"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


martes, 9 de junio de 2020

EL TERO SERRANO O LIC LIC (Vanellus resplendens) Y EL SECUESTRO DEL EKEKO



“El Ekako, popularizado con el nombre alterado de Ekeko, era el dios de la prosperidad de los antiguos kollas… Al Ekako se rendía culto constantemente; se le invocaba a menudo y cuando alguna desgracia turbaba la alegría del hogar. Su imagen fabricada de oro, plata, estaño y aun de barro, se encontraba en todas las casas, en lugar preferente o colgado del cuello. Se le daba la forma de un hombrecito panzudo, con un casquete en la cabeza unas veces y, otras con un adorno de plumas terminadas en forma de abanicos … Algunos idolillos los hicieron sentados,con gorro triangular o cónico sobre la cabeza y vestido de una túnica hasta las rodillas, otros parados en la misma forma que los de Tiahuanacu, la cual persiste hasta hoy. Ambos tienen el aspecto risueño, de hombres satisfechos de la vida, gordos y bien comidos.” (Paredes, 1920)


Vanellus resplendens
Dibujo de David W. Mitchell (Gray, 1849)







Glarus era a principios del siglo XIX una tranquila villa pastoril del este de Suiza, en el valle del río Linth, rodeada por bellas montañas como el Wiggis y el Vorder Glärnisch. Semejante paisaje natural debe haber impresionado al pequeño niño llamado Johann Jacob von Tschudi quien nació allí en 1818.  Decimos esto porque años después, en Zurich, estudiando medicina, se despertó en él una gran vocación por las ciencias naturales. Allí tuvo como maestro al ornitólogo Heinrich Rudolf Schinz, a los naturalistas Lorenz Oken y Johann Lukas Schönlein y a los geólogos Oswald Hee y Arnold Escher von der Linth, quienes orientaron su carrera hacia la zoología y la paleontología. En Neuchâtel (Suiza) conoció al famoso zoólogo Louis Agassiz y consiguió que el Museo  de Historia Natural de esa ciudad le financiara un viaje a la costa oeste de Sudamérica a cambio de proveerle de ejemplares de flora y fauna. En Leiden (Holanda) se perfeccionó con el zoólogo Hermann Schlegel y en París con Hercule Strauss-Durkheim y Gabriel Bibron, obteniendo un doctorado en ciencias.


Johann Jakob von Tschudi.
Acuarela de Ludwig Carl Schnorr von Carlsfeld. Museo del Estado de Glaris, Palacio de Freuler, Näfels.
https://www.briefedition.alfred-escher.ch/kontexte/personen/korrespondenten-und-erwahnte-personen/T/Tschudi%2520Johann%2520Jakob/#


Una mañana con densas nubes y nieve, en el invierno de 1838,  se embarcó Johann en Le Havre en el velero Edmond, que llevaba un cargamento de mercaderías suizas hacia Sudamérica. Tras pasar por Chiloé, Punta Arenas, Valparaíso y las islas de Juan Fernández, se dirigieron a El  Callao (Perú) donde el naturalista suizo desembarcó en agosto de ese año. Eran épocas políticamente complicadas, de anarquía,  ya que se había formado la Confederación Peruano-Boliviana resistida por Chile y los nacionalistas peruanos.

A su llegada, la fortaleza de El Callao estaba próxima a ser atacada por los chilenos. Con un salvoconducto que consiguió allí, Tschudi se dirigió a pie a Lima, en medio de las balas. Cerca de Bella Vista fue interceptado por tropas chilenas, pero tuvo la suerte de encontrar en ellas a un oficial chileno al que había conocido a su paso por  Santiago de Chile. Con su autorización pudo seguir viaje.  En Lima la situación no era mejor. Los extranjeros eran perseguidos por los nacionalistas. Tschudi debió embarcase a Chorrillos y permaneció allí hasta el fin del conflicto. Entonces pudo radicarse en Lima para ejercer la medicina, ingresando enseguida en el ambiente de las clases pudientes de la ciudad.



Conurus (= Pyrrhura) rupicola
Dibujo de J. C. Werner (Tschudi, 1844-46)




CAMINO A LA PUNA

Alentado por las cartas de Charles Darwin, quien había pasado por Perú en 1835, Tschudi decidió viajar para conocer la naturaleza peruana, el principal objetivo de su viaje. En 1939 visitó las serranías centrales en la zona de Jauja. Más tarde (1841) se dirigió a la costa: Paramonga, Chancay y Huacho, donde estudió la fauna marina durante 6 meses. Ese mismo año partió de Lima a caballo saliendo por la Portada de las Maravillas, remontando el río Rimac hacia la quebrada de Matucanas. Pasó por humildes pueblitos como Chaclayo y San Pedro Mama, donde le sorprendió ver bandadas del colorido  perico de gorro negro (Pyrrhura rupicola) anidando en las paredes rocosas. En Quibe encontró una enorme araña migala, cazadora de pájaros, a la que confundiéndola con un ratón le disparó, lamentándose por haber destruido tan interesante ejemplar. Siguiendo por el rio San Mateo, afluente del Rimac, llegó a San Juan de Matucanas a 2500 m de altura. El valle se iba angostando en un desfiladero donde encontró  que crecía el huacacachu (Datura sanguinea), planta de gran poder alucinógeno, utilizada por los chamanes. Así fue ascendiendo hasta San Mateo (3000 msnm) y Chicla (3900 msnm).  Este fue el último sitio donde observó cultivos. Tuvo que alojarse en un “horrible” tambo donde una vieja le cocinó un chupe tan desagradable que sólo pudo comerlo debido al hambre que tenía. Durmiendo sobre cueros de ovejas, la noche se le hizo interminable por los parásitos, los cuies (cuises) que retozaban sobre sus cobijas, el humo y los olores nauseabundos. Con los caballos afectados por el apunamiento o veta, llegó a la mina de Casapalca (4.000 msnm) y pasó por una serie de lagunas llamadas Huascacocha y Morococha. Ascendió al Paso de Antarangra o Pachachaca (4700 msnm), donde está la divisoria de aguas. Luego, descendiendo por La Oroya, alcanzó el lago de Junín, para arribar finalmente a su destino, Cerro de Pasco, importante localidad minera.



Vanellus resplendens
Dibujo firmado RSH. (Seebohm, 1888)




EL LICLIC

En esos humedales de la puna Tschudi “descubrió” al ave conocida por los nativos como  “licli”, e hizo esta extraña comparación: “Similar a la huachua en el color del plumaje, las patas y el pico, es el chorlito de brillo metálico, el licli (Charadrius resplendens, Tsch.)” (Tschudi, 1846). La huachua o guayata (Chloephaga melanoptera) es un anátido que vive en esas alturas, por lo tanto muy diferente de un chorlo y que sólo comparte con el liclic o tero andino su predominante color blanco.

