"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


jueves, 5 de septiembre de 2013

EL LORO MAITACA (Pionus maximiliani) Y EL PRINCIPE DE WIED

Pionus maximiliani y Alexander Philipp Maximilian, príncipe de Wied-Neuwied


Era u'maitaca
Que ao ouvir a voz
Me sempre gritava
Quando chegava entre nós
Como sei
Quem espalhou
Essa coisa de dor
Que entre nós se passou
          Eu não sei como foi 
                    Assim tão veloz
        Que já descobriram 
          Todo o segredo entre nós
(Era un maitaca/ que al oir la voz/siempre me gritaba/cuando venía con nosotros./ Cómo saber/quien difundió/esa cosa dolorosa/que entre nosotros pasó./No sé cómo fue/así tan rápido/que descubrieron/todo nuestro  secreto.)

Maitaca Canción de Sinho  (José Barbosa da Silva)





EL PRÍNCIPE

Nuestras historias se entremezclan a menudo con las de la nobleza europea y ello tiene una explicación muy sencilla. Sólo en el seno de esas familias aristocráticas se daban las condiciones para que algunos de sus miembros, libres de angustias económicas, se pudieran a los viajes y al estudio de la naturaleza, al menos durante los períodos de paz entre las numerosas guerras que aquejaron a Europa.

El principado de Wied-Neuwied se encuentra en la apacible región renana de Alemania, un lugar caracterizado por la gran tolerancia religiosa. Allí, en el majestuoso palacio de la ciudad de Neuwied, nació hacia fines del siglo XVIII, el futuro príncipe Alexander Philipp Maximilian. Como suele ocurrir en estos casos, su temprana predisposición por  la naturaleza se despertó gracias a su madre, la condesa Louise Wilhelmine, y más tarde, por sus lecturas autodidactas.  En la Universidad de Goettingen, una institución de formación humanística integral, recibió la influencia del profesor Johann Friedrich Blumenbanch, especializado en antropología física, quien estimulaba a sus discípulos a realizar viajes para obtener materiales para sus estudios antropológicos.  


Principe Maximiliano de Wied-Neuwied – Grabado por Heinrich Meyer - Roentgen Museum, Neuwied.



Tras una etapa como militar del 3º Regimiento de Húsares en las guerras napoleónicas,  tuvo la oportunidad de conocer en Paris a Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, a raíz de lo cual se interesó en viajar a Brasil, país que ellos no habían podido visitar y que entonces, tras el establecimiento de la corona portuguesa, había favorecido mucho el desarrollo  de las artes y las ciencias. Maximilian reclutó entonces dos compañeros para su aventura: el cazador y taxidermista David Dreikoppel y el jardinero preparador Christian Simonis.

En mayo de 1815 partieron hacia Río de Janeiro donde se incorporaron a la expedición de los naturalistas Georg Wilhelm Freyreiss y Friedrich Sellow. El primero, era un zoólogo y ornitólogo muy capaz, adscripto al Departamento de Minería de Brasil; el segundo, por su parte, era botánico, zoólogo y artista. Ambos habían sido financiados por el gobierno brasileño para explorar el norte del país y Maximilian, que viajaba a su propio costo, decidió unírseles con el seudónimo de barón von Braunsberg, pero sus compañeros preferían llamarlo "Prince Max".  Desde Rio se dirigieron hacia el norte por la costa, región poco estudiada, “donde la tierra y los aborígenes aún no habían sido ‘asaltados’ por la civilización europea”.


Cazadores portugueses con armas y presas. Ca. 1815. Autor desconocido.
Wied-Neuwied, M.A.P. -1820- Travels in Brazil, in the years 1815, 1816, 1817.. Illustrated with plates.  Henry Colburn & Co., London.


Enseguida realizaron las primeras colectas de especímenes con la ayuda de un esclavo perteneciente a Freyreiss, Francisco,  quien se transformó en el principal cazador de la expedición.  Dice Wied: “Cuanto más avanzamos más soberbias e imponentes se mostraban las selvas”. Pasaron por Cabo Frio y Sao Salvador dos Campos, donde a orillas del rio Paraíba logran cazar un yacaré, comprobando que era mucho menor que sus parientes los cocodrilos del viejo mundo. Llegaron al rio Doce y ahí encontraron a los indios aimorés, llamados botocudos por los portugueses, pueblo muy aguerrido y resistente a la dominación europea. En esa zona vieron antas o tapires, las dos especies de pecaríes: el de collar o “caitetú” y el labiado, así como el yaguareté u onça pintada y su variedad melánica.

Tras remontar el río hasta Mucuri, Wied, cautivado por la variedad de la flora y la fauna, decide permanecer en el morro da Arara, en la propiedad del canciller Antonio de Araujo y Azevedo, Conde da Barca, “protector de las ciencias”, quien resultó de  gran ayuda proporcionándole recomendaciones y pasaportes para las autoridades del interior.


