"Yaw kuntur llaqtay urqupi tiyaq,
maymantam qawamuwachkanki kuntur kuntur.
Apallaway llaqtanchikman,
wasinchikman chay chiri urqupi,
kutiytam munani kuntur kuntur".[¡Oh majestuoso Cóndor de los Andes,
llévame a mi hogar en los Andes, oh Cóndor.
Quiero volver a mi tierra querida y vivir
con mis hermanos Incas,
que es lo que más añoro, oh Cóndor!]
Kuntur phawan [El cóndor pasa]Letra quechua de autor desconocido
Como es de suponer un ave tan destacada como el cóndor andino posee una frondosa historia que roza en sus comienzos con la fábula y el mito. El cóndor ingresa en la nomenclatura zoológica actual con Carl Linné, quien lo denominó Vultur gryphus basándose en el Vultur Gryps, Gryphus, o Greif Geier [= Buitre Grifo] de Jakob Klein. Siguiendo a este autor y a John Ray, Linné, de poderosa influencia en el pensamiento zoológico de la época, introdujo esta fábula: “Preda sobre terneros, ovejas, y aun sobre niños de 10 años. De a dos aves desgarran y devoran una vaca; bajan volando a tierra con un susurro que casi deja a los hombres atónitos y sordos”.
Los relatos de los primeros viajeros sobre el tamaño y ferocidad del cóndor eran tan exagerados que el siempre cauteloso Ray no incluyó la especie en su edición de la Ornithology de Willughby. Sólo cuando recibió de Sir Hans Sloane una pluma de esta ave obtenida por el capitán Joanne Strong en Chile, decidió publicarla en la Synopsis Methodica Avium et Piscium (1713).
Shaw, George – 1792 - Museum Leverianum.. |
Allí citaba estas palabras de Strong: “En la costa del mar chileno no muy lejos de la isla Mocha, herimos al llamado cuntur, que se posa en los acantilados a la orilla del mar, no lejos de las montañas. Una vez impactado y muerto por las balas de plomo, los marineros quedaron atónitos por su tamaño y magnitud (...) Preguntados los habitantes españoles de ese país dijeron que tenían que cuidarse mucho de ellos para que no llevaran y desgarran a sus hijos”.
Cóndor macho dibujado a partir de los ejemplares llevados al Museum Leverianum.
Shaw, George – 1792 - Museum Leverianum
Ray también repetía lo dicho por Garcilaso de la Vega, el Inca; “tienen el pico tan fuerte y duro que fácilmente desgarran el cuero de una vaca. Dos de ellos atacan una vaca o un toro hasta matarlos y aun han atacado niños de 10-12 años, a los que hacen su presa (...) Su vuelo, por lo demás, es temible (...) Cuando bajan, cayendo de lo alto, hacen tan gran sonido que asombra”. Digamos de paso que a causa de este sonido el poeta inglés James Grainger le dio el nombre de “Zumbador”. Otra fuente de Ray fue José de Acosta quien afirmaba que “las aves que los habitantes del Perú llaman Cóndores son de un tamaño extremo y de una fuerza tal, que no solamente abren y descuartizan una oveja, sino también una vaca entera”.
La literatura hispana de aquellos tiempos menciona abundantemente a los llamados “grifos” de los que, entre otras atrocidades, se afirmaba que con sus uñas fuertes como el hierro se llevaban a los indígenas hasta las sierras donde se los comían, despoblando así regiones enteras. El cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara dice haber visto unos pájaros de extraordinaria grandeza y disformes en demasía, “los cuales toman y cazan con los picos y uñas las tortugas muy grandes y pescados muy pesados y los llevan hacia tierra y los alzan bien alto y después los dejan caer encima de las peñas, de que se hacen pedazos y se los comen muy gentilmente”. Antonio de Solís cuenta que “había en el zoológico del emperador de Méjico aves de un tamaño y de una fiereza extraordinarias, que parecían monstruos, de una talla sorprendente y de una prodigiosa voracidad, a tal punto, que hallamos un autor que indica que estas aves comían un carnero en cada comida”.
Charles-Marie de La Condamine, refiere una curiosa técnica para cazar cóndores, de la cual dudan otros autores: “La famosa ave, llamada en Perú cuntur y por corrupción cóndor: la he visto planear sobre una majada de carneros; parece que ver al pastor les impide emprender cualquier acción; es opinión universalmente extendida que esta ave, levanta un cabrito y que a veces ha hecho presa en niños, y se supone que los indígenas le ofrecen a modo de cebo la imagen de un niño hecha con arcilla muy viscosa, sobre la que se abalanzan en veloz vuelo, y que ensartan sus garras de manera que no les es posible liberarse”.
