"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


jueves, 15 de agosto de 2024

EL YAGUARETÉ SEGÚN WILLIAM HENRY HUDSON

 

UN ESTUDIO DEL JAGUAR

por William Henry Hudson




 

    América, el continente más rico en vida aviar, especialmente en su porción meridional, no se puede comparar con África y Asia en la cantidad y tamaño de sus mayores mamíferos. Sin embargo, tiene algunos que son verdaderamente grandes; y dos de sus bestias carnívoras, el oso grizzly y el lobo gris, son indudablemente los más nobles representantes de sus respectivas familias en el mundo. También se jacta de dos grandes gatos, aunque inferiores en tamaño y coraje a los del Viejo Mundo: son los famosos jaguar y puma – el tigre y el león del Nuevo mundo. El primero es asesino de hombres, y ha sido descripto como el rey de los animales en América, aunque comparado con su gran primo del Viejo Mundo, por el cual los españoles lo bautizaron, es como el ñandú respecto del avestruz, o como el mayor de los monos americanos respecto del orangután y el gorila.

    Su longitud total es de 2 m a 2,10 o 2,40 m, pero en ejemplares excepcionalmente grandes las medidas son mayores. La cola es casi de un tercio de la longitud total. Si consideramos sus medidas o lo vemos en cautiverio lado a  lado con un tigre de la India, podemos pensar que el jaguar es comparativamente un animal pequeño y quizás nos sorprendamos de su reputación. No está construido de la misma forma que el tigre, no alcanza su altura, las cortas patas son más gruesas, las garras son mayores. Es en conjunto más macizo y, para su tamaño, sin duda, el más poderoso animal de presa existente.

    Es necesario vivir donde lo hace el jaguar, en las condiciones, que por así decir, lo formaron, donde es el monarca de las ilimitadas selvas de los trópicos, para apreciar su fuerza y entender la continua sensación de temor con la cual es percibido por los hombres en la naturaleza. No está totalmente en su hábitat a través de toda su distribución, que se extiende desde Texas y Kansas en el norte, a través de América Central y del Sur, hasta el río Colorado, que separa el pastizal de la pampa húmeda de la Patagonia en el lado atlántico del continente. Ocasionalmente se lo encuentra en el norte de Patagonia, pero es sólo un visitante errante, un intruso allí, en una región inadecuada.

    Los gauchos, jinetes de las pampas, cuando viajan al sur a través de esas llanuras como un mar, acampando al sereno, acostumbraban a decir que, después de cruzar el río Colorado, se libraban del jaguar. Su presencia en las pampas sin árboles, donde no está en perfecta armonía con ese ambiente, se debe al hecho de que esas llanuras son el hábitat favorito de mamíferos herbívoros sobre los que depreda. Esencialmente animal de los trópicos, de una región de grandes selvas y bañados que sobrepasan a Europa en superficie, él es, como se ha dicho, un gato acuático de hábitos arborícolas. A diferencia del verdadero tigre, de patas más largas, no puede correr grandes distancias y es como la formidable serpiente que comparte esa región con él, la boa acuática, la “madre de las aguas”,  en sus movimientos silenciosos y sutiles, su invisibilidad y el hábito de caer sobre su presa desde arriba de una rama.

    El jaguar es una hermosa criatura: el color de fondo de su piel es de un rico tostado rojizo dorado, abundantemente manchado con anillos negros, que encierran uno o dos pequeños puntos. Esta es la coloración típica, y varía poco en las regiones templadas; en las zonas cálidas los indios reconocen tres variedades fuertemente manchadas, que consideran especies distintas – la que hemos descripto; el jaguar menor, menos acuático en sus hábitos y marcado con manchas, no con anillos; y en tercer lugar la variedad negra. Rechazan la idea de que este terrible “tigre negro” es una simple variedad melánica como el leopardo negro del Viejo Mundo y el conejo negro silvestre. Lo consideran totalmente distinto, ya que afirman que es mayor y mucho más peligroso que el jaguar manchado; que lo reconocen por su voz; que pertenece a la tierra firme más que al agua; y finalmente que los negros sólo se aparean con negros y que los cachorros son invariablemente negros.

    Sin embargo, los naturalistas se han visto obligados a considerarla una especie junto con Felis onca [Panthera onca], el jaguar manchado común, dado que, una vez desprovisto de su piel, se ve que en su anatomía este animal negro es idéntico al manchado, tal como la corneja negra es como la corneja cenicienta [actualmente se las considera dos especies distintas: Corvus corone y C. cornix].

