauna y flora de ese idílico lugar, realizando largos recorridos por la cordillera de la Costa y por las orillas del mar. En efecto, dicha hacienda se encuentra enclavada en los humedales de El Yali (“mosquito” en mapudungun) , un área natural de unas 11.000 hectáreas (hoy en día incluye una Reserva Nacional declarada sitio Ramsar), formada por un complejo de ríos, lagunas, vegas, esteros y dunas, donde se concentra una gran cantidad de aves acuáticas: flamencos, coscorobas, cisnes de cuello negro, gaviotas, patos, taguas, hualas y garzas. También viajó por los alrededores de la hacienda de Huaraculén,  la chacra de Ñuñoa en Santiago,  las haciendas de La Punta y Carén, y los campos del Maule incrementando sus conocimientos sobre los animales y plantas nativos.




Hacienda de Bucalemu
http://www.dconstruccion.cl/

Sin embargo, esa incipiente carrera de naturalista, quedó trunca cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de América y Molina debió radicarse en Bolonia, Italia. Jamás habría de regresar de su exilio, donde falleció a avanzada edad.

En Italia publicó  "Compendio della storia geografica, naturale e civile del regno del Chile" (1776), para cuya redacción se valió de sus recuerdos y de los informes de distintos viajeros europeos que habían visitado el país, ya que sus manuscritos originales le fueron requisados al embarcarse en El Callao. Más tarde realizó una segunda versión ampliada: "Saggio sulla storia naturale del Chile" (1782), para la que pudo contar con las notas que le habían confiscado en Perú, y que le fueran devueltas por su compatriota, José Ignacio Huidobro y Morandé,  que había logrado adquirirlas en  Valparaíso. En estas obras describió por primera vez numerosas especies de animales y plantas de Chile.

Molina fue profesor de ciencias naturales y llegó a elaborar una teoría de la evolución precursora en más de 40 años de la de Darwin. En la misma postulaba que Dios había creado solamente el germen de la vida y que éste había evolucionado hasta llegar a formar las diferentes especies, lo cual le valió una acusación de herejía, que afortunadamente no prosperó.

Gracias a su actuación y sus obras, el abate Molina, como se lo conocía en Italia,  es considerado el primer naturalista chileno, y además el  primero en utilizar la nomenclatura postulada por  Linneo. De sus descripciones, alrededor de 34 nombres científicos de especies de plantas y 53 de animales son  válidos aún hoy en día.

Juan Ignacio Molina a los 65 años.
Giambattista Trulli. 



Molina era de pequeña estatura, de piel algo morena, ojos grandes y vivos, boca y nariz grandes. Era de carácter tranquilo, jovial, algo irónico, excelente y preciso observador  y muy imaginativo. Humilde para expresar sus ideas, aunque riguroso en la crítica a los que consideraba erróneos. Era muy aplicado en la búsqueda de información y en la elaboración de sus trabajos.


EL CISNE DE CUELLO NEGRO

El primer europeo que dio noticias de este cisne parece haber sido el viajero Sir John Narborough, quien lo observó el 2 de agosto de 1670, en el estrecho de Magallanes, y lo publicó en el relato de su viaje en 1694.


Cisne de cuello negro
              Artesanía de Tini Depoine


Pasaron casi cien años y Molina que seguramente en sus excursiones por las lagunas de El Yali se encontró con el cisne de cuello negro, lo describió así: “El cisne chileno, Anas Melancorypha, tiene casi el tamaño del Cisne Europeo, al que se parece mucho en la forma, pero se distingue por el color de las plumas que cubren su cabeza hasta la mitad del cuello, las que son de un bello negro, mientras que todas las demás son de un blanco reluciente. La hembra produce seis pequeños, que no abandona ni en el nido y cuando va a procurarse el alimento los lleva todos sobre el dorso.”

Pero en el otro extremo del sur americano, casi al mismo tiempo, otros viajeros se encontraban con la bella ave. Louis Antoine de Bougainville, durante su viaje a las islas Malvinas en 1763 observó: “Entre las aves de pies palmados, el cisne tiene el primer rango. No difiere del de Europa más que por su cuello de un negro aterciopelado, que hace un admirable contraste con la blancura del resto de su cuerpo, las patas son de color de carne. Esta especie de cisne se encuentra también en las costas del Plata y en el estrecho de Magallanes”. Dom Pernety, capellán y naturalista del viaje, lo confirmaba:  “En el segundo viaje vimos ... una especie de cisne con pico rojo, teniendo todo el cuello del más bello negro, y el resto del plumaje blanco”

William Hudson fue uno de los más fervientes admiradores de la belleza de nuestro cisne, o quizás, por sus dotes literarias, quien mejor pudo expresarlo:  “Para mi mente quizás parcial, esta especie es preeminente entre los cisnes por su belleza, aunque es considerablemente menor que la especie del Viejo Mundo, y, debe admitirse, no se comporta tan majestuosamente. En cuestiones de este tipo es lógico para cada persona tener favoritismo por las cosas de su propio país; pero pienso que debe admitirse sin dudas, que el ave de cuello negro es una de las tres especies que sobrepasan en mucho a todas las demás del género en belleza, siendo las otras dos, por supuesto, el cisne doméstico de Europa y el cisne negro australiano (quizás el ave más agraciada del mundo).”



