"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


viernes, 10 de enero de 2020

EL BAILARÍN AZUL (Chiroxiphia caudata) Y TADEUSZ CHROSTOWSKI, PADRE DE LA ORNITOLOGÍA PARANAENSE



“Lejos de la patria - en Foz de Iguazú, rodeado de hierbas azules, duerme tranquilo en su tumba, disfrutando el hechizo de la selva, la canción eterna de los bosques…”

Poema de Wojciech Breowicz (1938), dedicado a la memoria de Tadeusz Chrostowski






Long-tailed Manakin, dibujo de Willliam Swainson (1841)



En la segunda década del siglo XX, como muchos otros nobles europeos, los integrantes de la familia polaca Branicki se dedicaban a dilapidar sus fortunas en los círculos de la Belle Époque parisina, abandonando la vocación mecénica de sus antepasados. El museo zoológico financiado por la familia, Muzeum Zoologiczne Branickich, y dirigido por Jan Sztolcman, se encontró en dificultades para encarar nuevas expediciones de búsqueda de material para sus colecciones.  Uno de sus colaboradores voluntarios era el naturalista Tadeusz Chrostowski quien, habiéndole sido negado el apoyo financiero del gobierno ruso, se encontraba buscando fondos en Varsovia para su segundo viaje a Brasil, al estado de Paraná, sede de una importante colonización polaca, tras haber vuelto de un promisorio primer viaje a ese lugar. Dados los menguados recursos del Museo, Chrostowski buscó y consiguió ayuda de Carl Eduard Hellmayr, curador de ornitología del Museo de Zoología de Munich (Alemania), quien lo alentó a estudiar la avifauna del planalto meridional brasileño. A cambio  de su aporte, Tadeusz debía cederle los ejemplares duplicados que pudiera colectar (Straube & Urben, 2002).


A mediados de 1913  Chrostoswski desembarcaba en Santos, dirigiéndose por tren a San Pablo, donde visitó el Museo Paulista y a su director, Hermann von Ihering. Poco después se encontraba en Curitiba desde donde atravesando una zona de campos abiertos con manchones de bosques de araucarias, próximos a las nacientes del río Iguazú, alcanzó Río Negro en el límite con el estado de Santa Catarina. Siguiendo en ferrocarril llegó a Tres Barras. Se instaló en la cercana colonia Antônio Olinto, sobre el río Negro. El lugar estaba rodeado de áreas inundables y, más al sur, por espesas selvas, de las que hoy apenas quedan 4300 ha reforestadas y protegidas en la Floresta Nacional de Três Barras. Pasó allí varios meses estudiando la interesante avifauna y colectando ejemplares (Straube, 2016).


Selva virgen – Chrostowski (1922)



A fines de 1914 se trasladó a la cercana Terra Vermelha, en la desembocadura del río Negro en el Iguazú. Allí establecieron campamento con sus acompañantes, junto a unos esteros y cañaverales, donde desarrollaron las tareas de campo, acosados sin piedad por los mosquitos. En las noches, “toda la vegetación alrededor de mi tienda vistióse con una luz plateada de luna, como un manto fantasmal. Las oscuras profundidades del bosque se convirtieron en espacios misteriosos; las voces que de allí venían, parecían expresar la desesperación y discordia a las que estaban condenadas. Este poderoso e impactante momento en la selva brasileña me causó sentimientos de ansiedad y miedo”. Chrostowski no se limitaba a coleccionar aves y preparar pieles, sino que, precursor de la ornitología de campo, dejó valiosas observaciones sobre el comportamiento de las aves en su medio ambiente, doblemente valiosas ya que el paisaje no tardaría en desaparecer bajo el avance implacable de los cultivos y poblaciones.