Pero no fue él el primer europeo que habló sobre esta ave. Tschudi mismo (o quizás su revisor, Jean Cabanis)  reconoció que en un manuscrito de Alexander von Humboldt, el famoso viajero había relatado lo siguiente: “El Ligli vive en grandes cantidades en los pantanos de toda la provincia de Quito; se pueden ver en cantidades de 2 a 300 individuos; llegan allí con gran precisión el 5 de mayo y vuelan con tanta velocidad que se pueden ver en Riobamba, Quito y el valle de Ibarra el mismo día. Permanecen en la provincia hasta principios de octubre. En la Laguna de Coles, al norte del Páramo de Huatillo, de donde se origina el Río de Chambo, se observa un fenómeno muy peculiar; cuando estas aves vuelan sobre ella, veinte unidas con sus patas y picos forman como una pelota y caen al lago donde mueren. Los indios atrapan estas bolas en bolsas y se comen las aves. La causa de este fenómeno no es fácil de explicar porque no se desprenden del lago vapores perniciosos" (Tschudi, 1844-46).  Extraño fenómeno que sería interesante analizar, ya que de acuerdo con lo que dice Humboldt parecería ser algo habitual en el lugar, y al parecer se repite anualmente para los meses de septiembre y octubre, incluso con otras especies como el batitú (Bartramia longicauda). Los científicos no consiguen dar respuesta a esto, hablan del efecto de fuertes vientos sumados al agotamiento de las aves en migración, sin embargo los nativos, como veremos más adelante, ya tienen una respuesta para ello.

Tschudi agrega que el ligli “vive solo en las regiones más altas de la Puna, entre 13 y 16,000 pies [3900-4800m] sobre el nivel del mar, siempre en grupos. Sus gritos son muy desagradables. Cuando te acercas a esta ave, vuela gritando y se posa unos pasos más allá en el suelo, corriendo lejos por delante del viajero. Los indios lo llaman «Frailesco» o «Ligli». La hembra pone tres huevos de color amarillo claro, casi completamente redondos”.´



Grabado en madera. Autor desconocido.
Deutsche Rundschau für Geographie und Statistik 12 (1890), S. 187. http://www.tripota.uni-trier.de/single_picture.php?signatur=385_1290


El zoólogo polaco Konstanty Jelski permaneció entre 1865 y 1874 en el Perú colectando ejemplares para el museo de Lima. En la misma zona que Tschudi, en los alrededores de Junín, encontró al tero andino (nombre que nos parece más apropiado que tero serrano) que era común “en la llanura húmeda, en la pradera seca y en las colinas pedregosas, en parejas aisladas o en tropas. Cuando aterrizan en el suelo, están acostumbrados a sostener las alas abiertas por un tiempo, luego las pliegan lentamente. La voz consta de dos sílabas repetidas varias veces seguidas; casi siempre gritan mientras vuelan y corren a gran velocidad”. Asimismo detalló las características que hacen de este tero pariente del avefría europea y diferente de los chorlos. Su sucesor en el museo, su compatriota  Jan Sztolcman, señaló que el tero “se encuentra al borde de pequeños lagos o charcos, muy a menudo también en páramos secos cubiertos de hierba. Me parece que se alimenta principalmente de lombrices de tierra, lo que observé en un individuo que crié por unos días; compitiendo a este respecto con el Colaptes [el carpintero andino (Colaptes rupicola)], que vive en las mismas localidades y que busca su alimento en el mismo páramo ... Un día, cuando lastimé una de estas avefrías en el ala, vendé la herida y plegué el ala. Primero la até de una pata, luego la dejé libre. Desde el primer día se puso a comer. Le gustaban especialmente las lombrices de tierra, pero como no tuve tiempo de buscarlas siempre le di cordero picado, que parece haberle sido funesto, porque murió después de una semana. Tras unos días estaba tan domesticado que yacía sobre mí cuando dormía. Le dimos el nombre de gliclich por la imitación de su voz. Sus principales enemigos son Falco femoralis [el halcón plomizo] y Urubitinga unicinctus [el gavilán mixto, Parabuteo unicinctus]” (Taczanowski, 1884-1886).

En 1875, Alezander Agassiz, hijo de Louis Agassiz y experto en minería, visitó el lago Titicaca en Bolivia, acompañado por Samuel Garman. Éste, zoólogo del Harvard Museum of Comparative Zoology, registró lo siguiente: "Centinella [sic], español; Leke-leke, indígena. Común en las llanuras y pampas. Molesta mucho al cazador alertando de su proximidad a los animales. Manteniéndose a una distancia segura,  continuamente profiere el grito peculiar del que deriva su nombre indígena" (Allen & Garman, 1876). Esto explica el desagrado de Tschudi, entusiasta cazador,  por el griterío de los teros.

Diez años más tarde, llegó a Titicaca el botánico norteamericano Henry Hurd Rusby y también vio al tero andino: “Usualmente se encuentran varios juntos, aunque difícilmente se pueda decir que en bandadas. No se confina a la cercanía de los lagos, sino que vaga ampliamente por colinas y llanos, al menos durante parte del día. Sus costumbres son  sorprendentemente similares a las de nuestro Killdeer [el tildío, Charadrius vociferus], y su grito es similar, pero mucho más fuerte, y de la misma forma es propenso a dar vueltas sobre la cabeza del intruso” (Allen, 1889)

Por el norte de Argentina, cerca de la localidad de Moreno, Jujuy, anduvo hacia 1901 el zoólogo sueco Axel Johann Einar Lönnberg. Allí observó que el tero andino “se alimenta de larvas e insectos, pero más especialmente de un pequeño crustáceo (Hylea laevis). Por lo general, de ocho a diez individuos se encuentran juntos en los prados húmedos” (Lönnberg, 1903) El crustáceo en cuestión sería un cangrejito o cucaracha de rio (Aegla sp.).



La illa del Ekeko sustraída por Tschudi.

Schweizer Radio und Fernsehen (SRF)

https://www.srf.ch/kultur/gesellschaft-religion/schweizer-forscher-zwischen-humboldt-und-humbug




EL SABIO ESTAFADOR

Tras este viaje a Perú, Tschudi regresó a Europa en 1843 radicándose en Viena. En 1857 realizó otro viaje a Sudamérica, pasando  por Brasil y Argentina, y entrando por tierra a Chile, por el desierto de Atacama, llegando a Santiago y Valparaíso. En 1858 llegó a La Paz y luego a Lima, desde donde regresó a Europa. En 1860 hizo su tercer y último viaje a América del Sur como ministro de Suiza en Brasil, donde recorrió el Amazonas y el estado de Minas Geraes. En 1863 regresó a Viena donde falleció en 1889. Sus intereses no sólo abarcaban la zoología sino también la arqueología y la etnografía.

