"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


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domingo, 5 de febrero de 2017

EL CARANCHO, CARACARÁ o TRARO (Caracara plancus) – CORSARIO DEL MUNDO ALADO

Carcará
Pega, mata e come
Carcará
Não vai morrer de fome.

                       Canción de João do Vale

          En nuestras grandes ciudades es cada vez más común ver al carancho,  una rapaz de buen porte y aspecto llamativo, atacando nidos de cotorras y de palomas, tratando de sacarle los pichones o bien acechando posibles presas posados en antenas o torres en lo alto de los edificios. Su historia comienza en las desoladas islas del archipiélago de Hornos, en los borrascosos mares del extremo sur del continente americano.


Le Grand Caracara
Spix JB von, Martius KFP von & Schmidt M -1838-1839 -  Avium species novae


         LA HISTORIA DEL CARANCHO

          A fines del año 1775 el capitán James Cook se encontraba realizando su segundo viaje de navegación alrededor de la Tierra. Exploraba los desolados parajes vecinos al cabo de Hornos. Llevaba a bordo al gran naturalista John Reinhold Forster (ver la entrada “El pingüino rey Aptenodytes patagonicus y los Forster”).  A fin de que los científicos pudieran capturar aves para sus colecciones, y los marineros, “gansos” (cauquenes)  para comer, Cook, los desembarcó en la isla Shag, en el canal de Christmas, al S.E. de Tierra del Fuego.  Relata el capitán: “Con frecuencia he visto águilas y buitres posados en los altozanos”, y continúa: “cabe preguntarse de qué viven estos animales: supongo que de los cadáveres de las focas y aves que mueren por causas diversas”.

Georg Forster, el hijo de John que viajaba como ayudante y dibujante, cuenta el hallazgo de un ave rapaz ocurrido el 23 de diciembre, documentado por el artista William Hodges:   “Mr. Hodges tomó un boceto de todo el canal desde lo alto, el cual tiene un aspecto muy paisajístico desde ese punto de vista. Fue grabado para el relato del viaje del capitán Cook; y la impresión se destaca por la figura de un halcón en primer plano, el que, por su tamaño sobrenatural, parece recordar al rukh [ave Roc], celebrada en los cuentos árabes, más que cualquier otra ave de menos fantásticas dimensiones. Nos encontramos  con una muy hermosa especie de gavilán en Tierra del Fuego, del tamaño aproximado del halcón peregrino, pardo, con una cresta negra, y el cuello y los hombros barreados de color gris y chocolate; la figura antes mencionada puede quizás querer representar a esta especie”.  Por su parte, Forster padre agrega: “Vive en las rocas vecinas al mar, y se lo ve en las ramas de los árboles secos”. 


Christmas Sound, Tierra del Fuego
20-28 December 1774
Grabado de W. Watts, de un dibujo tomado del natural por W.Hodges. 
Publicado en 1777 por Wm. Stahan en New Street Shoe Lane & Thos. Cadell in the Strand ,London.
Captain Cook Birthplace Museum, Middlesbrough Council
http://www.captcook-ne.co.uk/ccne/exhibits/chrisound/index.htm

 Pocos días después, el 3 de enero del nuevo año, vuelven a encontrarlo en el archipiélago de Año Nuevo, al norte de la isla de los Estados. Allí, lo ven posado sobre las rocas, emitiendo una “voz de gallina”. Forster lo clasificó en el mismo género del cóndor, Vultur, quizás por verlo comer carroña. Cazan un ejemplar del ave en cuestión, que conservan en alcohol, y que más tarde sería inspeccionado en Londres por el ornitólogo John Latham que le dio el nombre específico plancus y lo ubicó, más correctamente, entre los halcones.  “El nombre planci de Plinium, libro X, cap 3, es propio del águila patera [el águila moteada Clanga clanga], ave ésta que produce una voz quejosa”. Por ello Latham  lo llamó “plaintive falcon” (= halcón lastimero), pero ahora lo conocemos como carancho o caracará. El ejemplar fue dibujado por John Frederick Miller, un conocido ilustrador de historia natural, y se lo ve algo desteñido, quizás por efecto del alcohol. Acá podemos ver la lámina, publicada en 1777.

Caracara plancus
Miller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. 



Más de un siglo antes, en 1648, Georg Marcgrave había registrado la misma especie en el nordeste de Brasil con el nombre indígena de caracará,  acotando que eran  “aves muy peligrosas para los pollos”, y haciéndole el impreciso dibujo que adjuntamos.  También anotó el nombre que le daban los portugueses gavião, es decir gavilán.


Caracará
Marcgrave G  -1648- Historia Naturalis Brasiliae


Félix de Azara (1802) lo conoció en Paraguay por ese mismo nombre guaraní al que consideraba onomatopéyico (“nombre que conservo porque lo canta con frecuencia”) y agrega que en el Río de la Plata le dicen carancho. También anota detalles de su comportamiento como este curioso regalo nupcial: “Uno cogió un sapo, y subiéndose a un árbol, llamó a su consorte y se lo regaló”. Para él es un ave totalmente oportunista: “No ignora este páxaro todos los modos de subsistir: los practica. Todo lo sabe, atisba, comprehende y aprovecha”. Cuenta sobre sus actividades de caza cooperativas en las que logra matar ñandúes, venados pequeños y corderos, “empezando por quitarle los ojos; y si en las majadas de ovejas no hay perros, un caracará solo basta para comer el cordón umbilical, y destripar los recién nacidos.” Además le roba la comida a otras aves, actividad que hoy en día se llama cleptoparasitismo: “exceptuando las águilas, a todos los demás quita la presa, y puede decirse que cazan también para él”.


Y pasa como el carancho,
Porque el mal nunca se sacia,

(Hernández, J – El gaucho Martín Fierro)

      
Al otro lado del continente, en Chile, el abate Molina (1782) lo anotó con el nombre local araucano de tharu (en realidad traru o traro) y afirmaba que “se alimenta de toda clase de animales, y aún de cadáveres”. Y así canta: “El macho camina siempre con una gravedad afectada   …   va elevando gradualmente la cabeza, hasta que llega a tocar el lomo, y con el pico en alto termina su aburrida canción”.
       
El carancho para ser un socio estrecho del hombre como señalaba otro gran naturalista, Alcide D’Orbigny (1831): “el caracará sigue al hombre , ya sea en la civilización de las ciudades, ya sea en la simplicidad de su vida pastoral, en el seno de las planicies … no encontraría bastante alimento si no se asociara con el hombre, con el que comparte alternativamente las privaciones y la abundancia, sufriendo, como él, el hambre, sin quejarse, o consumiendo , en un solo día, las provisiones de una quincena”.  Y así los vio, reunidos de a miles alrededor de los saladeros de carne, junto a los jotes, esperando el descarte de las carcasas con restos de carne. “Siguen a los viajeros y a los indios, permaneciendo tan cerca como si fueran animales domésticos  … Este corsario del mundo alado acompaña a veces al cazador, sin que este último lo sospeche; y cuando el cazador a abatido un ave, si no es rápido para recobrarla, más alerta que él, el caracará le lleva la caza con una desvergüenza sin par”.  En Rosario (provincia de Santa Fe) vio en un sauzal unos “siniestros caranchos atraídos sin duda por la multitud de pescados muertos que las aguas habían arrojado allí”.

Con respecto a su nombre común, D’Orbigny acepta que se trata de una onomatopeya de su canto nupcial y así parecen confirmarlo los nombres que recibe entre otras etnias y que enumera prolijamente: kirakira (morotoca), acachacacha (saraveca), kejru (tehuelche), chamcham ( puelche), iriartaic (mocoví), anéaradé (qom). Entre otros pueblos, sin embargo,  el nombre no parece relacionado con su voz: nutuich (chiquito), alor (samuca), aravo (otuké), tipan (quitemoca), nacogné (cucikia), silla (paunaca), ketseco (paiconeca), catavo (muchojeon), catavora (bauré), uhuéké (itonama), neuchararu (canichana), y tui (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia). Tal profusión de nombres parece confirmar la cercanía entre esta rapaz todo terreno y el ser humano.  En cuanto al nombre rioplatense de carancho, sería de origen quichua y significaría “pelado, sin plumas”.

       En Uruguay abunda y como cuenta Hermann Burmeister (1856) así consigue su alimento: “Este pájaro se para en el suelo donde no hay arbustos, y camina en persecución de toda clase de animales chicos, sobre todo langostas y ratones campestres, sin atreverse a enfrentar a los animales de mayor talla. En cambio es muy ávido de carroña fresca”.

