Agradecemos a nuestro amigo y colaborador
Gabriel Omar Rodríguez por la presente nota.
Pagó muy caro
tener una muy bonita piel. Las incesantes expediciones y rastreos no parecen
permitirnos mantener la ilusión de que su esbelta silueta se asome en un
remanso del río. Tal vez por la insistencia de los esperanzados algún día
podamos decir “ahí está “, en los pagos
correntinos.
Lutra
brasiliensis (Nutria brasileña) (Blumenbach, 1810).
¿Quién es?
Hay
un mamífero carnívoro acuático, de tamaño grande que puede medir 1,85 metros
incluyendo su cola, la cual registra una longitud que oscila entre 55 y 75 cm. Llega a pesar 35 kg, aunque su peso
estándar suele ser menor lo mismo que el
tamaño. Frecuenta todos los grandes ríos sudamericanos desde Venezuela y
Guayanas hasta el norte de la Argentina y también, históricamente, del Uruguay. Pertenece a la familia de los
mustélidos y lleva por nombre común nutria
gigante- entre muchos otros- y su denominación científica es Pteronura brasiliensis. Fue descripta
por primera vez por Gmelin en 1788 quien le asigna el nombre del género por la característica de su cola al
decir, proveniente del griego, pteron:
ala, y oura: cola (podríamos decir “cola alada”) y el epíteto
o nombre específico brasiliensis por haber sido descubierta en
Brasil (Mouchard, 2019). Más
precisamente el primer ejemplar fue hallado en “ríos de América Meridional” y Cabrera
en 1958 da mayor precisión acotando que se encontró en el “río San Francisco,
en la orilla correspondiente al estado de Alagoas” del ya mencionado país
(Barquez, et al., 2006). Sólo se encontraría en Argentina en la provincia de
Misiones, y dos subespecies fueron descriptas, P. b. brasiliensis y P. b. paranensis y únicamente esta última es la que habitó la
Argentina (Cabrera, 1958), aunque Carter y Rosas (1997) dudan de la validez de P. b. paranensis ya que los holotipos (ejemplar único que se
utilizó para describir la especie) de ambas especies son muy similares. Ante
las dudas en el presente texto utilizaremos la especie brasiliensis.
Como
sucede con todos los animales silvestres al menos, reciben distintos nombres
comunes de acuerdo a la región donde habitan y, si la extensión de su distribución es muy grande, como ocurre
con la nutria gigante, habrá gran diversidad de nombres, muchos de los cuales
provienen de las culturas aborígenes de cada zona. Así, es como a la especie
tratada la denominan también ariraí (en lengua guaraní o tupí), enelquiagae (en
mocoví); lobo corbata, lobo gargantilla y perro de agua (son apodos españoles);
ariranha o ariraña (en Brasil); lontra (en Bolivia); lobo grande de río (en
Uruguay); Giant Otter (inglés) y varios otros nombres cuya mención haría muy
extensa y monótona la lista.
¿Cómo es?
Se
puede decir que posee las características anatómicas básicas de todas las
nutrias, pero la distinguen particularidades muy destacables: en primer lugar
su gran tamaño, sólo comparable entre los mustélidos con el glotón (Gulo gulo) y la nutria marina (Enhydra lutris) ambos del Hemisferio
Norte (Parera, 2002), aunque algunos autores mencionan a Pteronura brasiliensis como
la mayor nutria existente. Otra
distinción es su larga cola que se presenta plana aproximadamente en la mitad
posterior y el rinario (espacio entre
los orificios nasales) que está cubierto de pelos (no ocurre en Lontra, el otro género de nutrias
acuáticas sudamericanas). Para adaptarse al medio acuático con ese gran tamaño
le resulta imprescindible un cuerpo ahusado que oponga la menor resistencia
posible al agua y, al mismo tiempo, un sistema de propulsión capaz de
proporcionar la energía necesaria para iniciar el movimiento, lo que consigue
con sus potentes extremidades que, además de dedos con significativas garras,
poseen una membrana interdigital, la
cola aplanada horizontalmente se convierte en un remo estabilizador muy útil y puede ocluir sus orificios nasales y los conductos auditivos.
