1 – Dibujo
de Ernest Seton Tompson |
La simbología de la golondrina hace
evidente aparición en la poesía más que en cualquier otra forma artística,
porque entre otras cosas permite expresar muchas emociones humanas: la
libertad, pero también el desapego, la partida, la superficialidad, la
inconstancia, e incluso el eterno retorno. A continuación vayan algunos ejemplos de los tantos que
ofrece la poética mundial:
Las
dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!
¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!
Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!
¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!
Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un volido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...
¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...
¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!
¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!
¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!
GOLONDRINAS - Alfonsina Storni
(1892-1938)
2-
Dibujo de Francis Barlow (1626?–1704) |
Vuela
lejos, golondrina,
hasta
mi prenda amada,
a esa
prenda idolatrada
le
dirás que estoy sin vida.
Le
dirás que no se olvide
de
aquel que tanto ha querido,
que yo
de ella no me olvido,
que me
roba alma y sosiego.
Así
dile, golondrina,
que por
ella estoy que muero.
Tú
llegarás, golondrina,
con
despejo soberano,
con un
apretón de manos
le
harás el mejor saludo;
le dirás
que en este mundo
no
tengo paz ni sosiego,
que yo
sufrir más no puedo
con un
dolor tan profundo,
y que
un amor iracundo
me da
la muerte que muero.
Cuando
le estés conversando
de mi
ventura pasada,
le
contarás a mi amada
lo que
me hace sufrir.
que
compasión tenga de mí
por
tanto que la he querido;
dile
que he sufrido
lo que
debía sufrir.
Así
dile, golondrina,
que más
bien quiero morir.
Te
volverás golondrina
remontándote
en el aire,
y
volverás a contarme
si
algún amor me profesa;
si es
que mueve la cabeza
con
despejo soberano,
volverás
ave llorando
a
contarme su desdén,
y si se
muere de pena
me
moriré yo también.
GOLONDRINA - Décimas de Luisa Bustos de Miranda y Toribio
Miranda, pobladores de Concarán, San Luis (Ochoa Masramón, 1966).
Ya tornan al alero las
golondrinas
y entre plumas y pajas forman sus
nidos;
y al despuntar el alba, dentro de
las ruinas
se escuchan sus arrullos medio
adormidos.
BAMBUCO – Ricardo Cuberos
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el
vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres....
ésas... ¡no volverán!
RIMA LIII - Rimas (1871) - Gustavo Adolfo
Bécquer
Las catedrales son
hermosas
Y altas bajo el cielo
azul;
Pero el nido de las
golondrinas
Es el edificio de Dios
LA NICHÉE SOUS LE PORTAIL - LES CONTEMPLATIONS -
Víctor Hugo (1802-1885)
Yo no quiero a mi niña
golondrina me la
vuelvan,
se hunde volando en el
cielo
y no baja hasta mi
estera;...
MIEDO - Gabriela Mistral (1889-1957)
3- Golondrinas y olas –Xilografía de Yamada Hôgyoku mediados s XIX, Japón. Museum of Fine Arts – Boston. |
Tú que puedes remontarte
sola
en el cielo, sin escalar
las cumbres,
y en los valles de la
tierra
descender y planear en
el aire
Tú que sin inclinarte
sobre el río,
donde nosotros sólo podemos
arrodillarnos,
puedes ir a beber, antes
de que llueva
en una nube demasiado
alta para nosotros;
Tú que te vas al
declinar las rosas
y vuelves al nido
primaveral,
fiel a las dos mejores
cosas:
La independencia y el
hogar.
Como tú, mi alma se
eleva
y de repente roza el
suelo
ella sigue en alas de
los sueños
ls hermosos meandros de
tu vuelo.
Así como necesita
viajar,
también le hace falta su
nido todos los días,
ella tiene tus dos
necesidades salvajes:
Vivir libre en un amor
intenso.
FIDÈLES HIRONDELLES - STANCES: LA VIE INTÉRIEURE -
Sully Prudhomme (1839-1907)
Se ha asomado una
cigüeña a lo alto del campanario
girando en torno a la
torre y al caserón solitario,
Ya las golondrinas
chillan . . .
