“¡Oh!” Dijo el chucao llamándome
Cuando
yo buscaba remedios;
De
repente no recordé más nada
Por
eso he quedado triste
Por
no saber si viviré
Por
eso, pues, estoy afligida.
Painemal Wietra – Canción mágica mapuche
A orillas del lago Menéndez, en el bellísimo
Parque Nacional Los Alerces (Chubut, Argentina), se encuentra el pequeño Puerto
Chucao. No es necesario preguntar por el motivo del nombre, ya que, a poco llegar, un simpático pajarito, de
llamativo pecho rojizo, se acerca caminando
hasta nuestros pies mientras nos mira con curiosidad ladeando la
cabeza. Es el chucao, antiguo habitante
de estos milenarios bosques.
La historia de esta curiosa avecita, se
mezcla con la de un marino, naturalista y artista, descendiente de la nobleza
prusiana, Friedrich Heinrich von Kittlitz, con quien concretó una fatal
(para el ave) cita en tierra chilena, pero que la hizo conocida para el resto
del mundo.
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El chucao según Kittlitz
Kittlitz, F.
H. von -1830-1831- Ueber einige Vogel von Chili. Mémoires présentés à l'Académie impériale des Sciences de St.
Petersbourg par divers Savans et dans ses assemblées. 1
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BREVE ENCUENTRO
En 1826 von Kittlitz se había sumado como naturalista a la
expedición rusa del buque Senjawin, dirigida por el capitán Fyodor
Petrovich Litke. Su principal tarea era
la de coleccionar aves para el Museo de la Academia de las Ciencias de Rusia.
Aunque el principal destino del viaje era
explorar la zona del mar de Bering y la península de Kamchatka, en su trayecto
el buque hizo una breve escala en la bahía de Concepción, Chile.
Así relata el propio Litke la llegada a las
tierras del chucao, el 15 marzo de 1827.
“Pronto aparecieron
ante nosotros las dos colinas del cabo
Bío Bío, conocidas como ‘Los pezones’,
cuya forma, suficientemente bien
descripta por su nombre, sirve como punto de referencia a la entrada de la
bahía de Concepción”.
Al día siguiente, “Los señores naturalistas, deseosos de
abandonar el barco después de una larga e infructuosa, para ellos, navegación
no perdieron tiempo para descender a tierra, donde pasaron la noche”.
“Los naturalistas
recorrieron todo el lugar y regresaron contentos por la naturaleza del país, y
con tan ricas colecciones, que era imposible colocar todo en el bote, y
tuvieron que abandonar una parte en tierra durante la noche”.
Por su parte Kittlitz relata: “Nuestra
estancia en la bahía de Concepción fue demasiado corta como para poder dar una
idea, aunque fuera imperfecta, de la rica fauna de éstos parajes; uno se
asombra al ver la cantidad y variedad de
aves marinas que abundan en todos lados; hay probablemente varias grandes
especies de petreles, que cubren las rocas a la entrada de la bahía; estas
rocas aparecen generalmente todas blancas con sus excrementos”.
“Más lejos, en la
misma bahía, destacamos dos especies de Carbo
[cormoranes, Phalacrocorax], y, yo
creo, una nueva especie de Lestris [Catharacta skua]
y un gran número de gaviotas; Pero sobre todo una gran cantidad de Rhynchops nigra [rayadores]; una
muy gran especie de foca se mostró aquí
y allá, pero nunca fuera del agua, excepto cuando se zambullían; entonces
distinguíamos la larga prolongación de su labio superior en forma de trompa, lo
que nos hizo pensar que podría ser la Phoca proboscidea de Péron [el elefante
marino, Mirounga leonina]”.
“El 16 y 17 de
marzo visitamos el pueblo de Tomé; el país, cubierto de arbustos, estaba
animado por un gran número de aves; fue en la costa misma, donde conté cinco
especies de gaviotas; entre las cuatro especies que obtuve, citaré (al menos
por lo que tengo razones para creer) a Larus
franklinii (Richards) [Leucophaeus
pipixcan] que hasta ahora solo se había visto en América del Norte”.