En ocasión de su segundo viaje, Tschudi  llegó a Tiwanaku (Bolivia) para estudiar las ruinas. Allí se produjo el episodio que el mismo relató:

“Mientras tanto, Ponce de León, nuevamente acompañado por un grupo de indios, había traído un ídolo, del cual nos había hablado mucho durante la excursión a Tambo. Es una estatuilla muy interesante y bien hecha de 5” 3”’ de alto y 3” 10”’ de ancho [133 x 96 mm] y bien conservada; sólo un pequeño fragmento se ha roto en la nariz; es de una piedra verde oscura, en la cual una veta blanca se usó hábilmente para separar la cabeza del cuello. Los ojos son muy grandes y muy inclinados desde afuera hacia adentro y cóncavos. Para decorar las orejas, dos serpientes con cabezas anchas caen sobre las axilas. Dos serpientes similares desde el centro de la diadema se doblan hacia afuera sobre el cuello, se vuelven hacia adentro sobre una joroba en la espalda para volverse nuevamente hacia afuera con sus cuellos para que sus cabezas descansen sobre los hombros. Las serpientes están muy bien trabajadas, pero las otras decoraciones solo están talladas como líneas.”

“Este ídolo era muy apreciado por los indios tiahuanacos y era ampliamente conocido en la zona como el "Dios de los Ladrones" (el Santo de los Ladrones). Los indios le mostraban la misma veneración que a cualquier santo en la Iglesia. Su dueño encendía una vela de cera todos los viernes; si un robo ocurría en alguna parte, la víctima traía una vela y ofrendas adicionales, firmemente convencida de que se investigaría al ladrón con la ayuda del santo.”

“En broma le pregunté al dueño si no quería vender a este santo, pero él lo rechazó indignado. Mis dos compañeros de viaje entendieron la movida y, mientras dibujaba el ídolo, persuadieron a Ponce de León para que insistiera al propietario para que  me la cediera. Una botella de coñac hizo que estas personas fueran más dispuestas. Después de mucho hablar de una parte y otra, finalmente parecieron aceptar hacer negocio, y Ponce de León presentó una demanda muy desmedida. Simplemente la rechacé e hice una contraoferta, que a su vez fue considerada inaceptable. Sin parecer que continuara ocupándome del asunto, completé el dibujo. Mientras tanto el Sr.  Pempel había dado órdenes de mantener a los animales en espera y distribuyó el resto de la botella a los indios. Ahora tomaron la iniciativa completamente borrachos y cuando ya estábamos en la silla, el negocio se dió. Pagué rápidamente, puse el ídolo en mi alforja y entonces cabalgué con mis compañeros a un ritmo rápido detrás de los cargueros que nos llevaban mucho tiempo.”

“Los indios probablemente lamentaron el negocio en el acto, porque tan pronto como llegamos al campo abierto escuchamos un tumulto infernal detrás de nosotros y vimos a algunos indios corriendonos detrás, pero sus cabezas estaban pesadas y sus pies inseguros. No pudieron alcanzarnos, pero me preocupaba que, dada su tenacidad, pudieran hacernos una visita hostil, al menos en la noche siguiente. Sin embargo, no sucedió. ¡Quizás el negociador e intérprete, nuestro amigo D. Ponce de León, los haya tranquilizado, ya que la carta del Jefe político de La Paz estaba en términos muy medidos y Ponce de León era el suplente del corregidor! ¡Cómo habrán triunfado los ladrones de Tiahuanaco al enterarse del secuestro del curioso santo!”

Este Ponce de León actuaba como guía de Tschudi y fue su cómplice en este hecho, según lo cuenta el suizo: “En cuanto salimos de Tambo, llamé al Corregidor. Apareció pronto con su suplente, un chico hablador que hizo de portavoz y se jactó de su nombre de Don Luis Ponce de León y de ser descendiente del conquistador del mismo nombre, a pesar de ser de pura sangre india. Le mostré carta de recomendación del Jefe político; después de leerla y de recibir un gran vaso de coñac de mi compañero de viaje, su cortesía y su disposición a servir no conocían límites.”

Esta estatuilla o illa representa a Ekeko, una divinidad de la abundancia y la fecundidad, data de entre el siglo II AC y II DC y pertenece a la cultura Pukará del lago Titicaca. Es un objeto sagrado que en las festividades posteriores a la siembra representa aquello que se debe criar para obtener una buena cosecha. Quizás fuera hallada por los indígenas en la época de Tschudi quienes, irónicamente habida cuenta de lo que sucedió, lo tenían como un dios que los protegía de los ladrones. Al parecer hubo un pago aunque se supone que de muy poco dinero y hecho con mala fe, aprovechando el estado alcohólico de los propietarios. La illa quedó entre las pertenencias de Tschudi, y en 1929 Gilg von Tschudi, un nieto del científico,  la vendió al Museo de Historia de Berna. En 2012 la embajadora de Bolivia en Suiza, Elizabeth Salguero Carrillo, vio la pieza en el museo y averiguó su procedencia. El estado Boliviano reclamó entonces la estatuilla que le fue devuelta por el Museo en 2014, cumpliendo con el pedido del canciller David Choquehuanca: "Las cosas tienen que estar en su hogar”.


Una muestra más de la desaprensión europea de la época por las culturas originarias americanas cuyas manifestaciones eran consideradas  objetos de curiosidad o estudio, sin respetar la profunda significación que tenían y tienen para los pueblos que las produjeron.


La illa del Ekeko
            Dibujo de von Tschudi (1869)


                               

 

Ya publicada esta nota recibimos del arqueólogo boliviano Jédu Sagárnaga, a quien mucho agradecemos, su interesante artículo, fruto de una consultoría efectuada para el gobierno de su país sobre el tema, donde llega a la conclusión de que la illa pertenece a la cultura Pukara.

Sagárnaga, Jédu .2017. Acerca de una escultura boliviana recuperada en Suiza. Fuentes 11 (53): 7-23.

 


EL TERO SERRANO EN LAS CULTURAS

Pese a lo apartado y difícil del ambiente donde vive, el tero andino dejó huellas en las culturas de los páramos y punas de Sudamérica.

