“Anoche a la medianoche
Chillaba el garrapatero
Porque no querían bailar
Las hijas del
carpintero”
Copla popular colombiana
The Lesser ani (Latham, J. 1781)
Todo aficionado a resolver crucigramas recordará
sin duda esta definición para una palabra de tres letras: “ave trepadora
sudamericana”, la sencilla respuesta es aní,
una palabra cortita, ideal para rellenar esos pequeños espacios
periféricos de estos pasatiempos. Seguramente el aní o anó llegó a los
crucigramas a través de la cultura europea. Su historia se remonta a mediados
del siglo XVII, en un tranquilo pueblito de pescadores de la costa noreste de
Irlanda, llamado Killyleagh. Fundado por los antiguos normandos, se encuentra a orillas de Strangford Lough,
una especie de amplio fiordo rodeado de verdes colinas. En sus pedregosas
costas, un chico llamado Hans concretaba sus aventuras infantiles coleccionando
huevos de aves marinas y plantas, iniciando lo que con el tiempo sería una
fabulosa colección de historia natural, base del actual British Museum of
Natural History.
“Desde mi juventud tuve mucho placer con el estudio de las plantas,
y otras partes de la naturaleza, y he visto la mayoría de esa clase de curiosidades,
que se encuentran en los campos, o en los jardines o en los gabinetes de
curiosidades de esas cosas” (Sloane, 1707).
Hans
Sloane perdió a su padre siendo muy niño, pero gracias a que aquél trabajaba
para James Hamilton, conde de Clanbrassil, tuvo acceso a una temprana educación
en la escuela fundada por éste y a la frondosa biblioteca del castillo de
Killyleagh. Su permanente interés por las ciencias naturales lo llevó a Londres
adonde estudió materia médica (botánica aplicada a la medicina), farmacia
y cirugía. Cuatro años después viajó a París y a Montpellier para seguir
estudiando, y finalmente a la Universidad de Orange, donde se recibió de médico
en 1683. De vuelta en Londres, Hans, hábil para conectarse con gente influyente,
consiguió ser elegido miembro de la Royal Society, con la ayuda de John Ray y Robert Boyle, a quienes
les proveía de especímenes. Por estas influencias y a pesar de su poca
experiencia, fue designado en 1687 médico de Christopher Monck, primer
gobernador inglés de la isla de Jamaica. A bordo de la fragata “Assistance” y
tras un viaje donde fue castigado por “un muy largo y
tedioso malestar marino”,
Hans arribó a la paradisíaca isla cuya naturaleza lo encandiló. “En cuanto a los
colores, es seguro que son muy difíciles de describir: hay tantas variedades de
ellos que requieren nuevos nombres para expresarlos.” Estuvo en Jamaica tan
sólo 15 meses, ya que tuvo que regresar tras la prematura muerte de Monck, pero
con la ayuda de esclavos africanos, el tiempo le alcanzó para coleccionar unas
800 especies de plantas y hacer interesantes observaciones sobre la naturaleza
de la isla, las que plasmó en su libro A Voyage to the Islands Madera,
Barbados, Nieves, S. Christophers and Jamaica, provisto de numerosas
ilustraciones atribuidas al reverendo jamaiquino Garret Moore, “uno de los
mejores dibujantes que pude encontrar allí”. Sus bocetos fueron luego
perfeccionados por el pintor holandés Edvard Kikcius para la publicación.
Crotophaga ani (Cuvier, 1837)
Estando en la isla y deseoso de conocer la parte
norte de la misma, se proveyó de un buen caballo y un croquis de los caminos
que atravesaba el centro montañoso del país. Siguiendo el curso del río Cobre, se
internó en la isla y al salir del bosque hacia la sabana central sin duda debe
haber observado al ave que nos ocupa.
EL
ANÓ
The great black bird. (Sloane, 1707) |
Con un sesgo esclavista, describió Sloane (1707)
al que llamó Great Black-bird, es decir gran pájaro negro o gran mirlo: “Frecuenta los
bosques en los bordes de las sabanas, y es muy común, haciendo un fuerte ruido
al ver gente, alarma a todas las aves de la vecindad, por lo que son muy
perjudiciales para los cazadores, pero por otro lado cuando los negros huyen de
sus trabajos, y son perseguidos en el bosque para ser devueltos al servicio, estas aves que se alarman contra
ellos como contra otros hombres, harán
ruido indicando a los perseguidores por dónde deben tomar para seguir a
sus negros, que de otro modo podrían vivir para siempre en el placer y el ocio,
en los remotos bosques interiores”. Años después Mark Catesby (1727), protegido de
Sloane, agregaba estos datos: “Sir Hans Sloane nos informa, que subsiste de
escarabajos y saltamontes. También se alimenta de frutas y granos. Aparece en
bandadas, y son bochincheros y muy ruidosos. Son numerosos en Jamaica,
Hispaniola, etc.”