Así en medio de la frondosa mata, pudo observar y relatarnos las evoluciones del bailarín azul: “Al observar los movimientos contenidos y lentos de los monos aulladores, escuché al otro lado algo que sonaba como una canción animada. Era una voz que había escuchado muchas veces en los grandes bosques, y sabía que se trataba de una especie de tangará azul, con la pluma central de la cola alargada (Chiroxiphia caudata). Sin embargo, estas aves son muy cuidadosas durante sus ceremonias y nunca era posible atraparlas por sorpresa: el más mínimo ruido o el quiebre de una ramita en el suelo provocaba inmediatamente un alerta por parte del líder, lo que hacía que el grupo se dispersara hacia todas partes, dando una voz repetida con un tono lloroso. Esta vez, sin embargo, sucedió lo contrario: entre los arbustos vi sobre un gran tronco caído un gran grupo de estas aves. Tales músicos se posaban débilmente aferrados a la corteza del tronco y bailaban entre varias parejas de pájaros, moviéndose rítmicamente con el canto. El baile consistía en subidas y bajadas rítmicas de los bailarines. De vez en cuando se escuchaba la voz del director seguida de una pausa, luego nuevamente la señal empezaba a sonar. Los movimientos de las aves eran tan atractivos, elegantes, suaves y ágiles, y todos tan armoniosos que durante mucho tiempo permanecí inmóvil para no perder esta visión tan inusual, incluso en Brasil. Entonces recordé las palabras de un mestizo sobre que podría volverme muy rico si lograra reunir algunas de estas aves para organizar un show de música y juegos para actuar en todo el mundo” (Straube, 2016).


The Long-tailed Manakin, dibujo de Frederick Polydore Nodder (Shaw, 1793) 



EL BAILARIN AZUL

El zoólogo George Shaw era encargado del sector de historia natural del Museo Británico. Para compensar su magro salario editaba una publicación popular con dibujos y textos sobre animales. Allí publicó un dibujo y una breve descripción de un pajarito al que calificó como “el más brillante de su tribu” y del que sólo sabía que se encontraba “en las partes más cálidas de Sudamérica”. Así ingresó en el año 1793 el bailarín azul en el amplio templo de la ciencia.

Pero casi doscientos años antes, el baile del tangará (como se le dice en Brasil) llamó la atención del jesuita Fernão Cardim (1625) quien revelaba lo siguiente “no canta, pero tiene algo maravilloso y es  que tiene ataques de gota coral [epilepsia], y por esta razón los indios no lo comen por no contraer la enfermedad; tiene una especie de baile gracioso, a saber,  uno de ellos se hace el muerto, y los otros lo rodean, saltando y haciendo un extraño canto de  gritos que se escucha de muy lejos, y cuando termina esta fiesta, gritería y bailes, el que estaba como muerto se levanta, da un gran silbido y grita, y luego todos se van, y se acabó la fiesta,  y están tan concentrados en ella cuando la hacen, que cuando son vistos y los acechan, no huyen”.

El nombre de tangará, viene del tupí-guaraní atá, andar, y cara dar vueltas, es decir el que anda a los saltos, o baila a los saltos, saltador. También le llaman en Brasil dançador y en Argentina, bailarín.


Pipra caudata – hembra y macho.  Thunberg (1817-1818) 


Félix de Azara (1802) lo ubicó entre los Pico de punzón con el nombre Cola de Pala, si bien confiesa “Yo no sé a qué familia pueda pertenecer”. En Paraguay era escaso “en lo interior de los bosques (…) donde le he encontrado con su amada, pareciéndome poco arisco, y no inquieto”.

Poco después el príncipe de Wied (1830) lo observaba cerca de Bahía. “Un pájaro hermoso y rápido, que es un poco tímido, y solo vive en los grandes bosques. En los bosques primitivos altos y oscuros de los indios Camacan en el área de la aldea de Jiboya, en el sertón de la provincia de Bahía, a menudo encontraba a estos pajaritos en pequeños grupos, en otras áreas estaban emparejados. El silbido corto y fuerte de este pájaro, a la manera de la mayoría de los manakins, es muy reconocible una vez que has aprendido a distinguirlo. En pequeños grupos, estas aves se mueven rápido a través de los altos árboles del bosque, a menudo sólo en la parte más baja de los arbustos, y si el ave está sola, a menudo se esconde rápidamente del cazador rastrero. El Dr. Von Spix (…) Encontró esta hermosa especie en los bosques del río Solimoens, por lo que está muy extendida en gran parte de América del Sur”.


