"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


viernes, 31 de diciembre de 2021

LA GOLONDRINA Y LAS CULTURAS

 

A menudo en los graneros trepaban a los populosos nidos en las vigas,

buscando con ojos ansiosos esa piedra maravillosa, que la golondrina

trae de la orilla del mar para devolver la vista a sus polluelos;

¡Afortunado fue el que encontró esa piedra en el nido de la golondrina!

 

Evangeline: A Tale of Acadie - Henry Wadsworth Longfellow

 

Nota -  En nuestra próxima entrega: ANTOLOGÍA DE LA GOLONDRINA

 

Golondrinas
Dibujo a lápiz sobre papel
Clara Mouchard




LA  MEDICINA DE LAS GOLONDRINAS

 

Los sabios griegos, como Aristóteles,  creían que la madre golondrina, cuyas crías nacían ciegas, les otorgaba la visión mediante cierta hierba, que conocían como celidonia  o golondrinera (Chelidonium majus), y que recibía ese nombre por este uso que le daban dichas aves,  o bien porque que florecía para la época que llegaban las golondrinas. Como dice Plinio: “Porque con ésta las golondrinas devuelven la vista a los ojos de los polluelos en el nido, como dicen algunos, incluso si se les arrancaron los ojos”. Esta planta tiene una decena de alcaloides opiáceos y una savia cáustica, y fue usada desde muy antiguo en oftalmología, especialmente para las cicatrices de las córneas.


       Celidonia (Chelidonium majus)

Thomé, Otto Wilhelm. 1885.  Flora von Deutschland,

Österreich und der Schweiz. Gera, Germany



Aristóteles afirmaba que en Samos existían golondrinas blancas, a las que,  si se les arrancaban los ojos podían recuperar la visión. Si un cuerpo extraño se introducía en el ojo de una persona,  la curación se lograba mediante una piedrita (chelidonias) del tamaño de una lenteja que la golondrina traía en su buche desde la costa del mar (Thompson, 1895), o  bien la misma se encontraba en el buche de los pichones (Lemery, 1733). Pero para obtener la piedra sanadora había que cometer la siguiente crueldad: cegar a los pichones en el nido para que la madre tuviera que ir en busca de la piedra para curarlos. Entonces se colocaba un paño rojo bajo el nido para que la golondrina descartara la piedra allí pensando que había fuego (Tate, 2007). Todos estos cuentos fueron desmentidos por el botánico John Gerard en el siglo XVII (Harting, 1871).  


Es admirable, por ejemplo, ver las golondrinas pequeñas, que, apenas salidas del huevo y ciegas aún, saben, sin embargo, hacer que sus excrementos caigan fuera del nido.

 Über Pädagogik - Immanuel Kant

 

Sánchez Labrador (1767) dijo no conocer que nuestras especies sudamericanas albergaran en su buche una piedrecita transparente que es “muy celebrada para la vista”. Plinio mencionaba que las piedras que llevaba eran dos: una roja y otra blanca. Más tarde se atribuía a la roja curar a los inválidos y a otra, negra, traer la buena fortuna (Ingersoll, 1923; Arnott, 2007). Se explicaba que siendo las piedritas de naturaleza alcalina se aglutinaban con el cuerpo extraño y lo hacían salir del ojo (Lemery, 1733). El geólogo George Alexander Louis Lebour investigó sobre esta creencia tan arraigada en Inglaterra,   y pudo concluir que dichas piedritas, que consiguió de algunos paisanos ingleses que las guardaban celosamente, no eran otra cosa que opérculos de unos caracoles marinos del género Turbo (Harting, 1871).

De esta creencia surgía que las cenizas de la golondrina se usaran entre los romanos como remedio para las cataratas, pero además como cuenta Plinio quemados los pichones “hasta hazerlos cenizas son grande remedio para el mal mortífero que da en la garganta” (Plinio, s. I DC), pero eso sí tenía que ser de la especie de golondrina que se alimenta con estómagos de gorriones.  Otra opción era mezclar las cenizas de una golondrina con miel y aplicarla para curar la visión borrosa (Tate, 2007), mientras que el cerebro triturado o cocido curaba las lágrimas de los ojos. Según Constantino la sangre del ala derecha de la golondrina “puesta caliente sobre la tela del ojo, la sana si es nueva, ca la sangre destas aves es muy ardiente y muy deguastante por la natura de las aves do viene” (Anglicus, 1494).  

 


      La curación de Tobías (1640 – 1644)

Óleo sobre lienzo, de Bernardo Strozzi. Museo del Prado, Madrid.

https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-curacion-de-tobias/86d02f90-aea6-4184-b3bc-5741da767006




Pese a estas atribuciones curativas, en la Biblia se atribuye a las golondrinas (según algunos autores, los gorriones) haberle quitado la vista a Tobit, cuando se echó a dormir en su patio, en una noche calurosa: “Yo no sabía que arriba, en la pared, había unas golondrinas de pronto, su estiércol cayó sobre mis ojos, produciéndome unas manchas blancas” (Tobías 2, 10)  Por más remedios que le indicaron los médicos, terminó perdiendo la visión, y sólo la recuperó por obra de su hijo, quien, guiado por el ángel Rafael (“Dios sana”), le aplico hiel de un pez del río Tigris.

 

Para las cefaleas había que capturar una golondrina en tiempo de luna llena, por la mañana cuando sale a comer. Luego se trituraba o cocinaba y se envolvía en una tela de lino junto con pelos de perro o bien se aplicaba en un linimento en la frente. El pico hecho ceniza y mezclado con mirra en el vino a beber, evita la borrachera (Morell Rodríguez & de Antonio).

Por otro lado en la antigua Asiria comer el corazón de una golondrina podía curar al mordido por un perro rabioso y en China mejoraba las enfermedades renales. También para este último pueblo el corazón podía solucionar el tartamudeo, quizás por similitud de esa afección con el gorjeo entrecortado de la golondrina. Según Dioscórides, los polluelos de la golondrina “cuando crece la luna, tienen unas piedrezuelas en el vientre, y que tomando una de diversos colores y otra de un color rojo, envolviéndolas en un poco de baldrés [piel] de becerro, y colgándolas del brazo o del cuello, quitan totalmente la gota coral  [epilepsia]”  (Vitoria, 1646).