The Razor-billed Black-bird of
Jamaica (Catesby, 1729-1747)
Bastante antes de Sloane otros naturalistas
habían registrado a esta misma especie. Así por ejemplo, un siglo antes,
Francisco Hernández de Toledo (1651) había tenido conocimiento de un ave que
llamaban cacalotototl en la Nueva
España (actual México). “Es similar a nuestro estornino, todo el cuerpo es
negro tirando al azul, con pico oscuro, la cola larga, y el iris de un amarillo
rojizo. Se sabe que su carne es inútil, no es dulce su canto, y vive en las
regiones templadas y cálidas”. Dato que confirmaba Sánchez Labrador (1767): “En
México llaman urraca a un ave que tiene una giba en el pico, y da un grito algo
lúgubre, y es del tamaño de un tordo, de los mayores. Me inclino a que esta ave
mejicana es la que en el Paraguay tiene el nombre de anno”. Seis mil kilómetros
al sudeste de Jamaica, en Pernambuco (Recife, Brasil), y cincuenta años antes que Sloane, Georg
Marcgrave (Marcgrave & Piso, 1648) se encontraba con un ave del tamaño del
tordo europeo al que los brasileños llamaban ani: “Grita en voz alta, con una nota, más alta en el medio. Son
frecuentes en todas las selvas, verdaderamente inútiles como alimento.” Precisamente
fue este nombre el que Linneo adoptó para denominar a la especie: Crotophaga ani. Según Batista Caetano de
Almeida, anu
o ani significa “el que vive en
sociedad” y para Antonio de Macedo Soares es “pariente negro” (anã = pariente + un = negro).
Para la misma época de Marcgrave, el fraile
domínico Jean-Baptiste Du Tertre (1654) decía que “hay también en la [isla]
Guadalupe, una muy gran cantidad de pequeñas aves negras, muy parecidas a los
mirlos [Turdus merula], los
habitantes los llaman bout de petun
[puntita de tabaco], porque creen (así como los tontos oyen hablar a las
campanas, y ven en las nubes lo que quieren) que esta ave lo dice en su canto, bout de petun. Tiene la voz ruidosa,
cuando canta extiende las alas, abre la cola y danza siguiendo la cadencia de
su canto. Caza pequeños lagartos y los come; vive también de casabe [mandioca]
que viene a robar hasta dentro de las casas”. Sin negar el origen onomatopéyico
del extraño nombre, se nos ocurre que quizás el aspecto del estrafalario pico
les parecía como si les saliera de la boca una punta de cigarro, lo que
nosotros llamaríamos “un pucho”, que estuvieran fumando.
Ya bien entrado el siglo
XVIII volvemos a Jamaica donde el Dr. Patrick Browne (1789) relataba sobre el mirlo de las sabanas
(The Savanna Blackbird): “Viven
mayormente de garrapatas y otros bichitos; y frecuentemente se los puede ver
saltando entre las vacas y bueyes en los campos; más aún, a menudo se los
observa volar sobre sus lomos, a menos que se echen para ellos, lo que, si
están muy afectados por las garrapatas, generalmente hacen cuando ven a estas
aves cerca; pero si el ganado está poco
atento, saltan una o dos veces delante de ellos, mirándolos muy directamente a
la cara cada vez que pasan, como si supieran que ser visitas es el requisito
para ser autorizadas. Son aves ruidosas y una de las especies más comunes en
todas las praderas de Jamaica; su vuelo es bajo y corto”. Browne plasmó la alimentación favorita del anó
en el nombre genérico que le dió y que luego utilizó Linné: Crotophaga, que proviene del griego kroton: garrapata, y phagos: glotón.
L'ani des savanes. Dibujo de H.
Peuquet (Cuvier, 1829-1832)
“Son quizás las aves más
comunes de Jamaica. Confianzudos e insolentes, aunque muy cautelosos, toleran
una considerable observación de sus costumbres, pero un acercamiento a poca
distancia pone a toda la bandada a volar en un instante, con un grito peculiar,
que a los negros les gusta expresar con las palabras, going-awa-a-y [“nos vamos”],
pero que también puede describirse, según la imaginación del oyente, como how-d’ye o anï” (Gosse, 1847). Además
de una variedad de insectos (orugas, polillas, saltamontes y escarabajos) en
gran cantidad Gosse también registró el consumo de bayas de la planta
snake-white (¿Colubrina arborescens?)