Pipra caudata – Dibujo de Matthias Schmidt (Spix, 1824-1825)


“Este dançador azul vive en la selva con tanto mayor placer cuanto más enredada e impenetrable. Los lugares a los que la voz popular le adjunta el adjetivo de “sucios” son su residencia predilecta. (…) Muchas veces  he observado una media docena en un  pequeño círculo de selva. No es particularmente arisco, ni particularmente confiado. La observación de su forma de vivir cuesta un poco de trabajo, y no se consigue fácilmente sin arañarse las manos ni rasgarse la ropa”.

Y en la Sierra dos Orgãos, donde era común, Goeldi (1894) asistió a sus bailes:  “Yo mismo he asistido más de una vez a los conciertos de Chiroxiphia caudata, principalmente en agosto y generalmente en las primeras horas de la mañana, tan pronto como el sol ha calentado la selva. Uno o más de los machos gritan desde diferentes puntos, que suena como un tiú en tono breve y diríase que es la señal de llamada.  Ante esta llamada  se observa que varios participantes se encuentran en algún lugar del matorral, en un punto que abarca pocos centímetros. Se acercan cada vez más y finalmente se posan en una o más ramas bajas de uno o más arbustos. Un individuo, que preferiblemente sube a una rama que está medio caída oblicuamente, inicia el baile con un tratra muy distintivo, con el cual vuela de una rama a otra describiendo un corto giro. Todavía no está posado, cuando un segundo le ocupa el lugar, volando igualmente con un tratra y se posa nuevamente en la vecindad. La misma maniobra la repiten en serie todos los individuos reunidos, y el concierto dura un cuarto de hora, media hora, sin interrupción.

Al final, uno de los individuos da un agudo silbido, liberado con una aspereza extraordinaria, y todo queda en calma. El concierto ha terminado. Sin embargo, es repetido, aún varias veces, en varios lugares del bosque al mismo tiempo, por diferentes grupos. Hasta donde pude comprobarlo, me pareció que solo los machos participaban de él.”


Pipra longicauda - (Kittlitz, 1832-1833)


Esta habilidad para la danza le ganó además el nombre de pájaro fandango, por lo nativos de Sao Paulo (Hamilton, 1871). En Taquara Do Mundo Novo (Rio Grande do Sul), Hermann von Ihering (Berlepsch & Ihering, 1885), también fue testigo de estos bailes: “El «Danzador» o pájaro bailarín. Este nombre sugiere los bailes extraños, aparentemente poco conocidos de estas aves. Son los machos, generalmente tres o cuatro, los que realizan sus bailes en primavera frente a la hembra, posada y observando en silencio. Para esto usan ramas delgadas, horizontales o inclinadas, sobre las cuales saltan hacia arriba y hacia abajo. Desafortunadamente, vi el hermoso espectáculo solo una vez y no lo suficiente, ya que pronto nos vieron. Según muchos conocidos, se supone que uno de los animales hace la música para bailar y luego golpea las alas con un silbido fuerte y agudo para dar la señal de detener el juego. También deben usar regularmente el mismo espacio para esto durante mucho tiempo (…) Muchos brasileños pobres que se ganan la vida cazando y cuereando en el bosque me aseguraron que sólo querían tener una compañía de danza así con la que podían organizar unos buenos bailes en cautiverio y luego viajar con ellos”. Como vimos antes, este comentario fue tomado por Chrostowski.

Arnaldo de Winkelried Bertoni (1901), hizo observaciones sobre su alimentación en Paraguay (Alto Paraná): “Su principal alimento es frutitas silvestres que come en grandes cantidades. Si se observa algún arbolito de frutas apetecidas, se le ve llegar a comer muchas rápidamente, como si estuviere apurado, y retirarse para volver después de diez o doce minutos; esto creo lo hace para mezclar insectos en su alimento. Es algo inquieto y desconfiado, y su voz clara y fuerte dice tshuví-tshuví, repitiéndola con largos intervalos”.