Cisne dibujado a partir de un  ejemplar vivo de los Jardines de la Zoological Society.Sclater, Ph. L. y W. H. Hudson -1889-  Argentine Ornithology


A orillas del río Negro, Hudson describió este idílico cuadro:
"Nunca un río me pareció más hermoso para mirar: más ancho que el Támesis en Westminster, y extendiéndose a cada lado hasta fundirse y perderse en el  horizonte azul, sus costas bajas vestidas con toda la gloria de los bosquecillos y quintas de frutales, viñedos y campos de dorado maíz. Lejos, en el medio de la veloz corriente azul, nadaban bandadas de cisnes de cuello negro, su blanco plumaje brillando como espuma a la luz del sol.”

Jorge Casares dice que “quien haya visto a nuestro cisne - en la inmensidad de la pampa, bajo un cielo azul - deslizarse lento y sereno sobre la superficie tersa y luminosa de una laguna, con las curvas aplanadas de su cuerpo blanco, erguido el cuello negro coronado por el rojo violento de la cresta” puede comprender la manifiesta parcialidad de Hudson.  Para Goeldi, que lo señalaba para el sur del Brasil, es “el más bello cisne que existe.”

Para los que gustan de “humanizar” la conducta animal, podría considerarse al cisne como ejemplo de amor maternal. Según Alice Price la hembra se caracteriza por ser una estricta incubadora, que nunca abandona el nido, llegando incluso a morir de hambre durante el proceso de incubación. Como observó Molina, una vez nacidos los pichones los lleva sobre su lomo mientras nada, cosa que no hacen las demás especies de cisnes con excepción quizás del cisne mudo. Esta costumbre quizás pudo haber dado origen a lo que se narra en el mito de Elal y que desarrollamos más adelante.

Las plumas del cisne, o más precisamente su piel, constituyeron desde el principio de la colonia un objeto preciado para el comercio y fueron exportadas a Europa en grandes cantidades, como lo refiere Félix de Azara. Aún hacia los años 1950 Wallace dice que en un sólo acopiador de Argentina había centenares de miles de pieles para fabricar aplicadores de maquillaje conocidos precisamente como “cisnes”, nombre que aún perdura en sus símiles sintéticos.

Las técnicas para cazar un ave, caracterizada por su desconfianza, fueron relatadas por Hudson: “Cuando las aves están alimentándose o descansando en el pastizal, dos o tres hombres o niños cabalgan tranquilamente hacia el lado de la bandada protegido del viento, y al estar en el lado opuesto, giran repentinamente y cargan a toda velocidad, profiriendo fuertes gritos; con lo cual las aves se aterrorizan de tal manera que son incapaces de volar. . . sólo logran aletear sobre el suelo y son fácilmente abatidas a golpes. Un gaucho conocido por mí, un día atrapó de esta forma 3 en un grupo de seis; pero un viento muy fuerte lo favorecía, y las aves estaban a cierta distancia del agua, y le permitieron acercarse antes de hacer la carga repentina.”


Cassell's book of birds: From the text of Dr. Brehm / 
London, Cassell, Petter and Galpin,1875.


Ernesto Gibson, relataba que en la región de Ajó, cerca del cabo San Antonio, en la costa de la provincia de Buenos Aires, desde principios del s. XIX se practicaba la caza del cisne.  “Otro gran bañado que bordeaba nuestra propiedad, es conocido como  Cañada de Cisneros, un nombre muy sugestivo para el coleccionista de huevos, nombre que expresa bien su característica. A principios del siglo, los primeros cristianos (así llamados para distinguirlos de los indígenas) que llegaron a esta zona fueron los gauchos, quienes, en persecución de los cisnes para procurarse sus pieles, hicieron entradas ocasionales más allá de las fronteras. Su arma eran  las boleadoras, del mismo tipo que las usadas para capturar al ganado y a los caballos  ... Estas bolas “cisneras” diferían sólo en que estaban hechas de madera, de modo que flotaban en el agua si el gaucho erraba el blanco. En esa época, los cisnes eran más confiados y más fáciles de aproximar; y el jinete cuidaba siempre de venir del lado del viento, llegando a 36-46 m antes de que las aves se  alarmaran. Entonces una arremetida violenta, le permitía ganar otros 9 m, si el agua no era muy profunda, ya que los cisnes eran sorprendidos con la desventaja de tener que elevarse a favor del viento. Las bolas eran revoleadas, arrojadas y enredadas en las alas y el cuello del ave elegida, dejándola totalmente rendida  ... Yo pasé tres horas en el corazón de esa cañada, en un tranquilo día soleado, flotando silencioso por los estrechos canales abiertos entre los juncos verde brillante, viendo un cisne nadar lentamente desde su gran nido, donde quedaban los tres a cinco grandes y bonitos huevos.”

Claude Gay comenta que “pone seis o siete huevos de color blanco sucio, dos o tres veces mayores que los del pato, de buen gusto y que se venden en los mercados”. También menciona que en el Plata “se comercia con su pellejo”. Los barqueros de São Lourenço do Sul (Rio Grande do Sul, Brasil) traían a la ciudad en el mes de septiembre cestos llenos de huevos de aves acuáticas, entre ellas los cisnes, que habitaban en la vecina Lagoa dos Patos (Ihering, 1888).