Fausto Sarmiento (2010, 2016) en su trabajo sobre el tero serrano como ícono del paisaje biocultural andino identifica las siguientes funciones que vinculan a esta especie con las culturas andinas de Ecuador.

-Centinela: los teros están siempre alertas, manteniéndose erguidos y atentos. Este comportamiento le ha valido el nombre de “wachidor”, un anglicismo derivado del verbo to watch, observar, vigilar.

-Pronosticador del tiempo: la ubicación de los nidos más o menos cercanos a los cuerpos de agua permiten saber si habrá sequía o tiempo lluvioso, respectivamente.

-Bravo guardián: la llegada de predadores y otros intrusos hace que profieran fuertes y aturdidores gritos, sobre volando al extraño que se acerca por tierra. Como hemos visto en los relatos anteriores el tero pone así en alerta a los demás animales por lo que es odiado por los cazadores.

-Cuidado parental: el tero es un celoso defensor de su nido y polluelos, la pareja se separa para confundir al predador y el canto se multiplica y de ahí la repetición en la ornitonimia: ligle-ligle.

-Ofrenda a los dioses: El fenómeno observado por Humboldt (ver arriba) se conoce también en lago Ozogoche (Chimborazo) y la mitología puruha lo interpreta como una ofrenda del espíritu de la montaña o Apusukuna a través del Urkusupay (hombre de las montañas) hacia el espíritu del agua, Katekil, que habita en ciertos lagos andinos. De esta forma a través de las brillantes plumas del ligli se le devuelven al lago los rayos del sol para mantener sus aguas calmas y quizás para iniciar la temporada de las lluvias. En Cotopaxi, las aves caídas son recogidas y con ellas se prepara en Cotopaxi un sankuchu o  sopa de ligli, especie de sopa con carne y papas, para calentarse en las noches frías. El suceso es motivo de fiestas populares que incluso atraen al turismo.

-Fuente de proteínas: cuando escasean otros alimentos se intenta la caza de esta especie sobre todo cuando se desplaza en bandadas durante la migración. Se las captura con largas mantas o  punchu, y en la cultura cañari, el cazador principal come el hígado de la presa para dominar todos los secretos del animal y convertirse en un cazador más efectivo de esa ave.

-Medicina: El caldo preparado con el ave despeja las vías respiratorias superiores y es vigorizante. Los ojos crudos y el untarse los párpados con las plumas iridiscentes curan las cataratas y otras afecciones oculares. Las patas sirven para frotar grasa de oso andino en las articulaciones enfermas. El ungüento elaborado con la grasa del ave protege contra el frío y la humedad. Entre los yachas (Otavalo) y los yanaconas (Colombia), las alas con los espolones se usan para activar la circulación en las extremidades. Algunos chamanes, como ocurre entre los yachak (Cotopaxi), realizan en sus curaciones ciertas maniobras que invocan en el afectado el espíritu del ave: alerta, atento a los extraños y defendiendo tenazmente lo suyo. Esos procedimientos incluyen oraciones y alaridos que recuerdan los gritos del tero.

-Amuletos: Las rojas patas traen buenos presagios y representan el buen tiempo del verano. El consumo de los huevos otorga cualidades de buenos padres y estimula la fertilidad. El pico trasmite la capacidad de vigilancia del ave.

-Cosmovisiones: La conducta del tero serrano de defender audazmente su territorio es una cualidad destacada para estos pueblos por su apego a la tierra. De esta forma se lo representa, señalando sitios sagrados, en pictogramas, dibujos en telas (fajas textiles de Chinchiru, Perú), petroglifos (Imbakucha, Ecuador) y tallas (menhires de Tafí del Valle, Argentina). Con sus huesos, picos, patas y plumas, intercalados con las rojas y negras semillas del wayra yuyu o huayruro (Ormosia coccinea), se adornan las fajas y los watu que protegen a los cazadores de las montañas, alejándoles la energía negativa que les acecha en esos inhóspitos lugares.



Tschudi en 1883
Fotografía por Stockmann & Knozer, Viena.
Source gallica.bnf.fr / Bibliothèque Nationale de France




LOS NOMBRES

Son variados los nombres populares del tero, mayormente onomatopéyicos, y reproducen sus gritos dobles.

Ecuador
Ligle, ligle-ligle, ligli, avisón (por avisar de la presencia de intrusos), awaitapungos (del inglés await, esperar y el quichua pungu, terreno abierto).
En Quito: Veranero, porque aparece durante la estación seca, es decir el verano.
En Cotopaxi: leuque–leuque.
En Chimborazo y Bolívar: chugchidor, del quichua chugchi, "cavar la tierra para buscar comida", porque consigue presas removiendo la tierra cuando se cosecha la papa, se limpian los cultivos de piedras y malezas, se aporca el maíz y los porotos, y cuando se lleva el ganado a las parcelas en barbecho.

Perú
En Chanchamayo: Liclish.
En Junín: Licli y frailesco.
En Huamachuco: Lic lic.
En la zona del río Kachimayu (región del Cusco): Lique o leque-leque (quichua) y lequecho (español).
En Pauza: Lique-Lique y leqsle.
En la provincia de San Marcos, región de Cajamarca (Perú) existe la cascada Lic Lic, de unos trescientos metros de altura, cuyas aguas caen al río Chilimayo. En sus proximidades hay una pequeña población del mismo nombre.
  
Bolivia
En el lago Titicaca: Leke-leke (indígena), centinela (español).

Chile
Queltehue frio, queltegüe puneño
En Tarapacá: Lequi-lequi y leuque-leuque.

Argentina
En Jujuy: Lico-lico, leuquencho, terencho.
En Tucumán: Lico-lico.

Otros nombres registrados para la zona andina: liqui liq, like lik, equeco, teru tero, terotero.