    El Dr. Alfred Russell Wallace es uno de los pocos naturalistas europeos que tuvo la rara suerte de observar al animal en sus selvas nativas. En “Viajes por el Amazonas y el Río Negro” escribe: “Mientras caminaba tranquilamente, vi un gran animal negro azabache salir del bosque a unos 20 m delante mío. Mientras se movía lentamente, y todo su cuerpo y la larga cola curvada se hacían visibles en el medio del camino, vi que era un hermoso jaguar negro. En el medio del camino, giró la cabeza y se detuvo un instante y me miró fijo, pero teniendo, supongo, otros asuntos que atender, caminó sin detenerse y desapareció en la espesura. Mientras él avanzaba, escuché el correteo de animales pequeños y el aleteo de aves terrestres dando paso a su temible enemigo”.

    Este efecto de la aparición del animal sobre todas las criaturas que habitan la selva da una idea del poder y carácter mortal que tiene sobre ellos. Porque cuando un hombre entra en esos lugares sombríos, a menudo es impactado por la profunda quietud y aparente falta de vida, aunque pueden estar repletos de vida, de mamíferos y aves y reptiles, y por todo ello, él también es reconocido como enemigo. Pero no es temido en el mismo grado; las criaturas que él va a perseguir allí  encuentran en ese caso suficiente y realmente mejor protección al posarse o yacer quietas, porque así pueden escapar a sus sentidos menos desarrollados. Pero de este enemigo, de este terror negro, no se pueden ocultar ni en la sombra más profunda ni en el follaje más denso; Las ve demasiado bien y se mueve demasiado sutilmente y tiene también un salto letal; la única seguridad radica en volar y huir a su paso. No es extraño que Wallace agregue que el encuentro le dio un gran placer; que estuvo demasiado sorprendido y ocupado en admirar la visión completa de la más grande, poderosa y peligrosa de las criaturas del continente, como para sentir miedo.

    Recuerdo aquí mi primera propia impresión del jaguar vivo, su variedad manchada, en una jaula, en mi juventud. La sensación no fue de completo placer, a pesar de su noble aspecto y rico y hermoso colorido; estuvo mezclada y casi superada por el sentimiento expresado por William Blake – “Quien hizo el cordero, ¿también te hizo a ti?” Se movía de un lado a otro de la jaula con un paso tan silencioso como el vuelo de una lechuza, andando como una víbora de manera sinuosa como balanceándose, moviendo su cola como una serpiente, y con cada paso que yo daba hacia él, se agachaba, aplastando sus orejas y mostrando sus blancos dientes a la vez que emitía un sonido grave sibilante mientras mantenía sus brillantes ojos amarillo pálido parcialmente cerrados,  evitando mi vista.

    Porque es su instinto permanecer siempre oculto a la vista  – verte sin ser visto; seguirte en la sombra más profunda y capturarte sin ser advertido; y lo confunde y enloquece estar encerrado entre rejas siendo observado en un lugar expuesto. La vista directa lo afecta como un rocío o soplo helado, y su impulso es retroceder agachándose y ocultándose, aún en un lugar donde no hay ni sombras ni escapatoria. Puedo ver esto o algún remanente de esto aún en los jaguares que han estado confinados por años y son observados cada día por una multitud de personas.

    En cierta forma esto es propio de la mente felina en general, pero de los grandes gatos el jaguar lo tiene en mayor grado. A diferencia de la mayoría de los otros grandes gatos, él nunca se expone a la vista ni toma ningún riesgo que pueda evitar. Invariablemente se dice en las historias naturales que el jaguar es cobarde; pero eso no describe apropiadamente su carácter. No es más cobarde que el guanaco de las planicies de la Patagonia que busca el punto más elevado donde pararse inmóvil, delineado contra el cielo, el objeto más conspicuo del paisaje, para observar y vigilar mientras sus compañeros se alimentan abajo. Para salvarse él y sus compañeros no puede ver sin ser visto; el jaguar no puede existir, ya que no puede capturar su presa, sin hacerse invisible; y siendo esta su naturaleza, su instinto más imperativo, la vista directa lo hiere,   tal como el sensible ojo de los animales nocturnos es herido por la luz fuerte.



Yaguareté luchando con un puma

Dibujo de Joseph Smit

Hudson WH. 1892. The Naturalist in La Plata. London: Chapman & Hall, Ld.







