"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


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domingo, 10 de febrero de 2019

EL PATAGÓN (Ochethorhynchus phoenicurus) Y ELIZABETH COXEN, LA TALENTOSA ESPOSA DE JOHN GOULD




“Me gustan tanto como las de Audubon”.


Prideaux John Selby

(carta a William Jardine, 26 abril 1831, refiriéndose a las láminas de “A Century of Birds from the Himalaya Mountains”)




Eremobius phoenicurus. Lámina de Elizabeth Coxen Gould

Darwin, C. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Part III - Birds, por John Gould.  London :Smith, Elder & Co. 1841.


DARWIN

El 23 de diciembre de 1833 Charles Darwin a bordo del Beagle llegaba a Puerto Deseado, sobre la costa patagónica de la actual Provincia de Santa Cruz. “La misma tarde bajé a tierra” – dice. Comenzó a recorrer los alrededores. Una llanura plana que presentaba “de trecho en trecho, manchones de hierba parda y coriácea, y algunos, aunque pocos, arbustillos espinosos”. Entre las pocas aves además de cóndores, jotes y bandurrias, observó en los valles “varias especies de insectívoros”. A una de ellas pertenecía un pequeño pájaro, el Patagón, que logró capturar y agregar a su colección.

“En su comportamiento general, el mismo parecido [a Furnarius y Opetiorhynchus (= Cinclodes)], junto con algunas diferencias, siempre me impactó.  Vive completamente en el suelo, y generalmente en lugares secos y estériles, recorre los matorrales dispersos, y a menudo vuela de uno a otro. Cuando se esconde en los arbustos levanta su cola, imitando en ese aspecto a Pteroptochos y Rhinomya [= Rhinocrypta]. Su grito es estridente, bastante reiterado, y muy parecido al de varias especies de Furnarius y Opetiorhynchus. El estómago de uno que abrí estaba lleno de coleópteros. Obtuve ejemplares de tres lugares de la costa de Patagonia; a saber, Puerto Deseado, San Julián y Santa Cruz; pero en ningún lugar es común” (Darwin, 1841) .


GOULD

En 1836, de regreso de su viaje, Darwin decidió entregar la mayor parte de su colección ornitológica de unas 468 pieles a la Zoological Society, de Londres. Los especímenes fueron entregados para su estudio a John Gould, tal como lo aclaró el mismo Darwin: “Cuando cedí mi colección de aves a la Zoological Society, el Sr. Gould amablemente se encargó de darme las descripciones de las especies nuevas y los nombres de aquellas ya conocidas”.

Gould que había empezado su carrera como jardinero paisajista era también un hábil taxidermista y había sido designado curador del museo de la Zoological Society. Su obra más conocida era la de haber embalsamado la jirafa que el pachá de Egipto, Méhémèt-Ali, había regalado al rey inglés, Jorge IV, y que había muerto tras dos años en cautiverio. Como antecedente en ornitología, había editado una colección de aves del Himalaya estudiada por Nicholas Aylward Vigors e ilustrada por su esposa Elizabeth Coxen Gould, nuestra protagonista. A ésta siguieron otras obras, especialmente “Birds of Europe” en 5 volúmenes, hasta que llegó a sus manos la colección de Darwin. Si bien Gould carecía de una educación superior formal, había adquirido a través de su trabajo en el museo una capacitación profesional en ornitología lo que le permitiría, a través de la clasificación de los especímenes y su localización geográfica, contribuir a la idea que estaba gestando Darwin sobre el origen de las especies.

Gould creó para el Patagón un género especial, Eremobius, “el que vive en el desierto” (del griego eremos: desierto, y bios: vida, sustento). Como nombre específico le aplicó phoenicurus, “cola roja” (del griego phoinikos: de color rojo púrpura, y oura: cola), describiendo “plumas de la cola pardo castaño en la base”.  Pero Gould no pudo terminar su trabajo con Darwin porque estaba encarando con su esposa un ambicioso proyecto: el estudio de las aves de Australia. “Debido al apuro ocasionado por su partida a Australia -una expedición de la cual la ciencia de la  ornitología obtendrá tan gran provecho— se vio obligado a dejar alguna parte de su manuscrito bastante incompleta, de modo que sin la posibilidad de comunicarme personalmente con él, me quedaron dudas en algunos puntos esenciales. El Sr. George Robert Gray, asistente ornitológico del departamento de Zoología del British Museum, se ha ocupado, de la forma más generosa de obviar esta dificultad, proporcionándome la información con respecto a algunas partes de la disposición general, e igualmente en el más complicado tema del conocimiento de qué especies ya han sido descriptas, y en el uso de los nombres genéricos adecuados” (Darwin, 1841). De tal forma Gray advirtió que el nombre Eremobius había sido previamente utilizado para un insecto ortóptero, y lo cambio por Enicornis, “ave extraña” (del griego hénikos: único, extraño, y ornis: ave). Actualmente se la ubica en el género de las bandurritas, Ochetorhynchus.

Finalmente la obra sobre las aves del viaje del “Beagle” fue publicada en 1841 con 50 láminas a color de algunas de las aves descriptas, realizadas por la esposa de Gould, Elizabeth Coxen. “Las ilustraciones adjuntas, que son 50 en total, fueron tomadas de bocetos hechos por el propio Sr. Gould, y realizadas en piedra [litográfica] por la Sra. Gould, con tan admirable éxito, como el que ha logrado en todos sus trabajos” (Darwin, 1841). Valga este reconocimiento de Darwin en el “Aviso” del libro, ya que en las láminas no figura el nombre de Elizabeth.