       Charles Darwin (1836) observó los conflictos del carancho con su pariente menor: “Cuando el Carrancha [así lo llama] está tranquilamente posado en la rama de un árbol, o en el suelo, el Chimango a menudo vuela una y otra vez por delante y detrás de él por largo tiempo, hacia arriba y abajo en semicírculo, tratando, cada vez que pasa por la parte más baja de la curva, de golpear a su pariente mayor. El Carrancha le da poca importancia, salvo que agacha la cabeza.”  Sobre su voz dice: “A veces el Carrancha es ruidoso, pero generalmente, no; su grito es fuerte, muy áspero y peculiar, y puede comparárselo con el sonido de la “g” gutural española, seguido de una áspera “rr”. Quizás los españoles de Buenos Aires, por esta causa, lo han llamado Carrancha”.

Confirmando a Marcgrave, Claudio Gay (1847), en Chile, señala cuan perjudicial es el traro para las gallinas: “cuando tienen hambre entran en los corrales, se reúnen disimuladamente con las gallinas, pican como ellas, y luego que tienen cerca un polluelo lo arrebatan traidoramente para ir a devorarlo” y confirma que es “un gran destructor de pájaros por los infinitos huevos que pilla de los nidos” y sin embargo “muy rara vez o casi nunca persiguen a los pájaros, sin duda por cobardía, pues apenas uno de ellos cae herido que inmediatamente se echan encima”.  Su canto parece variar según la región: “en el Brasil y el Paraguay pronuncian perfectamente caracará, de donde viene su nombre; en ChiIe varia algo y se distingue por las dos silabas tra y ro, repetidas muchas veces, gritando ya solo la primera, ya la segunda, para lo cual llevan la parte superior de su cabeza sobre la espalda y levántanla después al pronunciar su rrrooo”.  Para la gente de San Luis (Argentina), en cambio, su canto dice “¡Ay, Jue pucha!”

Traro
Gay C – 1847- Historia fisica y política de Chile 


Pero a diferencia de Gay y otros autores, tanto Hudson como Ernest Gibson observaron que el carancho puede atrapar aves vivas. El último autor menciona también un curioso episodio con un zorrino: “Cabalgando de vuelta a casa a la puesta del sol, me crucé con este último [un zorrino] en el campo, andando de un lado para otro en esa forma errática peculiar de ese odorífero cuadrúpedo, con el mencionado carancho que lo seguía saltando atrás. En un momento, cuando su perseguidor se acercó mucho, el zorrino se detuvo y levantó su cola de un modo amenazador, pero el Carancho, superando la sorpresa inicial de la situación, ¡se animó a dar un paso adelante y a agarrar el sagrado apéndice caudal con una garra!  Al instante el muy curioso Carancho se tambaleaba con el plumaje desaliñado, los ojos llorosos, y una expresión general de total horror y asombro en su cara vulturina, mientras el zorrino lo miró un rato con un aire cómico de “yo te avisé” antes de seguir su pacífico camino; y me quedé inclinado sobre el cuello del caballo en un éxtasis de placer mirando las muestras de desconcierto del Carancho”.

Poco después de Darwin, pasó por Sudamérica la United States Exploring Expedition. Su naturalista Charles Pickering escribió desde Río Negro: “Fue novedoso para mí ver el caracará posado a veces sobre los arbustos, pero más usualmente sobre la arena y aún en el lodo de la orilla del río”.

Polyborus tharus juveniles
Proceedings of the Zoo1ogical Society 1876


Una curiosa información proporciona Eduardo Holmberg (1878) desde el valle de Lerma (Salta): “El Carancho, que come las garrapatas del ganado, perseguido á su vez por los Piojos, es librado de ellos por la Tijereta”.  Aunque, lamentablemente, no da detalle de cómo sucede esto último.

Los hábitos carroñeros del carancho no le dieron buena fama entre los naturalistas victorianos, muy proclives a ver en los animales aspectos morales propios del hombre. Así se expresaba el capitán Richard Crawshay: “Como una notable personalidad entre las aves terrestres, el Carancho quizás se encuentra a la cabeza de todas,  es cierto que no como objeto de gracia o belleza, ni tampoco como algo amado por el hombre o por las otras criaturas animales en general, sino como un siniestro recuerdo del lado oscuro de la vida   …  Criaturas de aspecto malvado, no presagian nada bueno para el mundo animal.”  Y Walter Barrows en Concepción del Uruguay (Entre Ríos, Argentina) comentaba en 1879: “aparecen en cantidades inusuales donde quiera que la oferta de alimento aumenta repentinamente, como por ejemplo, durante esas periódicas subidas del río  a las cuales se les da el nombre de crecientes. Cuando la subida es muy súbita la destrucción de pequeños cuadrúpedos es muy grande, y es seguro que los Carranchos están cerca … A lo largo del borde del agua miles de cuises corretean desesperados, mientras que los cuerpos de otros miles flotan ante los expectantes Carranchos, que acechan en la costa por cientos … Mientras dure la creciente, los Carranchos, atragantados con carroña, y obviamente pesados y lentos, eran casi tan mansos como pollos de corral, y había buena oportunidad para cualquiera que estuviera dispuesto a estudiar sus desagradables costumbres”. Cosa que Barrows, con su espíritu victoriano, no hizo. A su vez Darwin señalaba: "La conformación de las caracaras las hace colocar en el número de las águilas; veremos si son dignas de tan alta alcurnia". 

            De la misma forma aprovechan los incendios naturales o provocados: “El más ávido y audaz de todos, el carancho, llegaba hasta atrapar , en medio de las cenizas ardientes, los pequeños cuadrúpedos y reptiles chamuscados” (D’Orbigny, 1999).


           “Los caranchos parados en los gajos de los seibos, al sentirnos cruzar, despertando del sueño indolente nos miraban con los ojos redondos
y vidriosos ; y, como si olfatearan la próxima carneada, - con ese instinto aguzado de las aves carniceras, —lanzaban la nota áspera de su ronco graznido convocando la hambrienta bandada, alzaban el vuelo y seguían á la distancia nuestro derrotero para celebrar su festín sangriento con los despojos de la res

Recuerdos de la Tierra - Martiniano Leguizamón






Pero William Hudson discrepa: “No estoy de acuerdo totalmente con el muy innoble carácter que usualmente le atribuyen los viajeros … Cuando se lo ve posado en el cono de un hormiguero, parado erguido sobre los altos y plumosos pastos, tiene un aspecto fino, casi noble”.  “Son pájaros muy garbosos”, dice Sánchez Labrador. Tampoco coincide Hudson con la hipótesis de D’Orbigny de que el carancho es un parásito del hombre: “En lugares deshabitados siempre encontré a los Caranchos tan abundantes como en los distritos poblados.” Y con respecto a su nombre criollo apunta: “Carancho, posiblemente corrupción de keanche, el nombre puelche para su pariente Milvago chimango, por imitación de su malhumorado grito”. 

Otro fan del caracará fue el príncipe de Wied (1830), que lo vio en Paraíba (Brasil): “Uno ve muchas de estas hermosas aves de presa, ya caminando a zancadas por los pastos, o pasando en vuelo bajo, generalmente batiendo sus alas, de un matorral a otro, donde se distingue de lejos por su colorido diseño. Se mueven mucho, acosan a todos los animales vivientes más pequeños, y parece que como nuestro busardo viven de anfibios, ratones, pájaros, caracoles e insectos”.


           “Tales caranchos nunca atacaban a las gallinas. No ofendían ni molestaban, manteniéndose en la arboleda, lo más lejos posible de las casas. Se acercaban a ellas cuando se carneaba alguna res. Revoloteaban entonces en torno de la sangrienta comida, echando su penetrante mirada sobre los procedimientos y esperando la oportunidad. Llegaba ésta, cuando los bofes y demás porciones sobrantes eran arrojados por los peones a los perros. El carancho, entonces, se abalanzaba como un milano y, arrebatando la carne con el pico, la levantaba hasta una altura de veinte o treinta metros. Dejaba caer su botín, para agarrarlo de nuevo en el aire con gran destreza, entre sus garras, remontándose para comerla a su antojo. Nunca me cansaba de admirar esta hazaña del carancho que es, según creo, única en los pájaros de presa.

Allá lejos y hace tiempo – William Henry Hudson





 
Caracará
Goeldi EA – 1900-1906- Album de aves amazonicas – Zürich



Pero el carancho, como los jotes,  es un animal beneficioso por la eliminación de la carroña y aún por esta curiosa aunque molesta acción veterinaria que observó el capitán Francis Bond Head (1826) en las pampas bonaerenses: “Están constantemente tratando de atacar a los caballos y las mulas con mataduras en el lomo. Y he observado a menudo a estas aves que se ciernen apenas a 15 cm sobre ellos. Es curioso comparar el semblante de los dos animales. El carancho, con la cabeza inclinada hacia abajo, y los ojos fijos en la herida: la mula con el lomo agachado, las orejas hacia atrás, la cola temerosa de comer y aparentemente sin saber si debía retroceder o patear”.