ORILLAS DEL DUERO – Antonio Machado (1875-1939)
La golondrina allá afuera
está diciendo:
-Pasé el día sin hacer
nada, sin hacer nada.
Golondrina, golondrina, mi
canción es más triste:
-Pasé mi vida sin hacer
nada, sin hacer nada.
ANDORINHA,
ANDORINHA – Manuel Bandeira (1966)
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . .
Todo está en su lugar;
las golondrinas
en la torre más alta de
la iglesia;
el caracol en el jardín,
y el musgo
en las húmedas manos de
las piedras.
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . .
HAY UN DÍA FELIZ
- Nicanor Parra (1914-2018)
- ¡Oh! si yo fuera dulce
golondrina,
- Decía un niño de
pupila azul -
on su ala yo, de niebla
vespertina,
cruzaría gozoso el leve
tul.
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . .
EL NIÑO Y LA GOLONDRINA - Jorge Isaacs (1837-1895)
4 – La
llegada de las golondrinas – Dibujo de M. Giacomelli |
Las golondrinas se han
ido.
La brizna de hierba
tiene frío en los tejados;
llueve sobre las matas
de ortigas.
Buen leñador, corta
leña.
Las golondrinas se han
ido.
El aire es áspero, la
casa es buena;
llueve sobre las matas
de ortigas.
Buen carbonero, haz
carbón.
Las golondrinas se han
ido.
El verano huye con pasos
desiguales;
llueve sobre las matas
de ortigas.
Buen atador, haz atados.
Las golondrinas se han
ido
¡Buen día, invierno!
Adiós, cielo azul!
Llueve sobre las matas
de ortigas.
Tú que tiemblas, haz fuego.
Las golondrinas se han
ido.
Escarcha de noche, brisa
de día.
Llueve sobre las matas
de ortigas.
Tú que vives, haz el
amor.
CHANSON – Víctor Hugo (1802-1885)
Golondrina que vas por lo
alto,
¿Por qué no vienes a
traerme
cualquier cosa que me
falta
y que no sé nombrarte?
QUADRAS AO GOSTO POPULAR - Fernando
Pessoa (1888-1935)
Oh,
golondrina chirriando en las brillantes vísperas,
¿Por
qué has dejado en el lejano sur tu lindo hogar,
para
construir entre estas mojadas hojas de abril,
y
cantarme canciones de primavera antes de que llegue?
¡Muy
pronto cantas! Tú, negra espina obstinada,
no
produces ni un brote; el viento se desplaza furtivo.
La que
una vez te arrojó migajas y en la mañana
cantó
desde la reja donde tu cantaste, se ha ido.
¡Aquí
no hay primavera, vana golondrina!
Viniste
a burlarte de mí con cosas del recuerdo.
No te
quiero, oh, ave demasiado alegre para mí.
Lo que
yo quiero tú lo tienes, -el don de tus alas:
La pena
– que yo tengo – no la tienes tú. ¡Vete volando!
¡Qué
tiene mi tejado para ti? Mi frío y oscuro techo,
¡Bajo
sus llorosas tejas tus huevos se congelarán!
El
verano no se detendrá aquí, así que mantente lejos.
Otros
se han ido; vete tú también. En esos árboles mojados
no veo
la primavera, aunque aún cantas por ella.
¡Adiós
entonces, falso profeta!
LA GOLONDRINA - Owen Meredith (Lord Edward Robert
Lytton)
(1831-1891)
Una
golondrina vuela por el cielo
vuela hacia su nido
su nido donde hay pichones
les lleva una sombrilla,
gusanos rojos y dientes de león
un montón de cosas para divertir a los chicos
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
la
golondrina pasa por ahí y frunce las cejas
la
horrorizan los escándalos
las moscas son piadosas
la golondrina es atea
vive
es bella
vuela rápido
hay un buen Dios para las moscas
hay un Dios para las polillas
para las golondrinas no hay ningún buen Dios
no les hace falta...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ÉVÉNEMENTS - Jacques Prévert
(1900-1977)
5- Golondrinas en la lluvia – Dibujo de Charles Whymper |
Te has negado a cerrar los ojos,
muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos
golondrinas:
su color coronado de junios, ya
es rocío
alejándose a ciertas regiones
matutinas.
