"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


miércoles, 31 de enero de 2024

LA URRACA CRIOLLA (Cyanocorax chrysops) - CHARLATANA Y CURIOSA


Investigación y redacción Alex Mouchard


Urraca criolla (Cyanocorax chrysops)
Foto Alex Mouchard

 

No hay duda de que los córvidos están entre las aves más inteligentes. Incluso, uno de sus representantes, la urraca euroasiática (Pica pica), es capaz de reconocerse frente a un espejo, habilidad que solo detentan un reducido número de animales: humanos, grandes simios, delfines, orcas y elefantes (Strycker, 2022). Muestra de su inteligencia me la proporcionó una urraca criolla en una oportunidad en que me encontraba acampando en el Parque Nacional Calilegua (Jujuy). Con mis amigos, habíamos consumido parcialmente un paquete de papas fritas, quedando algunas en el fondo de la bolsa. Varias urracas se acercaron pero no se animaron a meterse en la bolsa para sacar las papas. De pronto una de ellas pareció comprender la solución del problema. Tomó con el pico el fondo de la bolsa, con lo cual ésta quedó invertida y con unas pocas sacudidas las papas cayeron al piso y las urracas se dieron el banquete.

 

Urraca criolla buscándole la vuelta a la bolsa de papas.
Parque Nacional Calilegua. Foto Alex Mouchard

 


CUERVO AZUL DE OJO DORADO

 

La urraca criolla es una de nuestras aves más bellas por su color, a la vez que resulta simpática por su comportamiento activo y atrevido. Ya a fines del siglo XVIII, Félix de Azara la describió con precisión y relató sus costumbres. Es llamativo el color azul de su dorso que le valió el nombre genérico de Cyanocorax, que en griego significa “cuervo azul”.  El iris es “dorado bellísimo” dice Azara y por eso Vieillot le puso el nombre específico chrysops, es decir “ojo dorado”.

De las tres especies conocidas en Paraguay, ésta que los guaraníes llamaban acahé, “es la más común y conocida, y la que más se acerca a las casas.“ Acahé proviene del tupí acauan, que quiere decir “decidido y pendenciero”.

“Habitan los bosques en familias o a pares, y jamás en bandadas numerosas . . . Corren a saltos y voletean en todos los sentidos las ramas con bastante prontitud y poco sosiego, cantando a menudo, sin manifestarse en la cima de los árboles, ni en los secos o sin hojas. También baxan al suelo a recoger semillas, insectos, y tal vez frutas; y quando encuentran a un Ñacurutú, Esparvero, Yaguareté, etc., se llaman y juntan, y le rodean saltando y alborotando con sus cantares continuos. Son bastantes robustas, forzudas, mal inclinadas, algo crueles, observadoras, no ariscas, confiadas , noveleras, oficiosas, petulantes, tranquilas” (Azara, 1992).

Como se ve Azara no ahorró adjetivos al pájaro.

En el sur del bosque chaqueño, Alexander Wetmore (1926) observó que esta especie “durante el invierno y principios de la primavera, se hallaba en pequeños grupos de cinco o seis (probablemente familias de la temporada anterior) que se encontraban en el monte más espeso, y ocasionalmente en arboledas esparcidas por la pradera abierta”.

En Alpachiri, en el pedemonte tucumano, “estas aves se encontraban en el bosque denso, donde eran difíciles de ver; pero sus características llamadas nasales, parecidas a gruñidos, rápidamente advirtieron de su presencia, y fueron fácilmente atraídas a los claros con sus chillidos; uno fue visto sacudiéndose el polvo al borde de la carretera. Aunque se observaron aves solas, la especie generalmente se encontraba en pequeños grupos de cuatro o cinco … se habían estado alimentando de insectos” (Friedmann, 1927).

Sin duda es un “pájaro extremadamente ruidoso y curioso, que se acerca a unos pocos metros de cualquiera que pase por el bosque” (Grant, 1911).

“Cuando estaban al alcance de la vista, ante cualquier chirrido, se acercaban volando con las alas extendidas y la cresta completamente erguida para posarse en alguna rama despejada y mirarme sin apariencia de miedo. Emitían una serie de llamadas parecidas a las de un arrendajo [Cyanocitta cristata], y en una ocasión uno de repente se sacudió hacia arriba y hacia abajo en su percha, elevándose hasta alcanzar toda la longitud de sus patas y luego cayendo hacia atrás, mientras gritaba kuk kuk kuk kuk en voz alta” (Wetmore, 1926).

Tadeusz Chrostowski comentaba desde Paraná (Brasil) “Estos pájaros siempre estaban observando mi actividad desde las ramas de los árboles cercanos. Muchas veces, sentado en mi tienda, escuché sus voces callarse y, poco después, por la rendija de la puerta, aparecía cautelosamente una cabeza azul con cejas doradas armada con un pico poderoso” (Straube, 2016).

“Es un ave sumamente vivaz, una ardilla alada , siempre inquieta y bulliciosa . Su plumaje azulado metálico es además muy bello” (Baldrich, 1890).


 


Pica chrysops (The crested jay).
(
Cuvier, 1834)



 


 

Aka'para apytépe jepe jahecha’va

 

Este dicho guraní se aplica a una cosa nunca vista, una persona totalmente
desconocida. Literalmente significa “cosa o persona que ni entre los Aka'
se suele ver”. Es una locución muy empleada, que tiene su origen en la curiosidad insaciable de los Aka' que, en bandadas, rodean a todo animal u objeto extraño que encuentran.

 

(Cadogan, 1998)

 

 

 

 

 

 

 

“CANTA DE VARIOS MODOS”

 

“Saluda nuestro paso, con sus arpegios o tresillos ligados, cual si nos invitara a tomar parte en el himno de la selva, la inquieta Urraca”  (Holmberg, 1887).

John Graham Kerr (1950), en el río Pilcomayo, se vio muchas veces “rodeado por una pandilla de estos pájaros, algunos acercándose a 1-2 m, todos mirándonos con curiosidad a la vez que profiriendo un coro de gritos de todos los tonos imaginables, desde un grito estridente a un silbido de flauta pasando por una grave y profunda voz ronca”.

En el sur de Brasil y en Paraguay “forma bandadas de 10 a 20 individuos, que llevan una existencia muy irregular, volando siempre de un lado a otro, lanzando ocasionalmente su canto, que consiste en una serie de silbidos prolongados. Además, tienen un chirrido suave, perceptible sólo de cerca, que suena a una conversación frívola y me recuerda al monólogo que hace el arrendajo europeo (Garrulus glandarius) cuando está de buen humor y piensa que no hay nadie mirándolo” (Goeldi, 1894).

“Canta de varios modos, siempre fuerte, triste, y no desagradable ni gratamente, echando cada vez el cuerpo adelante y elevando la popa para baxarla despacio”  (Azara, 1992). Aunque Hermann Burmeister (1856) opina que “el canto del pájaro es fuerte y desagradable”.

