María Sibylla Merian y el lagarto overo
(Salvator merianae)
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!
El lagarto está llorando
Federico García Lorca
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Lagarto overo
Foto de Alex Mouchard |
Admiro mucho a las mujeres que sobreponiéndose a las
restricciones y discriminaciones de su época han logrado sobresalir en el campo
de la cultura. Por eso cuando me enteré que nuestro lagarto overo (Salvator merianae) llevaba ese nombre
científico en honor de una de las pocas mujeres que incursionó en el estudio de
las ciencias naturales en el siglo XVII, decidí escribir esta entrada para dar
a conocer su vida.
MARIA
María Sibylla Merian (1647-1717) creció en Frankfurt am
Main, en medio de una familia de artistas de origen suizo. Su padre era un
conocido grabador y autor de numerosos mapas de Europa, Matthäus Merian el
Viejo. Una de sus abuelas estaba casada con Johann Theodor de Bry,
un orfebre, grabador, autor, y
editor de libros ocultistas y de viajes a América. Cuando Matthäus, en su lecho
de muerte, le auguraba un gran talento a su pequeña hija de sólo tres años de
edad, no se equivocaba.
Este bagaje familiar de alguna manera le marcó un
rumbo a María y gracias a que su madre, Johanna Catharina Hein, se casó con el pintor de flores Jakob Marell, logró bajo la dirección de éste una gran
destreza en las técnicas de dibujo, pintura al óleo, acuarela y grabado. Lo cierto es que a los 13 años María,
devenida en precoz entomóloga, documentó en su cuaderno escolar la metamorfosis
de los gusanos de seda que observaba en el jardín de su casa.
“Desde
mi juventud estuve interesada en el estudio de los insectos. Comencé con los
gusanos de seda en mi ciudad natal, Frankfurt am Main; luego observé las mucho más hermosas mariposas y polillas que se desarrollaban de otros
tipos de orugas. Esto me llevó a coleccionar todas las orugas que encontraba
para estudiar sus metamorfosis. Debido a esto me sustraje de toda compañía
humana y me concentré en esas investigaciones. Al mismo tiempo, quise
ejercitarme en las pintura para dibujar todas estas transformaciones del
natural y trabajando en el atelier de mi maestro, dibujarlas en vivo y
representarlas en sus colores originales”.
Ya era muy llamativo para aquellos años que se
interesara en los insectos. En efecto, la Iglesia Católica consideraba a estos
animales “bestias del diablo” y aplicaba exorcismos contra ellos. Para los anglosajones las mariposas eran brujas que robaban pan y manteca (de allí el nombre
inglés butterfly: “mosca
de la manteca”). Pero María era muy observadora y al contrario de
las teorías dominantes en la época sobre la generación espontánea de los
insectos, ella había observado que las orugas nacían de huevos depositados por
las mariposas y luego se transformaban en crisálidas y
éstas, en mariposas, y estas transformaciones habrían de convertirse en la
pasión de su vida.
A los 18 años
se casó con Johann Andreas Graff, otro alumno de Marrel, con el que tuvo dos
hijas Johanna Marie Helène y Dorothée Marie Henriette. Parece que su marido
tenía conductas impropias que las obligaron a mudarse a Nuremburg donde María
trabajó como profesora de dibujo y eximia bordadora. Justamente esta artesanía
la llevó a publicar entre 1675 y 1677 un “Libro de las Flores”, Blumenbuch , una colección de dibujos
sin texto para ser usados como patrones de bor
dado. Pero además ella seguía
reuniendo material para su tema predilecto: la metamorfosis de las orugas. Así
fue que en 1679 y 1683 publicó en latín Erucarum
ortus, alimenta, et paradoxa metamorphosis (La
maravillosa transformación de las orugas, su jardín y su alimento), un
completo estudio de los lepidópteros de su región. A María no le interesaba
coleccionar mariposas sino estudiar “la generación,
reproducción y transformación de los animales, y cómo uno emerge de
otro, y las propiedades de su comida”. La traducción de la
obra al alemán, holandés y francés
contribuyó mucho para su difusión y éxito. Este trabajo fue una innovación
comparado con las ediciones zoológicas del
momento; los insectos estaban representados no como mera decoración sino
con una gran fidelidad así como las
plantas sobre las que viven y se alimentan. Tuvo un concepto que hoy llamaríamos ecológico al
componer los animales en su medio ambiente y aunque no usó nomenclatura
científica, las ilustraciones y textos eran tan precisos que los zoólogos como Linneo pudieron identificarlos .
