“El Ekako, popularizado
con el nombre alterado de Ekeko, era el dios de la prosperidad de los antiguos kollas…
Al Ekako se rendía culto constantemente; se le invocaba a menudo y cuando alguna
desgracia turbaba la alegría del hogar. Su imagen fabricada de oro, plata, estaño
y aun de barro, se encontraba en todas las casas, en lugar preferente o colgado
del cuello. Se le daba la forma de un hombrecito panzudo, con un casquete en la
cabeza unas veces y, otras con un adorno de plumas terminadas en forma de abanicos
… Algunos idolillos los hicieron sentados,con gorro triangular o cónico sobre la
cabeza y vestido de una túnica hasta las rodillas, otros parados en la misma forma
que los de Tiahuanacu, la cual persiste hasta hoy. Ambos tienen el aspecto risueño,
de hombres satisfechos de la vida, gordos y bien comidos.” (Paredes,
1920)
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Vanellus resplendens
Dibujo de David W. Mitchell (Gray, 1849)
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Glarus
era a principios del siglo XIX una tranquila villa pastoril del este de Suiza,
en el valle del río Linth, rodeada por bellas montañas como el Wiggis y el
Vorder Glärnisch. Semejante paisaje natural debe haber impresionado al pequeño
niño llamado Johann Jacob von Tschudi quien nació allí en 1818. Decimos esto porque años después, en Zurich,
estudiando medicina, se despertó en él una gran vocación por las ciencias
naturales. Allí tuvo como maestro al ornitólogo Heinrich Rudolf Schinz, a los
naturalistas Lorenz Oken y Johann Lukas Schönlein y a los geólogos
Oswald Hee y Arnold Escher von der Linth, quienes orientaron su carrera
hacia la zoología y la paleontología. En Neuchâtel (Suiza) conoció al famoso
zoólogo Louis Agassiz y consiguió que el Museo
de Historia Natural de esa ciudad le financiara un viaje a la costa
oeste de Sudamérica a cambio de proveerle de ejemplares de flora y fauna. En
Leiden (Holanda) se perfeccionó con el zoólogo Hermann Schlegel y en París
con Hercule Strauss-Durkheim y Gabriel Bibron, obteniendo un doctorado en
ciencias.
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Johann Jakob von Tschudi.
Acuarela de Ludwig Carl Schnorr von Carlsfeld. Museo
del Estado de Glaris, Palacio de Freuler, Näfels.
https://www.briefedition.alfred-escher.ch/kontexte/personen/korrespondenten-und-erwahnte-personen/T/Tschudi%2520Johann%2520Jakob/#
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Una
mañana con densas nubes y nieve, en el invierno de 1838, se embarcó Johann en Le Havre en el velero
Edmond, que llevaba un cargamento de mercaderías suizas hacia Sudamérica. Tras
pasar por Chiloé, Punta Arenas, Valparaíso y las islas de Juan Fernández, se
dirigieron a El Callao (Perú) donde el
naturalista suizo desembarcó en agosto de ese año. Eran épocas políticamente
complicadas, de anarquía, ya que se
había formado la Confederación Peruano-Boliviana resistida por Chile y los
nacionalistas peruanos.
A
su llegada, la fortaleza de El Callao estaba próxima a ser atacada por los
chilenos. Con un salvoconducto que consiguió allí, Tschudi se dirigió a pie a
Lima, en medio de las balas. Cerca de Bella Vista fue interceptado por tropas
chilenas, pero tuvo la suerte de encontrar en ellas a un oficial chileno al que
había conocido a su paso por Santiago de
Chile. Con su autorización pudo seguir viaje.
En Lima la situación no era mejor. Los extranjeros eran perseguidos por
los nacionalistas. Tschudi debió embarcase a Chorrillos y permaneció allí
hasta el fin del conflicto. Entonces pudo radicarse en Lima para ejercer la
medicina, ingresando enseguida en el ambiente de las clases pudientes de la
ciudad.