Y hasta un poco del nido pulverizado, disuelto en agua o mejor aún en caña, se usaba para tratar los abcesos de las amígdalas. El excremento de golondrina, para los que se animaban a tomarlo, era aperitivo, curaba la pérdida de las cejas (madarosis), y hasta tenía algún efecto  contra la rabia (Lemery, 1733).

Eliano mencionaba cómo las golondrinas utilizaban las hojas de apio para combatir a las cucarachas que dañaban sus huevos. Según Plinio, si uno sufre de migraña, lo mejor es cortarle la cabeza a una golondrina una noche de luna llena, ponerla en una bolsita de tela y dejarla secar, luego se muele y se toma como remedio (Tate, 2007).


Golondrina. Casa del Bracciale d'oro. Pompeya.

Foto: Carlo Raso (Flickr).

https://twitter.com/cord7oba/status/1182977767085924352?lang=gl



Para el mal de amores no había como disolver en aceite de rosas una pareja de golondrinas jóvenes, que hayan sido sorprendidas besándose, y administrarlo como remedio para conquistar a la mejor chica de la comarca (Daniels & Stevans, 2003).

Los guaraníes contaban con una planta medicinal a la que denominaban mbiyuí-caá, o sea yerba de la golondrina (Bocconia integrifolia), conocida en el noroeste argentino como árbol lillo, cuya savia lechosa y amarillenta tiene efectos vermífugos y purgantes. En México dicha planta se conoce como cochizxíhuitl y se utiliza en el insomnio, bien molida mezclada con hiel de golondrina y untada en la frente (Aranda Cruzalta et al., 1996).

 

 

LEYENDA DEL ÑANCULAHUEN (ñancu, aguilucho: lahuen, remedio)

 

El ñanculahuen (Valeriana carnosa – Familia Valerianaceae) es una hierba de la alta montaña y las estepas patagónicas que se utiliza para tratar enfermedades nerviosas. Su nombre significa “hierba del aguilucho” porque se suponía que en las alturas donde crece era guardada por el aguilucho. Cuando Loncopan, un valiente cacique mapuche, enfermó, su esposa Pilmaiquén (Golondrina) convocó a un machi que le recetó dicha hierba. Corriendo serios peligros, Pilmaiquén llegó altas tierras del aguilucho quien le entregó la planta y le anunció que Loncopán se curaría, pero ella perdería la movilidad y la voz, y sólo conservaría la vista para ver a su esposo curado. Pese al terrible vaticinio, el amor conyugal de Pilmaiquén, le hizo concretar ese sacrificio para recuperar a su amado (Espósito, 2003).

 

 

 

 

 

MITOLOGÍA Y FOLKLORE DE LA GOLONDRINA



Golondrina y momia. Libro de los Muertos  

Rollo faraónico Nº5  Egipto, siglo XIII AC. 



 

Los relatos más antiguos de que tenemos noticias de estas aves provienen de principios del Imperio Nuevo en Egipto. En el Libro de los Muertos (hacia el siglo XVI AC), en el Capítulo 86, “Para ser transformado en golondrina”, el canciller en jefe Un dice “Soy una golondrina, una golondrina. Soy el Escorpión, la hija de Ra  . . . Si este capítulo fuera conocido (por el difunto) él podrá salir a la luz del día, no será devuelto a ninguna de las puertas del Mundo Inferior, y hará su transformación en golondrina regular y continuamente“.  (Budge, 1898).  En el Texto de las Pirámides, el faraón asciende  a una gran isla en el medio del Campo de las Ofrendas donde descendían las diosas golondrinas, ellas eran las estrellas imperecederas, es decir las que por rodear a la Estrella Polar nunca se ocultaban en el cielo boreal. El mito de Osiris relataba como habiendo sido éste asesinado por su hermano, Seth, su esposa Isis  viajó hasta Byblos (Líbano) para recuperar su cuerpo, y allí se transformaba cada noche en golondrina volando alrededor de un pilar del palacio de la reina de esa ciudad, llorando por su esposo. En lenguaje jeroglífico, a la golondrina le corresponde el signo ‘menet’

que indicaba la palabra ‘ur’ (= grande).


Estela de las diosas golondrina y gato, en piedra caliza,

por los dibujantes Nebra, Nakhtamun y Khay. Siglo XIII AC.

Deir el-Medina. Museo Egipcio de Turín, Italia.


https://www.facebook.com/AncientEgypt22/posts/stela-dedicated-to-the-swallow-and-cat-goddesses-by-the-draftsmen-nebra-nakhtamu/2536521576598779/

 


                     Los egipcios simbolizaban en la golondrina el amor maternal, ya que aseguraban que el ave se ensuciaba con barro para construir el nido para sus hijos, y arrancaba el vellón del lomo de las ovejas para que tuvieran una blanda cama. Y no sólo eso, la tenían por símbolo de la justicia distributiva, “porque reparte igualmente la comida y mantenimiento con sus hijos, porque a todos los tiene por hijos iguales” (Vitoria, 1646). Este amor maternal llegaba, según los griegos, hasta la inmolación. Como hemos visto, ellos vinculaban a esta ave con la medicina y también con la magia. Además era, por su monogamia,  un símbolo del amor conyugal. Por otra parte, anunciaban la primavera y se las invocaba en las fiestas femeninas de las Tesmoforias (Friedrich, 1997).


                Placa con relieve de Golondrina – Último Período, Período Ptolemaico, Egipto  

Metropolitan Museum of Art, New York

https://www.metmuseum.org/art/collection/search/544124?rpp=60&pg=3&gallerynos=134&rndkey=20140507&ao=on&ft=%2A&pos=131




En la Odisea (XXII), Atenea, la diosa que protegía a Ulises y a su hijo Telémaco en su lucha contra los pretendientes de Penélope tomó forma de golondrina para seguir los detalles del combate: “Atenea todavía no arrojó todos sus poderes para darle la victoria, sino que continuó poniendo a prueba la fuerza y el coraje tanto de Ulises como de su noble hijo, mientras ella misma se retiraba, tomando la forma de una golondrina y lanzándose hacia arriba, a posarse en la viga principal manchada de hollín del recinto”.






Philomela y Procne presentan a Tereo la cabeza de Itis.

