"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


martes, 1 de julio de 2014

MARA, LA FALSA LIEBRE DE LA PATAGONIA – Dolichotis patagonum



The Illustrated London News 1899

Con su aspecto, mezcla de liebre y pequeño venado, la mara llamó la atención de los primeros exploradores de la Patagonia.

  John Wood, marino inglés que participó del viaje del contralmirante John Narborough al Atlántico Sur, las encontró hacia 1670 en Sandy Bay, al sur de Puerto Deseado (Santa Cruz, Argentina). Las llamaron “liebres” e incluso bautizaron Hare (= liebre) a una pequeña isla por la gran cantidad de maras que encontraron allí: “Matamos nueve de ellas en un sólo día, nos parecieron mucho mayores que nuestras liebres inglesas, algunas de ellas pesaban 20 libras cada una. Cuando se las perseguía se metían en agujeros en la tierra, como nuestros conejos.”

  El propio Narborough relataba haber visto “5 ó 6 liebres de las cuales el galgo mató una; tienen la conformación de las liebres inglesas, y [son] mucho mayores, y en lugar de cola tienen un pequeño muñón de aproximadamente una pulgada, sin pelo; tienen madrigueras en la tierra como los conejos”.

  Casi cien años después, otro marino inglés, John Byron, contaba que en Puerto Deseado, vieron unas “liebres de un tamaño prodigioso también aparecen en este sitio; porque pesan, estando vivas, casi 20 libras, y una vez cuereadas son tan grandes como un zorro. Se las ve principalmente en los valles (...) Vi muchas liebres. Le disparé a una que pesaba más de 26 libras. En verdad, que si hubiera tenido un buen lebrel le hubiera dado a comer  liebre a la tripulación dos veces por semana. Las liebres tienen aquí la carne blanca y de un gusto muy agradable”.

 

«Abunda este terreno de liebres que son a semejanza de unos pequeños

corzos de muy buena carne para comer”

 

                                                                              Antonio de Viedma (1783)



  Para estos exploradores no había dudas de que se trataba de liebres, aunque algo diferentes a las europeas. Pero, pocos años después, en 1781, el zoólogo Thomas Pennant advirtió que estaban más relacionadas con los cabiai o agutíes, del género Cavia de Linneo, y por eso le dió el nombre de Patagonian Cavy,  separandolas de los conejos y liebres verdaderos (lagomorfos).  Gracias a un ejemplar existente en el Museo Leveriano de Londres, Pennant hizo una descripción más detallada, y además parece que supo o dedujo sus hábitos alimenticios ya que la incluyó entre los cuadrúpedos herbívoros.  También aportó uno de los primeros dibujos de la mara con un aspecto muy conejil.


Patagonian Cavy –
Dibujo a partir de un ejemplar traído por Narborough y depositado en el Museo Leveriano.
-Pennant, Thomas – 1781 - History of quadrupeds. 



  Es curioso que, a pesar de que la mara no está señalada para Chile, el jesuita Juan Ignacio Molina (1782) a la vez que citaba las observaciones de Byron parece referirse a ella cuando menciona que la liebre, a la que da la errónea nomenclatura de Lepus timidus, se  hallaba en grandes cantidades en las provincias de Coquimbo, Puchacay, y Huilquilemu, tres localidades del país bastante distantes entre sí.  En esa época la liebre europea aún  no había sido introducida en Chile así que no sabemos a que animal se refería Molina.


  Zoólogos posteriores como Kerr, Shaw y Brown siguieron repitiendo la descripción de Pennnat y las observaciones de Byron, y sólo recién con el aporte de Félix de Azara encontramos datos nuevos sobre la mara. Hacia 1796 Azara había sido encargado por el virrey Melo de Portugal para reconocer la frontera sur en lo que es hoy la provincia de Buenos Aires (Argentina), a los efectos de construir fortines para la defensa contra los indígenas pampa. En esa zona observó maras: “He visto y cogido muchas entre los 35 y 36 grados, y se extiende por toda la tierra patagona” Por eso la llamó Liebre Patagona pero señalando sus diferencias con la europea: “mayor y más fornida, no corre tanto y se cansa más presto”. Afirma que un jinete bien montado puede cazarla con el lazo o las boleadoras.