Alex Mouchard
Más tarde, el conde de Buffon basándose en estos y otros relatos fantasiosos alimentó el mito del llamado "Cuntur, en Perú y Chile, y Cóndor, para los españoles (...) Si la facultad de volar es un atributo esencial del ave, el Cóndor debe ser considerada la mas grande de todas (...) El cóndor posee aun en mayor grado que el águila todas las cualidades y poderes que la Naturaleza ha otorgado a las especies mas perfectas de esta clase de seres”. Se refería a sus dimensiones y a su “coraje igual a su fuerza”.
Entre las fuentes que utilizó Buffon, el padre Louis Éconches Feuillée, fue un explorador que conoció al cóndor de primera mano, hacia 1709- 1711 durante el viaje que realizó por Argentina hasta el cabo de Hornos, y luego por Chile y Perú. En este último país, en el valle de Ylo, al sur de Arequipa, vio un cóndor posado sobre una gran roca. Le disparó con su fusil, pero como solo cargó plomo grueso, la munición no pudo penetrar en su plumaje, sin embargo el ave voló pesadamente hasta otra roca al borde del mar, donde un segundo disparo, mortal, le dio en la garganta. Feuillée corrió para atraparlo pero el ave, acostada sobre su dorso, se defendía con las garras abiertas, de manera que no sabía por qué lado tomarlo, hasta que finalmente murió y pudo bajarla de las rocas y llevarla a su tienda para dibujarla en color. Feuillée aportó una descripción completa y datos sobre su comportamiento: “Estos animales viven comúnmente sobre las montañas donde encuentran de qué alimentarse; no descienden a la costa más que en la estación de las lluvias; sensibles al frío vienen a buscar calor (...) El poco alimento que encuentran a orillas del mar, salvo cuando grandes tormentas arrojan allí peces grandes, los obliga a hacer grandes viajes; vienen generalmente a la tarde, pasan toda la noche y regresan a la mañana”.
En cambio Claude d'Abbeville, un padre franciscano francés que misionó en Maranhao, Brazil, y el geógrafo holandés Joannes de Laët, aseguran que “el cóndor es dos veces mayor que el águila, y que tiene tal fuerza que arrebata y devora una oveja entera, que no perdona ni a los ciervos, y que derriba fácilmente a un hombre”. Y agregan que felizmente son escasos, porque si fueran abundantes, destruirían todo el ganado.
Otro viajero, el caballero de Desmarchais, mezclando mitos con verdades obtenidos de los indígenas, relata que estas aves pueden atrapar y llevarse una cierva o una vaquillona, como si fuera un conejo; que su carne es dura y que olfatean la carroña; que tienen la vista muy aguda, la mirada serena y hasta cruel; que no frecuentan las selvas, que necesitan mucho espacio para mover sus grandes alas; pero se los encuentra a orillas del mar y de los ríos, y en las sabanas o praderas naturales.
Georges Spilberg o Spilburgen, otro navegante holandés, refiere en 1614 que “nuestros marineros capturaron en la isla Loubet, de las costas del Péru, dos aves de un tamaño extraordinario que tenían un pico, alas y garras como las de las águilas; un cuello como la oveja y una cabeza como la del gallo, si bien su aspecto era tan extraordinario como su tamaño”.
Latham, John - 1781-1802- A general synopsis of birds, |
En medio de la polémica de si el cóndor era un buitre o un águila, Buffon se inclinaba más por lo último. Su error provenía de dejarse llevar por relatos no comprobados que impusieron el concepto de que el cóndor era un ave rapaz. Así afirmaba el sabio francés que “es capaz de detener una majada de ovejas, y elegir a su gusto a la que se va a llevar; levanta los cabritos, mata las ciervas y las vacas, y atrapa también peces grandes: por lo tanto vive como las águilas del producto de su caza, se alimenta de presas vivas y no de cadáveres; todos estos comportamientos son más de águila que de buitre”.
Garcilaso creyó que el cóndor era la misma ave que la que los orientales llamaban ruch o roc, tan famosa en los cuentos árabes, y que fuera mencionada por Marco Polo. "Se encuentra en la isla de Madagascar, una maravillosa especie de ave que llaman roc, que se parece al águila, pero que es incomparablemente más grande (…) tiene tanta fuerza y poder, que sola y sin ninguna ayuda, atrapa y detiene a un elefante, se lo lleva por el aire y lo deja caer a tierra para matarlo, alimentándose de su carne”. De esta ave roc ya Petrarca había señalado que capturaba navíos en el océano Índico con su pico, alzándolos hasta las nubes.
Por pedido de Buffon, Charles de Brosses redactó una compilación de todos los viajes a los mares australes conocidos hasta mediados del siglo XVIII. En esa obra habla de un ave de Senegal, África, casi tan grande como el avestruz, que sería igual al cóndor de los americanos y el roc de los orientales: “En las ramas del árbol que produce los frutos llamados “pan de mono”, había nidos suspendidos, parecidos a grandes paneras ovales, abiertas por debajo y tejidas groseramente con ramas bien gruesas; no tuve la satisfacción de ver a las aves que los construyeron, pero los habitantes del lugar me aseguraron que tenían el aspecto de la especie de águila que ellos llaman Ntann. Juzgando el tamaño de esas aves según el de sus nidos, ellas no deben ser menores al avestruz”.