Peter Paul Rubens - Óleo, 1636–38, Museo del Prado, Madrid.

https://en.wikipedia.org/wiki/Tereus#/media/File:Tereo.jpg



Sin dudas, los mitos golondrinescos están dominados por la impactante y trágica historia del rey de Atenas, Pandion, y sus hijas, Procne y Philomela (Sophocles, siglo V AC, 1996; Apollodorus, siglo II AC, 1921).  Procne se casó con Tereo, rey de Tracia y aliado de Pandion, y tuvieron un hijo, Itis. Al principio el matrimonio vivía feliz, pero Procne empezó a echar de menos a su hermana, y Tereo se ofreció a ir a buscar a Philomela y traerla de visita a Tracia. Durante el largo viaje, Tereo se enamoró de la muchacha y, ante su rechazo, la violó y le cortó la lengua para que no lo delatara.  No contento con eso, la encerró en un calabozo, pero le dijo a Procne que había muerto. Sin embargo, Philomela logró contar su historia en un tapiz que pudo bordar y enviar en secreto a Procne. Ésta la liberó y concibió una terrible venganza. Mató a su propio hijo, Itis, y se lo sirvió en forma de comida a Tereo. Cuando terminó el macabro almuerzo,  le dijo a Tereo que acaba de comerse a su propio hijo y huyó con su hermana. Tereo las persiguió y cuando estaba por alcanzarlas, ellas rogaron a  Zeus que las transformara en aves para poder huir. Philomela, paso a ser golondrina y Procne, ruiseñor. Además Tereo fue transformado en abubilla, un ave considerada impura por el olor desagradable de su nido. Procne, el ruiseñor, aún sigue entonando en su canto el nombre de su hijo: “Itu! Itu!”. Más tarde Ovidio (Ovidio, [s I DC] 1995) invirtió  los términos y transformó a Philomela en ruiseñor, y a Procne en golondrina, lo que parece más conveniente al canto de cada ave. Una curiosa consecuencia de este terrible drama es que, según Eliano,  la cópula de las golondrinas se realiza en forma grupal, lo cual hacen por temor a Tereo, ya que de aparecer éste no le sería así fácil cometer una nueva violación.

En 1826 al crear el género de estas golondrinas, el ornitólogo Friedrich Boie, hijo de un poeta alemán, se inspiró en esta historia  y lo escribió como Progne (Mouchard, 2019).

 

El gorrión ha encontrado una casa, y la golondrina un nido para sí, donde tendrá a sus crías, junto a tus altares.

Salmos 84, 3 (Wood, 1875)

 


                                                La golondrina en la simbología cristiana:

La anunciación (Detalle). Fra Angélico. Museo del Prado, Madrid.


  https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-anunciacion/f8e45a6f-7645-4e53-9fd5-cbdae7e8faac





Hay relatos en Europa (especialmente en España)  que relacionan a las golondrinas con la Cristiandad pues afirman que el Niño Jesús modelaba pajaritos con arcilla pero un fariseo que lo vio, quiso destruirlos por considerarlos una blasfemia y entonces Jesús les dio vida y se alejaron volando, transformados en golondrinas. Más tarde, durante el martirio de Jesús en el Calvario, las golondrinas aliviaron su dolor retirando con su pico las cinco, dos mil u ocho mil espinas (según las distintas versiones) que coronaban su frente (Granada, 1896), e incluso algunos afirmaban que quitaron los clavos que lo fijaban a la cruz, para que se pudiera recuperar el cuerpo. Desde entonces van enlutadas y mantienen el silencio durante Semana Santa (Palermo, 1985).

 

En el monte Calvario las golondrinas

Le arrancaron a Cristo diez mil espinas.

(Martin, 1914)

 

 

 

-Ante todas cosas, hijo -interrumpió la tía Manuela-, tenía pensamiento de preguntarte a ti que has estado por allá, que es la tierra de las golondrinas, si es verdad que, tan parleras y cantoras como son, en llegando el Jueves y el Viernes Santo, no abren su pico y se están calladas como en misa.

 

-Mucha verdad que es -contestó el soldado-; también yo lo había oído decir, y estando en Tetuán por la semana Santa, me puse en acecho y noté que ninguno de esos animalitos que todos los días nos tenían atolondrados los oídos, (porque allí hay golondrinas para nublar el sol), ninguna se dejó oír; estaban tristes.

 

-¡Animalitos de Dios! -dijo enternecida la tía Manuela-, que recordaban y honraban más la Pasión del Señor que esos salvajes infieles moros.

 

(Caballero, 1863)

 

 

 

 

 

En Suecia las golondrinas son las aves de la consolación porque sobrevolaban al Cristo crucificado gritando: “¡Ánimo, ánimo!”  Por eso el pueblo considera que están protegidas por Dios (pollitos del Señor, se les dice en el Piamonte)  y se les enseña a los niños a no molestarlas.

 

Si tocas uno de sus huevos

Vendrá la mala suerte

(Balada de Essex, Inglaterra)

 

En Alemania y Hungría si un granjero mataba una golondrina, sus vacas empezaban a dar leche con sangre (Martin, 1914), entonces había que salpicar esa leche maldita en algún cruce de caminos y así se recuperaban las vacas.

Para los musulmanes era un ave sagrada, se consideraba que en sus migraciones peregrinaban, como los fieles, a la ciudad santa de La Meca. Y además habían salvado esa ciudad durante una invasión de los abisinios. Cada una de ellas llevaba tres piedras en el pico y una en cada pata, con las que bombardearon al enemigo, derrotándolo como explica el Corán: “Y envió contra ellos ababils [golondrinas tijerita] en bandadas, piedras de arcilla les arrojaron” (Ingersoll, 1923).

Entre los judíos de Turquía se cuenta que las golondrinas eran originariamente blancas pero al incendiarse Jerusalén y ellas llevar agua para apagar el fuego se tiznaron con el hollín (Moya, 1958).

Las mujeres de la Grecia Antigua si encontraban una golondrina anidando en una casa la consideraban de mala suerte y para conjurarla las untaban en aceite y las echaban a volar. (Ingersoll, 1923).

 

Pájaro infeliz y deshonra eterna de la casa.