Retrato de Elizabeth Coxen Gould con una Cocotilla australiana (Nymphicus hollandicus)​.
Pintada por un artista desconocido tras su muerte.
Colección privada de su bisnieto Dr. Adan Edelsten.
http://nla.gov.au/nla.obj-150672913/view
https://aunl.org/



ELIZABETH

Elizabeth Coxen fue educada como una típica mujer de la Inglaterra victoriana, incluyendo algún entrenamiento en dibujo, pintura, música, idiomas y botánica. Una muchacha culta, talentosa y encantadora. Tras un breve trabajo como institutriz de una niña, durante el cual parece que se aburría bastante, Elizabeth conoció a John  Gould, a través de su hermano Charles Coxen que también se dedicaba a la taxidermia y era vecino y amigo de John.  Probablemente habrán paseado por el Jardín Zoológico de la Zoological Society, en cuya sede Gould alquilaba habitaciones. En enero de 1829 se casaron, teniendo ambos 24 años.  Elizabeth, aunque muy indispuesta por un embarazo malogrado,  empezó a dibujar aves para algunos clientes de John, lo que representaba un ingreso extra para la pareja.

Gould que tenía un espíritu muy emprendedor se había dado cuenta de que la litografía era un método de impresión que permitía obtener láminas de aves con más matices y un aspecto más vital que el grabado en metal que daba un aspecto de rigidez a las aves dibujadas.  Conoció al artista y poeta Edward Lear  que dominaba esta técnica. El mismo Gould era un mediocre dibujante pero tenía capacidad para captar a las aves en la naturaleza, su actitud, su postura, detalles de coloración y de la vegetación circundante. Mediante bocetos, esquemas y notas lograba transmitir esa información a sus dibujantes.  Por ello instó a su esposa a aprender con Lear lo secretos del dibujo de aves sobre piedra litográfica, además de diseño, composición y el estilo necesario para hacer parecer a las aves vivas.  Gracias a las enseñanzas de Lear comenzó una carrera como ilustradora de aves que la llevaría a realizar más de 650 láminas entre las que se encuentran algunos de los mejores exponentes del arte pictórico ornitológico del siglo XIX.

La primer parte de “A Century of Birds from the Himalaya Mountains” se publicó casi con el nacimiento de su primer hijo. La obra se vendió por suscripción y tuvo gran éxito, lo que permitió aumentar la independencia económica de la pareja y encarar otros proyectos. Siguió “Birds of Europe”, notable por los fondos naturalísticos, en la cual Elizabeth aportó las láminas de paseriformes y Lear, el resto. Paralelamente se ocupó del mencionado trabajo con Darwin.

Criticado por ser nada más que un ornitólogo de gabinete, Gould advirtió qué escaso era el conocimiento sobre las aves de Australia, a pesar de que hacía ya 50 años que los ingleses estaban instalados allí. Entonces concibió el proyecto de viajar a la lejana isla para obtener información para una gran obra sobre sus aves. Su amigo y cuñado Charles, se había radicado en New South Wales (Australia) con su esposa, ambos interesados en las ciencias naturales, y le habían enviado centenares de especímenes que los Gould publicaron en  “Synopsis of the Birds of Australia” (1837-38). Charles y su hermano Joaquin lo estimularon a realizar el viaje.  Pero no fue fácil convencer a Elizabeth de acompañarlo, porque ya tenían cuatro hijos para criar. Con gran dolor de Elizabeth, decidieron dejar a los tres menores, Charles (quien habría de ser geólogo, viajaría por Sudamérica y moriría en Montevideo),  Eliza y Louisa (de sólo seis meses), al cuidado de la madre de Elizabeth, en Londres. Fue muy angustiante para ella dejar a sus hijos y a su madre, incluso enfermó y estuvo a punto de no viajar. Finalmente los esposos se embarcaron junto con su hijo mayor John Henry (futuro médico y ornitólogo en la India), un sobrino, John Gilbert (colector y colaborador de Gould), Mary Watson (una doncella para ayudar a Elizabeth) y un sirviente. Todos sus asuntos en Inglaterra quedaron bajo el cuidado de su devoto y sacrificado secretario Edwin Prince, quien más de una vez le reclamaba por recibir de él sólo noticias de aves y muy poco de los demás asuntos, incluyendo el estado de su esposa.

Enicornis phoenicura. Dibujo de John Gerrard Keulemans

Scott, WED & Sharpe, RB.  Reports of the Princeton University Expeditions to Patagonia, 1896-1899. Volume II—Ornithology. Part IV. Stuttgart : Princeton, N. J. The University. 1915.


Los viajeros llegaron a Hobart (Tasmania) en 1838, donde Elizabeth habría de permanecer en la casa del gobernador John Franklin, futuro y malogrado explorador del Ártico, y de su esposa Jane.

“Sin embargo, sería una falta en cortesía y gratitud, si no reconociera especialmente la cálida amistad, y los muchos actos genuinos de amabilidad que recibí de parte de mis apreciados amigos Sir John y Lady Franklin, quienes, además de facilitar de todas formas mis asuntos, tanto públicos como privados, con la mayor generosa hospitalidad me recibieron a mí y mi familia en su casa, donde la Sra. Gould y mi hijo mayor, que me acompañaban, permanecieron casi diez meses” (Gould, 1848 )

Durante el viaje en barco y su estadía en tierra, Elizabeth  no dejó de dibujar para reunir material para la obra, realizando incluso los bocetos y diseños. Además hizo dibujos a lápiz y acuarela de diversas plantas nativas, muchas de ellas del jardín botánico de la Sra. Franklin, los que habría de usar para los fondos de las láminas de aves. “Durante su ausencia estoy dibujando tantas plantas nativas como puedo, quiero decir ramas de árboles, algunas de las cuales son muy lindas” (Elizabeth Gould).

