”Numa cama de pelegoMe acordo de madrugadaEscuto uma mão-peladaAcoando no banhadal”
Aguará Popé (Craig, 1880) |
En el este de Brasil, el jesuita Fernão Cardim ya lo registraba en 1625
con el nombre de iaguacini: “se alimentan solamente de cangrejos,
y de las cañas de azúcar y destruyen muchas de ellas; son muy dormilones, y
dormidos los matan, no hacen mal”. Muchos años después, el príncipe de
Wied (1825-1833) recorrería la misma zona: “Este animal se encuentra en toda la
costa este, por la que he viajado, bajo el nombre de Guassiní o Guaschini (Guaxinim o Guachinim),
y vive especialmente en los arbustos adyacentes a los ríos y costas de lagunas,
donde se encuentra en el suelo fangoso de los manglares (consistentes en Conocarpus,
Avicennia o Rhizophora ) bañados por la lluvia, y al
exponerse durante la marea baja busca su alimento, que especialmente
son cangrejos, como el examen de su estómago me ha mostrado (…) Se dice que
sale principalmente por la noche a cazar (…) Trepa los árboles y busca sus
frutos, también utiliza las madrigueras excavadas por los zorros y armadillos,
pero no se supone que caven por sí mismos (…) El olor de estos animales no es
agradable”.
“La carne de estos animales es conocida en Brasil, pero no es
general [su consumo]. En enero y febrero, la encontré muy gorda. Los brasileños preparan
estuches para sus armas de fuego con sus pieles. Si bien nunca me encontré este
animal en el bosque, muy a menudo he visto su rastro en el suelo fangoso y
blando de las orillas de los ríos, especialmente en el Peruhype, Mucuri y otros”.
Pero quien más aportó sobre el aguará-popé fue Johann Rudolph Rengger.
El naturalista suizo, prisionero como Aimée Bonpland del dictador Francia en
Paraguay en 1819, lo consideraba más agil que el mapache. “Sus movimientos son
bastante ligeros y agradables, su mirada es suave, su ojo, cuya pupila es
redonda, brilla por la noche. Se deslumbra por la luz brillante del día; ve
mejor en la noche estrellada. Su olfato es agudo, al igual que su oído. Su
hocico, como el de los Cuatis, lo usa a menudo como órgano táctil”.
“En Paraguay, donde es raro, habita en los bosques, que se encuentran en
los grandes pantanos y en las riberas bajas, fácilmente inundables de los ríos,
arroyos, y lagunas. En regiones altas y secas, como en campo abierto,
nunca se lo encuentra. Raramente se acerca a las casas de las personas. Es un
animal nocturno, que se dedica la mayor parte del día a dormir, y por lo
general, solo después de que cae la noche busca su comida. Tiene algún refugio,
generalmente en un árbol hueco, al que regresa todas las mañanas; pero,
sintiéndose seguro tras unos pocos años, pasa el día a veces en los densos
arbustos que crecen en las partes más secas de las marismas. Su alimento
consiste en aves nidificantes, huevos de aves, una especie de cangrejo, que a
menudo se encuentra a lo largo del río Paraguay, de frutas y probablemente
también de insectos y gusanos; al menos creo que he encontrado restos de éstos
en su estómago”.
Sin embargo Rengger, no pudo estudiarlo en libertad, sólo tuvo
encuentros breves con ellos: “Los dos únicos individuos que maté en diferentes
momentos, saltaron de un árbol al que habían subido, perseguidos por los perros
de mi campamento. Otro vagabundeaba lentamente sobre el fango profundo de un
pantano, donde me era imposible perseguirlo”.
Y da referencias de terceros: “Algunos viejos cazadores me
aseguraron que el Aguará-popé se encontraba en pareja sólo en la primavera, y
que el resto del año vivía solo . La hembra debe dar a luz
en primavera (…) pare de dos a cuatro cachorros, que cría en un tronco de árbol
hueco (…) Nunca, en mis cacerías, ni por medio de los esfuerzos de los
cazadores conocidos, pude conseguir una cría de este animal” (Rengger, 1830).