Oda XII. A Virgilio - Horacio

 

Quizás fueran anunciadoras de infortunios, como las que anidaban en  la tienda de Alejandro, hijo de Pirro, rey de Epiro, antes de ser derrotado por los medos (Turner, 2015). El mismo Pirro, siendo bebé,  fue adoptado por Glaucias, el rey de los Taulantios, un pueblo de Iliria (actual Albania), que era conocido por los griegos como Chelidones (= golondrinas) y cuyo nombre originó la palabra albanesa  ‘dallënd-yshe’ o ‘tallandushe’ (= golondrina). Es posible que estos pájaros  fueran  animales totémicos para ellos (Ingersoll, 1923). Plutarco (1920) refiere otro caso en que la presencia de las golondrinas fue negativa. Ocurrió en el barco insignia de la flota de Cleopatra, algunas golondrinas hicieron nido bajo la popa, pero otras vinieron, las echaron y destruyeron los nidos. Poco después la flota egipcia era derrotada por las naves de Octavio en Accio.

 

Las golondrinas han construido sus nidos en las velas de Cleopatra;

Los augures dicen que no saben, que no pueden hablar;

Se ven sombríos, y no quieren decir lo que saben

William Shakespeare – Antonio y Cleopatra, IV, 10.

 

Sin embargo, en otros casos, las golondrinas anunciaban la victoria. Los etruscos acostumbraban llevar golondrinas a las batallas para, si triunfaban,  marcarlas con hilos y liberarlas, porque así al regresar a sus nidos revelaban a sus conciudadanos el resultado favorable de la batalla (Plinio, s. I DC). El poeta Henry Wadsworth Longfellow narraba en su poema “The Emperor's Bird's-Nest”  como el emperador Carlos V de España, cuando mantenía sitiada una ciudad de Flandes, encontró en su tienda un nido de golondrina: “Construido de barro y pelo de caballo / de la crin, o de la cola, o de la cresta de un dragón”.  Les ordenó a sus soldados que no la molestaran, porque la consideraba su huésped. De modo que la golondrina “sin daño y sin miedo permanece y cría allí”. Y terminado el sitio con éxito, el emperador levantó el campamento pero dejando esa tienda en pie, “flameando suelta, desgarrada y andrajosa, / hasta que la nidada emplumó y se voló…”

 

La chirriante golondrina circunvolaba el lago.

Geórgicas - Virgilio

 

 

Para la mayoría de los pueblos la golondrina trae buenas nuevas, especialmente si se ven tres juntas en un techo, o si construyen su nido en una casa, porque según los prusianos, no anidan en donde llega la muerte.  Si vuelan bajo a ras de tierra anuncian viento,  lluvias y buenas cosechas.  Cuando faltaban las lluvias los chinos arrojaban golondrinas al agua para despertar a los espíritus del agua. Por eso se recomendaba a quienes habían comido golondrinas recientemente que no atravesaran cursos de agua, pues atraerían a los dragones que habitaban allí. Incluso afirmaban que en siglo XVII AC ellas habían traído un huevo sagrado que la madre ancestral tragó para concebir los primeros integrantes de la dinastía Shang (Tate, 2007). También eran aves de buen augurio para los pueblos nguni, nativos de Sudáfrica,  ya que eran enviadas por los antepasados para anunciar riquezas. Las llamaban ‘intaka zanzi’, es decir pájaros domésticos (Tate, 2007). Entre los mapuches la visión breve de una golondrina (pilmaiquén)  anunciaba el cambio de casa, aunque también podía interpretarse como un cambio de mundo, es decir, un aviso de muerte. Pero donde anidaba traía la paz y ahuyentaba las desgracias, por lo cual se respetaban sus nidos (Aguas Deumacán y Clavería Pizarro, 2009). Para los inuits del Ártico las golondrinas son las almas de los niños fallecidos o capturados por espíritus, que regresan para jugar y cantar. Pero en Norfolk (Inglaterra), si se congregan sobre el techo de una casa, anuncian la muerte, ya que esperan hasta que salga el alma del difunto para llevarla con ellas en su migración. En Irlanda, en cambio, se dice que cada hombre tiene un pelo en su cabeza, que si es arrancado por una golondrina lo llevará a la perdición, y por eso le dicen “pájaro del diablo” (Daniels & Stevans, 2003).

En un cuento criollo de las pampas rioplatenses se dice que Dios ofreció un premio a las aves que pudieran recorrer toda la Tierra y volver para contarlo. Las únicas que lograron hacerlo, pues sabían alimentarse en vuelo, fueron las golondrinas, y el premio fue Aprender a reconocer el cambio de las estaciones para poder criar sus pichones donde fuera mejor el clima. 


Pescadores de golondrinas

(Magnus, 1562)



 

Una de las características más notables de las golondrinas es su aparición y desaparición cada año al ritmo del impulso migratorio. Como dice Eliano, “llegan sin que nadie las llame y se marchan cuando quieren”. Pero no todos los autores creían en tal migración. Aristóteles suponía que se ocultaban en algún refugio, porque “muchas golondrinas han sido vistas en huecos casi desprovistas de plumas” (Lyle, 1978). Decía el poeta William Cowper: “Las golondrinas en estado tórpido, componen su inútiles alas” (Ingersoll, 1923).

En China, según textos del Huainanzi (s II AC), al llegar el invierno, las golondrinas entran al mar y se transforman en mejillones, y pasan así los meses fríos hasta que vuelven a aparecer como pájaros en primavera (Sax, 2021). Noticia que retomó Olaus Magnus en Suecia, mostrando que aparecían en otoño, en el mar, dentro de las redes de los pescadores, formando una masa, unidas por los picos, las alas y los pies (Magnus et al., 1562).

 

La tórtola, y la cigüeña, y la golondrina respetan el tiempo de su llegada

Jeremías, 8,7.



Golondrinas dirigiéndiose hacia la Luna

Bestiario de Aberdeen.

https://www.abdn.ac.uk/bestiary/ms24/f47v



 

Pero quizás la más extraña teoría sobre el viaje de las golondrinas fue la elaborada por el docente inglés Charles Morton quien hacia 1680, analizando la anterior cita bíblica de Jeremías, anunció que las golondrinas pasaban el invierno en la Luna (!). Semejante viaje les llevaba unos dos meses a una velocidad de 200 km/h, pasando la mayor parte dormidas y despertando al llegar, por el frío lunar (Harrison, 1954).

 

Prueban sus alas aleteando y confiadas se entregan al aire,

Pero ya sea que suban a la luna,

O duermen el invierno en cuevas subterráneas

O cazan moscas en otro lugar, no nos toca saberlo.