Pero además de ello durante su estadía allí llevo adelante un nuevo embarazo y el nacimiento de su hijo Franklin Tasman “un muchacho prodigioso”, con la asistencia de su ya amiga Jane. Mientras tanto, malas noticias llegaban desde Londres, Louisa, la pequeña que había quedado allí con su abuela, sufría una enfermedad consuntiva y según el médico de la familia “no se creía posible que sobreviviera”. En cada carta a su madre Elizabeth se lamentaba por sus lejanos vástagos: “Mi querida y pequeña Louisa también está justo en una edad crítica, con toda probabilidad sacando los dientes. No me olvidé del cumpleaños de mi querida. Bendigo sus queridas caritas. Como adoro recordar sus miradas en lo profundo de mi mente…”. 

Más preocupación se agregaba a la sufriente Eliza (como la llamaba Gould)  por las correrías de su marido, no exentas de peligro, ya que tres de sus colaboradores (incluyendo a Gilbert) habrían de morir a manos de los aborígenes en distintos episodios. Además de Tasmania, Gould realizó viajes de colección desde Hunter Valley, en Nueva Gales del Sur, donde su cuñado Charles poseía la finca Yarrundi. Recorrió el vecino Liverpool Range, Namoi y, en Adelaida, Mount Lofty, Murray Scrubs, y la isla Kangaroo. Finalmente fue en busca de Elizabeth y viajaron ambos a Yarrundi donde permanecieron algunos meses, acompañándola ella en algunas excursiones como a la isla Mosquito (Queensland).

En 1840 regresaron a Inglaterra. Allí Elizabeth, mientras cursaba su octavo embarazo, trabajaba intensamente en los dibujos de “The Birds of Australia”. Sin embargo no pudo terminar esta tarea pues, tras dar a luz a su hija Sarah, falleció de fiebre puerperal en agosto de 1841.  Una vida breve sometida al esfuerzo de numerosos embarazos y a un intenso trabajo de producción de dibujos para las obras de su marido. Preocupado por la salud de Elizabeth, Lear comentaba que con su cuarto hijo en tres años ella “sufrió un trabajo de parto prematuro, de una forma tan peligrosa como para no dar esperanzas sobre su vida; sigue aun estando internada, hasta antes de ayer, y aunque por supuesto con vida, todavía está en peligro inminente”.

Gould quedó muy consternado por la pérdida de su compañera y colaboradora, teniendo además que enfrentar la crianza de sus hijos. Sin embargo, hombre emprendedor, reorganizó su equipo con nuevos dibujantes y colaboradores como Henry Constantine Richter, Joseph Wolf y William Hart.

Henicornis phoenicura

Chenu, JC. Encyclopédie d'histoire naturelle. Oiseaux 3. Paris :Maresq [1851-1860].


OBRA Y RECONOCIMIENTO

Apasionado por sus proyectos Gould se concentraba tanto en su trabajo, que parecía indiferente ante la situación que travesaban sus seres más queridos y al esfuerzo a que se veía sometida su esposa. Fue criticado por el deficiente o nulo crédito que dio a Elizabeth. Edward Lear que lo consideraba, más allá de cierta bonhomía, como un hombre “áspero y violento”, opinaba que “debía todo a su excelente esposa, y a mí mismo, sin esta ayuda en los dibujos no hubiera hecho nada”.  Pero, Elizabeth calló sobre este punto y en sus cartas nunca mostró disconformidad con su esposo.

Durante su breve vida Elizabeth realizó:

-las 80 láminas de “Century of Birds from the Himalaya Mountains” (1830-32). Aparece acreditada en las mismas con una nota que dice “Dibujado del natural y en piedra por E. Gould” pero sin su firma. Vigors, que ayudó con la taxonomía de la colección  dedicó una nueva especie, el bello Suimanga, Cynniris [=Aethopyga] gouldiae, “a la Sra. Gould, que ejecutó las láminas de estas aves himalayas”.

-380 láminas de The Birds of Europe (1832-36),  obra en la cual mediante el estudio de ejemplares taxidermizados y vivos logró dotar a sus figuras de una mayor plasticidad. Los créditos expresan “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”, dado que John reclamaba por el diseño de las láminas, aunque se han encontrado una cantidad de bocetos realizados también por su esposa. Esta obra requirió cinco años para su preparación durante los cuales Elizabeth llevó adelante cinco embarazos, dos de ellos malogrados. En el prefacio Gould decía “Quizás se me permita agregar, que no sólo la mayor cantidad por mucho de las láminas de este trabajo [el resto eran obra de Lear], sino todas las de «Century of Birds», de la «Monograph of the Trogons» y por lo menos tres cuartos de las de «Monograph of the Toucans» han sido dibujadas y litografiadas por la  Sra. Gould, a partir de bocetos y diseños hechos por mí y tomados del natural” (Gould, 1848).

-la mayor parte de las 36 láminas de “A monograph of the Trogonidae, or family of trogons” (1834-36). En las láminas dice “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”. 

-24 láminas de “Monograph of the Ramphastidae” (1834), que en la edición alemana se adjudican a I.[ohannes ?] Gould.

-50 láminas de la obra de Darwin “Voyage of HMS Beagle” (1838), sin firma pero con el reconocimiento de Darwin que ya hemos visto.

