La golondrina en el viento
platica con el avión,
le cuenta los sentimientos
que abriga su corazón
Copla mexicana
Golondrina doméstica - Foto Alex Mouchard
Las golondrinas son
para los humanos un símbolo de la libertad por su vuelo hábil, audaz,
cambiante, vertiginoso que nos da la sensación de que el ave puede llegar a
cualquier parte del espacio aéreo, sin límites,
según se lo proponga. Pero por
otro lado, su comportamiento migratorio hace que llegue a nuestras tierras a
fines del invierno presagiando los tiempos agradables de la primavera y el
verano. En mi barrio de Villa Pueyrredón (Ciudad de Buenos Aires) espero
escuchar su musical gorjeo todos los años hacia principio del mes de
septiembre, aunque según mis registros puede aparecer desde mediados de agosto
(1997) hasta mediados de septiembre (2020, año de mucha sequía en el país).
Esta ave se ha adaptado
tanto a vivir entre las viviendas humanas, que aún en la gran ciudad encuentra
en los altos edificios numerosos huecos para anidar, evolucionando
atrevidamente entre los elevados acantilados de cemento y vidrio.
El gran naturalista
español Félix de Azara (1802) la describió por primera vez para Argentina y
Paraguay, señalando sus partes dorsales “azul turquí lustroso y con reflejos”
que de lejos parece negro y su garganta, pecho y flancos pardo blancuzco, haciéndose
blanco en el vientre; su cola se presenta en escalera, ahorquillada es decir
con las timoneras laterales más largas que las centrales.”
“Cría en los templos y
casas, y se posa con frequencia en las cruces de las beletas acomodándose
quantas caben, y también en los caballetes de los texados, y en estacas de los
setos, durmiendo por verano en lo inferior de los naranjos u otro árbol copudo;
pero si hace algún frío, pasa la noche en los agujeros o baxo de las tejas.”
“Hasta el gorrión encontró
una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus
altares.” Salmos 84.4 |
Su canto parece repetir
muchas veces “mbiyuí”, de donde surge su nombre guaraní. Comparándola con el
avión común de España (Delichon urbica)
dice Azara: “Es más poltrona, se posa con mucha mayor frequencia, es más gruesa
respecto a su longitud, y acomete a todo páxaro, sea qelque fuere, si se acerca
a su nido, persiguiéndole sin dexarlo hasta que lo ahuyenta. Se acomoda en el
campo para criar en los ranchos o casas, y en los pueblos prefiere los templos
y grandes edificios, sobre cuyas vigas, soleras y paredes horizontales hace el
nido, nunca visiblemente. A veces lo pone baxo de las tejas; y aunque nunca lo
he visto, aseguran que lo hace con algún barro alrededor y pocas pajas dentro.”
Afirmaba que ambos padres crían 3 a 4 pollos, llevándoles insectos con
frecuencia. Y no conocía “páxaro más madrugador; pues en días buenos le he oído
cantar hora y media antes de salir el sol, quando era absolutamente de noche y
sin luna.”
Si bien era ave de paso
en Paraguay, no se ausentaba más de dos meses, soportando muy bien los meses
más fríos del año en ese país.
Esa característica de
vivir en las casas le valió el nombre latino de domestica (de domus =
casa) que Louis Pierre Vieillot le aplicó en 1817, y que según las reglas de nomenclatura zoológica quedó
hoy descartado. Esopo lo explicaba en su fábula
La golondrina y los pájaros, cuando la golondrina advirtió a los demás
pájaros que el hombre utilizaría la pulpa pegajosa del muérdago para
atraparlos. Como los pájaros no le hicieron caso, ella se acercó a vivir con
los humanos que, reconociendo su inteligencia, la protegieron, a la vez que se
dedicaron a cazar y a comerse a las
otras aves.