Y al parecer tampoco desdeñan los vegetales según consideraba José Sánchez Labrador: “horribles salteadores de las sementeras de maní y de los plantíos de batatas” pues “nos arruinaban las cosas mencionadas, desenterrando los granos de maní y las raíces de batatas,  con sus corvos picos, y las comían vorazmente”.

Sobre la vivienda del carancho tenemos este hallazgo de Henry Durnford de 1876, realizado en lo que es hoy un coqueto barrio de la capital argentina: “Encontré yo mismo un nido cerca de Belgrano en medio de un gran bañado, era una estructura masiva, compuesta de ramas y tapizada con un poco de pelo grueso y lana de oveja, y lleno de trozos pútridos de cuero de caballo y huesos de pescados.” Su nido es proverbialmente un sitio muy desarreglado, y como es el nido, es el ave (“arreglado al nido es el carancho”).


           “Con una mano afanosa trataba de poner orden en el escándalo de su pelo: ¡ay, su cabeza, un nido de caranchos!

Adán Buenos Ayres – Leopoldo Marechal


La fábula de Godofredo Daireaux, “El nido del carancho” se vale de esta característica para hacer una parodia con cierto tinte político.

Pero el ave es fiel a su casa:

Mas, lo mesmo que el carancho,
siempre estaba sobre el rancho

(Hernández, J – El gaucho Martín Fierro)

Porque como dice el refrán: “Cada carancho a su rancho”

Aunque la mala calidad de la vivienda le trae problemas familiares:

Se enojó la carancha
con el carancho,
porque llegó el invierno
querida,
sin tener rancho

(copla bonaerense)



ALEX MOUCHARD

[ver nuestra próxima entrada EL CARANCHO CULTURAL]


EL ILUSTRADOR DEL CARANCHO

          John Frederick Miller (1759–1796) era un ilustrador inglés de temas de historia natural, especialmente de plantas. Era hijo del ilustrador alemán Johann Sebastian Müller y hermano de otro dibujante de historia natural, James Miller. Fue uno de los cinco artistas contratados por Sir Joseph Banks para hacer las 743 acuarelas de su obra Florilegium, a partir de los bocetos realizados por el dibujante Sydney Parkinson a bordo del Endeavour durante el primer viaje de James Cook. También produjo una cantidad de láminas a partir de los dibujos hechos por Georg Forster en el segundo viaje de Cook. En 1772 participó de la expedición a Islandia de Banks y el botánico sueco Daniel Solander, junto con otro artista llamado John Cleveley.


Psittacus aurantius =  Aratinga solstitialisMiller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. 
          En 1796 publicó Cimelia Physica. Figures of rare and curious quadrupeds, birds, &c. together with several of the most elegant plants con textos de George Shaw. Miller hizo los grabados y los coloreó a partir de los ejemplares originales. Es una de las mejores publicaciones ilustradas sobre historia natural producidas en Inglaterra.


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REFERENCIAS

-Azara F de -(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España. 1992.
-Barrows WB -–1883--– Birds of the Lower Uruguay – Bulletin of the Nuttall Ornithological Club 8 - Cambridge.
-Burmeister H -1854-1856- Systematische Uebersicht der Thiere Brasiliens. Berlin.
-Burmeister H -1861 – Reise durch die La Plata-Staaten.
-Cassin J – 1844-1874- Mammalogy and Ornithology, en Wilkes C - United States Exploring Expedition. During the year 1838, 1839, 1840, 1841, 1842. Vol 8. Philadelphia: C. Sherman.
-Cook J & Forster G. -1877 - A voyage round the world. Dublin: Printed for W. Whitestone, S. Watson, R. Cross, J. Potts.
-Crawshay R – 1907- The Birds of Tierra del Fuego- London: Bernard Quaritch
-Darwin CR ed. -1838- Birds. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle, by John Gould. London: Smith Elder and Co
-d’Orbigny CD -(1835-1847)- Viaje por América Meridional – Emecé – Bs: Aires, 1999.
-Durnford H – 1876- Ornithological Notes from the Neighbourhood of Buenos Ayres. The Ibis 6- Third Series. London: John Van Voorst.
-Forster JR & Lichtenstein H – 1844 - Descriptiones animalium quae in itinere ad Maris Australis terras per annos 1772, 1773 et 1774 suscepto. Berolini :Ex Officina Academica.
-Gay C – 1847- Historia fisica y política de Chile – Tomo primero - Zoología. Paris y Chile.
-Gibson E -1879- Ornithological Notes from the Neighbourhood of Cape San Antonio, Buenos Ayres. The Ibis 3 - Fourth Series. London: John Van Voorst.
-Goeldi EA – 1900-1906- Album de aves amazonicas – Zürich :Impressão do Instituto Polygraphico .
-Grenfell Price A – 1985- Los viajes del Capitán Cook (1768-1779)- Ed. Serbal
-Head FB -1826- Rough Notes taken during me rapid Journeys across the Pampas and among the Andes. London: John Murray, Albemarle-Street.
-http://www.biodiversitylibrary.org/
- Marcgrave G -1648- Historia Naturalis Brasiliae. Lugdun. Batavorum, apud Franciscus Hackium et Amstelodami apud Lud. Elzevirium.
-Miller JF –1776-1782- [Icones Animalium et Plantarum]. London.
-Molina GI –1782- Saggio sulla storia naturale del Chili . Bologna: Stamperia de S. Tommaso d' Aquino
-Sánchez Labrador J –(1767)- Peces y aves del Paraguay Natural Ilustrado. Fabril Editora, Bs As, 1968
-Sclater PL & Hudson WH -1888- Argentine Ornithology. 2 vols. London: R. H. Pouter
-Spix JB von, Martius KFP von & Schmidt M -1838-1839 - Avium species novae, quas in itinere annis 1817-1820 per Brasiliam. Monachii :Impensis editores.
- Wied M – 1830 – Beiträge zur Naturgeschichte von Brasilien. Weimar: im Verlage des Gr. H, S. priv Landes- Industrie -Comptoirs

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domingo, 30 de octubre de 2016

LA HISTORIA DEL HALCONCITO GRIS (Spiziapteryx circumcintus) Y ALEXANDER DEAN




UN CONSECUENTE OBSERVADOR DE AVES



Martorelli, G. – 1899 – Nota ornitologica sullo “Spiziapteryx circumcinctus” Kaup. Bolletino dei Musei di Zoologia e Anatomia Comparata della R. Universitá di Genova, 84, pg1.

En octubre de 1993 recibí una carta de Michael Walters, ornitólogo del Museo Británico de Historia Natural, que entre otros asuntos me pedía localizar a “un inglés residente en Argentina” (veremos más adelante que en realidad era argentino), de nombre Alexander Dean, quien en 1980 había donado al Museo una colección de huevos de aves de Paraguay, la cual mi amigo Michael estaba estudiando y por tal motivo necesitaba escribirle. Su último paradero conocido era una casilla de correo en La Falda, Córdoba, pero de allí las cartas eran devueltas por no estar ya activa. La carta de Michael terminaba con una inquietante pregunta: “¿Estará en dificultades?”.

Pude averiguar que Dean había sido socio vitalicio de la Asociación Ornitológica del Plata/Aves Argentina (AOP/AA), pero ya no se tenía registro de su domicilio. Tampoco figuraba en la guía telefónica de Buenos Aires. Entonces escribí a la Municipalidad de La Falda, Córdoba, de donde me respondieron que Dean había fallecido en 1979 en esa ciudad, donde había residido los últimos años de su vida. Por casualidad en una publicación de AOP/AA encontré el nombre  de su hija Elizabeth Dean de Rivas Molina, quien residía en Buenos Aires. La llamé por teléfono y me contó que tenía una cantidad de papeles de su padre referidos a su actividad como observador de aves y me invitó amablemente a su casa para echarles un vistazo. Allá fui y así pude conocer a Elizabeth y a su madre, la viuda de Alexander, una anciana encantadora llamada Doris, quien se entretenía bordando con maestría un almohadón con figuras de patos.  