ENCUENTRO CON EL LORO MAITACA

Hacia  enero de 1816,  pasan por Vila Viçosa. En esa población encuentra más indios bocotudos, esclavos del oidor de la villa, que le producen una fuerte impresión: “La visión de estos Bocotudos nos hizo temblar de horror, nunca se vieron antes seres humanos tan desagradables, extraños y tan poco favorecidos.  Su jefe mostraba un gran trozo de madera incrustado en el labio inferior y en el lóbulo de las orejas, el labio se veía muy estirado hacia delante y las orejas colgaban hasta sus hombros como grandes alas, su cuerpo pardo cubierto de suciedad”.

Psittacus flavirostris, con P. senilis (= Pionus senilis), el chucuyo de Centro América.
von Spix,1824,Avium Species Novae,quas in Itinere per Brasiliam annis,1817-20.


En viaje hacia Caravelas: “La canoa se deslizaba suavemente por el río Peruípe que se contornea hacia el este, desembocando con el Caravelas en un largo brazo del mar. . . Hacia el anochecer la jornada se hizo muy agradable; navegamos de un arroyo a otro, porque entre Viçosa y Caravelas hay una cantidad de islas cubiertas con el árbol de Mangue [Mangle rojo, Mangue-vermelho o  sapateiro (Rhizophora mangle)] que forman un completo laberinto. En estos bosques se oían los gritos de los loros, eran de la especie de los Curica, el Psittacus ochrocephalus de Lineo, o el amazonicus de Latham, [ambos nombres pasaron a sinonimia de Amazona ochrocephala, el papagaio-campeiro]”.


En canoa por el río Doce. Dibujo de Wied. Biblioteca Brasiliana da Robert Bosch GmbH. Kapa Editorial, 2001.



Vila Viçosa [Villa Exuberante] se denomina actualmente Nova Viçosa y constituye una localidad turística de playas muy concurridas. Aún contiene algunos relictos bastante conservados de mata atlántica y se encuentra muy próxima al archipiélago de Abrolhos, visitado en 1832 por Charles Darwin en su famoso viaje, y que es hoy una reserva ecológica marina.

Durante ese recorrido cazaron a orillas del río Peruípe  al primer ejemplar conocido para la ciencia de loro maitaca.  Wied anotó en la etiqueta del ejemplar el nombre tentavivo de Psittacus cyanurus [= loro de cola azul oscuro]. El ejemplar subsistió a un episodio posterior del viaje en el cual, cerca de Bahía, Maximilian fue encarcelado durante tres días al creérselo un agitador ingles a favor de la revolución de Pernambuco en contra de las autoridades coloniales portuguesas. Mientras estaba en  prisión sufrió el robo de gran parte de la colección de insectos y plantas y la pérdida de otros especímenes, deteriorados por las lluvias. Finalmente el gobernador de Bahía, Conde dos Arcos, intervino para liberarlo.

Wied, como se lo conoce en el ámbito zoológico, una vez llegado a Europa, remitió el ejemplar del loro desconocido al ornitólogo Heinrich Kuhl del Museo de Leyden. Kuhl advirtió que el nombre científico propuesto por Wied ya había sido usado por Shaw para otra especie (Eos bornea, el lori rojo), así que creó un nuevo nombre para él, Psittacus maximiliani, homenajeando a su descubridor.


Psittacus maitaca -
von Spix,1824,Avium Species Novae,quas in Itinere per Brasiliam annis,1817-20.




Cuatro años después Johann Baptist Spix encontró a la misma especie en las selvas del Piauí y lo describió con el nombre de Psittacus flavirostris (= loro pico amarillo), aclarando que “Algunos lo llaman Maitaca”. También lo obtuvo en las selvas próximas a Rio de Janeiro, cerca del presidio de Sao Joao, pero, creyéndolo otra especie, la denominó Psittacus maitaca, basándose en su nombre común, aunque también recibía el nombre onomatopéyico de cuiúcuiú.



LOS NOMBRES DEL LORO

"Maitaca" o "baitaca" es una palabra que proviene del tupí mba'é = hablar, etaé = mucho, quizás contaminado por el portugués matraca (instrumento musical de origen africano). Por lo tanto significaría “hablador, bullicioso”, lo cual es una característica de este loro que, aunque no habla, es muy ruidoso. En efecto, Félix de Azara lo denominó Síy porque “canta su nombre agriamente, y por él le conocen todos”. Dice que “sus bandadas son poco numerosas, no hace caso de naranjas, y destruye mucho maíz. Nadie le domestica porque no aprende a  hablar y es tan triste y silencioso que no canta en libertad sino al tomar vuelo y alguna vez volando.”  W. Shore-Baily, que intentó su cría en cautiverio, observó igualmente que “son muy tranquilos y apáticos en sus maneras” lo cual atribuyó sin embargo a que sus ejemplares estaban en pobre condición.

Ihering señala el nombre guaraní utilizado en Rio Verde (Goiás): “arabatsai”.

Borelli lo considera una especie muy común en el Chaco Boliviano y en la provincia de Salta, donde le dicen "choclero".




Psittacus senilis C.L.Brehm,1842-1854,Monographie der Papageien,pl.44. 


MAXIMILIAN SIGUE VIAJANDO . . .