El
color entre marrón y gris, es uniforme y brillante, resaltado cuando su piel
está mojada y puede parecer en este caso muy oscuro, casi negro. El hocico es más claro que la parte
superior de la cabeza y la característica más peculiar es la presencia de
manchas irregulares, de color blanquecino o crema, en la zona de la garganta y
del cuello. Estas manchas varían de forma y tamaño, lo que permite diferenciar
a cada ejemplar. A veces estas máculas pueden observarse también en el abdomen.
La
nutria gigante posee una capa externa de pelo que, a pesar de las constantes
inmersiones, permite que la piel del animal se mantenga seca. Los ojos son
grandes y están ubicados en la parte
alta de la cabeza, lo que las ayuda a mantener la mayor parte del cuerpo
sumergido y respirar y ver sin dificultad;
al sumergirse permanece unos 6 minutos bajo el agua y si intuyera algún peligro
se sumerge y puede salir a flote a una distancia considerable estimada en hasta
200 metros. Las orejas son muy pequeñas
y los ojos desorbitados son característicos. En conjunto todas las partes le
confieren a la cabeza un aspecto ovalado o redondeado (Rodríguez de la Fuente,
1983).
Veamos
una parte de la descripción que hace el naturalista don Félix de Azara en su
obra Apuntamientos
para la Historia Natural de los Cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata (1805), en su
capítulo dedicado a las nutrias del Nuevo Mundo: “son animales verdaderamente anfibios, que no
huelen a marisco y que caminan con torpeza, casi arrastrando el vientre y el
hocico. Habitan los esteros, ríos y arroyos. Ladran a manera de perros roncos,
amenazando con ira como si quisieran morder, aunque jamás perjudican a los
viajeros y nadadores”.
¿Que hace?
Los
troncos de árboles caídos son las guaridas más habituales, además de cuevas o lugares
protegidos siempre a orillas de los cauces o espejos de agua. Dice Massoia
(1976): “En el sur de Misiones penetra a
veces en las arroceras. Pteronura, el “gran lobo corbata”, fue observado por mí
en ríos de Misiones, donde vivía en cuevas entre las raíces de los árboles
ribereños, cuyas bocas tienen un diámetro de cincuenta centímetros,
aproximadamente, y están excavadas al ras del agua, es decir, en la base de las barrancas”.
“Los lugares elegidos por éste (Pteronura) para nadar son casi increíbles, como
por ejemplo los “rápidos” del Río Urugua-í. Allí vio el autor un ejemplar
adulto atrapar buceando enormes peces, y luego nadando con el vientre hacia
arriba (haciendo “la plancha”) y contra la corriente, comerlos con toda
tranquilidad. Aclaro que mantenía la cabeza y manos fuera del agua, y se
mantenía a flote mediante movimientos combinados de los pies y la gran cola”.
A continuación el relator aclara que el haberlo observado comer en el agua no
contradice para nada lo expresado por
Cabrera y Yepes (1940) en el sentido que estos autores dicen que come fuera del
agua, porque también se da esa situación, afirma Massoia.
Son
animales muy sociales y su actividad es diurna formando grupos
con los que comparten sus actividades. Estas incluyen el aseo, el descanso, el
juego y la caza, lo que implica un variado repertorio de sonidos para
comunicarse, que contienen 9 tipos de
vocalizaciones que incluyen un característico sonido corto y grave que es
emitido por casi todas las nutrias y los ecos que se mencionan como “ladridos” por
su semejanza con el característico sonido de los perros. Generalmente las
agrupaciones están integradas por una pareja con los hijos de más de una generación,
y son las hembras (de tamaño levemente menor al de los machos) las que dirigen estas
manadas en la que raramente surgen peleas o rivalidades. El grupo natal se
disgrega cuando los ejemplares jóvenes alcanzan la madurez sexual. Machos y hembras
se separan paulatinamente de las unidades familiares. Este período de la vida
de la nutria las convierte en nómadas y pueden recorrer más de 100 km en busca
de un lugar de asentamiento en el que puedan formar sus propias familias. La
nutria, en este contexto, se torna insegura, ya que no cuenta con el respaldo
del grupo. No obstante no cesa en su intención de encontrar una pareja y
reproducirse. Las nutrias gigantes tienen territorios establecidos que recorren
de manera constante y en los asentamientos suelen verse zonas peladas (sin
vegetación) donde descansan. Sus espacios están delimitados por excremento y
secreciones glandulares y es oportuno señalar que sus movimientos fuera del
agua son algo torpes y suelen arrastrar el abdomen al desplazarse (Massoia et
al., 2012). Los territorios de cada grupo son bien definidos y admiten que se
aproxime un ejemplar solitario que busca
pareja o lugar de residencia.