Conurus (= Pyrrhura)
rupicola
Dibujo de J. C. Werner (Tschudi, 1844-46)
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CAMINO
A LA PUNA
Alentado
por las cartas de Charles Darwin, quien había pasado por Perú en 1835,
Tschudi decidió viajar para conocer la naturaleza peruana, el principal
objetivo de su viaje. En 1939 visitó las serranías centrales en la zona de
Jauja. Más tarde (1841) se dirigió a la costa: Paramonga, Chancay y Huacho,
donde estudió la fauna marina durante 6 meses. Ese mismo año partió de Lima a
caballo saliendo por la Portada de las Maravillas, remontando el río Rimac
hacia la quebrada de Matucanas. Pasó por humildes pueblitos como Chaclayo y San
Pedro Mama, donde le sorprendió ver bandadas del colorido perico de gorro negro (Pyrrhura rupicola) anidando en las paredes rocosas. En Quibe
encontró una enorme araña migala, cazadora de pájaros, a la que confundiéndola
con un ratón le disparó, lamentándose por haber destruido tan interesante
ejemplar. Siguiendo por el rio San Mateo, afluente del Rimac, llegó a San Juan
de Matucanas a 2500 m de altura. El valle se iba angostando en un desfiladero
donde encontró que crecía el huacacachu
(Datura sanguinea), planta de gran
poder alucinógeno, utilizada por los chamanes. Así fue ascendiendo hasta San
Mateo (3000 msnm) y Chicla (3900 msnm).
Este fue el último sitio donde observó cultivos. Tuvo que alojarse en un
“horrible” tambo donde una vieja le cocinó un chupe tan desagradable que sólo
pudo comerlo debido al hambre que tenía. Durmiendo sobre cueros de ovejas, la
noche se le hizo interminable por los parásitos, los cuies (cuises) que
retozaban sobre sus cobijas, el humo y los olores nauseabundos. Con los
caballos afectados por el apunamiento o veta, llegó a la mina de Casapalca
(4.000 msnm) y pasó por una serie de lagunas llamadas Huascacocha y Morococha.
Ascendió al Paso de Antarangra o Pachachaca (4700 msnm), donde está la
divisoria de aguas. Luego, descendiendo por La Oroya, alcanzó el lago de Junín,
para arribar finalmente a su destino, Cerro de Pasco, importante localidad
minera.
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Vanellus resplendens
Dibujo firmado RSH. (Seebohm, 1888)
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EL
LICLIC
En
esos humedales de la puna Tschudi “descubrió” al ave conocida por los nativos
como “licli”, e hizo esta extraña
comparación: “Similar a la huachua en el color del plumaje, las patas y el
pico, es el chorlito de brillo metálico, el licli (Charadrius resplendens, Tsch.)” (Tschudi, 1846). La huachua o
guayata (Chloephaga melanoptera) es
un anátido que vive en esas alturas, por lo tanto muy diferente de un chorlo y
que sólo comparte con el liclic o tero andino su predominante color blanco.
Pero
no fue él el primer europeo que habló sobre esta ave. Tschudi mismo (o quizás
su revisor, Jean Cabanis) reconoció que
en un manuscrito de Alexander von Humboldt, el famoso viajero había relatado lo
siguiente: “El Ligli vive en grandes cantidades en los pantanos de toda la
provincia de Quito; se pueden ver en cantidades de 2 a 300 individuos; llegan
allí con gran precisión el 5 de mayo y vuelan con tanta velocidad que se pueden
ver en Riobamba, Quito y el valle de Ibarra el mismo día. Permanecen en la
provincia hasta principios de octubre. En la Laguna de Coles, al norte del
Páramo de Huatillo, de donde se origina el Río de Chambo, se observa un
fenómeno muy peculiar; cuando estas aves vuelan sobre ella, veinte unidas con
sus patas y picos forman como una pelota y caen al lago donde mueren. Los
indios atrapan estas bolas en bolsas y se comen las aves. La causa de este
fenómeno no es fácil de explicar porque no se desprenden del lago vapores
perniciosos" (Tschudi, 1844-46).
Extraño fenómeno que sería interesante analizar, ya que de acuerdo con
lo que dice Humboldt parecería ser algo habitual en el lugar, y al parecer se
repite anualmente para los meses de septiembre y octubre, incluso con otras
especies como el batitú (Bartramia longicauda). Los científicos no consiguen
dar respuesta a esto, hablan del efecto de fuertes vientos sumados al
agotamiento de las aves en migración, sin embargo los nativos, como veremos más
adelante, ya tienen una respuesta para ello.
Tschudi
agrega que el ligli “vive solo en las regiones más altas de la Puna,
entre 13 y 16,000 pies [3900-4800m] sobre el nivel del mar, siempre en grupos.
