"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 31 de octubre de 2020

LOS DÍAS DEL MARTÍN PESCADOR

 

 

“Miró Martín desde su rama

y se sumergió Pescador,

bajó Martín Pescador

y pescó Martín Pescador,

bajó Martín, Pájaro Pobre,

y subió rico Pescador

con su carga de plata viva

y algunas gotas de agua azul

porque el pescador Martín

sólo se nutre de arco iris,

de la luz que ondula en el agua:

y luego se sienta y consume

pescaderías palpitantes”.

 

Arte de Pájaros – Pablo Neruda (1973)

 

 

Le Martin-Pêcheur,  Vincent Van Gogh.
Óleo, 1886. Museo Van Gogh, Amsterdam, Netherlands. 
https://www.vangoghgallery.com/es/catalogo/pinturas/249/El-mart%C3%ADn-pescador.html

Vinculado a un antiguo juego infantil, aquel de “Martín Pescador ¿me dejará pasar? … pasará, pasará, pero el último quedará”, esta ave es un personaje frecuente de los cuentos para niños. Pero también ha quedado plasmada desde épocas remotas en muchas expresiones culturales de todo el mundo.

 

Una fábula criolla recuerda la de “El zorro y el cuervo”, de Esopo, donde la vanidad perjudica a su protagonista. En este caso se desarrolla entre un martín pescador que sabía hablar y al parecer silbaba muy lindo, aunque sabemos que estas aves no silban. Un salmón que lo escuchaba comenzó a alabarlo, y le propuso enseñarle a nadar, si a cambio el ave le enseñaba a silbar. Pero antes de meterse al agua dejó el silbido sobre una piedra para que no se le moje y se zambulló. El pez rápidamente se apropió del silbido y huyó, aunque no pudo disfrutarlo porque se le arruinó con el agua. El martín pescador quedó muy triste, mirando siempre al agua a ver si vuelve a aparecer el salmón (Vidal de Battini, 1984).


Pintura egipcia de martín pescador.

Ahet Aton (Egipto) alrededor del s. XIV AC. 

http://firij.georgetown.domains/indian-ocean/story-of-a-giraffe-tracing-punt/




El escritor Hugo Villanueva Rada, de El Beni boliviano, narra una hermosa leyenda que transcurre en el pueblo tacana. Una pareja de jóvenes, muy enamorados, deciden casarse, para lo cual la aldea entera comienza los preparativos. En medio de ellos, la novia, que había ido a bañarse al río, se zambulle pero desparece bajo las aguas. Al regresar de pescar, su novio se entera del accidente y, desesperado, se lanza una y otra vez al río para rescatar a su amada. Pero todo es en vano, la muchacha no aparece. Finalmente, ciego de ira y culpando a su dios Diusu, el joven lanza una flecha al cielo. Se escucha, entonces,  un trueno impresionante y la flecha cae de vuelta junto con un rayo e impacta al muchacho. Sin embargo, éste no muere sino que lentamente se va transformando en un ave de brillantes colores que desde entonces va volando a lo largo del río y se zambulle cada tanto en busca de un pez.

 

De una manera similar, en la leyenda la leyenda guaraní del jarundá, se produce también una transformación a la manera de las Metamorfosis de Ovidio, en este caso como castigo al hijo desobediente. Según lo relata Jorge Montesino (1999) se trata de un niño amante de ir a pescar con sus amigos. Cierto día acompaña a su madre al pueblo, pero en cierto momento se aleja y se va al río. Imprudente, el chico cae al agua y es arrastrado por la corriente hacia un remanso donde mora Yporá el espíritu de los ríos y las lagunas. Sin embargo, logra asirse a un tronco y permanecer a flote. En tanto su madre sale a buscarlo y creyendo que había sido arrastrado, se zambulle en las aguas pero no puede escapar del fatídico remolino. Yporá castiga al chico desobediente condenándolo  a seguir el curso de los ríos, a pescar toda su vida y a emitir, en vez de canto, un áspero grito”.

 

 

“Posado en la rama del sarandí, el martín pescador se balanceaba, mientras el ojo enfocaba su mojarra en la claridad del agua. Desde ahí, raudo y certero, zambullía. Luego subía como un pirata, con un cuchillo de plata atravesado en su pico. De flecha el vuelo a ras del río, llegaba hasta su cueva. En la barranca había hecho a pata y pico, sacando la tierra mientras retrocedía hacia la puerta, dejando limpio un túnel como de dos pies y medio de profundidad”

 

José María Díaz (1971)

 

 

 

Pareja de martín pescadores grandes. Dibujo de Marian Colonna 

(Santos, 1938)




En el Mato Grosso, los umutinas contaban que Katama, el martín pescador,  utilizaba con habilidad unas flechas muy efectivas para pescar. Un día Sol, transformado en  pez, se las roba. Luna quiere hacer lo mismo pero Katama lo mata a flechazos y se lleva a Luna-pez a su casa para darle de comer a sus hijos. Sol, preocupado, porque Luna no volvía, va a la casa de Katama y encuentra los huesos y mediante ellos hace resucitar a Luna (Da Cruz, 2012).

 

Para los qoms de Formosa el martín pescador grande o  'haikinaga'naq es un importante anunciador de la temporada de pesca abundante, durante las crecientes de verano. Ejecuta esta acción volando por delante de la  canoa, como un indicador, para señalar el lugar donde están los cardúmenes. Esta acción de volar ante el avance del viajero, como vimos en la nota anterior, fue señalada por varios naturalistas (Arenas & Porini, 2009). En una leyenda de esta etnia el martín pescador Saknaganak quiso canjear peces por miel al Chochonlate’e, el pájaro carpintero. Éste se negó porque no gustaba del pescado, entonces  Saknaganak, enfurecido, lo atacó junto con otras aves y lo mataron, apoderándose así de la miel (Palermo, 1983).

 

Alvarsson  (2012) identifica el personaje mítico Taapyatsà’, de los weenhayeks (wichis de Tarija, Bolivia), con el martín pescador ya que se trata de un ave que tras el incendio destructor de la tierra provocado por la risa del hornero, toma semillas con su pico y las lleva a su túnel en la barranca del río. En el proceso pierde sus alas pero resiste allí adentro hasta que pasa el fuego y luego siembra las semillas proporcionando alimento a la humanidad después de la catástrofe. 