y en el mes de julio de las del
fiddle-wood (Cytharexylon
sp.). “Los insectos posados son la comida principal; para obtenerlos, brincan
en pastizales y a menudo se los ve saltando, o corriendo ansiosamente por su
presa; en tales ocasiones la larga cola, continuando con su movimiento mientras
el cuerpo se detiene, es proyectada hacia delante de forma extraña, a veces
casi volteando al ave cabeza abajo. Probablemente para proteger los ojos de los
tallos de hierbas y de las hojas de los pastos en estos saltos de cabeza, las
sobresalientes cejas están provistas de una fila de cortos pero rígidos pelos;
pero yo ignoraba para que propósito les sirve la alta y delgada hoja de
cuchillo del pico hasta que el señor [Richard] Hill me informó, observando que
«le permite al ave abrir la tierra suelta, y buscar su alimento de insectos;
también le facilita el acceso a los parásitos metidos en el largo pelo de los
animales. Estoy seguro -agrega- que si se examinara un montón de bosta después de
que los Crotophaga han estado buscando larvas de insectos, se lo verá surcado
como si un diminuto arado hubiera pasado por él»”. Además Gosse los vio
personalmente comer artrópodos del lomo de las vacas y hasta incluso colgándose
de la cola de un caballo, así como capturar insectos en el aire y pequeños
lagartos. Como a sus primos los
pirinchos (Guira guira) “les gusta posarse al sol de la mañana en un
árbol bajo con las alas extendidas; quedándose allí completamente quietos
durante un tiempo considerable. Al calor del pleno día, en julio y agosto,
muchos pueden verse en las llanuras bajas, posados en las cercas y setos de
madera con los picos bien abiertos, como faltos de aire; entonces olvidan su
locuacidad y desconfianza habitual”.
L’Ani
des Savanes Dibujo de François Nicolas Martinet (Daubenton, 1765-1783) |
Buffon (1770-1785) resumía lo aportado los primeros autores agregando seguramente lo informado por su colaborador Charles-Nicolas-Sigisbert Sonnini de Manoncourt quien estuvo en Cayena (Guayana Francesa) hacia 1772. “Tienen una naturaleza tan social que habitan y ponen muchos juntos en el mismo nido; construyen este nido con ramitas secas sin tapizarlo, pero lo hacen extremadamente grande, a menudo de un pie de diámetro; incluso se afirma que proporcionan la capacidad según el número de puestas que quieren admitir; las hembras incuban en sociedad; a menudo hemos visto cinco o seis en el mismo nido: este instinto, cuyo efecto sería muy útil para estas aves en climas fríos, parece al menos superfluo en los países [de América] del sur, donde no se debe temer que el calor del nido no se mantenga; por lo tanto, proviene solo del impulso de su naturaleza social”. Y Louis Pierre Vieillot (1834) anotaba un conocido comportamiento de estos pirinchos negros: “Una actitud común de esta especie, es la de encoger el cuello y apretar la cabeza contra el cuerpo, lo que le da un aire sufrido y friolento; es así que a menudo los vi cuando están posados, sobre todo en Santo Domingo. No son temerosos ni ariscos, jamás huyen demasiado lejos, se los atrapa fácilmente, y se pretende, que capturándolos jóvenes, se les puede enseñar a hablar. Frecuentan en grandes cantidades las sabanas, siempre en lugares descubiertos, algo sombreados, y nunca en los grandes bosques”.
L’Ani des Savannes - Dibujo de
Paul Louis Oudart (Vieillot, 1834)
Don Félix de Azara (1802)
lo vio “en el Paraguay, donde le llaman Annó por excelencia, y porque su voz
fuerte y desagradable suena a algunos annó,
y a mi oooí, o aaaí. Constituye su nido plano de palitos y vejuquillos flexibles,
poniéndole colchón de hojas como las del naranjo . . . a veces se encuentra en
él hasta 20 y 30 huevos … El color es un blanco muy bruñido, que se quita fácilmente
raspando con un cuchillo, y aparece un verde azul bellísimo. Los muchachos
suelen entretenerse figurando en ellos dibuxos”. A diferencia de lo señalado
por otros autores aclara que “no habita las sábanas o campos limpios y francos,
sino las selvas o donde hay campos y matorrales.”
La nidificación del Anó
produjo cierta controversia porque si bien la mayoría de los autores consideraban
que hace nidos comunales donde se asocian varias parejas o varias hembras para
poner, incubar y criar, otros creían que esa conducta correspondía solo al anó
grande. Por ejemplo Schomburgk (1922-1923) comentaba que en la Guayana Británica
los colonos los llamaban old witches (brujas
viejas) y agrega: “Como
les gusta estar cerca del ganado muerto para buscar insectos, gusanos y larvas,
esto probablemente ha dado lugar a la suposición errónea de que también se
alimentaban de carroña. Aquéllos y los frutos de Psidium pyriferum [el guayabo Psidium
guajava], así como las vainas del Cayanus indicus [el tur o frijol de palo
Cajanus cajan], son su único alimento, por lo que no son para nada bienvenidos
cerca de los campos de este último. La peculiaridad de que varias hembras se
unen durante la temporada de puesta y cría, y construyen un nido comunitario,
cuyo tamaño depende del número de madres asociadas, ponen sus huevos allí
conjuntamente y también eclosionan simultáneamente, no tiene lugar en Crotophaga ani, ya que siempre
encontramos sólo de 5 a 7 huevos de color blanco verdoso en cada nido. Esta
peculiaridad, como descubrí más tarde, es exclusiva del Crotophaga major”. La
observación sobre el consumo de carroña justifica el nombre caraqueño de
zamurito, es decir pequeño jote. Aunque Browne (1789) aclaraba que “Han sido
vistos en el cadáver muerto de una oveja, pero es incierto si es atraído por la
carne o por las larvas de insectos”. Con
respecto al nido, Burmeister coincidía con Schomburgk: “Me han traído su nido
dos veces, y uno de ellos mi hijo mismo lo vio en su sitio. Lo hace en un arbusto bajo, un poco por
encima de la altura de un hombre y está formado por partes largas y suaves de
plantas, pero forrado por dentro con un relleno. Los huevos tienen el mismo
tamaño que los de la paloma torcaz (Columba
oenas), son blancos como la tiza, muy mate y un poco manchados. Si se raspa
la capa calcárea, que es gruesa como cartulina de mapa, se ve verde azulado
claro . . . Según Azara, a los Anu les gusta socializar en nidos grandes y
unidos, e incluso criar o alimentar a los jóvenes en la comunidad, todas las
hembras para todos. Nunca he oído hablar de tales cosas en Brasil, y mucho
menos he conocido nidos tan comunitarios. El nido que traje contenía 5 huevos,
en el otro había otros tantos”.