Alex Mouchard




Allen, J. A. & Garman, S.W. 1876. List of Mammals and Birds, en Agassiz, A. & Garman, S. W. Exploration of Lake Titicaca. Bulletin Museum Comparative Zoology 3:356.
Allen, J. A. 1889. List of the Birds collected in Bolivia by Dr. H. H. Rusby, with Field Notes by the Collector. Bulletin American Museum N. H. 2:108.
Bernisches Historisches Museum. 2014. Stand der Verhandlungen mit Bolivien bezüglich der Steinfigur BHM Inv. Pe 145.
Feller-Vest, Veronika. 2013. Johann Jakob vonTschudi. Historisches Lexikon der Schweiz (HLS). https://hls-dhs-dss.ch/de/articles/014903/2013-11-05/
►Gray, GR. 1849. The genera of birds : comprising their generic characters, a notice of the habits of each genus, and an extensive list of species referred to their several genera. London :Longman, Brown, Green, and Longmans
https://de.wikipedia.org/wiki/Johann_Jakob_von_Tschudi
https://www.biodiversitylibrary.org/
Lonnberg, Einar. 1903. On a Collection of Birds from North-western Argentina and the Bolivian Chaco. Ibis 8ª ser. Nº 12.
Paredes, M. R. 1920. Mitos, supersticiones y superviviencias populares de Bolivia. La Paz : Arno Hnos.
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►Sagárnaga, Jédu. 2014. Consideraciones acerca de una escultura boliviana en Berna. La Paz, Bolivia.
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Sarmiento, Fausto O. 2010. The lapwing in Andean ethnoecology. The Geographical Review 100: 229–245.
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Suárez Varela, Antonio. 2020. Johann Jakob Von Tschudi. El explorador suizo que robó el 'ekeko' a los indígenas bolivianos. https://www.swissinfo.ch/spa/johann-jakob-von-tschudi_el-explorador-suizo-que-rob%C3%B3-el--ekeko--a-los-ind%C3%ADgenas-bolivianos/45615552
Taczanowski, W?adys?aw. 1884-1886. Ornithologie du Pérou. 3 vols. Rennes: Typographie Oberthur.
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Tschudi, J. J. von. 1846. Peru. Reiseskizzen aus den Jahren 1838-1842. 2 vols. St. Gallen: Scheitlin und Zollikofer.
Tschudi, J. J. von. 1847. Travels in Peru, during the years 1838–1842, on the Coast, in the Sierra, across the Cordilleras and the Andes, into the primeval Forests. 2 vols. New York: Wiley & Putnam
►Tschudi, Johann Jakob von. 1869. Reisen durch Südamerika, Vol. 5.  Leipzig. F.A. Brockhaus

domingo, 3 de mayo de 2020

LA LOICA (Leistes loyca): EL PÁJARO SANADOR






"El jilguero chico amigo,
Loica con su pecho rojo,
Tordos y zorzales cantan,
wedwed, carpintero y chucau
no faltan;
Todos están contentos:
Pues ha pasado el mal invierno"

 Primavera - Fray Félix José de Augusta (1910)




Etourneau des Terres Magellaniques
Dibujo de François Martinet (Daubenton, 1765-1783)



EL PÁJARO SOLDADO

Caminaba por las calles del maravilloso pueblo  “El Chaltén” en Santa Cruz (Argentina), regresando de una visita a la mítica montaña, cuando un canto, mezcla de silbidos y ásperos chisporroteos, atrajo mi atención. Sobre un cerco de madera, alborotada por el viento, cantaba una loica.

Unos doscientos cincuenta años antes de este episodio partían de la isla de Saint-Malo (Francia) los buques “Aigle” y “Sphinx”, comandados por el capitán Louis Antoine de Bougainville, con destino a las islas Malvinas, donde habrían de establecer una colonia francesa. Como capellán y naturalista participaba Antoine-Joseph Pernety, un monje benedictino que publicó un relato de ese viaje en 1769. En las islas encontró a la loica y, aunque no conocía su nombre, la describió y la dibujó : «Matamos, en los campos, una especie de estornino, que tiene la parte superior del cuello, la espalda y las alas, marcadas y manchadas con los mismos colores aproximadamente que los de Francia, su pico también está hecho de la misma forma; pero tiene lo inferior del cuello y vientre de un rojo muy bello, que adquiere un poco el color del fuego; este rojo está salpicado de algunos puntos negros. Solo podía imitarlo adecuadamente usando minio claro o plomo quemado». 


Sansonette des Iles Malouines
Estornino de las islas Malvinas
 (Pernety, 1769)



Sin embargo, por razones de política internacional, cuatro años después, el rey Louis XV ordenó a Bougainville desmantelar la colonia y entregar las islas a los españoles. En esa ocasión el naturalista fue Philibert Commerson quien iba acompañado de un misterioso ayudante (ver nuestra nota http://historiaszoologicas.blogspot.com/2011/07/el-misterioso-ayudante-de-commerson.html). En marzo de 1767 llegaron a las Malvinas donde además de cumplir con la orden real, los naturalistas aprovecharon para recorrer el lugar y colectar especímenes. Entre las aves que allí había, Bougainville (1772) señaló lo siguiente: “El otoño se llevó dos especies de estorninos o zorzales; una tercera no nos dejó: se la llamó “pájaro rojo”; su vientre está cubierto de plumas del más hermoso color de fuego, especialmente en invierno podríamos hacer ricas colecciones para guarniciones”. Destacada por su belleza y sus cualidades gastronómicas, así fue considerada por los europeos. Sin duda Commerson preparó ejemplares para llevar al Jardin Royal des Plantes Médicinales de París dirigido entonces por el famoso Georges-Louis Leclerc, el conde de Buffon, quien describió a la loica (1786) dándole el nombre de “Étourneau des terres Magellaniques” (estornino de las tierras magallánicas) y además “Blancheraie” (raya blanca) “debido a una larga franja blanca que, naciendo en cada lado surge cerca de la comisura de las dos partes del pico, parece pasar por debajo del ojo, luego reaparece más allá para descender a lo largo del cuello”. A pesar de que Buffon sospechaba que no era exactamente un estornino (Sturnus) y que por su pico se acercaba más a los trupiales (familia Icteridae, a la que en efecto pertenece), Linneo lo incorporó a la nomenclatura científica como Sturnus militaris, asociando su brillante pecho rojo con un uniforme militar.

Hudson (1974), sin embargo, opinaba que ese nombre “conviene más a la especie pampeana”, es decir a su pariente Leistes defilippii, porque “ningún nombre más feliz que el de militaris podría haber sido inventado para él … y aunque fue dado al ave sólo por su pecho rojo … en este caso describe, en forma accidental, un hábito peculiar de esta ave”.  En efecto, cuando llegaba la época de los fríos, la loica pampeana realizaba migraciones hacia el norte reuniéndose en bandadas de hasta mil individuos que se movían por el suelo en forma coordinada  y “la precisión de sus movimientos y sus pechos escarlatas todos vueltos a un mismo lado, sugiere la idea de un disciplinado ejército en marcha”. Lamentablemente esta notable visión sólo pertenece al pasado, estando hoy la loica pampeana en peligro de extinción debido mayormente a la modificación antrópica de su hábitat.