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Procyon cancrivorus Dibujo de Charles Hamilton Smith Jardine, W. The naturalist's library. Edinburgh,W. H. Lizars; 1833 |
Pero sí pudo observar animales cautivos: “Cerca de Villa Rica, vi a dos
individuos pertenecientes a un campesino, que ya tenían tres años, y los
observé casi a diario durante cerca de dos meses. En principio eran muy mansos
e inmediatamente jugaban con cualquiera que los cuidara. También se llevaban
muy bien con los animales domésticos, pero no mostraron preferencia particular
por ninguna persona o animal. Los mantuvieron atados en una pequeña choza en el
patio. Aquí se enroscaban, cubriéndose la cabeza con las patas delanteras,
durmiendo la mayor parte del día. Hacia la tarde se despertaban y buscaban su
comida. A veces los llevamos por el patio, sin que causaran ningún daño a los
otros animales domésticos. Estaban contentos de tocar todos los objetos con su
nariz probóscide y ponerla en cada grieta y agujero. Al mismo tiempo caminaban
o trotaban, o galopaban juntos, y no parecían apoyar toda la planta del pie. A
veces se paraban como los osos, de pie sobre los pies traseros, pero no podían
mantener esta posición durante mucho tiempo. La cola la llevaban dirigida hacia
atrás y hacia abajo, incluso durante la carrera más rápida”.
“Eran alimentados con carne de res, raíces de mandioca hervidas y
frutas. Como el mapache, a veces tomaban la comida entre las dos
patas delanteras, ya que no podían agarrar nada con una sola mano, la apretaban
o enrollaban entre las plantas de los pies pero nunca la llevaban a la boca; no
he visto, como tampoco los dueños de los animales, que, como hace el
mapache, haya sumergido la comida en el agua, aunque ésta siempre estuvo en su
presencia. Tomaban líquido, bebiendo a menudo, pero nunca mucho a la vez. No
producían sonidos, excepto una especie de gruñido, cuando se los molestaba
mientras comían, lo cual, por cierto, debe hacerse lo menos posible,
ya que fácilmente montan en cólera violenta y luego muerden”.
“Su excremento y su orina tenían un olor fuerte y apestoso, como su piel.
Aunque los dos ejemplares eran de sexos diferentes, nunca, como me aseguró el
propietario, mostraron signos de deseo sexual. No parecían poseer
mucha más inteligencia que los sociables coatíes, pero no eran tan descuidados
en sus acciones, y mostraban un poco más de memoria que ellos, prestaban
atención a la llamada de su guardián y saltaban a su encuentro, si no estaban
ocupados con algo que les hubiera llamado la atención. Mientras tanto, sin embargo,
se sometían a la voluntad del hombre en tanto no contradijera sus propias
inclinaciones, pero si éste fuera el caso, se resistían obstinadamente, y no
pocas veces utilizaban los dientes si se veían obligados a hacerlo”(Rengger, 1830).
En cuanto a sus encuentros con los humanos, Rengger
escribía: “El pelaje y la carne del aguará-popé son utilizados por los indios
salvajes. Los restantes habitantes del Paraguay, en tanto, nunca lo
buscan en sus escondites, ya que él no los perjudica, y simplemente lo cazan
cuando el azar los lleva a su vecindad. Cuando se ve perseguido, cuando está en
el bosque, se sube a un árbol, donde se convierte en presa fácil para el
cazador. Pero si se encuentra cerca de un pantano, escapa rápidamente por las
marismas, donde ningún perro puede seguirlo, y se esconde en la maleza baja,
que lo cubre adecuadamente. Si los perros de caza lo alcanzan en tierra seca,
entonces él sabe defenderse valientemente contra ellos, sin embargo, no les
causa heridas tan peligrosas como lo hacen los coatíes”.
