"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 25 de diciembre de 2021

LA GOLONDRINA DOMÉSTICA (Progne chalybea) – EL AVIÓN EMPLUMADO

 


 

La golondrina en el viento

platica con el avión,

le cuenta los sentimientos

que abriga su corazón

 

Copla mexicana

 

Golondrina doméstica - Foto Alex Mouchard

 


Las golondrinas son para los humanos un símbolo de la libertad por su vuelo hábil, audaz, cambiante, vertiginoso que nos da la sensación de que el ave puede llegar a cualquier parte del espacio aéreo, sin límites,  según se lo proponga.  Pero por otro lado, su comportamiento migratorio hace que llegue a nuestras tierras a fines del invierno presagiando los tiempos agradables de la primavera y el verano. En mi barrio de Villa Pueyrredón (Ciudad de Buenos Aires) espero escuchar su musical gorjeo todos los años hacia principio del mes de septiembre, aunque según mis registros puede aparecer desde mediados de agosto (1997) hasta mediados de septiembre (2020, año de mucha sequía en el país).

Esta ave se ha adaptado tanto a vivir entre las viviendas humanas, que aún en la gran ciudad encuentra en los altos edificios numerosos huecos para anidar, evolucionando atrevidamente entre los elevados acantilados de cemento y vidrio.

El gran naturalista español Félix de Azara (1802) la describió por primera vez para Argentina y Paraguay, señalando sus partes dorsales “azul turquí lustroso y con reflejos” que de lejos parece negro y su garganta, pecho y flancos pardo blancuzco, haciéndose blanco en el vientre; su cola se presenta en escalera, ahorquillada es decir con las timoneras laterales más largas que las centrales.”

“Cría en los templos y casas, y se posa con frequencia en las cruces de las beletas acomodándose quantas caben, y también en los caballetes de los texados, y en estacas de los setos, durmiendo por verano en lo inferior de los naranjos u otro árbol copudo; pero si hace algún frío, pasa la noche en los agujeros o baxo de las tejas.”

 

 

“Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares.”

Salmos 84.4

 

 

 

Su canto parece repetir muchas veces “mbiyuí”, de donde surge su nombre guaraní. Comparándola con el avión común de España (Delichon urbica) dice Azara: “Es más poltrona, se posa con mucha mayor frequencia, es más gruesa respecto a su longitud, y acomete a todo páxaro, sea qelque fuere, si se acerca a su nido, persiguiéndole sin dexarlo hasta que lo ahuyenta. Se acomoda en el campo para criar en los ranchos o casas, y en los pueblos prefiere los templos y grandes edificios, sobre cuyas vigas, soleras y paredes horizontales hace el nido, nunca visiblemente. A veces lo pone baxo de las tejas; y aunque nunca lo he visto, aseguran que lo hace con algún barro alrededor y pocas pajas dentro.” Afirmaba que ambos padres crían 3 a 4 pollos, llevándoles insectos con frecuencia. Y no conocía “páxaro más madrugador; pues en días buenos le he oído cantar hora y media antes de salir el sol, quando era absolutamente de noche y sin luna.”

Si bien era ave de paso en Paraguay, no se ausentaba más de dos meses, soportando muy bien los meses más fríos del año en ese país.

 

Esa característica de vivir en las casas le valió el nombre latino de domestica (de domus = casa) que Louis Pierre Vieillot le aplicó en 1817, y que según  las reglas de nomenclatura zoológica quedó hoy descartado. Esopo lo explicaba en su fábula  La golondrina y los pájaros,  cuando la golondrina advirtió a los demás pájaros que el hombre utilizaría la pulpa pegajosa del muérdago para atraparlos. Como los pájaros no le hicieron caso, ella se acercó a vivir con los humanos que, reconociendo su inteligencia, la protegieron, a la vez que se dedicaron a cazar  y a comerse a las otras aves.


 Sánchez Labrador (1767) , que las distinguía de su similar española por su menor tamaño, aclara que “rara vez se verán sentadas en el suelo, sino en lo alto, cerca de sus nidos, en que ponen dos huevos cada año … Si advierte la madre que los caracaras se acercan a los nidos, chirría avisando a los pollitos, e intrépida persigue a sus enemigos, ya metiéndose debajo de las alas, ya sentándose sobre ellos, y molestándoles con su pico, obligándoles a la fuga.”