Le Bout-de-petun. Dibujo de
François Nicolas Martinet (Brisson, 1760)
Ya hemos visto que las
cualidades vocales del anó no son precisamente destacadas. Al respecto
d’Orbigny (1839) señalaba: “El Crotophaga
ani tiene dos tipos de cantos: uno agrio, fuertemente pronunciado, que
podemos expresar como ou-i-o, de
donde le viene el nombre de judío que le dan en Cuba; el otro, que no es más
que un gorjeo desagradable, al que los criollos de Cayena han comparado con el
ruido del agua hirviendo en una marmita de barro; de allí la denominación de Bouillier de canaris [hervidor de
marmita] (de canari, el nombre de las marmitas de barro)”.
Y con respecto a las relaciones del anó con otras
especies, tenemos la observación de que “en Río de Janeiro, en el área de Cabo Frio, pero
aún más en las llanuras de los Goaytacases en Parahiba, estas aves son
extremadamente comunes, puedes verlas en grandes cantidades en las fazendas,
entre el ganado que pasta en el suelo, en los árboles vecinos, incluso en el
lomo del ganado en compañía del caracara blanco (Falco degener [= Milvago
chimachima])… En el suelo se asocian con el virabosta violeta y el negro (Icterus violaceus y unicolor [= Molothrus
bonariensis y Curaeus curaeus,
respectivamente)” (Neuwied, 1832). “Comparte, como se mencionó anteriormente,
con Tinnunculus sparverius [Falco
sparverius, el halconcito colorado] y Butorides virescens [la
garcita verde], el privilegio de ser el objeto favorito de los ataques de
Chicheree (Tyrannus dominicensis, Bp.); y es difícil decir si este
pájaro o el último mencionado ofrece la mayor diversión. Si hay una
brisa fresca, un vuelo tras un Crotophaga
es quizás lo mejor; porque, con su cola larga y alas cortas, se deja llevar sin
poder hacer nada. Pierde su entereza e intenta, tal vez, volar contra el viento,
cuando «dejarse llevar» sería por mucho la mejor elección; allí baja entonces
el tiránico, y, tras uno o dos amagues, lo golpea de tal manera que lo envía
como sea a cualquier refugio que encuentre, ya sea un seto espinoso de aspecto
desagradable o un lecho más suave de pasto de Guinea. Como consecuencia de
estos encuentros, el plumaje del Ani, y especialmente su cola, sufre mucho; de
hecho, apenas se puede encontrar un espécimen que tenga su apéndice final en
buen estado” (Newton, 1859).
La familiaridad del
garrapatero con el humano fue señalada por Neuwied así como por Humboldt que
observaba: “A
menudo los hemos visto posados en el lomo de las vacas para buscar tábanos y
otros insectos. Como muchas aves de esos lugares despoblados, temen tan poco la
cercanía humana, que los niños los atrapan frecuentemente con la mano. En los
valles de Aragua, donde son muy frecuentes, los hemos visto posados en nuestras
hamacas mientras no las utilizábamos durante el día” (Humboldt & Bonpland,
1814-1820).
MITOS
Y CREENCIAS SOBRE EL ANÓ
The Savannah Blackbird (Wood, J.G. et al, 1885) |
Llamativos por su aspecto, sus voces y su
comportamiento, los garrapateros, han llamado fuertemente la atención de las
diversas culturas americanas.
“Hay una noción absurda
que prevalece en la sila [Saint Corix, Islas Vírgenes], de que estas aves son diferentes del resto de la creación, y
que el nombre "Black Witch" [bruja negra] tiene algo que ver con su
supuesta inmortalidad; pero es más probable que originalmente tuviera la
intención de expresar la nota de llamada ordinaria del pájaro, que, como dice
acertadamente el Sr. Hill (Gosse, B. Jam. p. 289), suena como la palabra que-yuch" (Newton, 1859).