Sus gritos son muy desagradables. Cuando te acercas a esta ave, vuela gritando
y se posa unos pasos más allá en el suelo, corriendo lejos por delante del
viajero. Los indios lo llaman «Frailesco» o «Ligli». La hembra pone tres huevos
de color amarillo claro, casi completamente redondos”.´
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Grabado en madera. Autor desconocido.
Deutsche Rundschau für Geographie und Statistik 12
(1890), S. 187.
http://www.tripota.uni-trier.de/single_picture.php?signatur=385_1290
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El
zoólogo polaco Konstanty Jelski permaneció entre 1865 y 1874 en el Perú
colectando ejemplares para el museo de Lima. En la misma zona que Tschudi, en
los alrededores de Junín, encontró al tero andino (nombre que nos parece más apropiado que tero serrano) que era común “en la llanura
húmeda, en la pradera seca y en las colinas pedregosas, en parejas aisladas o
en tropas. Cuando aterrizan en el suelo, están acostumbrados a sostener las
alas abiertas por un tiempo, luego las pliegan lentamente. La voz consta de dos
sílabas repetidas varias veces seguidas; casi siempre gritan mientras vuelan y
corren a gran velocidad”. Asimismo detalló las características que hacen de
este tero pariente del avefría europea y diferente de los chorlos. Su sucesor
en el museo, su compatriota Jan Sztolcman, señaló que el tero “se
encuentra al borde de pequeños lagos o charcos, muy a menudo también en páramos
secos cubiertos de hierba. Me parece que se alimenta principalmente de
lombrices de tierra, lo que observé en un individuo que crié por unos días;
compitiendo a este respecto con el Colaptes
[el carpintero andino (Colaptes
rupicola)], que vive en las mismas localidades y que busca su alimento en
el mismo páramo ... Un día, cuando lastimé una de estas avefrías en el ala,
vendé la herida y plegué el ala. Primero la até de una pata, luego la dejé
libre. Desde el primer día se puso a comer. Le gustaban especialmente las
lombrices de tierra, pero como no tuve tiempo de buscarlas siempre le di
cordero picado, que parece haberle sido funesto, porque murió después de una
semana. Tras unos días estaba tan domesticado que yacía sobre mí cuando dormía.
Le dimos el nombre de gliclich por la imitación de su voz. Sus principales
enemigos son Falco femoralis [el
halcón plomizo] y Urubitinga unicinctus
[el gavilán mixto, Parabuteo unicinctus]”
(Taczanowski, 1884-1886).
En
1875, Alezander Agassiz, hijo de Louis Agassiz y experto en minería, visitó el
lago Titicaca en Bolivia, acompañado por Samuel Garman. Éste, zoólogo del
Harvard Museum of Comparative Zoology, registró lo siguiente: "Centinella
[sic], español; Leke-leke, indígena.
Común en las llanuras y pampas. Molesta mucho al cazador alertando de su
proximidad a los animales. Manteniéndose a una distancia segura, continuamente profiere el grito peculiar del
que deriva su nombre indígena" (Allen & Garman, 1876). Esto explica el
desagrado de Tschudi, entusiasta cazador,
por el griterío de los teros.
Diez
años más tarde, llegó a Titicaca el botánico norteamericano Henry Hurd Rusby y
también vio al tero andino: “Usualmente se encuentran varios juntos, aunque
difícilmente se pueda decir que en bandadas. No se confina a la cercanía de los
lagos, sino que vaga ampliamente por colinas y llanos, al menos durante parte
del día. Sus costumbres son
sorprendentemente similares a las de nuestro Killdeer [el tildío, Charadrius vociferus], y su grito es
similar, pero mucho más fuerte, y de la misma forma es propenso a dar vueltas
sobre la cabeza del intruso” (Allen, 1889)
Por
el norte de Argentina, cerca de la localidad de Moreno, Jujuy, anduvo hacia
1901 el zoólogo sueco Axel Johann Einar Lönnberg. Allí observó que el tero
andino “se alimenta de larvas e insectos, pero más especialmente de un pequeño
crustáceo (Hylea laevis). Por lo
general, de ocho a diez individuos se encuentran juntos en los prados húmedos”
(Lönnberg, 1903) El crustáceo en cuestión sería un cangrejito o cucaracha de
rio (Aegla sp.).