En
general son animales juguetones por excelencia, les encanta retozar, y lo mismo
organizan interminables persecuciones en el agua y se deslizan horas en los
toboganes formados de manera natural en las orillas embarradas. La necesidad de
diversión no se restringe a la época juvenil, sino que dura toda la vida y se
pone de manifiesto en las más variadas ocasiones. Así por ejemplo es común que
la nutria gigante, después de capturar un pez, paso un rato lanzándolo al aire
para recogerlo enseguida adoptando extrañas posturas mientras emite su ronco
gruñido como si fuera de satisfacción. Luego lo acerca a la orilla y continúa
el juego o lo ingiere.
Se
constató que puede capturar sus presas en condiciones de total turbidez e
incluso con escasa luz, gracias a la almohadilla facial llena de vibrisas
sensitivas que le permiten orientarse casi sin luz.
Llama
la atención la confianza que muestra nuestro mustélido con el hombre, al que se
aproxima arriesgadamente incursionando
en sus embarcaciones e incluso, hay relatos que indican que se sube a las
embarcaciones que merodea. En tal sentido el naturalista Andrés Giai, en las
primeras décadas del siglo XX, relataba con sus agudas observaciones de primera
mano: “La curiosidad, sobre todo en el gargantilla,
es en ellos un imperativo poderoso. Suelen llegar hasta muy cerca de las canoas
para investigar de qué se trata, pero al primer disparo zambullen todos y se
alejan en prolongados buceos que alcanzan a cubrir distancias de doscientos o
más metros…”
01- Carigueibeiu es el nombre con que describió
el naturalista Georg Marcgrave a la nutria gigante, aunque es posible que se haya confundido con el hurón mayor (Eira barbara) (Marcgrave & Piso, 1648)
En
referencia a la alimentación el ciclo vital de Pteronura brasiliensis es dependiente
de las migraciones estacionales de sus presas más consumidas que son los peces.
También puede ingerir pequeños mamíferos, tortugas acuáticas, caimanes jóvenes
y aves acuáticas que son consumidos generalmente en el agua ayudándose con sus
extremidades anteriores y con los potentes caninos destroza su presa. Algunas veces,
especialmente cuando la presa tiene tamaño grande, la lleva a tierra y la
ingiere fuera del agua. También se observó que en ocasiones forma grupos para pescar.
Las
especies de peces que más consume en Perú, donde se realizó un detallado
estudio Chebez (2008), son: Mesonauta sp., Hoplias malabaricus, Stanoperca
jurupari, el Cyphocharax spirulopsis, Hydrolicus sp., Triportheus sp, Schizodon
fasciatus, Chichilidae sp., Steindachneria sp., Curinata sp., Potamorhina
altamazonica, y alguna otra.
Volvemos a los interesantes relatos
y agudas observaciones de don Andrés
Giai, quien durante varios años, y hace ya mucho tiempo, observó con gran
deleite los secretos de la selva misionera que comentó en su libro de
recuerdos editado en 1950. Sobre la
alimentación de la nutria gigante nos dice: “Pescan en conjunto, batiendo el arroyo, si así se puede decir, de
orilla a orilla. Actúan como una pandilla de merodeadores, que si bien se
ayudan entre ellos para cometer fechorías, disputan luego encarnizadamente el
botín conseguido. Cuando uno caza o pesca una presa importante, todos los
demás lo persiguen para quitársela y se arman a veces unas tremendas grescas.
Cierta tarde observamos a un macho que salía del agua arrastrando una gran
tortuga que tenía agarrada por la cabeza. Sus compinches, al verlo nadaron
hasta donde estaba y comenzó una persecución por el monte. Quitándose la
presa unos a otros hasta despedazarla y quedar cada uno con algún trozo.”
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La nutria gigante habita cuerpos de agua dulce de zonas tropicales y en menor
medida subtropicales. Deambulan en lagos naturales o formados por represas, ríos de variado cauce arroyos,
esteros, lagunas y zonas inundadas. Estas últimas tienen como mejor
representación los significativos desbordes que ocurren en afluentes del
Amazonas u otros cauces en el Pantanal brasileño y también en zonas selváticas.