Kitekite. Artesanía patagónica. 

Manos del Sur. 

https://www.facebook.com/Manos_del_sur-320217908534882/photos/pcb.461627287727276/461627117727293/



 

Los mapuches llaman al martín pescador Kekereke, Kitekite, Küdküchaw y Chalwafe üñüm, para ello es un ser mitad árbol y mitad ave que con sus brillantes colores atrae a los peces para clavarlos con su pico. Lorenzo Aillapán Cayuleo (2003) lo relata en su lindo poema:

 

Que bello plumaje tiene kekereke challwafe

Lleva vestido plumaje de tan variados colores

Se ve igual a un jardín montañoso

Es tan precioso comparado al arcoíris

Dan ganas de verlo, quererlo, acariciarlo

Se ve revestida igual que una doncella.

Kekereke Kekereke Kekereke Kekereke  witwit

 

De zambullida pilla fácilmente al pez

Primero fiestas de entretenidos movimientos

Danza pajaril al más puro estilo pescador

Onomatopeya canto-silbido que provoca y contagia

La danza en el aire con movimientos provocantes

el pez se vuelve loco con ansias de ver y distraerse.

Kekereke Kekereke Kekereke Kekereke  witwit

 

Este llamado insistente hace que el pez aparezca a flor de agua

Relámpago visión hace eco que el contacto se acerca

Ave martín pescador se maravilla y usa su arte

Más que nunca afila su pico de pescador

Al simple revuelo picoteó su sabrosa presa

Mientras el fachoso pez se maravilla del espectáculo

Kekereke Kekereke Kekereke Kekereke  witwit

 

 

En esas curiosas coincidencias que ofrece la cultura, los yaganes relacionan al martín pescador grande o chéketej con la garza bruja o huajatanu, de la misma manera que los pueblos de Europa que aplicaban el nombre martinet tanto al martín pescador como a la garza bruja. En el mundo yagán, estos dos personajes eran amantes y se ayudaban en la pesca, hasta que el esposo de huajatanu los sorprendió y les clavó un arpón, a partir de lo cual se transformaron en las respectivas aves (Rozzi, 2003).

 

 

“Cuando paseaba entre los robles oyó

El matraqueo del martín pescador”

 

Ralph Waldo Emerson

 

 

 

En la profusa mitología de los yekuanas del Alto Orinoco, el martín pescador grande es una de las formas que adopta su héroe Iureke. La historia se desarrolla así: Wannadi, el dios creador, va a buscar un huevo mítico para poblar el mundo de humanos. Pero el huevo es robado por Huiio (la serpiente arcoíris, la madre de las aguas, la anaconda),  hermana de Nuna (la luna), la que quería comerse a los futuros pobladores. La lucha por recuperar el huevo, que Huiio mantenía en el fondo de las aguas, hace que se rompa y que los humanos sin nacer quedaran convertidos en peces, salvo los gemelos Iureke y Shikiemona que logran llegar a la costa. Pero más tarde, a fin de robarle anzuelos al hombre blanco, se transforman en peces. El hombre pesca a Shikiemona, y lo saca del agua. Entonces Iureke, tomando la forma de un martín pescador, lanza sus excrementos sobre el hermano. Cuando el hombre lo  lava en el río, Shikiemona se recupera y huye nadando (Civrieux, 1970). Es interesante este relato porque, como vimos en la nota anterior, hay observaciones en Brasil que afirman que esta ave atrae a los peces defecando en el agua.

 

Estatuilla de piedra tallada representando un martín pescador. Costa Rica. (Thiel, 2016)




Entre los nivaklé del Chaco Boreal, el martín pescador o tsjot'a, representa un espíritu tutelar del hombre. Y entre los qom era el compañero del piogonak o chamán y un instrumento de sus acciones. Las muchachas al oírlo se tapaban el pecho temiendo que les pudiera deformar los senos (Palermo, 1983a).

 

 

“El martín pescador, única ave acuática habitadora de aquellas riberas, rozaba por rareza los remansos con sus alas, o se hundía en ellos para sacar en el pico algún pececillo plateado.”

 

María – Jorge Isaacs 

 

 

 

Los indígenas makahs de la costa noroeste de Norteamérica tienen una leyenda donde sus héroes creadores y transformadores, los Hohoeapbess (los dos hombres que cambiaron las cosas) transforman a un hombre pescador que robó un collar de caracoles en un martín pescador, ave que sigue pescando y conservando su collar. En la mayor parte de los pueblos de la región es visto como un mensajero de buena suerte. Los haidas de Alaska atan sus plumas a los anzuelos para lograr buena pesca.

 

En las llanuras centrales de Estados Unidos, los siouans vinculan a esta ave con la fertilidad. Y entre los mbyá-guaraníes a menudo es bien vista porque ayuda a los hombres. En una ocasión esconde a un joven en su canasta de pescados para que no lo encuentre un yacaré vengativo, y cuando éste se acerca, el ave remonta el vuelo llevando su canasta y salvando al muchacho (Palermo, 1983a). Los ojibwas del lago Superior lo tienen como animal totémico, y lo llaman Ogiishkimanisii. Su héroe creacional, Wenebojo, sale en busca de su hermano lobo perdido. Encuentra un martín pescador en su pose habitual, mirando el agua, quien, a cambio de que le pinte las plumas, le avisa que los espíritus acuáticos, los manidos, han asesinado a su hermano y le dice además dónde encontrarlos. En recompensa, Wenebojo le quiere colocar un collar  de cuentas, pero el ave escapa y por eso le quedó apenas un semicollar. Pero como el martín pescador le informa que está esperando que las tripas del hermano floten para comérselas, Wenebojo, trata de atraparlo, y en intento le alborota las plumas de la cabeza,  haciéndole una cresta y lo condena de ahora en más a esperar su comida posado en una rama todo el día. Además toma una garra del martín pescador para hacer una flecha mágica con la cual poder matar a los manidos  (Barnouw, 1955; Ritzenthaler & Ritzenthaler, 1983).