En 1681, su padrastro murió y María regresó a
Frankfurt con sus hijas y esposo para hacerse cargo de sus propiedades. De
familia calvinista, ella creía en el destino divino que le era comunicado a
través de la palabra o las acciones de otros, pero luego ingresó a la secta de
John Labadie, un protestante nativo de Guyana, y entonces comprendió que podía
comunicarse directamente con Dios, sin intermediarios. Los labadistas
propugnaban un trato igualitario para hombres y mujeres, con lo cual
seguramente María adquirió más independencia para tomar sus propias
decisiones. La colonia labadista, donde
ya vivía su hermano Caspar, tenía sede en el castillo del gobernador de Surinam
(Guayana Holandesa), Cornelis van Aerssen van Sommelsdijck. Su gabinete de
mariposas exóticas y quizás el interés por conocer la patria de Labadie debe
haber estimulado en ella la idea de viajar a los trópicos.
Comenzando una nueva vida, María obtuvo el divorcio de
su marido que la había denunciado como “esposa escapada con los
labadistas”, y retomó el apellido familiar Merian. No obstante se le presentó un problema: no se le permitía hacer trabajos artísticos, que eran considerados como una actividad superflua y destinada al
placer, de modo que María inició una nueva mudanza con sus hijas, esta vez a
Amsterdam. Esta ciudad tenía entonces un gran movimiento cultural y científico.
En esa época vivían allí Anton van Leewuenhoek, Jan Swammerdam, Rubens y
Rembrandt. Se relacionó con el botánico Caspar Commelin, director del Jardín
Botánico y en su casa, transformada en laboratorio y atelier, recibía la visita
de naturalistas y coleccionistas, como su yerno Jacob Hendrik Herolt, quien
como comerciaba con firmas de Surinam había adquirido una interesante
colección de mariposas tropicales.
«En Holanda, constaté con mucha sorpresa que se
importaban bellos animales del las Indias Orientales y Occidentales, haciéndome
el honor de permitirme consultar particularmente la preciosa colección del
eximio doctor Nicolaas Witsen, burgomaestre de Amsterdam y director de la
Sociedad de las Indias Orientales, además la del noble señor Jonas Witsen,
secretario de la misma ciudad. Incluso, pude observar la colección del señor
Frederik Ruysch, doctor en medicina y profesor de anatomía y botánica, y la del
señor Livinus Vincent y de muchas otras personas. ( . . .) En estas colecciones encontré innumerables
insectos, pero al final, siendo su origen y reproducción desconocidos, surge la
pregunta de cómo se transforman, a partir de las orugas y crisálidas. Todo lo
cual, al mismo tiempo, me llevó a emprender un largamente soñado viaje a
Surinam”.
El famoso físico y entomólogo René Antoine Ferchault
de Réaumur opinaba “que era un notable fenómeno ver a una dama
imbuida de una afición por los insectos verdaderamente heroica, como para
inducirla a atravesar los mares con el propósito de pintarlos y describirlos.”