Las crecientes en época de lluvias pueden alcanzar unos 10 metros de altura y
expandirse hasta 20 kilómetros a cada lado del cauce o más aún, y estas aguas
que cubren las partes bajas son frecuentadas por Pteronura brasiliensis debido a que son lugares de gran
biodiversidad.
Sobre la
reproducción
comenzamos diciendo que Parera (1994) comenta que observaciones en Surinam
brindaron la información que, al menos en esa latitud, las nutrias dan a luz en
la época seca. Esto les permite utilizar las cuevas de las barrancas de los
humedales casi secos como madriguera para las crías, sin correr el riesgo de
que el agua las cubra. Es interesante saber que las parejas son monógamas
y que la cópula se realiza en posición
ventro-ventral y el acoplamiento dura unos 10 minutos. La gestación dura entre
60 y 70 días y suelen nacer dos o tres crías.
Los recién nacidos son atendidos por ambos padres y cerca del mes de edad ya comienzan los
juegos que los van preparando para la caza y permanecen con el grupo familiar
hasta el año de vida (Massoia, et al., op.
cit.). Aunque parezca extraño las crías no saben nadar y la madre se
encarga de enseñarles y a partir de ese momento salen de la madriguera
constantemente y realizan juegos. A partir de ese momento la madre nada a
espaldas para permitir que las crías se suban a su vientre cuando lo deseen.
El que fuera Jefe de la Sección Mastozoología
del Museo Argentino de Ciencias Naturales, doctor Jorge Crespo, escribía en sus
relatos: “…nosotros encontramos cuevas de lobo gargantilla, hallando en cada caso
a tres pequeños dormitando apaciblemente en la cámara abrigada, donde, por admirable instinto de sus constructores
no llega ni un poquito de humedad. Hasta las dos semanas de edad los cachorros
permanecen con los ojos cerrados…”
Por último, en relación a las crías debemos
decir que la presencia de predadores
altera su temperamento tranquilo y mientras las hembras vigilan a sus vástagos,
los machos se ocupan de enfrentar a los visitantes que significan una amenaza.
Las huellas son grandes, con almohadillas
bien marcadas y cinco dedos redondeados unidos por membranas, con uñas que por
lo general no se marcan (De Angelo, et al. 2008).
La
mitología referida a la nutria gigante es abundante en Sudamérica, y en
muchos lugares este animal está envuelto en un halo de leyenda. Por ejemplo para
el pueblo Achuar, ubicado en la frontera entre Ecuador y Perú, la nutria
gigante es una especie de deidad que vive bajo el agua. Por su parte los
Bororós, en Brasil, consideran que las nutrias son seres humanos que saborearon
hojas de tabaco de manera incorrecta y fueron condenados por los dioses a una
indigestión eterna. Los Kichwa, originarios del Perú amazónico, creían en la
existencia de un mundo acuático, sometido por la reina madre, Yaku Runa, a
quien las nutrias gigantes servían de timoneles. Otros relatos prehispánicos aluden
que la nutria intercambió su lugar natural con el yaguareté quien, antes de
deambular por los bosques, vivía tranquilamente bajo el manto de las aguas; y
así podríamos mencionar otros casos similares de pueblos nativos de la
Amazonia y sus adyacencias.
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¿Dónde está y donde estuvo?
La
especie que tratamos, hasta cerca de la mitad del siglo XX se encontraba en gran cantidad de cursos de la
Amazonia que se expanden también por los estados de Bolivia, Brasil, Colombia,
Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Venezuela. También habitó en la
Argentina, Uruguay y Guayana Francesa cuyas formaciones selváticas no se
vinculan con la Amazonia.