 

 

“Y oyó al martín pescador

Quien escapó de su dios con la cresta estrujada

Y la blanca medalla colgada en su pecho”

 

Bayard Taylor

 

 

 

En otras etnias, el martín pescador se destaca por sus habilidades de pescador que pocos pueden equiparar. Así en un relato de los achomawis del norte de California el martín pescador es un chamán  convocado por el Sol cuando su hija es raptada por el águila pescadora. Después de que otros personajes fracasan en la búsqueda, el ave observa cuidadosamente el agua, incluso echando humo de su pipa para ver mejor. Logra ubicar un lugar donde el agua barrosa revela que se ha removido el fondo, hurga allí con una vara y engancha el cesto donde estaba prisionera la hija del Sol.  También el martín pescador aparece como un chamán en un cuento de los apaches jicarillas de Nuevo México. Es un cuento sobre el zorro, que a diferencia de lo que ocurre con los relatos criollos, es un personaje torpe y poco astuto. El martín pescador, o Kêt-la'-i-le-ti lo invita a comer y para ello,  lanzándose sobre el río congelado, rompe la capa de hielo y obtiene unos peces. Para retribuirle la invitación, el zorro intenta hacer lo mismo pero se estrella contra el hielo y muere. El ave lo resucita, nuevamente le da de comer pescado y le explica que esa pesca sólo la puede hacer él por ser un poderoso chamán.

 

Los cherokees explican cómo el martín pescador consigió su pico. Una gran serpiente negra se introdujo en el nido de un pájaro carpintero y devoró sus crías. El carpintero recurrió a los yunwi tsunsdi, los duendes benefactores, quienes llamaron al martín pescador. Éste, que no poseía el pico que tiene actualmente, utilizó un pez delgado y fuerte, llamado tugälû'nä, a manera de lanza para clavarlo en la cabeza de la serpiente y matarla. Los duendes viendo que el ave necesitaba un arma la dotaron de su impresionante pico (Randolph, 2013). A diferencia de cómo obtuvo su collar entre los ojibwas, en el mundo mapuche el collar verde de la hembra y el blanco del macho surgen de una disputa matrimonial por unas cintas de colores (Palermo,1983a).


Martín pescador.
Mosaico en el interior de la casa VIII.2.16, Pompeya, ca. 100 AC.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pompeii_-_House_VIII,_2,_16_-_MAN_120177.jpg


 

En Europa el martín pescador protagoniza una serie de leyendas desde el Alcyon de la antigüedad griega (ver recuadro) hasta ciertas creencias medievales. Se afirmaba que en sus orígenes era un ave grisácea que, al ser liberada del Arca para informar a Noé sobre la inundación, subió tan cerca del sol, que el pecho se le tostó y el dorso tomó los colores del cielo. Para los arawaks era justamente al revés, su cuerpo se volvió grisáceo porque en una pelea con el trompetero (Psophia) se revolcaron sobre las cenizas (Ingersoll, 1923).

 

 

“Fue el arco iris quien te dio a luz

Y te dejó sus hermosos tonos;

Y, como el nombre de su madre era Lágrimas,

Así corren en mi sangre para elegir

por hogar las lagunas solitarias, y estar

En compañía de árboles que lloran…”

 

The Kingfisher - William Henry Davies

 

 

 

 

Se decía que en Europa que su cuerpo seco tenía la virtud de repeler los rayos y las polillas de la ropa. Suspendido del techo mediante un cordel, con las alas abiertas, su pico señalaba siempre el lugar de dónde soplaba el viento, a manera de una veleta.

 

 

¿Pero cómo está el viento?

¿Hacia qué rincón apunta el pico de mi alcyon?

 

The Jew of Malta - Christopher Marlowe, 1589

 

 

 

 

Entre otras supercherías se afirmaba que olía a almizcle y que, una vez muerto y desecado, sus plumas seguían mudando todos los años como en el animal vivo (Salerne, 1767)

 

 

 

Retacón, pura cabeza,

con esa facha parece

tras de feo, medio zonzo ;

más de zonzo nada tiene.

Tiene el pico agudo y recio,

blanca gola y blanco vientre,

el pecho marrón rojizo,

lomo verdoso luciente.

Ríos y arroyos recorre

y entre árboles se detiene.

Cuando de anidar se trata

la barranca lo guarece,

donde hace a su modo un túnel

sin ningún inconveniente.

El oficio de la pesca

lo alimenta y lo divierte.

Aunque es de los que se mojan

la vez que pescando quieren,

tiene viveza y recursos :

sale con la suya siempre.

Sujeta el vuelo en un punto

sobre la lenta corriente,

mientras hunde la mirada

descubridora de peces.

De pronto como flechazo

en el agua se sumerge

-Fijo el ojo, listo el pico-

y, como el tino no pierde,

con un blanco pececito

al instante reaparece.

Con lo lindo de sus días

de tanto en tanto se yergue

y en su canto de matraca

toda su alegría enciende.

 

Pájaros de nuestra tierra  - Marcelino Román (1944)

 

 

 

 

 

USOS Y ABUSOS

 

“Como las plumas de estas aves, tan diversas en sus especies, son bellas y vistosas, las aprecian los indios mbayas y payaguas, para sus galas y adornos. Entre años conservan secas toda su hermosura, sin perder el esplendor, que hace brillar sus colores … Para el uso dicho, únicamente cazan los mbayas a los martinetes pescadores. Por lo demás no estiman su carne, ni la comen, como tampoco los payaguas, guaraníes y españoles aunque comen otros pájaros del agua … y otros que tienen poca carne y olisquean a podredumbre de pescado, como en realidad sucede a los martinetes pescadores, los cuales se corrompen presto y apestan”. (Sánchez Labrador, 1968). Los nombres nativos que recopiló este autor son guirapira mboaha (guaraní) y echogocomedi (mbaya).  

 

Igualmente los chinos, desde principios de nuestra era, apreciaban mucho las plumas de los martín pescadores, a los que solían atrapar, arrancarles las brillantes plumas del dorso y liberarlos.  Con esas plumas se hacían suntuosos objetos como capas, cortinas, mantas y adornos, generalmente ofrecidos como apreciados regalos a los reyes (Kroll, 1984). Esta persecución originaba sin embargo también actitudes proteccionistas especialmente porque el ave era un símbolo de libertad, como expresa el poeta Ts’ai Yung (s. II DC):

 

“En un libro del patio está el granado,

Sus verdes hojas generando flores bermellón

Los alcyones vienen a veces en grupos:

Las alas abiertas, componiendo su forma y aspecto,

Mirándolos por detrás, traen tintes azules a la vida;

Alzándose y sacudiéndose, florecen en un vívido azul.