Desde Porto Seguro la expedición de Wied remontó el rio Grande de Belmonte, donde realizó un importante estudio etnográfico de los salvajes botocudos, ya bastante influidos por la civilización europea debido a la proximidad de los destacamentos militares.  A pesar de la impresión inicial que hemos citado, mas adelante en su relato admite que son mucho mejor conformados y más bellos que otras tribus y si bien inicialmente había afirmado que “se distinguen por la costumbre de comer carne humana y por su espíritu guerrero”, reconoce que el canibalismo no estaba confirmado, y que quizás surgía de una confusión por su costumbre de ingerir carne de monos. Aunque estos indios son “más formidables que todas las fieras” y son el “terror de las selvas impenetrables”, critica las medidas de exterminio tomadas por los portugueses contra ellos, que incluían el lanzamiento de ropas contaminadas con viruela, y que comprensiblemente habían provocado la reacción violenta de estas tribus.

Un mito interesante que recogió de estos indígenas era la creencia en un espíritu de las selvas llamado “caipora” que raptaba niños y jóvenes, ocultándolos en huecos de arboles  donde los alimentaba y cuidaba (ver las leyendas del ucumari en nuestra entrada “EL CASO DEL FUSILAMIENTO DEL OSO - MANUELITA SÁENZ Y EL UCUMARI”) .

En la parte final del viaje se internaron en el sertão del estado de Minas Geraes, atravesando  la caatinga, matorral espinoso que los dejó en un estado lamentable: ropas desgarradas,  ensangrentados y picados por las avispas, mientras contemplaban “con calma filosófica” la lluvia torrencial que les caía encima. Esta era el país de los indios camacás, transformado ya entonces en región ganadera.  El viaje terminó en Bahía, donde a causa de su salud delicada, Wied, decidió regresar a Europa en mayo de 1817.

Sin embargo no terminaron aquí las aventuras del príncipe ya que entre 1832 y  1834, recorrió el interior de Norteamérica, acompañado  por el artista suizo Karl Bodmer. Desde St. Louis, remontaron el río Missouri hasta Fort McKenzie, Montana, viajando en vapor y  veleros.  Tras pasar un año con las tribus de esas regiones, realizó una gran cantidad de observaciones antropológicas y de pinturas, que constituyen un documento de gran importancia para los etnógrafos.


Principe Maximiliano de Wied-Neuwied con el botocudo Quack – 1828 – Johann Heinrich Richter – Löschner, Renate y Kirschtein-Gamber, B. (eds.) – Viagem ao brasil do Principe Maximiliano de Wied-Neuwied. Biblioteca Brasiliana da Robert Bosch GmbH. Kapa Editorial, 2001.



Aunque Maximilian condenaba la esclavitud, eso no le impidió adquirir dos esclavos  durante su viaje: Quack, un indígena bocotudo semi occidentalizado, y un negro a los cuales llevó a Alemania en su regreso.  El negro falleció al poco tiempo pero  Quack sobrevivió casi diez años en Alemania aunque tuvo varios episodios de embriaguez alternados con ataques de neumonía. Este indígena le fue de gran utilidad en Brasil  como acompañante, cazador,  intérprete y referencia necesaria de todo lo observado. 


LA OBRA DE UN PRINCIPE

Maximilian recolectó en sus viajes alrededor de 7000 plantas, de las cuales unas 650 las vendió o donó al botánico Karl Friedrich Philipp von Martius, otro naturalista viajero del Brasil. La parte del herbario que había reservado para sí fue redescubierta en 1998 en la biblioteca del palacio de Neuwied, en un gabinete de difícil acceso, e incluye 22 paquetes de plantas desecadas.

Su colección de especímenes zoológicos, especialmente vertebrados terrestres,  es aún hoy muy valorada. La mayor parte, consistente en 4,000 pieles de aves, 600 de mamíferos, y 2,000 peces y reptiles, fue adquirida por el Museo de Historia Natural de New York en 1870. Maximilian se destacó especialmente en ornitología y su obra constituye un precedente a los estudios de Burmeister sobre la fauna brasileña publicados en 1854-1856. A pesar de que no hizo descripciones detalladas sino breves diagnosis, las mismas permiten identificar sin dudas a las especies, y tienen además datos ecológicos y geográficos. Pero otros autores tomaron varias de esas descripciones y las publicaron como especies nuevas, arrebatándole así la prioridad en la nomenclatura.

Maximilian publicó dos importantes obras sobre la naturaleza de Brasil: "Reise nach Brasilien in den Jahren 1815-1817 [Viaje al Brasil en los años 1815-1817] (Frankfurt,1820-22), donde hace importantes observaciones sobre la fauna y flora, y Beiträge zur Naturgeschichte von Brasilien [Contribuciones a la historia natural  de Brasil] (Weimar,1823-31) en 4 volúmenes, dos de los cuales constituyen un muy completo relevamiento de las aves de las regiones que recorrió. 