Pipra caudata – Dibujo de Jean Théodore Descourtilz (1854-1856)


En pleno Corcovado (Rio de Janeiro) Jean-Théodore Descourtilz (1854-1856) apuntaba lo siguiente: “Este pájaro vive en parejas durante la mayor parte del año; a los dos individuos se unen  los jóvenes durante los meses posteriores a su nacimiento; así aumentada, la familia reunida emprende sus pequeñas excursiones, pero nunca se aleja del lugar donde estaba su cuna. Alcanzando muy raramente la parte superior de los árboles grandes, este Manakin prefiere posarse en ramas bajas en medio de matorrales, incluso en lugares húmedos, donde penetra una luz débil, debido al grosor de las ramas cercanas, aunque pocos árboles bastan  para dar sombra. Continuamente en movimiento, saltando en cadencia, este hábito hizo que los nativos le dieran el nombre de Dansarinho, al igual que al Manakin tijé [Chiroxiphia pareola]. La voz explosiva y el canto gutural que acompañan este ejercicio no constituyen su canción ordinaria, que es una serie de llamadas, más o menos precipitadas, que traducen perfectamente las sílabas goy-où, goy-où. Es común a ambos sexos, y lo escuchamos especialmente cuando el aire está tórrido, y el clima prepara tormenta. Muy cauteloso, el Manakin de cola larga que desea alcanzar una rama alta se precipita desde lejos, llega de repente y se queda unos minutos para observar los objetos que lo rodean; tranquilizado de su miedo a los peligros, picotea y canta. Su alimento consiste en pequeñas bayas; entre éstas se encuentran, sobre todo, las Melastomáceas, algunas Mirtáceas y los frutos de una Lorantácea, una parásita cuyas ramas, fijadas en la corteza de una rama ajena, vegeta a sus expensas, y siempre se inclinan hacia tierra”.


Tadeusz Chrostowski (1878-1923) 
https://pt.wikipedia.org/wiki/Tadeusz_Chrostowski#/media/Ficheiro:Chrostowski.jpg



LA VIDA AVENTURERA DE TADEUSZ

Tadeusz Chrostowski nació en 1878 en Kamionka (Polonia), en la región de Mazovia, en ese momento bajo el dominio ruso. Una zona de montes bajos, ríos y arroyos afluentes del Vístula, y bosques de abedules, sauces, alisos y hayas, donde desde niño tenía abundante naturaleza a su alcance, la cual lo atraía notablemente, especialmente las aves. Estudió en la Universidad de Moscú pero, como otros jóvenes polacos, integraba grupos liberales que conspiraban contra el zar, por lo cual fue encarcelado y deportado a Siberia, al bajo río Obi, durante tres años. Vuelto a Cracovia, se inscribió en la carrera de Farmacia, pero un año después se desató la guerra ruso-japonesa, y fue enviado como oficial a Manchuria, tras lo cual prosiguió estudiando ciencias naturales (Palmer, 1925; Dabbene, 1926; Straube & Urben, 2002).


Casa del autor en la colonia Vera Guarani - Chrostowski (1922)


Para no volver a someterse a los rusos, en 1907 comenzó a preparar una expedición a Brasil, siguiendo el ejemplo de su compatriota Konstanty Jelski quien había recorrido la Guayana Francesa y el Perú, entre 1866 y 1875. Decidió instalarse en 1910 en la colonia Vera Guarani (Paraná, Brasil), dedicándose a la apicultura. Los momentos libres los aprovechaba para excursionar por el río Iguazú medio, colectando ejemplares. Ya decidido a dedicarse plenamente a las ciencias naturales, al año siguiente volvió a Polonia donde publicó un trabajo sobre las aves de Paraná, “Kolekcya ornitológiczna ptaków paranskich” (Colección ornitológica de aves paranaenses).  Como ya vimos al comienzo de esta nota, en 1813 realizó su segundo viaje a Paraná, aunque la inminencia de la primera guerra mundial, lo obligó a volver pronto  a su patria vía Suecia, ocasión en que lo descubrió el ejército zarista que lo incorporó inmediatamente a sus filas. Aprovechando el estallido de la revolución bolchevique en 1917, desertó y se escondió en San Petersburgo, con una falsa identidad. Se contactó con Valentin Bianchi, del Museo Zoológico de la Academia de Ciencias de Petrogrado, donde entre privaciones y sospechas de espionaje, pudo estudiar las aves neotropicales, especialmente los ejemplares traídos por Friedrich von Kittlitz, de su viaje de circunnavegación (1826-1829), y la colección de  Emile Ménétriès, obtenida en Brasil. El trabajo resultante fue “Sur les types d'oiseaux néotropicaux du Musée Zoologique de l'Academie des Sciences de Pétrograde” (1921). En Polonia, ya libre del dominio ruso, se creó en 1919 el Museo Nacional de Historia Natural de Varsovia, en base al Gabinete Zoológico y a la colección de los Branicki. Allí Tadeusz fue designado curador de aves neotropicales, una colección de 342 ejemplares obtenidos por Jelski, Jan Sztolcman, Jan Kalinowski y Jozéf Siemiradzki. Con ello publicó “On some rare or little known species of South American birds” (1921) y con sus notas de campo editó el libro “Parana: wspomnienia z pdrózy w roku 1914” (1922, Paraná: recuerdos de viaje del año 1914) (Palmer, 1925; Straube & Urben, 2002).