Escapando por suerte de las trampas de los pajareros,

Tienen un refugio cercano en el patio señorial,

Sus dóciles corazones confiados en la nobleza del señor,

Macho y hembra tienen aquí asegurados cien años de vida”

 

 

Según Arenas y Porini (2009) no está claro si los qom de Formosa consumen su carne y huevos, incluso algunos les informaron que no conocían los huevos ni el nido, lo que puede deberse a que anidan en barrancas, a veces lejos del lugar donde pescan. Agrega Sánchez Labrador que los antiguos creían que la carne del martinete pescador era incorruptible pero que Jacques-Christophe Valmont de Bomare demostró “que se corrompían y los destruían las polillas”.  Quizás por eso figura en la Biblia como SHLAKH, un ave que no se debe comer (Lamberti, 2017).



Javatí Guasú. Sello de correo de Paraguay (2009).


 

 

Con respecto a sus propiedades medicinales “aunque el Alcedo es abundante en  aceite y sal volátil, tiene muy poco uso como medicamento. Su corazón seco y encerrado en una bolsa, suelen colgarlo del  cuello de los bebés como amuleto contra el ataque epiléptico. Pero rara vez responden a los efectos de tal tratamiento” (Geoffroy, 1750). ¿Poco eficaz?, tal vez, aunque Hudson trató de encontrar otra clase de medicina en esta ave. “Una de las primeras aves que salí a buscar, quizás la más medicinal de todas las aves para ver, fue el martín pescador; pero no estaba en ninguna parte de la orilla del río, aunque los lugares adecuados eran lo suficientemente abundantes, y miríadas de pequeños peces se veían en las aguas poco profundas, vistos en reposo bajo de la superficie, como líneas de tenue punta,  que se alejaban y se dispersaban, como un vuelo de flechas, al acercarse cualquier persona” (Hudson, 1920).

 

 

“Más allá, al vadear la picada que señala una cruz descolorida, un martín-pescador vuela asustado; de pronto se detiene y se hunde en la corriente para reaparecer con las alas tornasoladas de azulado acero, chispeando de menudas gotas y una mojarrita en el pico que  huye a ocultar en los espesos carrizales donde el enlutado carau gime solitario la eterna tristeza de su vida . . .”

 

Martiniano Leguizamón (1896)

 

 

 

LOS DIAS DEL  ALCYON

 

Ovidio (1922) contaba la siguiente historia: Reinaban en la Traquinia (Grecia) el rey Ceyx y su esposa (H)Alcyon. Acometido por funestos presagios Ceyx se dirigió a consultar el oráculo de Apolo en Claros, ante la inquietud de Alcyon que temía por su suerte. El viaje terminó en tragedia debido a una tempestad, pues el barco naufragó y el mar se tragó a gran parte de la tripulación incluyendo a Ceyx. Al enterarse de la muerte de su esposo durante un sueño, Alcyon, desesperada subió a un promontorio del puerto, desde donde pudo avistar el cadáver de su marido en el mar. Entonces desplegó alas que le aparecieron de repente, y voló, deslizándose suavemente sobre las olas, mientras que con su pico largo y delgado, chasqueaba fuertes gemidos. Llegando al cuerpo, mientras lo abrazaba con sus alas, le daba fríos besos con el duro pico.  Los dioses, ante esta muestra de profundo amor conyugal los transformaron en aves, que pronto se acoplaron y fueron padres. Desde entonces, cada invierno, durante catorce días de total calma, Alcyon (literalmente “la que concibe en el mar”) se posa en su nido flotante que navega sobre un mar feliz y tranquilo, porque Eolo, el padre de Alcyon, encadena los vientos. Los navegantes, especialmente en los mares de Sicilia, aprovechan esos días para navegar seguros y tienen al ave por mensajera de paz cuando revolotea sobre sus naves.

 

 

“¿Eres el ave de los antiguos

Que haces tu nido sobre la cuna del abismo,

Y con tu encanto, cuando el viento y las olas se rebelan,

Los pones a dormir?”

 

William Howe Cuyler Hosmer

 

 

 

Para la época de Shakespeare parece que los días del Alcyon se habían trasladado a noviembre, más precisamente al día 11, dedicado a San Martín de Tours. En Henry VI dice el poeta: “Saint Martin's summer, halcyon days”, porque en Inglaterra "St. Martin's Summer" (verano de San Martín) se aplicaba a algunos días cálidos en pleno otoño, algo así como nuestro “veranito de San Juan” (Harting, 1871). Según Montaigne (1997) “Sus hembras no reconocen más macho que el suyo propio, lo asisten toda la vida sin abandonarlo jamás; si llega a estar débil y cascado, lo cargan sobre sus hombros llevándolos a todas partes y sirviéndolo hasta la muerte”. Aparece entonces, como en el mito griego, el tema del amor conyugal y las lamentaciones por el marido enfermo o fallecido (Gresseth, 1964). Algunos autores antiguos aplicaban el nombre Ceryle a los machos de las alciones, nombre que ha sido también tomado por los zoólogos para otros géneros de estas aves, p.ej. Ceryle, Megaceryle (“el gran Ceryle”, para el martín pescador grande).

 

El mar se calma cuando el alcyon hace su nido. 

Manuscrito de Jacob van Maerlant, ca. 1350. Koninklijke Bibliotheek, Hague, Netherlands. http://bestiary.ca/beasts/beastgallery240.htm#

Pese a lo lindo de la leyenda no parece que ni Alcyon ni Ceyx se refieran a los martines pescadores sino más bien a algún ave marina, como un gaviotín o un anátido. De todas maneras, de Alcyon derivó Alceo, el nombre del poeta de Lesbos, compañero de Safo (de Kay, 1898), y de allí surgió el latín Alcedo, que finalmente utilizó Linneo como nombre genérico. Por su parte, Bernard de Lacépède aplicó el nombre genérico Ceyx, para separar a las especies de martín pescador que tienen el segundo dedo ausente o reducido.