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Chucao en Puerto Chucao Foto de Alex Mouchard |
“Cerca de las
casas vimos el gorrión de Chile, Fringilla
diuca (Molina) [Diuca diuca] y
bonitos estorninos de pecho rojo, Sturnus
militaris (Linn.) [Sturnella loyca],
que, de todas las aves de este país, es la que más destaca a la vista;
finalmente el bonito colibrí, Trochilus sephanioïdes (Lesson) [el
picaflor rubí, Sephanoides sephaniodes],
con un bello color dorado por encima de la cabeza, el cual se encuentra en
grandes cantidades; y es la única especie del género que pude ver aquí. Se dice
que la Psittacara patagonica (Lesson) [el loro barranquero,
Cyanoliseus patagonus] es aquí muy
común en estado silvestre; no puedo
asegurar haberla encontrado así, pero la vimos en jaula en casi todas
las casas; este loro anda siempre en el suelo, a la manera de Pezoporus formosus [el perico terrestre
oriental de Australia, Pezoporus wallicus ]
; mantuvimos a bordo durante un tiempo a dos aves de esta especie, y entonces
pudimos asegurarnos de las diferencias en su forma de vida, con respecto a la
de otros loros”.
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Casa rural en Valparaíso, Chile.
Dibujo de Kittlitz. |
“En el corto
espacio de un día y medio que pasamos en tierra, maté y preparé 20 especies de
aves; Desde luego, habría obtenido más si hubiera visitado las riberas de algún
río o lago; más tarde encontré la mayor parte de estas aves en Valparaíso, excepto,
sin embargo, las siguientes que parecen esencialmente pertenecer al sur: la Muscicapa pyrope (nueva especie) m. [el
diucón, Xolmis pyrope], el Synnalaxis Tupinieri (Lesson) [el
rayadito, Aphrastura spinicauda], que
vive en la misma forma en que nuestros paros [Parus], el Troglodytes paradoxus m. (más tarde, Malacorhynchus Chilensis, Kittl., Menetr.) [el churrín
grande Eugralla paradoxa], el Pteroptochus rubecula m. (nuevo género y
especie) [nuestro protagonista, el chucao], Alcedo
torquata (Linn.) (var. Chilensis)
[el martín pescador grande, Ceryle
torquata], Ardea nycticorax
(Linn.) [la garza bruja Nycticocrax
nycticorax], Larus franklinii
(Rich.) [Leucophaeus pipixcan] y Larus
dominicanus (Lichtenstein) [la gaviota cocinera]. De estas 20 especies,
sólo había encontrado dos en Brasil: un Troglodytes y Fringilla matutina (Licht.) (gorrión de México) (Buff) [el
chingolo, Zonotrichia capensis] ,
pájaro que parece muy extendido”.
OTROS VIAJEROS ENCUENTRAN AL CHUCAO
Un ilustre naturalista viajero de aquellas
épocas, Charles Darwin, nos dejó valiosa información sobre este pájaro: “En
Chiloé, donde es común, es llamado por los habitantes indígenas cheucau. Frecuenta los lugares más
tristes y retirados dentro de los bosques húmedos. A veces, aunque el grito del
cheucau es oído de cerca, uno pone atención para tratar de verlo pero en
vano; otras veces, si uno se queda
inmóvil, el pajarito de pecho rojo se aproxima hasta un pie de distancia, con
la mayor confianza. Entonces salta, ocupado, entre la masa enredada de cañas y
ramas podridas, con su colita levantada como un gallo. Abrí la molleja de
varios ejemplares; era muy muscular, y contenía semillas duras, brotes de
plantas, ocasionalmente algunos insectos, y fibras vegetales mezcladas con
piedritas. El cheucau produce un miedo supersticioso a los chilotes, debido a
sus gritos variados y extraños. Hay tres clases bien diferentes: —uno es
llamado chiduco, y es un auspicio de
buena suerte; otro, hui-treu, es
extremadamente desfavorable; y el tercero, lo he olvidado. Estos nombre se le
dan por imitación de sus gritos, y los nativos están para algunas cosas,
absolutamente dominados por ellos”.