Elizabeth me entregó una cantidad de papeles que me ocupé de ordenar, seleccionar y, en algunos casos traducir, ya que estaban en inglés. Recorrer estos documentos fue muy emotivo ya que significaba  seguir el itinerario de una vida a través de sus proyectos y planes que se iban realizando hasta su inevitable final en Córdoba.  Sugerí a Elizabeth que donara este material así preparado a AOP/AA, entidad en la que su padre había llegado a ser socio vitalicio. Aceptada la sugerencia, la donación se concretó con fecha 25 octubre de 1995, siendo aceptada por el entonces presidente de la AOP/AA, Juan Carlos Reboreda.

Entre esos papeles se destacaban una cantidad de cartas que intercambió con ornitólogos destacados de la época como Alexander  Wetmore, R. A. Lucas, B. H. Ryves, P. Barclay Smith, Salvador Magno, William Partridge, Phil Clare, A. W. Johnson, Oliver Austin, Lester Short, Dean Amadon, Ch. Sibley, A. B. Daneel, Tito Narosky, Cristopher  Leahy, Meyer de Schauensee, D. C. Houston y  C. Ch. Olrog, lo cual muestra que era un observador activo y preocupado por temas como el anillado, la fotografía en color, la grabación de cantos, los estudios genéticos  así como la promoción de la Argentina como sitio para observación de aves. Además había una lista comentada de las aves observadas en la  estancia familiar de Arroyo Pescado, Chubut y otra de  aves de la estancia "La  Güenita", de Trebolares, La Pampa. Como funcionario ferroviario, Dean viajó por y vivió en diversos parajes argentinos y siempre aprovechó para observar aves allí donde su trabajo lo llevara. También hallé dos manuscritos: “Las aves silvestres más comunes de las  Sierras de  Córdoba” y "Aves de las Sierras Chicas - Córdoba" que  parecen  ser  borradores de un proyectado libro sobre las  aves  del valle  de  Punilla, donde residió Dean sus últimos años.

Pero su aporte más importante fue el hallazgo y descripción del nido del halconcito gris o  halconcito argentino, una rara especie casi exclusivamente endémica de Argentina, hecho que publicó en la revista Ibis en 1971. El descubrimiento ocurrió cerca de Victorica, provincia de La Pampa en 1944 y nuevamente encontró otro nido en 1947, cerca de Juan de Garay, Río Negro. En ambos casos el nido se hallaba dentro de un nido abandonado del furnárido llamado comúnmente cacholote (Pseudoseisura lophotes).



EL HALCONCITO GRIS SE PRESENTA EN SOCIEDAD



Edward Smith-Stanley, 13º Conde de Derby
Retrato por William Derby 


Existe en Merseyside, cerca de Liverpool, Inglaterra, una majestuosa propiedad, conocida como Knowsley Hall, que es la casa ancestral de la familia Stanley, los condes de Derby. El 13º conde, Edward Smith-Stanley (1775 –1851), fue un apasionado naturalista, que formó allí una importante colección de historia natural  incluyendo animales vivos: unas 1.272 aves y  345 mamíferos, deambulando por el enorme parque de 1.000 ha. Más de 20 agentes desde distintas partes del mundo lo proveían de pieles y ejemplares vivos.  La colección de pieles de aves alcanzó a 11.131 ejemplares rellenos y 7.700 sin rellenar. La mayor parte de esos ejemplares se encuentra actualmente en el Liverpool World Museum.  Derby fue también el protector de varios artistas como Edward Lear, el gran ilustrador de loros y papagayos, homenajeado en el nombre del  guacamayo añil (Anodorhynchus leari),  además de John James Audubon y de John Gould. No menos impresionante era la enorme biblioteca y numerosos especialistas llegaban hasta Knowsley Hall para consultar estos materiales.




La fachada sur de Knowsley Hall en Merseyside, Inglaterra


Escuchemos al zoólogo alemán Johann Jakob Kaup: “Durante mi visita a Londres el año pasado [1850] tuve el honor de recibir una invitación del Conde de Derby, para visitar su colección en  Knowsley Hall (…) De la misma me había hecho ya las mayores expectativas; pero me sorprendió gratamente el verlas sobrepasadas, tan grande es la riqueza de esta notable colección. Contiene más de 14.000 especímenes de aves rellenas, además de pieles, que aún no están contabilizadas. (…) Al placer de trabajar en una colección tan rica debe agregarse el  de disponer de una colosal biblioteca, a la cual no le falta ningún trabajo de importancia. Todo esto, junto con los aviarios con magníficas aves vivas, de todas partes del mundo, debe tener el mayor encanto para el naturalista, y hacen de Knowsley Hall un paraíso perfecto, que una vez visto nunca se olvidará”.

Y sigue Kaup: “Una de los más interesantes aves en la colección de Lord Derby es un pequeño halcón, perteneciente a la subfamilia Falconinae”.  Lo clasifica dentro del género Harpagus pero separándolo en un nuevo subgénero: “Doy a este subgénero el nombre Spiziapteryx  y a la especie la he denominado Harpagus circumcinctus”.



Falco circumcinctus
Acuarela de Joseph Wolf para el portfolio de John Henry Gurney


Spiziapteryx proviene del griego  spizias: gavilan chico  y pteryx: ala, porque Kaup lo compara coe al gavilán común (Accipiter nisus): “Alas cortas, y en la proporción de los mástiles, muy similar a Nisus o Accipiter”. Por otro lado el nombre de la especie, circumcinctus,  viene del latín circum: alrededor, y cinctus, ceñido, por “una línea blanca sobre el ojo, que rodea toda la cabeza y se conecta con un collar blanco.”

Con respecto a la procedencia del ejemplar señala: “Lord Derby recibió esta ave desde Chile, del señor Bridges”. Thomas Bridges (1807-1865) colectó aves en La Paz, Bolivia, para Lord Derby, así como en Chile y quizás también en el norte de Argentina, donde probablemente consiguió el ejemplar que revisó Kaup. Actualmente no se acepta la localidad tipo “Chile”, ya que no se lo encuentra en ese país, y se la reemplazó por “Argentina”.  Para la época del trabajo de Kaup era éste el único ejemplar existente en Inglaterra.




Johann Jakob Kaup



¿BURMEISTER LO VIO?

          Parece ser que otro sabio alemán Hermann Burmeister describió a este halconcito. Este zoólogo viajó por Brasil, Argentina y Chile y más tarde se radicó en Buenos Aires donde fue durante muchos años director del Museo Público al cual transformó en una institución verdaderamente científica.  Probablemente en el viaje de Rosario a  Mendoza –según dice Burmeister- : “Mi acompañante cazó un ejemplar de esta ave poco común durante el viaje por la pampa cerca de Biga de la Paz (Coricorto)”. Su acompañante era el joven artista alemán  Anton Goering, abuelo del lugarteniente de Hitler. El nombre correcto de la localidad es Villa de la Paz (actualmente La Paz, Mendoza), creada en 1850 sobre los  terrenos de la antigua Villa de San José de Corocorto, llamada así pues dichas tierras pertenecían al cacique Corocorto de la etnia huarpe millcayac. El mismo naturalista lo aclara: “[el 8 de marzo de 1857] llegamos a eso de las 5 a Biga de la Paz, distante a 16 leguas de La Cabra, antes llamada Corocorto”. Burmeister bautizó al halconcito como Falco punctipennis, o sea “halcón con alas punteadas” y el actual nombre inglés “Spot-winged Falconet” es una traducción de ese nombre latino.

Por su parte, William H. Hudson dice haberlo encontrado en los bosques de La Plata, cerca del río, lo que parece extraño dado que es un ave de la región del monte, es decir de bosquecitos xerófilos del interior del país. Pero – aclara - “es raro, y debido a su curioso vuelo violento, con las cortas y obtusas alas batiendo rápida y continuamente, es muy conspicuo en el aire y bien conocido por los nativos que lo llaman “rey de los pájaros”, y mantienen una muy alta opinión de su fuerza y coraje. Nunca lo vi tomar la presa, y no creo que alguna vez intente capturar algo en el aire, siendo sus cortas y obtusas alas y su forma peculiar de vuelo inapropiadas para tal propósito. Probablemente captura pájaros mediante un súbito vuelo cuando lo acosan en su percha; y no conozco ninguna otra rapaz tan persistentemente perseguida y acosada por las aves pequeñas. Una vez observé uno por más de una hora mientras estaba posado en un árbol rodeado por una gran bandada de pirinchos [Guira guira], todos gritando excitados e inclinados hacia él para desalojarlo de su lugar. En tanto se mantenían 1,5 a 1,8 m el halcón permanecía inmóvil, sólo silbando y chasqueando el pico ocasionalmente a modo de advertencia; pero cuando un pirincho se aventuraba un poco más dentro del círculo mágico, la rapaz se abalanzaba rápidamente y empujaba al intruso violentamente hasta la distancia aceptable, volviendo luego a su percha”.