“Su canto consiste en varias notas metálicas, fuertes y discordantes, que le sirven para expresar distintas emociones. Para llamar a sus compañeras emplean un tiú- tiú- tiú fuerte y prolongado; cuando se sorprenden, lanzan un trick-kic-huic corto y seco. Estas voces las acompañan con movimientos: estiran el cuerpo, alzan y bajan la cola según el ritmo de las notas” (Coluccio, 2005).

“Emite diversos sonidos, imita a otras aves y cuando vuela en bandadas produce un ruido ensordecedor” (Lonnberg, 1903). Parecen ser, en efecto muy buenas imitadoras: "Una de estas aves mansas me engañó varias veces haciéndome creer que había dentro de casa un venadito, con tanta propiedad remedaba el balido de éste" (Sánchez Labrador, 1968).

“Cuando grita en el monte al igual que el hornero, anuncia que va pasando una persona por ese lugar. Tiene otro grito que anuncia lo mismo pero no es una persona la que va pasando sino un animal, o un bicho grande” (Höhne, s/f).

 




La Pie Acahé (Pica chrysops) - Dibujo de Paul Louis Oudart.
(
Vieillot, 1834)




 

 

Como frunciendo el aire

turbas nido tras nido,

más curioso que osado

y voraz más que pícaro.

 

Centinela espontáneo,

cuadrillero imprevisto,

por un instante azoran

la penumbra tus gritos.

 

Comprobatorio inútil

de crótalo y colmillos,

distrae antes que avisa

tu plagueo aturdido.

 

Y así tu obtuso moño,

tu antiguo ladronicio,

justifican y empujan

sólo este romancillo.

 

 

Cantilena del aka'ê hovy

Carlos Villagra Marsal

 



 

 

Urraca común – Dibujo de Dámaso Larrañaga.
(Duarte et al.,2016 )

 

“COMEN DE TODO”

 

 Según Azara, “en quanto al alimento parece que comen de todo”. Pero prefieren las uvas a las naranjas y el sebo a la carne, y extrañamente les gusta más el carbón que otros manjares.  “Atisban a las Gallinas que van a poner en la inmediación de las casas campestres para comer sus huevos, que son su manjar favorito, y los agujerean y beben con primor y sin desperdicio … y si algún pequeño pollo se separa de la madre se arroja sobre él y le come los sesos, agujereándole el cráneo”  (Azara, 1992).

El naturalista Santiago Venturi afirma que “Es un peligroso destructor de huevos y pichones: cruza con cuidado los árboles desde el tronco hasta la punta para buscar nidos ajenos” (Hartert & Venturi, 1909). Coincide con él otro naturalista de origen italiano que actuó en Tucumán, Luis Dinelli: “Esta ave es parasitaria de tal manera, que produce un verdadero exterminio en las aves que persigue. En tiempo de postura se alimenta casi exclusivamente de huevos de toda ave a su alcance y para dar una idea de su capacidad destructora, ellas no temen los lugares habitados y sigilosamente la bandada se avecina a las casas de campo para substraer los huevos de los nidos de gallina, a tal punto de tenerlas que envenenar, utilizando huevos partidos. De este modo casi toda la bandada sucumbe”.

“Hay que observar este córvido y ver la manera prolija que emplea para hallar o descubrir los nidos, sea en suelo, en matorrales, enredaderas, bromelias, frondas, huecos, ramas y toda parte que pueda tener escondido algún nido; ni las pavas, ni las perdices pueden defenderse de una bandada tan agresiva y batalladora. Van en grupo hasta de veinte. Y si los bosques no son totalmente despoblados de su avifauna es que esta especie tiene también quien la diezme.” (Dinelli, 1937)


 

Pie Acahé (Pica chrysops)
(Descourtilz, 1834)



 


EN TIEMPO DE AMOR

 

Según vio Azara (1992) en dos ejemplares en cautiverio, “en tiempo de amor se rascaban, besaban y cubrían” y el macho entraba en un cuarto de la casa y después de comer maíz “tomaba dos o tres granos en el pico, y los sacaba para regalar a su compañera”.

Tanta solicitud habrá hecho pensar a la gente que podrían actuar como talismán.  “Sus sesos en polvo, ofrecidos en un mate, en un caramelo o disueltos también en agua de colonia, constituyen un vehículo maravilloso, según el pueblo, para conquistar el corazón más reacio” (Moya, 1958).

“En la época de la incubación, la bandada se disuelve en parejas. El nido está ubicado en árboles altos y espinosos, formado simplemente por palos fuertes, tan ralo que en ocasiones se caen los huevos a través de él. La nidada consta de seis a siete huevos grandes” (Goeldi, 1894).

“Sabe esconder muy bien su nido, porque nunca he podido encontrar uno, pero por el número de crías podemos concluir que la nidada debe ser de 6 a 8 huevos” (Hartert & Venturi, 1909),

 


La Pie acahé. Dibujo de Madame C. Pillot
(Cuvier, 1832)



URRACAS Y HUMANOS

 

Las relaciones de la urraca criolla con los humanos suelen ser complicadas no sólo porque es frecuentemente cazada como ave de jaula, sino porque “es una de las aves más descaradas y la mayor plaga para el agricultor; a veces sigue al nativo paraguayo y desentierra los granos de maíz tan pronto como son plantados“ (Chubb, 1910).

El explorador Thomas Bigg-Withers tuvo oportunidad de ver en Ipiranga (Paraná, Brasil) un ejemplar cautivo y observar su conducta. “Se alimentaba principalmente de granos duros de maíz, y la forma en que los comía era la siguiente: tomaba un grano del piso de la jaula, volaba hacia arriba y lo colocaba con cuidado en la percha entre sus dos patas, y lo mantenía en esta posición, agarrándolo contra la percha con un dedo de cada pie, dejando un pequeño espacio en el medio con el grano expuesto, sobre el cual operar. Una vez realizada satisfactoriamente esta hazaña preliminar, se erguía perfectamente y se detenía un momento para mirar a su alrededor, como diciendo: «¡Señores! Ahora voy a empezar». Luego, echando la cabeza hacia atrás y poniendo perfectamente rígido todo el cuerpo y el cuello, lanzaba una sucesión de golpes rápidos y vigorosos, dirigidos con su pico de punta gruesa, sobre el grano aprisionado. Tan rápidamente caían los golpes, que el ojo apenas podía seguir el movimiento del cuerpo del pájaro. El espacio que le quedaba para operar su pico era de apenas 3 mm; pero, sin embargo, cada golpe daba exactamente en el blanco; de lo contrario, el poderoso pico en forma de martillo pronto hubiera roto en pedazos los finos dedos del pie. Generalmente, media docena de estos rápidos golpes eran suficientes para partir el grano, y una parte caía al piso de la jaula. Esto siempre parecía desconcertar al pájaro, que se detenía y giraba caprichosamente la cabeza, como si considerara lo que debía hacer a continuación. En ese momento parecía que había tomado una decisión y tomaba la mitad restante del grano, que aún era demasiado grande para tragarlo cómodamente, y lo colocaba con cuidado en el extremo de la percha. Hecho esto, volaba hacia abajo y recogía el trozo caído, y sobre éste recomenzaba el trabajo de martillo y yunque. Generalmente, esto perturbaba la primera parte en su equilibrio sobre el extremo de la percha y se caía. Entonces entrabamos en la etapa lúdica del proceso”.