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El chucao según d'Orbigny
Orbigny, Alcide d' - 1835-1847 - Voyage dans l'Amérique méridionale exécuté pendant les années 1826, 1827, 1828, 1829, 1830, 1831, 1832 et 1833.Pitois-Levrault (Paris) |
D’Orbigny, que presenta esta linda lámina,
confiesa no haberlo visto vivo, pero
dice que le fue enviado un ejemplar desde Valdivia, donde parece que era
común.
Justamente hacia 1889 Harry Berkeley James,
en medio de un proyecto de relevamiento de la ornitofauna chilena, envió a
Ambrose Lane a Valdivia, donde lo sorprendió la guerra civil de 1891 y tuvo que
regresar. Sin embargo logró conocer allí al chucao en la desembocadura del río
Calle-calle, sobre el río Bueno y en Puerto Varas, a orillas de la laguna de
Llanquihue. En esa época, la región estaba cubierta por una densa selva, la
selva valdiviana, que llegaba hasta la costa marina, desarrollándose sobre un
terreno montuoso, atravesado por arroyos (quebradas) cegados por un denso
sotobosque.
“Estos pájaros”
–escribía Lane- “habitan el espeso sotobosque de la selva, y generalmente se
encuentran en la vecindad de un arroyo. Desaparecen de la vista y reaparecen,
cuando no notan ser observados, pero al percibir a alguien más cerca, o notar
cualquier movimiento súbito, son tan veloces para retirarse que parecen
desvanecerse en la nada. Sus movimientos solo se comparan al vuelo de una
flecha o un misil similar – es decir, cuando se lanzan a través de un claro o
se retiran de la vista. De otro modo saltan o corren por un sendero abierto, y
se acercan bastante bajo la cobertura de los arbustos”.
“Nunca vi
propiamente volar a una de estas aves; confían enteramente en sus patas para
tratar de escapar. Su canto es muy fuerte en relación al tamaño del ave; es
emitido casi en el mismo volumen que el gluglutear del pavo. El macho emite una
nota algo parecido al cacarear del gallo; es lanzada a intervalos mientras hace
su camino entre los laberintos del sotobosque, y es respondido por notas
similares desde la distancia. También he notado que cuando se desplazan por un
arroyo invariablemente, van por el fondo, corriente abajo. Como regla, nunca
dejan el suelo, aunque ocasionalmente pueden posar por segundos en una rama,
pero nunca lo observé saltando sobre los arbustos como hacen otras especies de
la selva. La hembra tiene una nota como la del macho, pero mucho más débil.
También producen un grito muy melancólico, que es una especie de llamada cuando
están en pareja”.
“Pasé un montón de
tiempo en Arauco tratando de conseguir estos pájaros, y casi me rindo
desesperado, hasta que fui más al sur, donde los encontré mucho más abundantes
y bastante numerosos en la selva; a tal punto, en algunos lugares, que
esperando en un lugar adecuado, venían decididamente a mi alcance, como
atraídos por la curiosidad; pero si ponía el arma al hombro o hacía cualquier
movimiento repentino, no importa cuán leve fuera, se desvanecían como si se los
tragara la tierra, y era inútil tratar de obtener otro avistaje de ellos”.
“Son los
celebrados chucaos de los indios, que creen tanto en ellos, que si en un viaje
los oyen gritar a la izquierda, se vuelven antes de enfrentar la desventura que
los espera, mientras que si el sonido viene por la derecha siguen adelante,
confiados en su buen éxito”.
Hay que señalar que en Argentina, recién fue
hallado por primera vez a principios del siglo XX por Julio Koslowsky en el
valle del lago Blanco, Chubut.
AGORERO DE VIAJES
Por su habilidad para aparecer y desparecer
de la vista velozmente, es lógico que el chucao haya sido considerado por los
aborígenes como un ave mágica. Como lo señalaban Lane y Darwin, según el tono y
la dirección del canto se dan interpretaciones opuestas al mismo. Así si el
macho canta un melódico chiduko, chudek,
chirríu o chusi, indica buena
suerte, pero si se le escucha un canto áspero, que emitiría la hembra, algo
parecido al del pavo, algo así como witreu,
huithreu, huithrothroy, es seguro que el viaje será adverso. En este caso se dice que al viajero “le grita
mal el pájaro” y para evitar la desgracia debe insultar al ave, ponerse la ropa
al revés y girar en círculo tres veces.