María continuó pintando mariposas, hormigas y arañas,
para obtener fondos para su viaje, que era un proyecto insólito para una época
en que los viajes científicos eran sumamente raros y más aún por parte de una
mujer. Finalmente en 1699, a los 52 años, una edad que en ese entonces se consideraba
avanzada, María con un préstamo de la ciudad de Amsterdam inició su viaje a
Sudamérica, acompañada por su hija menor Dorothée, con destino a la colonia
holandesa de Surinam. Fueron tres meses de navegación llenos de incomodidades
hasta llegar a la costa de Guayana, donde remontaron el río Surinam y se
establecieron en la capital, Paramaribo.
Durante dos años estudiaron allí la flora y fauna tropicales, dibujando
y tomando notas de la vida y comportamiento de los insectos, de las plantas que
los alimentaban, de su medio ambiente y sus nombres locales.
Surinam era originariamente una colonia inglesa que le
fue cambiada a los holandeses por la isla de Manhattan y cuya actividad básica
era el cultivo de la caña de azúcar, por lo cual el 90% de su población eran
esclavos negros traídos con ese fin. Además había algunos indígenas (caribes y
arawaks) y europeos, incluyendo piratas
y aventureros que llegaban en busca de la fabulosa región de El Dorado.
Durante sus investigaciones, María no recibió ninguna
ayuda de parte de los residentes europeos que, según apuntó, “sólo
estaban interesados en la caña de azúcar”. Pero colaboraron con ella los indígenas y
esclavos, que subían a los árboles para traerle las ramas más altas con una nutrida población de insectos. Además ellos le transmitían sus
conocimientos sobre las plantas, flores y frutos, las aves, serpientes y
moluscos. Así logró describir y pintar una cantidad de animales y plantas del
interior de Surinam desconocidos hasta entonces en Europa, como es el caso de
nuestro “lagarto
overo”.
Además le informaron que las semillas de la flor del pavo, malinche, o
framboyán (Flos pavonis,
hoy Delonix regia) eran usadas como
abortivo por las indígenas y esclavas para evitar tener hijos que resultaran esclavizados por los europeos. En la primavera de 1700, durante la temporada de
lluvias, remontó en canoa el río Surinam unas cuarenta millas hasta Providence
en busca de orugas, huevos de cocodrilos
y serpientes, que conservó en alcohol o desecados.
Escribiría más tarde “En ese país reina un
calor tórrido y cada tarea representa un enorme esfuerzo; arriesgué mi propia
vida en ello”, y no sin razón, porque afectada de malaria, al año
siguiente tuvo que regresar a Europa llevando numerosos
dibujos, acuarelas, cajas con insectos desecados, frascos con cocodrilos y
serpientes en alcohol y huevos de lagartos. En Amsterdam, preparó 60 láminas en
color para su libro sobre Surinam, Metamorphosis
Insectorum Surinamensium, publicado en 1705. Estas láminas “fueron
consideradas muy superiores a cualquier otra que se hubiera visto antes”. Su
presentación era muy novedosa respecto de las frías láminas de disecciones de
Hooke, Swamerdam o Malpighi.
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Frontispicio de Metamorphosis Insectorum Surinamensium. 1705. Se observa a la izquierda a María con su libro al pie y a una cantidad de niños revisando los materiales. Al fondo un paisaje de Guyana |
“Al realizar esta obra, dense cuenta que no me fijé en
cuánto podía ganar, no apunté a ganar, contentándome sólo en recuperar los
gastos incurridos. No escatimé en gastos para hacer este trabajo. Hice grabar
las planchas por un famoso maestro y me he procurado el mejor
papel para dar satisfacción y placer no sólo a los amantes del arte, sino
también a los aficionados a los insectos y me siento feliz por haber alcanzado
mi meta y por haber proporcionado esta alegría”.
La gran precisión de las láminas junto con los motivos
de nuevas plantas e insectos y su estilo exquisito le dieron gran fama pero sin
embargo no se vendieron lo suficientemente bien como para permitirle pagar sus
deudas y por eso tuvo que vender las colecciones obtenidas en Surinam. Finalmente
murió pobre, en 1717, tras haber
sufrido, unos años antes, un ataque cerebral que la había dejado con una
parálisis parcial.