Dejándose llevar por su entusiasmo, Buffon incluye dentro de la especie cóndor a una variedad de aves más o menos fabulosas: el ave de Tarnasar (India), de cuyo pico se hacían empuñaduras de espadas; el buitre del Senegal, otro ladrón de niños; el ave salvaje de Laponia, grande como un carnero y capaz de levantar renos jóvenes, y el laemmer geier [= buitre de los corderos] de los alemanes o quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), cazador de corderos y carneros.
Le Gentil de la Barbinais, un supuesto navegante de los mares australes, aunque con verdadera imaginación, narra con dramatismo: “Los desiertos de la provincia de Pachacamac, en Perú, inspiran un secreto horror; no se escucha allí el canto de ningún pájaro, y en todas esas montañas no vi más que un ave, llamada condur, del tamaño de un carnero, que se posa sobre las montañas más áridas y se alimenta de gusanos que nacen en esas arenas”.
En Chile, el abate Juan Ignacio Molina describió al manqué o cóndor, del cual afirmaba que se alimenta de cadáveres o de animales que mata por sí mismo, cumpliendo el papel de los lobos en ese país. Molina que no parece haber conocido a este animal directamente, quizás se refería a los numerosos relatos que narran la habilidad del cóndor para asustar mediante un vuelo rasante a humanos y animales, haciéndolos caer a los precipicios para devorarlos, una vez muertos. Pero también afirmaba que acosan rebaños de ovejas y cabras, y aún terneros cuando están separados de sus madres, en cuyo caso los atacan en grupo, le arrancan los ojos y en pocos instantes los descuartizan. Con respecto a las técnicas para cazarlos, señalaba que los nativos se acuestan de espaldas sobre el suelo cubiertos con el cuero de un buey recién faenado. El cóndor, engañado, se aproxima para comer un supuesto cadáver y entonces el cazador provisto de fuertes guantes lo atrapa por sus patas y sus compañeros lo ultiman a palos.
En 1804 William Bennet Stevenson, viajero y pintor inglés llegó a Sudamérica con sólo 17 años de edad. Recorrió Chile, Perú, Ecuador y Colombia y así habló del cóndor: “El majestuoso cóndor ocupa el primer rango en la raza emplumada, ya sea sobre la tierra cuando extiende sus alas que miden 14 a 15 pies de un extremo al otro, ya sea cuando se lanza a través de las nubes [a gran altura] y no parece mayor que una golondrina. Su vuelo es verdaderamente impresionante; se eleva con un movimiento vacilante y casi imperceptible de sus alas, y desciende a tierra de la misma forma; cae sobre su presa, sea un cordero o un animal pequeño y, si la presa es pesada, la levanta con sus garras hasta alguna altura cercana, el cóndor come hasta el punto de no poder alzar vuelo, y entonces el mismo se transforma en presa fácil para los nativos que lo corren y matan con palos ...He visto varios cóndores atacar una vaca caída en un barranco de donde no podía salir. El primer ataque fue dirigido al ano, por donde tiraban de los intestinos, sin inquietarse por el ruido que hacíamos, como si supieran que no podíamos sacarla del cenagal. Esta ave es conocida con el nombre de Moro-moro".
Es probable que las ideas erróneas sobre el cóndor que se difundieron entre los zoólogos de los siglos XVII y XVIII se hayan debido a que casi no había ejemplares de esta ave en los museos europeos. Shaw lo describió en 1791-1793 con el nombre de Vultur magellanicus (hembra) y Vultur gryphus (macho) en base a dos ejemplares cazados en el estrecho de Magallanes y llevados al Museum Leverianum de Londres por el capitán Middlelon, al regresar de su viaje a los mares del sur, y al parecer fueron por mucho tiempo los únicos conocidos en Europa. Estos ejemplares fueron adquiridos posteriormente por el Museo de Viena. Recién en 1823 se agregó un tercer ejemplar en el Museo de París.
Alex Mouchard
Temminck,C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées
d’ Oiseaux |
Cóndor macho dibujado de los ejemplares llevados al Museum Leverianum.
HARUKA -_- No me agrada saber que al pobre Condor a sido matado solo por ignorancia, esta especie entre otras están extinguiéndose que es una pena, ahora que sabemos que se puede sacar provecho de una especie en particular o por solo deporte, malogramos su habitad y la de nosotros mismos, somos la especie mas depredadora que todas y lo peor de todo es que nos depredamos a nosotros mismos :S
ResponderBorrarTu reflexión es triste pero real. Mira este video donde se aprecia el daño que hacemos lo humanos a otros animales:, http://www.midwayfilm.com
BorrarMuy interesantes artículos.
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