"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 23 de junio de 2024

UNA HISTORIA DE LA ALPACA (Vicugna pacos)

 Investigación y redacción Alex Mouchard

 

 

Mis alpacas son el sustento mío.

El sustento de mis coterráneos.

Mis alpacas son el desarrollo de mi tierra.

El escudo y el símbolo que cubre los parajes.

Alpaca mía tu lana es la ignota raicilla

y el vestuario del hombre más humano.

Alpaca mía tu lana es la hilacha de un mitra encasquetada

de un sueño que perdí.

Tu fibra es el pan de mi tierra.

Tu fibra es el abrigo que cubre el frío.

Tu fibra es la riqueza más apreciada del mundo.

Tu fibra es el oro de mi tierra que atesora.

 

Prof. Leonardo Quispe Molina - El sustento de mi tierra (fragmento)

(Quispe Molina, 2007)

 



Auchenia Guanaco Ill., var. Alpaca.
Dibujo de A. Fleischmann. 
(Schreber, [1774]).





La alpaca  (Vicugna pacos) es una especie doméstica de camélido sudamericano que no se encuentra en estado silvestre en ninguna parte de su área de distribución. Estudios genéticos recientes indican que proviene de la  vicuña (Vicugna vicugna), especie silvestre, y que también ha tenido aportes genéticos de la llama, la otra especie doméstica de camélido, derivada del guanaco (Kadwell et al., 2001).

 

 

ALPACAS PRECOLOMBINAS

Pese a las dificultades para diferenciar los restos de llamas y alpacas en los yacimientos arqueológicos, hay evidencias de que la  alpaca habría sido domesticada, incluso antes que la llama,  por los pueblos andinos del altiplano central de Perú, hace entre 6000 y 4000 años, cuando pasaron de ser cazadores a pastores. El yacimiento arqueológico de Telarmachay, a 4200 msnm, se encuentra en una zona muy fría y bastante húmeda de los Andes Centrales, hábitat favorito de la alpaca, que a diferencia de su pariente originario, la vicuña, no se adapta tan bien a los climas extremadamente secos de la Puna, y prefiere alimentarse de las plantas suculentas de los bofedales (Stahl, 2008). Se observa que entre los restos de animales en asentamientos humanos, hay una gran proporción de huesos de animales muy jóvenes o neonatos, lo que indicaría que esos animales estaban siendo criados, y entre esos huesos aparecen incisivos de alpaca (Reyna, 2005). Se considera que la primera motivación para la domesticación pudo haber sido el consumo de carne en una región poco apropiada para los cultivos,  o incluso algún uso ritual  (Bonavia, 1996).

Hace 4800-4000 años ya aparecen tejidos con lana de alpaca indicando su aprovechamiento textil, el cual se hace muy importante en la cultura Pucará, en Puno, en la zona del lago Titicaca, hace 2700-2200 años (Bonavia, 1996). Más recientemente, hace 1600 años, la cría de camélidos se había extendido al norte y al sur del área original. Otros yacimientos, como El Yaral, de la cultura Chiribaya, en el desértico sur peruano, revelaron restos de enterramientos rituales de llamas y alpacas de hace unos 900 años (Wheeler et al. 1992). Los animales eran sacrificados con un golpe en el cráneo y luego enterrados en arena, quedando momificados debido a la sequedad del clima.  En ese sitio había dos tipos de alpaca según el grosor de su lana, siendo llamativo que es mucho más fina que la de las actuales, indicando en éstas una falta de selección en su cría y seguramente cruzas con llamas (Bonavia, 1996; Pringle & Delin, 2001). 