Como hemos visto, el halconcito gris era muy poco conocido en Europa incluso a fines del siglo XIX. En 1881 se conocían apenas tres ejemplares en los museos, entre ellos una hembra de Mendoza (¿la de Burmeister?) y una década después solo cinco. Hacia 1887 el zoólogo alemán Johannes Heinrich Frenzel se encontraba en Córdoba dictando la cátedra de zoología en la Universidad. Había llegado con su  esposa, Sara Cabanis, hija del renombrado ornitólogo Jean Cabanis.  Durante su estadía, Frenzel recorrió la zona reuniendo amplias colecciones, cuyo destino se desconoce aunque probablemente hayan sido enviadas a Alemania. Según escribió, el halconcito gris era “uno de los halcones más frecuentes en Córdoba, especialmente en las estribaciones de las  sierras, donde se le puede ver en los árboles. A causa de las manchas blancas redondas que motean su plumaje se le llama aquí halcón piojoso”.

Wetmore, durante su viaje por Argentina en 1920, lo vio cerca de Victorica (Provincia de La Pampa) dentro del bosque abierto: “para evitar los intensos rayos solares, elegían perchas sombreadas en árboles como el caldén, donde el follaje está confinado al extremo de las ramas y no obstaculiza la visión hacia abajo o hacia los lados. (…) Cuando salían a lo abierto eran perseguidos tenazmente por las tijeretas [Tyrannus savana] y otras especies de esa familia." Y ya entonces advertía: “Con la destrucción del bosque para obtener madera, esta ave necesariamente se extinguirá en esta zona por falta de cobertura adecuada”.



VIDA DE ALEXANDER DEAN, UN OBSERVADOR DE AVES

          Alexander “Alec” Dean nació hacia 1901 en Buenos Aires, Argentina, de padres ingleses. Era hijo de William Ernest Dean, ingeniero ferroviario especialista en grandes puentes y su madre era maestra jardinera.  Alec se educó entre los diez y los veintiún años en Inglaterra, en Potton Station, Bedford, donde su familia debió permanecer debido a la Primera Guerra Mundial. A pesar de ello hablaba muy bien el castellano. Allí se inició en la observación de las aves, practicaba remo y jugaba al rugby. En 1922 viajó a las Outer Hebrides y recorrió Inglaterra en bicicleta. A través de un compañero de rugby conoció a su futura esposa, Doris Hannay ap Iwan, descendiente de galeses de Chubut. Al principio vivieron en Mar del Plata donde Alec era cónsul inglés, pero al poco tiempo debido  a su trabajo en el Ferrocarril Oeste y el Ferrocarril Sur se mudaron sucesivamente a Bolívar, Olavarría, Bragado, Esquel y varios destinos más. Tuvieron una hija, la mencionada Joanna Elizabeth “Liza”, y un hijo, Pancho. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial la familia estaba en Inglaterra de donde tuvo que volver apresuradamente, cruzando el océano en un buque perseguido por submarinos alemanes y por el famoso acorazado Graf Spee. Bordeando la costa africana y luego remontando la costa patagónica  pudieron escapar del asedio y volver a Buenos Aires.

          Doris era una mujer muy activa: gustaba andar a caballo, remar, jugar al tenis, y también realizar artesanías como bordar tapices  y pintar platos. Su padre, Mihangel ap Iwan, era un protestante estricto y a la vez admirador de Darwin. Su hermano Lwyd, que fuera asesinado en la Patagonia por dos delincuentes norteamericanos de la banda de los célebres Butch Cassidy y Sundance Kid, poseía la mencionada estancia en Arroyo Pescado, sobre el río Tecka, cerca de Esquel, donde Alec hizo numerosas observaciones de aves.

En enero de 1972 se fue a vivir a La Falda, Córdoba, donde Alexander falleció el 6 de abril de 1979. 


Dean observó aves en La Pampa, Mendoza, Chubut y Córdoba. Se interesaba en anillado, fotografía, filmación y grabación de aves. Así como en la difusión de actividades ornitológicas. Mantenía correspondencia con numerosos ornitólogos y era amigo del padre de Mauricio Rumboll, conocido naturalista a quien inició en la observación. Corpulento, no dudaba en trepar incluso a a árboles pequeños para registrar un nido.




EL HALCONCITO EN LAS CULTURAS ORIGINARIAS

Quizás por su rareza el halconcito gris no ha dejado una huella precisa en las culturas de los pueblos originarios o al menos si la hubo no llegó a nosotros. Las etnias que más probablemente lo conocieron son los huarpes, los ranqueles, los comechingones y los qom.

Entre los ranqueles existe el nombre kichikichi, para designar al halcón, pero es difícil saber a qué especie se refiere.

El nombre quechua  del halcón es huaman(go)wamani, que en aymara da la forma maman(i). Estos pueblos conocen tres estrellas que se disponen en línea recta; son Kuntur (cóndor), Suyuntuy (gallinazo) y Huamán. Cuando brillan más fuerte habrá buenas cosechas, si su brillo se ve apagado será un año penoso. El wamani es una divinidad vinculada a los cerros que acompaña a los peregrinos a los santuarios que se encuentran en las cumbres. Obviamente no se trata del halconcito gris que no vive en esas alturas.

Entre los qom aparece el halcón en el contexto de la mítica lucha entre hombres y mujeres. Las mujeres eran demasiado  poderosas para ser vencidas por los hombres. Por ello el jefe de éstos, Chiquii, el carancho, planeó  tenderles una emboscada. Un grupo se escondió en el bosque mientras que el hombre halcón, Wale, voló alto para cortar las cuerdas por las que las mujeres descendían a tierra, con lo cual ellas cayeron junto con las estrellas golpeándose muy duramente. El impacto fue tan grande que se incrustaron en la tierra y los hombres tuvieron que cavar para sacarlas, con la ayuda del tatú y el zorro. Tampoco en este caso parece referirse a nuestro halconcito cuyo vuelo nunca se remonta a tales alturas. 

Alex Mouchard



REFERENCIAS

-Burmeister, G. – 2008 – Viaje por los estados del Plata. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires.

-Colley, AC – 2016 - Animal Skins in Victorian Britain: Zoos, Collections, Portraits, and Maps. 218 pp. Routledge.

-Dean, A – 1971 – Nidificación del halconcito gris (Spiziapteryx circumcicntus) en La Pampa y Río Negro – Hornero 11:124.

-Dean,A.  – 1971 – Notes on Spiziapteryx circumcinctus – Ibis113:101-102.

-Frenzel,J. –1891- Uebersicht über die in der Provinz Cördoba (Argentinien) vorkommenden Vögel - Journal fur Ornithologie 194.

-Gálvez, L -2012- Historias de Inmigración. Penguin Random House Grupo Editorial Argentina.

-http://biodivlib.wikispaces.com/

-https://es.wikipedia.org/

-Kaup, J. J. -1851-  Descriptions of some New Birds in the Museum of the Earl of Derby. Proceedings of the Zoological Society of London. Pt 19. Pg 39.

- Sclater, PL y Hudson, WH -1888- Argentine Ornithology. 2 vols. London: R. H. Pouter.


-Wetmore, A –1926- Observations on the Birds of Argentina, Paraguay, Uruguay,  and Chile –Bulletin 133 – Smithsonian Institution – Washington.



sábado, 13 de diciembre de 2014

EL MACAGUÁ O GUACO (Herpetotheres cachinnans) - UN HALCON QUE RÍE


Acauã vive cantando
Durante o tempo de verão
No silêncio das tardes agourando
Chamando a seca pro sertão
Ai, acauã, teu canto é penoso e faz medo
Te cala, acauã
Que é pra chuva voltar cedo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Acauá – canción de  Zé Dantas

[Acauã vive cantando / durante el  tiempo de verano/ augurando en el silencio de la tardes/ llamando a la sequía para el sertón/ ¡Ay, acauá!, tu canto es doloroso y causa miedo./ Cállate, acauá, / para que la lluvia vuelva pronto.]


Guaco
Foto de W. Beebe – 1905 - Two Bird-Lovers in Mexico



EL ULTIMO NATURALISTA

          De alguna manera la historia del guaco se asocia con uno de los últimos naturalistas del siglo XX: Alexander Frank Skutch, uno de esos raros ejemplos en que el objeto de estudio del científico se transforma en su lugar en el mundo y en un compromiso de vida.


