"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 13 de febrero de 2016

EL CARDENAL AMARILLO (Gubernatrix cristata) - EL CANTOR PERSEGUIDO

El cardenal amarillo es una  hermosa especie de ave sudamericana que se encuentra en peligro de extinción a causa principalmente de la maldad humana que lo ha condenado a prisión perpetua por la belleza de su plumaje y de su canto. Veamos como lo encontró un naturalista inglés en los campos uruguayos.

Bruant Commandeur - macho
Temminck.1837.Nouveau Recueil De Planches Coloriées D’ Oiseaux. Paris. F G. Levrault



Un inglés en Soriano

                Una fría tarde del  recién iniciado año 1892, Philip Lutley Sclater se encontraba trabajando en su gabinete de secretario de la Sociedad Zoológica de Londres. Estaba preparando la obra sobre las aves de Argentina, Argentine Ornithology, que habría de publicar con William Henry Hudson. Mientras revisaba su material observó con gran preocupación que tenía muy poca información sobre la avifauna uruguaya. De modo que pidió y consiguió del gobierno británico una beca de 100 libras esterlinas para enviar un naturalista al Uruguay a fin de hacer observaciones y colectar material para el Museo Británico. Entre varios postulantes Sclater eligió a  Oliver Vernon Aplin, un conocido naturalista de campo inglés, que había publicado un libro sobre las aves del condado de Oxford.

                Aplin se embarcó a principios de septiembre de aquel año y tras un largo viaje de más de un mes llegó a Montevideo. Proveniente de un país que había padecido varios brotes de coléra, tuvo que realizar una cuarentena de 8 días, a bordo del buque, anclado frente al puerto de Buenos Aires. Durante esos días Aplin fue anotando las aves que se posaban en la arboladura del buque, entre las cuales registró a la amenazada loica pampeana y, curiosamente, también tuvo “tinamú para la cena”. Finalmente pudo transbordar a un vapor de ruedas, el “San Martín”,  de  La Platense Flotilla Co, y así llegó a Montevideo. Este buque, bastante lujoso,  construido en Glasgow, era el mismo que en 1888 había llevado los restos mortales de Domingo Faustino Sarmiento desde Asunción  a Buenos Aires.

El San Martín
http://www.histarmar.com.ar/BuquesMercantesArgAnt/Rocca-Inicio%20Cias%20Fluviales.htm


                Sclater tenía un amigo estanciero en el departamento de Minas con quien había hecho arreglos para el alojamiento de Aplin, sin embargo por algún motivo esto no prosperó y el viajero tuvo que recurrir al embajador británico quien lo conectó con Don Felix Buxareo, quien lo acomodó en una de sus estancias, Santa Elena, sobre el río Monzón en el departamento de Soriano.  Buxareo era senador nacional y  a la vez importante productor ganadero e impulsor del mejoramiento zootécnico en Uruguay, especialmente de la raza vacuna Hereford y de varias razas de ovinos.

                El naturalista inglés viajó por tren de Montevideo a San José, donde pernoctó,  y al otro día tomó la diligencia a Santa Elena, a donde llegó casi 12 horas después, tras atravesar los Cerros de Mahoma, cuchillas de 180 msnm, llamadas así no por el profeta islámico sino por un nativo llamado Ohma que vivía en el lugar.  Aplin fue recibido por el mayordomo de Santa Elena, T. W. Burgess, quien lo ayudó mucho gracias a su gran conocimiento de las aves del lugar.

Arroyo Grande
http://mw2.google.com/mw-panoramio/photos/small/20472059.jpg


                La estancia tenía casi 11.000 ha y estaba ubicada en el  ángulo formado por los  arroyos Grande y  Monzón. El paisaje era suavemente ondulado, cubierto por pastizal corto con algunos manchones de altos cardos y cortaderas. Como es frecuente en Uruguay, el campo estaba salpicado de bloques de roca de tamaño diverso y entre ellos bosquecitos de tala, molle, curupí y sombra de toro. Entre las lomas observó pequeños cursos de agua y lagunas temporarias formadas por las lluvias. Algunas de ellas con barrancas escarpadas y otras con riberas pantanosas rodeadas de pajonales de paja mansa (Paspalum quadrifarium).

                En este ambiente tan fragmentado Aplin se sorprendió mucho “con la variedad, vistosa coloración y mansedumbre de las aves” y entre ellas menciona torcazas, carpinteros, cabecitas negras, cardenales, calandrias, renegridos, pirinchos,  golondrinas, tijeretas, benteveos, chingolos, gorriones, leñateros y horneros. Es curiosa su opinión sobre estos últimos: “a menudo deseaba que los horneros, con sus notas discordantes que taladraban los oídos,  estuvieran al otro lado del mundo, para que yo, temprano en las mañanas (…), pudiera escuchar más fácilmente los silbidos aflautados del cardenal, los breves y dulces acordes del chingolo, el canto zorzalino de la calandria, y el rico gorjeo de la ratona (…) Algunos, creo, aman a este pájaro. Para el ornitólogo de campo que quiere obtener algún conocimiento sobre las notas y cantos de otros pájaros, pronto se hace detestable y detestado. Es muy común y, donde quiera que se vean otros pájaros en los árboles, es casi seguro ver al hornero.   No es para nada tímido, y rara vez deja de acosar a una persona, llegando a corta distancia hasta posarse a unos pocos centímetros de la cabeza del infortunado naturalista, haciendo todo lo posible para impedirle escuchar a otros pájaros.”