“La perplejidad y angustia del pájaro se manifestaban en sus frecuentes pausas para reflexionar y en vanos y repetidos intentos de mantener ambas piezas en la percha al mismo tiempo; ya que, efectivamente, al primer golpe que le daba a una, caía la otra, y una vez percibido esto por el rápido ojo del operador, éste saltaba para recogerlo de nuevo. Las carcajadas que saludaban cada nuevo desconcierto eran a menudo tomadas seriamente por el pobre pájaro desconcertado; y nos miraba enojado por un momento, como diciendo: «¿Me quieres decir de qué te ríes? ¿No puedes ocuparte de tus propios asuntos? », acción que, por supuesto, provocaba nuevas carcajadas; y luego, una vez más, volvía a su tarea desesperada. Siempre era una satisfacción verlo por fin dejar una parte a su suerte, aunque evidentemente lo hacía con el corazón apesadumbrado, y operaba sobre la otra hasta devorarla todo.” (Bigg-Wither, 1878)



Pie Acahé. (Corvus pileatus). Dibujo de Nicholas Huet
(Temminck,  1838)


 

 

 

URRACAS EN EL CIELO

 

En la constelación de Sagitario se ubica un grupo de estrellas denominado por los mbya-guaraníes, aka’ê kora, el corral de las urracas. Las urracas fueron creadas junto con las demás aves cuando el Padre, Ñande Ru, tras crear al pájaro que imitaba a todos los demás (¿la calandria?) comprendió que no era bueno que hubiera una sola ave. Así surgió la biodiversidad (Cebolla Badie, 2000).

 

 

 

 


Urraca Jay. Dibujo de Gustav Mützel
(
Lydekker, 1893-1896
)


 


 

CHARLATANA Y LADRONA

 

Algunos testigos poco creíbles le informaron a Azara que esta ave “aprende a hablar, y que oculta las alhajas”, características que se atribuyen generalmente a la urraca euroasiática, y aunque el naturalista aragonés encontró varias diferencias entre estas dos especies “basta para justificar el nombre de Urracas, el que se parezcan a las de España en muchas de las cosas referidas” (Azara, 1992).

La idea de que las urracas euroasiáticas o picazas (Pica pica) roban objetos sobre todo brillantes, como las joyas, existe desde mucho tiempo atrás, aunque la evidencia científica no avala esta creencia (Shephard et al., 2015). Ya Miguel de Cervantes en sus  “Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento” (1613) la comparaba con otros animales dañinos: "Ellos son su hucha, su polilla, sus picazas y su comadreja, todo lo llegan, todo lo esconden y todo se lo tragan". El ejemplo más famoso es el que muestra Gioachino Rossini en su ópera  La gazza ladra (La urraca ladrona, 1817). 

Y al parecer tampoco escapa nuestra urraca a esa fama según relata este compuesto paraguayo (una variante del que figura en el recuadro "La balada de los pájaros"):

 

Se reunieron todos los pájaros
para ir a bailar;
Aka'
, según su costumbre,
se puso a hurgar.
Por eso se enfadó Anó:
“Pues tu nos haces pasar vergüenza;
apenas hemos llegado,
y ya hay quejas contra ti”.

 

(Cadogan, 1998)

 

 

Urraca criolla (Cyanocorax chrysops) 
Dibujo en San Sebastián de la Selva (Misiones)





 

 

 

LA LEYENDA DEL FUEGO

 

Los caingangues o coroados eran un pueblo indígena que habitaba los estados de Paraná y Rio Grande do Sul (Brasil) y la sierra central de Misiones (Argentina), donde los estudió Juan Bautista Ambrosetti. Estos indígenas no poseían el fuego y comían la carne cruda. Fyieto, un hombre de esa etnia, decidió ir a obtenerlo de Min-aràn, un indígena de origen desconocido que vivía en la selva con su mujer e hija. Fyieto, transformándose en xakxó, o urraca, se acercó flotando por el río a donde se bañaban la esposa y la hija de Min-aràn. Al ver al pájaro todo mojado, las mujeres lo llevaron a la casa y lo pusieron sobre  unos troncos junto al fogón, para secarlo. Entonces, la urraca tomó con el pico un leño encendido y Min-aràn, al  advertir que  le estaba robando el fuego, trató de atraparla. La urraca se escondió en una grieta entre las piedras y Min-aràn metió ahí su lanza para ensartarla. Pero la astuta urraca se golpeó a sí misma la nariz para obtener unas gotas de sangre, con la que manchó la punta de la lanza. Así Min-aràn, al ver el arma ensangrentada, pensó que había matado a la ladrona y se retiró. Entonces la urraca subió a una palmera,. arrancó una hoja seca y encendiéndola con el tizón, la arrastró por el campo, el cual tomó fuego. Min-aràn trató de apagarlo y, al no conseguirlo, murió de tristeza. El campo estuvo quemándose varios días y los caingangues aprovecharon para tomar el fuego y así pudieron asar su comida.

 

 (Borba, 1908)

 

 

 

Dice el jesuita José Sánchez Labrador (1968) que las urracas "aprendieran también a hablar si se les cortara el frenillo y se les enseñara". De todas formas, aunque no hablaran, su capacidad vocal ha llevado a usarlas como remedio, suponiendo que transmitiría esa capacidad al paciente. “Un cocimiento de lengua de Aka’ suele recetarse en el ceceo y la mudez; pero debe tenerse la precaución de administrarse en pequeñas cantidades, por el peligro de que la criatura resulte demasiado habladora” (Cadogan, 1998).

 

 

 

A los pájaros cantores
Ninguno imitar pretiende;
De un don que de otro depende
Naides se debe alabar,
Pues la urraca apriende a hablar,
Pero sólo la hembra apriende.

 

José Hernández,  El gaucho Martín Fierro.

 

“Su habilidad para imitar voces es sorprendente ya que no sólo reproduce a la perfección los cantos de varios pájaros sino que también lo hace con los mamíferos incluido el mono caí. Se conoce en Brasil un caso donde una urraca repetía palabras humanas que habría aprendido de un loro cautivo a juzgar por el tono. Otro llamativo hecho que probaría además su inteligencia es el ocurrido en Sao Paulo donde un zorzal colorado o corochiré (Turdus rufiventris) montaba guardia en un árbol silvestre repleto de frutos alejando a cuanta ave se acercaba agresivamente, la urraca para evitar confrontarlo imitó a unos 10 metros a la perfección la voz del Taguató común (Rupornis magnirostris) una rapaz común en el área, que persigue pájaros y otros animales lo que motivó la precipitada huida del zorzal. Así la urraca quedó dueña de la situación y  se dio un banquete” (Chebez, 1994).