Alexander Frank Skutch
http://wvw.nacion.com/proa/2005/noviembre/06/reportajes1.html


Skutch fue uno de los últimos naturalistas de vieja estirpe que durante el siglo XX fue cediendo espacio a los nuevos científicos de la biología. Él mismo se encargó de señalar la diferencia: el triunfo del científico “es resumir sus observaciones en un claro gráfico o en una fórmula matemática ... Para el verdadero naturalista, la experiencia concreta de vivir las cosas en su ambiente natural es al menos tan valiosa como cualquier generalización o ley que pueda extraer de sus observaciones”.

          Su obra cumbre es  “Life Histories of Central American Birds” (1954), en tres volúmenes, la que lo consagró como uno de los más importantes ornitólogos de la avifauna centroamericana. En su muy interesante libro “A Naturalist in Costa Rica” nos cuenta además sus experiencias de vida en ese país que adoptó como nueva patria.

          Norteamericano  de nacimiento, estudió botánica en la Johns Hopkins University y sus primeros trabajos de campo en Jamaica, Honduras y  Panamá le hicieron comprender que si bien ya se conocía mucho de la diversidad de aves de Centroamerica, era muy poco lo que se sabía sobre su comportamiento. Y por eso decidió dedicar su vida a llenar ese gran vacío del saber ornitológico.

          En medio de la Gran Depresión de los años 1930 se le hacía difícil conseguir fondos para financiar sus viajes de estudio, pero gracias a su formación botánica observó que vendiendo ejemplares para herbarios podía obtener buenos recursos para dedicar a las aves. Tras varios años herborizando, logró dedicarse exclusivamente a la ornitología adquiriendo una pequeña granja en Costa Rica donde residió hasta su muerte.


Los Cusingos
Foto Skutch, Alexander F. – 1971 - A naturalist in Costa Rica.

          En esa época Costa Rica aún no estaba mayormente afectada por  problemas ambientales como después ocurrió, especialmente a causa de los desmontes. Después de trabajar en la zona de San Isidro y Rivas, se estableció en el valle de  El General, cerca de la localidad de El Quizarrá, donde inicialmente vivió sólo durante  9 años. En  1950 se casó con Pamela, hija del botánico inglés Charles H. Lankester. No tuvieron hijos pero adoptaron a Edwin, el hijo de uno de sus peones, quien lo ayudó en su trabajo de campo con las aves.

          En la selva tropical, la sede principal de la vida terrestre, según Skutch, encontró reflejados los diversos aspectos de la vida humana: la belleza, la paz, la lucha y la violencia, la variedad y también el aburrimiento y la opresión. Un “epítome de la vida humana”.

          Cuando se estableció en El General en 1935, el lugar estaba mayormente intacto. Había muy pocos habitantes y grandes extensiones de selva virgen, aunque los grandes mamíferos como el yaguareté, el puma, y el tapir ya se habían retirado de la zona. Pero la población se multiplicó por diez, aumentó el comercio y el tránsito automotor, comenzaron los desmontes masivos para instalar cultivos y pasturas. La selva fue destruida en poco tiempo con el consiguiente lavado de la tierra y la necesidad de aplicar agroquímicos, agravando los problemas.

          Sólo permanecía intacta la Cordillera de Talamanca, que Skutch propuso para parque nacional y que afortunadamente hoy constituye el Parque Internacional La Amistad,  Patrimonio de la Humanidad (UNESCO) y que abarca casi 200.000 ha conservando valiosas especies de la flora y fauna.

          Volvamos a escuchar las vigentes y acertadas palabras de Skutch sobre el tema de la conservación y el control de la población: “Aunque mucho se ha perdido, mucho también se ha salvado, que, de otra forma hubiera desaparecido (...) y de las cosas que se han ido , algunas han sido preservadas, aunque imperfectamente, en la memoria y en los escritos con los que he tratado de inculcar en otros el interés y la belleza (...) Tendremos que considerar la posibilidad de que a través de toda su existencia, este  planeta puede soportar sólo una cantidad limitada de seres humanos, de modo que cuanto mayor sea la cantidad de personas que vivan hoy, consumiendo sus recursos, menor será la cantidad que pueda soportar en el futuro. (...) Una gran dificultad es que las ciudades y las naciones han crecido tanto que sus problemas desafían nuestras pequeñas mentes y nuestros reducidos recursos.”


Skutch a caballo
Foto Skutch, Alexander F. – 1971 - A naturalist in Costa Rica. 


          Como muestra de su coherencia intelectual digamos que renunció a vivir con corriente eléctrica  para no tener que cortar un sector de bosque por donde tenían que tender los cables. De la misma forma evitó capturar aves para sus estudios: “Con excepción de uno que otro gavilán que estaba persiguiendo gallinas, no he matado ni un solo pájaro”, criticando a un  colega que había matado cien colibríes para obtener datos estadísticos.  “¿Qué es más importante? ¿Ver la armonía de la naturaleza con otros seres vivos, lo que yo llamo bondad, o tener datos científicos? (...) Como yo lo veo, es tan importante la vida de un animal si es el último de su especie como si es uno entre un millón.”

           De carácter introvertido y pacífico,  pese a sus ideas, Skutch no participó activamente de los movimientos conservacionistas, quizás por su rechazo a concurrir a las grandes ciudades. Al respecto decía “el hombre hace un aporte importante a la naturaleza con solamente la apreciación. La conservación y la protección, sin la apreciación, no valen mucho, pero la verdadera apreciación siempre incluye la idea de proteger”. Las ideas filosóficas de Skutch, seguidor del positivista Herbert Spencer, son reconocidas también como parte del patrimonio cultural de Costa Rica. Además debemos mencionar que escribió algunas novelas y un cuento para niños.

          Alexander Skutch falleció en 2004, pocos días antes de cumplir los 100 años. Sus restos descansan en su finca llamada Los Cusingos (nombre común del tucán Pteroglossus frantzii) junto  a los de su esposa Pamela.




EL HALCON GUACO

Macaguaes
Storni, J. S. – 1940 – Hortus guaranensis. La Fauna. Tucumán.



         Pero nuestro blog trata también de otros animales, y en este caso se trata del Pájaro Guaycurú o Halcón Guaco a quien Skutch dedicó un capítulo: “El cazador de serpientes”.

         Asegura que el más renombrado cazador de serpientes es el llamado Halcón Reidor (Laughing Falcon) en los libros, pero al que la gente del pueblo llama  Guaco porque ese nombre representa su inquietante  y obsesivo canto. Skutch lo describe como fuerte, hueco, incansablemente reiterado:  ¡wah-co, wah-co, wah-co!. A diferencia de algunos que lo comparaban con un grito de un hombre agonizando, lo considera de un profundo e inescrutable misterio, sobre todo porque se escucha más a menudo en el crepúsculo nocturno, cuando el pasaje se desvanece en un conjunto de formas sombrías y vagas. A veces va precedido de un grave; ¡ha ha ha!, la risa gutural que le dio su nombre científico (ver más adelante “Los nombres del Guaco”)

          El naturalista le pagaba a los chicos del lugar para que le indicaran donde había nidos de ciertas aves que le interesaban. Una tarde con uno de ellos, Lalo, de 12 años, vieron cruzar un guaco con una serpiente en las garras. Lo siguieron a través de un cañaveral, un cultivo de bananas y un arbustal lleno de enredaderas, hasta que se detuvo en la rama de un  burío (Heliocarpus appendiculatus). Allí entregó la presa a su hembra y tras algunas voces apagadas, regresó a la selva. La hembra se introdujo en una cavidad a 30 m de altura donde estaba el nido con las crías.

          Skutch se mantuvo al acecho en los días subsiguientes “Habían sido durante tiempo aves tan misteriosas que yo estaba doblemente ansioso por correr el velo de ignorancia que ocultaba los secretos de sus vidas”.

          Pudo observar una nueva entrega de una víbora de coral a la hembra seguida de una ceremonia de canto triunfal: la famosa risa ¡how how how!, seguida luego del fuerte  ¡wac wac wac!, que continuaron ambos durante varios minutos, “proclamando a todos los escuchas que otra serpiente había caído víctima de la habilidad de los halcones.”

          Mientras la hembra permanecía con la serpiente en el pìco a la entrada del nido, “inmóvil como la estatua de un monumento a la supremacía del halcón sobre la serpiente”, un pichón cubierto de plumón se asomó.  Pero la madre permaneció dos horas y media (!) en esa posición hasta que finalmente dejó caer la serpiente dentro del nido.  Y más tarde empezó a despedazarla y alimentar la cría.

          Notemos que Skutch pasó desde la mañana temprano hasta el anochecer observando el nido, lo que indica su gran concentración en esta tarea de observar y  obtener datos sobre el comportamiento de las aves.