Recorrido realizado por  Aplin
Aplin, OV -1894- On the Birds of Uruguay – Ibis 22.


Acompañado por Juan La Dieu [¿Jean de Dieu?] visitó también la estancia Santa Florencia, en la ribera norte del río Negro, a la altura de la desembocadura del arroyo Grande. El monte era muy extendido allí y con una densidad tal que hacía casi imposible entrar en él, salvo por los senderos hechos por el ganado. Los árboles eran muy desarrollados, especialmente el viraró y el blanquillo, y además menciona mataojos, talas, quebrachos, molles, sauces, coronillos, guayabos, ñandubayes y ñangapiríes.  Fuera del monte vio diversas mirtáceas, aromos (espinillos), ñapindayes o uña de gato, cina-cinas y, en sitios inundables el seibo.


En los casi ocho meses que permaneció en Uruguay, Aplin registró 139 especies de aves. Antes de regresar a Inglaterra permaneció unos pocos días en Montevideo consultando las colecciones del Museo de Historia Natural, dirigido por el profesor José Arechavaleta y Balpardo, y donde tuvo la colaboración del ayudante de zoologia, Juan H. Figueira.  Arechavaleta era un naturalista y farmacéutico vasco autodidacta , recién nombrado a cargo de la dirección del Museo, donde permaneció hasta su muerte, siendo uno de los primeros introductores de las ideas evolucionistas de Darwin en la región.  

Vista del salón principal, del Museo Nacional de Montevideo tomada por Juan H. Figueira, posiblemente entre fines de 1800 y principios de 1900.
http://www.mnhn.gub.uy/innovaportal/file/3423/1/expoMNHN1900.jpg



El encuentro

El 25 de mayo de 1893, poco antes de partir,  Aplin observó por única vez en estado silvestre a una pareja de llamativos pájaros. Se encontraba cabalgando por el borde del bosque marginal, en la confluencia del arroyo Grande con el arroyo de los Cerros de Ojosmín, afortunadamente sin armas, cuando los vio posados en un tala: “Son aves vivaces, elegantes y a veces se las ve en jaulas”. Las clasificó como “Yellow Cardinal”, Gubernatrix cristatella.


Feria de Tristán Narvaja hacia 1920


Su comentario indica que al menos en esa zona de Uruguay ya no era un ave muy común a fines del s. XIX.  Tal es así, que hacia 1960 había un solo ejemplar en el Museo de Montevideo, capturado en el departamento Rio Negro, y Cuello y Gerzenstein lo consideraban poco abundante. Al respecto Gore y Gepp señalaban que sin estar aún amenazada, era una de las especies  particularmente afectadas por la caza en trampa.  “El cardenal amarillo, Gubernatrix cristata, es en la actualidad un pájaro raro; un espléndido cantor, es particularmente favorito de los avicultores. Los machos en especial alcanzaban altos precios cuando eran vendidos en la feria dominical de la calle Tristán Narvaja en Montevideo”.


Puesto de venta de pájaros en la feria de Tristán Narvaja
http://fotosdemontevideo.com/wp-content/uploads/2012/06/feria-tristan-narvaja2.jpg



La historia



Bruant huppé
Dibujo de Paul-Louis Oudart grabado por Godefroy Engelmann
Vieillot, LP. 1834 . La Galérie des Oiseaux - Paris

Un siglo antes de la presencia de Aplin en el río de la Plata, el naturalista aragonés Félix de Azara describía al que llamó, usando su nombre santafesino, Crestudo Amarillo. Encontró sólo tres parejas a la altura del paralelo 29, probablemente en cercanías de Goya (Corrientes), lo que comprueba que hacia fines del s XVIII tampoco era muy abundante.

Bruant Commandeur - hembra
-Temminck.1837.Nouveau Recueil De Planches Coloriées D’ Oiseaux. Paris. F G. Levrault


Algunos años después Coenraad Jacob  Temminck obtuvo unos ejemplares vivos llevados de Buenos Aires a Paris por Rose Marie Pinon, esposa del explorador Louis Claude de Saulces de Freycinet, quien capitaneó un viaje de circunnavegación a bordo de la nave Uranie entre 1817 y 1820. Digamos de paso que en el buque había un pasajero clandestino, que resultó ser la misma Rose, vestida como un hombre, que volvió a sus vestidos de mujer cuando pasaron por Gibraltar, y pasó el resto del viaje entreteniendo a la tripulación con sus recitales de guitarra. Al parecer este travestismo era un recurso común en la época, como se puede ver con el caso del  polizón en el viaje de Philibert Commerson (ver nuestra entrada Jeanne Baret - El Misterioso Ayudante de Commerson  http://historiaszoologicas.blogspot.com.ar/2011/07/el-misterioso-ayudante-de-commerson.html).  Los ejemplares de Madame Freycinet fueron dibujados por la mano magistral de Jean-Gabriel Prêtre como podemos ver en las reproducciones adjuntas  y descriptos por Temminck quien los denominó Bruant Commandeur, que podríamos traducir como Escribano Comandante, Emberiza gubernatrix. De aquí surgió el nombre genérico que más tarde le aplicó René Primevère Lesson  y que hace referencia al vistoso plumaje que recuerda un  uniforme militar.