-20 láminas para “Icones Avium” (1838), con la leyenda “Dibujado del natural y en piedra por J. & E. Gould”. 

-120 láminas for “Synopsis of the Birds of Australia and the Adjacent Islands” (1837-38), sin firma, más 18 láminas no publicadas.

-84 láminas de las más de 600 láminas de Birds of Australia (1840-1848). Aquí Elizabeth alcanzó el mejor nivel de su carrera.  Además de sus magníficos dibujos, verdaderas obras de arte, produjo muchos bocetos con diseños originales. Sus dibujos inconclusos sirvieron de base para que Henry Constantine Richter completara la parte gráfica de esta producción que se publicó en siete volúmenes. Los créditos señalan “J. & E. Gould del et lith”, es decir “Dibujado y litografiado por J[ohn] y E[lizabeth] Gould”. En el prefacio Gould escribió: “Al concluir mi «Birds of Europe», tuve el agradable deber de establecer que casi la totalidad de las láminas habían sido litografiadas por mi amable esposa.  Tendría la felicidad de hacer una afirmación similar con respecto al trabajo previo; pero ¡ay! No es el caso, habiéndole agradado al Sapientísimo Hacedor de Sucesos llevársela del mundo sublunar en el corto lapso de un año tras nuestro regreso de Australia,  habiendo hecho durante su estadía en ese país una enorme cantidad de dibujos, tanto ornitológicos como botánicos, por medio de su inimitable mano y lápiz”. 

Gould le dedicó una especie a la que lamentablemente se la asocia con él y no con Elizabeth,  es el bello Diamante de Gould (Amadina [=Chloebia] gouldiae). En la dedicatoria, con palabras que expresan con mayor énfasis su amor, su dolor y tal vez su admiración, decía: “Es por lo tanto que, con sentimientos de naturaleza nada común, me he animado a dedicar este nuevo y adorable pajarito a la memoria de aquella, que además de ser una esposa tan afectiva, durante una cantidad de años trabajó tan duro y tan celosamente me asistió con su lápiz en mis diversos trabajos, y quien, tras haber circunvalado la Tierra conmigo y enfrentado muchos peligros con un coraje sólo igualado por sus virtudes, mientras alegremente se ocupaba de ilustrar la presente obra, fue llamada por la divina voluntad de su Creador desde éste a otro mundo más brillante y mejor; y estoy seguro que al dedicar esta ave a la memoria de la Sra. Gould, tendré la completa aprobación de todos aquellos que la conocieron personalmente, así como de aquellos que sólo la conocieron como artista a través de sus delicados trabajos”.

Pero obsérvese que, a pesar de estos reconocimientos, el nombre de Elizabeth no es pronunciado, su presencia queda oculta en medio de la complicada retórica victoriana con el apelativo “Sra. Gould”. Su marido, evidente autor intelectual de las obras, se resistía a darle un lugar en la autoría de esos trabajos, que más allá de su valor científico se vendían a un alto precio especialmente por la gran belleza de sus láminas, muy apreciadas por los bibliófilos. Aún hoy en día el valor de estos libros es tan alto que en las subastas muchas veces son desmembrados para vender las láminas por separado, considerando que hay pocos candidatos para la compra de la obra completa y que se obtendrá un mejor resultado final al subastar las láminas sueltas.

                                                           ALEX MOUCHARD



LOS NOMBRES DEL PATAGON

Los pájaros pequeños no suelen recibir nombres específicos de parte de las distintas culturas que conviven con ellos. Especialmente si su plumaje, comportamiento y demás características no son destacados, como ocurre con estos furnáridos. En estos casos los nombres son "librescos", es decir dados por ornitólogos debido a la necesidad de ponerle un nombre en el idioma local.

El nombre de Patagón se refiere indudablemente a la zona geográfica donde habita, siendo prácticamente endémico de la Patagonia.

También se le ha dado el nombre de Turco (Zotta,1938) o Turca. Este parece ser una confusión con un ave chilena el Pteroptochos megapodius del que ya Darwin informaba: “es llamado por los Chilenos «El Turco». Sobre el mismo, Claudio Gay señala: “Su nombre proviene de la palabra turco, que pronuncia bastante distintamente y muchas veces de seguido”. Si bien pertenece a otra familia (Rhinocryptidae) se asemejan ambos en la forma de levantar la cola y correr velozmente por el suelo, aunque habitan ambientes diferentes.

El nombre Bandurrita Turca (Zapata, 1967) asocia el nombre anterior al de Bandurrita que  se da a varios furnáridos de los géneros Upucerthia y Ochetorhynchus, probablemente por el pico curvo de algunas de ellas que recuerda al de las bandurrias (Género Theristicus), si bien el Patagón tiene el pico recto como bien señalaba Rodulfo Philippi (An. Mus. Nac. Chile, 15, 1902): “No comprendo como el Señor Desmurs quiere confundirla [a Ochetorhynchus ruficauda] con el Eremobia phoenicurus de Gould, que tiene el pico mui derecho". 


Finalmente como nombre patrón se ha elegido Bandurrita Patagónica (Navas, 1995) y también ha recibido el de Bandurrita de Cola Negra debido al extremo negro de las timoneras.  