 

Momia de alpaca, de el sitio arqueológico El Yaral (Moquegua, Perú) (Wheeler et al., 1995)


 

UN REGALO DE LOS DIOSES

Para los incas, hace 500-600 años, las llamas tenían un valor económico y religioso mayor que las alpacas. Éstas eran criadas principalmente por su lana, siendo seleccionadas según el tipo de fibra y el color de su capa, que tenía especial relevancia ritual. La más importante área de cría era en los alrededores del lago Titicaca, principalmente por las etnias aimara (colla y lupaqa) (Murra, 2002). La actividad estaba muy desarrollada. Los pastores identificaban los pastos especiales para las alpacas en zonas inundables (bofedales), que conseguían inundando extensos terrenos por medio del desvío de las aguas. Encerraban a los animales en corrales de piedra (pircas) para protegerlos de las aves rapaces y de los pumas.  Manejaban también técnicas zootécnicas y veterinarias, manteniendo los rebaños separados por el color y calidad de la lana. Se hacían censos anuales y se mantenían registros mediante el sistema de nudos o quipu (Wheeler et al. 1995). En esa época ya existían los dos fenotipos actuales de la especie: la Suri, , de pelo largo que cae como flecos, y que era predominante en ese tiempo,  y la Huacaya, con un vellón denso y esponjoso, por lo que resiste mejor el frío y puede vivir a mayores alturas, y que constituye el 90% de la población actual (Wheeler et al. 1995).

Las alpacas eran consideradas un regalo de la Pachamama, quien las habría entregado a los hombres para honrarlas y cuidarlas. Se trataba con mucho respeto a estos animales, cualquier sufrimiento que se les infligiera, como privarlas de sus pasturas preferidas, podría volverse contra el perpetrador.  Por lo mismo, era un sacrilegio utilizarlas como animales de carga y sólo consumían su carne si el animal moría por causas naturales, o si se descartaba por viejo o enfermo. (Ledger, 1861; Latcham, 1922). Esculpían su imagen en conopas, pequeñas estatuillas sagradas (illa), de unos 30 cm, con forma de llama o alpaca, trabajadas y pulidas con mucho cuidado en piedras de grano fino. En el dorso le hacían una cavidad (qocha)  que se llenaba con grasa y sangre  de estos animales y hojas de coca,  y así se las colocaba como ofrenda en los pastizales o se las enterraba en los corrales para pedir por la prosperidad y la fertilidad de los rebaños. Las conopas de alpacas tienen los rasgos de la variedad Suri, con sus largas “rastas” que caen a los costados del cuerpo (Rowe, 1946).


Conopas de cerámica Wari (Quinua, Ayacucho, Perú)

https://andina.pe/agencia/noticia-ayacucho-anuncian-exhibicion-nuevos-vestigios-hallados-complejo-arqueologico-wari-888076.aspx




Los incas tenían una cultura textil donde la lana de alpaca se utilizaba para ropas nobiliarias y para su escritura de nudos o quipu. Las telas de alpaca se usaban como obsequio a los nobles leales al Inca y para pagar a sus milicias. La fabricación de telas era una actividad monopolizada por el Estado, que atesoraba depósitos llenos de estos productos (Wheeler et al. 1995). Por otra parte, los cueros de las alpacas eran secados, untados con grasa y sobados hasta que quedaban suaves y flexibles. Se los utilizaba para fabricar ojotas (usutas) (Latcham, 1922).

 

El 1º de agosto, coincidiendo con la festividad de la Pachamama, 

se celebra actualmente el Día Nacional de la alpaca en Perú.

https://siar.regioncajamarca.gob.pe/novedades/dia-nacional-alpaca#:~:text=Se%20celebra%20cada%201%20de,de%203.6%20millones%20de%20ejemplares.




 

 



Fragmento de tejido de lana de alpaca. Cultura Paracas (100 AC). 