Crested Bunting

Swainson W -1821- Zoological Illustrations, Or Original Figures and Descriptions


William Swainson dibujó otro cardenal amarillo que fue traído vivo de un puerto de Brasil y que le fue obsequiado por un tal Mr. Brookes. Lo llamo Emberiza cristata, sacándole el diminutivo que en verdad no merecía y anotó en inglés Crested Bunting.  Bunting es el nombre que se le da a las aves del género Passerina (azulines - familia Cardinalidae). 

Commanding Bunting
Grabado de Edward 
Griffith tomado de la obra de Temminck.Cuvier, G -1827-1835- The animal kingdom. London: G.B. Whittaker


Charles Darwin obtuvo un ejemplar en las barrancas del Paraná, cerca de Santa Fe, pero no agrega más detalles. Burmeister (1861) por su parte  dice: “No es raro en Paraná; más frecuente en Córdoba donde lo he visto con frecuencia”.  Hacia 1879 Walter B. Barrows anduvo observando aves en Concepción del Uruguay (Entre Rios) donde el cardenal amarillo era un ave de jaula bien conocida. “Se dice que se reúne en bandadas que llegan a varios centenares, pero nunca he visto más de tres juntos”. Luego agrega que a su parecer no se justifica llamarlo “cardenal”  pues, a diferencia de los dignatarios eclesiásticos, no tiene nada de rojo en su plumaje, aunque reconoce que ya se había establecido esa denominación como “nombre de la cosa”. Doering (1881) lo encontró en verano entre los valles de los ríos Negro y Colorado, “con su canto agradable y sus alegres movimientos”.  


Cabeza de cardenal amarillo
Catalogue of the Birds in the British Museum. 
 British Museum (Natural History). Vol 12 (1888) 


Hudson (1888) señalaba: “El Cardenal Amarillo, es un pájaro agraciado y alegre, con una fuerte voz melódica, y una de nuestras aves de jaula favoritas. Visita Buenos Aires en pequeñas bandadas en primavera, pero es un pájaro raro entre nosotros. Hay poca variedad en su canto, que se compone de cuatro cinco notas melosas, de gran potencia, con un tono semejante al mirlo europeo”. Frenzel lo señalaba en Córdoba en 1891: “Conocido como "cardenal amarillo", a menudo en jaulas, es celebrada su bien melodiosa voz”. En diciembre de 1920 en Victorica, La Pampa, Alexander Wetmore vio que “este elegante cardinal era bastante común (…) los machos cantaban, desde sus perchas entre las hojas de la cima de los árboles, una fuerte canción silbada, de tono animado, y algo semejante a la del cardenal [común] ( …) Mantenían la cresta erguida  y tenían un aspecto elegante y fogoso.”


Cardenal amarillo,  cardenal de Virginia y cardenal común
Blakston, WA,  Swaysland W , and AF Wiener – 1884 - The book of Canaries and Cage Birds.
Cassell, Petter, Galpin & Co. London.



El cardenal amarillo en la cultura

          El cardenal amarillo, habitante de los mismos territorios que los nativos gününa-këna, comechingones y charrúas, ha dejado poco material para los mitos y leyendas, quizás debido esto a su escasez pese a que difícilmente les  haya pasado inadvertido. Los guaraníes lo llamaban güirá-tirí , de guirá: ave, y tirica: miedoso, tímido, aunque no parece serlo a juzgar por la opinión de los criadores que dicen que es muy agresivo hacia pájaros de coloración similar.

Por el contrario, el cardenal amarillo ha inspirado notablemente a la pluma de los poetas contemporáneos, quizás por su bello plumaje, su voz llamativa, su rareza y el triste destino carcelario.


          Veamos algunos ejemplos:

          Luis Horacio Martinez lo retrata con precisión en estos hermosos versos de su obra “De alas y trinos”:

El Cardenal Amarillo

Tiene un primo famoso y conocido
habitante también de nuestro pago,
aquél, el del copete colorado,
emblema federal del cielo mío.

El también es cantor y de los buenos,
entre talas, quebrachos y espinillos
enhebra refucilos amarillos
y a la tarde le entrega un canto pleno.

Un negro en su copete se ha prendido
y ha ensuciado apenitas su garganta,
es la dulzura misma cuando canta.

Cardenal amarillo, el perseguido,
el celeste entrerriano lleva un ruego,
lo quiere libre... nunca prisionero.


Sellos postales con cardenales amarillos. El del Correo Argentino surge de un proyecto con Aves Argentinas y se realizó a partir de una fotografía de Rodolfo Capdevielle.
http://www.birdtheme.org/mainlyimages/index.php?spec=2373


             Otros poetas se refieren a su notable canto. Así José María Fernández en sus versos “A orillas del Gualeguay” nos cuenta: “Tengo un rancho en Entre Ríos a orillas del Gualeguay, con sombra de Ñandubay, y un coro de aves canoras, (…) un cardenal amarillo, me canta en la tardecita, con una voz suavecita, que es un deleite escuchar”.


          En una página de Facebook denominada “Poemas al vuelo” encontramos estos versos anónimos:

¡Oh! cardenal amarillo
música sobre el espinillar/
gorjeo y plumaje de oro
sinfonía en el monte paiubrero/
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Oh! cardenal amarillo
trémulo trino amarillo/
bálsamo para mi alma.