En una
entrevista para Mongabay Latam, la bióloga danesa Jessica Groenendijk
especializada en el estudio de la nutria gigante en la región de la Amazonia,
decía en febrero de 2012: “Las nutrias siempre me han parecido sumamente
atractivas. Después de obtener el grado de Maestría en Manejo de Recursos
Acuáticos por el Colegio del Rey, en Londres, fui reclutada como líder de
proyecto para el Programa de Conservación de la Nutria Gigante de Río de la
Sociedad Zoológica de Fráncfort. Fui muy afortunada. Nuestro primer encuentro
con una familia de nutrias gigantes fue una experiencia maravillosa y me
enganché por completo. Esto fue el inicio de lo que creo y espero sea un
compromiso vitalicio con la nutria gigante». Agrega: “Los grupos son muy
unidos: las nutrias cazan, marcan sus territorios, se asolean y duermen
juntas y los lazos constantemente se refuerzan mediante el juego y el
acicalamiento mutuo”, y agrega “una familia de nutrias gigantes se asemeja
bastante a una familia humana, por lo que observarlas durante muchos años pareciera
como ver una telenovela. Existe drama, luchas de poder, unidad ante la
amenaza que representa un caimán, cuidado y alimentación compartida de las
crías y, finalmente, la descendencia partiendo del hogar. Si el destino es
benévolo, una pareja reproductora puede permanecer junta hasta por 10 años». (https://es.mongabay.com/2012/02/la-conservacion-de-la-nutria-de-rio-mas-grande-del-mundo/).
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Ampliando lo expresado en el
párrafo precedente decimos que se expandía desde el oriente de los Andes en
todos los países de América del Sur donde
hubiera hábitat adecuado para la especie
y también en Panamá (Parera, 2002). La excepción fue Chile, y el extremo sur de esa distribución era el
norte de Argentina y del Uruguay. La abundancia en cada lugar fue diferente
dado que las condiciones de vida no son iguales en todos los sitios y
actualmente sus poblaciones son discontinuas y fragmentadas debido a las
extinciones locales. Efectivamente, la caza fenomenal
que se realizó en todos los países donde habitó, junto con la
destrucción de su hábitat fueron causas más que suficientes para convertir a la
especie tratada en un animal con estado crítico de sus poblaciones. Dice Chebez
(2008): “su apreciada piel se abonaba 50 dólares por unidad…”.“Al llegar cada piel
a Europa o a Norteamérica se abonaba 250 dólares; sólo de la Amazonia peruana
entre 1946 y 1973 se exportaron 23.980 pieles”.
Dice el jusuita Florián Paucke: “Los españoles
labran muy bien estos cueros, hacen chalecos y pantalones que asemejan el terciopelo
más fino. Las pieles tienen un efecto excelente contra el dolor de cintura y
ciática si sólo se llevan como cinturón, alrededor del vientre”. No
obstante dicen Bosso y Parera (1998), en una campaña de encuestas a lugareños
de Corrientes, que todos los reporteados -eximidos de toda responsabilidad- coincidieron que recordaban la presencia este
mamífero acuático en épocas pasadas,
pero no les atraía en absoluto el
cuero de la nutria gigante dado que no tenía valor comercial, no había demanda.
Actualmente las poblaciones más
significativas están en la región brasileña conocida como Pantanal (sur del
país) que también se extiende por parte de Paraguay, en sectores de la Amazonia
tanto en Brasil como en el este de los países que poseen esa formación
selvática en sus territorios y habría poblaciones más numerosas en Guayana Francesa,
Surinam y Guyana. También, últimamente, se menciona el hallazgo una población
en Venezuela (Caño Brea) (Chebez, op. cit.).
Recorriendo
cada país mencionamos los lugares puntuales donde se conoce la existencia de poblaciones: en Colombia está
presente en los Parques Nacionales Tuparro, Río Apaya y la
Reserva Macarena; en Venezuela se la consideraba casi extintas pero apareció un
núcleo significativo en Caño La Brea (Sucre); en Surinam no se conoce bien su
estatus, pero hasta 1978 era común y tendría aún poblaciones; en Guyana es frecuente
según datos de 1998, con una población aceptable en Meseta Potaro; en Ecuador está
muy amenazada, hoy sólo está presente en río Pastaza, Aguarico y Napo; en Perú fue
exterminada en casi todo el territorio a excepción del río Madre de Dios y en
el Parque Nacional Manu; en Bolivia con muy pocos individuos en los Parques
Nacionales Noel Kempff Mercado, en el Iténez, la Reserva Ríos Blanco y Negro y
se ven ejemplares en los cauces Iténez y Guaporé; en el Paraguay se desconoce
si supervive, no se realizan censos y en Uruguay y Argentina está extinta. Pero no debemos olvidar que en los lugares donde
aún se observan poblaciones éstas son significativamente menores que en tiempos
pasados y pueden considerarse grupos relictuales.