Museum of Fine Arts, Boston.

https://www.davisart.com/blogs/curators-corner/hispanic-heritage-month-2023-textiles-of-ancient-peru/




PAÑOS DE MUY ESCOGIDA LABOR

 

             La lana labran los indios, y hacen ropa, de que se visten: una, grosera y común, que llaman hauasca; otra, delicada y fina, que llaman cumbi. De este cumbi labran sobremesas y cubiertas y reposteros y otros paños de muy escogida labor, que dura mucho tiempo, y tiene un lustre bueno, cuasi de media seda. y lo que es particular de su modo de tejer lana, labran a dos haces todas las labores que quieren, sin que se vea hilo ni cabo de él en toda una pieza. Tenía el Inga, rey del Perú, grandes maestros de labrar esta ropa de cumbi, y los principales residían en el repartimiento de Capachica, junto a la laguna grande de Titicaca. Dan con hierbas diversas diversos colores y muy finos a esta lana, con que hacen varias labores. Y de labor basta y grosera, o de pulida y sutil, todos los indios e indias son oficiales en la sierra, teniendo sus telares en su casa, sin que hayan de ir a comprar, ni dar a hacer la ropa que han menester para su casa” (Acosta,  1590).



 

 

 

OVEJAS DE LA TIERRA

Cuando los españoles llegaron Perú, los incas quemaron sus depósitos para evitar que cayeran en manos de los conquistadores. A su vez los españoles  faenaron los animales para alimentar a sus ejércitos y  para extraer de sus intestinos las mágicas piedras bezoares. Además confiscaron más de 3.000 conopas para tratar de eliminar todo recuerdo de la cría de alpacas, reemplazándolas por ovejas españolas, las que además contagiaron a los camélidos con una gran epidemia de sarna (caracha) en 1544-1545. En el primer siglo de la conquista se exterminó así a un 90%  de la población de alpacas. Sólo un pequeño número de ellas pudo ser escondido por los indígenas en lugares remotos del altiplano y así se conservaron hasta la actualidad (Latcham, 1922; Wheeler et al. 1995; Bonavia, 1996).

 

Conopas en forma de alpaca en piedra. Cultura inka (1200-1532 D.C.) 

https://drouot.com/es/l/17107448--dos-canopas-en-forma-de-alpac




 

 

LA CARACHA

 

En tiempo del Visorrey Blasco Núñez Vela, año de mil y quinientos y quarenta y quatro, y quarenta y cinco , entre otras plagas que entonces hubo en el Perú, remanesció en este ganado la que los indios llaman Carache, que es sarna; fue cruelísima enfermedad hasta entonces nunca vista;  dábales en la bragada y en el vientre, de allí cundía por todo el cuerpo, haciendo costras de dos, tres dedos en alto; particularmente en la barriga , donde siempre cargaba más el mal, haciánsele grietas de dos y tres dedos en hondo, como era el grueso de las costras hasta llegar a las carnes; corría dellas sangre y materia, de tal manera que en muy pocos días se secaba y consumía la res. Fue mal muy contagioso, despachó con grandísimo asombro, y horror de indios y españoles,  las dos tercias partes del ganado mayor y menor, Paco, y Huanacu. Dellas se les pegó al ganado bravo llamado Huanacu y Vicuña, pero no se mostró tan cruel con ellos por la región más fría en que andan, y porque no andan tan juntos como el ganado manso . No perdonó las zorras, antes las trató cruelísimamente, que yo vi el año de mil y quinientos y quarenta y ocho, estando Gonzalo  Pizarro en el Cuzco y victorioso de la batalla de Huarína, muchas zorras, que heridas de aquella peste , entraban de noche en la ciudad, y las hallaban en las calles, y en las plazas vivas y muertas, los cuerpos con dos, tres y más horados que les pasaba de un cabo a otro, que la sarna les había hecho, y me acuerdo que los indios como tan agoreros, pronosticaban por las zorras la destrucción y muerte de Gonzalo Pízarro, que sucedió poco después. A los principios desta plaga entre otros remedios desesperados que le hacían, era matar, o enterrar viva la res que la tenía, como también lo dice el Padre Acosta, libro quarto, capitulo quarenta y uno, mas como luego cundió tanto no habiendo los indios, ni los Españoles, que hacer para atajarla , dieron en curarla con fuego artificial se hacían cocimientos de solimán y piedra cufre, y de otras cosas violentas, que imaginaban serían a propósito, y tanto más aína moría la res, echábanles manteca de puerco hirviendo, también las mataban muy aína; hacían otras muchas cosas de que no me acuerdo, mas todas les salían a mal, hasta que poco a poco probando una cosa y otra, hallaron por experiencia, que el mejor remedio era, untar las partes donde había sarna con manteca de puerco tibia, y tener cuidado de mirar si se rascan en la bragada, que es donde primero les da el mal, para curarlo antes que cunda más, con este se remedió mucho aquella plaga, y con que la mala influencia  debió de ir aplacando porque después acá no se ha mostrado tan cruel como a los principios” (de la Vega, 1609).