 

Los antiguos naturalistas, como Aristóteles, afirmaban que el martín pescador criaba en invierno, haciendo su nido siete días antes del solsticio de invierno y poniendo los huevos y criando sus pichones durante siete días después del mismo. El nido era rojo y tenía forma de calabaza alargada con una entrada pequeña para que no se metiera el agua del mar. Estaba construido en la costa, aunque Dionisio, siguiendo la antigua leyenda, aseguraba que lo hacían flotando sobre el mar (Arnott, 2007), y que estaba construido con huesos o escamas de peces. Para D’Arcy Thompson (1895) el mito de Alcyon consta de dos partes: la transformación y el anidar en el mar, y esta segunda parte estaría relacionada con algún fenómeno astronómico, probablemente con la constelación de las Pléyades, cuya principal estrella se llama Alcyone. Mientras que para Gresseth (1964) se trata de un mito del renacimiento del sol tras haber alcanzado su posición más austral en el cielo.

 

 

“Dios calma y adormece a los vientos durante catorce días en invierno; y a este interludio templado los humanos lo llaman la Estación Sagrada, cuando los abismos acunan a la madre Alcyon y a su cría”.

 

Simonides (citado por Aristóteles)

 

 

                                               Alex Mouchard

Agradecimiento: A Maru Castro por haberme llamado la atención sobre esta ave tan especial.

 

 


 

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zVillanueva Rada, Hugo. 1989. Cuentos de Riberalta. Editorial Don Bosco. 186 pgs.

lunes, 12 de octubre de 2020

EL MARTÍN PESCADOR GRANDE (Megaceryle torquata) Y UNA HISTORIA DE CORSARIOS

“Cuando el martín pescador vuela bajo la incidencia de los rayos del sol, es un extraño meteoro, todo el cual rebrilla, centellea, enviando chispas como si el hermoso pájaro se encendiera en el espacio, repitiendo, en una visión ilusoria, la mentira del fabuloso Fénix”.

Eurico Santos (1938)

 

Ceryle torquata 

Lámina de John Gerrard Keulemans - (Sharpe, 1868-71)




Las historias de corsarios siempre tienen su atractivo por sus dosis de coraje, ilegalidad, romanticismo y violencia. Extrañamente, el martín pescador, protagonista de nuestra nota, se vincula a un hábil corsario francés. Pacificados los mares del mundo tras la Guerra de los Nueve Años que enfrentó a las principales potencias de Europa a fines del siglo XVII, los comerciantes de Saint Malo (Francia) se lanzaron a la búsqueda de oportunidades en el Nuevo Continente. Especialmente se interesaron en la costa sudamericana del Pacífico, con la mira puesta en las minas de oro y plata del Perú. La entonces recientemente constituida Compagnie de la Mer du Sud (Compañía del Mar del Sur) despachó una pequeña expedición de cuatro buques con la misión de relevar el Estrecho de Magallanes y las mencionadas costas. Como jefe de la expedición, eligieron a un conciudadano y conocido corsario de la época, el capitán Jacques Gouin de Beauchêne, quien al mando de diversos buques había participado en la captura de numerosos navíos enemigos de Francia. En esta ocasión le tocó capitanear al «Phelypeaux», y como ingeniero de a bordo lo acompañaba Jacques Duplessis, novato en aventuras marinas, quien estaba a cargo de registrar en un diario toda la información posible que sirviera a las futuras expediciones comerciales. No sólo se contentó con anotar datos de la navegación, geografía, flora, fauna, y habitantes originarios, sino que además produjo acuarelas muy bellamente coloreadas sobre estos motivos. En una de ellas dibujó de una manera magistral a nuestro martín pescador grande.

 

 


Martín pescador grande – Dibujo de Jacques Duplessis (1701)

Manuscrito SH 223. Service Historique de la Marine, Vincènnes, France

https://www.watercolourworld.org/painting/ringed-kingfisher-megaceryle-torquata-tww0043b0

La expedición había partido de Francia a fines de 1698 y, tras cruzar el Atlántico y tocar las costas de Brasil y de la Patagonia argentina, se internó en el estrecho de Magallanes.  En el sector occidental del mismo, en la primavera de 1699, según el relato de otro tripulante, el señor de Villefort (de Brosses, 1756), recalaron en la Bahía Isabel o Elizabeth: “Hacia la punta este de la bahía Elizabeth hay un fondo bajo, de dos brazas y media, cubierto de grandes hierbas. Pero el pasaje es bueno entre esta bahía y la tierra, la permanencia es buena, y el abrigo seguro dentro de la bahía, aunque la corriente sea fuerte en el estrecho. Los salvajes de la tierra de Fuego, hombres y mujeres vinieron aquí muchas veces a visitarnos”. La bahía tiene playa de arena con un riachuelo que desagua en ella (Chacon y Pery, 1874). En ese ambiente, la necesidad de alimentos frescos les hizo cazar un martín pescador grande y según relata en su diario Duplessis (1701): “Esta ave está dibujada a tamaño natural, se parece a nuestro arrendajo de Francia  [Garrulus glandarius]  tanto por la proporción como por el pico, las plumas y las patas. La matamos cerca de la bahía Elizabeth, en el estrecho de Magallanes, donde no son comunes. Son gordas y de muy buen gusto”.



Escena fueguina con tripulantes de la «Phelypeaux» e indígenas
fueguinos


Dibujo de Jacques Duplessis (1701)

  Manuscript SH 223. Service Historique de la Marine, Vincènnes, France. http://woodsrunnersdiary.blogspot.com/2012/12/duplessis-1690-1725-1700ad-painting.html



Más de un siglo antes de estos hechos Francisco Hernández de Toledo (1651) recogía en México información sobre la misma especie que denominó Achalalactli o “Devoradora de peces”, la “que otros llaman Michalalactli, es un ave del tamaño de la paloma, y de forma similar; pico agudo y negro, de tres dedos de largo, grueso y proporcional al cuerpo, la cabeza adornada con una cresta de color azul tendiendo a negro y larga, vientre cubierto con plumas blancas y un collar en el cuello se caracteriza por un color blanco brillante. Las alas internamente blancas, pero en las partes posteriores se ven oscuras y distintas manchas blancas; arriba azul verdadero, por así decirlo, y el resto del cuerpo en sus partes extremas salpicado con manchas blancas y negras, por todos lados. La cola en parte negra, y en parte es de color azul oscuro, pero también variada en su superficie con manchas blancas, las piernas son rojas, los pies divididos en dedos, con agudas uñas negras, ojos negros, el iris, sin embargo, de un blanco brillante. Es un ave extraña en la región de los mexicanos, y se halla en las fuentes y arroyos, se alimenta de pececillos y otros animalitos acuáticos; por otra parte, es comestible, con el sabor y valor nutritivo de las aves de las marismas”.