Del mismo modo si el canto viene de la
derecha (o por delante) indica buena
fortuna, y lo contrario si viene de la izquierda (o de atrás). Sin embargo,
esto parece ser un mito europeo de acuerdo como puede leerse al comienzo del Cantar
del Mío Cid cuando éste es desterrado de Castilla: “A la exida de Bivar ovieron
la corneja diestra, e entrando a Burgos ovieronla siniestra”
Y lo confirma Ángel Parra
en su poema “Chucao”:
“Pájaro agorero, chiquito y tosta'o,
cantas escondido, chucao, chucao.
Gritas por la izquierda o por la derecha
y das alegría, o si no, tristeza”.
Su habilidad para esconderse en el bosque le
permite ayudar a los pobladores a encontrar a los animales extraviados, y
cuando grita sin parar, hay que buscar refugio, porque anuncia tormentas y
lluvias con la certeza de un barómetro. Parece que antiguamente, en Chiloé, los
matrimonios se consumaban cuando el novio raptaba a la novia y la llevaba al
bosque, de donde sólo regresaban cuando el chucao los bendecía con su canto.
Francisco
Vidal Gormaz relata durante su exploración del estuario de Reloncaví: “El bosque no es tampoco más abundante en esta
clase de seres; es raro oir resonar en él otra voz que la del triste chucao,
cuyo plumaje gris rojizo se confunde con el color de los troncos que
constantemente habita; es considerado por los chilotes como agorero en el
anuncio del tiempo i de sucesos futuros”.
Y en Yate “reinaba un silencio profundo; solo de cuando en cuando venía
a distraernos el chucao, pajarillo
gris con plumas rojas en el pecho, que salia a mirarnos curiosamente; éramos
los primeros hombres tal vez que íbamos a perturbar el sosiego de su morada”.
El mismo
autor señala que en Chiloé “los
madereros le suponían nueve cantos diversos (…) Algunos de sus cantos producen
efectos desagradables en el tablero, que los ‘manifiesta’ por medio de
imprecisiones súbitas i simultáneas a los ecos del Chucao. Otros son de júbilo,
por predecirles felicidad, buen viaje, buen tiempo, etc.; en fin, otros son de
indiferencia. No obstante, sus nueve tonos son escuchados por el viajero y el
frecuente cantor produce impresiones diversas según el acento que ejercita”.
“Algunos creen que
el Chucao tiene tales fuerzas que puede detener a un robusto maderero en medio
de la montaña i hasta conducir la carga del viajero; por lo que es común oír
decir a aquellas jentes, elojiando la agudeza i poderío de la pequeña avecita:
‘Bien haya el poder que Dios le ha dado’;
‘EI Chucao canto bien, no hay cuidado, adelante’; ‘Que mal canto el
hij..., Tendremos mal viaje o mal tiempo’ “.
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"Chucao" de Mariana Vadell
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Y para terminar esta reseña nos quedamos con
el poético retrato que hizo Pablo Neruda del ave en su ambiente de selva
valdiviana:
Ay qué grito en las soledades!
Voy por los bosques, anchas hojas,
gotas de lluvias o cantáridas
y se hunden mis pies en el suelo
como en una esponja mojada:
es fría la sombra que cruzo,
frío el silencio y transparente:
no pasa nadie por aquí
por este lado de la tierra,
por estas páginas del agua:
no hay pasajeros perdidos
ni caballos, la selva sola,
la emanación de la montaña:
su cabellera triturada:
sus infinitos ojos verdes
y el chucao lanza su lanza,
su largo grito desbordante:
él rompe con su grito de agua
en que sólo cayeron hojas
y las raíces ocuparon
como invasores este reino.