 

Para suerte de la urraca “su carne no se estima para la mesa” (Sánchez Labrador, 1968).  Sin embargo, entre los mbyá guaraníes su carne podía ser consumida pero sólo por las ancianas (Cebolla Badie, 2000).  Los qom la cazaban cuando era más abundante, sobre todo en zonas de palmares, y la consumían. Quienes tenían un mejor conocimiento sobre la especie contaban que se consume su carne y sus huevos y que también se la cría como mascota (Arenas y Porini, 2009). De la misma forma los correntinos “buscan crías para criarlas y luego venderlas” (Hartert & Venturi, 1909). 

 


 

Pileated jay (Cyanocorax chrysops). Dibujo de Édouard Paul Mérite
(Delacour, 1923)



 

 

BALADA DE LOS PÁJAROS

Como puede verse en este compuesto paraguayo de trovador popular anónimo, la pendenciera urraca no siempre lleva las de ganar

 

 

Escuchadme los señores

y también las señoritas,

permitidme que os cuente

del Anó y la Piririta.

 

Dicen que se casaron

y que hicieron un banquete;

hermoso fue el baile

y mucha gente acudió.

 

Comenzaron a bailar

las señoras y señoritas,

Aka'e era el guitarrero,

Picamaderos, violinista.

 

Estando en pleno baile

se acercan Alonso y Chochi,

y enseguida pidieron:

"Toquen un chopi"

 

Aka'e le dijo:

"Estoy debiendo una cuadrilla:

cumplida mi promesa

enseguida tocaré lo que pide”.

 

Le dijo Alonsito:

"Harás lo que a mí me guste:

tocarás un chopi,

valga lo que valiere".

 

Se levanta ya Aka'e,

la guitarra en la mano:

"Te he dicho ya, amigo,

que no vamos a tocar chopi".

 

Alonsito le dijo:

"Te mostraré si soy hombre".

Le pegó un balazo a Aka'e

y ya terminó el baile.

 

Ya viene la autoridad

para descubrir el ruido;

Alonsito desafiante

con revólver y cuchillo.

 

El sargento Garza Blanca

con su oficial Tuyuyú

habían ya llegado

y seguía el bochinche.

 

Ya ordena el sargento:

"Sujétate, Alonsito;

con tu compañero Chochi

entregadme vuestras armas.

 

Alonsito le repuso: .

"Mis armas no las entrego

y además, a ese sinvergüenza

de violinista lo voy a matar".

 

Comenzó de nuevo la camorra;

hubo muchos lesionados;

al sargento lo apuñalaron;

al oficial le rompieron la cabeza,

 

acudieron más autoridades:

el Señor Jefe, el Señor Juez;

el Señor Jefe Carancho,

el Señor Juez Becasina.

 

Ya ordena el Señor Juez:

"¿Quién es el dueño de casa?:

Métanlo en el calabozo

y asegúrenlo bien en el cepo.

 

¡Qué ocurrencia la vuestra

realizar baile sin permiso!

¡El dueño de casa tiene la culpa!"

¡Resultó inocente Alonsito!

 

Alonso: el hornero; Piririta: el pirincho; Acaé: la urraca azul; Chochi: el crespín;  Chopi: el tordo y también una antigua danza paraguaya.

 

 (López Austin, 1965)

 

 

 

NOMBRES PARA UN AVE SINGULAR

 

Urraca, urraca azul, urraca paraguaya, urraca tucumana en Argentina.

Cucarra, en Jujuy (Argentina).

Najyekw, en wichi.

Chochoc, kochoc, wo'hem, kom'kom la't#e, kom'kom, na'chiedodo la'te#, en qom.

Acaé, acahé, aka-é, aka’ê parã (acauan = pendenciero, parã = adornado), en guaraní.

Emaidi, en mbyá.

Xakxó, en caingangue.

Gralha do matto, gralha branca, en Brasil.

 

 

 

 

Arenas, Pastor y Porini, G.  2009. Las aves en la vida de los tobas del oeste de la provincia de Formosa (Argentina). 1a ed. Asunción: Tiempo de Historia.

Azara, F. de. [1802] 1992. Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España.

Baldrich, J. Amadeo. 1890. Las comarcas vírgenes. El Chaco Central Norte. Casa Editora Jacobo Peuser, Buenos Aires.

Bigg-Wither, Thomas P. 1878. Pioneering in South Brazil. 2 vols. London: John Murray.

Borba, Telêmaco. 1908. Actualidade Indígena (Paraná, Brazil). Curitiba: Impressora Paranaense.

Cadogan, León. 1998. Gua’i Rataypy - Fragmentos del Folklore Guaireño. Asunción del Paraguay, Fundación León Cadogan.

Cebolla Badie, Marilyn. 2000. El conocimiento mbya-guaraní de las aves. Nomenclatura y clasificación. Suplemento Antropológico. 35(2). Centro de Estudios Antropológicos. Universidad Católica.

Chebez, Juan Carlos. 1994. Cosas del Monte III: la Urraca Común. https://www.losquesevan.com/cosas-del-monte-iii-la-urraca-comun.224c

Chubb, Charles. 1910. On the birds of Paraguay The Ibis, 9ª serie, nº 4.

Coluccio, F. 2005. Diccionario Folklórico de la flora y la fauna de América. Buenos Aires: Ediciones del Sol.

Cuvier, Frédéric. 1832. Supplément a l’Histoire Naturelle, Générale et Particulière de Buffon. Tome 2. Paris, F.D. Pillot.

Cuvier, Georges. 1834. The animal kingdom, arranged according to its organization, serving as a foundation for the natural history of animals : and an introduction to comparative anatomy (Vol. 1). London, G. Henderson.

Delacour, Jean. 1923. The Drongos, Starlings, Grackles, and Troupials. The Avicultural magazine 29; ser.4:v.1.

Descourtilz, Jean Théodore. 1834. Oiseaux brillans du Brésil. Paris.

Dinelli, Luis M. 1937. La protección de las aves. El Hornero 6(3): 483-488.

Höhne, Evelin. Recopilación de historias, leyendas y poemas. Educación y capacitación para el desarrollo sostenible del chaco sudamericano. Proyecto de Manejo Sostenible de los Recursos Naturales en el Chaco Sudamericano – GTZ.

Lonnberg, Einar. 1903. On a Collection of Birds from North-western Argentina and the Bolivian Chaco. The Ibis, 8ª serie. nº12.

Friedmann, H. 1927. Notes on some Argentina birds. Bull. Mus. Comp. Zool. 68(4).

Goeldi, EA. 1894. As aves do Brasil. Primeira parte. Livraria Classica de Alves & C., Rio de Janeiro, S. Paulo.

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Hartert, E & Venturi, S -1909- Notes sur les oiseaux de la Republique Argentine. Novitates Zoologicae 16(2): l59—267.