    El profesor George Mivart, en su gran libro “El gato”, coloca a los carnívoros a la cabeza de los mamíferos y en este orden superior ubica a los gatos primero – carnívoros por excelencia, la verdadera flor y nata del mundo de los mamíferos. “Puede objetarse”, dice, “ que las actividades y percepciones de ciertos otros animales son tan desarrolladas como las de la tribu felina. Y es cierto que sólo a través de la posesión de huesos y músculos perfectamente formados, de un delicado sentido del oído y una visión de largo alcance, los antílopes y otras criaturas son capaces de escapar de sus perseguidores carnívoros; pero entonces ellos usan su “organización para escapar”; la de los gatos puede considerarse superior no solo por ser excelente en sí misma sino por estar adaptada para dominar a otros animales. Esto no afirma la inferioridad de la especie humana, siendo la superioridad humana mental, y esto lo coloca fuera y aparte de otros animales; pero en la clasificación biológica, que considera sólo el desarrollo físico, se ubica en un nivel inferior.”

    Mivart no va más allá como para indicarnos qué especie de esta familia tan ampliamente distribuida y variada es su “expresión más alta y más perfecta conocida”.  Debo decir que la más alta no es la más grande, aparte del tigre y el león, por su gran fuerza muscular, entre las especies mayores en las que los poderes y aptitudes especiales que caracterizan al felino han alcanzado la perfección, están el leopardo, el puma y el jaguar, por ejemplo, y de estas tres me inclino a darle el primer lugar al último nombrado. El jaguar es más perfecto que el tigre y el león, porque desarrollado hasta un tamaño y fuerza que le permite dominar a los mayores y más fuertes animales que habitan en todo el continente, así como a los mayores animales domésticos introducidos por el hombre, la vaca y el caballo, y al hombre mismo, aún retiene una perfecta capacidad de trepar los árboles como los gatos menores.

    Piensen lo que esto significa en un animal del tamaño y peso del jaguar, capaz de matar a un hombre con un golpe de su garra, de voltear y matar animales que exceden en mucho su tamaño, y arrastrar el cadáver en la espesura, lo que requeriría tres hombres fuertes; y capaz de recorrer libremente grandes distancias y cazar su presa arborícola en lugares donde la densidad de la selva hace imposible caminar por el suelo. Como en el caso de los pequeños felinos arbóreos, recorre y caza en los árboles mediante una interminable serie de “saltos y agarres delicadamente precisos”. Humboldt, cuando acampaba junto a un río de la región del Orinoco, describió cómo el rugido de los jaguares, que los rodeaban toda la noche, provenía de los árboles bien arriba del suelo. En el suelo la selva era impenetrable, pero los jaguares parecía moverse por ella tan libremente como los monos.

    En el sur de Sudamérica, particularmente en las pampas casi sin árboles, los hábitos del jaguar se han modificado algo; me he encontrado allí en más de una oportunidad con un gaucho sobre un caballo cansado siendo seguidos a cierta distancia durante horas por un jaguar, mostrándose el animal en lo abierto de vez en cuando, pero aunque parecía saber que el caballo estaba asustado, siempre se mantenía a distancia consideraba cuando la cobertura era escasa. El jaguar ha sido ahora exterminado de toda esta región; en la zona amazónica no parece disminuir, pero evita los poblados; “la presencia del hombre lo enoja”, dicen los nativos, y es raro que un jaguar se transforme en “devorador de hombres”. En algunos lugares despoblados es extraordinariamente abundante.

    En la época de apareamiento, cuando vocalizan más, emiten lamentos y gritos como los del gato doméstico, pero muchísimo más fuertes. Su “rugido”, como es llamado, es un sonido profundo y reiterado entre una tos y un gruñido. Tiene dos cachorros a intervalos de dos años.
El jaguar depreda sobre el tapir, ciervo, oso hormiguero gigante, agutí, mono, y en realidad sobre cualquier mamífero nativo con excepción de su rival, el puma, así como sobre aves, tortugas, peces, y aún yacarés. Para pescar se apoya sobre una roca o rama saliente y observa el agua, y cuando aparece un pez lo golpea con su garra. Se dice que golpea el agua con su cola para atraer a los peces, especialmente los frugívoros que se abalanzan al punto donde se escucha una salpicadura al caer los frutos. El golpear el agua con la cola puede no ser un acto instintivo o premeditado; más probablemente es algo accidental, dado que todos los gatos mueven sus largas colas cuando observan algo o están excitados.