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(Goodrich, 1859) |
Uno de los relatos más interesantes sobre el guaxinim es
el que nos brinda, con graciosa prosa, el antropólogo brasileño Luis da
Câmara Cascudo (2012), que retrató el mundo animal del fondo de su casa paterna
en Natal. Conviene reproducir algunos de sus párrafos.
“En ciertas tardes del año aparece inesperadamente el amigo guaxinim (Procyon
cancrivorus), que además responde a los nombres de iguanara y mano-pelada (…)
Prácticamente come de todo, desde guayaba hasta pollitos, pasando por la caña
de azúcar y los cangrejos (...) Salta razonablemente y trepa los árboles
con elegante decisión. Tocado, e incluso mientras mastica, suele emitir un
gruñido sordo y constante, advertencia que aleja a los competidores posibles o
es previo anuncio de su estimada compañía. Sube a los árboles como los monos,
a escalones, las manos se afirman trayendo el tórax y luego los pies,
cargando el resto, en un gesto simultáneo y bien impulsado. Feo y simpático,
completa, total y profesionalmente inútil, su carne y cuero para nada sirven.
Ningún animal come al guaxinim porque es fétido y cobarde. Creo que sólo Catá,
el urubú rengo, estando sin recursos, se decide a saborearlo, y así mismo haciendo
muecas”.
“El guaxinim, entretanto, tiene de su persona una impresión halagüeña y
cariñosa y es un encanto verlo, cuando le da la gana de hacer su higiene
corporal sumaria, especialmente en la cola, apéndice de alta precisión y
auxilio indispensable. La alisa amorosamente, la estira y la empuja como
comprobando su elasticidad, la extiende para que le admiren su belleza, y a los
primeros pasos aún mira hacia atrás, verificando si realmente la cola lo
acompaña. Como el guaxinim no sirve para nada en la superficie de la tierra, es
natural que esté dulcemente convencido de ser lo más insustituible de toda la
escala zoológica. Se para, irguiendo y moviendo la cabecita para ambos lados,
mostrando los dientes agudos y finos como lancetas, aunque no haya provocación
alguna, con una risa muda y soberbia que recuerda a un galán de Hollywood”.
“No come sosteniendo la comida con la mano, y sí agachando la cabeza (…)
La señora guaxinim mantiene la especie con cuatro a seis hijitos húmedos,
peludos y realmente horribles. Los trata como las ratas a sus hijos,
amamantándolos y después de unas dos semanas les ofrece diversas delicias para
acostumbrarlos a los placeres de la mesa variada. Con un poco más de treinta
días el joven guaxinim es presentado al universo como una nueva fuerza
consumidora. No es tan ágil y conocedor de las técnicas paternas pero, en dos a
tres meses, ya está perfectamente en forma para lo que sea y venga. El señor
guaxinim hace acto de presencia y custodia en las semanas iniciales, rondando el
nido al pie de un tronco, gruñendo amenazas y valiente como un policía.
Después, se desinteresa definitivamente de los hijos y éstos de él y de la
señora guaxinim. No andan en grupos y tampoco en parejas. Es furiosamente
individualista y ama la acción solitaria, valoriza la iniciativa individual”.
“Se los suele atrapar jóvenes y son vendidos en los mercados del Norte
Brasileño. No se domestican enteramente, pero reconocen al dueño como los monos
y los traviesos saguis. Conservan su soberanía hostil y una independencia
relativamente feroz. Lo mantienen atado por la cintura y la única compensación
es verlo comer ante la presencia humana y distribuir, siempre que puede,
algunas dentelladas formales. Durante la guerra de 1942 -1945, centenares y
centenares de guaxinims eran comprados por los soldados americanos como
curiosidades brasileras, pero los intentos civilizadores fueron anulados por la
resistencia gruñente y continua del prociónido. Me dijo un oficial que prefería
amansar un puma antes que intentar hacer al guaxinim comprensivo y acogedor
ante las exigencias de la compañía humana”.