 

En base a esta descripción y, especialmente a la presencia de la cresta y el collar blanco, Brisson (1760) denominó a la especie Ispida mexicana cristata o Martin-pêcheur huppé de Méxique (Martín pescador con copete de México). Y Linné (1766) le dio el nombre científico Alcedo torquata  según su sistema binomial, donde torquata significa “con collar” y Alcedo es el nombre genérico latino donde el sabio sueco ubicó a los martín pescadores, nombre que proviene del griego halcyon que, como veremos en una próxima nota, tiene una interesante historia. 


 


Martin-pêcheur huppé de Méxique


Dibujo de Francois-Nicolas Martinet (Daubenton,  1765-1783?) 



Buffon (1770–1785) que abrevió el nombre mexicano a Alatli señalaba que “esta ave es viajera; llega en cierta época de año a las provincias septentrionales de México, a donde aparentemente viene de regiones más cálidas, ya que se lo ve en las Antillas, y nos ha sido enviado de la Martinica”. En Brasil Wied (1832) obtuvo más información: “Nos encontramos con estas aves con mayor frecuencia en las orillas del hermoso e interesante Parahiba, donde un buen número de ellas fueron encontradas en un pequeño sector y cazadas sin gran dificultad; por otro lado, en otros ríos no vimos a estas aves en absoluto, y a veces no disparábamos a ninguna de ellas durante mucho tiempo.  Son aves hermosas y grandes, y tienen la forma de vida y el comportamiento de nuestros martín pescadores alemanes. Se posan en una rama por encima de la orilla y mueven la cola y, a veces, incluso cuando están nerviosos, levantan las plumas de la coronilla. Comen pescado, cuyos restos se encuentran en el estómago; rápidamente se zambullen detrás de ellos.  Nunca he encontrado lagartos en sus estómagos, pero es posible que un pájaro tan fuerte y voraz a veces los ataque. Solo encontré el nido de nuestra ave una sola vez. Estaba a más de mil pasos de la orilla del río Aldeia Velha, en una alta pared de una barranca de arcilla, donde vimos a los pájaros volar alto y rápido con peces en el pico. Cuando los vi meterse en la tierra, subimos la ladera del cerro, y allí encontramos un agujero circular y profundo perforado en la capa de arcilla, o arenisca, en el que metimos largas varas, y pronto sentimos que los pichones se aferraban a ellas mordiéndolas, y los sacamos un cierto trecho, pero no los pudimos extraer completamente a la luz . . . Los brasileños me dijeron que estas aves ponen dos huevos blancos. Por lo general, anidan, como nuestros martines pescadores europeos y el resto de los parientes del género, en un hoyo de un barranco liso, redondo, de cinco a seis y más pies de profundidad, directamente sobre el agua. Los pichones son muy voraces, por lo que inmediatamente mordieron las varas con voces codiciosas”.


En Paraguay, Félix de Azara (1802) enunció las principales características comunes a las especies de martín pescadores que allí habitan:

 

“Van solos y rara vez a pares: se posan con preferencia en ramas secas o de pocas hojas inmediatas al agua, y mejor si se avanzan sobre ella. Desde allí atisban los pescadillos, y se dexan caer como cuerpos abandonados cabeza abaxo, levantándose al punto con el chasco o con la presa, que tragan entera volando o sobre algún árbol. No se suelen equivocar en la profundidad a que pueden verificar su lance, y jamás persiguen al pescado que evitó el primer golpe. Las especies mayores y medianas se dexan caer de mayor altura hasta de veinte varas, y se detienen con  freqüencia en el ayre un rato; batiendo las alas sin mudar de sitio, esperando que la presa se ponga a tiro, y la están mirando con fixeza, conservando el cuerpo inmóvil, y su parte posterior inclinada para abaxo, manifestando en esto, no sólo el vigor de sus alas, sino también que las baten  en otro sentido que el común de los páxaros, y según dixe de los Picaflores”.

 

Martim pescador (Ceryle torquata

(Goeldi, 1900-1906)


“Se posan al acecho en busca de lances, en los arbustos o en las ramas de los árboles que crecen junto al río, elevándose sobre el agua, y tan pronto como ven un pez pequeño, caen a la velocidad del rayo en el agua, la que a menudo salpica alto. Agarran a los peces con su gran pico, luego vuelan con la presa a la rama más cercana para devorarlos allí. Pero, como a veces son demasiado grandes para el ancho de su garganta, a menudo se los ve atormentándose con todo su esfuerzo para tragarlos. Durante nuestros viajes por el río, a menudo conducíamos a los pájaros durante horas frente a nosotros en la orilla. Sólo vuelan por trechos con sus fuertes gritos y luego se vuelven a sentar en los arbustos directamente en la orilla, solo para volar de nuevo con sus gritos rasposos tan pronto como los alcanzamos nuevamente, hasta que finalmente parecieron cansados de este ajetreo y cruzaron el río, o volaron sobre nosotros. Como nuestra urraca, siempre mueven su colita hacia arriba y hacia abajo cuando se posan”  (Schomburgk, 1922-1923, en Guyana Británica).

 

En el norte peruano junto al río Tumbes este martín pescador recibe el nombre de matraca "bien aplicado, porque su voz se parece mucho al ruido de ese instrumento. Tiene sus posaderos predilectos que visita todos los días a ciertas horas a los que se aproxima desde una altura considerable, produciendo esa voz.  A veces posado en una rama se remueve haciendo temblar su cola erguida, lo que le da una pose ridícula" (Konstanty Jelski, en Taczanowski, 1886).