María dejó dos testamentos, una demanda, algunas
acuarelas, 4 libros sobre insectos y uno sobre flores, otro libro con pinturas
varias, muchas notas y 17 cartas, que intercambiaba con familiares, con el
naturalista James Petiver, y con su
alumna Clara Imhoff. En general tratan
de cuestiones familiares y de detalles técnicos como la preparación de
barnices.
Muchos hombres ilustres admiraron a María Merian,
entre ellos Goethe, Leibniz y el emperador de Rusia, Pedro el Grande, quien
adquirió muchas de sus pinturas para los museos de San Petersburgo. El agente
que organizó la venta fue el marido de Dorothée, el grabador suizo Georg Gsell,
quien nos dejó un retrato de María hacia 1710. Otra cantidad de dibujos fue
adquirida por Sir Hans Sloane para el British Museum.
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María
Sibylla Merian (c. 1710)
Grabado en cobre por Jacobus
Houbraken sobre un retrato de Georg Gsell |
María tenía una personalidad reservada y esquiva pero
era decidida y sobre todo carecía de cualquier preconcepto o censura
intelectual. Según James Duncan “no mostraba un alto nivel científico, ni gran poder de observación ni mucha
capacidad intelectual, pero tenía una gran dedicación para el estudio de los
insectos, soportando grandes sacrificios e inconvenientes. Asimismo se destacó
por sus excelentes dibujos y por la profusión del material que dejó para
sucesivas investigaciones”.
EL MISTERIO DE LA CAJA DE
SIBYLLA Y LOS PORTADORES DE LINTERNAS
“En 1705, la naturalista
y pintora, Maria Sibylla Merian, informó que algunos nativos de Surinam le
habían traído algunos insectos, de unos 3 centímetros de largo, con cabezas amorfas
como vejigas y alas moteadas de verde y amarillo, la superficie inferior de
cada una de ellas, cuando se desplegaban, mostraba un gran ojo oscuro. La
señora puso los insectos en una caja. Por la noche escuchó un sonido y abrió
la caja, solo para dejarla caer, sorprendida por el descubrimiento de que las
cabezas de todos los insectos iluminaban como linternas, de modo que se podía
leer el periódico con la luz emitida. Desde entonces, estos "portadores
de linternas", que pertenecen a los hemípteros a menudo han sido
capturados, pero nunca se supo que dieran luz, por lo que la declaración de la
señora Merian continúa siendo un enigma. Hoy en día la mayoría de los
naturalistas no le da crédito, pero muchos opinan que los “portadores de linternas”
brillan solo en ciertos momentos, tal vez durante la temporada de apareamiento,
como se dice que es el caso con algunos de sus parientes en China, y que
hasta ahora solo esta mujer ha tenido la suerte de ver al insecto en el
período crítico” (Guenther, 1931).
Pese a
que Linneo, en base a la observación de Merian, les dio el nombre de Fulgora ( = destellos), actualmente se
considera que estos insectos, pertenecientes al orden Hemiptera,
familia Fulgoridae, no emiten luz. Son llamados machaca, cabeza de cacahuate, chicharra-machacuy, víbora voladora, víbora cuco o mariposa caimán y muchos pobladores los
consideran erróneamente como venenosos.