El cisne parece ser una especie muy adaptable al cautiverio. Sclater y Wolf indican: ”La primera importación [a Europa] del Cisne de Cuello negro fue realizada gracias a la inquietud del almirante Hornby. Cuando este oficial estaba  a cargo de la estación del Pacífico logró enviar al conde de Derby, en diferentes momentos, ocho individuos de esta especie, de los cuales seis se encontraban vivos al momento de dispersarse la colección de Knowsley en 1851. El actual conde de Derby le regaló una pareja a Su Majestad, la Reina, y las dos parejas restantes pasaron a propiedad de la Zoological Society. Sin embargo, por varias razones no intentaron reproducirse,  y habiendo muerto uno de ellos, la oportunidad de mantener la especie dependía de una única pareja. Afortunadamente, en el año 1857, no sólo hicieron un nido, como lo habían hecho en 1856, sino que empollaron cuatro pichones, los que rápidamente llegaron a su tamaño y color adultos, y a fines del otoño apenas podían distinguirse de sus padres  ... Desde que se escribió esto (en 1861) ocurrieron numerosas importaciones del Cisne de Cuello negro, y la especie puede considerarse completamente establecida en Europa.”  De esta forma, hacia fines del s XIX, el cisne ya se hallaba representado en la mayoría de los zoológicos europeos, donde criaba con cierta facilidad.



Los nombres del cisne

Wanouma es su nombre fueguino. También se registra kaum, una imitación de su voz.

Kokoró  y  piupiukürúpelkawün  sus nombres en mapudungún.

En quichua es huiti, y en guaraní guiraeté guazúypé guasú akâhû .

Para los chilenos es chrula o thula.

Los gauchos de Buenos Aires le decían cisne de pescuezo negro.

Los brasileños: cabeça-preta, pato-argentino o pato-arminho.





EL MITO

Con ser un ave tan conspicua y atractiva, el cisne de cuello negro, no aparece en forma destacada en los mitos aborígenes, a diferencia de la rica mitología que tiene el cisne europeo. Es probable que por ser un ave tan arisca que se mantenía muy lejos de la gente, haya quedado también alejada de sus leyendas.  Solamente entre los aonik’enk o tehuelches del sur parece haber tenido un papel fundamental en la vida de Elal, su creador y héroe mítico.

En una de las versiones, Elal se había enamorado de Teluj, el lucero del alba, la hija del Sol y la Luna, los que para dársela en matrimonio le hacían innumerables pedidos, burlándose de él y tratando de engañarlo. Entonces Elal, enojado, envió a los padres al cielo y sumergió a la hija en el lago Viedma. Luego, Elal se montó sobre el cisne Kúkn  y partió hacia dónde sale el sol. Para algunos el cisne era su abuela, el tucotuco Térrguer, quien lo había criado de chico y que había tomado ese aspecto. Cuando el cisne se cansaba Elal soplaba o lanzaba una flecha y formaba una isla. Algunos aseguran que así se formaron las Malvinas. Otros dicen que se trata de la isla Shéekt Elal, en el río Santa Cruz. Por eso, dicen, cuando los cisnes vuelan hacen “hisch, hisch” como si estuvieran cansados. Sin embargo, el ornitólogo Alexander Wetmore escuchó que “mientras pasan pueden emitir llamadas como graznidos graves que recuerdan los de los gansos”.

Otra versión, que relata el nacimiento de Elal, cuenta que éste acosado por su malvado padre es ayudado por las aves quienes, para salvarle la vida, logran subirlo al lomo de Kellfü, el cisne, que habría de llevarlo a la tierra firme o Mapu. Durante este viaje el ave y el muchacho se hicieron muy amigos, y parece ser que fue Kellfü quien lo bautizó El’Al o Elal. Tras atravesar el océano divisaron la montaña azulada, el Chalten ( o monte Fitz Roy), donde descendieron y allí el cisne cuidó a Elal, hasta que creció y pudo llevar a cabo su labor creadora. Una vez  cumplida su misión, el ave regresó a la isla para informar a las demás sobre el destino de Elal, y luego se retiró a las lagunas donde cada mañana saluda a su amigo con un graznido. A partir de estos sucesos los cisnes pasaron a ser sagrados para los aonik’enk, ya que no los cazan, ni los capturan. Hasta las aves carroñeras evitan comer el cadáver de un cisne para no atraer la ira de Elal.

Por esas curiosidades que tienen las culturas humanas, del otro lado del mundo, en Laponia, una zona también muy fría, los brujos tienen al cisne entre los espíritus que invocan en sus conjuros. Los chamanes cuentan que esta ave, a la que llaman saivo-lodde, ave de la montaña o de los muertos, los lleva volando sobre su lomo al país de los muertos donde ellos aprendían lo que estaba oculto a los demás mortales. También, cuando querían hacerle daño a un enemigo, le enviaban al cisne como agente vengador.  El mismo nombre griego del ave, kyknos, recuerda mucho al kúkn de los tehuelches. Kuik es el nombre del cisne en estonio, y entre tártaros. Y al parecer hay una relación con kuu, la Luna, entre los finlandeses. Estos tienen una leyenda en que Suometär, es una doncella y un cisne, tan hermosa que el Sol, la Luna y la Estrella Polar bajan a la Tierra para desposarla.


Coscoroba y cisne de cuello negro.
Pablo Matzel - Hornero 5. 1933



LA POESIA

Rubén Darío tal vez no haya conocido al cisne de cuello negro en su ambiente natural y, como buen representante del romanticismo, sus bellos versos deben referirse al cisne europeo:

“¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores? “

Pablo Neruda, sin duda buen conocedor del cisne chileno, le brinda una respuesta:

“Sobre la nieve natatoria
una larga pregunta negra.”