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López Austin, A. 1965. La literatura guaraní. Revista de la Universidad de México Nº 8.

Lydekker, Richard. 1893-1896. The royal natural history. Volume III. London and New York, Frederick Warne & Co.

Moya, Ismael -1958- Aves mágicas. Ministerio de Educación de la Pcia. de Buenos Aires, La Plata.

Sanchez Labrador, José. [1767] 1968. Peces y aves del Paraguay Natural Ilustrado.  Fabril Editora, Bs As.

Shephard, T. V. et al. 2015. ‘The thieving magpie’? No evidence for attraction to shiny objects. Animal Cognition, 18(1), 393-397.

Straube, Fernando C. 2016. Ruínas e urubus: história da ornitologia no Paraná. Período de Chrostowski, 2.  Curitiba, Pr: Hori Consultoria Ambiental.

Strycker, Noah. 2022. Esa cosa con plumas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Temminck Coenraad Jacob. 1838. Nouveau recueil de planches coloriées d'oiseaux : pour servir de suite et de complément aux planches enluminées de Buffon. Tome II. Strasbourgh, Chez Legras Imbert et Comp.

Vieillot, L. P. 1834. La galerie des oiseaux. Paris, Carpentier-Méricourt.

Villagra Marsal, Carlos. 1995. El júbilo difícil [Poesía 1986-1995]. Editorial Don Bosco, Asunción.

Wetmore, A – 1926 – Observations on the Birds of Argentina, Paraguay, Uruguay,  and Chile –Bulletin 133 – Smithsonian Institution – Washington.


 

viernes, 3 de noviembre de 2023

LA MARAVILLOSA AVE-PLANTA

 

Investigación y redacción Alex Mouchard



                                                     Ave del paraíso (Strelitzia reginae)

(Curtis, 1790-1791)




"[El cura de San Andrés de Machaca (Bolivia)] nos contó la historia de una maravilla observada por él en la provincia de Yungas, de una naturaleza que hace un poco sospechosa su veracidad, cuando no su inteligencia. Se trataba nada menos que de un ave-planta que, habiéndose posado en tierra, había echado raíces. Más de cien personas, decía el cura, habían visto el fenómeno y habían constatado la exactitud de los hechos relatados. La persona que había encontrado al ave lamentablemente olvidó un día de darle de comer  y le sobrevino la muerte. No sabemos como habría sobrevivido antes de tener dueño." 

(Weddell, 1853)


                                        Cupido inspirando a las plantas con amor

Dibujo de Philip Reinagle (Thornton, 1807)


 


 REFERENCIAS

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Weddell, H.A. 1853. Voyage dans le nord de la Bolivie et dans les parties voisines du Pérou ou Visite au District Aurifère de Tipuani. Paris: P. Bertrand.


viernes, 22 de septiembre de 2023

LA HUALA PERDIDA, UNA HISTORIA DEL MACÁ GRANDE (Podiceps major)

Investigación y redacción Alex Mouchard 




“Ay Petronila Pérez,

huala perdida,

de amor a tus amores

fuiste cautiva.

 

Tus palabras de entonces

oigo en la brisa,

tu corazón de entonces,

cielo y jarilla.

 

Ay, Petronila, el agua

riendo brilla...

¡Tus pasitos de huala

cortejaría!

 

Tus pasitos de huala,

totora fina,

tu memoria, tu olvido...

Huala perdida.”

 

Canción de la huala perdida. Para Petronila Pérez, en Puelén – Edgar Morisoli (1994).

 

 

Podiceps major
Dibujo de Henrik Grönvold (Knatchbull-Hugessen & Chubb, 1917)


 

Una fría mañana de invierno de me encontraba observando aves en una laguna de Buenos Aires. Avisté flotando sobre el agua una curiosa formación de siete grandes pompones blancos, como si se tratara de siete fragatas con las velas hinchadas por el viento. Durante un largo rato, mientras los observaba, estuve tratando de resolver mentalmente a qué ave pertenecían los curiosos pompones algodonosos. De pronto, uno de ellos tomó la forma de un macá grande o huala (Podiceps major) y enseguida los siete estaban nadando en forma normal. Nunca pude averiguar a qué se debía este comportamiento, ¿era un despliegue de cortejo, estaban simplemente durmiendo o trataban de combatir la baja temperatura matinal?

 

Dejando estas dudas para más adelante nos trasladamos a otra época y otro escenario.

 

LA HUALA PERDIDA

 

Don Luis de la Cruz Goyeneche 

Pintura al óleo sobre tela por José Gil de Castro y Morales (Mulato Gil). Museo Histórico Nacional de Chile. https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_de_la_Cruz#/media/Archivo:Luis_de_la_Cruz_y_Goyeneche.jpg

 





 

En Concepción (Chile) en abril de 1806 iniciaba un viaje trascendental Luis de la Cruz y Goyeneche, oriundo de esa ciudad, en cuya bahía suelen nadar las hualas, protagonistas de nuestra nota. Habiendo participado en la guerra de la independencia con Bernardo O´Higgins y José de San Martín, De la Cruz en ese momento cumplía las funciones de Alcalde Provincial de su ciudad natal. El objetivo del viaje era establecer una ruta comercial entre Chile y Buenos Aires, para evitar la vía marítima donde eran frecuentes los ataques de las naves inglesas y españolas. Para ello era necesario explorar los pasos cordilleranos, medir las distancias y buscar buenos pastos y aguadas. Contaba con la participación de indígenas pehuenches aliados, actuando como baqueanos y lenguaraces  para establecer relaciones pacíficas con los aborígenes que ocupaban el amplio territorio del Mamil Mapu («país del monte», en mapudungun), es decir la región de los caldenes y  algarrobos.

 

  Mapa del viaje de Luis de la Cruz, de Concepción a Buenos Aires en 1806 

por Carlos Wood.

Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile.

https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Mapa_del_viaje_de_Luis_de_la_Cruz,_de_Concepci%C3%B3n_a_Buenos_Aires_en_1806.jpg



 

El cruce de la Cordillera lo efectuaron por el Paso de Pichachén o Antuco a 2000 msnm, luego cruzaron el norte de Neuquén hasta el rio Colorado e ingresando a la actual provincia de La Pampa por zona de arenales y salitrales llegaron al estero de Puelec (actual localidad de Puelén). Este era un sitio de tránsito de las rastrilladas indígenas para llevar el producto de sus malones y comerciarlo con los pehuenches del norte neuquino.

 

Allí De la Cruz encontró a tres caciques provenientes de Cura Malal (Buenos Aires) arreando ganado lentamente hacia Neuquén.  En los toldos de uno de ellos llamado Mariñan, observó a una india que por sus rasgos le pareció de origen español, aunque ella decía  “china, china puerca soy”. Pero más tarde, entrando en confianza,  le comentó que era oriunda de Pergamino y que era la mujer del tal Mariñán. Al oscurecer se produjo un trueque con las indias, intercambiando plumas de avestruz por agujas, bizcochos y adornos, y habiendo entrado en confianza, se produjo el siguiente diálogo con la mujer (De la Cruz, 1835):

 

“--¿Cómo te llamas?