Tapa del libro “Parana” (Chrostowski, 1922)




En 1918 se incorporó al ejército polaco como teniente de infantería y por su acción en combate se le otorgó la Orden Polaca a la Virtud Militar. Conseguida la independencia de Polonia, logró el apoyo del gobierno para un tercer viaje a Paraná. En diciembre de 1921 partió junto a Tadeusz Jaczewski (Universidad de Varsovia)  y el preparador del museo, Stanislaw Borécki. Por tren llegaron a Mallet (Paraná), y desde allí, alternando el automóvil con caballos, burros y canoas, recorrieron casi 1500 km a lo largo de los ríos Ivaí e Iguazú. Chrostowski no dejó de agradecer a sus colaboradores locales,  João Napoleão dos Cantos, Eugênio Afonso de Oliveira y Tomás Dias Batista, gracias a cuyo coraje y habilidad con las canoas se pudo concretar el viaje y obtener miles de ejemplares de 260 especies de aves enviadas al Museo de Varsovia.  En marzo de 1923, los expedicionarios llegaron Puerto Bertoni para conocer al médico y naturalista Moisés Bertoni, aunque éste, con su proyecto ya en decadencia,  sólo hizo una referencia pasajera de este encuentro. Más tarde los exploradores, afectados de malaria, se vieron obligados a detenerse en Pinheirinhos (cerca de Foz do Iguaçu). A Tadeusz, la enfermedad se le complicó con una neumonía y con el desgaste propio de semejante viaje. Pese a los cuidados, la ayuda médica llegó tarde y falleció el 4 de abril de 1923. Fue enterrado junto al camino de Guarapuava a Foz do Iguaçu. Tal sitio se encuentra hoy en día dentro del Parque Nacional do Iguaçu. En 1934, la colectividad polaca brasileña le levantó allí un monumento de piedra con una cruz de cedro y una placa de bronce. Lamentablemente la tumba fue posteriormente saqueada y se encuentra hoy en estado de abandono (Piechnik & Przemislaw, 2016; Revista Mosaicos, 2018).

La actividad de Chrostowski no se limitó solamente a la obtención y preparación de ejemplares para los museos, sino que, como dijimos,  hizo detalladas observaciones del comportamiento de las aves iniciando la ornitología de campo en Paraná, donde la comunidad científica lo reconoce como patrono de esa actividad en el estado.  Su compañero de viaje, Tadeusz Jaczewski, recordaba que Chrostowski se destacaba por su energía, su tenacidad y su compañerismo, ayudando a levantar la moral del grupo en los peores momentos.  Y agregaba que conocía las aves “principalmente como observador de sus modos de vida, sus costumbres,  y las comprendía. Ese mundo alado consistía el  disfrute de su propia vida".