Alta tristeza errante, canto,
campana de las soledades,
obscura flecha del chucao,
único trino sobrehumano
en la humedad enmarañada
del Golfo de Reloncaví.
LA PLANTA DEL CHUCAO
Los mapuches reconocen a la planta llamada
coralito (Nertera granadensis)
como ruca-chucao, es decir pecho de chucao, o quelliquen-chucao: chucao rojo, debido al color de sus frutos.
Se trata de una especie rastrera siempre verde, de
muy escaso desarrollo, apenas 4-8 cm, que pertenece a la familia de las rubiáceas.
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Coralito
Dibujo de W.H. Fitch - Curtis’s Botanical Magazine, t. 5748-5812, vol. 95 [ser. 3, vol. 25]: t. 5799 (1869) |
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TOPONIMIAS
Chucahué = lugar del chucao, de chucaw y
we = lugar. Río corto de la isla Guar (Llanquihue) que se vacía en el
estero del mismo nombre.
Chucalén = de chucaw y len = ser, haber.
Pequeño pueblo al SO del golfo de Quetalmahue en la bahía de Ancud,
Archipiélago de Chiloé.
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FRIEDRICH
WILHELM HEINRICH VON KITTLITZ
ORNITÓLOGO Y EXPLORADOR DE
KAMCHATKA
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Los viajes de verano en la región superior de Kamchatka. Dibujo de Kittlitz quien, según un mensaje personal a su familia, es la persona a la derecha de la imagen. |
Friedrich
Wilhelm Heinrich Freiherr von Kittlitz y Ottendorf nació en 1799 en Wroclaw (Polonia) y desde pequeño mostró
gran interés en la pintura así como por las aves a las que dibujaba muy
hábilmente y con gran realismo. Al terminar el colegio, ingresó en el batallón de infantería que
comandaba su padre. Se arrepintió más tarde de esta elección que hizo más por
tradición que por verdadero interés, ya que su pasión seguían siendo las
aves, y lo era de tal forma que llenó el campamento militar en Mainz con las
aves que cazaba y cuidaba. Así pudo estudiar la avifauna del país realizando
numerosos dibujos y listas de las aves.
Este logro lo indujo a querer investigar la avifauna de zonas
lejanas, como la Siberia oriental y
Kamchatka, hasta entonces poco exploradas por los científicos. En esta etapa publicó en revistas
ornitológicas y empezó a preparar una "Historia natural de las
aves", que por razones de costo sólo llegó a tres entregas.
A los 19 años, gracias a los contactos de sus familiares en los
círculos políticos rusos, deja el ejército y consigue ingresar a la Academia Imperial Rusa de Ciencias como
naturalista, y más adelante logra ser nombrado ornitólogo de la expedición de
circunnavegación rusa que, bajo la dirección del almirante Fedor Petrovich
Litke, habría de efectuarse entre los años 1826 y 1829. También fue aceptado
como miembro de la Sociedad de Ciencias Naturales Senckenberg, que mantenía
un hospital, biblioteca, un museo de historia natural, laboratorio químico y
un departamento de anatomía.
A la espera de la partida, Kittlitz se dedicó a conocer San Petersburgo,
estudiar la lengua rusa y contactarse con
importantes científicos, como el barón Adam Johann von Krusenstern,
navegante e hidrógrafo, y el naturalista Johann Friedrich von Eschscholtz,
quien había participado de la expedición de Otto von Kotzebue,
coleecionando en Brasil, Chile, California, el mar de Bering y
Kamchatka.
Finalmente, en agosto de 1826, parte a bordo del
"Senjawin" desde el puerto
de San Petersburgo. La expedición constaba de dos corbetas fabricadas
especialmente para este viaje: la "Senjawin" y la
"Moller". También
participaba el médico y botánico Dr.
Karl Heinrich Mertens y el dibujante y mineralogista Alexander Postel . El entusiasmo inicial de Kittlitz pronto se
vió menguado por un mareo pronunciado,
que ya no habría de dejarlo durante toda la expedición.