          Y en una chamarrita que cantan los Hermanos Cuestas, y que Juan Carlos Chébez atribuye a la autoría de Linares Cardozo, se relata el duelo vocal entre un cuclillo y un cardenal amarillo, al que las aves nombran “por mayoría cantor de clase y estilo (…) un cardenal ardoroso y bien vestido. Ya se armó la tremolina tantito lo hallo al cuclillo, le bastó una sola copla de una antigua chamarrita la voz, la tristeza, el canto trocó en agua bendita.”  Y el derrotado cuclillo “metió su violín en bolsa y se perdió volando al río”.

          Raúl "Taba" Grandoli  le dice este gran folklorista que fue Linares Cardozo: “Te extraña el sauce llorón, / los montes, los espinillos, / te llora el zorzal islero /y el cardenal amarillo.”



Cardenal amarillo.
Lámina del álbum de colección 
Die Farbenpracht der Vogelwelt, editado hacia 1935 por la fábrica de cigarrillos Aurelia, de Dresden, Alemania.

          Otras coplas atribuidas a Silvano Echeverría, de Tandil, se refieren al triste destino de los cardenales enjaulados:

“Soy cardenal amarillo
de pluma fina y dorada,
soy el ave destinada
a morir en un presidio.
Sufro males y martirios
por mi libertad clamando
y a más mis horas logrando
por ver si puedo salir...
Mas pienso que he de morir
entre rejas encerrado.”


          Finalmente Miguel A Calderón dedica a esta especie en extinción estos versos:


“No me ames en la jaula
quiéreme con libertad
ya no me cortes las alas
yo canto por no llorar”


Alex Mouchard

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REFERENCIAS


-Aplin, OV -1894- On the Birds of Uruguay – Ibis 22.
-Azara, F de -1992 [1802]- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. Madrid.
-Barrows,  WB –1883- Birds of the Lower Uruguay – Bulletin of the Nuttall Ornithological Club 8 – Cambridge.
-Doering, A, Berg, C y Holmberg, EL –1881- Zoología.  En Informe Oficial de la Comisión Científica Agregada al Estado Mayor General de la Expedición al Rio Negro (Patagonia) realizada en los meses de abril, mayo y junio de 1879, bajo las órdenes del general D. Julio A. Roca. Buenos Aires: Imprenta de Ostwald y Martínez. 
-Burmeister, G – 2008 [1861] – Viaje por los Estados del Plata. 1ª ed. 2 vol. Buenos Aires.
-Chebez, JC – 2008 – Los que se van. Tomo 2. Buenos Aires, Albatros.
-Cuello, J y E Gerzenstein – 1962 - Las aves del Uruguay. Com.  Zool.  Museo de Hist. Nat. Montevideo 6 (93).
-Darwin, CR ed. -1838- The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Birds by John Gould. London: Smith Elder and Co.
-Gore MEJ y ARM Gepp –1978- Las aves del Uruguay. Mosca Hnos. Montevideo.
-http://gauchoguacho.blogspot.com.ar/2014/01/prisonero-un-cardenal.html
-http://martinezluishoracio.blogspot.com.ar/2009_10_01_archive.html
-http://www.biodiversitylibrary.org/
-https://es-es.facebook.com/PoemasEnVuelo/posts/783942738296346
-https://poematrix.com/autores/miguel-calderon/poemas/el-cardenal
-Sclater, PL & Hudson, WH -1888- Argentine Ornithology. 2 vols. London: R. H. Pouter.
-Swainson W -1821- Zoological Illustrations, Or Original Figures and Descriptions of ..., 3 Volumen.
-Temminck, GJ – 1837 -   Nouveau Recueil De Planches Coloriées D’ Oiseaux. Paris. F G. Levrault.
-Wetmore, A –1926- Observations on the Birds of Argentina, Paraguay, Uruguay, and Chile. Bulletin 133. Smithsonian Institution. Washington

miércoles, 26 de agosto de 2015

EL LORO BARRANQUERO O LORO PATAGON (Cyanoliseus patagonus)



Casi todos asociamos a los loros con paisajes tropicales y con selvas de  abundante vegetación, pero la Patagonia, fuente de sorpresas inagotables, donde al decir de Darwin “no hay ni un solo árbol, y el paisaje es seco y muy estéril”, nos brinda dos excepciones: el loro barranquero y la cotorra austral. Aquí vamos a ocuparnos de la primera especie.

Selby, Prideaux John, Natural history of parrots. Edinburgh,W. H. Lizars; 1836. Dibujo de Edward Lear



El primer europeo en mencionar a este papagayo fue quizás el jesuita polaco Florian Paucke, que actuó en el litoral argentino a mediados del siglo XVIII, y refería que “se ven otros [loros], especialmente cerca de Córdoba que tienen también plumas azuladas, verdes y amarillas, pero los colores en éstos no son tan vivos como en los anteriores. Su cuerpo es completamente delgado, tienen también colas largas, anidan en la tierra arenosa elevada como suele haber en los carriles en los que hacen agujeros redondos a mucha profundidad donde construyen sus nidos”.