    Las tortugas son capturadas, por lo general, cuando salen de noche a las orillas arenosas para desovar. El jaguar las agarra como hace la gente, pero las da vuelta sobre su dorso, y las tiene a su merced; con sus poderosas mandíbulas es capaz de romper la placa ósea inferior para alcanzar la carne. También cava y devora los huevos. Al ciervo lo captura en los abrevaderos donde se echa y los espera, a la mañana o al anochecer. Su presa favorita a orillas del agua es el carpincho o “cerdo de río” como lo llaman, un roedor de hábitos acuáticos, y el mayor de su familia. También depreda sobre el pecarí, el cerdo silvestre americano, un animal sumamente salvaje y peligroso. Los indios de Guyana dicen que algunos jaguares se unen a piaras de pecaríes, y los siguen en su andar por la selva. El jaguar que adquiere tal hábito es llamado “jefe de la piara”. Al seguirlos, espera hasta encontrar un pecarí separado de sus compañeros para caer sobre él y matarlo. Los gritos de la víctima instantáneamente atraen a todo el grupo sobre él, y escapa trepando al árbol más cercano, donde es sitiado por la furiosas bestezuelas, que corren y corren en círculos chillando y rechinando sus dientes con rabia, hasta que, cansados de esperar, siguen su camino, entonces el jaguar se deja caer y asegura su presa.

    El jaguar parece saber cuan peligroso es este juego, y los viajeros registraron dos oportunidades en las que los pecaríes tuvieron éxito en vengarse de él. Una está en “Vida en canoa y campamento en la Guayana Británica” de Barrington Brown, la otra en “Explorando en el sur de Brasil” de J. P. Bigg-Wither. El incidente le fue relatado a J. P. Bigg-Wither por un inglés que había pasado una gran parte de su vida explorando la naturaleza de Brasil. Una noche estaba acampando con un compañero viajero cerca del río Ivahay, cuando fueron sorprendidos por un gran ruido y conmoción en la selva, causados por una piara de pecaríes. Yendo al lugar con sus armas, con la esperanza de cazar uno de esos animales ya que estaban sin carne, encontraron en un claro a un jaguar parado en lo alto de un hormiguero de 1.5 m de altura, rodeado por un grupo de 50 o 60 furiosos pecaríes, todos tratando de alcanzarlo. El jaguar daba vueltas buscando un claro en la multitud por donde pudiera saltar y escapar; pero después de un rato dejó caer su cola demasiado baja, e instantáneamente fue agarrada por los pecaríes, que lo tironearon al centro de la piara. Entonces siguió una tremenda pelea y un ruido estremecedor, durante lo cual ambos hombres creyeron prudente marcharse sigilosamente. Cuando regresaron, una vez que la piara se hubo ido, encontraron seis pecaríes entre muertos y agonizantes, y algunos trozos de la piel del jaguar, todo el resto del mismo había sido devorado.

 

En: Lydekker, Richard. Harmsworth Natural History: A Complete Survey of the Animal Kingdom. Vol. 1, Volumen 1 - Part 8 -7net: p 389-391. London.

Imagen:  Dibujo de Friedrich Wilhelm Karl Kuhnert (Lydekker, Richard. 1901. The new natural history.  New York, Merrill).

 

 

 

 

 

 

 

 

 


jueves, 8 de agosto de 2024

LA VIDA POR UN OSO – LAS AVENTURAS DEL NATURALISTA JAN KALINOWSKI

 

Y el gran oso hechizado se puso de pie sobre sus patas:

El amor arrebataba el corazón del monstruo de ojos sangrantes,

Y, mediante un doble flujo de lágrimas escarlatas,

La ternura corría por su pelaje blanco.

 

Charles-Marie Leconte de Lisle
Las lágrimas del oso

 

 


Investigación y redacción Alex Mouchard

 

En las selvas montanas del valle de Vitoc, Kalinowski colectó esta nueva subespecie del Tangará de montaña (Dubusia taeniata stictocephala), endémica de Perú (Berlepsch, 1896)



 

   Me encontraba un día hojeando un impactante libro sobre el parque nacional del Manu, en Perú, con espectaculares fotos, cuando leí allí un relato que me impactó.  Un naturalista polaco, llamado Jan Kalinowski, se encontraba colectando especímenes zoológicos en la Siberia Oriental, cuando en medio de una crisis revolucionaria fue apresado por las tropas del Zar, acusado de espionaje. Una vez en prisión, para salvar su vida, pidió que lo llevaran ante el Zar para entregarle el mejor regalo que nunca hubiera recibido. Una vez ante el monarca, le pidió que le permitiera volver a Siberia para buscar el obsequio. El Zar, intrigado, le puso una escolta militar y lo envió de vuelta a aquellos lejanos parajes. Allí, Jan, rastreó a un oso polar, lo enfrentó y, gracias a su excelente puntería y coraje, lo abatió. Luego embalsamó al oso, erguido sobre sus patas traseras y en posición de ataque, y se lo envió al Zar quien lo exhibía orgulloso a sus visitantes (Macquarrie, 1992).