Acauá
Goeldi,E.A. -1900-1906 -Álbum de Aves Amazônicas



          “Extendida por toda  América Tropical existe una enredadera retorcida con unos densos racimos de flores verdosas y grandes hojas ovales que, cuando crecen en la sombra, tienen un hermoso color verde aterciopelado en el haz y  marcas de un intenso púrpura por debajo. Esta planta, miembro de la familia de las compuestas, es conocida por los botánicos como Mikania guaco, y llamada por el pueblo hoja de guaco y se la considera un eficaz remedio para la picadura de víbora. Se dice que el guaco, herido en un encuentro con una serpiente venenosa, come de estas hojas y se cura. Es interesante que un mito similar haya surgido sobre otro matador de serpientes de una clase muy  diferente, que vive en el otro lado del, mundo, la mangosta de la  India. Pero hay escasa evidencia de que tanto el conquistador de serpientes aviario como el mamífero puedan salvar su vida de otra forma que evitando los dientes de su adversario.”

Mikania guaco
Descourtilz, M.E., Flore médicale des Antilles, vol. 3: t. 197 (1827) 

          Mikania glomerata o guaco es una liana de América Tropical, conocida como "hierva de serpentes" en Brasil porque los indígenas la utilizan para tratar las picaduras de serpientes venenosas, en forma de cataplasma. Estudios de laboratorio han de mostrado que el extracto de la raíz reduce la hemorragia producida por el veneno de Bothrops (yararás) en ratas y el edema causado por picadura de Crotalus (víbora de cascabel), asimismo la savia reduce  la actividad coagulante de dichos venenos.


 

 

“El hallazgo de las propiedades del guaco fue hecho por un negro que vio a una águila llamada guaco comer de la Mikania luego de ser mordida por una serpiente. El negro reveló su secreto a Francisco Javier Matis, el dibujante de la Expedición [de Celestino Mutis], y éste probó en si mismo la virtud del guaco. Untándose las manos con el zumo y tomando de él, cogía las culebras sin que le hicieran daño. Se hizo morder de una y no se le presentaron síntomas de intoxicación”.

 

Pérez – Arbeláez, E. 1978. Plantas útiles de Colombia. Litografía Arco, Bogotá.

 

 



          Una de las tardes que Skutch dedicó a observar el nido se percató que un animal estaba trepando el tronco del burío. Enseguida reconoció que se trataba de un tayra  (ver nuestra entrada EL HURON MAYOR, IRARÁ o EIRA Eira barbara : TEMIBLE SEÑOR DE LA MIEL). A pesar de que el predador seguía avanzando, la madre guaco parecía no notar su presencia, sólo cuando estaba llegando al borde del nido, se lanzó la hembra contra la tayra que la recibió gruñendo y mostrando los dientes. Dado el curso de los acontecimientos Skutch decidió romper el compromiso que toma cualquier biólogo, de no intervenir para no alterar el curso de los sucesos naturales. Pero se dio cuenta que no tenía ningún arma ni objeto que pudiera arrojar al predador, sólo le quedó gritar y agitar los brazos con lo que el tayra bajó al suelo. Sin embargo volvió a insistir, acompañado de su pareja, para ser nuevamente asustada por los gritos de Skutch que se había sacado la camisa y la agitaba frenéticamente. Luego siguió observando al para comprobar si había conseguido salvar al pichón. Pero, ante la desilusión del naturalista, la hembra, que había quedado en una percha cercana, de improviso voló hasta el nido y levantó con el pico el cuerpo inerte de su cría, muerta por el tayra, lo dejó caer acierta distancia y tras contemplarla un par de minutos, empezó a despedazarla y a comérsela.  


          “La criatura que había traído al mundo tras semanas de paciente incubación, dándole calor con el calor de su cuerpo, y cuidada continuamente día y noche, se había transformado para ella  –ahora que su chispa vital se había extinguido- en lo que realmente era, un trozo de carroña sin vida, un pedazo de materia orgánica, cuya única utilidad era proporcionar alimento a algún otro animal vivo. ¿Por qué no a ella que le había dado la vida, antes que a la destructora tayra ...? ¿Por qué el guaco no podía seguir siendo guaco, antes que transformarse en tayra?”. 

         Analizándolo científicamente el sacrificio heroico de la madre guaco, que por otra parte carecía de armas suficientes para enfrentar al tayra, no hubiera tenido sentido biológico. Era mejor que se preservara para poder criar otro pichón en otra oportunidad.

Macagua rieur
Chenu,J.C. y Desmarest,E. 1851-1860 - Encyclopédie d'histoire naturelle. Paris :Maresq


          Cuando después de un tiempo regresó el macho con una nueva presa, de alguna manera, mediante suaves vocalizaciones, la hembra le informó que la cría ya no existía. Entonces ambos se alejaron volando hacia un alto árbol, donde la hembra comió un poco y luego, en la luz crepuscular, ambos lanzaron su canto de triunfo. “El misterioso canto transportado lejos,  sobre el adormecido valle,  proclamaba ampliamente que, aunque un tayra podía matar un guaco pichón, la especie de los guacos aún era vigorosa y fuerte y necesitaría más y más serpientes para alimentarse.”



LOS NOMBRES DEL GUACO (Herpetotheres cachinnans)

          La voz del guaco es impresionante y ha dado lugar a la aplicación de varios nombres comunes de índole onomatopéyica, así como al surgimiento de varias leyendas.

          Linné, habiendo desarrollado su sistema de clasificación, se sintió obsesionado por clasificar cuanto ser vivo llegara a su conocimiento. Así, como es sabido, envió a los cuatro puntos cardinales a varios discípulos suyos, sus famosos “apóstoles",  para que le trajeran ejemplares de plantas y animales de las más remotas regiones. Uno de ellos, Daniel Rolander, fue enviado a Surinam, la Guayana Holandesa, con el principal objetivo de herborizar. Rolander registró sus observaciones en un manuscrito, el “Diarium Surinamicum”, que recién se publicó después de su muerte.

          Este es su relato: “Si vagas por las oscuras sombras de las selvas, escucharás risas burlonas en ciertos lugares, -el tipo de burlas que hacen los miserables o aquellos que ríen sardónicamente o incluso los locos. (...) identificamos al ave que produce este tipo de risa, que hasta entonces nunca había podido ver o dispararle. Hoy, mientras caminaba por la selva cerca de nuestro alojamiento,  nuevamente escuché éstas burlonas salvas, que mi compañero aseguró venían del ave que ellos llaman vitlacker, es decir: el burlón. La gente odia a esta ave por dos razones: primero porque persigue y mata gallinas y palomas domésticas; segundo porque grita fuertemente a cualquiera que viene a espantarlo cuando se ha posado o acecha a su presa. Hoy uno estaba posado en la punta de un tronco tratando de tragar una serpiente que tenía en sus garras. Mientras nos acercábamos, voló a la punta de un árbol alto, para reirse de nosotros. Pero antes de que pudiera hacer “pi”, una bala de plomo lo atravesó y lo hizo caer muerto al suelo. Un pico curvo, pies con tres dedos hacia adelante y uno hacia atrás, así como la cabeza cubierta de plumas y la forma de vivir cazando, indican suficientemente que es un halcón, al que he llamado Falco cachinnans en referencia a su risa.”

          Linné pues introdujo al guaco en el mundo científico con el nombre que le dio Rolander y que proviene del verbo latíno cachinnare, “reir a los gritos”. Y acotó “Lanza una risa a gritos al ver a un hombre”.

Macagua
Vieillot, L. J. P. – 1817 - Nouveau dictionnaire d'histoire naturelle



          Más  tarde, Vieillot, comprendiendo las diferencias que tenía con los demás halcones especialmente por sus alas cortas, lo ubicó en un nuevo género Herpetotheres: 'cazador de serpientes', del griego herpeton: serpiente, reptil, y theras: cazador.  Y justifica el nombre porque  “los macaguas viven en los bosques que bordean las sabanas inundadas  y los bañados, y se posan en las ramas secas y altas, lo que hace sospechar que se alimentan de ranas, lagartos y otros reptiles”. Vieillot indica también que en las tierras de Cayena (Guyana) le dicen pagani, pero este es un nombre genérico para muchas rapaces.