Hacia el sur, puedes estar seguro, dirigieron su vuelo,

Y se albergaron en el hueco de una roca por la noche.

 

The Hind and The Panther  - John Dryden

 

 

Recién en 1771 el naturalista y religioso inglés Gilbert White, gracias a que su hermano John era capellán del destacamento inglés en Gibraltar, obtuvo de él informes sobre las golondrinas cruzando el estrecho de Gibraltar hacia África, confirmando que migraban al sur mientras transcurría el invierno boreal, tal como lo había sospechado el sagaz naturalista Francis Willughby en 1676 (Lyle, 1978).

 

 

Después, la gemebunda golondrina, hija de Pandion, aparece por la mañana a los hombres, cuando ha comenzado ya la primavera.

 

Los trabajos y los días - Hesíodo

 

 

 

Las golondrinas llegan con la primavera y por lo tanto se las celebra como anunciadoras del buen tiempo. Esto es así por lo menos desde la Grecia Antigua, donde en la isla de Rodas, hacia el siglo V AC , los niños imitando a las golondrinas cantaban esta canción:

 

Viene, viene, la que le encanta sentir

Las suaves horas de sol y la hermosa estación.

Aquí viene la golondrina para descansar

Sus alas como sables y su pecho nevado.

 

 

Y . . .

 

Por el canto de las golondrinas,

Entendemos que llegó la primavera.

Geffrey Whitney (1586)

 

 

 

Pero este mismo don la hace amiga inútil (amicus inutilis) “porque viene a vuestra casa el tiempo del verano, cuando el cielo está alegre, claro y sereno, mientras cría sus hijos, y tienen sus comodidades, estase en vuestra casa, y canta sus músicas y cantilenas; pero en queriendo venir el invierno, empañándose el cielo, os desampara la casa, y el alquiler que os deja, es quedar sucia” (Vitoria, 1646). ¿Sería por eso que en Toscana, hacia mediados del siglo XIX, se las consideraba nocivas y las leyes permitían su caza? (Santos, 1940).

 

La golondrina con su canto intenta,

Mostrarnos el verano a letra vista.

Andrea Alciato (1492 – 1550)

 

En algunas zonas de Alemania, Rusia y Gran Bretaña se las espera montando guardia para ver aparecer a las primeras de la temporada ya que eso da buena suerte, y, si es una muchacha la afortunada en verlas primero que nadie, seguro se casa ese mismo año (Tate, 2007). Pero en las montañas del Cáucaso las golondrinas podían traer con ellas la enfermedad y para evitarla había que tomar alguna bebida alcohólica. En la fábula Jean de Lafontaine “La golondrina y los pajaritos”, tomada de Esopo,  se relata como la golondrina advierte a los demás pájaros la llegada de malos tiempos cuando no sólo no tendrán qué comer sino que serán cazados por los granjeros. Pero ellos lejos de hacerle caso la trataron de “profeta de la perdición y charlatana”.

Las golondrinas eran consideradas de buena suerte en China, donde el tipo de arquitectura tradicional les daba muchas oportunidades para anidar, a tal punto que Beijing era conocida como “la ciudad de las golondrinas”.  Esa propensión a anidar en las casas le ganó entre los tupíes el nombre de ‘taperá’, que quiere decir habitante de las taperas o ruinas, y decían que el pequeño y maléfico duende Matiî-taper-ê, que gustaba morar en esos lugares,  tomaba muchas veces el aspecto de una golondrina (Sampaio, 1928).

 

Otra característica de las golondrinas, su velocidad, era aprovechada por los selknam de Tierra del Fuego, que confeccionaban unos brazaletes con sus plumas para adquirir en sus marchas la rapidez del pájaro (Palermo, 1985).   

Una habilidad propia de estas avecitas es la construcción de nidos con barro. Pierio Valeriano Bolzani (1477-1558) “las puso por símbolo de la arquitectura; porque dice que ella enseñó a los hombres a hacer casas, viéndole llevar barro, y pajas y hacer aquellos nidos tan fuertes, que le sirven de casa, y de morada”.  Y, siguiendo a Aristóteles, agrega Pierio que “cuando hace la golondrina el barro para sus nidos, si está algo espeso y duro, va donde hay agua, y moja las plumas, y se pone sobre el barro, y sacude su cuerpecito, y con aquella agua moja y templa su barro”  (Vitoria, 1646). Hasta se les atribuía la capacidad de modificar el entorno (lo que hoy llamaríamos ingeniero de ecosistemas), como cuando Plinio comentaba que las costas de una isla, dedicada a Isis, en la ciudad de Copto (Egipto) eran reforzada por las golondrinas con paja, lana y esparto para que el río no  se la llevara, y para eso trabajaban sin parar día y noche durante tres días con sus noches, muriendo muchas de ellas en esa tarea tan dura. También, en una de las bocas del Nilo, habían hecho con el material de sus nidos un terraplén de unos 150 m de largo para contener el río en su cauce.

 

Pero no todos veían con simpatía a las golondrinas en las casas, sobre todo por la bulla que metían con sus gorjeos. Tanto es así que Dios no les permitía entrar en la iglesia de San Francisco de Pontevedra “porque cuando se decía misa daban tantas voces, que inquietaban a los sacerdotes, y porque con sus inmundicias ensuciaban los altares” (Vitoria, 1646).

 

 

Di parlera golondrina,

¿Con qué te haré castigo

Qué pena te podré dar

Como a mortal enemigo?

¿Quieres te quite las alas,

O la lengua de tu pico

Como lo hizo Tereo,

Según dicen los antiguos?

¿Por qué (di) madrugas tanto,

Antes que el Sol ha nacido,

Para dar a mis orejas

Tan enfadoso ruido?

Andrea Alciato (1492 – 1550)

 

Más allá de la intensa tragedia griega, no se puede decir que en los mitos y leyendas la golondrina sea un importante protagonista. Aparece casi siempre como un personaje secundario,  muchas veces como mensajero, especialmente asociado a los grandes diluvios que marcan muchas mitologías y religiones, otras veces destacando su habilidad para el vuelo, lo que la lleva en algunas ocasiones a cometer imprudencias, confiada en sus capacidades. Así, los guaraníes, creían que durante las grandes lluvias, un hombre, Mbiyuí, y su pareja se escondieron bajo una enorme olla, salvándose, pero volviendo cada año transformados en golondrinas (Palermo, 1985). En los mitos vikingos del héroe Sigurd, las golondrinas también son mensajeras que le predicen su encuentro con una hermosa guerrera, y siete golondrinas lo convencen de matar al monstruoso Guardián de los Tesoros, lo que logra hacer, recuperando el oro oculto y a su esposa (De Gubernatis, 2012).