    Esta notable historia, de la que no he podido hallar otras referencias, ya que no aparece en la bibliografía sobre Kalinowski, es útil, sin embargo, como introducción a la vida de un “viajero infatigable” (en las palabras del ornitólogo alemán Hans von Berlepsch), que  concluyó en Perú donde terminó conectándose con la creación del espectacular Parque Nacional del Manu, declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO. Siendo Kalinowski uno de los más capaces naturalistas y colectores que actuaron en Sudamérica, poco sabemos de él porque salvo algunas cartas no dejó casi nada escrito sobre su vida.

 

Jan Kalinowski

Álbum Benedykt Dybowski. 

Archivos del Museo Nacional en Petropavsk, Kamchatka, Rusia

https://etnomuzeum.eu/syberia/darczynca/jan-kalinowski

 



EL EXPLORADOR INTRÉPIDO

    Jan Kalinowski nació en 1857 en Zalona, un pueblito en las afueras de Varsovia, rodeado de extensos bosques, que hoy forman la Reserva Natural Mosty Kalińskie. Allí su padre era guardabosque, lo que habrá influido para el acercamiento del hijo a la naturaleza. Con sólo instrucción primaria, Jan se convirtió  en un excelente observador y cazador, trabajando para el zoólogo Władysław Taczanowski, director  y curador del Gabinete Zoológico de la Universidad Imperial de Varsovia. Este científico había estudiado los especímenes enviados en  1865 desde Siberia Oriental por dos capacitados colegas: Víctor Godlewski  y el médico Benedykt Dybowski. En esa época Polonia integraba el Imperio Ruso y de allí el interés de los científicos polacos por explorar la naturaleza de aquellas lejanas regiones (Piechnik & Kurek, 2016). Dybowski, había participado de la revolución polaca contra la ocupación rusa en enero de 1863, por lo cual fue apresado y condenado a muerte. Logró que le conmutaran la pena por una deportación a Siberia durante 12 años. Allí trabajo como médico en un hospital y aprovechó para estudiar la historia natural, especialmente en la zona del lago Baikal.

    Recomendado por Taczanowski, Jan viajó en a fines de 1878 a Siberia Oriental como asistente de Dybowski en la caza y preparación de colecciones de mamíferos, aves e invertebrados.

    Taczanowski siempre tuvo mano rápida a la hora de elegir, por eso entonces me recomendó a un chico joven, fuerte y sano, un cazador apasionado y un excelente tirador, Jan Kalinowski. La elección fue muy afortunada, porque en mi compañero encontré la prueba más convincente de los tesoros morales y físicos que se esconden en el seno de nuestro pueblo de Mazuria. No sería una paradoja decir que todo lo bueno y bello de Polonia y Lituania se lo debemos a la raza de Mazuria. Nosotros, es decir los lituanos somos de origen medio mazuriano. Una vez hecha la elección, era necesario intentar que "Janek" fuera liberado del ejército, porque debía ingresar en el servicio militar obligatorio antes de Navidad. Hasta entonces tuve que posponer mi partida porque confié todo el asunto, tan importante para mí, a Taczanowski y a los oficios del general Radoszkowski. El feliz resultado de esos esfuerzos fue la exención de Kalinowski del ejército, y luego nada más se interpuso a su partida.” (Dybowski, 1912)


Jan Kalinowski 

Archivos del Museo Nacional en Petropavlovsk-Kamchacki (Rusia).

https://archive.org/details/rcin.org.pl.WA058_90925_Kalinowski_KEF712_73260




    Los dos naturalistas hicieron cinco expediciones por la península de Kamchatka y las islas Komandor. Haciendo base en Vladivostok, exploraron la región del río Ussuri, el lago Chanka y la península Sidemi (Península Yankovski), en el Amur, en el límite entre Rusia, China y Corea. Para Kalinowski fue un período de gran aprendizaje junto a un científico y médico tan erudito como Dybowski, que le enseñó a tener un enfoque científico sobre la naturaleza y lo incitó a leer mucho, y no sólo sobre ciencias naturales (Piechnik & Kurek, 2016).

     Este asistente se ganó la confianza del Prof. Dybowski, mostró tantas muestras de celo, simpatía, habilidades de coleccionista, astucia y coraje, especialmente en las expediciones más largas que realizó a las islas y al interior de la península de Kamchatka, que el erudito profesor, al regresar al país, decidió dejarlo en el extremo oriental de la antigua tierra para  continuar su propia exploración. Como ejemplo de sus habilidades de caza, basta la noticia de que mató un centenar de osos en Kamchatka, que eran tantos como había planeado; después de alcanzar este número, ya no les volvió a disparar”  (Taczanowski, 1887).



Uno de los 100 osos cazados por Kalinowski en Siberia. 

Álbum Benedykt Dybowski.  

Archivos del Museo Nacional en Petropavsk, Kamchatka, Rusia.