Pero el abate Juan Ignacio Molina en Chile, lo describe con más detallle y menciona su nombre común, tehcau, bautizándolo con el nombre científico de Psittacus cyanoliseos.  Este nombre específico significa 'azul desleído' (del griego kyanos: azul sombrío, piedra turquesa, y lysios: que deslíe), ya que Molina supuso erróneamente la existencia de un collar  azul-celeste o turquesa ("collari caeruleo", "collare turchino"), quizás confundiéndose con el color de las remeras. Posteriormente, Charles Bonaparte creó con ese término el nombre génerico que lleva actualmente, Cyanoliseus.

Molina cuenta que la especie era abundante “produciendo gran daño a la fruta, y especialmente al grano. Vuelan en brigadas numerosas, y cuando descienden al suelo para comer, uno de ellos va a posarse sobre un árbol vecino para hacer la guardia, y avisar a los compañeros con gritos repetidos (…) se cambia de vez en cuando esta guardia, para que todos puedan comer”. Esta precaución de los loros hacía muy difícil cazarlos, aunque los cazadores se valían de una estratagema cual era lanzar un sombrero al aire, detrás del cual se lanzaba la bandada con increíble furia, y entonces con un escopetazo mataban una buena cantidad.

“Para poner a seguro su progenie,”  -continúa Molina-  “anidan en las peñas más escarpadas, haciendo agujeros profundos y tortuosos”.  Sin embargo dice que los aldeanos, colgándose con sogas lograban extraer los pichones con unos ganchos. “Estos pequeños papagayos son preciosos para comer, y hasta se venden en el mercado (…) Algunos también los domestican, y, adiestrados, aprenden a hablar bien”.

También refiere algo muy interesante respecto de la conservación de los loros porque aunque se cazaban grandes cantidades de pichones para comer, los loros lograban hacer hasta cuatro puestas anuales con lo cual su número se mantenía. Lamentablemente, hoy en día la subespecie chilena  (Cyanoliseus patagonus bloxami) se encuentra en peligro de extinción, debido a su captura como mascotas y sobre todo por la fragmentación de su hábitat original.

Felix de Azara lo denominó  “Maracaná Patagón”. Maracaná (“este nombre dan aludiendo a su voz”) es el nombre de un subgrupo de guacamayos al que Azara separó del resto por ser de menor tamaño, muy sociables y abundantes, de alas más largas y vuelo veloz. El nombre de “Patagón” se lo da porque “me aseguran que extiende su domicilio desde el paralelo de 32 grados hasta la costa patagónica.”  Por eso, más tarde, Vieillot latinizó el nombre específico como patagonus, que es el que hoy lleva. En Buenos Aires, Azara tuvo cuatro ejemplares y cuenta que “come la semilla del cardo, maíz, etc.;  vive en familias, y suele criar y dormir en agujeros que fabrica en la parte interior de los hornos de ladrillo abandonados.” 

El 11 de agosto de 1822 partió de Toulon, Francia, la nave La  Coquille cuya misión era hacer un viaje de exploración en el Pacífico para obtener nuevos territorios de ultramar para Francia.  A bordo viajaba como médico naval y naturalista,  René-Primevère Lesson, quien llevó a Francia una importante colección de animales y plantas de las islas Malvinas, las costas de Chile (especialmente en la zona de Concepción ) y Perú (El Callao), y de diversos sitios del Pacífico.

Duperrey, Louis-Isidore  et al. Voyage autour du monde : exécuté par ordre du roi, sur la corvette de Sa Majesté, la Coquille, pendant les années 1822, 1823, 1824, et 1825. Paris: Arthur Bertrand, [1838]


    Lesson encontró al loro barranquero en Chile y le dió el nombre de “Arara des Patagons”. “Este loro vive allí en tropas considerables, cuyos enjambres chillones atraviesan sin cesar la gran bahía de la Concepción; los habitantes la denominan Cateita [catita?] y también Talcahuano, del nombre del lugar donde se encuentran en abundancia. Su grito áspero y discordante resuena desde lejos en los bosques de esa parte de América; pero sus costumbres salvajes y desafiantes lo ponen a salvo de las emboscadas de los araucanos, que estiman su carne.”
   
Hacia 1826 el naturalista alemán Eduard Friedrich Pöppig, se encontraba también en Chile realizando un viaje de investigación.  Observó las colonias de cría del loro barranquero en Antuco, donde, sin embargo, no era tan común como en las provincias de más all norte. “Cuando el viajero se acerca solo al mediodía, en penosa caminata, a una pared vertical de roca, el más profundo silencio reina por todas partes, como ocurre en la mitad del día en todas las partes más cálidas de América, pero sobre todo en los países tropicales, cuando la mayoría de los animales se hunden en un sueño profundo.  Se oye por todas partes una especie de gruñido, pero en vano se busca al animal que podría producirlo.  De repente, los gritos de advertencia de un loro son respondidos por muchos otros y, antes de que uno se dé cuenta, está rodeado de cantidades de aves pendencieras que,  con manifiesta ira, vuelan en círculos alrededor del caminante,  amenazando con atacarlo. El acantilado de arcilla desmenuzable muestra cientos de agujeros de los que, cómicamente, asoman la cabeza los loros que no se sumaron a las bandadas que giran volando alrededor. Cada abertura conduce a un nido excavado por sus propietarios en las capas de arcilla que forman la pared de roca, y no pocas veces uno puede contar varios cientos de ellos.  Pero estas colonias están siempre tan inteligentemente ubicadas, que ni desde abajo ni desde arriba pueden ser atacadas. En algunos casos, cuando la ubicación lo permite, los chilenos gustan de hacer una muy peligrosa visita a los pichones. Descienden sujetos por lazos desde el borde superior de la pared, y saquean los nidos a pesar del clamor de los adultos, y se procuran los pichones para un guiso nada desagradable.”