Portadores de linterna
Merian (1705)
- wikipedia:http://upload.wikimedia.org/wikipedia/de/f/f8/Grantbaum_s_merian.jpg |
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EL SALVADOR
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Le Sauvegard
Merian, María Sibylla – 1719 - Dissertatio de generatione et
metamorphosibus
insectorum surinamensium. Amstelædami: J. Oosterwijk. |
En 1719, dos años después de morir María se publicó la
segunda edición de su obra llamada Dissertatio
de generatione et metamorphosibus insectorum surinamensium con 12 nuevas
láminas agregadas por su hija Johanna que aparentemente había vuelto a América
para conseguir más materiales. Entre estas láminas aparece la de un lagarto
desconocido en Europa dibujado con reminiscencia de dragón chino, con el
curioso nombre de Le Sauvegard . En
realidad no sabemos si se trata de un dibujo de María o de su hija, lo cierto
es que al aparecer en su obra pasó a ser conocido como Le Sauvegard de Merian. Así
lo introdujeron en la literatura científica los herpetólogos franceses André
Duméril y su ayudante Gabriel Bibron en 1839 con el nombre de Salvator merianae, aunque el zoólogo
Henri Blainville, ya lo había designado en 1816 como Monitor meriani.
“¿Y a qué se debe este extraño nombre de “Salvador”? La razón la explica Albertus Seba (1734) “La
verdadera historia de este lagarto comúnmente llamado salvador es que este
anfibio cuando está en el agua (no se compromete en alta mar) e
irrumpe ante su vista y oído un cocodrilo, que también anfibio, vive en tierra
y mar, con un gran miedo deja oir su llanto para que atrapado por el cocodrilo
éste no lo trague, con lo que, advertidos los hombres que nadan o se lavan en
el agua, salen lo más rápido que pueden a la orilla donde debido a la brevedad
de sus patas la velocidad del cocodrilo no es tan rápida, y así este lagarto
Salvador es señalado con este nombre, porque su aullido preserva y protege la
vida humana.”
Teiuguaçu.
Seba, Albertus. - 1734-1765 - Locupletissimi rerum naturalium
Durante mucho tiempo nuestro lagarto overo llevó el
nombre científico de Tupinambis teguixin,
restringido ahora para la especie del norte de Sudamérica, la misma con la que
se topó María Merian. Tupinambis
surge de una mala interpretación que hizo Lacépède del nombre que aparece en la
obra de Marcgrave: “Teiuguaçu y Temapara de los Tupinambá”. Teiú
(lagarto) guaçú (grande) es el nombre tupí que le aplicaban los indígenas
tupinambá que habitaban la zona de la bahía de Guanabara, Brasil. El temapara es otra especie llamada falso camaleón (Polychrus marmoratus).
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Le Sauvegard (juvenil) Merian, María Sibylla -Metamorphosis Insectorum Surinamensium. 1705 |
Parece que Marcgrave tuvo un lagarto overo en
cautiverio del que dice: “Lagarto magnífico (...) No produce ninguna
voz; es paciente; se alimenta con mucho gusto de huevos que sorbe crudos. Animal muy resistente al hambre. Lo mantuve atado; pero cuando abría la
jaula le permitía correr libremente por la habitación. Y a veces tomaba un
sorbo de agua de un vaso, cuando tiene sed camina, otras veces está echado todo
el día en un rincón; se pone donde quedan cenizas calientes. Alguien le había
dañado parte de la cola al pisarlo un día veinte de marzo. Después, sin
embargo, le creció de nuevo unos dos dedos. Murió de hambre, convertido en un
despojo horrible, el 1º julio. Pasó un
período de siete meses sin comer, a veces tomaba agua lamiéndola. Su carne se
come.”
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Teiuguaçu
Marcgrave,
George & Willem Piso. 1648. Historia
Naturalis Brasiliae. |
Marcgrave vio confirmada con sus
observaciones lo que Plinio había escrito
sobre los lagartos y serpientes a los que le vuelve a crecer la cola
amputada; y también lo señalado por Aristóteles sobre que los lagartos no viven un año sino sólo seis meses.
Obsérvese que su lagarto no emitía ningún sonido con lo cual queda en duda la
explicación de Seba sobre el lagarto “salvador”.
Con respecto al nombre teguixin es de origen nahuatl (mejicano) y se refiere a un lagarto
no identificado con el cuello de color blanco.