Porque el cisne de cuello negro, al igual que su pariente europeo, fue motivo de inspiración para nuestros poetas sudamericanos. Quizás quien más sentidamente le cantó fue el chileno Augusto Winter, amigo de Pablo Neruda y Gabriela Mistral. La desaparición de los cisnes del hermoso lago Budi, cerca de Puerto Saavedra, donde era bibliotecario, fue narrada en su poesía “La Fuga de los Cisnes”:

“Reina en el lago de los misterios tristeza suma:
los bellos cisnes de cuello negro terciopelo,
y de plumaje de seda blanca como la espuma,
se han ido lejos porque el hombre tiene recelo.

Aún no hace mucho que sus bandadas eran risueños
copos de nieve, que se mecían con suavidad
sobre las ondas, blancos y hermosos como los sueños
con que se puebla los amores de la bella edad.

Eran del lago la nota alegre, la nota clara,
que al panorama prestaba vida y animación;
ya fuera un grupo que en la ribera se acurrucara,
ya una pareja de enamorados en un rincón.

..............................................

El lago amaban donde vivían como señores
los nobles cisnes de regias alas; pero al sentir
cómo implacables los perseguían los cazadores,
buscaron tristes donde ignorados ir a vivir.

Y poco a poco se han alejado de los parajes
del Budi hermoso, que ellos servían a decorar,
yéndose en busca de solitarios lagos salvajes
donde sus nidos, sin sobresaltos, poder salvar.

Más, desde entonces fue su destino, destino aciago
ser el objeto de encarnizada persecución:
vióseles siempre de un lado a otro cruzar el lago,
huyendo tímidos de la presencia del cazador.

Y al fin, cansados los pobres cisnes de andar huyendo,
se reunieron en una triste tarde otoñal,
en la ensenada, donde solían dormirse oyendo
la cantinela de los suspiros del totoral.

Y allí acordaron, que era prudente tender el vuelo
hacia los sitios desconocidos del invasor;
yendo muy lejos, tal vez hallaran bajo otro cielo
lagos ocultos en un misterio más protector.

......................................................

Si, por ventura, suelen algunos cisnes ausentes,
volver enfermos de la nostalgia, por contemplar
el lago amado de aguas tranquilas y transparentes,
lo hallan tan triste que, alzando el vuelo, no tornan más.”


Al igual que Winter,  Mabel Victoria Gracia Díaz, se preocupa por los peligros que corren los cisnes:

“Cisne de cuello negro
cántale al abismo
cántale a la muerte,
para que se duerman rápido
y no te encuentren,
para que el tiempo pare
y tu luz sea perenne.”


En cambio, el poeta uruguayo Mario Azzarini Scoseria   es más descriptivo:

“Se pintó de algodones
la calma de la laguna
Distinguida como ninguna
Esta especie del bañado
al contemplarla extasiado
me inspira siempre ternura .

Con el cuello de azabache
y las patas color carne
se deslizan elegantes
como que fueran los vientos
que los impulsan por cientos
sobre las aguas de esmalte .

Sus blancas plumas caudales
agitan como un plumero
si en el fondo del estero
algún crustáceo sabroso
delatado en sus retozos
va a parar a su garguero .”
..............................................


Monumento a Juan Ignacio Molina
Augusto François 


"y ya no hay nada que decir,

así refleja el cisne así,

el agua en sus alas...

por fin..."


Cisne - Luis Alberto Spinetta



Alex Mouchard

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REFERENCIAS


-Bórmida, M. y Siffredi A. -1969-70-  Mitología de los tehuelches meridionales, en Runa, Arch. p. las Cien. del Hombre, XXII,1 y 2. Buenos Aires. Argentina.
-Bougainville, L. A. de – 1771 -  Voyage autour du monde par la frégate du roi "la Boudeuse" et la flûte "l'Étoile"; en 1766, 1767, 1768 & 1769. Paris, Saillant & Nyon, libraires, rue S. Jean-de-Beauvais.
-Casares, J. -1933 - El Cisne de cuello negro.  El Hornero, 5, p. 146.
-Charrier, R. y F. Hervé – 2011- El abate Juan Ignacio Molina: Una vida dedicada a la historia natural y civil del Reino de Chile- Revista de la Asociación Geológica Argentina 68 (3): 445 – 463.
-Echeverría Baleta, M. - Joiuen Tsoneka (Leyendas Tehuelches).
-Gay, C.  -1847 - Historia física y política de Chile. Zoología I. París.
-González Colville, J. –2006-  Informe Histórico y Arquelógico del Sector de la ex Viña Sotomayor, actual Viña El Aromo. Universidad del Mar Sede Centro Sur, Chile.
-http://es.wikipedia.org/wiki/
-http://www.biodiversitylibrary.org/
-http://www.educarchile.cl/
-http://www.mcnbiografias.com/
-Hudson, W. H.  -1893-  Idle Days in Patagonia.
-Kay, C. de – 1898 – Bird Gods.
-Opazo Maturana, G. -1942-  Historia de Talca: 1742-1942. 392 p. Santiago : Impr. Universitaria.
-Orrego González, F. -2011-  Juan Ignacio Molina y la comprensión de la naturaleza del Finis Terrae. Un acercamiento desde la
historia (cultural) de la ciencia - ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura Vol. 187 – 751.
-Pernety, A. J. -1769-   Journal historique d'un voyage fait aux îles Malouines en 1763 et 1764 pour les reconnoître et y former un établissement et de deux voyages au détroit de Magellan avec une relation sur les Patagons (2 volumes).
-Price, A. L. -  1994-  Swans of the World: In Nature, History, Myth and Art
-Rompel, J. -1911-  Juan Ignacio Molina. En The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. 1911.
-Sclater, Ph. L. y W. H. Hudson – 1889-  Argentine Ornithology. 2 vol.
-Siffredi, A. -1968- El ciclo de Elal, héroe mítico de los aonik’enk. Runa 11:1 y 2.
-Tamayo, M. –2009-  El abate Juan Ignacio Molina (1740-1829) y su contribución a las ciencias naturales de Chile - Gestión Ambiental 17: 1-10.
-Toller, W. 1715. The History of a Voyage to the River of Plate & Buenos Ayres from England. Histoire d’un voyage en la Warwick du Plemue en la Grand Bretagne au Buenos Ayres en l’Amérique Meridionale, avec les observations utiles en les langues Anglois & François. Manuscrito en la Biblioteca Nacional de España. MSS 3039.
-Vicuña Salas, M.E. –2012-  Los años dorados de la Hacienda Bucalemu en sus 400 años de historia. 302 p. Bubok.
-Wallace, G – 1963 – An introduction to Ornithology. Mac Millan