 

 

 

 








 






















En la época colonial, los españoles reconocieron finalmente el valor de las alpacas y desarrollaron la producción de textiles de alta calidad que eran exportados a Europa. En el siglo XIX, ya en plena revolución Industrial, Inglaterra vio en la fibra de  alpaca un insumo para la industria textil. Principalmente el inglés Titus Salt, que desarrolló la técnica para hilar y tejer la lana de alpaca en 1836, ganó una fortuna con sus telares fundando una villa industrial: Saltaire, en Bradfordshire (Dickens, 1853). El término “Alpaca” pasó a designar telas muy finas, aunque incluían fibras de otro origen, muy apreciadas para la vestimenta, así como para fabricar paraguas, notables por su suavidad, brillo, impermeabilidad y liviandad (Sansgter, 1871). Alrededor de 1000 toneladas de fibra se exportaban de Perú a Inglaterra cada año.

Hoy en día además de su valor como productora de fibra y carne en Perú, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Europa, la alpaca por su carácter apacible y su atractivo aspecto es usada en agroturismo y en zooterapia de niños y adultos con diversas patologías. En muchos lugares se las utiliza también como protectoras de los rebaños de ovejas ya que no dudan en enfrentar y atacar a perros salvajes y zorros, golpeándolos con sus patas delanteras.

 

El Escudo de la República de Bolivia de 1829 muestra una alpaca (en versiones anteriores era 

una vicuña). En el año 2004, la alpaca se sustituyó por la llama.




 

HISTORIA NATURAL DE LA ALPACA

Los cronistas de Indias son los primeros en dar a Europa noticias de estos animales. Sin embargo en  sus informes se confunde a menudo a las llamas con las alpacas, si bien, a falta de otro nombre, comenzaron  denominando a las primeras, carneros de la tierra, y a las segundas, ovejas de la tierra.

Oviedo habla de tres especies una grande (llama), blanca, negra y overa - una mediana bermeja y blanca y una pequeña negra: “Las que son las medianas de los tres géneros que he dicho, esas son las que tienen la lana muy fina, que parece seda, de que los indios hacen muy rica ropa” (Fernández de Oviedo y Valdés,  1535).


Ovis peruana (Hernández, 1651)



Poco después Cieza de León introduce el nombre indígena: “Otro género hay de ganado doméstico, a quien llaman pacos, y aunque es muy feo y lanudo; es del talle de las llamas u ovejas, salvo que es más pequeño, los corderos cuando son tiernos, mucho se parecen a los de España. Pare en el año una vez cada una de estas ovejas y no más” (Cieza de León, 1553).

La palabra alpaca y sus derivados paco, paku, pacocha, vienen del aimara allpaqa o allpachu. Y según parece deriva del quechua paqocha, de paqu = color alazán o rubio, por el color del animal.  A las crías de las alpacas se las conoce en quechua como tuwi.


Ovis chilensis  
Dibujo de
Matthaeus  Merian (Jonstonus, 1657)



De las Llamas mansas unas son para carga y otras no, sino que sólo aprovechan con su lana y carne; éstas se dicen Pacos, y son de los mismos colores y hechura que las de carga, sólo que son un poco menores y no tan recias, y crían la lana más larga, delgada y pareja por todas las partes de su cuerpo, hasta en el pescuezo y cabeza; por lo cual las llaman los españoles Cameros lanudos, a diferencia de los de carga, que llaman Cameros rasos. La lana de los Pacos es la más fina y la que comúnmente se labra  (Cobo, 1653).