 

Como la golondrina loca es el hombre inquieto. 

Refrán mapuche aplicado a la persona inconstante (Palermo, 1985)

 

En la mitología incaica, el clan de las golondrinas parecía tener suma importancia. Cuando el dios Kuniraya le ordenó al inca Huaina-Chapac que enviara emisarios a los confines de la Tierra, uno de ellos, perteneciente al clan de la golondrina, recibió en esos remotos lugares un cofre que sólo podía abrir Huaina-Chapac. El emisario golondrina, vencido por la curiosidad como Pandora, abrió el cofre donde había una hermosa joven que en el acto desapareció. Huaina-Chapac le perdonó la vida justamente por ser pertenecer a ese clan,  y lo volvió a enviar. Esta vez el emisario cumplió el encargo regresando con otro cofre donde estaba la princesa que sería la esposa del inca (Feijoo, 2010).

El primer mundo original de los navajos estaba habitado por el pueblo de los Insectos, pero por sus pecados fueron expatriados al segundo mundo habitado por el pueblo de las Golondrinas, que vivían en casas de barro. Se establecieron allí, pero a los pocos días uno de los Insectos tuvo sexo con la esposa del jefe Golondrina, tras lo cual los Insectos volvieron a un largo exilio hasta que finalmente engendraron a los navajos (Capinera, 1993).

 

 

 

¿Acaso mi alma está atrapada como un pájaro o una golondrina?

 

 Selomoh Ibn Gabirol, s. XI

 

 

 

 

 

LA GOLONDRINA EN LAS ARTES PLÁSTICAS



Golondrinas. Complejo Edilico Akrotiri, Thera (Santorini), Grecia, siglo XVI AC

Museo Arqueológico Nacional, Atenas. Foto de Steven Zucker

https://www.flickr.com/photos/profzucker/25336749704/in/photostream/



 

No son muchas las obras pictóricas o escultóricas que las retratan, quizás por la dificultad de plasmar en un plano o un volumen la dinámica de su prodigioso vuelo. Un ejemplo excelente son las estilizadas golondrinas pintadas en las paredes de una de las habitaciones del sitio arqueológico Akrotiri, en la isla Thera (Santorini), que provienen del siglo XVI AC. Estas bellas imágenes representan con gran exactitud a las golondrinas tijerita (Hirundo rustica)​, intercambiando besos y gorjeos en medio de su cortejo aéreo (Hollinshead, 1989).




Monumento às Andorinhas, Palácio dos Jequitibás, Campinas, Brasil.

Foto de Enioprado

 

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Monumento_%C3%A0s_Andorinhas_e_ao_fundo_o_Pal%C3%A1cio_dos_Jequitib%C3%A1s,_sede_da_Prefetura_-_panoramio.jpg




En escultura podemos mencionar el muy bien logrado   “Monumento às Andorinhas” (Monumento a las Golondrinas) del artista Lélio Coluccini, ubicada en el Palácio dos Jequitibás, Campinas, Brasil. Antiguamente en ese lugar existía en 1886 un mercado de verduras que fue desactivado y entonces las golondrinas se adueñaron de él para anidar. Campinas era llamada “Cidade das Andorinhas” por el espectáculo que brindaba la llegada de esas aves, tras su migración.

 

Alex Mouchard

 

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sábado, 25 de diciembre de 2021

LA GOLONDRINA DOMÉSTICA (Progne chalybea) – EL AVIÓN EMPLUMADO

 


 

La golondrina en el viento

platica con el avión,

le cuenta los sentimientos

que abriga su corazón

 

Copla mexicana

 

Golondrina doméstica - Foto Alex Mouchard

 


Las golondrinas son para los humanos un símbolo de la libertad por su vuelo hábil, audaz, cambiante, vertiginoso que nos da la sensación de que el ave puede llegar a cualquier parte del espacio aéreo, sin límites,  según se lo proponga.  Pero por otro lado, su comportamiento migratorio hace que llegue a nuestras tierras a fines del invierno presagiando los tiempos agradables de la primavera y el verano. En mi barrio de Villa Pueyrredón (Ciudad de Buenos Aires) espero escuchar su musical gorjeo todos los años hacia principio del mes de septiembre, aunque según mis registros puede aparecer desde mediados de agosto (1997) hasta mediados de septiembre (2020, año de mucha sequía en el país).

Esta ave se ha adaptado tanto a vivir entre las viviendas humanas, que aún en la gran ciudad encuentra en los altos edificios numerosos huecos para anidar, evolucionando atrevidamente entre los elevados acantilados de cemento y vidrio.

El gran naturalista español Félix de Azara (1802) la describió por primera vez para Argentina y Paraguay, señalando sus partes dorsales “azul turquí lustroso y con reflejos” que de lejos parece negro y su garganta, pecho y flancos pardo blancuzco, haciéndose blanco en el vientre; su cola se presenta en escalera, ahorquillada es decir con las timoneras laterales más largas que las centrales.”

“Cría en los templos y casas, y se posa con frequencia en las cruces de las beletas acomodándose quantas caben, y también en los caballetes de los texados, y en estacas de los setos, durmiendo por verano en lo inferior de los naranjos u otro árbol copudo; pero si hace algún frío, pasa la noche en los agujeros o baxo de las tejas.”

 

 

“Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares.”

Salmos 84.4

 

 

 

Su canto parece repetir muchas veces “mbiyuí”, de donde surge su nombre guaraní. Comparándola con el avión común de España (Delichon urbica) dice Azara: “Es más poltrona, se posa con mucha mayor frequencia, es más gruesa respecto a su longitud, y acomete a todo páxaro, sea qelque fuere, si se acerca a su nido, persiguiéndole sin dexarlo hasta que lo ahuyenta. Se acomoda en el campo para criar en los ranchos o casas, y en los pueblos prefiere los templos y grandes edificios, sobre cuyas vigas, soleras y paredes horizontales hace el nido, nunca visiblemente. A veces lo pone baxo de las tejas; y aunque nunca lo he visto, aseguran que lo hace con algún barro alrededor y pocas pajas dentro.” Afirmaba que ambos padres crían 3 a 4 pollos, llevándoles insectos con frecuencia. Y no conocía “páxaro más madrugador; pues en días buenos le he oído cantar hora y media antes de salir el sol, quando era absolutamente de noche y sin luna.”