Pero bastante antes que Pernety, en 1614, el Maestre de Campo Alonso González de Nájera ya mencionaba en el “reino” de Chile “diversos pájaros de varios colores, especialmente unos de tamaño de tordos, a que llaman comendadores, porque tiene todo el pecho de color de un muy encendido carmesí, dañoso para los sembrados”. Alonso de Ovalle (1969, sic) daba a conocer su nombre local: “Los páxaros, que llaman los Indios lloycas son muy célebres entre ellos, en cuyo canto a tal hora, o en tal lugar, y ocasión, hallan grandes misterios, ya se pronostican en él la muerte o propia, o del hijo, o del pariente; ya la enfermedad, u otro mal successo, de que quedan con temor, y recelo. Llaman los españoles estos páxaros pechicolorados, porque no ay grana ni escarlata que llegue a la fineza del rojo de su pecho, las demás plumas del cuerpo y de las alas son pardas”. Y fue el abate Molina (1782) quien introdujo este nombre común en la ciencia como Sturnus loyca, y además registró su reproducción y su uso por parte de los pobladores: “Los huevos son de un color gris variado con marrón, nunca más de tres. Los pone en el primer hoyo que encuentra en el suelo, donde los deja sin cuidarlos mucho. La Loyca se reproduce bien en jaulas y es muy apreciada por la dulzura y armonía de su canto. Cuando disfruta de su libertad, se eleva perpendicularmente en el aire cantando junto con la hembra, y luego baja de la misma manera. Los indios, que hacen muchas observaciones supersticiosas sobre el canto de este pájaro, usan las hermosas plumas de su pecho para embellecer sus diademas”.


Loica cantando
Trupialis militaris (Scott & Sharpe, 1915)



El botánico prusiano Franz Meyen (1834), integrante del viaje de circunnavegación del “Prinzess Louise”, se topó con la loica en Rancagua (Chile): “Era muy temprano cuando continuamos nuestro viaje, por lo que el aire fresco todavía era un poco intenso; pero los miles de pájaros que cantaban al sol de la mañana animaron las copas de los árboles y arbustos de la manera más amena. El Icterus militaris se distingue de todas las demás aves por el hermoso color rojo de su pecho y vientre, de modo que se lo persigue con ahínco por el hecho de que sus plumas, que se utilizan para adornar la ropa de las mujeres, se han convertido en artículos de exportación a Europa; fue encontrado aquí en grandes cantidades”.

Muchos viajeros encontraron loicas en sus recorridos por la Patagonia argentina y chilena, como Darwin, d’Orbigny, Frederick Beechey, Titian Peale, James Melville Gilliss y otros. De entre ellos Friedrich Kittlitz (1858) dejó algo más que una mención: “El magnífico estornino (Sturnus militaris, Linné)  que habita en Chile, como en la mayoría de los países de América del Sur … Está constantemente buscando su comida en el suelo, su canto se puede escuchar en cualquier momento del día. Este canto posee muchas variaciones y suena, en general, algo similar al de nuestro triguero [Miliaria calandra]; se caracteriza particularmente por el chirrido y por un chillido descendente ... A estas aves les gusta estar de a dos y, ocasionalmente, quizás haya muchas juntas, pero no forman bandadas cerradas como otros estorninos”.

En el río Chubut Henry Durnford (1877, 1878) la halló “una de las aves más comunes del valle, no siendo vista en las lomas”. “De todas las aves (exceptuando por supuesto las acuáticas y las amantes de los juncales) ésta es la más segura indicadora de la presencia de agua en las sedientas planicies de la Patagonia, no encontrándose nunca lejos de ese elemento, y siendo consecuentemente de gran utilidad para los viajeros”.

Pero la loica no sólo brindaba al humano tan interesante dato, Claude Gay (1847) señalaba que “abunda mucho en Chile, donde la llaman Loica; su canto es agradable, y algunos habitantes la guardan en jaula; a pesar de que su carne no tiene mal gusto, se come poco, y prefieren la del zorzal que es mucho más delicada”.



Sturnus militaris – (Gay, 1847)



El ornitólogo alsaciano Christian Ludwig Landbeck (1877) que trabajó con Rudolph Amandus Philippi en el Museo de Santiago de Chile dejó esta información sobre la loica: “Sin duda una de las aves más bellas de Chile ...  principalmente ama las llanuras más grandes con extensos campos frutales, ya que el grano en germinación forma su alimento principal junto con los insectos. Se acerca a las viviendas en otoño cuando las uvas están maduras y no aparece en jardines y arboledas sino rara vez, donde pronto cantará con su canto singularmente fuerte y llamativo, especialmente porque casi siempre se posa en la parte más alta de los árboles. La canción generalmente chirriante, que usualmente termina con su nombre Loyca, es muy diferente en distintas zonas, aunque algunos tonos característicos la hacen reconocible en todas partes. Por ejemplo, en Cartagena, a la orilla del mar, era muy pegadizo y casi todos los machos cantaban lo mismo, en Algarrobo, también junto al mar, pero a unas 4 millas de Cartagena, cantaba mucho más variado y hermoso, similar al tordo [patagónico (Curaeus curaeus)]. Las parejas no parecen separarse incluso en invierno, porque casi siempre se puede ver a machos y hembras moviéndose juntos. Su gran nido consiste en briznas de hierba, ramitas, raíces y sus 4 a 5 huevos tienen muchas manchas marrones sobre una base de color rojizo o verdoso. A menudo se lo mantiene en jaulas, pero no vive tanto en cautiverio como el tordo”.

Y Eugen von Boeck  (1855) coincidía en que “el color rojo brillante de su pecho”, ese pecho que Neruda calificaba de puro y sanguinario, “y su forma estilizada lo convierten en una de las aves más hermosas del país. Lo he visto con frecuencia en mis viajes por el interior, pero siempre en circunstancias en las que no podía cazarlo; aquí en el país se llama Loica y a veces se lo verá en jaula, probablemente más por su belleza que por su voz”. Ambrose Lane (1897), un colector que trabajaba para el Museo Británico en la zona de Concepción (Chile), confirmó estas observaciones: “Esta ave, conocida en Chile como Loica o Loyca, abunda en todas las provincias centrales y se extiende hacia el sur hasta Chiloé y el continente adyacente, donde existan localidades adecuadas … Frecuentan las colinas en el centro de Chile, y en otras localidades prefieren grandes extensiones abiertas de pastizales o distritos agrícolas. Parecen ser, en sus hábitos, más terrestres que arbóreas, y debo decir que se alimentan por completo en el suelo. Son en gran medida insectívoras, aunque también comen varios granos y, según creo, fruta. Nunca encontré el nido de este pájaro, pero me dijeron que está construido como regla en los arbustos dispersos que ocurren con frecuencia en las colinas o llanuras de Chile … En invierno los pájaros van en bandadas”.