Sobre todo es
considerada un ave anunciadora o agorera. Ante la llegada de intrusos lanza
fuertes gritos por lo que en Cuba se lo tiene por guardián de los campos. Pero en
otras regiones, como en Santander (Colombia) y en la Amazonia peruana, su canto
es más temible: escuchado por tres veces seguidas al atardecer y sobre todo de
noche obliga al oyente a hacer un acto de contrición y a orar, porque el ave
anuncia la muerte de algún familiar o conocido.
“Cuando la cosecha es
buena y el clima es cálido, a menudo hace sus súplicas frenéticas, monótonas fiú-fiú-fiú, que terminan por aburrir.
Quizás por ese tono un tanto lúgubre y la negrura del plumaje, a la gente
supersticiosa, que en cada rincón oscuro ve duendes y misterios, no le gustan
los anós” (Santos, 1938)
Para los nivaklés del Chaco cuando el pirincho
negro canta tristemente poco antes de la noche o durante ella, pronostica
enfermedad y muerte. En Santa Teresinha, en el nordeste de Brasil, si el
anu-preto canta cerca de la casa de un enfermo anuncia su próximo fallecimiento
(Galvagne Loss et al., 2013). “Tengan
cuidado con el amigo Anum. Es negro, cínico, imperturbable, pero muy buen amigo
de la Muerte, que le confía los secretos de sus elecciones. Revoloteando
continuamente cerca de los enrejados y porches donde tomamos la siesta, está
pronosticando infelicidad. Anuncia invierno y sequía. Si está posado solo en un
árbol que tiene sombra y vegetación, tendremos lluvia. Para que esto suceda es
necesario que el anum permanezca tres o siete días “encarcelado”. Quien le saca
huevos al anum trae el duelo a su familia. En el sur de Brasil, el anum tiene
otras especialidades. Comer hígado de anum, pensando en una chica, la
apasionará. Pasar el pico del anum por el rastro de la mujer deseada da el
mismo resultado. El anum prescrito para esta macumba es el anum blanco, guira
-guira [nuestro pirincho], apodado en el sur quiriru” (Cascudo, 2012). Sobre su
papel de anunciador de las lluvias, Zeca, de la comunidad de Bom Sucesso
(Paraíba, Brasil) informaba: “El anó negro es el profeta del agricultor”
(Araujo et al., 2005)
Pássaro carão cantou Anum chorou também A chuva vem cair No meu sertão . . . . . . Pássaro carão, canción de Luiz Gonzaga y Zé Marcolino,
1959
|
También en el folklore paraguayo de origen
guaraní y mbyá, el anó es un anunciador de desgracias, un mbora’ú (mal agüero), cuando
llora de noche, y, al acercarse el Día de Difuntos (2 de noviembre), es su
obligación llorar sin parar. Añeko'õi, he'i ano: estoy fastidiado, molesto, dice el Ano
en su llanto (Cadogan, 1998).
Se cree que el anó deposita sus huevos en el
nido del pirincho pìririta (Guira guira)
y por eso aparece asociado a este otro cucúlido en los compuestos o cantos
populares paraguayos, como en la
BALADA
DE LOS PÁJAROS
Escuchadme
los señores y también
las señoritas, permitidme
que os cuente del Anó y
la Piririta.
Dicen que
se casaron y que
hicieron un banquete; hermoso
fue el baile y mucha
gente acudió.
Comenzaron
a bailar las
señoras y señoritas, Aka'e era el guitarrero, Picamaderos,
violinista.
Estando en
pleno baile se acercan
Alonso y Chochi, y
enseguida pidieron: "Toquen
un chopi"
Aka'e le
dijo: "Estoy
debiendo una cuadrilla: cumplida
mi promesa enseguida
tocaré lo que pide”.
Le dijo
Alonsito: "Harás
lo que a mí me guste: tocarás un
chopi, valga lo
que valiere".
Se levanta
ya Aka'e, la
guitarra en la mano: "Te
he dicho ya, amigo, que no
vamos a tocar chopi".
Alonsito
le dijo: "Te
mostraré si soy hombre". Le pegó un
balazo a Aka'e y ya
terminó el baile.
Ya viene
la autoridad para
descubrir el ruido; Alonsito
desafiante con
revólver y cuchillo.
El
sargento Garza Blanca con su
oficial Tuyuyú habían ya
llegado y seguía
el bochinche.
Ya ordena
el sargento: "Sujétate,
Alonsito; con tu
compañero Chochi entregadme
vuestras armas.
Alonsito
le repuso: . "Mis
armas no las entrego y además,
a ese sinvergüenza de
violinista lo voy a matar".
Comenzó de
nuevo la camorra; hubo
muchos lesionados; al
sargento lo apuñalaron; al oficial
le rompieron la cabeza,
acudieron
más autoridades: el Señor
Jefe, el Señor Juez; el Señor
Jefe Carancho, el Señor
Juez Becasina.