Principe Maximiliano de Wied-Neuwied, 1832-22.
Por Virginia Dupalais. Joslyn Art Museum



Además, durante el viaje, realizó una serie de dibujos y acuarelas que los expertos consideran una valiosa representación de los paisajes y habitantes indígenas del Brasil. Las mismas fueron publicadas como grabados en Abbildungen zur Naturgeschichte Brasiliens  [Imágenes de la historia natural de Brasil]  (Weimar, 1823), si bien las imágenes de los indígenas fueron alteradas considerablemente para ser aceptadas por el gusto europeo de la época.
Rescatemos para terminar esta acertada premonición del príncipe, que nos hace reflexionar sobre la conservación de las regiones naturales que visitó: “ ¡En cincuenta años más el mundo habrá alcanzado un aspecto por completo diferente! Los viajes en ferrocarril y en vapor harán las distancias totalmente insignificantes, los viajes a tierras lejanas serán como simples paseos, y cualquier cosa que imagine la mente humana  también producirá grandes cambios.”


Guacamayo capturado por un cazador. Dibujo de Wied. Biblioteca Brasiliana da Robert Bosch GmbH. Kapa Editorial, 2001.





“De repente, en lo alto, la mañana se echó a reír: una bandada de maitacas pasaba, haciendo sonar campanas, rompiendo vidrios,
crepitando de risas. Y otra. Y otra más. Y aún otra, más bajo, con las maitacas verdecitas, parloteando, graznando, incapaces de ordenar  sus voces en la disciplina de un coro. . .
Pero entonces, ¿¡cómo podría haber una linda mañana sin maitacas!? ...”

A hora e vez de Augusto Matraga
Guimarães Rosa



Alex Mouchard


REFERENCIAS

Rostworowski da Costa,C. -2008– O Principe Maximiliano de Wied-Neuwied e sua Viagem ao Brasil (1815-1817). Disertación de Maestría. Univ. de Sao Paulo.

Duarte, R. H.  -2002- Olhares Estrangeiros. Viajantes no vale do rio Mucuri - Revista Brasileira de História 22 (44), pp. 267-288- 2002

Moraes, P.L.R.  -2009- The Brazilian Herbarium of Maximilian, Prince of Wied. Neodiversity 4: 16-51

Wied-Neuwied, M.A.P. -1820- Reise nach Brasilien in den Jahren 1815 bis 1817. Erster Band. Frankfurt.

Wied-Neuwied, M.A.P. -1820- Travels in Brazil, in the years 1815, 1816, 1817.. Illustrated with plates.  Henry Colburn & Co., London.

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domingo, 7 de julio de 2013

EL CISNE DE CUELLO NEGRO ( Cygnus melancoryphus) Y EL ABATE MOLINA






“Cisne cuello negro 
cisne cuello blanco. 
Que se van hiriendo 
que se van besando. 
Alegría y llanto.” 

Canción de Manuel Alejandro



The Swan - El cisne
Dibujo de William Toller (1715) en la Ensenada de Castillos, Uruguay.



EL ABATE


Imaginemos estar a mediados del siglo XVII en una de las mejores zonas de Chile, “el Corazón de Chile”.  Estamos en el valle de Loncomilla, donde habitaba la etnia del mismo nombre. Allí a partir de los repartos de tierras del conquistador Pedro de Valdivia, se fue forjando una comunidad de hacendados que se dedicaban mayormente a cultivar la vid. Esa fértil planicie ondulada ocupa la zona conocida como "Isla del Maule", rodeada por los ríos Maule, Loncomilla y Perquilauquén. En esa pintoresca comarca, en la hacienda materna de Huaraculén, al este de la actual Villa Alegre, nació en 1740, Juan Ignacio Molina.

Juan Ignacio, niño inquieto y curioso, habrá dado sus primeros pasos en los largos corredores que rodeaban la casona familiar de adobe con fuertes vigas de ciprés y techo de totora. Jugaba y corría por el amplio patio rodeado de murallas y quizás haya observado en la bodega a los artesanos fabricando toneles y otros utensilios.

Muy pequeño acompañaba a su padre, quien para cumplir con una orden real, recolectaba diversos especímenes de la naturaleza, y de allí empezó a adquirir un gran interés por tales cosas. «Mi carácter me llevó desde mis más tiernos años a observar la naturaleza y particularmente los animales, por lo cual mientras viví en el país hice todas las investigaciones posibles”.

Ese era su mundo, pero su infancia fue corta. Con apenas 15 años fue admitido en la escuela de los jesuitas de Concepción, y dos años después, Juan Ignacio fue enviado a la hacienda de Bucalemu (“bosque grande” en mapudungun), en Rocas de Santo Domingo, cerca de San Antonio, propiedad de la Compañía de Jesús. Durante tres años (1758-1760) habitó en La Casita, un sencillo edificio de adobe y madera, cuesta arriba del cerro.  Mientras estudiaba humanidades clásicas, se fue también despertando su interés por la observación de la variada fauna y flora de ese idílico lugar, realizando largos recorridos por la cordillera de la Costa y por las orillas del mar. En efecto, dicha hacienda se encuentra enclavada en los humedales de El Yali (“mosquito” en mapudungun) , un área natural de unas 11.000 hectáreas (hoy en día incluye una Reserva Nacional declarada sitio Ramsar), formada por un complejo de ríos, lagunas, vegas, esteros y dunas, donde se concentra una gran cantidad de aves acuáticas: flamencos, coscorobas, cisnes de cuello negro, gaviotas, patos, taguas, hualas y garzas. También viajó por los alrededores de la hacienda de Huaraculén,  la chacra de Ñuñoa en Santiago,  las haciendas de La Punta y Carén, y los campos del Maule incrementando sus conocimientos sobre los animales y plantas nativos.