La illa del Ekeko sustraída por Tschudi.
Schweizer Radio
und Fernsehen (SRF)
https://www.srf.ch/kultur/gesellschaft-religion/schweizer-forscher-zwischen-humboldt-und-humbug
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EL SABIO ESTAFADOR
Tras este viaje a Perú, Tschudi regresó a Europa en
1843 radicándose en Viena. En 1857 realizó otro viaje a Sudamérica, pasando por
Brasil y Argentina, y entrando por tierra a Chile, por el desierto de Atacama,
llegando a Santiago y Valparaíso. En 1858 llegó a La Paz y luego a Lima, desde
donde regresó a Europa. En 1860 hizo su tercer y último viaje a América del Sur
como ministro de Suiza en Brasil, donde recorrió el Amazonas y el estado de
Minas Geraes. En 1863 regresó a Viena donde falleció en 1889. Sus intereses no
sólo abarcaban la zoología sino también la arqueología y la etnografía.
En ocasión de su segundo viaje,
Tschudi llegó a Tiwanaku (Bolivia) para estudiar las ruinas. Allí se
produjo el episodio que el mismo relató:
“Mientras tanto, Ponce de León, nuevamente
acompañado por un grupo de indios, había traído un ídolo, del cual nos había hablado
mucho durante la excursión a Tambo. Es una estatuilla muy interesante y bien
hecha de 5” 3”’ de alto y 3” 10”’ de ancho [133 x 96 mm] y bien conservada; sólo
un pequeño fragmento se ha roto en la nariz; es de una piedra verde oscura, en
la cual una veta blanca se usó hábilmente para separar la cabeza del cuello. Los
ojos son muy grandes y muy inclinados desde afuera hacia adentro y cóncavos. Para
decorar las orejas, dos serpientes con cabezas anchas caen sobre las axilas. Dos
serpientes similares desde el centro de la diadema se doblan hacia afuera sobre
el cuello, se vuelven hacia adentro sobre una joroba en la espalda para
volverse nuevamente hacia afuera con sus cuellos para que sus cabezas descansen
sobre los hombros. Las serpientes están muy bien trabajadas, pero las otras decoraciones
solo están talladas como líneas.”
“Este ídolo era muy apreciado por los indios
tiahuanacos y era ampliamente conocido en la zona como el "Dios de los Ladrones"
(el Santo de los Ladrones). Los indios le mostraban la misma veneración que a cualquier
santo en la Iglesia. Su dueño encendía una vela de cera todos los viernes; si un
robo ocurría en alguna parte, la víctima traía una vela y ofrendas adicionales,
firmemente convencida de que se investigaría al ladrón con la ayuda del santo.”
“En broma le pregunté al dueño si no quería vender
a este santo, pero él lo rechazó indignado. Mis dos compañeros de viaje
entendieron la movida y, mientras dibujaba el ídolo, persuadieron a Ponce de
León para que insistiera al propietario para que me la cediera. Una botella de coñac hizo que estas
personas fueran más dispuestas. Después de mucho hablar de una parte y otra,
finalmente parecieron aceptar hacer negocio, y Ponce de León presentó una
demanda muy desmedida. Simplemente la rechacé e hice una contraoferta, que a su
vez fue considerada inaceptable. Sin parecer que continuara ocupándome del
asunto, completé el dibujo. Mientras tanto el Sr. Pempel había dado órdenes de mantener a los
animales en espera y distribuyó el resto de la botella a los indios. Ahora
tomaron la iniciativa completamente borrachos y cuando ya estábamos en la
silla, el negocio se dió. Pagué rápidamente, puse el ídolo en mi alforja y entonces
cabalgué con mis compañeros a un ritmo rápido detrás de los cargueros que nos
llevaban mucho tiempo.”
“Los indios probablemente lamentaron el negocio en
el acto, porque tan pronto como llegamos al campo abierto escuchamos un tumulto
infernal detrás de nosotros y vimos a algunos indios corriendonos detrás, pero
sus cabezas estaban pesadas y sus pies inseguros. No pudieron alcanzarnos, pero
me preocupaba que, dada su tenacidad, pudieran hacernos una visita hostil, al
menos en la noche siguiente. Sin embargo, no sucedió. ¡Quizás el negociador e
intérprete, nuestro amigo D. Ponce de León, los haya tranquilizado, ya que la
carta del Jefe político de La Paz estaba en términos muy medidos y Ponce de
León era el suplente del corregidor! ¡Cómo habrán triunfado los ladrones de
Tiahuanaco al enterarse del secuestro del curioso santo!”