Ya ordena
el Señor Juez: "¿Quién
es el dueño de casa?: Métanlo en
el calabozo y
asegúrenlo bien en el cepo.
¡Qué
ocurrencia la vuestra realizar
baile sin permiso! ¡El dueño
de casa tiene la culpa!" ¡Resultó inocente Alonsito!
Tomado de López Austin (1965) Alonso: el hornero: Acaé: la urraca azul. Chochi: el crespín. Chopi:
el tordo y nombre de una antigua danza paraguaya. |
Entre los qom o tobas de Formosa (Argentina), el pirincho negro “se muestra en montes bajos, espacios
abiertos y en las inmediaciones de las viviendas. Es poco arisco, se aproxima al
ámbito donde vive la gente. Emite un grito que les resulta desagradable a los tobas,
que sumado a su coloración negra, contribuirían para que se le atribuya una connotación
altamente negativa. El papel que le asignan los tobas es el de colaborar en el
trabajo de las hechiceras” (Arenas y Porini, 2009). Por eso recibe los apodos de viuda, ko'nagana'Gae
la'lo (mascota de la
hechicera) y qade'do (agorera).
El ave está presente cuando la hechicera prepara su conjuro. El diablo entra en
el cuerpo del anó que vuela de noche hasta las casas, gritando y anunciando una
enfermedad incurable producida por el maleficio. Debido a ese carácter diabólico
no la comen, pero si pueden matarla (Arenas y Porini, 2009).
En Yarinacocha (Perú) los yaguas cuentan el mito
del brujo Watachare, personificado en un gran sapo, que es agredido por
invasores guerreros que violan a su mujer. En venganza el brujo se transforma
en murciélago y cuando duermen les saca un ojo a cada uno. Luego Watachare,
transformado en vaca-muchacho (anó), anuncia a los pobladores la llegada de los
guerreros a sus casas. Ante la alarma desatada por el ave, los atacantes se
transforman en pecaríes y otros animales, y se retiran a sus tierras (Powlison,
1993). Como vemos en este mito la
función del ave sigue siendo la de anunciadora de peligro.
Crotophaga ani (Brehm, 1911) |
Pero
también interviene en los fenómenos celestiales. Los bakairíes del Matto Grosso
(Parantinga, Brasil) explican los eclipses por la acción de un hechicero
transformado en el ave anú que tapaba el sol con sus alas durante un tiempo (Steinen,
1894). Algo similar registró d’Orbigny (1839) entre los mataguayos del Chaco
Central: “Los eclipses se deben, según ellos, a un gran pájaro que, con las
alas abiertas, mata momentáneamente al astro eclipsado.” Los guajes del
Amazonas colombiano los llaman “cocineros” y son los míticos tripulantes del
sol, cuya caza es tabú. Los Imarimákana, los cuatro hermanos fundadores del
universo, para protegerse del sol tomaron el aspecto de garrapateros y por eso
andan en bandadas de no menos de cuatro cazando grillos junto al agua. Cuando
ellos cantan, el danta (tapir) le contesta, y cuando éste se va a dormir silba
llamando a los garrapateros (Arango, 1986). Parecería ser protector de la “gran
bestia” ya que los cazadores la consideran de mal agüero, quizás porque le
avisa de su presencia.
Por otra parte, en un relato de los machiguengas
de la Amazonía peruana, el garrapatero o Morítoni, vive con sus muchos hermanos
y su madre, Inaenka. Un pescador atrapa un gran pez y a pesar de los consejos
de su tribu llama para que lo ayude a Inaenka que pasa en una canoa con sus
hijos, y ella se ofrece a cocinar el pescado. Pero al llegar a la casa quema
con agua hirviendo al pescador, porque ella mata y come hombres. Luego intenta
matar al brujo de la tribu y a Potsótiki, pero éste logra engañarla y llevarla
al fin de la tierra donde la abandona subiendo luego al cielo. Por eso los
machiguenga no matan ni comen garrapateros por temor a llenarse de ampollas de
agua hirviendo y morir. Este relato es interesante porque en esa región es
endémica la leishmaniasis cutáneo-andina o uta que produce úlceras y
costras en la piel. (Barriales, 1979).
No
siempre los garrapateros son aves de mal agüero. En São Miguel das Missões (Río
Grande do Sul, Brasil) el anu preto es como un ángel, un psicopompo, que recoge
al alma de los moribundos, les da un último paseo por la tierra y los acompaña
a la presencia de Dios. Y lo hace con un canto alegre que conforta a los
moribundos en sus últimos momentos y les anuncia la entrada al paraíso. Por eso
lo llaman “portero de la sombra”. Por otro lado, con el pico del anu preto se
prepara un notable filtro para el amor. La historia se cuenta en Lagoa da
Prata (Minas Gerais) y dice que hay que tomar el pico de un anó (en
Paraguay se utilizaba el corazón o la carne carbonizados con igual fin),
reducirlo a polvo y arrojarlo sobre la espalda de la mujer deseada, la cual se
apasionará inmediatamente por el pretendiente. Era tal la fuerza de la creencia
que muchas jóvenes se echaban polvo de carbón en su vestido para mostrar que algún
muchacho las deseaba.