sábado, 16 de marzo de 2013

El HALCON APLOMADO (Falco femoralis) Y EL HIJO DEL HALCONERO: JOHN NATTERER





Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.


Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.
Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.
Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.




Gil Vicente, siglo XV.




Foto de Alex Mouchard





Caminando por las playas de Claromecó, hacia el este,  se llega a unos pequeños acantilados irregulares de tosca que se prolongan dentro del mar en los conocidos “saltos” que los pescadores aprovechan para lanzar sus líneas. En ese ambiente de sol, arena y mar me tocó presenciar este pequeño drama.

Una buena cantidad de  golondrinas, entre ellas la doméstica, la negra y la tijerita, evolucionaban por los aires recorriendo la costa en uno y otro sentido. Enlazando estos trayectos planeaban en amplias curvas a gran velocidad, siguiendo un poco la dirección del viento. Las gaviotas de capucho café y cocinera se concentraban allí en determinados sitios de la playa donde encontraban alimento en la resaca marina y fueron  testigos silenciosos de este suceso.

De pronto, desde las toscas,  se proyectó  una flecha emplumada, en vuelo directo, bajo y certero. El halcón aplomado había hecho su aparición en el escenario y así como llegó, se fue, llevando en sus garras su premio: el cuerpo ya sin vida de una torcaza.

El halcón voló hasta lo alto del acantilado, y allí comenzó a desplumar y desgarrar a su presa con movimientos nerviosos, arrancando carne de la pechuga y tragando apresuradamente los trozos.


El halcón aplomado tuvo su primera descripción científica identificable en la obra del holandés Coenraad Jacob Temminck, que describió un ejemplar de origen desconocido que se hallaba  en el Museo de Historia Natural de Leiden, Holanda. La lámina que acompaña su descripción muestra un ejemplar con las partes superiores amarronadas, mucho negro abajo, y con el bajo vientre y las patas bien rojizos, lo que le hizo darle el nombre de “femoralis”  aunque en rigor el hueso que sustenta esa parte de la pata que los ornitólogos llaman “muslo” es la tibia-tarso y no el fémur.


Temminck, C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. Paris. F. G. Levrault.


Más tarde Temminck tuvo noticia a través de Auguste de Saint-Hilaire de unos ejemplares enviados desde Brasil por Johann Natterer al Museo de Viena. Se dio cuenta que su descripción anterior se refería a un juvenil y que, por un exceso de confianza, lo había atribuido erróneamente a un adulto ya que mostraba características que el siempre había visto en adultos de otras rapaces, como la falta de color rufo en el borde de las plumas del dorso y  el no tener manchas oscuras en la parte ventral.  Reconoció también que Azara  ya había descripto a la misma rapaz como “Alconcillo aplomado”.  

Azara decía que aunque no era un ave abundante se solían ver parejas en todos estos países (se refería a Paraguay y Argentina, donde él actuó, y quizás Brasil). Comentaba que le gustaba “acompañar a los viageros y cazadores que andan por el campo, voltejeando para perseguir y pillar los paxaritos y inambús que levantan”.  También describió a un  “Alconcillo obscuro azulejo”, sin advertir que era el juvenil del “Alconcillo aplomado”. Su asistente, el cura Noseda, había visto parejas del "obscuro azulejo" dentro de un bosque, y las supuso adultas, induciéndolo al error.  Sobre la descripción de Azara  Vieillot creó la especie Falco fuscocaerulescens (nombre latino que significa ‘azulado oscuro’) pero esta denominación pasó a  sinonimia de Falco femoralis.

Hatcher, J. B. y W. B. Scott (Ed.) - 1904-27 -  Reports of the Princeton University Expeditions
to Patagonia. Stuttgart.




LOS NOMBRES DEL HALCÓN

La bravura de los halcones queda demostrado por que su nombre aymará de “mamani”, era usado como apellido por los integrantes de la nobleza inca que habitaron en Tacna (Perú) y Arica (Chile) y que eran esencialmente  guerreros y estrategas militares del Inca.