-Ashley, Melissa -2016- Biographical Sketch of Elizabeth Gould.    https://melissaashley.com.au/2016/06/15/biographical-sketch-of-elizabeth-gould/
-Ashley, Melissa -2013- Leaves of a diary: Searching for Elizabeth Gould in the archives of the Mitchell Library. Text 17(2). http://www.textjournal.com.au/oct13/ashley.htm
-Darwin, Charles –1983– Viaje de un naturalista alrededor del mundo. 2 vols. Madrid :Akal.
-Darwin, Charles –1841- The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle ... during the years 1832-1836. Part III.  Birds, por John Gould. London :Smith, Elder & Co.
-https://es.wikipedia.org/
-https://www.biodiversitylibrary.org/
-Gay, Claudio –1847- Historia Física y Política de Chile. Zoología. Tomo Primero. Paris.
-Gould, John –1837- The Birds of Europe. London.
-Gould, John –[1840]-48- The birds of Australia. London.
-Lemmer, Leone & Stephens, Matthew – 2018 - Elizabeth Gould (1804-1841). https://australianmuseum.net.au/learn/collections/archives/john-gould/elizabeth-gould-1804-1841/
-Navas, J et al. –1995- Lista patrón de los nombres comunes de las aves argentinas. Asociación Ornitológica del Plata.
-Newman, Alexandra K. – 2018- Elizabeth Gould: An Accomplished Woman. https://blog.library.si.edu/blog/2018/03/29/elizabeth-gould-an-accomplished-woman/
-Tree, Isabella –1992 – The ruling Passion of John Gould. New York :Grove Weidenfeld.
-Zapata, ARP –1967– Aves de Puerto Deseado. Hornero 10: 374. Asociación Ornitológica del Plata.
-Zotta, AR -1938-Lista sistemática de las aves argentinas. Hornero 7:107. Asociación Ornitológica del Plata.

sábado, 2 de agosto de 2014

EMILIA SNETHLAGE, EXPLORADORA DEL AMAZONAS

“Para mi felicidad, mi vista está tan acostumbrada y aguzada y conozco a las aves tan bien, que ya sé casi en el mismo instante qué es lo que se posa delante de mi.”


                                                                                                          Emilia Snethlage




SELVA ENTRE DOS RIOS




Sanjad, N. Snethlage, R. M.; Junghans, M.; Oren, D. C. -2013 - Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas  8 (1):195-221


Hacia principios del siglo XX existía una importante región en el estado de Pará, Brasil, aún poco explorada por la civilización occidental. Dicha región se extiende entre los ríos Tapajoz y Xingu, y más precisamente entre los ríos Iriri (afluente de la margen izquierda del Xingu) y el Jamauchim (afluente de la margen derecha del Tapajoz).

Allí se dirigió nuestra intrépida protagonista, Emilia Snethlage, con el proposito de explorarla ya obtener materiales para el Museo Parananse Emilio Goeldi donde trabajaba.


Mapa de la región explorada.
Snethlage, E. – 1912 - A travessia entre o Xingú e o Tapajoz. Boletim do Museu Goeldi 7:49-92.


Con el apoyo de la firma comercial Souza e Braga y del coronel Raymundo Brazil y otros propietarios de los seringales (explotaciones de caucho) del Tapajoz medio y del bajo Jamauchim, Emilia intentó primeramente el acceso por estos ríos, partiendo el 11 de octubre de 1908 y llegando hasta Tucunaré, ultima región habitada del Jamauchim. Más allá se le hizo imposible avanzar debido a una serie de cascadas y saltos muy importantes, apenas pasando la boca del Arury.


MUSEO EMILIO GOELDI

Frente del Museo
  http://brasil.urbansketchers.org/


Desde su fundación en 1866 el Museo Emilio Goeldi es reconocido mundialmente, como un importante centro de estudios amazónicos. Se originó en la Asociación Filomática, fundada bajo el auspicio del zoólogo suizo Louis Agassiz, quien realizó una expedición por  Brasil en los años 1865/1866. Esta Asociación  pasó a ser el Museo Paraense, gracias al trabajo de un equipo de científicos dirigidos por  Domingos Soares Penna.

El 31 de diciembre de 1900, por decreto del gobernador del estado de Pará, recibió el nombre de Museo Paraense Emílio Goeldi, “en atención a los relevantes servicios prestados por el Dr. Emilio Augusto Goeldi, Director del Museo Paraense, en la organización de este importante establecimiento”.

Plano del Museo hacia fines del siglo XIX.
     Boletim do Museu Paraense de Historia Natural e Ethnographia. II – 1897-1898.Pará.


Además de los especímenes conservados de fauna y flora, el ámbito del museo es un jardín zoo-botánico con especies nativas del Amazonas  y un lago con victoria-regias. Tiene una biblioteca especializada y una gran cantidad de material arqueológico y etnológico de las etnias amazónicas.






Emilia no se dejó vencer por este inconveniente y muy pronto estaba intentado acceder a esa región desde el río Xingú. A principios de junio de 1909 llegó en el vapor Brito a Victoria, puerta de entrada a los territorios del Xingú. Un mes más tarde partió de Forte Ambé en un igarité o canoa grande que tras cinco días de navegación la llevó hasta la primer cascada del río Iriri. Quedó sorprendida por el  espectáculo de la vegetación que rodeaba los saltos. Todas las rocas estaban cubiertas de verdaderos colchones de podostemáceas. También eran notables los palmares de babassú (Attalea speciosa) una palmera de gran importancia económica.