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
A MI HIJO - Miguel Hernández
(1910-1942)
Las
golondrinas, espantadas de sus nidos
por el
sonido discordante del dolor,
entre
las vigas pardas y desnudas
daban
vueltas y vueltas ...
THE SCOTTISH WEAVER - Lydia Huntley
Sigourney (1791-1865)
Yo se
lo rica y profunda que es la siesta
sobre
el césped de terciopelo,
y como
las notas liquidas de las golondrinas
se oyen
en el alero al amanecer;
WHERE HUDSON SWEEPS BETWEEN THE
HILLS - Ella Rhoads Higginson (1861-1940)
Golondrina que hiciste
nido en mi alma, una
tarde,
y que andas por el azul
celeste
cantando y jactándote;
Que, en tiempos de gran
calma,
bebiste de mis creencias
haciéndo de mi alma
arroyo de golondrinas;
Di ahí: ¿por qué no
vuelves
a tu secreto refugio,
peregrina de alas libres
a quien sigo por las
nubes?
¿Por qué vives por los
aires,
¡Oh, alma de luciérnaga!
cuando hay frutos en los
huertos
y tanta flor en los
campos?
Huye de las lágrimas y el
frío,
abirendo las leves plumas
...
Mira tu nido vacío,
sueño emplumado, y ven
cerca ...
¡Ven, recortando los
espacios,
en un ensueño nostálgico,
a caer temblando en mis
brazos,
a dormir tranquila en mi
seno!
¡Ah, ya no vienes, con las
alas planas,
a saciarte en mí, como lo
hacías ...
Esta alma mía era entonces
arroyo de golondrinas!
ANDORINHA -
Bernardino Lopes (1900)
Huésped
del verano,
la
golondrina que frecuenta los templos
muestra,
junto a
su amada mansión, que el aliento del cielo
huele
aquí seductor; sin saliente, friso,
contrafuerte,
ni la ventaja de un rincón, sin embargo este pájaro
hace su
lecho colgante y su cuna procreadora:
Donde
más se reproducen y rondan, he observado
que el
aire es delicado.
MACBETH - Acto 1, escena 6 - William Shakespeare (Geikie,
1916)
En la
trama ligera
de un girón de neblina,
su primer golondrina
trae la primavera.
Detrás de ella abre el cielo
serenísimo tul
y en su intrépido vuelo
colúmpiase el azul.
Y los vértigos salva,
tendida al infinito,
y aclárase en su grito
la perla azul del alba.
Cristales de luz quiebra
su presuroso afán,
o prolonga una hebra
de sol, en largo hilván.
O con sutil donaire
su veleta dibuja
en la sublime aguja
del castillo del aire.
O sobre el turbio estero
pasa echando la red,
o estrellado tintero
semeja en la pared.
O parece que llama
solícita al enjambre,
poniendo en un alambre
su alado telegrama.
Pero, no bien se posa,
cuando parte, gentil,
en un ensueño rosa
de tarde pastoril.
Un esplendor sonoro
bajo ella se desliza,
mientras la tarde riza
sus corderitos de oro.
Su V, su T, su H,
pinta en un arrebol,
y engarza su azabache
con su aro ardiente el sol.
LA GOLONDRINA - Leopoldo Lugones (1917).
Golondrina, hermana mía, oh hermana
golondrina,
¿Cómo puede estar tu corazón lleno de
primavera?
Mil veranos han pasado y están muertos.
¿Qué has encontrado en la próxima
primavera?
¿Qué has encontrado en tu corazón para
cantarlo?
¿Qué harás cuando termine el verano?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ITYLUS - Algernon Charles Swinburne (1837-1909)
Bajo el alero de las golondrinas,
¡Qué afán parlero, qué inquietud cercana
divulgan nuestras gárrulas vecinas!