--Para los guaraníes, en cambio, es  “kiri kiri guasú”, un nombre evidentemente onomatopéyico referido a su voz.

--Los mapuches le decía “akori”.

--Los indios macusi y arekuna de Guyana lo llaman “sakuta”.

--En la provincia de Buenos Aires, Juan Daguerre registró el nombre de “halcón azulado”.

--Federico Albert indica su nombre chileno : “El Perdiguero se denomina así porque le gustan mucho las perdices”.


Los sucesivos autores del siglo XIX destacaron lo aguerrido y activo de este halcón, con la sola excepción quizás de William Henry Hudson, quien, siendo un gran conocedor de las aves, señaló que comparado con el halcón peregrino tiene “un pobre espíritu” y “a menudo  lo he observado persiguiendo un pájaro, y cuando parecía estar por capturarlo, abandonaba la persecución y se alejaba sigilosamente sin gloria”.  Hudson lo consideraba un ave patagónica que inverna en las pampas y en el centro de Argentina, y entonces la veía solitaria, acercándose a las casas de campo donde se posaba en los postes para asechar a sus presas:  “Nunca ataca temeraria y abiertamente a una presa a menos que sea pequeña y  prefiere posarse en un lugar alto, desde donde puede lanzarse y tomarla por sorpresa”.



 Holland le restituyó algo de la gloria que Hudson le había quitado: “Parece considerar a Tinnunculus cinnamominus [el halconcito colorado, Falco sparverius cinnamominus] un enemigo especial. A menudo vi a éste perseguido de los sitios de descanso del primero [el halcón aplomado] cuando se acercaba demasiado. La persecución es muy vigorosa, el halconcito con giros bruscos se desembarazaba fácilmente de su perseguidor”.


Juan B. Daguerre lo observó en Rosas, Buenos Aires , opinando que es una “rapaz de audacia y poder increíble . . . es el terror de la paloma doméstica, a la que caza en vuelo cuando no puede tomarla de sorpresa”.


Para Henry Durnford era el halcón más veloz que se podía ver en la Patagonia donde lo encontró en invierno, en Chubut. Bien al sur, en Tierra del Fuego, a Richard Crawshay  le “ interesaba más que ninguna otra ave rapaz. Es la rapaz más salvaje, veloz y activa de la isla. Es esencialmente un ave de las zonas agrestes, y no frecuenta los poblados.”

Studer, J. – 1903- The Birds of North America – The Natural Science Association of America – NY


Sir Robert Hermann Schomburgk, narra que en Guyana “la percha preferida de este bello halcón son los árboles de Curatella [americana,“curata" o  "parica"], también los arbustos desde donde se lanza en un planeo que lo hace volver al mismo lugar” . Para John Joseph Quelch, otro importante naturalista y etnógrafo, que trabajó en esa región a fines del siglo XIX, “es un pájaro robusto y feroz, y debido a su cola y alas largas se caracteriza por un vuelo rápido y aún planeado”




I know a falcon swift and peerless
As e'er was cradled In the pine;

No bird had ever eye so fearless,

Or wing so strong as this of mine.

 The Falcon

 James Russell Lowell


          [Sé de un halcón veloz y sin par,
     Fue acunado como siempre en un pino,
Ningun otro tiene una mirada tan fiera
O un volar tan poderoso como el del mío.]

  


Alcide D’Orbigny lo pudo observar en Buenos Aires, Corrientes y en Bolivia, cerca de Chuquisaca a casi 3000m de altura. Lo registró especialmente en zonas bastante secas recubiertas de arbustos y árboles pequeños dispersos, como los llamados espinillares y algarrobales, palmares de yatay y caranday. Allí viven dispersos en parejas porque “son muy egoístas . . . A la mañana se despiertan al amanecer y comienza sus recorridas. Se los ve volar con rapidez entre los árboles dispersos, a menudo a ras del suelo, buscando sorprender a su presa, que capturan en vuelo con sus garras, y que transportan bastante lejos para comerla, en un  lugar que les parece seguro; luego se posan en el punto culminante de una palmera o de cualquier árbol aislado; allá se quedan a veces horas enteras para avistar nuevas presas, o para descansar, posados no muy lejos uno de otro.” Más adelante el viajero francés los trata de “insolentes” por esa costumbre que había señalado Azara de acompañar a los viajeros sin mostrar temor. También dice que “lo hemos visto pasar furtivamente por los sitios incendiados . . .ellos pueden  con su velocidad satisfacer su voracidad sobre el infortunado animal que busca escapar de las llamas. Son peleadores y siempre muestran mucha bravura; a veces combaten entre ellos, más frecuentemente en la estación de los amores, por la posesión de la hembra; entonces se persiguen horas enteras, mientras la hembra se queda pasiva; sin embargo también la vimos tomar partido por uno u otro contendiente, y en tal caso la lucha, siendo desigual, termina enseguida. No pueden estar en paz con las otras aves: atacan a los caracarás, y los persiguen en vuelo largo tiempo; y éstos, siendo bastante mayores, temen su cercanía”.

Hatcher, J. B. y W. B. Scott (Ed.) - 1904-27 -  Reports of the Princeton University Expeditions
to Patagonia. Stuttgart.