Cavia patachonica 
Shaw, G – General Zoology vol II PArt 1 tab 165 – 1800-1826.


  Sobre su voz dice: “Oí muchas veces de noche su voz elevada, incómoda y bastante aguda que dice oooi”. Dice que los indios y los españoles consideran su carne “muy inferior a la del Peludo, Mulita, Pichii y Mataco, y de muy diverso gusto que la Liebre de Europa”. Persiguiéndolas “ninguna fió su salud a otra cosa que a las piernas no obstante haber por allí algunas vizcacheras”. Cazadas de pequeñas “se domestican mucho, salen de casa y vuelven, caminan a paso, y comen de todo”. Dos que le enviaron de Río Negro “eran muy mansejonas; pero como saliesen de casa me las mataron los Perros de la calle”. Finalmente cuenta que vio “muchas alfombras de sus pieles, que son muy buenas por la suavidad y buena vista”.

Dolichotis de Patagoni
Gervais, Paul -Histoire naturelle des mammifères Paris,L. Curmer,1854-55


  Hacia 1819, Anselme Gaëtan Desmarest, profesor de anatomía en la Escuela Veterinaria de Alfort,  recibió 4 pieles de mara provenientes de Buenos Aires a las que sin embargo llamó Liebre de Brasil.  Desmarest observó que estas pieles pertenecían a la misma especie descripta por los viajeros ingleses y por Azara y al igual que Pennant la clasificó próxima a los agutíes pero dentro de un género aparte que llamó Dolichotis, del griego ‘dolichos’, largas, y ‘otis’, orejas, pues en efecto sus orejas eran más largas que las de aquellos.  También propuso importar a la mara a Europa dado que “la bondad de su carne y el uso que se podría hacer de su piel y de su pelo, para la sombrerería de calidad, nos asegurarían obtener un excelente provecho”.  Pero al año siguiente, se arrepintió y las ubicó en el mismo género de los agutíes como Dasyprocta patachonica, usando el nombre común de Agouti des Patagons (= Agutí de los patagones). Desmarest quedó así como el  autor de la especie, aunque no pudo agrgar más observaciones que lo dicho por Azara.

Mara de Patagonie. Dibujo de Jean Gabriel Pretre.
Lesson, R. P. - Prêtre, J. G. - 1830-1832- Centurie zoologique. F.G. Levrault. 


  En 1832 Lesson optó por el nombre de Mara Magellanique, porque “Los Puelches [?] de las orillas del estrecho de Magallanes llaman al pequeño animal que nos ocupa mara”, introduciendo un error etnográfico: el nombre mara o marra es de origen mapudungun pero de ninguna manera los puelches habitaron al estrecho de Magallanes. Lesson reconoce el aporte de Azara y  lamenta que sólo había en el Museo de Historia Natural de Paris un solo ejemplar en mal estado del que se obtuvo el dibujo que reproducimos aquí.

  El naturalista francés Alcides d’Orbigny vio maras en las cercanías de la bahía San Blas, en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires. También registró el nombre indígena de mara y, a pesar de ser muy buen cazador, cuenta que no pudo matar ninguna para obtener ejemplares de estudio: “eran demasiado salvajes para que uno pudiera acercarse a ellos, en medio de un campo casi descubierto.” Queriendo verlas mejor las corrió a caballo pero casi se mata pues el caballo hacía los mismos giros buscos que ellas. Pero uno de los peones que lo acompañaba le mostró como cazarlas: “Hizo levantar una mara, detrás de la cual corrió al galope, hasta enlazarla; luego, sin poner pie en la tierra, la tomó por las orejas y me la entregó viva.”