Ani
de Mexique (en segundo plano) (Seba, 1734)
Andrés
Contreras (1998) vincula al anó con el mito guaraní oriental del Sacy o Matinta Pereira, originado en la zona
amazónica, e impregnado con elementos aportados por los afrobrasileños y los
portugueses. Sacy es un chico todo negro, con un gorro rojo, una sola pierna y
una brasa encendida que atraviesa los agujeros de sus manos. El anó es el dueño
del Sacy y quien mate al ave se apropiará del Sacy y de sus poderes, que no
parecen ser tan temibles ya que se trata de una especie de duende travieso, amigo de hacer molestas bromas.
“Matinta
Pereira:
El Anó ya se
murió,
¡Quién te
gobierna soy yo!”
Pero, ¿cómo hacer un poema claro con cuatro
garrapateros oscuros? Al
fin acepté. Los cuatro garrapateros son mi porción. Esos pájaros negros que
no cantan y vuelan sin gracia. Y por eso, jamás conseguí escribir ese poema
memorable, redondo. Porque es imposible hacer poemas que valgan nada, un
maravedí, un escrúpulo, cuando se está rodeado de garrapateros. No de aves
del paraíso. O de querubines imprevistos en la copa de un pino. Me
queda una duda. Y si el pino estuvo orgulloso de sus oscuros huéspedes, y los
guarda en la memoria de las ramas que aún tiemblan en mi recuerdo. Y a mí me
falta la humildad necesaria para descubrir el milagro de la belleza del
mundo, lo maravilloso cotidiano, en unos pájaros de apariencia deleznable,
que comen garrapatas, y graznan sin gracia, y van por las copas de los pinos
vestidos de párrocos antiguos de vuelo corto.
Eduardo
Escobar - Cuatro garrapateros en un pino |
Sir Hans Sloane.
Retrato al óleo
sobre tela atribuído a John Vanderbank. British Museum.
https://www.britishmuseum.org/collection/object/PA_Painting-24
LA VIDA
DE HANS DESPUES DEL ANÓ
Tras su
encuentro con el garrapatero, la vida de Hans fue próspera. Se casó con la
viuda Elizabeth Langley Rose, heredera de su primer marido, cuta fortuna había construido
en Jamaica en base a extensas plantaciones de caña de azúcar y al sufrimiento y
la muerte de centenares de esclavos africanos. Esta riqueza le permitió a Hans engrosar
sus colecciones mediante la adquisición de especímenes de otros coleccionistas.
De las plantas americanas, le interesaban especialmente el cacao y la quina.
Como el primero le resultaba “nauseabundo” según se tomaba entonces, se le
ocurrió prepararlo con leche y la bebida resultante le dio su momento de fama y
se lo considera inventor de la misma, aunque quizás fue más que nada su promotor.
Gracias a
sus vínculos con el famoso médico Thomas Sydenham y con la viuda de Monck, empezó
a ejercer la medicina y se abrió camino hasta convertirse en médico real. Llegó
a ser presidente del Royal College of Physicians y de la Royal Society. Sin
embargo, sus logros en la medicina fueron modestos y se lo acusó de ser principalmente
un comerciante de medicamentos, especialmente de quina, de la que trajo una
abundante provisión de Jamaica. Por otro lado son de destacar sus actos de
caridad como la donación de su salario al Christ’s Hospital y la atención
gratuita de muchos enfermos pobres. Sloane colaboró para el desarrollo como
naturalistas de Mark Catesby, Elizabeth Blackwell y George Edwards.
Pero sobre todo fue muy importante su actividad como colector. Se dice que
reunió más de 70.000 objetos. Estas “curiosidades” incluían 12.500 plantas,
9.000 invertebrados, 1.500 peces y 1.200 pájaros, además de objetos
etnográficos, monedas, dibujos, y casi 50.000 manuscritos y libros. En su
testamento entregó su valiosa colección por bastante menos de su valor al
estado, y buena parte de ella constituyó el inicio del British Museum y de la
British Library. Así con este póstumo servicio a la ciencia concluyó Hans su
prolongada vida a los 92 años. Sin embargo, no pudo descansar en paz. Setenta
años después de su muerte, el zoólogo William Leach, que despreciaba la
taxidermia usada por Sloane, quemó unos cuantos de sus ejemplares en los
jardines del Museo, ante el disgusto del rico vecindario por el olor nauseabundo
de tales “cremaciones”.