Camino a Curitiba. Obsérvese el ejemplar de pino Paraná (Araucaria angustifolia) 
Chrostowski (1922)





A DANÇA DO TANGARÁ
Álvaro Moreyra

Naquela noite danada
em que a formiga rogou
a praga contra a cigarra:
— Cantava, não é?  Cantou?
Pois, então, agora dance! –
naquela noite danada
aconteceu que de um galho,
vizinho do bangalô
onde a formiga morava,
um passarinho escutou
essas palavras malvadas.
Mas, malvadas não achou.
Ao contrário da cigarra,
o passarinho gostou.
Gostou tanto, que em seguida,
dançou, dançou, dançou.
Nunca mais quis outra vida.
Dançou sozinho, primeiro.
Depois, com par.  Afinal,
bateu na testa e acabou
formando uma companhia
de bailado brasileiro,
bem nosso, bem nacional.
Artistas disciplinados.
Formam roda nos caminhos
e repetem sempre igual,
na cadência que a embalança,
ida e volta, volta e ida,
a dança do tangará,
mais alegre do que a dança
que agente dança na vida
que se chama esperança,
ida e volta, volta e ida…

[La danza del tangará - Esa maldita noche en que la hormiga pidió una plaga contra la cigarra: “¿No era que cantabas? -¿Cantaste? - Pues bien, ahora baila!  Esa maldita noche sucedió que desde una rama, próxima al bungaló donde vivía la hormiga, un pajarito escuchó esas palabras malvadas. Pero no las creyó malvadas. A diferencia de la cigarra,  al pájaro le gustaron. Le gustaron tanto que entonces bailó, bailó, bailó. Nunca más quiso otra vida. Primero bailó sólo. Luego en pareja. Al final se golpeó la frente y acabó formando una compañía de baile brasileño, bien nuestro, bien nacional. Artistas disciplinados forman rondas en los caminos y siempre repiten lo mismo, en la cadencia que la envuelve, ida y vuelta, ida y vuelta, la danza del tangará, más alegre  que los bailes que la gente baila en la vida, que se llama esperanza.  Ida y vuelta, ida y vuelta ...]



EL TANGARA EN LA CULTURA

El tangará impactó con fuerza en la cultura brasileña, especialmente por su curiosa danza colectiva que se asimila a las habilidades de baile de diversos personajes.  Por un lado, como en los versos de Moreyra, inspira a imitarla originando grupos folclóricos como  Bando de Tangarás, que actuó hacia 1930.  Por otro lado da sustento a los bailes de diversas etnias.  Así, según informa Alberto Medina (Bareiro Saguier, 2004), de Paso Yobai (Paraguay) los mbya, imitando la conducta del creador Tupa, realizaban unos pasos de danza, acercándose los grupos de bailarines y entrecruzándose. A este baile que ejecutaban en el lugar sagrado u opy, llamaron “tangará”, y lo ejecutaban en honor a los karai o señores importante de su tribu.  En la canción “Tangará, el Bailarín Azul”, de Nerina Bader y Karoso Zuetta, se relata este evento:

“Tangará, guyrá ovy jerojy, Tangará Jerojy, wyrá ovy jerojy takuá Oñomongarái ieié, iaiá Tangará, opyguá jerojy kumbijá mbojaity nde ravé mbaraká mirí ogueroñeé iaiá, ieié”.

[Tangará, ave azul, tangará del Chamán, reunión del tacuaral, danza en el opy, oración ritual ieié, iaiá. Tangará, danzarás cerca del tacuaral. Rondarás, Tangará en reunión ritual. Bailarín azul, ieié, iaiú. Tangará del chamán en la ronda ritual el ravé sonará, maracas al son cantan tu oración: iaiá ieié.]


También el tangará aparece en cuentos y leyendas. El poeta de Rio Grande do Norte, Valdeilson Ribeiro, relata esta leyenda que da origen al nombre de una ciudad de ese estado, donde no existe el bailarín azul, así que quizás se refiera al similar tangará-príncipe (Chiroxiphia pareola):


E a dança dos pássaros deslumbrantes
Ecoava a mais linda melodia
Com dois pássaros na mesma sinfonia
Uma dança em campos verdejantes
Duas aves dois atos intrigantes
Com o canto tão belo... norte a sul
No compasso da música e o céu azul
Seduzindo o pássaro Tangará
Um cantando e o outro dançar
Tangará casou com Uirapuru


[Y la danza del pájaro deslumbrante, se hizo eco de la melodía más bella, con dos pájaros en la misma sinfonía. Un baile en campos verdes, dos pájaros, dos actos intrigantes, con el canto tan hermoso... de norte a sur, en el compás de la música y el cielo azul. Seduciendo el pájaro Tangará, uno cantando y el otro bailando, Tangará se casó con Uirapuru.]