Attalea speciosa Mart.[Orbignya phalerata Mart.]   
Orbigny, A.D. d’, Voyage dans l’Amérique Méridionale, vol. 7(3): t. 13 (1847)


Al día siguiente llegaron a Santa Júlia, la colonia más antigua del  Iriri. De allí partieron para la boca del Curuá, para lo cual tuvieron que pasar por dos cascadas “fuertes” que obstruyen el curso medio del Iriri.  El 30 de julio arribaron a  Sao Francisco, donde por primera vez en casi un mes pudo dormir en una casa.  Luego continuaron hasta la boca del río Curuá. Aquí encontró a las tribus de los chipayas y los curuahés, que habían sido mencionadas por viajeros anteriores como el príncipe Adalberto de Prusia, Henri Coudreau y Karl von den Steinen, aunque ninguno de ellos tuvo contacto directo con estos indígenas.

Los chipaya vivían en el alto Curuá y el alto Iriri, retirados de la civilización, aunque algunos trabajaban como tripulantes del servicio  de canoas. Los curuahés que conoció le parecieron mansos y tímidos ya que vivían bajo el patriarcado de Manoelsinho, un chipaya que habitaba en los límites de la civilización. Pudo registrar los idiomas de ambas tribus, que diferían entre sí, aunque sin embargo sus vestidos, armas y ornamentos eran similares.Estos indígenas cazaban con flechas de caña con punta de madera blanca o hueso y base de plumas de mutum o muitú (Crax fasciolata). Además tenían otras flechas de punta muy fuerte y ganchuda que usaban para la guerra y cuya cola estaba hecha con rectrices de harpía o gavião real (Harpyia harpyja).

El 9 de agosto comienzan a remontar el Curuá, río de un centenar de metros de ancho, plagado de rápidos y cascadas y rodeado de selvas muy desarrolladas llenas de árboles de seringueira (Hevea brasiliensis L. ) y también de caucho (Hevea benthamiana Müll. Arg.).  Las numerosas playas de las márgenes y de las islas les proporcionaron abundante cantidad de huevos de tortuga tracajá (Podocnemis unifilis). En esos lugares eran comunes las huellas de la onça pintada, minem o yaguareté, de los cuales habían sido muertos siete ejemplares en los últimos dos años. Los indígenas gustaban de tener muchos animales domesticados que llevaban incluso en las canoas: macacos pregos o coatás (posiblemente Ateles belzebuth), araras, papagayos y periquitos de varias especies.


Finalmente el 28 de agosto partió con un grupo de indígenas curuahés, cuatro hombres y tres mujeres,  hacia el alto Jamauchim. El viaje comenzó por una zona de morros de 200m de altura que luego se transformaron en una verdadera sierra con picos de hasta 400m.


           Indios chipaya y curuahé, en la margen del río Curuá.
Snethlage, E. – 1912 - A travessia entre o Xingú e o Tapajoz. [1910].Boletim do Museu Goeldi 7:49-92.


La alimentación se basaba en lo que encontraban en el camino. Frutas, especialmente de isari o yatobá (Hymenaea), a veces castanha-do-pará (Bertholletia excelsa) y  palmito de açaí (Euterpe oleracea), que  crecía en los valles, bulbos subterráneos de hothin-á (marantácea), de sabor parecido a la batata. Otra raiz, que preparaban como gachas con miel, se llamaba hamai-pin, tenía aspecto de bulbo irregular, cáscara negra y pulpa blanca muy suculenta. También obtenían miel de abejas Melipona, de la que había dos especies abá,  pequeña, amarilla e inofensiva, que hacía sus nidos en huecos de troncos gruesos. Y la  ató, peluda y negruzca, con un nido cónico enorme en la copa de árboles altos como el monguba (Pachira aquatica Aubl.). Ambas producen una miel excelente, dulce y aromática, que los indios bebían mezclada con agua. Era frecuente que los indígenas tumbaran árboles grandes, por medio de sus primitivas herramientas, para procurarse panales o huevos y pichones de aves como el mocorro o tuyuyú (Mycteria americana).


Entre los mamíferos eran abundantes los monos como el cuxiú de nariz blanca (Chiropotes albinasus) y el coatá o mono araña de frente blanca (Ateles marginatus). Los primeros eran muy tranquilos y se paseaban por las ramas bajas sin cuidarse de las flechas. Los coatá, que andaban en grupos de 6 a 10, huían en forma explosiva con gritos rabiosos, sacudiendo las ramas y amenazando colgados de sus colas. Los guaribas o monos aulladores (Alouatta  guariba)   frecuentaban  las orillas del  Jamauchim; tambien vio macacos de prego o monos capuchinos (Cebus apella fatuellus)y los macacos de cheiro o mono ardilla (Saimiri sciureus), en grupos muy numerosos. Los Cebus parecían no tener  miedo a los hombres pero se retiran lentamente y una vez a cierta distancia huian entre las copas ruidosamente. Otra especie muy confiada y bonita era la pequeña uapussa o boca de agua (Callicebus sp.) de barriga color rojizo  que vivían aislados o en grupitos de 2-3 individuos. Los taitetú o pecaríes (Tayassu pecari) proporcionaban una buena comida cuando podían cazarlos.

Entre las aves menciona al jacamin o trompetero de alas oscuras (Psophia viridis) y el mutum pinima (Crax fasciolata), e innumerables especies de pájaros. Entre los reptiles las tortugas jaboty o jabuti (Chelonoidis denticulata) y algún yacaré pequeño.

Finalmente el 5 de septiembre llegaron al río Jamauchim. Aquí pudieron pescar lo suficiente como para mantenerse el resto del viaje: curimatá (Prochilodus scropha), bacú o pacú de vientre rojo (Piaractus brachypomus), tucunaré (Cichla)y trahira (Macrodon trahira).