 

Estos movimientos de la cola también los verificó el norteamericano Friedman (1927), en Bovril (Entre Ríos, Argentina): “Una cosa curiosa de esta especie es que siempre mueve la cola verticalmente tres veces antes de volar. Invariablemente, cuando me acercaba a uno, movía la cola una vez, luego, cuando me acercaba más, lo hacía por segunda vez y, finalmente, justo antes de volar, lo hacía por tercera vez. Noté esto en un gran número de individuos y nunca supe que variara”.

 

Jan Stolzmann lo halló en el valle del Marañón (Perú) "donde no es numeroso; tiene el nombre de pato anzuelero. Se cree que esta ave al pasar sobre el agua golpea las alas dejando caer sus excrementos, atrae a los peces, y se lanza súbitamente a capturar su presa"  (Taczanowski, 1886). Este comportamiento también fue referido en Brasil por Oscar Monte  (citado en Santos, 1938): "Interesante es la artimaña que emplea esta ave, para atraer a los peces. Un día estuve durante mucho tiempo disfrutando de su muy ingenioso sistema. Posada sobre un cable de telégrafo, que pasaba sobre una laguna, el ave se zambullía de vez en cuando y traía un pequeño pez en su pico. Para atraer al pez, el Martín pescador hacía cierta necesidad, que, cayendo al agua, pronto era motivo de reunión de peces, que entonces eran pescados. Y esto por varias veces”.



Alcedo stellata
 
Lámina de Christian Leopold Müller (Meyen, 1834)



 

“Esta ave es bastante común en Chile: frecuenta siempre los ríos y se ve continuamente parada sobre las ramas secas, y con especialidad sobre las más avanzadas, esperando con la mayor paciencia e inmóvil que pasen algunos peces para embestirlos con la rapidez del rayo; rara vez come [directamente] la presa, y la traga al salir del agua; pero si es demasiado grande, se para sobre un árbol cercano para despedazarla y devorarla a picotazos; como de carácter triste y melancólico, se encuentra siempre sola, y cuando vuela se la oye pronunciar el grito penetrante de keti, keti repetido por largo tiempo; este es también el nombre que la dan los araucanos y los campesinos. La hembra hace su nido en los agujeros de las riberas, y pone tres o cuatro huevos blanquizos” (Gay, 1847).

 

Sobre su técnica de pesca también relató Emilio Wagner (en Ménégaux, 1925) lo siguiente en Santiago del Estero (Argentina): “Siempre ocupado pescando a lo largo del Río Salado o en las grandes lagunas boscosas. Su vuelo es muy rápido y su llamada es exactamente la de una matraca. A menudo se lo ve que permanece inmóvil en el aire, batiendo sus alas como un picaflor; luego cae pesadamente al agua e inmediatamente sale con un pez en el pico. Nos sorprende ver el tamaño del pez que se puede tragar. Las plumas no se le mojan muy fácilmente. Loes cazadores del país afirman que anida en los barrancos del Rio Salado aprovechando las madrigueras de las nutrias o de las ratas de agua”.

 

 

Mis encuentros con esta ave casi siempre han sido en la margen de algún río que ella recorría en vuelo, pasando de largo rápidamente y emitiendo a veces su matraqueo. "Una gran extensión de territorio puede ser cubierta por cada individuo, ya que parecen tener rutas regulares a lo largo de las riberas de lagos y ríos, con perchas de observación a intervalos de unos pocos centenares de metros" (Dickey & van Rossem, 1938).

 

"Durante los viajes en canoa por el río Belice y el río Dulce las aves de esta especie rara vez se dejaban de ver, volando delante del bote y posándose de vez en cuando para empezar de nuevo a medida que nos aproximábamos, hasta que al final, siendo alejados de sus lugares habituales, se lanzaban de vuelta en la dirección opuesta" (Salvin & Godman, 1888-1904).

 

Richmond (1893) fue testigo en Nicaragua de lo que podría interpretarse como un despliegue de apareamiento. “Una mañana una pareja de estas aves realizó una curiosa performance. Primero llamaron la atención por su fuerte matraqueo, que se mantuvo casi constantemente mientras daban vueltas y giraban sobre el agua, ocasionalmente cayendo en ella, no zambulléndose sino hundiéndose por un momento bajo la superficie. Esta maniobra duró algunos minutos, tras los cuales ambas aves volaron río arriba profiriendo su nota habitual . . . Dos o tres individuos tenían por habito pasar la noche en algún punto del arroyo por detrás de la plantación I.P. [International Planting Company, Río Escondido, Zelaya] y volvían al anochecer. Los registré durante varios meses y me sorprendió la regularidad de su llegada y el recorrido tomado por cada uno en su viaje al dormidero . . . Una de las aves invariablemente pasaba cerca del rincón de los dormitorios de los trabajadores, aunque a considerable altura, y la otra cerca de un roble de sabana [Tabebuia rosea] a cierta distancia. La tercera ave era sólo un visitante ocasional”.

 

Megaceryle torquata

(Reichenbach, 1836, T. CCCXI)




La adaptabilidad del martín pescador grande a los diferentes ambientes queda de manifiesto en su extensa distribución geográfica y así, en las costas del  extremo sur de Chile “frecuenta casi exclusivamente las bahías retiradas y los canales del mar  que cruzan la costa; y vive de organismos marinos. Abrí el estómago de uno y lo encontré lleno de restos de crustáceos y un trozo de un pez pequeño” (Darwin, 1838)

 

El imponente pico del martín pescador es un arma tanto para pescar como para la defensa tal como lo experimentó Barrows (1883) “Uno herido en el ala que cayó al agua y fue recogido descuidadamente mientras pasaba el bote, cerró su poderoso pico en mis dedos y dejó que le rompiera la mandíbula inferior antes de soltarme”. En la misma tierra entrerriana, en los arroyos Grande y Sauce, en Santa Elena,  así opinaba Aplin (1894): “Generalmente es un ave desconfiada y cautelosa, alarmándose fácilmente y volando a una distancia considerable; cuando el río es pequeño y los montes no son continuos, se eleva alto en el aire al pasar de una laguna a otra; otras veces vuela bajo en medio del río. Pero una o dos veces lo he visto posado a plena vista a corta distancia. El vuelo es fuerte y sostenido, con bastantes batidas intermitentes de las alas. Este modo de vuelo es común a las tres especies de Ceryle que conocí, y estas aves vuelan más lentamente que nuestro martín pescador inglés; pero C.[hloroceryle] amazona bate sus alas más rápido que la especie que nos ocupa, y C.[hloroceryle] americana aún más rápido. La actitud de las aves cuando están posadas en una rama y algo alarmadas es similar en las tres especies. El cuerpo se sostiene en un ángulo de 45°, o tal vez un poco más erguido, la cabeza formando algo más que un ángulo recto con el cuerpo; la cola horizontal, la cresta erguida, las alas están un poco caídas y la cola es nerviosamente sacudida al mismo tiempo. En reposo o al estar pendientes de los peces, se posan muy parecido a nuestra ave; pero la cola larga les da una apariencia diferente. La voz de alarma es un fuerte grito áspero y estrepitoso”.