Supone, citando un testigo jesuita,  que en invierno “buscan lugares abrigados en las concavidades de las barrancas y piedras. Dentro de éstas, se unen y arraciman o amontonan, escondiendo sus picos entre las plumas, y de esta manera pasan el rigor del invierno.”

 

Cuando Darwin (1838) pasó por Bahía Blanca observó que “las hembras comenzaban a poner en septiembre, (correspondiente a nuestro marzo [en Inglaterra]): habían excavado profundos agujeros en un acantilado de tierra compacta, junto a las madrigueras más grandes habitadas por el loro terrestre de la Patagonia, (Psittacara Patagonica [= Cyanoliseus patagonus, el loro barranquero]). Vi varias veces una pequeña bandada de estas aves, persiguiéndose unas a otras, en un curso rápido y directo, volando bajo y gritando a la manera tan característica del vencejo inglés, (Hirundo apus [= Apus apus], Linn.)


Progne chalybea. Dibujo de Claude W. Wyatt. 

(Sharpe, 1885-1894)


En Baradero (Provincia de Buenos Aires) “los jóvenes ya están en vuelo a principios de febrero. Común tanto en la ciudad como en el campo, se reproduce libremente en las grietas de las paredes, bajo los aleros de las casas y en los huecos de los árboles. Preeminentemente un pájaro de las casas. Durante el verano, sus notas fuertes y ásperas, pronunciadas durante el vuelo, pueden escucharse constantemente; pero cuando descansa sobre un cable de telégrafo o la ramita de un árbol, tiene un canto bastante bonito.” (Durnford 1877)

 

“La Progne chalybea, un ave hermosa, la más grande de su tribu en esta zona, es digna del nombre específico domestica que le dan algunos autores, siendo predominantemente doméstica en sus hábitos. Nunca se reproduce en barrancos como lo hace a menudo Progne purpurea, o en los nidos abovedados de otras aves abandonados en los árboles, situación a la que frecuentemente recurre Tachycineta leucorrhoa, pero está tan acostumbrada a la compañía del hombre, que tiene su hogar en pueblos populosos, así como en las viviendas campesinas.” (Hudson 1872)

“Hace su aparición aquí a mediados de septiembre, y aparentemente recurre al mismo lugar de reproducción todos los años. Es un ave conocida, ruidosa y, en la temporada de cortejo,  belicosa, muy común, aunque no tan numerosa como las especies más pequeñas, que disputan con ella el derecho a las grietas y agujeros de cría debajo los aleros. El nido está construido desprolijamente con hierba seca, pelo, plumas, y otros materiales; los huevos son blancos, puntiagudos y cinco en número.” (Hudson 1872)


Progne chalybea -  Foto Alex Mouchard



“Cuando la entrada al agujero del edificio es demasiado grande, la cierra parcialmente con barro mezclado con paja; si hay dos entradas cierra una por completo. Por lo tanto, es muy raro que esta ave necesite usar mucho barro en la construcción; y es la única de nuestras golondrinas que usa no totalmente tal material. Al salir de su nido o al acercarse una persona, esta golondrina lanza un grito de alarma extremadamente fuerte, repetido varias veces. También tiene un canto compuesto por varias notas agradables, moduladas y afinadas en esa entonación grave y ondulante que es peculiar de muchas golondrinas. Este canto suena bajo cuando el pájaro está cerca y, sin embargo, a veces se puede escuchar claramente cuando el cantante apenas parece un punto en la distancia. Es uno de los cantos más agradables que anuncian nuestro verano, aunque tal vez se lo considere así más por asociación que por su propio fraseo  o melodía. El lugar favorito de los jóvenes y adultos cuando termina la temporada de reproducción es en las copa ancha y frondosa de un viejo ombú; y suele ser en estos árboles donde se congregan, en grupos de veinte a cien, antes de dejarnos en febrero.” (Hudson 1872)

 

“Inmediatamente después de su llegada, comienzan a examinar sus antiguos sitios de anidación; pero parece que los huevos no son puestos hasta mucho más tarde, y he tomado huevos frescos hacia finales de noviembre. Estos sitios son recovecos en los aleros o frontones de cualquier edificio, o varias locaciones similares; pero el nido nunca está tan separado de alguna viga o muro contiguo como para que sea necesario construirlo enteramente de barro, y ese material sólo se usa para cerrar los lados abiertos y dejar un solo orificio de entrada. El lodo está muy toscamente mezclado, a veces con mucha hierba. El tapiz interior se compone simplemente de hierba seca.  Uno de sus lugares favoritos es una viga debajo del alero de nuestro gran galpón para la lana, justo en la entrada. Dice mucho sobre su confianza  que el tráfico constante no les impida construir allí. Los huevos son de un hermoso color blanco, con forma de pera  ...  Seis es la nidada más grande que he obtenido.” (Gibson 1880)