    En 1883 Dybowski, liberado de su exilio,  regresó a Lviv para asumir una cátedra en la universidad local. “Cuando regresé al país, Kalinowski se quedó en el Lejano Oriente para realizar investigaciones ornitológicas, luego visitó Japón y pasó un tiempo en Corea, en su capital, Seúl. Teniendo una habilidad especial para aprender lenguas nativas de oído, aprendió a hablar coreano y emprendió el viaje, caminando de Seúl a Vladivostok, sin guía, con una pistola en la mano, un perro aullador y un buey.”

    En Corea Kalinowski colectó mayormente aves e insectos entre 1885 y 1888. También visitó Yokohama (Japón) (Piechnik & Kurek, 2016). Obtuvo 179 especies nuevas de aves, principalmente cerca de Seúl. A pesar de que Kalinowski aprendió el idioma la comunicación y las relaciones con los habitantes no le fueron fáciles. “La exploración de este país es sumamente difícil e insoportable, porque la población local es grosera, antipática, holgazana, muy pobre, propensa a hurtos y robos; un país sin carreteras ni medios de transporte y, en términos de naturaleza, muy mal dotado.” (Taczanowski, 1887).  Encima la tarea se prolongó debido a una epidemia de cólera  que “causó grandes estragos en la capital de Corea y sus alrededores durante más de tres meses. Solo en la ciudad morían varios cientos de personas al día, el terror era terrible y debido a la negligencia de la población local y la incompetencia de las autoridades gubernamentales de la ciudad. Toda la zona alrededor de la capital estaba tan llena de aire contaminado que era imposible salir de la ciudad y nuestro viajero tuvo que permanecer inactivo durante casi toda la duración de la plaga.” (Taczanowski, 1887, 1888, 1889). Incluso un poblador muy ofuscado lo atacó con un hacha, probablemente por haber ingresado al sector femenino de una casa, vedado a los extraños (Ewertowski, 2018).



Kalinowski ayudó a Dybowski para reunir material para su colección etnográfica, especialmente sobre los Ewen o Lamut, pastores de renos de Kamchatka. En la fotografía aparece vestido con el traje típico de los mismos.
 (Dybowski, 1912).



    También tuvo allí conflicto con los tigres: “En el pueblo de Samba-pielijan, donde se detuvo varios días, un tigre entró por la noche en la sala donde dormía el perro de Kalinowski, y lo agarró por el cuello. Cuando el perro gimió, Kalinowski salió corriendo con el Winchester, pero como no se veía al tigre ni se oía al perro, sólo crujidos entre los arbustos, disparó varias veces al aire. El tigre arrojó al perro y huyó hacia la espesura. El perro regresó terriblemente herido y ensangrentado. Afortunadamente, ningún hueso resultó dañado. Después de vendar cuidadosamente sus heridas, estuvo mucho tiempo enfermo, pero mejoró y está completamente sano, pero tiene miedo; aunque no haya rastros de tigre. Hay muchos tigres por ahí, pero Kalinowski, que caza constantemente en las montañas, nunca ha visto uno. En las últimas dos semanas se comieron a trece coreanos y coreanas en la zona de Giuran, y probablemente no pocos todavía serán comidos por ellos; Kalinowski dice que no tiene nada en contra de ello, incluso si exterminaran a la mitad de estos holgazanes. Los tigres los atrapan de noche, rompen las ventanas de papel, que ya tienen agujeros, se suben a la casa, los arrastran como ovejas dormidas y los llevan a las montañas para devorarlos. El ganado vacuno, los cerdos y perros coreanos suelen ser encerrados por la noche con tanto cuidado que el tigre no puede alcanzarlos, pero se cuidan poco y les da pereza equipar las ventanas de sus casas, con la esperanza de que el tigre no venga hoy, y si viene, puede ir a otra casa o ir a otro pueblo” (Wszechświat, 1887).

    Las colecciones coreanas de Kalinowski estuvieron a punto de perderse porque estaban destinadas a ser transportadas en el buque Kostroma, que naufragó. Afortunadamente a último momento fueron embarcadas en otro barco que las llevó a Odessa (Taczanowski, 1887).

    Taczanowski estaba relacionado con los hermanos Aleksander y Konstanty Branicki con quienes había compartido un viaje a Argelia. Miembros de una familia rica y poderosa de Polonia, fueron ellos quienes financiaron los sucesivos viajes de Dybowski por Siberia. Konstanty, para evitar que los museos rusos se apoderaran de las colecciones depositadas en el Gabinete Zoológico de Varsovia, proyectó la creación de un museo privado, el cual, tras su muerte, fue concretado por su hijo, Ksawery, en 1887. Fue éste quien  financió a Kalinowski en Corea y en Perú, recibiendo a cambio valiosas colecciones  (Shydlovskyy & Zatushevskyy, 2015). En 1919 las colecciones zoológicas pasaron finalmente al Muzeum i Instytut Zoologii Polskiej Akademii Nauk (Museo e Instituto de Zoología, de la Academia Polaca de Ciencias).