Hacia la misma época otro naturalista germano, Friedrich Heinrich von Kittlitz, igualmente en Chile, se detuvo en analizar la poca capacidad del ave para trepar: “debo mencionar una especie de  loro, aunque no se ve comúnmente, aunque tal vez debería haber vivido aquí con frecuencia en otros años  (…) a menudo  vemos estos loros aquí domesticados en las casas donde corren igual que las aves de corral (…) nunca lo hemos visto en las ramas de un árbol, incluso los dedos de los pies parecen funcionar adecuadamente en el suelo (…) bastante tiempo después tuvimos dos aves de esta especie, compradas aquí,  las que vivían a bordo, donde fueron alimentadas con trozos de galleta y demás desperdicios de la mesa. Una vez más, los loros nunca ejecutaron la actividad de trepar, sino que siempre con mucha habilidad se desplazaban por el suelo en el entrepuente.” Vemos que ya en esa época se lo consideraba más escaso que en años anteriores.


Lear, Edward, -1832-  Illustrations of the family of Psittacidœ, or parrots. London.


    Charles Darwin, en su famoso viaje del Beagle, observó a este loro en Bahía Blanca (Argentina) y en Concepción (Chile) pero no agrega mucho a lo señalado por Poeppig: “Usualmente varios se lanzan desde sus agujeros al mismo tiempo, y profieren un ruidoso grito”.
   
    En 1857 Hermann Burmeister viajaba desde Rosario a Rio Cuarto (Argentina). Cerca de la primera localidad, en Correa, observó que “numerosas bandadas de una especie de gran tamaño de estas aves (Conurus cyanolyseus) se reúnen todas las tardes en los altos y umbrosos arboles de las estancias y poblaciones aisladas para pasar la noche, al regresar de sus lejanos vuelos por las pampas, en pequeños grupos unos después de otros. Se los oye de lejos, se los reconoce por sus gritos extrañamente estridentes con que se anuncia. Cada bandada recibe así a la que le sigue, la cual le disputa los ya ocupados puestos de reposo. Hasta bastante entrada la noche dura esta querella, y por fin, cuando ya se ha hecho completamente oscuro, callan y se duermen. Con luna clara solamente se los oye gritar a veces de noche.”
   
En 1880 Ernest W. White, un joven naturalista inglés, estuvo en Guazan (Catamarca, Argentina) donde “este loro se encuentra en grandes bandadas, y se posa usualmente en árboles secos. Es llamado "Loro Barranquero" por los nativos, debido a que hace su nido en agujeros de las barrancas. Cuando se le dispara a uno de una bandada en vuelo, el  resto de la misma continúa en vuelo alrededor del lugar durante mucho tiempo dando tiempo al que cazador los mate a todos y, a cada disparo, mientras caen las víctimas, el resto redobla sus gritos, de modo que el ruido, siempre intenso, se hace finalmente ensordecedor.”   En Cosquín, Córdoba, observó que era extremadamente abundante y muy destructivo para los cultivos.  “En cada lote sembrado con trigo o maíz un chico se para como un espantapájaros y los gritos de estos, a lo largo de todo el valle, por alguna leguas, casi rivaliza en intensidad con el coro de los loros. La guerra entre las aves y sus atormentadores, sin embargo, termina invariablemente en favor de los primeros, pues tienen la costumbre de deslizarse sin ser vistos a la base de los tallos, que picotean de modo que éstos caen y así consumen los granos a placer.  En invierno, los carozos de fruta caídos en los bosques, les proporcionan mantenimiento. (…) Los pichones son un plato sabroso.”

Lámina de Pablo Matzel en el Museo Arg de C Nat. - El Hornero 6 (2) - Julio 1936 –


William Hudson alertaba ya en 1887 que el loro barranquero o cavador “puede ser considerado como una de esas especies que están desapareciendo posiblemente debido a las condiciones modificadas como resultado del establecimiento de los europeos en el país.”   Así describe sus costumbres: “Cuando hay árboles o arbustos en sus territorios de alimentación perchan en ellos; también recogen las bayas de Empetrum rubrum [murtilla, brecillo o uvilla] y otros frutos de los arbustos; pero principalmente se alimentan en el suelo (…) Son aficionados a las semillas del cardo asnal (Carduus mariana [= Silybum marianum]), y el zapallo silvestre, y para alcanzar éstas pican la dura cáscara seca con sus poderosos picos. Cuando un jinete aparece a la distancia  se levanta la bandada compacta, a pocos metros de su cabeza, produciendo en conjunto con sus voces disonantes, un rugido sólo igualado en ese pandemónium de ruidos, por la Casa de los Loros en el Jardín Zoológico de Londres. Son extremadamente sociales, tanto que sus bandadas no se separan en la época de cría; y sus huecos, que excavan en un arrecife o barranca alta vertical, se ubican tan juntos; que cuando los gauchos sacan los pichones, considerados un gran manjar, la persona que se aventura bajando con una soga atada en la cintura es capaz de esquilmar toda una colonia. (…) Sólo he probado las aves adultas, y encontré su carne muy amarga, apenas comestible. Los nativos dicen que a esta especie no se le puede enseñar a hablar; y es cierto que los pocos individuos que vi domesticados eran incapaces de articular palabra.”