Si bien era ave de paso en Paraguay, no se ausentaba más de dos meses, soportando muy bien los meses más fríos del año en ese país.

 

Esa característica de vivir en las casas le valió el nombre latino de domestica (de domus = casa) que Louis Pierre Vieillot le aplicó en 1817, y que según  las reglas de nomenclatura zoológica quedó hoy descartado. Esopo lo explicaba en su fábula  La golondrina y los pájaros,  cuando la golondrina advirtió a los demás pájaros que el hombre utilizaría la pulpa pegajosa del muérdago para atraparlos. Como los pájaros no le hicieron caso, ella se acercó a vivir con los humanos que, reconociendo su inteligencia, la protegieron, a la vez que se dedicaron a cazar  y a comerse a las otras aves.


 Sánchez Labrador (1767) , que las distinguía de su similar española por su menor tamaño, aclara que “rara vez se verán sentadas en el suelo, sino en lo alto, cerca de sus nidos, en que ponen dos huevos cada año … Si advierte la madre que los caracaras se acercan a los nidos, chirría avisando a los pollitos, e intrépida persigue a sus enemigos, ya metiéndose debajo de las alas, ya sentándose sobre ellos, y molestándoles con su pico, obligándoles a la fuga.”

Supone, citando un testigo jesuita,  que en invierno “buscan lugares abrigados en las concavidades de las barrancas y piedras. Dentro de éstas, se unen y arraciman o amontonan, escondiendo sus picos entre las plumas, y de esta manera pasan el rigor del invierno.”

 

Cuando Darwin (1838) pasó por Bahía Blanca observó que “las hembras comenzaban a poner en septiembre, (correspondiente a nuestro marzo [en Inglaterra]): habían excavado profundos agujeros en un acantilado de tierra compacta, junto a las madrigueras más grandes habitadas por el loro terrestre de la Patagonia, (Psittacara Patagonica [= Cyanoliseus patagonus, el loro barranquero]). Vi varias veces una pequeña bandada de estas aves, persiguiéndose unas a otras, en un curso rápido y directo, volando bajo y gritando a la manera tan característica del vencejo inglés, (Hirundo apus [= Apus apus], Linn.)


Progne chalybea. Dibujo de Claude W. Wyatt. 

(Sharpe, 1885-1894)


En Baradero (Provincia de Buenos Aires) “los jóvenes ya están en vuelo a principios de febrero. Común tanto en la ciudad como en el campo, se reproduce libremente en las grietas de las paredes, bajo los aleros de las casas y en los huecos de los árboles. Preeminentemente un pájaro de las casas. Durante el verano, sus notas fuertes y ásperas, pronunciadas durante el vuelo, pueden escucharse constantemente; pero cuando descansa sobre un cable de telégrafo o la ramita de un árbol, tiene un canto bastante bonito.” (Durnford 1877)

 

“La Progne chalybea, un ave hermosa, la más grande de su tribu en esta zona, es digna del nombre específico domestica que le dan algunos autores, siendo predominantemente doméstica en sus hábitos. Nunca se reproduce en barrancos como lo hace a menudo Progne purpurea, o en los nidos abovedados de otras aves abandonados en los árboles, situación a la que frecuentemente recurre Tachycineta leucorrhoa, pero está tan acostumbrada a la compañía del hombre, que tiene su hogar en pueblos populosos, así como en las viviendas campesinas.” (Hudson 1872)

“Hace su aparición aquí a mediados de septiembre, y aparentemente recurre al mismo lugar de reproducción todos los años. Es un ave conocida, ruidosa y, en la temporada de cortejo,  belicosa, muy común, aunque no tan numerosa como las especies más pequeñas, que disputan con ella el derecho a las grietas y agujeros de cría debajo los aleros. El nido está construido desprolijamente con hierba seca, pelo, plumas, y otros materiales; los huevos son blancos, puntiagudos y cinco en número.” (Hudson 1872)


Progne chalybea -  Foto Alex Mouchard



“Cuando la entrada al agujero del edificio es demasiado grande, la cierra parcialmente con barro mezclado con paja; si hay dos entradas cierra una por completo. Por lo tanto, es muy raro que esta ave necesite usar mucho barro en la construcción; y es la única de nuestras golondrinas que usa no totalmente tal material. Al salir de su nido o al acercarse una persona, esta golondrina lanza un grito de alarma extremadamente fuerte, repetido varias veces. También tiene un canto compuesto por varias notas agradables, moduladas y afinadas en esa entonación grave y ondulante que es peculiar de muchas golondrinas. Este canto suena bajo cuando el pájaro está cerca y, sin embargo, a veces se puede escuchar claramente cuando el cantante apenas parece un punto en la distancia. Es uno de los cantos más agradables que anuncian nuestro verano, aunque tal vez se lo considere así más por asociación que por su propio fraseo  o melodía. El lugar favorito de los jóvenes y adultos cuando termina la temporada de reproducción es en las copa ancha y frondosa de un viejo ombú; y suele ser en estos árboles donde se congregan, en grupos de veinte a cien, antes de dejarnos en febrero.” (Hudson 1872)

 

“Inmediatamente después de su llegada, comienzan a examinar sus antiguos sitios de anidación; pero parece que los huevos no son puestos hasta mucho más tarde, y he tomado huevos frescos hacia finales de noviembre. Estos sitios son recovecos en los aleros o frontones de cualquier edificio, o varias locaciones similares; pero el nido nunca está tan separado de alguna viga o muro contiguo como para que sea necesario construirlo enteramente de barro, y ese material sólo se usa para cerrar los lados abiertos y dejar un solo orificio de entrada. El lodo está muy toscamente mezclado, a veces con mucha hierba. El tapiz interior se compone simplemente de hierba seca.  Uno de sus lugares favoritos es una viga debajo del alero de nuestro gran galpón para la lana, justo en la entrada. Dice mucho sobre su confianza  que el tráfico constante no les impida construir allí. Los huevos son de un hermoso color blanco, con forma de pera  ...  Seis es la nidada más grande que he obtenido.” (Gibson 1880)