¡Cuánto prolonga su emoción ufana
la tarde que sonrosa las colinas!
¡Qué audaces curvas ante la ventana!
¡Qué celeste embriaguez!... Es que mañana
van a volar las nuevas golondrinas.
EL PRIMER VUELO - Lugones (1917)
Jugando, en los cielos de abril que
extendían
sus abismos azules sobre mi cabeza,
mientras avanzaba hacia el bosque, me
apuré,
escuché el gorjeo de la golondrina;
Oh!, patinadora de los campos aéreos,
con alas de acero que baten audaces,
sólo te preocupa ganar estos espacios,
y no temes los vientos más amargos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
THE SWALLOW - John Burroughs (1837-1921)
Cortando el aire del mundo,
veloz, palpitante flecha,
enviada del horizonte
y del día sin fronteras,
desgrana espigas de cielo
sobre el amor de la tierra.
Siempre con su vida al viento,
siempre con su aire de fiesta
y aquerenciada en el aire
de las claras primaveras.
Cielo agolpado en las alas,
pero cielo de tormenta,
mientras una nubecita
en el pecho le blanquea.
A veces en alto alambre
enfila su gracia trémula,
o jubilosa de altura
por las alturas pasea,
o casi tocando el suelo
curiosamente revuela.
Su trino, mensaje tenue,
vagas nostalgias despierta,
y aletean los ensueños
junto a sus alas viajeras.
De las lejanías trae
lo que el corazón espera
con la emoción de otras gentes
y el aroma de otras tierras.
Ella es signo amoroso
-internacional y nuestra-
que une distintos paisajes
y hermana patrias diversas.
Tan juguetona en el viento
y tan de la primavera,
trae la anunciación dichosa
de las albas venideras.
LA GOLONDRINA - Román (1944)
¡Qué
esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué
esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué
esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué
esfuerzo de la abeja por ser caballo!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MUERTE - Federico García Lorca (1898-1936)
Mojan sus alas al ocaso,
se proyectan contra el aire
como para estrellarse en su quietud:
Cada movimiento, demasiado rápido para
seguir,
es un festejo de indecisión,
un furtivo deleite en árboles que no desean
y en pastos que no conocerán su peso.
Suspendidas, se precipitan hacia el prado.
con pequeños gritos agudos;
y luego,
como asustadas por la cercanía del suelo,
buscan la suprema austeridad del cielo
vespertino
y se arremolinan en su profundidad.
SWALLOWS - Leonora Speyer
(1872-1956)
El sol brilla, el aire es claro,
la lanzada golondrina planea y canta.
IT IS NOT ALWAYS MAY - Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882)
La golondrina que volvió
me traía una carta clara,
una carta escrita con aire,
con humo de la primavera:
voló, cruzó, rayó, volando,
amenazando los minutos
con su virtud de terciopelo
y su dirección de saeta.
Y ya se sabe que volvió
a las espumas de Isla Negra
bailando en el cielo del mar
como si estuviera en su casa
y dejando caer del cielo
una fragancia prematura
con las noticias que me trajo
en una carta transparente.
GOLONDRINA - Neruda, 1973
Vuela, vuela lejos sobre el mar,
golondrina amante del sol, porque el verano
terminó;
Vuelve, ven de nuevo, vuelve a mí,
Trayendo el verano y trayendo el sol.
THE SWALLOW - Christina
Rossetti (1830-1894)
Pablo nuestro que estás en tu Chile,
viento en el viento.
cósmica voz de caracol antiguo.
nosotros te decimos,
gracias por la ternura que nos diste.
por las golondrinas que vuelan con tus
versos.
CANCION PARA PABLO NERUDA - Atahualpa Yupanqui (1908-1992)
Rozando levemente, girando tranquilas,
las golondrinas vuelan bajo
sobre el campo en los días nublados,
el campo forestal de Shiloh.
Sobre el campo donde la lluvia de abril
consuela a los abrasados que se estiran
doloridos
en la pausa nocturna
que siguió al combate del domingo
alrededor de la iglesia de Shiloh.