Hacienda de Bucalemu
http://www.dconstruccion.cl/

Sin embargo, esa incipiente carrera de naturalista, quedó trunca cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de América y Molina debió radicarse en Bolonia, Italia. Jamás habría de regresar de su exilio, donde falleció a avanzada edad.

En Italia publicó  "Compendio della storia geografica, naturale e civile del regno del Chile" (1776), para cuya redacción se valió de sus recuerdos y de los informes de distintos viajeros europeos que habían visitado el país, ya que sus manuscritos originales le fueron requisados al embarcarse en El Callao. Más tarde realizó una segunda versión ampliada: "Saggio sulla storia naturale del Chile" (1782), para la que pudo contar con las notas que le habían confiscado en Perú, y que le fueran devueltas por su compatriota, José Ignacio Huidobro y Morandé,  que había logrado adquirirlas en  Valparaíso. En estas obras describió por primera vez numerosas especies de animales y plantas de Chile.

Molina fue profesor de ciencias naturales y llegó a elaborar una teoría de la evolución precursora en más de 40 años de la de Darwin. En la misma postulaba que Dios había creado solamente el germen de la vida y que éste había evolucionado hasta llegar a formar las diferentes especies, lo cual le valió una acusación de herejía, que afortunadamente no prosperó.

Gracias a su actuación y sus obras, el abate Molina, como se lo conocía en Italia,  es considerado el primer naturalista chileno, y además el  primero en utilizar la nomenclatura postulada por  Linneo. De sus descripciones, alrededor de 34 nombres científicos de especies de plantas y 53 de animales son  válidos aún hoy en día.

Juan Ignacio Molina a los 65 años.
Giambattista Trulli. 



Molina era de pequeña estatura, de piel algo morena, ojos grandes y vivos, boca y nariz grandes. Era de carácter tranquilo, jovial, algo irónico, excelente y preciso observador  y muy imaginativo. Humilde para expresar sus ideas, aunque riguroso en la crítica a los que consideraba erróneos. Era muy aplicado en la búsqueda de información y en la elaboración de sus trabajos.


EL CISNE DE CUELLO NEGRO

El primer europeo que dio noticias de este cisne parece haber sido el viajero Sir John Narborough, quien lo observó el 2 de agosto de 1670, en el estrecho de Magallanes, y lo publicó en el relato de su viaje en 1694.


Cisne de cuello negro
              Artesanía de Tini Depoine


Pasaron casi cien años y Molina que seguramente en sus excursiones por las lagunas de El Yali se encontró con el cisne de cuello negro, lo describió así: “El cisne chileno, Anas Melancorypha, tiene casi el tamaño del Cisne Europeo, al que se parece mucho en la forma, pero se distingue por el color de las plumas que cubren su cabeza hasta la mitad del cuello, las que son de un bello negro, mientras que todas las demás son de un blanco reluciente. La hembra produce seis pequeños, que no abandona ni en el nido y cuando va a procurarse el alimento los lleva todos sobre el dorso.”

Pero en el otro extremo del sur americano, casi al mismo tiempo, otros viajeros se encontraban con la bella ave. Louis Antoine de Bougainville, durante su viaje a las islas Malvinas en 1763 observó: “Entre las aves de pies palmados, el cisne tiene el primer rango. No difiere del de Europa más que por su cuello de un negro aterciopelado, que hace un admirable contraste con la blancura del resto de su cuerpo, las patas son de color de carne. Esta especie de cisne se encuentra también en las costas del Plata y en el estrecho de Magallanes”. Dom Pernety, capellán y naturalista del viaje, lo confirmaba:  “En el segundo viaje vimos ... una especie de cisne con pico rojo, teniendo todo el cuello del más bello negro, y el resto del plumaje blanco”

William Hudson fue uno de los más fervientes admiradores de la belleza de nuestro cisne, o quizás, por sus dotes literarias, quien mejor pudo expresarlo:  “Para mi mente quizás parcial, esta especie es preeminente entre los cisnes por su belleza, aunque es considerablemente menor que la especie del Viejo Mundo, y, debe admitirse, no se comporta tan majestuosamente. En cuestiones de este tipo es lógico para cada persona tener favoritismo por las cosas de su propio país; pero pienso que debe admitirse sin dudas, que el ave de cuello negro es una de las tres especies que sobrepasan en mucho a todas las demás del género en belleza, siendo las otras dos, por supuesto, el cisne doméstico de Europa y el cisne negro australiano (quizás el ave más agraciada del mundo).”