–Petronila Pérez, respondió ella.

–¿Eres cautiva?

–Si

-¿Mucho ha?

–De muy chica

–¿Cómo sabes hablar?

–Porque he tratado con otras cautivas, que me enseñaron como hablan allá

–¿Tus padres de donde eran?

–Del camino de posta de Buenos Aires, y los mataron los indios cuando yo fui cautiva con otra hermana mía v dos hermanos uterinos que se apellidan Morales...”

 

Petronila le contó que había estado en las Salinas donde vivían sus dos hermanos cautivos que todos los años venían a visitarla. Luego de la Cruz le preguntó si no había intentado volver con los cristianos y ella respondió:

 

“-No quise irme, porque quiero mucho a mis hijos.

–¿Cuántos tienes?

–Dos, pero no son hijos de este marido, sino de otro que murió.”

 

Al otro día la cautiva vino al campamento y le dijo que  su marido la mandaba a pasear a lo de los cristianos,” consultándolo si saldrían al día siguiente. De la Cruz no le dio seguridad y aprovechó para averiguar de ella datos sobre el recorrido realizado por los indios, sus poblaciones, aguadas y alimentos.  

También le preguntó cuál era su nombre indígena y ella respondió: “Llamigual, esto es «ya se perdió la guala»,” (De la Cruz, 1835)

En el relato del viaje no vuelve a mencionarse a la cautiva, el supuesto intento de volver con los cristianos de la mano De la Cruz parece no haberse concretado y su drama como el de tantas mujeres cautivas de la época terminó desvaneciéndose en las arenas del desierto pampeano, dejando muchos interrogantes, entre ellos el origen de su nombre ¿por qué «la huala perdida»?

Quizás recorrer la historia del ave nos dé alguna pista …

 

LA HUALA SEGÚN LOS NATURALISTAS

Probablemente la huala llegó a manos de los zoólogos europeos como ejemplares capturados en alguno de los grandes viajes de circunnavegación franceses en su paso por las costas del extremo austral de Sudamérica. Buffon, sin embargo, consideró erróneamente que venía de Cayena, en la Guayana Francesa, y destacó lo grácil de su cuello: “Es menos por las dimensiones de su cuerpo que por la longitud de su cuello que este zampullín es el más grande de las aves de este género” (Buffon, 1749-1789). Y de allí vino el nombre Grand Grèbe, es decir Gran zambullidor, latinizado como Colymbus major. Pero como los macás no pertenecen a la familia de los colimbos (Colymbidae), sino a la familia Podicipedidae, emparentada con los flamencos, el macá grande fue pasado al género Podiceps.

 

Grèbe de Cayenne 

Dibujo de François-Nicolas Martinet (Daubenton, 1765-1783)




 

Macá cornudo, lo llamó Félix de Azara, porque “noté yo que con el enojo formaba un copete cornudo o con dos puntas, y que herizaba (sic) un poco las plumas de la cabellera.” Llegó a tener dos de ellos en su casa: “habiéndolos soltado en mi quarto, manifestaron mucha actividad en la cabeza y cuello, porque lo demás estaba como tullido en tierra. Siempre estuvieron echados como ranas con los tarsos vueltos afuera. Les di carne cruda y aunque la tomaban con ansia de hambrientos, al punto la arrojaban como si les causase hastío. Al día siguiente amanecieron muy melancólicos, ya la tarde murieron” (Azara, 1802).  Triste fin para unas aves tan especializadas al medio acuático que difícilmente podrían sobrevivir en una casa.

Claude Gay (1847) aportaba más información desde Chile, incluyendo el nombre Guala o Gualón: “Es bastante común en Ias riberas de la República, donde viene con frecuencia, a causa de no poder volar por la pequeñez de sus alas. Va siempre por parejas, y hace su nido entre los carrizales; poco después que los chicuelos salen del cascaron se suben encima de la madre y se sumergen con ella.”

Es imposible hacer que este zambullidor salga del agua, y cuando se lo descubre en un pequeño estanque se le puede perseguir hasta agotarlo y atraparlo con la mano; sin embargo, ocasionalmente debe realizar largos viajes en vuelo cuando pasa de un lago aislado a otro. Probablemente sus recorridos se realicen de noche.” (Sclater & Hudson, 1889)

Cuando se le sigue en canoa, a menudo se sumerge, pero no permanece bajo el agua por mucho tiempo. Su estómago estaba lleno de plumas de aves y restos de crustáceos.” (Jean Stanislaus Stolzmann en Taczanowski, 1886)

 

En la laguna de Aculeo, cerca de Santiago de Chile, en enero de 1896, Fernand Lataste (1923) pudo ver “aquí y allá,  pequeños objetos blancos que sobresalían de la superficie del agua. Los barqueros se acercaron a ellos, los agarraron y me los pasaron. . .  me dijeron entonces que eran huevos de Guala (Podiceps leucopterus), zampullín abundante en el lago . . .  El nido, si podemos darle ese nombre, estaba formado por un gran montón irregular de algas filamentosas, sueltas hacia la periferia, pero cada vez más apretadas hacia el centro y la parte superior del montón no superaba, o superaba apenas la superficie del agua. Es en esta cumbre, muy ligeramente hundida por su peso, donde reposaba el huevo, con su parte inferior bañada en el líquido, el resto de su superficie calentada durante todo el día por el sol ardiente que nunca se oculta en esa estación … Supongo que los padres vigilan sus huevos, sin perderlos de vista, e incluso se aseguran de darles la vuelta de vez en cuando.

Ernest Gibson (1920) agregaba que en los bajos de Ajó el macá “coloca su nido en lo más espeso de los juncales del bañado. El nido, hecho de plantas acuáticas, se eleva apenas sobre el nivel del agua; y dos veces vi, al acercarme, al ave incubante echando apresuradamente algunas hierbas sobre los huevos antes de abandonarlos. La puesta es de tres.

Una curiosidad es la forma en que el huala puede jugar con sus presas como lo haría un gato con un ratón:  Este zambullidor estaba nadando y divirtiéndose en un estanque profundo y estrecho, y no mostró alarma ante mi presencia, aunque me senté en el borde a veinticinco metros de él. Lo vi sumergirse y salir con un pez pequeño de unos 7 cm de largo en el pico; Después de permanecer un rato inmóvil, arrojó al pez a una distancia considerable con un repentino movimiento de su pico, y luego, en el instante en que el pez tocó el agua, se sumergió nuevamente. Luego emergió con el mismo pez, pero sólo para arrojarlo y sumergirse como antes; y de esta manera lo soltó y lo recapturó como quince veces, y luego, cansado de jugar, lo soltó y lo dejó escapar.” (Sclater & Hudson, 1889)

Otros autores han encontrado en su estómago peces como pejerreyes (Odontesthes regia), plumas y piel de aves acuáticas (gallaretas), crustáceos y otros invertebrados

Según Hudson era muy “común a lo largo del río de la Plata, pero debido a su gran tamaño y a la gran belleza de su blanquísimo plumón es muy buscado y se está volviendo raro.” (Sclater & Hudson, 1889). Walter Barrows (1883) confirma esto último: “En muchos lugares son muy cazados por su piel que es un buen artículo comercial en Buenos Aires.” Desconozco qué artículos se elaborarían con tan raro producto, sin embargo por analogía podría haber tenido un uso similar a la de la piel de cisne en Europa, que servía para forrar prendas y calzados de lujo, y fabricar aplicadores de maquillaje en polvo, justamente llamados «cisnes».