Pese a lo que Hudson decía, Gibson observó "que un par de golondrinas domésticas se han apoderado de un nido de hornero, cerrando la mitad inferior de la entrada con barro." (Gibson 1918)

Una tarde de fines de octubre de 1880 Walter Barrows registraba un episodio de alimentación de esta especie: “Soplaba un viento fuerte y frío del sur ("pampero") y miles de libélulas se apiñaban a sotavento de los arbustos cerca de la cima de una barranca. Entonces, casi inevitablemente, el viento las arrastraba directamente hacia el pico de los pájaros que esperaban. Eligiendo un arbusto al que se aferraban los insectos, los desalojaba con una sacudida repentina, y en un instante me encontraba en el centro de un bandada de pájaros voraces, que parecían haber perdido todo miedo y estaban concentrados sólo en los indefensos insectos, que a menudo eran atrapados a 30-60 cm de mi cara. Las libélulas eran de tamaño mediano, con un largo de tal vez de 5 a 7 cm. No se aferraban unas a otras como las abejas o las langostas, sino que simplemente se apiñaban lo más cerca posible, agarrándose a las ramitas y hojas en tal cantidad que ocultaban por completo el color del follaje y transformaban a los  verdes espinillos en masas informes de gris y marrón.” (Barrows 1883)

 

Otra forma de cazar sus presas la relata Hudson (1922): “Las golondrinas también aprenden a acompañar al viajero a caballo, y, cruzando y volviendo a cruzar justo delante de los cascos, atrapan a los pequeña polillas crepusculares que huyen desde la hierba.”

 

 

“La golondrina, asesina de las pequeñas abejas

Que hacen miel de las flores frescas del lugar”

 

Geoffrey Chaucer - Parlement of Foules

 

 

 

A principios del siglo XX había una gran colonia de esta especie “en Puerto Borghi, al norte de Rosario; fue en los agujeros que quedaron cuando se sacó el andamio que sostenía una gran pared, a  la orilla del río Paraná, donde estas golondrinas habían anidado, y era relativamente fácil sacar algunos miles de huevos." (Hartert & Venturi  1909)


Hirondelle de Cayenne (Daubenton, 1765-1783)

                                                         Dibujos de Francois-Nicolas Martinet


Probablemente antes de que existieran edificios esta golondrina hacía sus nidos en huecos de árboles, como lo señalaba Buffon (1770-1785). En efecto anida “a veces, como lo encontró [Edward] Bartlett en Perú, en huecos de árboles. Cuando la entrada al agujero es demasiado grande, a veces la cierra con barro y paja. El revestimiento … consiste en paja, una especie de pasto. A veces, los líquenes se utilizan para este propósito. Generalmente vuelve a los mismos criaderos anualmente.” (Dalgleish 1883-1885)

 

 


Nido de golondrina tijerita (Hirundo rustica) en un santuario
Foto Alex Mouchard




La golondrina, privilegiada sobre el resto

De todos los pájaros, como huésped familiar del hombre,

Persigue el sol en verano, enérgica y audaz

Pero sabiamente rehúye al frío perseguidor

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Un pájaro engendrado en la iglesia y creyente en ella;

de pequeño cuerpo, pero de mente elevada

 

John Dryden – The Hind and the Panther

 

 

 

 

 

En Uruguay Oliver Vernon Aplin (1894) las observó en Santa Trinidad de los Porongos: “También es un ave de pueblo, y en diciembre vi muchas criando en los huecos de los andamios (nunca rellenados) en la iglesia San Luis, de ladrillos sin revocar, en Porongos (Trinidad). Sentado en la veranda o en el patio de una casa de estancia, a menudo las he escuchado mientras se posaban a unos pocos metros de mi cabeza y cantaban sus notas bajas, guturales pero dulces "chrit wur chirrit-wurr". El 29 de enero noté que una pareja seguía anidando, pero el día 31 hubo una gran reunión de ésta y otras especies, sobre la estancia, al atardecer. Creo que se fueron en algún momento de febrero. Esta ave parece ir muy al norte para invernar, porque, aunque yo vi muchas en Río de Janeiro a fines de septiembre, no noté ninguna allí cuando volvíamos a casa en junio, ni en ninguno de los otros puertos brasileños en los que tocamos, hasta Pernambuco en la latitud 8 ° 3 'S.”

 

Roland Hussey (1916) consideraba que las golondrinas han sufrido mucho en la ciudad de La Plata tras la introducción del gorrión (Passer domesticus). Al parecer se basaba en un relato que le hicieron y que raya con el mito: “Durante el verano de 1913-1914, se vio a un par de estas golondrinas construyendo un nido bajo el alero de un edificio cerca de La Plata. Habían hecho un buen progreso, cuando un par de gorriones se veían alrededor del nido con bastante frecuencia. Finalmente, cuando el nido estaba casi terminado, los gorriones comenzaron a acercarse más al nido mientras los dueños estaban ausentes, para luego trepar sobre él y finalmente entrar en él. Entonces, cuando las golondrinas regresaron y encontraron a los gorriones dentro, se produjo una batalla en la que las golondrinas fueron decididamente derrotadas; después de esto, los gorriones tomaron posesión audazmente. Entonces las golondrinas esperaron hasta que ambos gorriones estuvieron dentro; uno de los pájaros se encargó de que no escapasen, mientras que el otro fue por barro y tapó la abertura.”

 

Obviamente a pesar de la velocidad de su vuelo las golondrinas tienen su predadores. Hudson (1922) ya había observado el temor de ellas hacia los halcones: “Entre las aves paseriformes también me inclino a pensar que las golondrinas muestran un miedo heredado hacia los halcones ... manifiestan en todas partes el mayor terror al acercarse un verdadero halcón; y también temen a otras aves rapaces, aunque en mucho menor grado.” Sin embargo, agregó que ese miedo era infundado y quizás un resabio ancestral,  ya que nunca observó un ave de presa intentando perseguir una golondrina.

 


 


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EL YAGUARETÉ O TIGRE DE AMÉRICA SEGÚN JOSEPH JOLIS

Traducción Alex Mouchard del texto extraído de  Jolis, Giuseppe.  Saggio sulla storia naturale della provincia del Gran Chaco e sulle pratic...