“El guaxinim conoce la época en que los cangrejos estan gordos y que
coincide con los «meses sin erre»: mayo, junio, julio, agosto. En los demás meses, la comida es
fortuita e individual y ciertamente no ligada a los habitantes que viven en los
manglares, a orillas de los ríos de agua salada. El guaxinim, asentando
sus patas plantígradas, atraviesa el lodo oscuro y blando sin hundirse como las
criaturas comunes. Pesca a la mañana temprano o en las tardes tranquilas de
verano, el verano caluroso de diciembre o con los vientos de agosto que aturden
a los crustáceos. No permanece en las playas de fácil acceso donde los
pescadores mariscan recogiendo cangrejos y pueden matarlo con un limpio golpe.
Se mete en el interior del manglar, caminando sabiamente, sobre las hojas y
ramas secas, y el barro más compacto, yendo hacia las zonas solitarias donde
pocos mariscadores se aventuran (…) Si algunos cangrejos corren por la
superficie del pantano, el guaxinim inicia la pesca, que es más bien una caza,
precipitándose, agarrando al crustáceo por la parte trasera del caparazón,
atravesándolo con sus caninos agudos como punta de lanza. Le arranca la
caparazón y se lo come, rápido, masticando bien, saboreando las pinzas,
ricas en carne tierna y aún las patitas, trituradas, una a una, con
evidente disfrute de su sabor".
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(Boitard & Janin, 1842) |
Seu doutor a muié está coberta
Por isso eu acho uma situação delicada
Tenho medo que esses bichos me incomodem
Isso é uma cruza de guará com mão-pelada.
Seu Doutor Que Vida Braba- Mano Lima
[Señor doctor la mujer está preñada, por eso creo que es una situación delicada,
tengo miedo que esos bichos me molesten, son una cruza de guará con mano-pelada]
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LOS MUCHOS NOMBRES DE UN ANIMAL FURTIVO
-Mapache o mapachín cangrejero (Costa Rica hasta Perú)
-Oghia (waraos, Orinoco, Venezuela)
-Tsise biecquid (matses, Perú)
-Zorra patona, manopelada, nutria romanguera, oso manglero, gato
manglatero.
-Paraépaga (indios payaguás, Paraguay)
-Guachinim, guassini, guaxinim, guaxelo (Norte de Brasil, Pernambuco),
proviene del tupí guá-xini: el que gruñe, o quizás
corrupción de iauara-xaim, de iauara: perro, xaim: rastrero. También cachorro-do-mato-guaxinim o
cachorrinho-guaxinim.
-Hakijäck - gipakiú (botocudos, Brasil), significa "gran coatí".
-Mão
pellado, mão pelada (Brasil) = mano pelada. En Argentina,
manopelada.guá-cambeba, jaguá-campeba, jaguaracambé, jaguacinim (tupí), de jaguá: perro,
y cambé: planta de raíces aéreas,
mangle?, de caá: mata, árbol, y mbê: raíces aéreas. Es decir “perro de
los mangles”.
-Igauara, guará (Amazonas) : perro de agua, de i: agua, y jaguara:
perro.
-Pés-chato (Brasil)
-Mayoato o mayuato (quichua de Santiago del Estero, Salta y Tucumán) = zorro de río, de mayu: rio,
y atoq:
zorro.
En Bolivia: zorrino, k’aramaqui, mboetá (guaraní), nomensarish
(chiquitos).
Raton crabier, chien crabier o chyen crabier (creole de Guayana
Francesa).
-Krabdagu, kaabudagu, crabbodago (Surinam)
-Wana’u, pelo akuludanon (galibi o caribe)
-peru-kawewutne (palikur)
-Osito lavador: Este nombre fue propuesto originalmente para el
mapache, al que Linné le puso el nombre específico de lotor: lavador. Creemos que no se debe a que lave los alimentos
sino a que mete las manos en las aguas de las orillas para tantear si
encuentra sus presas habituales como cangrejos y caracoles.
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Azara, Félix de -1802- Apuntamientos para la
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Boitard, P. & Janin, JG. 1842. Le Jardin des
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Cabrera A & Yepes J -1960 - Mamíferos
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