Este Ponce de León actuaba como guía de Tschudi y
fue su cómplice en este hecho, según lo cuenta el suizo: “En cuanto salimos de
Tambo, llamé al Corregidor. Apareció pronto con su suplente, un chico hablador
que hizo de portavoz y se jactó de su nombre de Don Luis Ponce de León y de ser
descendiente del conquistador del mismo nombre, a pesar de ser de pura sangre
india. Le mostré carta de recomendación del Jefe político; después de leerla y
de recibir un gran vaso de coñac de mi compañero de viaje, su cortesía y su
disposición a servir no conocían límites.”
Esta estatuilla o illa representa a Ekeko, una
divinidad de la abundancia y la fecundidad, data de entre el siglo II AC y II
DC y pertenece a la cultura Pukará del lago Titicaca. Es un objeto sagrado que
en las festividades posteriores a la siembra representa aquello que se debe
criar para obtener una buena cosecha. Quizás fuera hallada por los indígenas en
la época de Tschudi quienes, irónicamente habida cuenta de lo que sucedió, lo
tenían como un dios que los protegía de los ladrones. Al parecer hubo un pago
aunque se supone que de muy poco dinero y hecho con mala fe, aprovechando
el estado alcohólico de los propietarios. La illa quedó entre las pertenencias
de Tschudi, y en 1929 Gilg von Tschudi, un nieto del científico, la vendió al Museo de Historia de Berna. En
2012 la embajadora de Bolivia en Suiza, Elizabeth Salguero Carrillo, vio la
pieza en el museo y averiguó su procedencia. El estado Boliviano reclamó
entonces la estatuilla que le fue devuelta por el Museo en 2014, cumpliendo con
el pedido del canciller David Choquehuanca: "Las cosas tienen que estar en
su hogar”.
Una muestra más de la desaprensión europea de la
época por las culturas originarias americanas cuyas manifestaciones eran
consideradas objetos de curiosidad o estudio, sin respetar la
profunda significación que tenían y tienen para los pueblos que las produjeron.
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La illa del Ekeko
Dibujo de von Tschudi (1869)
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Ya publicada esta nota recibimos del arqueólogo boliviano Jédu
Sagárnaga, a quien mucho agradecemos, su interesante artículo, fruto
de una consultoría efectuada para el gobierno de su país sobre el tema,
donde llega a la conclusión de que la illa pertenece a la cultura Pukara.
Sagárnaga, Jédu .2017. Acerca de una escultura boliviana recuperada en
Suiza. Fuentes 11 (53): 7-23.
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EL
TERO SERRANO EN LAS CULTURAS
Pese
a lo apartado y difícil del ambiente donde vive, el tero andino dejó huellas en
las culturas de los páramos y punas de Sudamérica.
Fausto
Sarmiento (2010, 2016) en su trabajo sobre el tero serrano como ícono del paisaje
biocultural andino identifica las siguientes funciones que vinculan a esta
especie con las culturas andinas de Ecuador.
-Centinela:
los teros están siempre alertas, manteniéndose erguidos y atentos. Este
comportamiento le ha valido el nombre de “wachidor”, un anglicismo derivado del
verbo to watch, observar, vigilar.
-Pronosticador
del tiempo: la ubicación de los nidos más o menos cercanos a los cuerpos de
agua permiten saber si habrá sequía o tiempo lluvioso, respectivamente.
-Bravo
guardián: la llegada de predadores y otros intrusos hace que profieran fuertes
y aturdidores gritos, sobre volando al extraño que se acerca por tierra. Como
hemos visto en los relatos anteriores el tero pone así en alerta a los demás
animales por lo que es odiado por los cazadores.
-Cuidado
parental: el tero es un celoso defensor de su nido y polluelos, la pareja se
separa para confundir al predador y el canto se multiplica y de ahí la
repetición en la ornitonimia: ligle-ligle.