Cisne dibujado a partir de un  ejemplar vivo de los Jardines de la Zoological Society.Sclater, Ph. L. y W. H. Hudson -1889-  Argentine Ornithology


A orillas del río Negro, Hudson describió este idílico cuadro:
"Nunca un río me pareció más hermoso para mirar: más ancho que el Támesis en Westminster, y extendiéndose a cada lado hasta fundirse y perderse en el  horizonte azul, sus costas bajas vestidas con toda la gloria de los bosquecillos y quintas de frutales, viñedos y campos de dorado maíz. Lejos, en el medio de la veloz corriente azul, nadaban bandadas de cisnes de cuello negro, su blanco plumaje brillando como espuma a la luz del sol.”

Jorge Casares dice que “quien haya visto a nuestro cisne - en la inmensidad de la pampa, bajo un cielo azul - deslizarse lento y sereno sobre la superficie tersa y luminosa de una laguna, con las curvas aplanadas de su cuerpo blanco, erguido el cuello negro coronado por el rojo violento de la cresta” puede comprender la manifiesta parcialidad de Hudson.  Para Goeldi, que lo señalaba para el sur del Brasil, es “el más bello cisne que existe.”

Para los que gustan de “humanizar” la conducta animal, podría considerarse al cisne como ejemplo de amor maternal. Según Alice Price la hembra se caracteriza por ser una estricta incubadora, que nunca abandona el nido, llegando incluso a morir de hambre durante el proceso de incubación. Como observó Molina, una vez nacidos los pichones los lleva sobre su lomo mientras nada, cosa que no hacen las demás especies de cisnes con excepción quizás del cisne mudo. Esta costumbre quizás pudo haber dado origen a lo que se narra en el mito de Elal y que desarrollamos más adelante.

Las plumas del cisne, o más precisamente su piel, constituyeron desde el principio de la colonia un objeto preciado para el comercio y fueron exportadas a Europa en grandes cantidades, como lo refiere Félix de Azara. Aún hacia los años 1950 Wallace dice que en un sólo acopiador de Argentina había centenares de miles de pieles para fabricar aplicadores de maquillaje conocidos precisamente como “cisnes”, nombre que aún perdura en sus símiles sintéticos.

Las técnicas para cazar un ave, caracterizada por su desconfianza, fueron relatadas por Hudson: “Cuando las aves están alimentándose o descansando en el pastizal, dos o tres hombres o niños cabalgan tranquilamente hacia el lado de la bandada protegido del viento, y al estar en el lado opuesto, giran repentinamente y cargan a toda velocidad, profiriendo fuertes gritos; con lo cual las aves se aterrorizan de tal manera que son incapaces de volar. . . sólo logran aletear sobre el suelo y son fácilmente abatidas a golpes. Un gaucho conocido por mí, un día atrapó de esta forma 3 en un grupo de seis; pero un viento muy fuerte lo favorecía, y las aves estaban a cierta distancia del agua, y le permitieron acercarse antes de hacer la carga repentina.”


Cassell's book of birds: From the text of Dr. Brehm / 
London, Cassell, Petter and Galpin,1875.


Ernesto Gibson, relataba que en la región de Ajó, cerca del cabo San Antonio, en la costa de la provincia de Buenos Aires, desde principios del s. XIX se practicaba la caza del cisne.  “Otro gran bañado que bordeaba nuestra propiedad, es conocido como  Cañada de Cisneros, un nombre muy sugestivo para el coleccionista de huevos, nombre que expresa bien su característica. A principios del siglo, los primeros cristianos (así llamados para distinguirlos de los indígenas) que llegaron a esta zona fueron los gauchos, quienes, en persecución de los cisnes para procurarse sus pieles, hicieron entradas ocasionales más allá de las fronteras. Su arma eran  las boleadoras, del mismo tipo que las usadas para capturar al ganado y a los caballos  ... Estas bolas “cisneras” diferían sólo en que estaban hechas de madera, de modo que flotaban en el agua si el gaucho erraba el blanco. En esa época, los cisnes eran más confiados y más fáciles de aproximar; y el jinete cuidaba siempre de venir del lado del viento, llegando a 36-46 m antes de que las aves se  alarmaran. Entonces una arremetida violenta, le permitía ganar otros 9 m, si el agua no era muy profunda, ya que los cisnes eran sorprendidos con la desventaja de tener que elevarse a favor del viento. Las bolas eran revoleadas, arrojadas y enredadas en las alas y el cuello del ave elegida, dejándola totalmente rendida  ... Yo pasé tres horas en el corazón de esa cañada, en un tranquilo día soleado, flotando silencioso por los estrechos canales abiertos entre los juncos verde brillante, viendo un cisne nadar lentamente desde su gran nido, donde quedaban los tres a cinco grandes y bonitos huevos.”

Claude Gay comenta que “pone seis o siete huevos de color blanco sucio, dos o tres veces mayores que los del pato, de buen gusto y que se venden en los mercados”. También menciona que en el Plata “se comercia con su pellejo”. Los barqueros de São Lourenço do Sul (Rio Grande do Sul, Brasil) traían a la ciudad en el mes de septiembre cestos llenos de huevos de aves acuáticas, entre ellas los cisnes, que habitaban en la vecina Lagoa dos Patos (Ihering, 1888).