En esta parte del viaje Emilia sufrió la incertidumbre del rumbo a seguir, aunque descendían el Jamauchin, porque sus acompañantes indígenas desconocían la región, y además se les estaba terminando la provisión de fariña. A pesar de haber encontrado rastros de los seringueiros a fines de septiembre, tardaron varios días más en llegar a zonas pobladas.

Allí tras proveerlos de abundante fariña despidió a sus fieles compañeros de viaje que la habían guiado durante un mes, voluntariamente, sin exigir paga alguna. Sin duda, reflexiona Emilia, podrían haberla abandonado en más de una ocasión acuciados por el hambre y el temor a las tribus de carajas, dejándola abandonada a una muerte segura. Aprendió a estimar a los indios curuahés como gente esencialmente buena, de carácter infantil y amable, dóciles, no carentes de inteligencia, y dignos de una mejor suerte. Ya que muchas tribus ya en esa época habían sido salvajemente aniquiladas “por una civilización no siempre superior desde el punto de vista moral a sus costumbres primitivas”.

El 4 de octubre pasó por los “portones”, grandes cascadas, tras las cuales el río se hace manso, llegando a Santa Helena y el 15 de octubre, a Sao Joaquim, en la boca del Jamauchim y luego a Sao Luiz,donde pudo abordar el vapor que bajaba por el Tapajoz hasta Santarem.

Para dar una idea de lo difícil que habrá sido el viaje de Emilia señalemos que además de las inclemencias del tiempo, debió soportar ataques de malaria, la falta de agua y alimentos, las nubes de mosquito y mbarigüíes y la presencia de los yaguaretés y los ofidios. Su viaje, además de proporcionar una gran cantidad de información y especímenes para el Museo, permitió demostrar que entre ambos ríos no había comunicación fluvial como se suponía ya que se interpone entre ellos, una verdadera sierra, quizás las más alta de la Amazonia.


EMILIA


                                         
                                                 EMILIA SNETHLAGE
                                                Museu Paraense Emílio Goeldi
                                                         http://chc.cienciahoje.uol.com.br/


Henriette Mathilde María Elisabeth Emilie Snethlage (1868– 1929), naturalista y ornitóloga, nació en Kraatz,  Brandenburgo, Alemania.

Con apenas siete años disfrutaba la lectura de Entdeckungsreisen in Feld und Flur [Jornadas de descubrimientos en campos y campiñas], de Hermann Wagner y, acompañada de su hermano comenzó a hacer un herbario de su región llegando a tener un gran conocimiento de la flora nativa pese a su corta edad. Asimismo empezó a realizar observaciones sobre las aves, que con el tiempo serían sus favoritas.

Tras un período de trabajo como institutriz en Inglaterra, Irlanda y Alemania, cuando tenía 31 años, y gracias a una pequeña herencia pudo cumplir su sueño de estudiar historia natural en la Universidad de Berlín, y luego en Jena y Freiburg im Breisgau donde se doctoró en filosofía natural en 1904, con un trabajo sobre entomología. Tuvo como profesores preferidos al zoólogo August Weissman y al paleontólogo Johann  Steinmann. Trabajó en el Museo de Historia Natural de Berlín como asistente del ornitólogo Anton Reichenow, quien la recomendó a Emílio Goeldi  para el Museo Paraense de Historia Natural y Etnografía de Belém. Allí llegó en 1905 y se encargó de reordenar la colección ornitológica con el asesoramiento de especialistas como Hans von Berlepsch, Carl Hellmayr y Ernst Hartert, y del mastozoólogo Olfield Thomas.

Para complementar esta actividad se vio precisada a hacer numerosos viajes de colecta de aves hasta Acre y a otras remotas regiones amazónicas. El más importante fue la travesía que reseñamos realizada entre los ríos Xingu e Tapajoz, en 1909. Era la primera vez que una persona blanca recorría ese trayecto y aún más extraño es que se trataba de una mujer, por eso los que no la conocían creían que el protagonista de ese viaje había sido en realidad un hombre. Para evitar el equívoco Emilia mantenía una apariencia bien femenina, llevaba el pelo largo, a pesar de reconocer que el pelo corto le sería mucho más cómodo para sus viajes, y sólo en éstos usaba pantalones.

Emilia contaba con la ayuda de un asistente de apenas 15 años de quien dice: “El pequeño Oscar dispara muy bien, es muy aplicado, solícito, honesto, una personita realmente simpática, con quien estoy plenamente satisfecha.” Ella misma era muy buena tiradora y preparaba de forma excelente las aves que obtenía. Más de 10.000 ejemplares de aves y mamíferos acondicionados por sus manos enriquecen los museos brasileños, alemanes y norte-americanos.

Emilia con sus ayudantes y su escopeta de caza
http://revistapesquisa.fapesp.br/es/2011/10/01/entre-las-aves-de-la-selva/



Mostraba además una gran energía en estas salidas de campo cargando durante varios kilómetros su mochila llena de rocas, o  como ocurrió, cierta vez llevando un ejemplar de tamanduá durante casi una jornada entera. En una oportunidad una piraña le mordió el dedo mayor de su mano derecha, el cual apenas quedó sujeto por un poco de carne, y finalmente ella misma tuvo que amputárselo, al no haber nadie que se animara a hacerlo.

Su rutina en el campo, generalmente en sitios aislados, consistía en levantarse al amanecer, bañarse en un arroyo o una cascada, tomar su café y salir con la escopeta y la mochila a la selva. Generalmente iba sola para poder observar la fauna con más tranquilidad y registrar su comportamiento. Permanecía varias horas, sentada en un tronco, fumando su cigarro para alejar a los mosquitos.  A eso de las dos o tres de la tarde, regresaba al campamento, volvía bañarse para librarse de garrapatas, ácaros y otras plagas. Hacía un breve almuerzo y luego anotaba sus datos en un cuaderno y preparaba los animales obtenidos. A la noche seguía con sus anotaciones, la lectura de la bibliografía para aclarar algún tema, la charla con los pobladores, algún juego de solitario y sus oraciones.