    En 1888 Kalinowski regresó a Varsovia convocado por Taczanowski quien lo envió a explorar y colectar a Perú, para continuar con el trabajo de Konstanty Jelski y el de Jan Stolzmann, que había regresado a Polonia para dirigir el Mueso Branicki.

 


EL VIAJERO INFATIGABLE EN PERÚ

    En 1889, Kalinowski se embarcó hacia Perú, con la misión de colectar especímenes desde el norte de Perú hasta la región de Camanti (Departamento de Cuzco). Al llegar tomó contacto con el naturalista ítalo-peruano Giovanni Antonio Raimondi​, y con los ingenieros polacos Ksawery Wakulski y Ernesto Nepomuceno Malinowski, quienes lo ayudaron a dar sus primeros pasos en el país. A poco de llegar, recorrió los alrededores de Lima con Wakulski y sus hijos, recolectando varias especies de aves (Piechnik & Kurek, 2016). Luego recorrió la zona costera de Lima e Ica, donde obtuvo 80 especies de aves (Berlepsch & Stolzmann, 1892).  Entre abril de 1890 y mayo de 1894 exploró el centro del Perú, en zonas parcialmente superpuestas con las áreas de actividad de sus antecesores Johann Jakob von Tschudi y Jelski. Colectó en  la Alta Cordillera (lago Junín y Tarma), y en la vertiente oriental de los Andes (valles de Chanchamayo y Vitoc) (Berlepsch & Stolzmann, 1896; Krabbe & Schulenberg, 2005;Piechnik & Kurek, 2022). En 1891 encontró un  paso entre los ríos que permitió iniciar la explotación forestal en Manu. Hallazgo que afortunadamente fue compensada por su hijo Celestino Kalinowski Villamonte, reconocido técnico de museos, colector y taxidermista que en 1967 recomendó al gobierno peruano la creación del Parque Nacional del Manu. Esto se concretó en 1973, preservando , de 18.812 km2 y siendo declarado Reserva de la Biósfera de la UNESCO en 1977.  La actividad de Jan como pionero de los caminos quedó recordada en un monumento en su honor en la carretera Urcos - Marcapata .

    Entre mayo de 1894 y julio de 1896, Kalinowski exploró el sur del Perú, especialmente los departamentos de Cuzco y Puno y en 1896 realizó una expedición a Bolivia (Departamento de La Paz) (Krabbe & Schulenberg, 2005).

 



 

Jan Kalinowski en Cuzco, en 1896

 Museo e Instituto de Zoología de la Academia Polaca de Ciencias en Varsovia (Tarkowski, 2021)




DESTINO FINAL: LA HACIENDA CADENA

    Kalinowski se radicó primeramente en La Convención, cerca de Quillabamba, en los límites de la puna con la selva de montaña, y más tarde en Quincemil, ya en plena selva, en una de las zonas más lluviosas y biodiversas de Sudamérica (Shydlovskyy & Zatushevskyy, 2015).

    Hacia 1898, se trasladó a Camanti (provincia Quispicanchi, departamento del Cuzco), nuevamente en el límite entre selva y puna, donde estableció una hacienda denominada  “Cadena”. Así lo relataba en carta a Dybowski: “Actualmente vivo entre los bosques de la zona cálida del oriente peruano, instalé una finca para caña de azúcar, cacao y coca y otras plantas tropicales, y también lavo arenas auríferas, que es como mantengo a mi familia. Tengo esposa, seis hijos: cuatro hijas y dos hijos. La finca que tengo me costó más de 40.000 dólares, pero aún no está completamente equipada, tendré que trabajar durante unos dos años para dejarla en condiciones adecuadas y luego obtener buenos ingresos. Mi salud sigue siendo buena, pero mi vejez se acerca. […] Importé máquinas de Estados Unidos, pero aún no están instaladas, así que a veces hago vodka y azúcar en pequeña escala. […] Actualmente también estoy involucrado en la reunión de colecciones, pero menos que antes porque estoy muy ocupado con la finca. […] El Valle de Marcapata es muy rico en aves y animales, además de gutapercha y minas de oro, lo único que falta es capital y mano de obra”  (Dybowski, 1912; Tarkowski, 2021).