La iglesia tan solitaria, construida con
troncos,
que hacía eco a muchos con un gemido de despedida
y la oración natural
de los enemigos agonizantes allí
entremezclados.
Enemigos por la mañana, pero amigos por la
noche.
La fama o el país es lo que menos les
importa:
(¡Qué otra cosa puede desengañar como una
bala!)
Pero ahora yacen abajo
mientras sobre ellos se deslizan las
golondrinas,
y todo está en silencio en Shiloh.
SHILOH: A REQUIEM (April, 1862)
- Herman Melville
Muchas coplas del noroeste
argentino se refieren a la capacidad de las golondrinas para atravesar el mar
en vuelo durante sus migraciones, mostrando la dificultad o la capacidad de
atravesar una situación:
Dicen que las golondrinas
pasan la mar de un volido.
Así lo pasaré yo
cuando me echés al olvido…
Dicen que las golondrinas
pasan todo el mar volando,
Así me lo paso yo
toda la vida llorando.
¡Golondrina pasajera!
Pasas la mar de un volido,
yo también la pasaría,
en alas de tu cariño.
Dicen que la golondrina,
pasa el mar de un sólo vuelo,
Así quisiera olvidar,
mi pena y mi desconsuelo.
Yo soy como golondrina,
paso el mar en un volido,
¿Cómo querís que te quiera,
cuando tantos te han querido?
Soy como la golondrina
que pasa la mar volando,
Así me lo paso yo
por tu nombre preguntando.
Dicen que las golondrinas
pasan la mar de un volido,
Yo también lo sé pasar
toda la noche dormido.
Más Coplas populares:
San Luis:
Se parece a tu cariño
muchacha, la golondrina,
viene por la primavera
y al invierno se retira.
Salta:
¡Ay! mi padre plantó un peral,
¡Ay! cubierto de perlas finas,
¡Ay! en el pimpollo más alto,
¡Ay! se asentó una golondrina;
¡Ay! por el pico echaba sangre,
¡Ay! con las alas la batía,
¡Ay! bien haiga del escribano
¡Ay con la pluma que escribía!
Soy como la golondrina,
solita nací en verano
así que hi de morir tarde
¿Cómo no muero temprano?
Aquí me pongo, vidita,
a cantar mi relancina,
de muerto y resucitado,
vengo como golondrina.
La Rioja:
Un jilguero apasionado
se lo pasaba cantando;
por culpa’e una golondrina
ahora vive llorando.
Catamarca
Yo soy como la golondrina,
volaba tan bajocito;
no quiero prendas con dueño,
dejame vivir solito.
El río no pierde su cauce, mi bien,
la golondrina vuelve a su nido.
¡Pobre mi negra si volverá!
Dentro de la poesía musical también
hay piezas notables:
¿Adónde
te irás volando por esos cielos
brasita
negra que lustra la oscuridad?
Detrás
de tu vuelo errante mis ojos gozan
la
inmensidad, la inmensidad.
Veleros
de la tormenta se van las nubes,
en
surcos de luz dorada se pone el Sol,
y como
sílabas negras las golondrinas
dicen
adiós, dicen adiós.
Vuela,
vuela, vuela, golondrina,
vuelve
del más allá
vuelve
desde el fondo de la vida
sobre
la luz, cruzando el mar,
cruzando
el mar.
Un
cielo de barriletes tiene la tarde,
el
viento en las arboledas cantando va,
y
desandando los días mi pensamiento
también
se va, también se va.
Cuando
los días se acorten junto a mi sombra
y en mi
alma caiga sangrando el atardecer,
yo
levantaré los ojos pidiendo al cielo
volverte
a ver, volverte a ver.
Vuela,
vuela, vuela, golondrina,
vuelve
del más allá,
vuelve
desde el fondo de la vida
sobre
la luz, cruzando el mar,
cruzando
el mar.
LAS GOLONDRINAS - Canción de Jaime
Dávalos y Eduardo Falú.
Golondrinas de un solo verano
con
ansias constantes de cielos lejanos...
Alma
criolla, errante y viajera
querer
detenerla es una quimera...
Golondrinas
con fiebre en las alas
peregrinas
borrachas de emoción...