Sturnella militaris – (Cassin, 1855-56)


“La Loica, sin duda una de las aves más bellas de nuestra tierra, es mui común en los campos; prefiere los terrenos verdes interrumpidos por matorrales o arbustos; el vuelo, por lo jeneral, no es bajo ni alto, deja acercarse a uno bastante, abandona un arbusto para sentarse un poco más distante encima de otro, volando azota el aire mui seguido con las alas, i cuando se aleja a distancias mayores puede elevarse también a ciertas alturas; reposa en las puntas más altas de los arbustos i árboles, o en ramas secas sobresalientes” (Albert, 1898, sic).

En Argentina Hudson (Sclater & Hudson, 1888) la consideraba como “residente, y observada en pequeños grupos de 4 o 5, o en pequeñas bandadas rara vez superando los 20 o 30 en número. Se alimentan y viven en el suelo, y sólo ocasionalmente es vista posada en un arbusto bajo. Su vuelo es poderoso, y vuela bastante, y usualmente emite su canto en vuelo. Canta todo el año, y se le escucha aún en los días más fríos del invierno; las notas son pocas y no muy melodiosas, pero son alegres y vigorosas. El nido está hecho de pasto seco y raicillas unidos a las matas en suelo húmedo, y colocado junto a o sobre la superficie. Los huevos son cinco, el color de fondo blanco punteado o manchado con pardo rojizo”. Aunque el nido no es fácil de encontrar “debido a la costumbre de la hembra de caminar una cierta distancia antes de hacer el vuelo " (Santiago Venturi, en  Hartert & Venturi, 1909) y como dice Claude Grant (1911): “Solamente he descubierto el nido cabalgando literalmente sobre él, la hembra elevándose bajo los pies del caballo”.

“En la costa de Buenos Aires, esta ave vivía entre las dunas de arena cubiertas parcialmente con vegetación, donde había más o menos refugio de los vientos. En las secciones áridas del norte de la Patagonia, como en General Roca, Río Negro, se encontraba en la vecindad del agua, pero no era reacia a penetrar tierra adentro entre los escasos arbustos que cubrían las laderas de las áridas colinas de grava. A través de la región de las pampas se la encontró en medio de grupos de  matas de pasto duro que cubrían las extensas praderas onduladas. Estos pájaros son habitantes del suelo, donde caminan como los praderos (Sturnella) en medio de la hierba. Cuando se alarmaban, generalmente mostraban sus espaldas marcadas de oscuro al observador, y cuando uno se daba vuelta, el destello rojo brillante en el pecho era una agradable sorpresa en un pájaro aparentemente de coloración simple. Su vuelo es recto y directo, y se acompaña de un destello blanco desde abajo del ala. Su nota de llamada era un bajo pimp, mientras que desde el suelo o de una percha baja, algunos machos cantaban una canción silbada” (Alexander Wetmore, 1926).


Trupialis militaris
Dibujo de John Gerrard 
Keulemans – (Crawshay, 1907).



No varía mucho lo visto en Tierra del Fuego por Crawshay (1907): “Las colinas y valles cubiertos de matorrales y los bordes del bosque son su hábitat. El pecho escarlata es visible a doscientos metros de distancia. La cantidad comúnmente vista es un par, o como máximo cuatro o cinco juntos. Es en gran medida un estornino por sus formas, también por su canción limitada. Corre de aquí para allá por el suelo, asintiendo y balanceándose, alimentándose para vivir. El vuelo es poderoso pero algo pesado. La canción, si se puede llamar canción, es extraordinariamente trabajosa. Por lo general, la pronuncia desde la copa de un árbol o arbusto, especialmente hacia el anochecer, y se puede imitar  inflando los pulmones con aire y expulsándolo a través de los labios apretados como un silbido espirado: W-h-i-i : y-o-o-o. Le toma un poco de esfuerzo al pájaro emitirlo: se puede ver la garganta expandiéndose a treinta metros de distancia”.




Loica

Por qué me muestras cada día
tu corazón ensangrentado?
Qué culpa llevas suspendida
qué beso de sangre indeleble,
qué disparo de cazador?
Por qué corres y buscas y ardes
con ese pecho colorado
mirando sin prisa y sin miedo,
mirando al hombre con tus ojos?
Si buscas juez, por qué resbalas,
con ojos fríos y alas secas,
hacia otra señal del camino
donde otra vez tu corazón
brilla en el sol ensangrentado?

                                                                        Pablo Neruda (1973)




LA LOICA Y LOS HUMANOS

En los relatos de los pueblos originarios y criollos la loica aparece como un personaje que se trenza en lucha con un contrincante y resulta herido en el pecho lo cual explica su brillante color sangre en esa parte de su cuerpo. Así entre los selknam de Tierra del Fuego, la loica era un hombre robusto llamado Shi’ika que lucha con el pequeñito Cheip.  Le aprieta la garganta a su rival para estrangularlo a la vez que le tironea el pelo, y Cheip, para soltarse, le da una trompada en la nariz, haciéndolo sangrar y manchándole el pecho. Al final de la pelea, Cheip se transformó en chingolo, con su garganta lívida por el apretón y su copete levantado, y Shi’ika, en loica, de brillante pecho rojo (Bridges, 2012).

Este argumento se repite en versiones criollas donde incluso la loica pasa de víctima a  victimaria y se aleja con su pecho manchado cantando: “Chío, chío, le corté el cuello con un cuchillo” (Vidal, 1925). Pero en otros cuentos la loica es perseguida por un cazador que se hiere con su propia arma y queda ciego. El pájaro se compadece y le trae agua desde el río y logra avisar a su familia que finalmente lo rescata. Entretanto la cachaña le hace ver a la loica que se ha manchado de sangre del hombre y San Pedro, que había observado todo, la premia otorgándole el color escarlata a su plumaje. (Brunet, 1962). En Cuyo la loica es una muchacha muy hermosa que se disputan entre el cardenal y el chuschín o chingolo. Éste mata al cardenal de una cuchillada y la loica al sostener al moribundo se mancha el pecho y queda cantando “¡Con cuchillo lo han matao!” (Palermo, 1984).

Un cuento de la comunidad pewenche de Cauñicu (Alto Biobío, Chile), recopilado por Queupil Almendra  & Vita (2011) relata un episodio durante un juego de palín o chueca organizado por el cóndor y el jote y donde participan varios pajaritos. En un momento del partido el chuncho (el caburé grande), incapaz de alcanzar a la garza, le quiebra con el palo las piernas. La loica lo increpa y el chuncho la ataca con un cuchillo y la hiere en el pecho, quedando así teñida y cantando: “¡Con cuchillito fue!”