          En Yucatán el nombre local es koss y por su canto ocupa un lugar importante en las leyendas. Así lo describe el ornitólogo Frank Chapman:  “Las voces de este halcón son las más humanas y sobrenaturales en carácter que las de cualquier otra ave que haya oído. El primer individuo que observé estaba posado en un árbol que crecía en lo alto de un templo maya. Desde esa atalaya se burlaba de mí con una risa verdaderamente maníaca hasta que llegué a distancia de disparo. Y entonces, con una fuerte risa contenida, huyó volando. No escuché más este llamado, pero uno aún más sobrenatural se escuchaba cada noche y cada mañana  de varios individuos de esta especie que vivían cerca de las ruinas. Están descriptos en mi diario como parecido al grito de un hombre en medio de un gran dolor, y terminando en un agonizante y largo grito. Era indescriptiblemente horroroso, y finalmente se hacía tan desagradable que con gusto hubiera transformado a cada Herpetotheres cercano a la hacienda en un espécimen de museo.”

          En Tabasco (México) se le dice pájaro vaquero, por la semejanza de sus gritos con los que emplean los vaqueros al arriar las reses al redil. En Veracruz se lo conoce como llamanorte porque según los pobladores cuando canta posado en una rama verde anuncia lluvias  o “nortes”, pero si se posan en árboles secos, indican buen tiempo. Esta misma creencia se tiene en el nordeste brasileño.


 

El Guaco

 

Guaquito! S aum bircha, que sica-y ne’

Guaquito! Cuere sainé que dura né

Guaquito! Bonito cherri que usted vente conmigo

Deame in tranquito, en diras que no

Yo diré que no

Yo lo quiero a usted

Pero usted a mi no

 

Canción de los indios yaquis de Sonora México

 

Hood, Juliette Mouron. 1933. Andrew J. Grayson: The Audubon of the Pacific. The Auk 50(4):396-402.

 


         
 En la mitología e iconografía maya se consideraba que el Dios Pájaro Principal a veces sostiene una serpiente en el pico, y quizás sea una representación del halcón guaco tal como se ve en muchas piezas de cerámica.

          Los nativos de Guatemala le llaman guansi. En Nicaragua le dicen cuervo de lluvia porque grita después de la caída del sol, cuando suele llover. Totalmente opuesta es la creencia brasileña donde, como refleja la canción que elegimos como epígrafe, anuncia la sequía en el sertón nordestino.

          Para los ticos y otros pueblos centroamericanos es el halcón guaco. Para los indios huetares, el guaco los protegía especialmente de las serpientes venenosas porque visitaba  las cuevas en su  busca. Creían que el guaco era un mensajero de Dios y que su canto era la señal de una nueva vida o de una muerte.

          En El Salvador se le llama halcón guas, guaz o guaxe, nombre de origen nahuatl. El guaz indica con su presencia el inicio o el fin del verano y del invierno. Para la población nativa “el paso de los guaces” indicaba cuándo sembrar, al caer las primeras lluvias, y cuándo cosechar, al comenzar el verano.

          En Ecuador se lo conoce como valdivia y los campesinos la consideran de mal agüero creyendo que con su canto dice  “¡hueco va, hueco va!”, anunciando la muerte de una persona cercana.

          En Brasil, donde recibe el nombre tupí de acauá,  acaná o cauá (acá: decidido, y el sufijo dando la idea de peleador, pendenciero). Su grito es considerado tanto de buen como de mal augurio, según la región. En el Amazonas anuncia la llegada de forasteros. En la zona de Minas Geraes se cree que su canto dice “Deus-quer-um” (“Dios quiere uno”), como anunciando la  muerte de alguien de la casa.  Para otros señala  la buena fortuna.  Los indios lo denominan guira jeropari que significa demonio, y se cree que sus huevos son aplastados por el diablo. En el cuento “Acauá”, de Inglés de Souza, es un ave-demonio que hechiza a la hija del protagonista y termina convirtiéndola en ave.

          En Paraguay se lo conoce como macaguá, nombre quizás derivado de acauá, y según Félix de Azara “así le llaman, porque canta con claridad su nombre en libertad”. El Padre Nicolás del Techo describe las luchas del macaguá  con las serpientes: “Es digno de ver un combate entre estos animales; el ave se defiende con el pico y las alas; la serpiente ondula en el agua para buscar un lado vulnerable y evitar los golpes de su enemigo.” Y cuando las aves se ven heridas por el ofidio “comen la yerba llamada macaguá, que les sirve de antídoto”.

          El padre Montenegro dice de esta misma hierba: “escribe de ella el Padre Montoya, de donde es sacado su eptimología, que es nombre de un pájaro llamado Macaguá, el cual haciendo harnés, ó escudo de su ala pelea con la vívora hasta matarla, dándole fuertes picotasos por entre las plumas, y sintiéndose herido acude luego á comer la yerba, la cual le sirve de cura, y antídoto contra la maliciosa ponzoña de su contrario, y vuelve á la pelea, si acaso no quedó del todo muerta, y al instante se la traga entera, sin reserbar cabeza ni cola, con que se sustenta, y acaba de curar lo interno de sus entrañas de la venenosa cualidad fria de su veneno. Comidas sus ojas verdes como una cuarta de ellas, luego que pica la vívora, y asi mismo mascada y aplicada á la mordedura, queda, sin lesión y sin accidentes el herido”. En efecto Montoya relató que el ave se alimenta de serpientes como la yarará y la mboipoi, y luego de comer busca para curarse la hierba llamada caá macaguá (hierba del macaguá), isipó morotí o macaguá isipó (Cissampelos pareira). Esta es una trepadora de América Tropical que en otras regiones tiene los nombres comunes de abuta, hierba de la víbora, alcotán y huaco blanco. Tiene amplio uso en la medicina popular: las tribus ketchwa de Ecuador usan la decocción de las hojas contra la picadura de víbora. 


Caá macaguá
Montenegro, H. Pedro de – 1945 – Materia Médica  Misionera 


          Según Alcides d’Orbigny los indígenas de Santa Cruz  y Moxos (Bolivia) tienen “la idea que el grito del macaguá anuncia, infaliblemente, la llegada próxima de una piragua proveniente de países alejados; así, sin otro indicio que ese, se reúnen enseguida en el puerto para esperar a los viajeros. Aunque muy a menudo engañados por su absurda creencia, no por eso la abandonan desde hace siglos.” Como bien razona el naturalista francés, dado que es un ave que empieza a gritar ni bien divisa animales u hombres que se le acerquen, es probable que de allí haya salido la superstición. Los indígenas yuracares del Beni le llaman biyo y en Santa Cruz se le dice macono.

          En el litoral argentino se lo conoce como pájaro guaycurú o pájaro del indio. Ignoramos de dónde proviene el primer apelativo. Los guaycurúes eran una etnia que vivía en  la región del Gran Chaco, El nombre guaycurú proviene del guaraní gua: gente;  ai: malo, falso, traidor, y curú: sarna o suciedad de la piel. Era una designación peyorativa  que daban los guaraníes a estos pueblos que consideraban  bárbaros o salvajes. Hemos visto que ciertos diseños de pintura facial que utilizan en sus danzas los qom, uno de los grupos guaycurúes que han sobrevivido hasta nuestros días, semejan la cara del ave con su antifaz negro sobre fondo blanco.


Qom bolivianos danzando
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          Los qom lo designan como wa’qao que parece ser onomatopeyico. Cuando canta en primavera, en tiempo de sequia y viento norte, interpretan que está en conformidad con ese clima, pero si lo hace a destiempo significa que está por venir el viento norte. En general lo consideran de buen augurio.

ALEX MOUCHARD



 



+Arenas , Pastor y  Porini, Gustavo -2009- Las aves en la vida de los tobas del oeste de Formosa, Argentina. 281pp. Editorial Tiempo de Historia.
+Artera Vargas, Germán - - Las aves en las creencias populares. http://www.eluniverso.com/
+Beebe, C. William – 1905 - Two Bird-Lovers in Mexico. Boston and New York: Houghton, Mifflin and Company.
+Chapman, Frank M. – 1896 - Notes on Birds Observed in Yucatan.  Bulletin American Museum of Natural History. Vol. 8.
+Chinchilla Mazariegos, Oswaldo Fernando y Coe,  Michael D. -2005 - Imágenes de la mitología maya. 255 pp. Museo Popol Vuh.
+Hilje, Luko – 2004 - Alexander Skutch: ¿el último gran naturalista? -  Manejo Integrado de Plagas y Agroecología (Costa Rica) No. 72 p.1-9.
+Linnæus, C. 1758. Systema naturæ per regna tria naturæ, secundum classes, ordines, genera, species, cum characteribus, differentiis, synonymis, locis. Tomus I. Editio decima, reformata. – pp. [1–4], 1–824. Holmiæ. (Salvius)
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+Skutch, Alexander F. – 1971 - A naturalist in Costa Rica. 378 pp. Florida : University of Florida Press.
+Souza, Inglês de -2005. [1893]- Acauã. En Contos amazônicos. 3a ed. São Paulo: Martins Fontes.
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