Siempre
sueña con otros caminos
la
brújula loca de tu corazón...
GOLONDRINAS - Tango de Alfredo Le Pera y Carlos Gardel (1934)
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Pero
nunca más hubo golondrinas en Pompeya
Viajeras de funeral
Las conocí cantando en la Paternal
en un sucucho barato y de arrabal
Su voz un veneno brutal, malevo y voraz
y su corazón durmiendo en un gran Palacio.
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
NUNCA MAS HUBO GOLONDRINAS EN POMPEYA - Canción de Blitto
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Alzó la
copa,
la copa vacía
y brindó por nadie,
llena de alegría,
le dijo un verso,
un verso de Withman
a la golondrina
que pasó de prisa
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
A LAS 6 DE LA MAÑANA – Leonardo Favio (1938-2012)
Por la mañana, al cruzar el Delaware, noté un número inusual
de golondrinas en vuelo, dando vueltas, lanzándose, indescriptiblemente
gráciles, muy cerca del agua. Numerosas volaron, alrededor de la proa del
transbordador amarrado en su muelle; y cuando salimos, observé más allá del
extremo de los muelles, a través de la
ancha corriente y justo sobre ella, el trazado de sus rizos de movimiento
rápido y serpenteante, cortándose y cruzándose. Aunque había visto
golondrinas toda mi vida, parecía que nunca antes me había dado cuenta de su
peculiar belleza y sus características, en el paisaje. SWALLOWS ON
THE RIVER - Walt Whitman (1819-1892) |
Y, para terminar, van aquí algunos fragmentos en prosa:
Mientras
iba afirmándome en mi resolución, vi que llegábamos a un boliche. Era una sola
casa de forma alargada. A la derecha, estaba el despacho, pieza abierta
amueblada con un par de bancos largos, en los que nos sentamos como golondrinas
en un alambre.
DON SEGUNDO SOMBRA - Ricardo
Güiraldes (1926)
De la pluma magistral de William
Henry Hudson (1918), tenemos este relato que nos recuerda el viejo dicho “una
golondrina sola no hace verano”:
En la
chacra, mi vida durante el invierno era una constante vigilar la llegada de la
primavera. Mayo, junio y julio eran los meses sin hojas, pero no del todo sin
cantos. En cualquier día de sol en invierno, agradable y sin viento reaparecían unas cuantas golondrinas, nadie
podía suponer de dónde, para pasar las horas más luminosas dando vueltas alrededor de la casa como aviones caseros,
viniendo a visitar sus viejos nidos bajo los aleros y profiriendo sus
cancioncitas ondulantes y animadas, como el agua de un arroyo corriendo entre
guijarros. Al ponerse el sol, se desvanecían, y no se las veía más hasta que
teníamos otro perfecto día primaveral.
Y ya adulto y con su sensibilidad
ante la naturaleza, nos transmite estas mágicas visiones:
Luego
seguí caminando y en tres o cuatro minutos estaba en el verde prado, en medio
de las golondrinas. Eran cientos, volando a varias alturas, pero mayormente
bajo, por lo que las miré desde arriba, y ciertamente hacían un espectáculo
curioso y hermoso. Tan agrupadas estaban, y su vuelo era tan recto y veloz, que
parecían formar una corriente, o más bien muchas, fluyendo una junto a la otra
pero en direcciones opuestas; y cuando las miraba con los ojos casi cerrados, los
pájaros parecían líneas negras sobre la superficie verde.
(Hudson, 1915)
Acostado
en el pasto, cerca de la orilla del río, las observaba continuamente, notando
su inquietud e indecisión, su imprevisibilidad y su espíritu salvaje que las
hacía congéneres del viento y de los enfurecidos álamos; porque algo nuevo y
extraño había venido a preocuparlas – el aliento sutil «que en un poderoso
lenguaje, sentido, no escuchado, lleva a las aves al Paraíso». Pero sobre el
carácter de ese aliento, interrogué vanamente a la Naturaleza – siendo ella la
única mujer que puede guardar un secreto, aún de su amante.