Ernest Gibson, otro naturalista de las pampas bonaerenses, relata una anécdota que en 1902 le contara el mayordomo de su estancia Ynglesitos, en la sierra de Balcarce (provincia de Buenos Aires): “Una pareja de Barranqueros excavó un agujero y anidó en un pozo de agua que alimentaba un bañadero de ovejas cerca del casco – sin molestarse por las actividades y el ruido en el corral de ovejas.” Y parafraseando a Demócrito concluye: “Aparentemente al Barranquero –como a la Verdad- debe buscárselo en el fondo de un pozo”.

Loro barranquero a orillas del Aº Claromecó (Provincia de Buenos Aires) - Foto de Alex Mouchard


    Finalmente el ornitólogo estadounidense Alexander Wetmore señalaba:  “En esta árida región los loros frecuentaban principalmente el valle de inundación del Rio Negro, aunque ocasionalmente una pequeña bandada se dirigía tierra adentro, entre las colinas de grava que bordeaban el valle. A la mañana temprano los loros barranqueros se ponían en movimiento una o dos horas después del alba, cuando el aire había sido entibiado por el sol, y permanecían lejos hasta el crepúsculo. A la mañana temprano las bandadas se encontraban cerca del río, donde iban por agua, y luego se dirigían tierra adentro donde quiera que las bayas y semillas le  ofrecían comida. En esas ocasiones volaban bastante bajo, a unos 2 a 10 metros de altura. Como es común en los demás loros, tienen un vuelo potente, en línea recta, con el usual acompañamiento de chillones gritos. Su alimento consistía de bayas que maduraban en esa estación, entre las que se destacaban las de Lycium salsum [= Lycium chilense] y Discaria [chacay].”

En el valle de Los Reartes (Córdoba), el botánico Alberto Castellanos, lo observó en bandadas muy numerosas en los maizales y contaban los paisanos viejos que los pichones eran “apetecidos como un manjar delicado  por los estancieros y los curas párrocos, en compensación de su prolongados ayunos” de modo que había algunos que se dedicaban al oficio de sacarlos con ganchos de los nidos para venderlos como golosinas. Contaban los viejos del pueblo que, hacia 1880, un  jorobado había amaestrado un burro para que, a un silbido de aquél, que estaba atado mediante una cuerda a la montura del burro, éste lo subiera o bajara, acercándose o alejándose del borde. De esta forma podía llegar a los nidos para sacar los pichones. Pero cierta vez “los loros lo atacaron de tal forma que se vio obligado a esgrimir su cuchillo (…) pero con tal malhadada suerte que uno de los tajos al aire fue a dar en el lazo cortando algunos tientos (…) rápidamente hizo al jumento la señal de salir y lo sacó sano y salvo.”

Ese oficio de “lorero” se ejercía también usando palos con vellón de lana en la punta donde se enredaban las patas de los pichones y así eran extraídos.

Artesanía  con diseño de loro (San Luis, Argentina) - Foto de Alex Mouchard



EL LORO BARRANQUERO EN LA CULTURA POPULAR

Con ser un ave tan conspicua por sus numerosas y bulliciosas bandadas, no nos parece que el loro barranquero haya generado demasiados mitos en el folklore de esta parte de América. Tampoco ha producido mucha variedad de nombres comunes a diferencia de otras aves populares. Quizás ello se deba a ser un animal arisco que vive a menudo en sitios inaccesibles.

Algunas características del loro fueron registradas en dichos populares.  En la zona rioplatense se usa el término “loro barranquero” para referirse a una mujer fea, quizás por el apagado colorido del ave y por su pico que recuerda a una nariz grande, así lo recuerda Nyda Cuniberti  en su poema lunfardo “Friné”:

“Los pobres viejos verdes al junar tu belleza
recordaron de golpe con dolor de cabeza 
los loros barranqueros que tenían en casa.”


Como se ve en la siguiente copla popular catamarqueña, se usa la expresión  “saliva del loro” para expresar algo imposible, ya que como es sabido la boca del loro siempre se muestra seca:

“Albricias pido a las viejas
Porque van a remozar,
Con la saliva del loro
Y el zumo del pedernal.”

Y por sus gritos y movimientos frenéticos de  las bandadas, su comportamiento se asocia con la locura:

Desde que te vi venir
Te conoci con certeza
Que eras animal loco
Con loros en la cabeza

(Copla popular cordobesa)

Un  dicho bonaerense refleja también el bochinche de sus voces:

  “Tiene más charla (o más pico) que loro barranquero”.

Afortunadamente algunos poetas contemporáneos siguen tomándolo como fuente de inspiración,  como en estos versos que pueden encontrarse en la web:


Al loro Tricahue de Río Hurtado

Te oyó cantar la roca y el ombligo,
de aquel espacio de tierra bien urdida,
la que escondió los árboles en piedras y hendiduras,
para que tu redonda lengua no alcanzase.

¡Hoy te he visto!, escuché tu palabra y colorido,
aplasté mi mirada en tu follaje,
para encontrar tu figura envejecida,
y asi emplumar de belleza estos ojos campesinos.