El cisne parece ser una especie muy adaptable al cautiverio. Sclater y Wolf indican: ”La primera importación [a Europa] del Cisne de Cuello negro fue realizada gracias a la inquietud del almirante Hornby. Cuando este oficial estaba  a cargo de la estación del Pacífico logró enviar al conde de Derby, en diferentes momentos, ocho individuos de esta especie, de los cuales seis se encontraban vivos al momento de dispersarse la colección de Knowsley en 1851. El actual conde de Derby le regaló una pareja a Su Majestad, la Reina, y las dos parejas restantes pasaron a propiedad de la Zoological Society. Sin embargo, por varias razones no intentaron reproducirse,  y habiendo muerto uno de ellos, la oportunidad de mantener la especie dependía de una única pareja. Afortunadamente, en el año 1857, no sólo hicieron un nido, como lo habían hecho en 1856, sino que empollaron cuatro pichones, los que rápidamente llegaron a su tamaño y color adultos, y a fines del otoño apenas podían distinguirse de sus padres  ... Desde que se escribió esto (en 1861) ocurrieron numerosas importaciones del Cisne de Cuello negro, y la especie puede considerarse completamente establecida en Europa.”  De esta forma, hacia fines del s XIX, el cisne ya se hallaba representado en la mayoría de los zoológicos europeos, donde criaba con cierta facilidad.



Los nombres del cisne

Wanouma es su nombre fueguino. También se registra kaum, una imitación de su voz.

Kokoró  y  piupiukürúpelkawün  sus nombres en mapudungún.

En quichua es huiti, y en guaraní guiraeté guazúypé guasú akâhû .

Para los chilenos es chrula o thula.

Los gauchos de Buenos Aires le decían cisne de pescuezo negro.

Los brasileños: cabeça-preta, pato-argentino o pato-arminho.





EL MITO

Con ser un ave tan conspicua y atractiva, el cisne de cuello negro, no aparece en forma destacada en los mitos aborígenes, a diferencia de la rica mitología que tiene el cisne europeo. Es probable que por ser un ave tan arisca que se mantenía muy lejos de la gente, haya quedado también alejada de sus leyendas.  Solamente entre los aonik’enk o tehuelches del sur parece haber tenido un papel fundamental en la vida de Elal, su creador y héroe mítico.

En una de las versiones, Elal se había enamorado de Teluj, el lucero del alba, la hija del Sol y la Luna, los que para dársela en matrimonio le hacían innumerables pedidos, burlándose de él y tratando de engañarlo. Entonces Elal, enojado, envió a los padres al cielo y sumergió a la hija en el lago Viedma. Luego, Elal se montó sobre el cisne Kúkn  y partió hacia dónde sale el sol. Para algunos el cisne era su abuela, el tucotuco Térrguer, quien lo había criado de chico y que había tomado ese aspecto. Cuando el cisne se cansaba Elal soplaba o lanzaba una flecha y formaba una isla. Algunos aseguran que así se formaron las Malvinas. Otros dicen que se trata de la isla Shéekt Elal, en el río Santa Cruz. Por eso, dicen, cuando los cisnes vuelan hacen “hisch, hisch” como si estuvieran cansados. Sin embargo, el ornitólogo Alexander Wetmore escuchó que “mientras pasan pueden emitir llamadas como graznidos graves que recuerdan los de los gansos”.

Otra versión, que relata el nacimiento de Elal, cuenta que éste acosado por su malvado padre es ayudado por las aves quienes, para salvarle la vida, logran subirlo al lomo de Kellfü, el cisne, que habría de llevarlo a la tierra firme o Mapu. Durante este viaje el ave y el muchacho se hicieron muy amigos, y parece ser que fue Kellfü quien lo bautizó El’Al o Elal. Tras atravesar el océano divisaron la montaña azulada, el Chalten ( o monte Fitz Roy), donde descendieron y allí el cisne cuidó a Elal, hasta que creció y pudo llevar a cabo su labor creadora. Una vez  cumplida su misión, el ave regresó a la isla para informar a las demás sobre el destino de Elal, y luego se retiró a las lagunas donde cada mañana saluda a su amigo con un graznido. A partir de estos sucesos los cisnes pasaron a ser sagrados para los aonik’enk, ya que no los cazan, ni los capturan. Hasta las aves carroñeras evitan comer el cadáver de un cisne para no atraer la ira de Elal.

Por esas curiosidades que tienen las culturas humanas, del otro lado del mundo, en Laponia, una zona también muy fría, los brujos tienen al cisne entre los espíritus que invocan en sus conjuros. Los chamanes cuentan que esta ave, a la que llaman saivo-lodde, ave de la montaña o de los muertos, los lleva volando sobre su lomo al país de los muertos donde ellos aprendían lo que estaba oculto a los demás mortales. También, cuando querían hacerle daño a un enemigo, le enviaban al cisne como agente vengador.  El mismo nombre griego del ave, kyknos, recuerda mucho al kúkn de los tehuelches. Kuik es el nombre del cisne en estonio, y entre tártaros. Y al parecer hay una relación con kuu, la Luna, entre los finlandeses. Estos tienen una leyenda en que Suometär, es una doncella y un cisne, tan hermosa que el Sol, la Luna y la Estrella Polar bajan a la Tierra para desposarla.