Pese a lo que Hudson decía, Gibson observó "que un par de golondrinas domésticas se han apoderado de un nido de hornero, cerrando la mitad inferior de la entrada con barro." (Gibson 1918)

Una tarde de fines de octubre de 1880 Walter Barrows registraba un episodio de alimentación de esta especie: “Soplaba un viento fuerte y frío del sur ("pampero") y miles de libélulas se apiñaban a sotavento de los arbustos cerca de la cima de una barranca. Entonces, casi inevitablemente, el viento las arrastraba directamente hacia el pico de los pájaros que esperaban. Eligiendo un arbusto al que se aferraban los insectos, los desalojaba con una sacudida repentina, y en un instante me encontraba en el centro de un bandada de pájaros voraces, que parecían haber perdido todo miedo y estaban concentrados sólo en los indefensos insectos, que a menudo eran atrapados a 30-60 cm de mi cara. Las libélulas eran de tamaño mediano, con un largo de tal vez de 5 a 7 cm. No se aferraban unas a otras como las abejas o las langostas, sino que simplemente se apiñaban lo más cerca posible, agarrándose a las ramitas y hojas en tal cantidad que ocultaban por completo el color del follaje y transformaban a los  verdes espinillos en masas informes de gris y marrón.” (Barrows 1883)

 

Otra forma de cazar sus presas la relata Hudson (1922): “Las golondrinas también aprenden a acompañar al viajero a caballo, y, cruzando y volviendo a cruzar justo delante de los cascos, atrapan a los pequeña polillas crepusculares que huyen desde la hierba.”

 

 

“La golondrina, asesina de las pequeñas abejas

Que hacen miel de las flores frescas del lugar”

 

Geoffrey Chaucer - Parlement of Foules

 

 

 

A principios del siglo XX había una gran colonia de esta especie “en Puerto Borghi, al norte de Rosario; fue en los agujeros que quedaron cuando se sacó el andamio que sostenía una gran pared, a  la orilla del río Paraná, donde estas golondrinas habían anidado, y era relativamente fácil sacar algunos miles de huevos." (Hartert & Venturi  1909)


Hirondelle de Cayenne (Daubenton, 1765-1783)

                                                         Dibujos de Francois-Nicolas Martinet


Probablemente antes de que existieran edificios esta golondrina hacía sus nidos en huecos de árboles, como lo señalaba Buffon (1770-1785). En efecto anida “a veces, como lo encontró [Edward] Bartlett en Perú, en huecos de árboles. Cuando la entrada al agujero es demasiado grande, a veces la cierra con barro y paja. El revestimiento … consiste en paja, una especie de pasto. A veces, los líquenes se utilizan para este propósito. Generalmente vuelve a los mismos criaderos anualmente.” (Dalgleish 1883-1885)

 

 


Nido de golondrina tijerita (Hirundo rustica) en un santuario
Foto Alex Mouchard




La golondrina, privilegiada sobre el resto

De todos los pájaros, como huésped familiar del hombre,

Persigue el sol en verano, enérgica y audaz

Pero sabiamente rehúye al frío perseguidor

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Un pájaro engendrado en la iglesia y creyente en ella;

de pequeño cuerpo, pero de mente elevada

 

John Dryden – The Hind and the Panther

 

 

 

 

 

En Uruguay Oliver Vernon Aplin (1894) las observó en Santa Trinidad de los Porongos: “También es un ave de pueblo, y en diciembre vi muchas criando en los huecos de los andamios (nunca rellenados) en la iglesia San Luis, de ladrillos sin revocar, en Porongos (Trinidad). Sentado en la veranda o en el patio de una casa de estancia, a menudo las he escuchado mientras se posaban a unos pocos metros de mi cabeza y cantaban sus notas bajas, guturales pero dulces "chrit wur chirrit-wurr". El 29 de enero noté que una pareja seguía anidando, pero el día 31 hubo una gran reunión de ésta y otras especies, sobre la estancia, al atardecer. Creo que se fueron en algún momento de febrero. Esta ave parece ir muy al norte para invernar, porque, aunque yo vi muchas en Río de Janeiro a fines de septiembre, no noté ninguna allí cuando volvíamos a casa en junio, ni en ninguno de los otros puertos brasileños en los que tocamos, hasta Pernambuco en la latitud 8 ° 3 'S.”