El recorrido incluyó Tenerife (Islas Canarias), Río de Janeiro, el
cabo de Hornos, Valparaíso, el océano Pacífico, la bahía de Sitka (Alaska)
y las Aleutianas. En septiembre de
1827 desembarcó en Petropavlovsk (Kamchatka) donde, separándose del resto de
los integrantes, inició su exploración
terrestre a través de la península. En
las primeras salidas ornitológicas
observó que en la región
había "un misterioso
silencio de muerte" que
contrastaba con la diversidad de aves
de Europa y su llamativa polifonía. Como posible causa Kittlitz menciona el
número inimaginablemente grande de mosquitos "sedientos de sangre",
de los cuales los pichones no podían defenderse. Poco a poco el naturalista
va descubriendo la notable avifauna del lugar. Así el avistaje de la famosa
águila o pigargo gigante (Haliaeetus
pelagicus) hace que decida quedarse más tiempo de lo previsto en
Kamchatka. Pero la tristeza y
melancolía del clima y el paisaje, y la soledad al separarse de sus
compañeros afectaron su mente y el resultado de su trabajo, que fue más pobre
de lo deseado.
También llegó a la isla Starichkov donde anidan en cuevas los
frailecillos (Fratercula arctica) y, con ayuda de los pobladores, pudo capturar una buen cantidad y recolectar sus
huevos. Kittlitz lamentó que esa caza despiadada de
frailecillos afectaba principalmente a las hembras con cría, ya que los
machos se encontraban en esa época el mar buscando comida.
Posteriormente recorrió los bosques de coníferas de Kamchatka central.
Siendo verano podía viajar a pie, a caballo o en canoa con sus ocasionales
acompañantes. Avanzando hacia la costa occidental de la península, cada vez
más es aquejado de agotamiento, se desanima al encontrar menor variedad de
fauna y enfrentar un clima cada vez más tormentoso y frío. Entonces decide
reembarcarse en el "Senjawin"
sin realizar el proyectado viaje a las islas Kuriles para estudiar la colonia de focas (Phoca vitulina). El viaje de vuelta se hizo por las
Filipinas, Santa Elena y las Azores, desembarcando en junio de 1829 en Le
Havre para viajar por tierra a San Petersburgo.
Las tareas que consumieron sus fuerzas durante esta exploración son
impresionantes. Observó, y describió
las aves, tratando de encontrar sus nidos y huevos. Según Litke: “Era el barón Kittlitz quien
se ocupaba de esta parte; él mismo trabajaba en la preparación de las pieles,
y de dibujar las aves que no habían sido descriptas suficientemente, o que
eran desconocidas por completo”.
También obtuvo pieles de mamíferos; realizó dibujos de peces,
herborizó y clasificó plantas, registrando los sitios donde crecían, los
nombres locales y los usos que le daban los pobladores. Así obtuvo una descripción general de la
flora de Kamchatka con las principales
especies y comunidades de plantas.
Kittlitz regresó de su expedición con una rica colección de 750 pieles
de aves, pertenecientes a 300 especies diferentes, muchas de las cuales se
describían por primera vez. Además objetos etnográficos recogidos por los
tres naturalistas y carpetas de dibujos, de los cuales 700 eran de Postel,
200 de Kittlitz y unos 300 de Mertens, La mayor parte de estos especímenes
fue depositada en el Museo de la Academia de Ciencias de San
Petersburgo. Además 77 ejemplares de
mamíferos y 44 de aves fueron donados al Museo Senckenberg. Con esteos
materiales publicó numerosos trabajos ornitológicos en las Memorias de la
Academia Imperial de Ciencias de Rusia, y también en la revista del Museo
Senckenbergiano, describiendo nuevas especies de aves y peces.
Kittlitz llevó también un minucioso diario, que muchos años más tarde,
en 1858, sirvió para publicar sus " Memorias de un
viaje a la América rusa, a Micronesia y Kamchatka”, en dos volúmenes. Su plan original, que era ilustrar la obra con una gran cantidad de
grabados, se frustró debido a los altos costos y al tiempo que se requería.