Sánchez Labrador
(1767) , que las distinguía de su similar española por su menor tamaño, aclara
que “rara vez se verán sentadas en el suelo, sino en lo alto, cerca de sus
nidos, en que ponen dos huevos cada año … Si advierte la madre que los caracaras
se acercan a los nidos, chirría avisando a los pollitos, e intrépida persigue a
sus enemigos, ya metiéndose debajo de las alas, ya sentándose sobre ellos, y
molestándoles con su pico, obligándoles a la fuga.”
Supone, citando un
testigo jesuita, que en invierno “buscan
lugares abrigados en las concavidades de las barrancas y piedras. Dentro de
éstas, se unen y arraciman o amontonan, escondiendo sus picos entre las plumas,
y de esta manera pasan el rigor del invierno.”
Cuando Darwin (1838) pasó
por Bahía Blanca observó que “las hembras comenzaban a poner en septiembre,
(correspondiente a nuestro marzo [en Inglaterra]): habían excavado profundos
agujeros en un acantilado de tierra compacta, junto a las madrigueras más
grandes habitadas por el loro terrestre de la Patagonia, (Psittacara Patagonica [= Cyanoliseus
patagonus, el loro barranquero]). Vi varias veces una pequeña bandada de
estas aves, persiguiéndose unas a otras, en un curso rápido y directo, volando
bajo y gritando a la manera tan característica del vencejo inglés, (Hirundo apus [= Apus apus],
Linn.)
Progne chalybea. Dibujo de Claude W. Wyatt.
(Sharpe, 1885-1894)
En Baradero (Provincia
de Buenos Aires) “los jóvenes ya están en vuelo a principios de febrero. Común
tanto en la ciudad como en el campo, se reproduce libremente en las grietas de
las paredes, bajo los aleros de las casas y en los huecos de los árboles.
Preeminentemente un pájaro de las casas. Durante el verano, sus notas fuertes y
ásperas, pronunciadas durante el vuelo, pueden escucharse constantemente; pero
cuando descansa sobre un cable de telégrafo o la ramita de un árbol, tiene un
canto bastante bonito.” (Durnford 1877)
“La Progne chalybea, un ave hermosa, la más
grande de su tribu en esta zona, es digna del nombre específico domestica que le dan algunos autores,
siendo predominantemente doméstica en sus hábitos. Nunca se reproduce en
barrancos como lo hace a menudo Progne
purpurea, o en los nidos abovedados de otras aves abandonados en los
árboles, situación a la que frecuentemente recurre Tachycineta leucorrhoa, pero está tan acostumbrada a la compañía
del hombre, que tiene su hogar en pueblos populosos, así como en las viviendas
campesinas.” (Hudson 1872)
“Hace su aparición aquí
a mediados de septiembre, y aparentemente recurre al mismo lugar de
reproducción todos los años. Es un ave conocida, ruidosa y, en la temporada de
cortejo, belicosa, muy común, aunque no
tan numerosa como las especies más pequeñas, que disputan con ella el derecho a
las grietas y agujeros de cría debajo los aleros. El nido está construido
desprolijamente con hierba seca, pelo, plumas, y otros materiales; los huevos
son blancos, puntiagudos y cinco en número.” (Hudson 1872)
Progne chalybea - Foto Alex Mouchard
“Cuando la entrada al
agujero del edificio es demasiado grande, la cierra parcialmente con barro
mezclado con paja; si hay dos entradas cierra una por completo. Por lo tanto,
es muy raro que esta ave necesite usar mucho barro en la construcción; y es la
única de nuestras golondrinas que usa no totalmente tal material. Al salir de