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EL LAGARTO Y EL HOMBRE
El lagarto overo tiene una importante presencia en los
mitos y en la medicina popular indígena, especialmente en el área de influencia
guaraní..
La grasa era usada en forma externa para heridas en la
piel, reumatismo y dolor de garganta. También para extraer espinas de palma o
perdigones de la piel. La grasa bebida con agua cura las picaduras de serpiente
y el reumatismo. Se atribuye al cuero el poder de ahuyentar víboras
por lo que se usa como detalle de la vestimenta, p. ej. en el sombrero. Además se usapara retobar boleadoras y hacer tiradores. De la cola se
extraen anillos para evitar las insolaciones (quizás por su afición a
permanecer mucho tiempo asoleándose).
Métraux aporta un mito wichi. Cuando las primeras
gentes eran animales, descubrieron un día que alguien robaba su pescado
ahumado. Pusieron a la iguana como centinela y cuando esta avisó que había oído
a las mujeres, responsables de los robos, peleándose con las cotorras que las
habían descubierto, no le creyeron porque la suponían sorda. Al día siguiente
las mujeres descubrieron a la iguana vigilando y le arrancaron la lengua que
reemplazaron con una semilla del árbol del sapo, con lo cual la iguana ya no
pudo denunciarlas. Observen el papel del lagarto como vigía, similar a lo
referido por Seba.
En el mundo de los qom, dividido en cielo, tierra y
profundidades, los lagartos pertenecían a éstas. Antiguamente se enfrentaron
con los gatos monteses y los aguará-guazú (“padre de los perros) a
los que antes se asociaban para cazar ratones y langostas. Como el lagarto
tiene patas cortas, salía antes que los otros a cazar y un
día encontró muchas langostas y se las comió sin guardarle una parte a sus
socios. Entonces el gato montés lo retó a pelear y, pese a los intentos del
aguará-guazú por disuadirlos, el gato mordía al lagarto y éste le daba coletazos. Al final el lagarto se refugió en
una laguna donde logró matar al gato. Desde entonces el reptil anda solo porque
es peleador y el aguará-guazú le anunció que los perros lo atacarían
constantemente. Mi padre, que pasó su infancia en el Chaco, me contaba como los
lagartos que se acercaban al gallinero de su casa a comer huevos enfrentaban a
los perros y lograban prendérseles del hocico de donde sólo se soltaban
arrancando un trozo de piel con gran dolor de los perros.
Al respecto una de
las fábulas más logradas de Leonardo Castellani, “Aprieta”,
relata el combate de un lagarto con una víbora de cascabel. El lagarto la
atrapa y a pesar de los movimientos de la serpiente que trata de asfixiarla
entre sus anillos e inyectarle su ponzoña, el lagarto siempre apretando sus mandíbulas, sin soltar, logra quebrarle el espinazo y matarla. En la
moraleja Castellani pide a Dios "enemigos chicos", pero si no es posible, “fuerza
para apretar y no soltar”. Vean que esta rivalidad entre el lagarto y
las serpientes se refleja en la creencia popular sobre las
propiedades protectoras de la piel contra las víboras.
La leyenda misionera del Teyú-Cuaré (“cueva
que fue del lagarto”), recogida por Juan Bautista Ambrosetti, se
refiere a unos paredones de piedra sobre el río Paraná, cerca de San Ignacio (Misiones, Argentina). Se cuenta que vivía allí un gran lagarto que
amenazaba a los navegantes que pasaban por el lugar. El monstruo provocó varios
naufragios hasta que un día atravesó a nado el Paraná, y se fue a vivir a la
costa paraguaya, donde existe un arroyito con su nombre. Se dice que bastaba con
hacerle una oferta cualquiera, un pedazo de carne, o un objeto echado al agua,
para calmar a esa fiera y poder pasar con seguridad. Parece que el cuento se refería en realidad a una
peligrosa piedra semisumergida frente a la costa donde solían chocar los
buques.