 

Para terminar nuestro viaje por las tierras del martín pescador grande justamente donde lo comenzamos, volvemos el extremo sur, donde para Richard Coppinger (1899) es la más hermosa ave de la región del estrecho de Magallanes: “Es común verlo posado en algunas ramas secas que sobresalen del agua, donde permanece acurrucado en actitud de dormir, con la cabeza vuelta hacia el costado, pero con la mirada fija todo el tiempo en el agua que hay debajo, hasta que divisa un pez, entonces cae como una piedra, cortando el agua con un chapoteo corto y agudo, y un momento después emerge con un impulso ascendente, que lo saca del agua y le permite volar de inmediato sin ninguna sacudida o aleteo previos. Es un ave sumamente confiada e intrépida, y cuando se posa en su lugar de observación, a menudo permitirá que uno se acerque en un bote al alcance de la mano. Las matas de musgo que cuelgan hacia abajo sobre los acantilados del mar son sus lugares habituales de anidación, y allí excava un túnel a través del musgo blando y el suelo de turba, y a una distancia de más de dos pies de la abertura, hace su nido".

 

En nuestra próxima nota trataremos los aspectos culturales de esta notable ave.

 

                                         Alex Mouchard


Martin-pêcheur huppé de Méxique 

Dibujo de Francois-Nicolas Martinet (Brisson, 1760)



 

 

ALGUNOS NOMBRES DEL MARTIN PESCADOR GRANDE

 

El nombre matraca parece generalizado en los países de Sudamérica de habla española (P. ej. : Perú, Argentina) y en Brasil, y hace referencia a su grito. Igualmente martín pescador, con la forma martim pescador en portugués, y también pescador a secas (Salta, Argentina; Chile).

 

Este nombre es muy antiguo y sería originariamente francés y más tarde pasó al español y al portugués. El primero en escribirlo así fue el naturalista francés Pierre Belon  que en 1553 escribió sobre las aves de Grecia: “Alción, al que nosotros los franceses llamamos martinet pescheur”. Poco después en 1573 ya se escribía en Francia martin-pêcheur.  Se le daba el nombre de martinet pescheur, que se registra desde el siglo XIV, para diferenciarlo del martinet a secas que es el vencejo (Apus), aunque también se aplicaba a la garza bruja (Nycticorax). Se llamaba así al vencejo porque comenzaba su migración el 11 de noviembre, día de San Martín de Tours en el santoral cristiano. Pero Salerne (1767) afirma que en Normandía al martín pescador se le decía oiseau de Saint Martin (ave de San Martín)  “porque les gustaba poner nombres de santos a los animales”. Y agrega que los marineros del Loire lo llamaban virevent (molinillo de viento) porque creían que se daba vuelta con el viento como ese ingenio, ya que según la imaginación popular una de estas aves colgadas de su pico dentro de una habitación giraba siempre su pecho al viento.

 

En Argentina y Venezuela también se usa martín ávila.

En el creole de Guayana Francesa deriva en marten-péchò. También gad-layvye y martin-crabier (martín cangrejero), porque come cangrejos en los manglares. En Guadalupe: cloche, cracra y pie. En karipuna (Amapá, Brasil; Guayana), mato-pexo.

En Brasil (Minas Geraes y litoral atlántico): martim cachá, que deriva seguramente de caracaxá, un instrumento parecido a un sonajero. Por deformación dio martim cachaça. También se usa directamente caracaxá y cracaxá.

Otros nombres brasileños del ave son martim grande, martim-pescador-grande, martim-pescador-matraca, pica peixe, papa peixe, flecha-peixe,  y rei-pescador. Este último parece tener influencia del inglés kingfisher (rey pescador).

En Perú se le llama también camaronero y en la zona amazónica (rio Marañón), pato anzuelero.

En Chile y zonas vecinas de Argentina se le da el curioso nombre de pensamiento.

En La Rioja (Argentina), carpintero del agua.

 

La ornitonimia aborigen es muy rica y en su mayor parte onomatopéyica:

 

Achuar (Ecuador): charákat

Warrau (Venezuela, Guyana): hapitataka

Caribe (Venezuela, Guayanas): sakasaka

Yekuana (Venezuela, alto Orinoco): sakasakari

Aukan (Surinam): ambaki

Wayana (Surinam): atula

Arawak (Guyana): sakasakâli

Macushi (Guyana; Roraima, Brasil): sackaiaka

Wayampi (Amapá y Pará, Brasil): yawasi

Palikúr (Amapá, Brasil): tapalá

Tupí-Guaraní: jaguacatiguaçu, yaguá-kaití-guasú, jaguatiguaçu (Río Verde, Goiás); javatî guasú, jaguacatyguassu (Rio de Janeiro a Maranhão); uarirama, ariramba grande (Amazonas)

Umutina (Mato Grosso, Brasil): katama

Nivaklé (Chaco Boreal, Argentina y Paraguay): tsjot'a

Chorote (río Pilcomayo): pe'tiojwatiok

Qom (Chaco central): sallicnaxanaq, nacnaxanaq, sacnaxanaq, saicnaxanaq, 'haikinaga'naq

Wichi: kajtet

Mapundungún: chalwafe üñüm, quetequeté, kitekite, kekereke, kerekere, queto, quete,  queschecan, kedküchan, quechuquin

Yagán: chéketej, chakatej, ségetex

 

 

 



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