En
Uruguay existen datos históricos para los departamentos de Artigas, Cerro
Largo, Rocha y Salto y existieron menciones para la Laguna Marín (González y
Lanfranco, 2010). En la Argentina los registros históricos estuvieron en las
provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Jujuy y Salta
(Barquez, et al., 2006). Algunas crónicas del siglo XVIII mencionan su
presencia en el tramo medio del río Paraná y el este de Santa Fe (Chebez,
1973). Estuvo también en el Río Paraná a su paso por las provincias de Santa Fe,
Corrientes y probablemente Entre Ríos y Chaco y sus afluentes principales en
Misiones: el río Iguazú y los arroyos Urugua-í, Aguaray Guazú y Yabebirí; en el Río Paraguay y su afluente el riacho Inglés en la provincia
de Formosa; en los Ríos San Francisco y Bermejo en Jujuy y Salta (Parera y
Parera, 1991; Parera, 1998; Massoia et
al., 2006).
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Der Brasilische Flussotter (La nutria de río brasileña) (Brodtmann, 1830). |
¿De vuelta al pago?
Hace pocos años se comenzó a
valorar cabalmente la riqueza natural casi única que posee un amplio sector de
la provincia de Corrientes. Se conoce como “Esteros de Iberá” y en ese espacio
podemos ver toda clase de humedales: esteros, lagunas, riachos, zonas
pantanosas o simplemente inundadas en forma permanente y es considerado el
segundo humedal de importancia en el mundo, así al menos se dice en algunos
textos sobre el área.
En
la provincia de Corrientes existen citas de Pteronura
brasiensis principalmente a lo largo
de los ríos Paraná (incluso hasta el año 1993) y Uruguay. También existen registros
no confirmados en los departamentos de Ituzaingó y Paso de los Libres. En los
Esteros del Iberá, que se conectan con el río Paraná a través del río
Corrientes y con el río Uruguay a través del río Miriñay, la cita más conocida
de la especie es un cráneo hallado en la Laguna Fernández. Existen también
relatos de la presencia de la especie en la zona de Rincón del Diablo, Capitá
Miní, Yahaveré, laguna Itatí Rincón,
laguna Misteriosa, arroyo Sánchez y otros lugares.
(http://www.proyectoibera.org/especiesamenazadas_nutria.htm;
2020).
La variedad de la fauna del Iberá
es sorprendente y apenas superada por las dos formaciones selváticas de la
Argentina: la selva Paranaense y la de las Yungas. Y utilizamos la palabra
“apenas” porque se iniciaron distintos planes de reintroducción de fauna – los biólogos denominan reasilvestramiento
o rewilding a este proceso- que hace algunas décadas aún habitaba esta provincia. Si todos los reasilvestramientos
prosperaran la diversidad de fauna, al menos se aproximaría mucho más a la de las
referidas selvas.
En distintas etapas de su retorno están: el oso hormiguero grande (Myrmecophaga
tridactila), el venado de las pampas (Ozotoceros
bezoarticus), el pecarí de collar (Pecari tajacu), el guacamayo rojo (Ara
chloropterus), el aguará
guazú (Chrysocyon brachyurus), el tapir (Tapirus terrestris), el yaguareté (Panthera onca), el muitú (Crax fasciolata) y la
nutria gigante (Pteronura brasiliensis)
considerada el mayor
carnívoro acuático de la región capaz de predar sobre crías de yacaré (Caiman latirostris).
La ausencia de máximos predadores
–terrestres y acuáticos- en el Iberá, como el yaguareté y la nutria gigante,
representa un desequilibrio en el ecosistema al no haber reguladores tope de las presas. Además,
es sumamente importante para el gran proyecto Iberá contar con especies de fauna emblemáticas y
que ejerzan un gran atractivo para los futuros turistas que albergará la gran
Reserva Provincial y los Parques Nacional y Provincial Iberá, que en total
suman 1.300.000 hectáreas.
Ya está “Coco”, el macho que llegó de Dinamarca y se encuentra aún en cuarentena. Será el compañero de Alondra, la hembra que llegó hace menos de
un año desde Hungría y ya pasó el chequeo sanitario y se acerca
al Iberá donde será liberada en la isla San Alonso o ya lo habrá sido en estos
momentos. La organización ambientalista The Conservation Land Trust (actualmente
Fundación Rewilding Argentina)
es la que lleva adelante el proyecto de reintroducción de la nutria gigante.
Sobre trabajos
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Gabriel Omar
Rodríguez