Berta Vidal recopiló un cuento criollo en San Luis
donde la iguana había sido en otro tiempo una joven de gran hermosura con manos
sumamente bien formadas y muy hábiles para tejer. Pero, sumamente vanidosa
de su físico, sus joyas y trajes, era muy dura y agria con sus
pretendientes, afirmando que sólo se casaría con un hombre hermoso como ella.
Un día llegó de lejos un mozo muy rico, pero feo, que también fue rechazado. La
madre de la joven pidió ayuda a su confesor quien habló con la muchacha y le
destacó la bondad del joven y la posibilidad de recibir un castigo divino en
caso de seguir negándose. A la noche la chica sufrió una terrible
transformación: su piel se endureció, su cabeza y cuerpo se alargaron, sus
anillos y brazaletes formaron una larga cola. Solo sus manos permanecieron
delicadas y finas como antes. Loca de vergüenza, huyó hacia la soledad de las
cuevas, a vivir como lagarto.
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Acilcaic Paucke, Florian – 2010 - Hacia allá y para acá. - 1ª ed. - Min. Innov. y Cultura - Pcia. de Santa Fe. |
Cuenta Florián Paucke que “como los lagartos se
cuentan entre los anfibios, se comen en Las Indias en días de
ayunos. Cuando yo estuve en una ocasión durante la vacancia habitual para los estudiantes en la estancia
Alta Gracia, en unión del P. Minister me pidieron que fuera a cazar lagartos
(era un viernes) y les matara a tiros unos cuantos para la mesa de mediodía,
para que toda la comunidad pudiera comerlos. Yo salí antes de las nueve y a eso
de las diez ya había muerto diez de ellos y sacado a tiros delante de sus
cuevas donde estaban echados al sol. Los tuvimos ya a mediodía sobre la mesa
bien aliñados con un buen moje de citrón; todos comieron con apetito pero
entonces yo no tenía aún placer alguno en comerlas, que recién adquirí entre
mis indios cuando la penuria y el hambre me obligaron a comerlas.”
Los mocovíes les sacaban los intestinos
y ponían los lagartos entre la ceniza caliente; una vez asados se cuereaban y se comían
sin pan ni sal. La cola era la parte más estimada. Con el cuero de las colas fabricaban
unas trompetas de guerra y carcajs para las flechas. Utilizaban los anillos como
adornos.
A pesar de que algunos dicen que matar un lagarto trae
mala suerte, los indios puris, coropos y coroados de Brasil decían, según Johann
Spix, que los lagartos no traen ningún bien, ni son divinos, más bien son
agentes del mal que adoptan la forma de estos animales.
Alex Mouchard
LOS NOMBRES DEL LAGARTO
En la zona pampeana y chaqueña se
lo denomina lagarto
overo, lagarto blanco o iguana overa
Los guaraníes lo conocían por teyú-guazú, de teyú: lagartija, guazú: grande, a veces
castellanizado como “tegú overo”.
Los wichis le dicen “alu” y el nombre mocoví era
“acilcaic”.
En la región amazónica del río
Irura, se registra el nombre de “jacuaru”.
En Guyana los wayapi lo conocen como "yâkâ-lâwâlu" y
los wayana, "hapakala".
En Colombia debido a que suelen
atacar gallinas y pollos, le dicen “lobo pollero”.
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canta en el cielo de aurora
que se comen los lagartos
César
Alonso de Las Heras
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met alle des zelfs veranderingen na het leven afgebeeld en beschreeven worden,
zynde elk geplaast op die gewassen, bloemen en vruchten, daar sy op gevonden
zyn; waar in ookde generatie der kikvorschen, wonderbaare padden, hagedissen,
slangen, spinnen en mieren werden ver toond en beschreeven, alles in America na
het leven en levensgroote geschildert en beschreeven. Amsterdam :Voor
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