Precisamente Ovalle habla sobre estas “ovejas” señalando  que tienen “hendido el labio de arriba por donde escupen a los que las enojan, y los muchachos que son los que las suelen inquietar, en viendo que les quieren escupir huyen porque tienen entendido, y así lo sienten comúnmente todos, que al que alcanza la saliva le llenan de sarna donde ella toca ... Son de mucha estima sus lanas que se tejen unas mantas que parecen de chamelore muy lustrosas" (Ovalle, 1646).


Lama alpaca (Auchenia llacma) du Pérou.
Grabado de Christophe Annedouche (Gervais, 1854-55)



Pero quien más se explaya sobre el tema es el jesuita Josef de Acosta:

Son estos carneros o llamas en dos especies: unos son pacos o carneros lanudos; otros son rasos y de poca lana, y son mejores para carga; son mayores que carneros grandes y menores que becerros; tienen el cuello muy largo, a semejanza de camello, y hanlo menester, porque, como son altos y levantados de cuerpo, para pacer requieren tener cuello luengo. Son de varios colores: unos, blancos del todo; otros, negros del todo; otros, pardos; otros, varios, que llaman moromoro. Para los sacrificios tenían los indios grandes advertencias de qué color habían de ser para diferentes tiempos y efectos. La carne de éstos es buena, aunque recia; la de sus corderos es de las cosas mejores y más regaladas que se comen; pero gástanse poco en esto, porque el principal fruto es la lana para hacer ropa, y el servicio de traer y llevar cargas” (Acosta,  1590).


Aries moromorus (Nieremberg, 1635)




Es todo este ganado amigo de temple frío, y por eso se da en la sierra y muere en los llanos con el calor. Acaece estar todo cubierto de escarcha y hielo este ganado, y con eso muy contento y sano.  … Los pacos a veces se enojan y aburren con la carga, y échanse con ella sin remedio de hacellos levantar; antes se dejarán hacer mil piezas, que moverse, cuando les da este enojo. Por donde vino el refrán que usan en el Perú, de decir de uno que se ha empacado, para significar que ha tomado tirria, o porfía, o despecho, porque los pacos hacen este extremo cuando se enojan. El remedio que tienen los indios entonces es parar y sentarse junto al paco y hacerle muchas caricias y regalalle, hasta que se desenoja y se alza, y acaece esperarle bien dos y tres horas, a que se desempaque y desenoje … Dales un mal como sarna, que llaman carache, de que suele morir este ganado. El remedio que los antiguos usaban era enterrar viva la res que tenía carache, porque no se pegase a las demás, como mal que es muy pegajoso” (Acosta,  1590).

                                       

Del ganado menor que llaman Pacollama no hay tanto que decir, porque no son para carga, ni para otro servicio alguno, sino para carne, que es poco menos buena que la del ganado mayor, y para lana que es bonísima y muy larga, de que hacen su ropa de vestir de las tres estofas que hemos dicho, con colores finísimos, que los indios las saben dar muy bien que nunca desdicen. De la leche de un ganado ni del otro no se aprovechaban los indios, ni para hacer queso, ni para comerla fresca: verdad es que la leche que tienen es poca, no más de la que han menester para criar sus hijos” (de la Vega, Garcilaso, 1609).