El Perico de Mejilla Dorada (Leptosittaca branickii), nuevo género y especie de psitácido, fue colectado por Kalinowski en las selvas montanas del centro de Perú (Berlepsch, 1894)



    Kalinowski se casó con la cuzqueña María Villamonte Velasco con la que tuvo 13 hijos. Pero a menudo dejaba a su   familia para internarse en la selva durante varios meses en sus expediciones de colecta, avanzando a fuerza de machete por sitios sin caminos (Penny & Knox, 2008). Sus exploraciones no estaban exentas de peligro ya que en la zona donde actuaba había tribus de mashkos  que solían atacar a los blancos y por eso las autoridades le habían autorizado a dispararles en caso de necesidad (Woytkowski, 1978). Lamentablemente esto resultó al menos en dos enfrentamientos en los que  mató a tres personas  (Piechnik & Kurek, 2016).

    Durante uno de esos viajes, recibió un disparo a traición por detrás, de la mano criminal de un italiano. Una ráfaga entera le alcanzó en el hombro; estuvo enfermo durante mucho tiempo. En los últimos años, su familia y amigos en Varsovia lo consideraron muerto” (Dybowski, 1912).

    Jan llegó a colectar miles de ejemplares de unas 500 especies de aves que preparaba en el laboratorio de taxidermia que instaló en su finca. Luego los trasladaba a caballo, en una cabalgata de una semana a través de la puna hasta Cuzco y desde allí en tren hasta el puerto de Mollendo para embarcarlas con destino  al Museo Branicki, donde las aves fueron estudiadas por Hans von Berlepsch y Jan Stolzmann. En 1902 se terminó la financiación que le brindaba este museo, pero siguió enviando material entre otros al Natural History Museum del Smithsonian Institution (Washington, USA), al Natural History Museum de Londres, al Museo de Historia Natural de Lima y a Dybowski, en la Universidad de Lviv. Siguió enviando ejemplares hasta 1933, cuando sus múltiples tareas agrícolas le fueron quitando tiempo para su actividad de naturalista. En total Kalinowski descubrió varias docenas de especies nuevas de aves y nueve especies y dos subespecies de mamíferos (Piechnik & Kurek, 2022).



Jan Kalinowski c. 1932

Museum and Institute of Zoology of the Polish Academy of Sciences

https://rcin.org.pl/miiz/dlibra/publication/90943/edition/87501#info




    Jan murió en Cadena en 1941 y fue sepultado allí. Su casa, de estilo polaco, fue derrumbada para construir una carretera, pero sus descendientes obtuvieron en 2016 el reconocimiento como Área de Conservación Privada “Fundo Cadena” para la propiedad de Kalinowski, de 44 ha (Franke, 2018).

 

LOS HOMENAJES

    Siendo tan eficiente colector, Jan Kalinowski fue homenajeado en varios nombres científicos de aves y mamíferos que él obtuvo.  Pero debido a las reglas de nomenclatura zoológica pocos de esos nombres siguen vigentes, habiendo pasado la mayoría a sinonimia. Uno de ellos es la subespecie del Tordo de matorral, Dives warczewiczi kalinowskii, del centro de Perú, capturado por Kalinowski en la hacienda Huamani, cerca de Ica, en diciembre de 1889. (Berlepsch , Hans von & Stolzmann, Jean. 1892)

    Entre los mamíferos el más destacado es un roedor,  el Añuje de Kalinowski, Dasyprocta kalinowskii, que probablemente sea una subespecie de Dasyprocta fuliginosa (Ruiz‑García et al., 2022). Fue obtenido por Kalinowski en Idma, Valle de Santa Ana, Cuzco a  1400 msnm, el 2 de noviembre de 1894 y descripto por el gran mastozoólogo Oldfield Thomas, del Museo Británico de Historia Natural, quien se lo dedicó de esta manera:  “Este hermoso Agutí puede distinguirse fácilmente de cualquier otra especie descrita hasta ahora por la coloración peculiar de sus largos pelos en la grupa, que, blancos con puntas negras, son bastante diferentes a los de cualquier otra especie. Fue obtenido por el Sr. J. Kalinowski, el conocido coleccionista polaco, con quien la ciencia ya está en deuda por el descubrimiento de tantos interesantes mamíferos peruanos”  (Thomas, 1897).


Añuje de Kalinowski (Dasyprocta kalinowskii Thomas, 1897). 
Dibujo de Roy Baethe

 https://www.biolib.cz/en/taxonimage/id370175/?taxonid=37040&type=1






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EL YAGUARETÉ SEGÚN JOHANN RUDOLF RENGGER

Te voy a contar mi historia, de tristezas y de gloria Fuerte, salvaje y valiente, soy guardián de la memoria Hubo un tiempo que fui líde...