 

 

 

“Ya se oía el ruido del trueno, producido por la caída de los hielos del Tronador: después, nada turba el silencio de estas soledades, sino el canto melancólico de los hualas de plumaje sombrío.” (Cox, 2012)

 

Huala
 Dibujo de Claudina Abella de López (Gollan, 1949)


 

 

 

Darwin (1838) se vio impresionado por su prolongado y triste grito, allá en los canales fueguinos: A menudo emite un grito muy melancólico, que conviene al clima sombrío de aquellas costas desoladas.” Sonido que efectivamente parece corresponder a la soledad y sobriedad de esos paisajes castigados por el viento y el agua. Imaginamos que esa voz de la huala, perdida en la inmensidad de algún lago patagónico, tal vez pueda explicar a qué aludía el nombre indígena de Petronila Pérez.


Podiceps major macho (Hatcher, 1903)


En la zona del río Mayer (Santa Cruz) John Bell Hatcher tuvo un emotivo encuentro con una huala, el que desafortunadamente terminó mal para el ave, aunque ello no invalida su relato:

“Un día particularmente brillante y alegre de finales de febrero, mientras cabalgaba por el bosque a una distancia de unas cinco millas al oeste de nuestro campamento, encontré un pequeño lago casi circular de aproximadamente una milla y media de diámetro. Cuando salí del bosque y me senté en mi caballo junto a la orilla rocosa, donde pensé detenerme por un momento y admirar la hermosa escena que tenía ante mí, llegó flotando a través del agua desde el otro lado del lago un sonido grave y lastimero: que reconocí al instante como el del zampullín, Aechmophorus major.

“En este lugar resguardado no había suficiente brisa para causar la más mínima ondulación en la superficie del lago, que por un instante escudriñé cuidadosamente, esperando ver el ave no voladora que sabía debía estar presente, aunque la localidad era remota. de su hábitat normal.

“Durante unos momentos, salvo el grito grave y lastimero que se oía a intervalos desde el lado opuesto, no pude ver en ninguna parte de la superficie del lago la más mínima evidencia de vida. Un poco más tarde, sin embargo, detecté una amplia onda en forma de V en el agua, con un pequeño objeto negro en la punta, que se dirigía directamente hacia mí desde la orilla opuesta. Durante un tiempo permanecí inmóvil y observé al ave solitaria que se nadaba grácilmente en la superficie del agua, con su largo cuello erguido y manteniendo un rumbo perfectamente recto hacia la playa a mis pies, sin dejar de pronunciar a intervalos regulares esas notas singularmente quejumbrosas. lo cual parecía casi como si tuviera la intención de expresar de mi parte conmiseración por él en la solitaria soledad de su entorno.”

 

El ave se acercó demasiado y Hatcher disparó. Al parecer en aquellos tiempos y en esa zona el huala no desconfiaba de los humanos. Richard Crawshay observaba: Son notables por su extrema curiosidad. A menudo los he visto en el agua y ellos han venido a observarme, nadando cerca de la orilla, moviéndose con inquietud y sumergiéndose de vez en cuando. … una pareja que se comportaba de esta manera: vinieron a la orilla para observarme.” (Hatcher, 1903)

 


Huala (Bros, 1929)



 

Al parecer en aquellos lugares el huala no desconfiaba de los humanos, en cambio en la zona de Ajó (Provincia de Buenos Aires), el ave era muy desconfiada quizás porque como lo señalaba Hudson era intensamente cazada. Allí Gibson (1920) encontró una hembra que tenía un pichón al que “lo llevaba sobre su espalda o escondido debajo del ala (habiendo para ello una especie de bolsa natural o hueco, situada debajo de cada ala); cuando el ave padre se zambulló, el joven se separó y permaneció a flote. El grito del adulto se parecía al del pavo real, aunque naturalmente no tan poderoso, mientras que el de los jóvenes era sólo una nota débil … Cuando lo coloqué en el suelo (mientras me mordía salvajemente), se sentó con la cabeza y el cuello erguidos, el cuerpo apoyado en el suelo y los pies extendidos hacia atrás; los que usó para avanzar, impulsándose junto con ellos en una sucesión de saltos como de rana.”

En esa misma región de Ajó, debo citar a Alexander Wetmore (1926) para explicar lo que relaté al comienzo de esta nota: “Tres fueron observados durmiendo mientras flotaban en el agua, con el cuello echado hacia atrás de modo que el pico descansaba sobre el hombro al lado del cuello con la punta hacia adelante. Como esto dejaba a la cabeza redondeada en el medio del lomo, producía un perfil curioso. Desde esta posición las aves se lanzaban a bucear sin pérdida de tiempo al desplazar el pico hacia delante.”

Rodolfo Escalante (1970) coincide diciendo: “Cuando reposa sobre la superficie del agua recuesta su largo cuello sobre el dorso y pliega la cabeza junto a él hacia delante, colocando el pico sobre el hombro y en esa dirección. Tronco, cuello y cabeza adoptan entonces la disposición de una Z de ángulos muy cerrados, en estas condiciones el cuerpo tiene el contorno de una boya achatada, mientras que la cola se levanta y muestra el rojo de sus cobijas inferiores en el lado opuesto al blanco brillante del pecho; una de las patas es recogida bajo un ala mientras que la otra, sumergida, mantiene el cuerpo en un lugar determinado como si éste estuviera anclado al fondo.”

 

La habilidad de buceo de la huala parece haber hecho creer a los mapuches que si el ave es herida se agarra a las plantas sumergidas y no sale más.

 

 

 

ESCENA CON HUALAS

 

"Estuve mucho tiempo solo allí arriba y me divertí mucho observando un par de macás en una pequeña laguna en la Cancha Rayada.

“Son estos grandes aves zambullidoras, más o menos como un somorgujo, de color marrón oscuro.

“El macho tiene una especie de gorro de plumas que levanta. Estaba cuidando el nido en el agua. Él me vio y comenzó a gritarle a la hembra: «¡Cuidado! ¡Peligro! ¡Ven aquí conmigo!». Y ella estaba cómoda y oculta en su nido, pero se levantó para detener sus chillidos y trazó un gran semicírculo, deslizándose por lo bajo y haciendo todo lo posible para hacerme creer que el nido estaba en otra parte.