The alpaca (Huish, 1830)




            Viajeros como Amédée Frézier aportaron más datos sobre la utilidad de la especie: “
su lana sirve para hacer telas, cuerdas y bolsas, y sus huesos sirven para hacer los instrumentos de los tejedores, finalmente sus excrementos sirven para encender fuego para la cocina y para calentarse” (Frézier & Picart, 1717).  Este combustible era conocido como taquia. Otros viajeros, en cambio, contribuyeron a propagar noticias falsas sobre la alpaca. Un holandés anónimo, hacia 1643, realizó un dibujo de una alpaca de cuatro garras en las patas anteriores. El dibujante habría participado del viaje a Chile de Henrik Brouwer y Elias Herckmans, de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. En Valdivia tras un desembarco en que no vieron ni indios ni españoles, trajeron “cinco grandes ovejas-camellos con lana fina, habiendo cuellos de 3 a 4 pies de largo, no aptas para comer porque la carne es fibrosa como la del caballo” (Brouwer, 1646; Mason, 2009). Posteriormente la imagen fue replicada en otros libros de Historia Natural describiendo “sus pies anteriores divididos en cuatro garras” (Marcgrave & Piso, 1648). Algunos suponen que el tal animal era un chiliweke, un escaso camélido chileno, ya extinto, que podría tratarse de una especie desconocida o bien de un guanaco domesticado (Latcham, 1922).

 


Alpaca de cuatro garras (Brouwer, 1646)


 
Ovis chilensis, con cuatro garras (Marcgrave & Piso, 1648)



LA ALPACA SEGÚN LOS ZOÓLOGOS

Los zoólogos europeos basaron sus primeras descripciones de la alpaca en los relatos de los cronistas españoles de Indias. Uno de los primeros fue John Ray quien la denominó Pacos, o bien Oveja de la India o Peruana y de la cual dice que es obstinadísima. Y cita a Gregorio de Bolívar: “es tal la abundancia de lana … que sólo en el cuello y en la cabeza tiene más que en todas nuestras ovejas, y por consiguiente los indios cortan la mayor cantidad de ella en todo el cuerpo”. Luego aclara comparándola con la llama, de la cual sospecha que es una especie diferente, “es más débil y menos adecuada para llevar cargas, pero se la alimenta principalmente gracias a su lana y carne” (Ray, 1693).

El nombre pacos fue adoptado más tarde por Linneo como denominación específica, ubicándola dentro del género Camelus por sus similitudes con los camellos de África y Asia.



Alpaca (Chenu, 1851-1860)




Pero dos siglos después de la conquista del Perú aún era muy poco lo que se sabía sobre estos animales, según Buffon porque en las ciudades americanas donde “hay gentes letradas las podrían haber dibujado, descripto y diferenciado”. Considera a las alpacas una especie “sucursal” de la llama pero reconoce correctamente que es una vicuña domesticada. “Son más pequeñas y menos apropiadas para el trabajo, pero más útiles por su esquila; la larga y fina lana de la que están cubiertas es una mercancía de lujo muy cara, tan apreciada como la seda”. Y con respecto a su carácter “están más sujetas a los caprichos de la obstinación, una vez que se echan con su carga, antes se dejaran cortar en pedazos que levantarse” (Buffon, 1765).



  The alpaca (Brehm, 1895)

            

            Recordemos que en 1808 habían llegado once camélidos (llamas, alpacas y vicuñas) a la menagerie que había organizado en su castillo de  Malmaison la emperatriz Josephine de Beauharnais, la esposa de Napoleón, quien los había recibido como regalo de Manuel Godoy, secretario del rey de España, Carlos IV. Provenían de Perú y Chile, desde donde fueron arreados a Buenos Aires en etapas de pocos kilómetros por día, alimentadas con papas, maíz y heno. Se las embarcó hacia Cádiz y al llegar fueron albergadas en el Jardín Botánico de la Paz, de Sanlúcar de Barrameda, que había creado Godoy. Pero en 1808 se produjo el motín popular de Aranjuez en contra de ese funcionario.  La gente quería echar al mar a los animales, aunque afortunadamente no lo hicieron y el regalo real pudo llegar a Josephine.   Era Intendente de Malmaison el botánico  Aimé Bonpland, tan vinculado a las ciencias naturales de Latinoamérica, quien tenía buenas relaciones con el Museo de Historia Natural de París.  De esta forma los animales quedaron al alcance de los zoólogos franceses como Frédéric Cuvier, quien los estudió y en relación al comportamiento de la alpaca observó que “era de una naturaleza muy dulce, pero, si se la molestaba, golpeaba con las patas de atrás, o soplaba fuertemente, lo que la hacía lanzar saliva; galopaba para correr, y nunca trotaba. Su voz era un grito muy dulce parecido al débil balido de una oveja” (Cuvier, 1816-1830). 