La aparición tardía de este libro se debía en parte a la mala salud del autor
y también a que las pruebas no lograban la calidad que pretendía. Las
descripciones tienen gran detalle y precisión, con un estilo muy coloquial
mucho más atractivo que la ceremoniosa prosa que se utilizaba entonces. La
obra contiene información sobre la fauna y la flora, incluyendo las listas de
las aves observadas y recibió el más alto reconocimiento entre los círculos
profesionales de la época, especialmente de parte de Alexander von Humboldt y
Jacob Schleiden. En la obra se reproducen sus relatos sobre Kamchatka
ilustrados sus bocetos de paisajes ("puntos de vista de la
vegetación") y sus acuarelas, que
se publicaban aquí por primera vez. En un tiempo en que los viajes
implicaban enormes esfuerzos, riesgos, y costos y la fotografía todavía no estaba
disponible, el valor de estos dibujos, tan detallados, era incalculable. El mismo quiso realizar las placas de cobre
para sus láminas, para lo cual aprendió a grabar en cobre. Es posible que aún haya en San
Petersburgo otros dibujos suyos no publicados, pero se desconoce su paradero.
Sin embargo, como las imágenes no están firmadas, no hay seguridad sobre su
autoría. Algunos de esos dibujos
integran una de sus obras más conocidas: “24 vistas de vegetación de costas e
islas del Pacífico” (1844).
En 1844 Kittlitz se casó con la viuda Julia Schulz, con la que
tuvo una hija y dos hijos. Durante sus últimos años, se dedicó a la
estética y a los estudios filosóficos. Su última obra publicada (1873)
contiene su credo filosófico, en el que considera a la filosofía como la rama
de la ciencia que estudia lo que no puede ser percibido por los
sentidos. Publicó “Fundamentos
psicológicos de una nueva filosofía del arte "(1863) y "Conclusiones
del alma humana con el alma del mundo "(1873).
En soledad, habiendo perdido a su esposa y su hija, el gran
naturalista falleció de neumonía a los 75 años.
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Alex Mouchard
REFERENCIAS
Augusta, Félix José de – 1910 – Lecturas
araucanas. Valdivia.
Cárdenas Álvarez, Renato -2005- El Libro de la Mitología de Chiloé. Santiago : Editorial Poetas
Antiimperialistas de América.
Darwin, CR
ed. -1838- The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Birds by John Gould.
London: Smith Elder and Co.
Housse, Rafael -1945- Las aves de
Chile. Ediciones de la Univ. de Chile. Santiago.
http://www.biodiversitylibrary.org/
Kittlitz,
F. H. von -1830-1831- Ueber einige Vogel von Chili, beobachtet im Marz und
Anfang April 1827. Mémoires présentés à l'Académie impériale des
Sciences de St. Petersbourg par divers Savans et dans ses assemblées. 1: 174.
Lane,
A. A. –1897– Field-Notes on the Birds of Chili – Ibis, pg8.
Litke,
Fedor Petrovich 1836. Voyage autour du Monde fait par ordre de Sa Majeste l’
Empereur Nicolas Ier. sur la Corvette Le Seniavine, pendant des annees 1826,
1827, 1828 & 1829, Sous le Commandement de Frederic Lutke. Partie
Historique. Atlas. Lithographie d’apres les dessins originaux d’ Alexandre
Postels, Professeur Adjoint de l’ Universite Imperiale de St. Petersbourg, et
du baron Kittlitz. 3 Bde, Atlas. Paris: Didot.
Moya, Ismael -1958–
Aves mágicas. La Plata.
Strecker,
Lisa – 2011 - Friedrich Heinrich Freiherr von Kittlitz: ein deutscher
Adeliger Erforscht im Dienste der Kaiserlich Russischen Akademie der
Wissenschaften di e Halbinsel Kamchatka. En Friedrich Heinrich von Kittlitz -
Denkwürdigkeiten einer Reise nach dem russischen Amerika, nach Mikronesien
und durch Kamtschatka. Verlag
der Kulturstiftung Sibirien - SEC Publications
Vidal Gormaz, Francisco -1871- Esploración
de la costa de Llanquihue i archipiélago de Chiloé. Santiago de Chile.
Ω
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