Según D’Orbigny es un ave que, aún herida, se defiende bravamente con sus uñas, panza arriba. “Parece que los pájaros pequeños tratan de asustarlos porque si vuelan los persiguen gritando; los más persistentes son las tijeretas, pero a menudo los astutos halcones capturan a alguno de sus perseguidores”.  Además de capturar sus presas en vuelo rasante “más a menudo aún se elevan de golpe a 30-40 pies de altura batiendo las alas sin cambiar de lugar y mirando siempre a tierra como hacen nuestros cernícalos de Europa [Falco tinnunculus]”. Desde esa posición se lanzan sobre la presa que casi siempre logran atrapar gracias a su vista penetrante. Señala que en Perú lo llaman “cernícalo”, a raíz de este comportamiento.

El naturalista Thomas Bridges aporta lo siguiente: “Esta es la especie de halcón que en Chile usan para cazar perdices. Se domestica fácilmente. Los he visto atrapados en una red para el propósito de cetreria y en 15 días seguir a su amo y cazar perdices levantadas por los perros”. Y Federico Albert dice también para Chile que : “Es un ave muy perjudicial i conviene matarlo donde se lo encuentre, porque despedaza mas aves que las que es capaz de consumir, por satisfacer su gusto de destrucción”.

Aún hoy en día se lo utiliza para cetrería y existe una Asociación Halcón Aplomado de Veracruz, México, que difunde sus actividades utilizando esta rapaz.




EL COLECCIONISTA INCANSABLE


Como hemos visto fue gracias a los ejemplares enviados por Johann Natterer a Viena que Temminck pudo precisar la nueva especie como Falco femoralis, es decir nuestro halcón aplomado. Natterer podriamos decir que fue un “laburante” de las ciencias naturales, y estaba muy bien preparado para ello.   Había nacido en 1787 en Laxenburg, Austria, muy cerca de Viena. Allí en una de las residencias de verano de los emperadores Habsburgo, su padre Joseph era  halconero del emperador. Y podemos imaginarnos al pequeño Johann y a su hermano Joseph recorriendo los campos junto a su padre, ayudándolo a juntar aves e insectos para su colección particular.


JOHANN NATTERER
Von Ihering, H. - 1902 -  – Rev. Museu Paulista 5.


La colección, que ya tenía una dimensión considerable fue luego adquirida por el káiser Francisco I, para el Gabinete Imperial de Historia Natural, quedando el padre de Johann como su curador. En esa posición enseñó a sus hijos, Joseph y Johan, los secretos de la caza y taxidermia y los introdujo como voluntarios en el incipiente museo (actualmente Museo de Historia Natural  de Viena ).

En 1806,  Karl von Schreibers, se hizo cargo de la dirección del Gabinete y encomendó a Johann una serie de viajes por Austria, Hungría, los Balcanes e Italia a fin de obtener material.

En 1816 fue nombrado asistente del Gabinete Imperial de Objetos de la Naturaleza, hasta que tuvo la oportunidad de su vida. Se organizó una expedición científica para acompañar a la princesa Leopoldina, hija del emperador Francisco II, y prometida del príncipe heredero de Brasil, Don Pedro de Alcántara. Se pensó en Natterer como jefe de la expedición, pero finalmente el cargo recayó en el profesor de la Universidad de Praga  Johann Christian Mikan, lo que provocó posteriores roces entre ambos.

Además integraban el grupo Johann Emanuel Pohl, botánico y minerólogo, el jardinero imperial Heinrich Wilhelm Schott, el cazador imperial Dominik Sochor, y los artistas Thomas Ender y Johann Buchberger. Por su parte, el gobierno de Baviera envió a dos capacitados naturalistas: Johann Baptist Spix y Karl Friedrich Philipp von Martius, y el gobierno de Toscana a Giuseppe Raddi.  Embarcaron en las naves “Dom Joao”,  “Austria” y “Augusta” (donde viajaba Natterer) y tras diversas peripecias, como tempestades y averías en los buques, llegaron a Rio de Janeiro en noviembre de 1817.

En Brasil se separaron en tres grupos, pero la mayoría de los integrantes regresó a Europa a los pocos meses debido a enfermedades, falta de adaptación y disputas entre ellos. De modo que hacia 1821 solo quedaban Natterer y Sochor, que continuaron sin apoyo moral o económico su labor, a menudo muy enfermos ya que el primero contrajo hepatitis y en 1825 Sochor murió de fiebre.  Entonces  Natterer quedó solo, lo cual le facilitó movilizarse con un menor costo, aunque tuvo que sacar un crédito para subsistir.

Los primeros cinco años se mantuvo en las cercanías de Rio de Janeiro y Sao Paulo, pero luego recorrió Minas Geraes, Goyaz, Matto Grosso, Paraná y el río Amazonas, con sus tributarios los ríos Negro y Branco, hasta la frontera de la actual Colombia, terminando el recorrido en Pará, desde donde volvió a Viena en 1835.

El botánico francés Auguste de Saint- Hilaire que se encontró con Natterer, en Ypanema, nos brinda este informe:

“Había formado aquí una inmensa colección de animales. Era imposible dejar de admirarla belleza de esos pájaros; no vi ni una sola pluma ajada o manchada de sangre. El Sr. Natterer era hijo del taxidermista del Museo de Viena; tenía más conocimientos y talento que un preparador común; dibujaba muy bien y describía admirablemente todos los objetos, que ingresaba en su colección. Era, con todo, un hombre frío y poco comunicativo, poco conversador, y parecía ocuparse únicamente de su trabajo.»