El alpaco, o paco, es menor que la llama … En forma se parece a la oveja, pero tiene un cuello más largo y una cabeza más elegante. El vellón  de este animal es hermosamente suave y muy largo; en algunas partes es de 10 a 13 cm de largo.  Su color es generalmente o blanco o negro; pero en algunos pocos casos es manchado. Los indios hacen mantas y ponchos de lana de alpaco.  Frecuentemente es exportado a Europa, y se vende a buen precio en Inglaterra. Los alpacos son mantenidos en grandes rebaños, y durante todo el año pastan en zonas de altura. Sólo en tiempo de esquila son conducidos a las casas. Por lo tanto son muy ariscos, y corren al aproximarse un extraño. La obstinación del alpaco es remarcable. Cuando uno de estos animales es separado del rebaño, se echa en el suelo, y no hay fuerza ni persuasión que lo induzca a levantarse; a veces sufriendo el más severo castigo antes de seguir el camino que su dueño quiere. Pocos animales parecen necesitar tan imperativamente la compañía de su propia especie, y sólo cuando se las trae a las chozas indias muy jóvenes, que los alpacos pueden ser separados de sus rebaños” (Tschudi, 1847).

 

Conopas wari (s. VII) - 

https://ceramicasperu.com/cultura/wari/


 



LOS MITOS DE LA ALPACA.

Los incas tenían una leyenda para explicar el origen de las alpacas. La hija de Apu, el dios de la montaña, cuidaba los rebaños de alpacas de su padre. Un día conoció a un pastor y se enamoraron. Apu les permitió seguir con el romance sólo si el hombre se comprometía a cuidar a las alpacas y a  llevar siempre consigo una illa, la estatuilla sagrada con forma de alpaca. La joven llegó del mundo inferior a través de un lago con su rebaño y la illa. Todo andaba bien, pero en un momento el pastor se descuidó y dejó la illa en el suelo, entonces la joven y sus alpacas volvieron con su padre. El hombre sólo logró retener unas pocas alpacas, que aún se encuentran en pantanos del páramo andino, esperando el fin del mundo para poder regresar con Apu (Vilá, 2001).

Otros mitos llegados hasta nuestros días cuentan que la primer alpaca era de color negro y era cría de un ukuku (oso andino). Más tarde fue cruzada con vicuñas y nacieron alpacas de color blancuzco. Por sucesivas cruzas se obtuvieron doce colores de alpaca. Los antepasados o machula, vivían en la oscuridad, sin dios, y  criaban estas alpacas. Tras un cataclismo, los machula se extinguieron y las  alpacas se ocultaron bajo tierra, y en unos manantiales y lagunas al pie del Ausangate, convertidas en piedra. Por eso los nativos adoraban a esos cuerpos de agua, porque estos sitios llamados paqarina dieron salida a estos animales al salir el sol, cuando las alpacas fueron entregadas en préstamo a los hombres para que las cuiden (Gow & Gow, 1975). Y ellas gustan de estar en sitios húmedos, porque quieren volver a las paqarina si el hombre las descuida y las maltrata.  La extinción de las alpacas será un aviso de que se acerca el fin del mundo, por lo tanto al cuidar las alpacas los pastores no sólo velan por su subsistencia sino también por el futuro del mundo (Flores Ochoa, 1975).  Una variante de este mito existe en el distrito de Yanque (provincia de Caylloma, departamento de Arequipa), donde a los manantiales les dicen chuqisisa, que es el nombre de la esposa del Apu, el dueño de las alpacas,  y ella es dueña de los peces. Sus alpacas se convirtieron en peces y, arreándolas ella, desapareció en una vertiente (Escalante & Valderrama, 1997; Millones & Mayer, 2012).