Con la mascota del Museo con su cuidador.
http://www.agencia.fiocruz.br/


De 1914 a 1922 la “senhorinha doutora” fue directora del Museo Paraense Emilio Goeldi y los resultados de su trabajo se vieron plasmados en el Catálogo das Aves Amazônicas (1914) y en más de 40 artículos publicados en el Journal für Ornithologie y en el Ornithologische Monatsberichte.  Pero debido a la entrada de Brasil en la primer guerra mundial y a la crisis económica de la posguerra, el Museo Paraense entró en declinación. Emilia fue alejada durante un tiempo de la dirección por ser ciudadana de un país enemigo y más tarde fue acusada de repartir los alimentos destinados a los animales, entre los empleados más necesitados. Por ello fue exonerada de su cargo y tuvo que aceptar el trabajo de naturalista viajera que le ofreciera el Museo Nacional de Rio de Janeiro en 1922.

Durante su exoneración del Museo, Emilia se refugió en la misión franciscana de Sao Antonio do Prata, donde  pese a ser protestante era muy bien recibida por las monjas y aprovechaba para seguir observando la naturaleza.
Snethlage, E. 1917 - Nature and Man in Eastern Pará, Brasil. The Geographical Review (New York), 4(1): 41-50



Siguió allí estudiando la avifauna brasileña, siempre viajando, por Minas Gerais,  Maranhão,  Ceará,  Espírito Santo, Santa Catarina, Paraná, São Paulo, Bahía,  Paraná, Rio Grande do Sul, Argentina e Uruguay. También recorrió largamente el río Araguaia, afluente del Tocantins.

En el Museo Nacional de Rio de Janeiro, en 1926
(Fotos: Arquivo Guilherme De La Penha/MPEG)
http://www.agencia.fiocruz.br/


Emilia, incansable, a los 61 años, decidió recorrer el rio Madeira para estudiar la avifauna de la frontera con Colombia y Ecuador, pero sufrió un ataque al corazón y falleció en Porto Velho, donde se encuentra su sepultura.

Sepultura de Emilia en Rondonia.
Sanjad, N. Snethlage, R. M.; Junghans, M.; Oren, D. C. -2013 - Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas  8 (1):195-22


Emilia Snethlage fue la ornitóloga que más contribuyó al conocimiento de la avifauna de Brasil desde la época de Johann Natterer, quien trabajó en Brasil entre 1817 y 1835. Describió cerca de sesenta especies y subespecies de aves.  En 1926 fue incorporada  a la Academia Brasilera de Ciencias. El gran ornitólogo Helmut Sick le dedicó su libro Ornitologia brasileira (1985) y en 2002 le fue dedicada la cotorra de Madeira Pyrrhura snethlageae.

En sus expediciones también hizo observaciones sobre los pueblos indígenas como los chipaya y los curuahé o kuruaya, casi completamente desconocidos. Sus colecciones etnográficas, además de Brasil, se encuentran en el Museo de Etnología de Berlín.

Emilia nunca se casó ni tuvo hijos, sólo vivió para la ciencia y lo hizo con gran sobriedad, pero con alegría como cuando escribía sobre las aves y los indígenas. Fue una gran amante de la naturaleza con la cual llenaba las horas de su vida: “Una nueva diversión para mí – una de las mayores que conozco – es quedarme observando las grandes araras, de las que hay un gran número. No existe nada más lindo que quedarse mirando esos bichos maravillosos con sus colores rojos y azules relucientes en las copas verdes, donde suben y bajan por las ramas con movimientos lentos y, de vez en cuando, sueltan un grito áspero. Como no pensar entonces en las horas en que  acostumbraba a quedarme soñando delante de los cuadros de araras de Brehm, ya en ese tiempo deleitándome con fantasía en las escenas que  tenía esperanza de ver algún día en vivo. Mas, ¿qué es un cuadro frente a la realidad?”.



Alex Mouchard

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REFERENCIAS

Cunha, Oswaldo R. -1989- Talento e atitude: estudos biográficos do Museu Emílio Goeldi. Belém: Museu Paraense Emílio Goeldi.

en.wikipedia.org

http://brasil.urbansketchers.org/

Junghans, Miriam -2008- Emilia Snethlage (1868–1929): uma naturalista alemã na Amazônia- História, Ciências, Saúde 15, supl.:243-255. Manguinhos, Rio de Janeiro

Lutz, Bertha. -1958-. “Emilie Snethlage (1868-1929)”. En: Museu Nacional /Universidade do Brasil. Relatório annual, 1957. Río de Janeiro, pp. 39-43.

Sanjad, Nelson; Snethlage, Rotger Michael; Junghans, Miriam; Oren, David Conway. -2013 - Emília Snethlage (1868-1929): um inédito relato  de viagem ao rio Tocantins e o obituário de Emil-Heinrich. Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas  8 (1):195-221.

Snethlage, E. 1917 - Nature and Man in Eastern Pará, Brasil. The Geographical Review (New York), 4(1): 41-50

Snethlage, E. – 1912 - A travessia entre o Xingú e o Tapajoz. [1910].Boletim do Museu Goeldi 7:49-92.

www.odontovidapara.com.br/


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