(Hudson, 1917)
En el cuento
The Happy Prince (El príncipe feliz), Oscar Wilde (1888) narra la historia de
una golondrina algo rezagada en su migración otoñal a Egipto, que se
encuentra con la estatua del Príncipe Feliz, adornada con piedras preciosas y
láminas de oro. La estatua le pide que retrase su partida para ayudar a
diversas personas pobres de la ciudad llevándole dichas riquezas. Al avanzar
el invierno la golondrina termina muriendo de frío y la estatua, afeada por
la pérdida de sus adornos, es retirada para ser fundida. Sólo la intervención
divina pone justicia, llevando a amabos personajes al Paraíso. |
Están ya
aquí, Platero, las golondrinas, y apenas se las
oye, como
otros años, cuando el primer día de llegar lo saludan
y lo
curiosean todo, charlando sin tregua en su rizado gorjeo.
Le contaban
a las flores lo que habían visto en Africa, sus dos
viajes por
el mar, echadas en el agua, con el ala por vela, o en
las jarcias
de los barcos; de otros ocasos, de otras auroras, de
otras noches
con estrellas...
No saben qué
hacer. Vuelan mudas, desorientadas, como
andan las
hormigas cuando un niño les pisotea el camino. No se
atreven a
subir y bajar por la calle Nueva en insistente línea
recta con
aquel adornito al fin, ni a entrar en sus nidos de los
pozos, ni a
ponerse en los alambres del telégrafo, que el Norte
hace zumbar,
en su cuadro clásico de carteras, junto a los
aisladores
blancos... ¡Se van a morir de frío, Platero!
LAS GOLONDRINAS – PLATERO Y YO – Juan Ramón Jiménez (1914)
También recordamos de la infancia
un cuento de Leonardo Castellani (1976), “La golondrina”, que comienza así: “Tú
eres feliz – dijo el ruiseñor a la Golondrina-. Se conoce en tu parloteo vivaz,
en tus movimientos sueltos, en tu habilísimo patinaje aéreo que raya ahora las
nubes más altas para descender luego fugazmente con una maravillosa rúbrica a
rasar las aguas del lago en curvas armoniosas. ¡Qué vivaracha eres y qué graciosa,
muchacha!” La golondrina explica
que su felicidad surge de llevar una vida sencilla (“me basta para casa un rancho mitad paja y mitad barro”), sin
hacer daño a nadie. El ruiseñor le contesta que él, en cambio, canta para el
gran público, volcando su dolor y su amor en su canto, por lo que se considera
superior a la golondrina, que apenas gorjea para sí misma. A lo que la
golondrina, en una muestra de superficialidad o tal vez de sabiduría le
responde: “Me tiene muy sin cuidado . . .
¡A volar! Adiós, genio”.
Javier Villafañe (1993) cuenta que
una vieja española que vivía en una bohardilla recibía todas las primaveras la
visita de una golondrina que anidaba allí. Curiosa por saber dónde pasaba el
invierno, se ganó su confianza y logró atarle en una patita el siguiente
mensaje:
Golondrina
que en verano
Te
alojas bajo mi techo,
¿en
casa de quién y en dónde
Sueles
pasar el invierno?
Al año siguiente recibió la
respuesta atada en la patita de la misma golondrina:
En
Caacupé, Paraguay
en casa
de un zapatero.
Recopilación y traducciones: Alex Mouchard
z
1 - Stickney, J. H.; Hoffmann, R. & Seton,
E. T. 1898. Bird world : a bird book for children. Boston : Ginn
2 - Various Birds and Beasts Drawn from the Life.
https://www.tate.org.uk/art/artworks/barlow-title-not-known-t11252
3 - https://collections.mfa.org/objects/213250
4 - La Nature, 1884, Douzième année, premier semestre, nº
548-574, p.297.
http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?4KY28.22/301/100/448/8/436
5 - Robinson, P. S. & Whymper, C. 1894. Birds of the
wave and woodland. London, Isbister.
6 a 10 – https://thegraphicsfairy.com/vintage-clip-art-bird-best-swallow-ever/