Conopa de piedra representando una alpaca. Cultura inka (1200-1532 D.C.) 

Andes Centrales, Perú. Museo Chileno de Arte Precolombino.




El 1º de agosto, en la fiesta de la Pachamama, la gente de Pinchimuru, en las vecindades del Ausangate, sube a la montaña a buscar un don de los Apu. Son piedras sagradas en forma de alpaca y otros animales, llamadas inkaychu. Estas piedras son rociadas con agua bendita y sirven para curar enfermedades de las alpacas y mejorar su fertilidad. Pero como no desean ser vistas, se las mantiene ocultas en una bolsita y si alguien las mira, transpiran. En la fiesta de Malta Watay, a fines de agosto, además de ofrendas se realiza un apareamiento ritual de tres alpacas hembras blancas, como un rito de fertilidad y prosperidad, pero de también de renacimiento. 

En la celebración de Haywarisga, entre fines de diciembre y los carnavales, se congrega  la familia con músicos y cantores. A la noche se procede a abrir el señalu q'epi, un paquete que contiene elementos sagrados como las illa, los inkaychu, las qocha, hojas de coca, etc. Los inkaychu y las illa, piedras naturales talladas en forma de animales, representan la fecundidad de los padrillos. Las qocha son conchas marinas que representan los lugares por donde surgieron las alpacas. La ceremonia busca renovar los poderes mágicos de estos objetos  (Flores Ochoa, 1975). Durante los Carnavales también se hacen rituales secretos de ofrendas (despachos) de comida, coca, flores e incluso sacrificios de alpacas macho blancas (Gow & Gow, 1975).


Ul’ti o enk’a representando una alpaca (Larrea, 1933)



En la fiesta solar de Intip raymi, que era su celebración del año nuevo, en la luna nueva del mes de mayo, se sacrificaban muchos animales de diversos tipos y colores. Entre ellos “pacos blancos lanudos, llamados cuyllos, y otros pacos llamados paucarpaco, que eran hembras bermejas y lanudas, y otros pacos llamados oquipacos” (Molina, 1573).

Todos estos rituales se vinculan a la fertilidad y protección de los rebaños. Por lo mismo, se acostumbra mantener a la wasi sajsa, una alpaca hembra a la que no se esquila de modo que su lana llega hasta el suelo. Es un símbolo de la fuerza vital de las alpacas y favorece el crecimiento de la lana. También se suele conservar una alpaca estéril (pancha) y otra machorra (machura), a las que se respeta como protectoras del rebaño  (Gow & Gow, 1975).

Por otra parte los camélidos también tienen poderes mágicos. En Bolivia, el unto o sebo de alpaca se usa como agente principal en las brujerías, quemándolo  delante de las huacas y conopas. Según las direcciones y densidades del humo que se produce, se hacen los vaticinios. Pero es más común hacer con el sebo mezclado con harina de maíz un muñeco con la apariencia de la persona a la que se desea dañar, al cual lo queman para lograr que la voluntad de esa persona se reduzca a la nada, y se transforme en un individuo abúlico y sin sentimientos.  Con esta grasa hacen un atado de paja con hilos de colores y los colocan en los caminos, para que el que se va por ellos ya no regrese. Untando ligeramente con ella  los huakanqui (talismanes), estos mantienen sus virtudes mágicas (Paredes, 1920).



The alpaca. Dibujo de Gustav Mützel 
(Lyddeker & Sclater, 1893-1896) 









Acosta,  Josef de. [1590] 2008.  Historia natural y moral de las Indias.  Edición crítica de Fermín del Pino-Díaz.  Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.

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UNA HISTORIA DE LA ALPACA (Vicugna pacos)

  Investigación y redacción Alex Mouchard     … Mis alpacas son el sustento mío. El sustento de mis coterráneos. Mis alpacas son...