Para los mapuches la loica tiene entidad casi humana, es considerada como un auxiliar del machi o chamán,  trayendo del bosque trozos de canelo o foye  (Drymis winteri), que coloca en el rehue, el tótem ceremonial, en la casa del machi (Rozzi, 2010), quizás porque quiere curar su pecho herido.  También es un anunciador porque avisa cuando van a llegar visitas a la casa como lo muestra Lorenzo   Aillapan (Aillapan & Rozzi, 2004) en su poema “Lloyka (La sanadora)”:


Pájaro dramaturgo retador de la gente, de guata colorada.
Fue a pararse en un árbol nativo y ahora sólo en las plantaciones.
En lenguaje retador, parece enojado, recoge noticias:
“con seguridad se presentan los carabineros”.
Cantando dice: “vendrán visitas y debes limpiar bien tu casa,
debes lavar tu olla y también lavar tu cucharón”.

¡Wichin wichin küpalu piam pu lonko traruuu
wichin wichin küpalu piam lantuuu kangey trekan lantuuu!

De seguro vendrá una viuda quien tiene un andar especial
buscando nuevo pretendiente, que el finado ya no vuelve.
“Esa mujer es una gran bruja /cuidado!”, dice.
“Es un hombre”, ladra como un zorro culpeo,
gran boca, menea y desvía con gran cola:
“¡Están avisados por los Cuatro Ventosos de la Tierra!”.

¡Wichin wang piley ti weda ngürü
wichin wichin kalku müna weda futra kalkutiii!

No tengan miedo Gran Padre y Gran Madre,
yo tendré remedio a tiempo de sobra y bueno.
Por eso me llamo "ser de guata colorada"
y siempre he mejorado a mi gente con pura hierba.
Por eso mi nombre es "sanador de tiempo completo".
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Si canta de frente, la loica anuncia desgracias y quizás la muerte de algún habitante de la casa. Pero si canta dando la espalda llegarán momentos felices. Y, bajo la influencia del mito de la corneja europea a la que tanta atención prestaba el Cid Campeador, se dice que si  se la ve cruzar hacia la derecha es buena suerte y lo contrario si vuela a la izquierda (Aguas Deumacán & Clavería Pizarro, 2009). El padre Augusta (1910) relata al respecto lo siguiente: “En cierta ocasión que señalábamos a un indígena viejo una bellísima loica, que se había posado cerca del camino donde estábamos conversando, le dio fastidio el lindo pajarito y dijo volviéndose hacia él: Weda kui-af Wekufu (mal espíritu Huecufu). En realidad la loica con el encendido lacre de su pecho tiene para los indígenas relaciones especiales con el demonio”.



Loycas - Mural en la comuna de San Miguel – Santiago de Chile. https://lifestyle.americaeconomia.com/articulos/el-arte-urbano-transforma-uno-de-los-barrios-mas-pobres-de-santiago



Las relaciones de la loica con los criollos parecen haber sido complicadas. “Su canto, aunque corto, es tan agradable como su aspecto i ha sido objeto para mantenerlo en jaula … se alimentan sobre todo de granos, brotes nuebos, hortaliza tierna i también de insectos i gusanos; en tiempo de la siembra son mui perjudiciales porque recojen los granos recién sembrados i arrancan con su pico fuerte las plantitas nuevas cuando se asoman sobre la tierra; cuando la cosecha se acerca se regocijan con los granos que maduran, por eso los dueños de los fundos que conocen el daño que causa esta ave, de adorno del campo, les persiguen estendiendo redes en la tarde, poniendo trampas, i la hacen cazar para la comida, porque su carne es comestible, aunque no en todas partes se acostumbra a comerla, el sabor de ella es parecido al zorzal” (Albert, 1898, sic).

 “Asegura la gente campesina que este hermoso pájaro silvestre acostumbra levantarse en vuelo recto hasta perderse en el azul del cielo, todas las mañanas, a fin de saludar al sol cantando a veces por encima de las nubes y de las cumbres más elevadas de la Cordillera. Se le considera la alondra criolla” (Mercado, 1959).

 En Los Reartes (Córdoba) “la tienen como pronosticadora de los temporales de nieve. Cuando éstos están próximos a presentarse, se agrupan en bandiditas que emitiendo un grito característico buscan refugio en las rocas, crestones y viviendas humanas” (Castellanos, 1934).

La belleza de la loica y su conexión con las tradiciones de los pueblos originarios y criollos es el motivo por el cual aparece en múltiples manifestaciones culturales de la actualidad, como poesías, cuentos, obras de arte, artesanías, logotipos, arte callejero, tatuajes, diseños, marcas comerciales, etc. Como muestra reproducimos, por gentileza de su autora, esta pintura de Carolina Gaete Fischer.



Loyca – Obra de Carolina Gaete Fischer. https://www.carofischer.com/pintura/




La loika

¿Por qué canta la loika?
Si le han cortado el árbol
donde solía cantar.
Tendrá que buscar uno nuevo,
cantando se va.

¿Por qué canta la loika?
Si le han robado la tierra
donde iba a anidar.
Tendrá que buscar tierras nuevas,
cantando se va.

¿Por qué canta la loika
Si no le dejan migajas
para comer,
porque el fruto de sus bosques
se lo robaron en un amanecer,
la loika canta por no comer.

¿Loika por qué cantas,
sólo por trinar?
- Canto por mi árbol, migajas, tierras,
por lo que fue mío ayer.
- Canto por la pena de perderlo...
Y porque loika... un día,
un día se perderán.

Graciela Huinao (2009)



EL NOMBRE DE LA LOICA

Se cree que la voz loyca proviene de la palabra mapudungun loi que significa llaga o herida, refiriéndose al plumaje rojo del ave. Para Aillapan (Aillapan & Rozzi, 2004) proviene de llako: sanar, y lawen: remedio.

Mapudungun: Loica, lloica, lloyka, loyka.
Yagan: Wichóa, wicoa.
Selk'nam: Síica.

Otros nombres son: pecho colorado grande (Buenos Aires, Mendoza, Córdoba), pechorrojo (Mendoza, San Juan), pitirrojo, milico, tordo militar, fueguero (La Rioja).

A su vez la loica ha dado su nombre a algunas localidades:

-Loyca Arriba, provincia de Melipilla, Región Metropolitana, Chile.
-Loica Abajo, San Pedro de Melipilla, Región Metropolitana, Chile.
-Las Loicas, Malargüe, Mendoza, Argentina.








“Canta la loica,  
canta el zorzal  
y es tanta mi pena  
que quiero llorar”  

Carrerito - Buenaventura Luna  



Alex Mouchard





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EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

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