Ofir Leite, folclorista paranaense, rescató un cuento que se conserva en Guaraqueçaba (Paraná) y que refiere que Chico Santos tuvo varios hijos, trabajadores capaces, pero locos por el baile: vivían bailando, incluso interrumpiendo su tarea. Cierta vez, en Semana Santa, cometieron el sacrilegio de bailar, y por ello Dios los hizo enfermar de viruela y se murieron. Y al morir tomaron el aspecto del tangará, y cantaban y bailaban todos los días dando giros y volteretas, hasta que Dios se apiadó de ellos y los llevó al cielo (Câmara Cascudo, 1976).

Y hasta se habla de un estilo tangará en la poesía a partir del poemario Tangara Tangara   de Ramón Silva caracterizado por los “versos cortos, sin estrofa ni rima, pero con un ritmo sonoro y uniforme“ (Trinidad Sanabria, 1991)





EL CURIOSO NOMBRE MANAKIN

En inglés al Bailarín azul se lo denomina Swallow-tailed Manakin, es decir Manakin cola de golondrina. Brisson (1760) explica que Manakin es el nombre que han dado los holandeses a algunas especies de este género.

Posiblemente la voz venga del holandés manneken o , diminutivo de man, hombre, y por extensión, cosa pequeña y preciosa. En el s. XVII designaba unas figurillas que servían de modelo a los artistas, y hacia 1830 se introdujo en el mundo la moda francesa como mannequin, castellanizado en maniquí.




Alex Mouchard




Azara, F. de –1992 [1802]- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España.

Bareiro Saguier, R. -2004- Literatura guaraní del Paraguay. Asunción :Editorial Servilibro.


Berlepsch Hv & Hermann von Ihering -1885- Die Vögel Der Umgegend Von Taquara Do Mundo Novo, Prov. Rio Grande Do Sul. Zeitschrift für die gesammte Ornithologie 2:138-139.

Bertoni. A. de Winkelried -1901- Aves Nuevas del Paraguay.  Continuación a Azara. Asunción.

Breowicz, Wojciech -1938- Tadeusz Chrostowski, jefe de la Misión Zoológica de Polonia, murió el 4 de abril de 1923.  http://szebnie.archiwa.org/zasoby.php?id=24325

Brisson, Mathurin-Jacques -1760- Ornithologie, ou, Méthode contenant la division des oiseaux en ordres, sections, genres, especes & leurs variétés : a laquelle on a joint une description exacte de chaque espece, avec les citations des auteurs qui en ont traité, les noms quils leur ont donnés, ceux que leur ont donnés les différentes nations, & les noms vulgaires.
Parisiis :Ad Ripam Augustinorum, apud Cl. Joannem-Baptistam Bauche, 1760.

Cardim, Fernando -1925 [1625]-  Tratado da Terra e Gente do Brasil. Rio de Janeiro: J. Leite & Cia.
Câmara Cascudo, Luís da -2012- Geografia dos Mitos Brasileiros. 1ª edição digital. São Paulo :Global Editora.

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Conniff, R –2016– Cazadores de especies. Héroes, locos y la delirante búsqueda de la vida sobre la Tierra. México :FCE

Dabbene R -1926- Tadeusz Chrostowski. El Hornero  3(4):430-431.

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https://www.youtube.com/watch?v=8Ij8ybdKKPE&feature=youtu.be&fbclid=IwAR18ojlgrOYN_OjRlHTjMSb8djr5EbOw6RtG6Jhvd5NrE89ez1FurRtbp-k

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Kittlitz, F. H. v  -1832-1833- Kupfertafeln zur Naturgeschichte der Vögel. Frankfurt am Main :JD Sauerländer

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