 

Roland Hussey (1916) consideraba que las golondrinas han sufrido mucho en la ciudad de La Plata tras la introducción del gorrión (Passer domesticus). Al parecer se basaba en un relato que le hicieron y que raya con el mito: “Durante el verano de 1913-1914, se vio a un par de estas golondrinas construyendo un nido bajo el alero de un edificio cerca de La Plata. Habían hecho un buen progreso, cuando un par de gorriones se veían alrededor del nido con bastante frecuencia. Finalmente, cuando el nido estaba casi terminado, los gorriones comenzaron a acercarse más al nido mientras los dueños estaban ausentes, para luego trepar sobre él y finalmente entrar en él. Entonces, cuando las golondrinas regresaron y encontraron a los gorriones dentro, se produjo una batalla en la que las golondrinas fueron decididamente derrotadas; después de esto, los gorriones tomaron posesión audazmente. Entonces las golondrinas esperaron hasta que ambos gorriones estuvieron dentro; uno de los pájaros se encargó de que no escapasen, mientras que el otro fue por barro y tapó la abertura.”

 

Obviamente a pesar de la velocidad de su vuelo las golondrinas tienen su predadores. Hudson (1922) ya había observado el temor de ellas hacia los halcones: “Entre las aves paseriformes también me inclino a pensar que las golondrinas muestran un miedo heredado hacia los halcones ... manifiestan en todas partes el mayor terror al acercarse un verdadero halcón; y también temen a otras aves rapaces, aunque en mucho menor grado.” Sin embargo, agregó que ese miedo era infundado y quizás un resabio ancestral,  ya que nunca observó un ave de presa intentando perseguir una golondrina.

 


 


Aplin, OV -1894- On the Birds of Uruguay – Ibis 22:149-215.

Azara, F de. (1802). Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. España. 1992.

Barrows, Walter B. 1883. Birds of the Lower Uruguay. Bulletin of the Nuttall Ornithological Club 8: 82-94.

Buffon, G.L.L. conde de. 1770-1785. Histoire naturelle des oiseaux. Tome VI. Imprimerie Royale. Paris.

Chaucer, Geoffrey. 1987. The Riverside Chaucer, L. D. Benson (ed.). Oxford: Oxford University Pres.

Dalgleish, John J. 1883-1885. Notes on a Second Collection of Birds and Eggs from Central Uruguay. Proceedings of the Royal Physical Society of Edinburgh, 8:78-79.

Darwin, C R ed. 1838. Birds. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. by John Gould. London: Smith Elder and Co.

Daubenton, Edme-Louis. 1765-1783? Planches enluminées d'histoire naturelle. Paris?

Durnford, H. 1877. XVI.-Notes on the Birds of the Province of Buenos Ayres. Ibis, 19(2), 166–203.

Gibson, Ernest.  1880. Ornithological Notes From The Neighbourhood Of Cape San Antonio, Buenos Ayres. The Ibis. Fourth Series. Nº XIII.

Gibson, Ernest. 1918. Further Ornithological Notes from the Neighbourhood of Cape San Antonio, Province of Buenos Ayres. Part I. Passeres. Ibis 60 (3): 363-415.

Hartert, E & Venturi, S. 1909. Notes sur les oiseaux de la Republique Argentine. Novitates Zoologicae 16(2):159-267.

Hudson, W H. 1872. On the Habits of the Swallows of the Genus Progne met with in the Argentine Republic. Proceedings of the Scientific Meetings of the Zoological Society of London 1872: 605-609.

Hudson,W. H. 1922. The Naturalist in La Plata. New York, E. P. Dutton & Co.

Hussey, Roland F. 1916. Notes on some Spring Birds of La Plata. The Auk 33:384-399.

Sanchez Labrador, Jose. [1767] 1968. Peces y aves del Paraguay Natural Ilustrado.  Fabril Editora, Bs As, 1968.

Sharpe, Richard Bowdler.  1885-1894. A monograph of the Hirundinidae : or family of swallows. London: Printed for the authors.

 

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