-Ofrenda
a los dioses: El fenómeno observado por Humboldt (ver arriba) se conoce también en lago Ozogoche (Chimborazo) y la mitología puruha lo interpreta como
una ofrenda del espíritu de la montaña o Apusukuna a través del Urkusupay
(hombre de las montañas) hacia el espíritu del agua, Katekil, que habita en
ciertos lagos andinos. De esta forma a través de las brillantes plumas del
ligli se le devuelven al lago los rayos del sol para mantener sus aguas calmas
y quizás para iniciar la temporada de las lluvias. En Cotopaxi, las aves caídas son
recogidas y con ellas se prepara en Cotopaxi un sankuchu o sopa de ligli, especie de sopa con carne y
papas, para calentarse en las noches frías. El suceso es motivo de fiestas
populares que incluso atraen al turismo.
-Fuente
de proteínas: cuando escasean otros alimentos se intenta la caza de esta
especie sobre todo cuando se desplaza en bandadas durante la migración. Se las
captura con largas mantas o punchu, y en
la cultura cañari, el cazador principal come el hígado de la presa para dominar
todos los secretos del animal y convertirse en un cazador más efectivo de esa
ave.
-Medicina:
El caldo preparado con el ave despeja las vías respiratorias superiores y es
vigorizante. Los ojos crudos y el untarse los párpados con las plumas
iridiscentes curan las cataratas y otras afecciones oculares. Las patas sirven
para frotar grasa de oso andino en las articulaciones enfermas. El ungüento
elaborado con la grasa del ave protege contra el frío y la humedad. Entre los
yachas (Otavalo) y los yanaconas (Colombia), las alas con los espolones se usan
para activar la circulación en las extremidades. Algunos chamanes, como ocurre
entre los yachak (Cotopaxi), realizan en sus curaciones ciertas maniobras que
invocan en el afectado el espíritu del ave: alerta, atento a los extraños y
defendiendo tenazmente lo suyo. Esos procedimientos incluyen oraciones y
alaridos que recuerdan los gritos del tero.
-Amuletos:
Las rojas patas traen buenos presagios y representan el buen tiempo del verano.
El consumo de los huevos otorga cualidades de buenos padres y estimula la
fertilidad. El pico trasmite la capacidad de vigilancia del ave.
-Cosmovisiones:
La conducta del tero serrano de defender audazmente su territorio es una
cualidad destacada para estos pueblos por su apego a la tierra. De esta forma
se lo representa, señalando sitios sagrados, en pictogramas, dibujos en telas
(fajas textiles de Chinchiru, Perú), petroglifos (Imbakucha, Ecuador) y tallas
(menhires de Tafí del Valle, Argentina). Con sus huesos, picos, patas y plumas,
intercalados con las rojas y negras semillas del wayra yuyu o huayruro (Ormosia
coccinea), se adornan las fajas y los watu que protegen a los cazadores de las
montañas, alejándoles la energía negativa que les acecha en esos inhóspitos
lugares.
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Tschudi en 1883
Fotografía por Stockmann & Knozer, Viena.
Source gallica.bnf.fr / Bibliothèque Nationale de France
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LOS NOMBRES
Son
variados los nombres populares del tero, mayormente onomatopéyicos, y
reproducen sus gritos dobles.
Ecuador
Ligle,
ligle-ligle, ligli, avisón (por avisar de la presencia de intrusos),
awaitapungos (del inglés await, esperar y el quichua pungu, terreno abierto).
En
Quito: Veranero, porque aparece durante la estación seca, es decir
el verano.
En
Cotopaxi: leuque–leuque.
En
Chimborazo y Bolívar: chugchidor, del quichua chugchi, "cavar la tierra para
buscar comida", porque consigue presas removiendo la tierra cuando se cosecha
la papa, se limpian los cultivos de piedras y malezas, se aporca el maíz y
los porotos, y cuando se lleva el ganado a las parcelas en barbecho.
Perú
En
Chanchamayo: Liclish.
En
Junín: Licli y frailesco.
En
Huamachuco: Lic lic.
En
la zona del río Kachimayu (región del Cusco): Lique o leque-leque (quichua) y
lequecho (español).
En
Pauza: Lique-Lique y leqsle.
En
la provincia de San Marcos, región de Cajamarca (Perú) existe la cascada Lic
Lic, de unos trescientos metros de altura, cuyas aguas caen al río Chilimayo.
En sus proximidades hay una pequeña población del mismo nombre.