su nido o al acercarse una persona, esta golondrina lanza un grito de alarma
extremadamente fuerte, repetido varias veces. También tiene un canto compuesto
por varias notas agradables, moduladas y afinadas en esa entonación grave y
ondulante que es peculiar de muchas golondrinas. Este canto suena bajo cuando
el pájaro está cerca y, sin embargo, a veces se puede escuchar claramente
cuando el cantante apenas parece un punto en la distancia. Es uno de los cantos
más agradables que anuncian nuestro verano, aunque tal vez se lo considere así
más por asociación que por su propio fraseo
o melodía. El lugar favorito de los jóvenes y adultos cuando termina la
temporada de reproducción es en las copa ancha y frondosa de un viejo ombú; y
suele ser en estos árboles donde se congregan, en grupos de veinte a cien,
antes de dejarnos en febrero.” (Hudson 1872)
“Inmediatamente después
de su llegada, comienzan a examinar sus antiguos sitios de anidación; pero
parece que los huevos no son puestos hasta mucho más tarde, y he tomado huevos
frescos hacia finales de noviembre. Estos sitios son recovecos en los aleros o
frontones de cualquier edificio, o varias locaciones similares; pero el nido
nunca está tan separado de alguna viga o muro contiguo como para que sea
necesario construirlo enteramente de barro, y ese material sólo se usa para
cerrar los lados abiertos y dejar un solo orificio de entrada. El lodo está muy
toscamente mezclado, a veces con mucha hierba. El tapiz interior se compone
simplemente de hierba seca. Uno de sus
lugares favoritos es una viga debajo del alero de nuestro gran galpón para la
lana, justo en la entrada. Dice mucho sobre su confianza que el tráfico constante no les impida
construir allí. Los huevos son de un hermoso color blanco, con forma de
pera ... Seis es la nidada más grande que he obtenido.”
(Gibson 1880)
Pese a lo que Hudson
decía, Gibson observó "que un par de golondrinas domésticas se han
apoderado de un nido de hornero, cerrando la mitad inferior de la entrada con
barro." (Gibson 1918)
Una tarde de fines de
octubre de 1880 Walter Barrows registraba un episodio de alimentación de esta
especie: “Soplaba un viento fuerte y frío del sur ("pampero") y miles
de libélulas se apiñaban a sotavento de los arbustos cerca de la cima de una
barranca. Entonces, casi inevitablemente, el viento las arrastraba directamente
hacia el pico de los pájaros que esperaban. Eligiendo un arbusto al que se
aferraban los insectos, los desalojaba con una sacudida repentina, y en un
instante me encontraba en el centro de un bandada de pájaros voraces, que
parecían haber perdido todo miedo y estaban concentrados sólo en los indefensos
insectos, que a menudo eran atrapados a 30-60 cm de mi cara. Las libélulas eran
de tamaño mediano, con un largo de tal vez de 5 a 7 cm. No se aferraban unas a
otras como las abejas o las langostas, sino que simplemente se apiñaban lo más
cerca posible, agarrándose a las ramitas y hojas en tal cantidad que ocultaban
por completo el color del follaje y transformaban a los verdes espinillos en masas informes de gris y
marrón.” (Barrows 1883)
Otra forma de cazar sus
presas la relata Hudson (1922): “Las golondrinas también aprenden a acompañar
al viajero a caballo, y, cruzando y volviendo a cruzar justo delante de los
cascos, atrapan a los pequeña polillas crepusculares que huyen desde la hierba.”