Coscoroba y cisne de cuello negro.
Pablo Matzel - Hornero 5. 1933



LA POESIA

Rubén Darío tal vez no haya conocido al cisne de cuello negro en su ambiente natural y, como buen representante del romanticismo, sus bellos versos deben referirse al cisne europeo:

“¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores? “

Pablo Neruda, sin duda buen conocedor del cisne chileno, le brinda una respuesta:

“Sobre la nieve natatoria
una larga pregunta negra.”

Porque el cisne de cuello negro, al igual que su pariente europeo, fue motivo de inspiración para nuestros poetas sudamericanos. Quizás quien más sentidamente le cantó fue el chileno Augusto Winter, amigo de Pablo Neruda y Gabriela Mistral. La desaparición de los cisnes del hermoso lago Budi, cerca de Puerto Saavedra, donde era bibliotecario, fue narrada en su poesía “La Fuga de los Cisnes”:

“Reina en el lago de los misterios tristeza suma:
los bellos cisnes de cuello negro terciopelo,
y de plumaje de seda blanca como la espuma,
se han ido lejos porque el hombre tiene recelo.

Aún no hace mucho que sus bandadas eran risueños
copos de nieve, que se mecían con suavidad
sobre las ondas, blancos y hermosos como los sueños
con que se puebla los amores de la bella edad.

Eran del lago la nota alegre, la nota clara,
que al panorama prestaba vida y animación;
ya fuera un grupo que en la ribera se acurrucara,
ya una pareja de enamorados en un rincón.

..............................................

El lago amaban donde vivían como señores
los nobles cisnes de regias alas; pero al sentir
cómo implacables los perseguían los cazadores,
buscaron tristes donde ignorados ir a vivir.

Y poco a poco se han alejado de los parajes
del Budi hermoso, que ellos servían a decorar,
yéndose en busca de solitarios lagos salvajes
donde sus nidos, sin sobresaltos, poder salvar.

Más, desde entonces fue su destino, destino aciago
ser el objeto de encarnizada persecución:
vióseles siempre de un lado a otro cruzar el lago,
huyendo tímidos de la presencia del cazador.

Y al fin, cansados los pobres cisnes de andar huyendo,
se reunieron en una triste tarde otoñal,
en la ensenada, donde solían dormirse oyendo
la cantinela de los suspiros del totoral.

Y allí acordaron, que era prudente tender el vuelo
hacia los sitios desconocidos del invasor;
yendo muy lejos, tal vez hallaran bajo otro cielo
lagos ocultos en un misterio más protector.

......................................................

Si, por ventura, suelen algunos cisnes ausentes,
volver enfermos de la nostalgia, por contemplar
el lago amado de aguas tranquilas y transparentes,
lo hallan tan triste que, alzando el vuelo, no tornan más.”


Al igual que Winter,  Mabel Victoria Gracia Díaz, se preocupa por los peligros que corren los cisnes:

“Cisne de cuello negro
cántale al abismo
cántale a la muerte,
para que se duerman rápido
y no te encuentren,
para que el tiempo pare
y tu luz sea perenne.”


En cambio, el poeta uruguayo Mario Azzarini Scoseria   es más descriptivo:

“Se pintó de algodones
la calma de la laguna
Distinguida como ninguna
Esta especie del bañado
al contemplarla extasiado
me inspira siempre ternura .

Con el cuello de azabache
y las patas color carne
se deslizan elegantes
como que fueran los vientos
que los impulsan por cientos
sobre las aguas de esmalte .

Sus blancas plumas caudales
agitan como un plumero
si en el fondo del estero
algún crustáceo sabroso
delatado en sus retozos
va a parar a su garguero .”
..............................................


Monumento a Juan Ignacio Molina
Augusto François 


"y ya no hay nada que decir,

así refleja el cisne así,

el agua en sus alas...

por fin..."


Cisne - Luis Alberto Spinetta



Alex Mouchard

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REFERENCIAS


-Bórmida, M. y Siffredi A. -1969-70-  Mitología de los tehuelches meridionales, en Runa, Arch. p. las Cien. del Hombre, XXII,1 y 2. Buenos Aires. Argentina.
-Bougainville, L. A. de – 1771 -  Voyage autour du monde par la frégate du roi "la Boudeuse" et la flûte "l'Étoile"; en 1766, 1767, 1768 & 1769. Paris, Saillant & Nyon, libraires, rue S. Jean-de-Beauvais.
-Casares, J. -1933 - El Cisne de cuello negro.  El Hornero, 5, p. 146.
-Charrier, R. y F. Hervé – 2011- El abate Juan Ignacio Molina: Una vida dedicada a la historia natural y civil del Reino de Chile- Revista de la Asociación Geológica Argentina 68 (3): 445 – 463.
-Echeverría Baleta, M. - Joiuen Tsoneka (Leyendas Tehuelches).
-Gay, C.  -1847 - Historia física y política de Chile. Zoología I. París.
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    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...