Natterer instruyó como ayudante a un muchachito de raza negra, Luiz, que llegó a ser un excelente coleccionista y preparador. Luiz ayudó incluso a otro gran viajero, Alfred Russel Wallace, durante su viaje por el Amazonas según el mismo lo cuenta:

“Como en esta estación los insectos no eran muy abundantes, deseaba que algún cazador me matara aves, llegando a un arreglo con un negro llamado Luiz que tenía mucha experiencia. Había estado con el Dr. Natterer durante los diecisiete años que residió en Brasil, pues lo había comprado en Rio de Janeiro cuando era un muchacho; y cuando el doctor abandonó Pará, en 1835, le dio su libertad. Mientras estuvo con el Dr. Natterer, su única ocupación consistía en cazar y ayudarle a despellejar las aves y animales. Ahora tenía un poco de tierra y había ahorrado lo suficiente para comprar un par de esclavos, -un grado de previsión que raras veces alcanzan los indios, menos cuidadosos-. Es nativo del Congo, y muy alto y hermoso. Acepté darle un milrei (2 chelines 3 peniques) al día y la manutención. Me divertía mucho con los relatos de sus viajes con el doctor, como él llamaba siempre a Natterer. Decía que le trataba muy bien y le daba siempre un pequeño regalo cuando le traía un pájaro nuevo.  Luiz era un cazador excelente. Recorría el bosque de la mañana a la noche, cubriendo grandes distancias, y generalmente traía a su regreso algún hermoso pájaro. En poco tiempo me trajo varios cotingas cardenales, quetzales de pecho rojo, tucanes, cte. Conocía las zonas y hábitats de casi todas las aves, y podía imitar sus cantos para atraerlas”

En Brasil Johann se casó en Barcellos, Río Negro, con Maria do Rego, con la que tuvo tres hijos pero tanto ella como dos de los niños murieron a poco de viajar a Europa, sobreviviendo sólo Gertrudis, la hija mayor.

Al llegar a Viena fue nombrado como curador adjunto del Gabinete Imperial de Historia Natural y con el objeto de encarar una gran obra ornitológica viajó por varios países europeos, pero falleció en 1843 de congestión pulmonar sin llegar a realizarla.

La impresionante colección de Natterer fue alojada en el Gabinete Imperial de Viena, en un sector de una docena de habitaciones conocido como el Brasilianum.

Se cuentan en ella 12.293 pieles de aves correspondientes a 1.230 especies. La gran mayoría fue coleccionada por Natterer mismo y preparada adecuadamente con rótulos con nº, localidad, fecha y sexo. Simultáneamente redactó un catálogo manuscrito donde anotó los colores de las partes frescas (iris, pico, patas), la forma de la lengua, el contenido del estómago y del buche, notas anatómicas, medidas del ejemplar fresco, voces y distribución, con detalle preciso de la localidad de colección.
La colección incluye 32.825 ejemplares de insectos, 1.146 de mamíferos,  1.678 anfibios y reptiles,  1.024 moluscos, 242 paquetes de semillas, 430 muestras de minerales y 1.492 objetos etnográficos.
A su vuelta de Brasil Natterer publicó sólo dos trabajos: sobre un yacaré y sobre el pez pulmonado Lepidosiren paradoxa. Nunca llegó  publicar el relato de su viaje y sus manuscritos fueron destruídos en un incendio durante la revolución de 1848 en Viena.

La mayor parte de aves fue revisada por August von Pelzeln que publicó “Zur Ornithologie Brasiliens” (1871). Los mamíferos fueron estudiados por Wagner, pero ningún trabajo abarcativo se hizo sobre los insectos, moluscos, crustáceos y huevos de aves de la enorme colección.





Alex Mouchard 


REFERENCIAS

-Albert, F. – 1901 - Contribuciones al Estudio de las Aves Chilenas. Anales de la Universidad de Chile, Volumen 108, p. 194-237.

-Azara, F. de-(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992.

-Bridges, Th. -  1843 - Proceedings of the London Zoological Society p 109

-Cartron, J. E. -  2010 - Raptors of New Mexico

-Crawshay, R – 1907 – The Birds of Tierra del Fuego. London.

-Daguerre, J. B. – 1922 – El Hornero 2:266.

-d’Orbigny, Ch. D.  - 1835-1847- Voyage en Amérique méridionale. Pitois-Levrault, Paris.

-Durnford, H – 1877- Notes on the Birds of the Province of Buenos Aires. Ibis.

-Holland, A. y P.L. Sclater. -l893- Field notes on the birds of Estancia Santa Elena Argentine Republic. lBlS : 483-488. London.

- http://www.biodiversitylibrary.org/

-Quelch, J.J. – 1888 -  Timebri. Journal of the Royal Agricultural and Commercial Society of British Guiana. New Series. 2:6:129

-Saint-Hilaire, A.- 1851 - Voyage dans l’intérieur du Brésil.  Paris.

-Schomburgk, R. H.  1848. Reise in British-Guiana.

-Temminck,C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault.

-Von Ihering, H. - 1902 -  Natterer e Langsdorf – Rev. Museu Paulista 5.

-Wallace, A. R. (1853). A Narrative of Travels on the Amazon and Rio Negro. Londres: Reeve and Company. pp. 541.

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