“Luego él comenzó a regañarla: «Apuesto a que no cubriste el nido. Ustedes, las hembras, no saben lo suficiente como para protegerse de la lluvia. Iré yo y lo arreglaré como es debido» y él volvió derecho al nido como una flecha, y recogió uno o dos palitos y los puso sobre el nido y regresó chapoteando hacia ella, diciéndole: «Ya está, todo está bien ahora. ¡Cómo me cuesta a cuidar las cosas!» Casi podía oírlo diciéndolo.”

 

Relato de  Edward Chace en el lago San Martín (Santa Cruz)  (Barrett & Barrett, 1931)

 

 

 

 

LA HUALA SEGÚN LOS PUEBLOS

Gregorio Álvarez (1960) hizo una excursión a caballo al lago Paimún (Neuquén) , en el «País del Verde Silencio». En ese bello lugar recordó la leyenda de la huala que gime en el Paimún.

Una hermosa joven mapuche llamada Huala solía ir a buscar agua al lago.  Sin que ella lo advirtiera, el Trelque, un sumpall o maligno genio del lago, la acechaba.  Un día, cuando la niña ya era mujer, al acercarse como siempre al lago, una garra surgió y la arrastró hacia lo más profundo. Alertados por sus gritos, sus padres y hermanos llegaron a rescatarla, pero nada pudieron hacer.  A cambio, el monstruo los compensó con una gran cosecha de peces.

En su cueva Trelque mostró a Huala los restos de sus víctimas decapitadas, cuyas cabezas acostumbraba lanzar desde las cumbres como bolas de fuego o cherufes. Impresionada, Huala se desmayó y al despertar vio que Trelque se había transformado en un joven que le declaraba su amor y quería casarse con ella. Pero Huala, llorando, le pidió que al menos le permitiera seguir contemplando su gente, las montañas y los bosques. Trelque consintió siempre que Huala no abandonara el lago y por eso la transformó en un ave de alas y patas muy cortas, que sólo podía nadar y no podía escapar corriendo o volando. Desde entonces, Huala grita su dolor con angustia cada vez que aparece un humano que le recuerda su familia. Por eso  se acerca a la orilla, anhelando volver con los suyos. Esa característica de los macás de tener las patas cortas e insertadas muy atrás en el cuerpo dio origen a su nombre genérico, Podiceps, del latín prodicis: retrasado, y pes, pedis: pie.

 

Otras fuentes ubican la leyenda de la Huala en el lago Budi (Chile), donde la joven habría sido arrastrada por la corriente que lleva al mar. A este hecho se refiere el poema de Lorenzo Aillapan Cayuleo,  «Tachi Wala – Walakawün»:

 

Antiguamente habían numerosas pájaros Huala

ahora están en vías de extinción y andan algunitos

en el río Chol Chol, en ese lugar

hay una comunidad con este nombre

así es Hualacura, de verdad para siempre,

donde existió pololeo del hombre Pájaro mapuche.

 

Al igual que una hembra humana llora desconsoladamente

esta ave llora y llora y canta su canción

al desaparecer la pareja, al morir los polluelos –estar ausente

aquí en el lago Budi, al desembocar

las aguas del lago en el mar a la salida del invierno

se ven arrastrados por la corriente nidos con huevos.

 

Todos los años sucede este fenómeno natural

por eso siempre llora y llora por la desgracia

la hembra Huala está desolada y siente

los polluelos arrebatados por la corriente

hacia la desembocadura del Budi, hacia el Gran Océano

por eso llora la Huala desconsoladamente.

 

 

Es un ave que nunca se ve volar, los ancianos contaban que una vez la huala escuchó el canto triste de otra huala y esperó la noche para volar y no ser vista. Entonces, al ver su plumaje se volvió negro y la huala perdió el rumbo por volar de noche, entonces la pilló el día y el sol dio de lleno en ella y el pecho se le volvió dorado, así contaba la gente de antes. Los ancianos un día, la vieron de nuevo en la laguna ahora con otra huala, decían los mayores, que por eso entonces ellos grabaron la forma de dos pajaritos en los pectorales de plata que hasta hoy día usan las mujeres mapuche, por todas las tierras de Arauco.” (Gumercindo Quirilao Curihuinca, lonko de la comunidad de Pangue, en Aguas Deumacán et al., 2009)

 

Trapelacucha (pectoral) mapuche, plata, siglo XIX

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Entre los mapuches la huala o wala es un ave mágica. Se asegura que quien oye su canto cerca de la casa sufrirá desgracias, o la muerte de un pariente, o alguien de la casa se irá, generalmente la pareja. En otros ocasiones anuncia la abundancia de puyen para prepararse para la pesca.

 

 

NOMBRES DE LA HUALA

Huala, el nombre mapuche del ave, que se supone de origen quechua, quizás de huay: voz de lástima. Pero la raíz hual: algo redondo, da en quechua, hualanpaui, o hualanpacu: plumaje grande redondo como gran bola, y pienso en mi avistaje de las “bolas de algodón” en la laguna bonaerense.

Llancun significa perderse algo, de allí Llanihuala: huala perdida, el nombre de Petronila Pérez.

Pollolo, coiquito (indígenas de la Araucania).

Oiyi, oien u oyien (ona o shelknam).

Gala (yámana o yagán).

Huala Grande (Chile). 

Chalupa, por su costumbre de llevar sus hijuelos sobre la espalda al nadar (Chile).

Zambullidor Grande (Mendoza).

Macá Cornudo, Macá Grande, Macá Grande Copetón,  Macá Cornudo de Azara, Macá Mayor, Macá Copetón, Macá Pingüino, Zampullín Grande, Trompetín. 

Mergulhao Grande (Brasil).

 

         Lugares (topónimos)

Hualaihué: lugar de Hualas. Comuna de la Región de los Lagos, Provincia de Palena, Chile. Futahual: huala grande. Estero en la Región de Los Lagos, Chile.

Hualakura: piedra [en forma de] huala. Aldea en la región de la Araucanía (IX Región), Chile.

El cordón de las Hualas, acompaña el valle del río Puelo por el lado meridional.

En Ecuador existen las localidades de Gualla y Gualaquisa (lumbrera del huala) lo que abonaría la hipótesis de que la palabra es de origen quechua.

 

 

         Apellidos (patronímicos)

Huenchuhual: hombre huala,

Millahual: huala dorada

Colihual: huala parda

Curihual: huala negra

Lefiu: se zambulló la huala

Nahuelhauñ: tigre-huala

Neculhual: huala de nadar veloz

Paillau: huala acostada

Rayíu: huala florida

Tegualda: huala perro

Mañkewala: cóndor huala

Kunchawala

 

 

 

 

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EL YAGUARETÉ O TIGRE DE AMÉRICA SEGÚN JOSEPH JOLIS

Traducción Alex Mouchard del texto extraído de  Jolis, Giuseppe.  Saggio sulla storia naturale della provincia del Gran Chaco e sulle pratic...