Bolivia
En
el lago Titicaca: Leke-leke (indígena), centinela (español).
Chile
Queltehue
frio, queltegüe puneño
En
Tarapacá: Lequi-lequi y leuque-leuque.
Argentina
En
Jujuy: Lico-lico, leuquencho, terencho.
En
Tucumán: Lico-lico.
Otros
nombres registrados para la zona andina: liqui liq, like lik, equeco, teru
tero, terotero.
|
Alex
Mouchard
►Allen,
J. A. & Garman, S.W. 1876. List of Mammals and Birds, en Agassiz, A. & Garman,
S. W. Exploration of Lake Titicaca. Bulletin Museum Comparative Zoology 3:356.
►Allen,
J. A. 1889. List of the Birds collected in Bolivia by Dr. H. H. Rusby, with
Field Notes by the Collector. Bulletin American Museum N. H. 2:108.
►Bernisches
Historisches Museum. 2014. Stand der Verhandlungen mit Bolivien bezüglich der
Steinfigur BHM Inv. Pe 145.
Feller-Vest, Veronika. 2013. Johann Jakob
vonTschudi. Historisches Lexikon der Schweiz (HLS).
https://hls-dhs-dss.ch/de/articles/014903/2013-11-05/
►Gray,
GR. 1849. The genera of birds : comprising their generic characters, a notice of
the habits of each genus, and an extensive list of species referred to their
several genera. London :Longman, Brown, Green, and Longmans
►https://de.wikipedia.org/wiki/Johann_Jakob_von_Tschudi
►https://www.biodiversitylibrary.org/
►Lonnberg,
Einar. 1903. On a Collection of Birds from North-western Argentina and the
Bolivian Chaco. Ibis 8ª ser. Nº 12.
►Paredes,
M. R. 1920. Mitos, supersticiones y superviviencias populares de Bolivia. La
Paz : Arno Hnos.
►Ratzel,
Friedrich. 2020. Tschudi, Johann Jakob v. en: Allgemeine Deutsche
Biographie, herausgegeben von der Historischen Kommission bei der Bayerischen
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Volltext-Ausgabe in Wikisource,
https://de.wikisource.org/w/index.php?title=ADB:Tschudi,_Johann_Jakob_von&oldid=-
►Sagárnaga, Jédu. 2014. Consideraciones acerca de una escultura boliviana en Berna. La Paz, Bolivia.
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►Sarmiento,
Fausto O. 2010. The lapwing in Andean ethnoecology. The Geographical Review
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Serrano (Vanellus Resplendens). Revista Chilena de Ornitología 22(1): 38-50.
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Henry. 1888. The geographical distribution of the family Charadriidae, or the
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H. Sotheran & Co.
►Suárez
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https://www.swissinfo.ch/spa/johann-jakob-von-tschudi_el-explorador-suizo-que-rob%C3%B3-el--ekeko--a-los-ind%C3%ADgenas-bolivianos/45615552
►Taczanowski,
W?adys?aw. 1884-1886. Ornithologie du Pérou. 3 vols. Rennes: Typographie
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►Tschudi,
J. J. von. 1844-46. Untersuchungen u?ber die Fauna Peruana. St. Gallen:
Scheitlin und Zollikofer.
►Tschudi,
J. J. von. 1846. Peru. Reiseskizzen aus den Jahren 1838-1842. 2 vols. St. Gallen:
Scheitlin und Zollikofer.
►Tschudi,
J. J. von. 1847. Travels in Peru, during the years 1838–1842, on the Coast, in
the Sierra, across the Cordilleras and the Andes, into the primeval Forests. 2
vols. New York: Wiley & Putnam
►Tschudi,
Johann Jakob von. 1869. Reisen durch Südamerika, Vol. 5. Leipzig. F.A. Brockhaus
Muy ineresante el atículo sobre el ave, y sobre Tschudi (aunqueno encuentro el nombre del autor). En efecto, la estauilla que en 2014 volvió a Bolivia, tiene un gran significado para sus habitantes. Pero no fue solo gracias al Canciller Choquehuanca (hoy vicepresidente del Estado), sino a la investigación desplegada por un servidor a pedido de la Cancillería y del Viceminister de Descolonización. Si desperté su curiosidad, con gusto le enviaré por correo el documento que elaboré entonces. El mío es jedusm@gmail.com
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