ALEX MOUCHARD
“El paisaje del sertón vive de las voces de la seriema,
el llanto de los anuns, la alegría del papa-sebos, el pico de los gavilanes,
la clarinada de los tetéus y de las casaca-de-couro” (Zenaide, 1953)
Seriema: chuña; papa-sebos:
calandria; tetéus: teros; casaca-de-couro: cacholote de caatinga.
|
L’ani des Brasiliens. Dibujo de François Nicolas Martinet (Salerne,
1767)
VARIEDAD
DE NOMBRES DEL ANÓ
México: Pijuy o pájaro
garrapatero
Maya: Cau (pájaro negro). Al Ani de
pico surcado (Crotophaga sulcirostris),
le dicen chikbu'ul, porque bu'ul significa “poroto” y esta ave
suele esconderse entre las plantas de porotos
Honduras: Tijuíl
Costa Rica: Tijo, tinco, zopilotillo
Bahamas: Rain Crow,
blackbird.
Cuba y Puerto Rico: Garrapatero,
judío
República Dominicana: Garrapatero, judío, pájaro comunero
Creole Francés
(Haiti): Boustabak
Créole Francés (Antillas): Mel-kobo
Creole Francés (Guadalupe): Bilbitin, juif, merle
Trinidad:
Blackbird, tickbird
Nicaragua,
Costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú: Garrapatero
Colombia:
Garrapatero, tristir (Santander), cocinera, chamón, anó, jirigüelo, cachimbo,
guani, cuclillo, siyali (Guahíbo).
Yucuna-matapi (rio Miriti, Amazonas,
Colombia): Lu'ui, luij, cocinerito
Venezuela (Caracas): Zamurito,
garrapatero
Warrau
(Venezuela, Guyana): Ouih
Caribe (Venezuela,
Guayanas): Wine
Aukan (Surinam): Kaoufoo
Saramaccan
(Surinam): Kööní
Sranan (Surinam): Kawfutuboi
Wayana (Surinam): Haklau, sowo
Guyana:
Old witch (vieja bruja)
Arawak
(Guyana): Cunuba, hoye
Macushi
(Guyana; Roraima, Brasil): Oivowi
Wapishana
(Guyana): Houwi
Cayenne, Haití y ex colonias
francesas: Bout de petun, bout de tabac, oiseau diable
Cayenne
(Guayana Francesa): Bouillier des canaris
Creole
Francés (Guayana Francesa): Ganwit, ti-zozo-djab
Creole
Francés Karipúna (Amapá, Brasil; Guayana): Iuí, zozo-djab
Wayampi
(Amapá y Pará, Brasil): Anu
Palikúr
(Amapá, Brasil): Yu
Brasil: Anu,
anum, anur, anu-hay, anuaí, anu-í, anu-pequeño, anu preto, pelincho preto
Botocudo
o krenak (Minas Gerais, Brasil): Puiñacha
Karajá
(Mato Grosso, Pará y Tocantins, Brasil): Atô-atoi-o
Bakairí
(Mato Grosso, Brasil): Amí
Perú
(Amazonia): Vaca muchacho
Matsiguenga
(Amazonia, Perú): Morítoni
Santa
Cruz de la Sierra (Bolivia): Mauri
Chiquitano
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Olichoorich
Guarañoca
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia):
Caaviata
Otuke
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia):
Oo
Morotoca
o ayoreo (Chiquitos, Santa
Cruz, Bolivia): Ocota
Saraveca
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Urujuju
Quitemoca
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Cañeco
Cuciquia
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Techorikich
Paunaka
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Huarayu
Paiconeca
(Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Aalane
Baure
(Moxos, El Beni, Bolivia): Isino
Itonama
(Moxos, El Beni, Bolivia): Nalahuit
Cayubaba
(Moxos, El Beni, Bolivia): Utuï
Itene
(Moxos, El Beni, Bolivia): Ovi
Pacahuara
(Moxos, El Beni, Bolivia): Oilsoro
Movima
(Moxos, El Beni, Bolivia): Polopolo
Kanichana
(Moxos, El Beni, Bolivia): Nichuli
Paraguay: Anó
chico, piririta negra, piririgua negra
Argentina
(Chaco, Corrientes): Anó chico
Argentina
(Entre Ríos): Urraca negra
Argentina
(Jujuy): Chasca negra
Guaraní: Ano,
ano-í, guäri
Nivaklé
(Chaco Boreal, Argentina y Paraguay): Tanaxal
Qom
(Formosa): Po'tanaGae, ko'nagana'Gae la'lo, putanre
Wichi:
Ch’inho
Uruguay
y Argentina (Santa Fé): Pirincho negro, pilincho negro
Chile:
Matacaballos
TOPONIMIAS
Zanjón
y Garrapatero: pueblo en Oaxaca, México
Garrapatero:
localidad en Pasto, Nariño, Colombia
Laguna
Garrapatero: lago en La Guajira, Colombia
Cerro
Garrapatero: cerro en Cauca, Colombia
Playa
El Garrapatero: a 7 km del pueblito El Cascajo, Santa Cruz, isla
Santa Cruz, Galápagos
Tijuil:
localidad en Quiché, Guatemala
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