“La golondrina, asesina de
las pequeñas abejas Que hacen miel de las
flores frescas del lugar” Geoffrey Chaucer
- Parlement of Foules |
A principios del siglo XX había una gran colonia de esta especie “en Puerto Borghi, al norte de Rosario; fue en los agujeros que quedaron cuando se sacó el andamio que sostenía una gran pared, a la orilla del río Paraná, donde estas golondrinas habían anidado, y era relativamente fácil sacar algunos miles de huevos." (Hartert & Venturi 1909)
Hirondelle de Cayenne (Daubenton, 1765-1783)
Dibujos de Francois-Nicolas Martinet
Probablemente antes de que existieran edificios esta golondrina hacía sus nidos en huecos de árboles, como lo señalaba Buffon (1770-1785). En efecto anida “a veces, como lo encontró [Edward] Bartlett en Perú, en huecos de árboles. Cuando la entrada al agujero es demasiado grande, a veces la cierra con barro y paja. El revestimiento … consiste en paja, una especie de pasto. A veces, los líquenes se utilizan para este propósito. Generalmente vuelve a los mismos criaderos anualmente.” (Dalgleish 1883-1885)
En Uruguay Oliver
Vernon Aplin (1894) las observó en Santa Trinidad de los Porongos: “También es
un ave de pueblo, y en diciembre vi muchas criando en los huecos de los
andamios (nunca rellenados) en la iglesia San Luis, de ladrillos sin revocar,
en Porongos (Trinidad). Sentado en la veranda o en el patio de una casa de
estancia, a menudo las he escuchado mientras se posaban a unos pocos metros de
mi cabeza y cantaban sus notas bajas, guturales pero dulces "chrit wur
chirrit-wurr". El 29 de enero noté que una pareja seguía anidando, pero el
día 31 hubo una gran reunión de ésta y otras especies, sobre la estancia, al
atardecer. Creo que se fueron en algún momento de febrero. Esta ave parece ir
muy al norte para invernar, porque, aunque yo vi muchas en Río de Janeiro a
fines de septiembre, no noté ninguna allí cuando volvíamos a casa en junio, ni
en ninguno de los otros puertos brasileños en los que tocamos, hasta Pernambuco
en la latitud 8 ° 3 'S.”
Roland Hussey (1916)
consideraba que las golondrinas han sufrido mucho en la ciudad de La Plata tras
la introducción del gorrión (Passer
domesticus). Al parecer se basaba en un relato que le hicieron y que raya
con el mito: “Durante el verano de 1913-1914, se vio a un par de estas
golondrinas construyendo un nido bajo el alero de un edificio cerca de La
Plata. Habían hecho un buen progreso, cuando un par de gorriones se veían alrededor
del nido con bastante frecuencia. Finalmente, cuando el nido estaba casi
terminado, los gorriones comenzaron a acercarse más al nido mientras los dueños
estaban ausentes, para luego trepar sobre él y finalmente entrar en él.
Entonces, cuando las golondrinas regresaron y encontraron a los gorriones
dentro, se produjo una batalla en la que las golondrinas fueron decididamente
derrotadas; después de esto, los gorriones tomaron posesión audazmente.
Entonces las golondrinas esperaron hasta que ambos gorriones estuvieron dentro;
uno de los pájaros se encargó de que no escapasen, mientras que el otro fue por
barro y tapó la abertura.”
Obviamente a pesar de
la velocidad de su vuelo las golondrinas tienen su predadores. Hudson (1922) ya
había observado el temor de ellas hacia los halcones: “Entre las aves
paseriformes también me inclino a pensar que las golondrinas muestran un miedo
heredado hacia los halcones ... manifiestan en todas partes el mayor terror al
acercarse un verdadero halcón; y también temen a otras aves rapaces, aunque en
mucho menor grado.” Sin embargo, agregó que ese miedo era infundado y quizás un
resabio ancestral, ya que nunca observó
un ave de presa intentando perseguir una golondrina.
Aplin, OV -1894- On the Birds of Uruguay – Ibis 22:149-215.
Azara, F de. (1802). Apuntamientos para la Historia
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Barrows, Walter B. 1883. Birds of the Lower
Uruguay. Bulletin of the Nuttall Ornithological Club 8: 82-94.
Buffon, G.L.L. conde de. 1770-1785. Histoire
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Chaucer, Geoffrey. 1987. The Riverside Chaucer, L.
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Darwin, C R ed. 1838. Birds. The zoology of the
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Daubenton, Edme-Louis. 1765-1783? Planches enluminées d'histoire
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Durnford, H. 1877. XVI.-Notes on the Birds of the
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Hartert, E & Venturi, S. 1909. Notes sur les
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Hudson, W H. 1872. On the Habits of the Swallows of
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Hudson,W. H. 1922. The Naturalist in La Plata. New
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Hussey, Roland F. 1916. Notes on some Spring Birds of
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Sanchez Labrador, Jose. [1767] 1968. Peces y aves
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Sharpe, Richard Bowdler. 1885-1894. A monograph of the Hirundinidae :
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