Qué reclamas, qué insinúas con tu canto,
Tricahue de sol, de greda y de naranjos,
Deja que los niños velen tu espacio
y el anciano duerma esperando
el llanto inconfundible de los troncos,
de la tola y el sarmiento blando.

Ave de hojas, ave de otoños y amarillos
baja gritando del cielo río-hurtadino,
a tornear carozos, a dudar destinos,
a peinar nogales, a cosechar espinos.
                                             
“Bugues” (http://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-143935#ixzz3iqGJ5fnw)


Lamentablemente en zonas donde es relativamente común, el loro sigue siendo capturado como mascota, como este ejemplar de La Carolina (San Luis, Argentina).  
Foto Alex Mouchard



Al loro barranquero

Lorito barranquero de nuestra Patagonia
que cruzaste los Andes, buscando otro lugar
aquí en nuestras barrancas aseguras tu especie
Tricahue trasandino, hoy te quiero cantar.

Tenés el pico corvo y cuatro son tus garras
el verde en la pradera te quiere camuflar,
llegás con tu alaraca tus gritos nos alertan
ya sea lluvia, viento, tormentas anuncias.

Andas siempre en bandadas buscando tu comida
en copa de algún árbol semillas encontrás,
a veces en maizales cuando el fruto madura
hasta causas destrozos al dueño del lugar.

………………………………………………….

Lorito barranquero se nota tu presencia
siempre con tu bochinche cuando volando vas,
tus colores tan vivos adornan tu vestido
si alguno te cautiva, algo aprendes a hablar.

Andrés Gómez (http://www.cronicaliteraria.com.ar/?p=4823)


Bien menciona este poeta un hecho estudiado por la ciencia: los loros barranqueros se habrían originado en Chile desde donde hace varias decenas de miles de años lograron atravesar la Cordillera de los Andes y expandirse por territorio argentino.

Loros barranqueros pernoctando en El Trapiche (San Luis, Argentina)



Además de ser considerado como alimento, en la medicina popular se dice que el corazón de loro reducido a polvo y tomado en tisana sirve para tratar los efectos del “daño”.

Finalmente señalemos que el nombre mapundungun del loro, thucau , aparece en varios topónimos como p. ej.: Thecau-Lauquen (= laguna de los loros), próxima al río Chadileuvú (La Pampa); Thecau-niyó (= paradero de los loros) en Neuquén; Tricao Malal (=cerco o corral de loros), en el departamento Chos Malal (Neuquén), Trica-co (=aguada del loro), localidad de la provincia de Río Negro.

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REFERENCIAS


-Azara, F. de -(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992.

-Burmeister, G. -1861 -Reise durch die La Plata-Staaten.

-Carrizo, Juan Alfonso -1926- Antiguos Cantos Populares Argentinos. Buenos Aires: Impresores Silla Hermanos.

- Cuniberti, N. -2014- Debute Buenos Aires. In Octavo. 

- Furt, J. M. -1923-  Cancionero Popular Rioplatense. Buenos Aires: Librería "La Facultad", Tomo I. 466 pag.

-Gould , John -1838- Birds en Darwin, C. R. ed.  The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. London: Smith Elder and Co.

-Gibson, Ernest  - 1919 - Further Ornithological Notes from the Neighbourhood of Cape San Antonio - Province of Buenos Ayres. Ibis 1:501.

-http://www.biodiversitylibrary.org/

-Lesson, R. P.  -1825-1830 – En  Duperrey, Louis-Isidore  et al. Voyage autour du monde : exécuté par ordre du roi, sur la corvette de Sa Majesté, la Coquille, pendant les années 1822, 1823, 1824, et 1825. Paris: Arthur Bertrand, [1838]

-Masello, Juan F; Petra Quillfeldt, Gopi K Munimanda, Nadine Klauke, Gernot Segelbacher, H Martin Schaefer, Mauricio Failla, Maritza Cortés and Yoshan Moodley. –2011- The high Andes, gene flow and a stable hybrid zone shape the genetic structure of a wide-ranging South American parrot. Frontiers in Zoology 8:16.

-Molina, Giovanni Ignazio -1782 – Saggio sulla Storia Naturale del Chili. Bologna.

-Moya, Ismael – 1958 – Aves Magicas – La Plata: Min. Educación de la Pcia. De Buenos Aires.

-Paucke, Florian -2010- Hacia allá y para acá. - 1a ed. - Santa Fe: Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, 168 p.

-Pöppig,  Eduard Friedrich – 1835- Reise in Chili.

-Sclater, P. L.  & Hudson, W. H. – 1888 - Argentine Ornithology. Descriptive Catalogue of the Birds of the Argentine Republic. London:R. H. Pouter.

-Von Kittlitz, Friedrich Heinrich – 1858- Denkwürdigkeiten einer Reise nach dem russischen Amerika, nach Mikronesien und durch Kamtschatka. Gotha, 2 vols., 383 pp
   
-Wetmore, Alexander – 1926 - Observations on the Birds of Argentina, Paraguay, Uruguay, and Chile - Bulletin 133 - Smithsonian Institution, Washington Government Printing Office.

-White, E. W. – 1882- Notes oil Birds collected in the Argentine Republic. Proceedings of the Scientific Meetings of the Zoological Society of London.



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