  Supuso que no bebían o lo hacían con el rocío de la mañana  ya que se encontraban en zonas completamente privadas de agua y “no podemos suponer que abandonen los alrededores de su madrigueras, para andar diez a doce leguas a buscar el agua más cercana.” Uno de los ejemplares cazados por el peón fue a parar al asador pero la comida debe haber sido algo desabrida porque el francés acotó  “si se la prepara bien, debe ser un excelente alimento”. Finalmente hizo una interesante observación de un tatú predando una cría de mara a la que llevaba a su cueva habiéndola desangrado de una sola mordida.



Patagonian cavy.
Waterhouse, George Robert – 1848 - A Natural History of the Mammalia. Vol 2. H. Baillière

  El próximo naturalista que llegó a estas tierras y llevó a Europa noticias de la mara fue Charles Darwin, quien la llamó cavy habiéndola observado en las proximidades del río Colorado, en el extremo norte de la Patagonia, donde nos dice que es el cuadrúpedo más abundante. “El Agutí es un verdadero amigo del desierto; es un rasgo común del paisaje ver dos o tres de ellos moviéndose rápido en línea recta, uno detrás del otro, a través de estas llanuras salvajes." Darwin se preguntaba por qué la mara ya no era abundante en Santa Cruz donde el capitán Wood la había visto tan numerosa.
Contradiciendo a Azara dice: “Donde  vive la vizcacha y hace sus vizcacheras, el agutí las usa; pero donde la vizcacha no se halla, como en Bahia Blanca, el agutí cava él mismo.”

  Y agrega: “ (...) he visto muchas veces dos o tres de estos animales sentados sobre sus ancas junto a las bocas de sus cuevas, a las cuales entraban tranquilamente cuando yo pasaba a cierta distancia. Diariamente, en las cercanías de estos lugares,  los agutíes eran abundantes, pero a diferencia de la mayoría de los animales cavadores, vagaban, generalmente de a dos o tres juntos, a millas o leguas de su madriguera; y no sé si regresaban por la noche. El cavy se alimenta y anda de día; es desconfiado y observador; rara vez se acurruca a la manera de las liebres; no puede correr muy rápido, y por eso es atrapado frecuentemente por una pareja de perros, aún mestizos. Su forma de correr recuerda más a un conejo que a una liebre. El cavy generalmente produce dos crías, que nacen dentro de la cueva. La carne, una vez cocida, es muy blanca; sin embargo, es sosa y seca”.


Hudson, William Henry – 1893 - Idle days in Patagonia.  Chapman & Hall, ltd. London


  El Dr. Charles Pickering integrante de la expedición norteamericana del capitán Wilkes vio en el verano de 1839 que la mara era muy común en el río Negro. “En una de mis excursiones asusté a un grupo de seis de estos animalitos, que huyeron corriendo a considerable velocidad, y para mi sorpresa, manteniéndose estrictamente en una sola fila. Me dijeron los nativos que así ocurría cuando se los veía en grupos, y con el propósito de mantenerse en el camino a sus madrigueras. Sin embargo se dice que este agutí generalmente está en parejas, aunque quizás no en la estación de nuestra visita. En otra ocasión encontré cuatro juntas, dos de las cuales se refugiaron en cuevas, mientras que las otras desaparecieron detrás de un risco. El aspecto del animal me recordó al de la liebre, aunque tiene un paso peculiar y algo llamativo. Las cuevas son grandes y frecuentemente tiene como compañero una especie de búho cavador [la lechucita de las vizcacheras – Athene cunicularia] (...) Un joven fue llevado vivo a bordo y tenía un grito silbado, no fuerte. Nunca intentó morder”.

Patagonian cavy
The Cambridge natural history. Harmer, S. F. - Shipley, A. E. London :Macmillan and Co. ;1895-1909.


  Los tres reinos de la naturaleza es una obra editada en Madrid en 1852 que traduce al español y actualiza la obra de Buffon, quien no había podido identificar bien a la mara a la que confundió con liebres verdaderas del hemisferio norte. Pero en la obra que mencionamos aparece un detalle interesante sobre la especie: “Los indios les dan caza para comer su carne que es insípida: tratan siempre de matar primero á la hembra, pues están seguros de que el macho ni aun muerta la abandonará (...) el macho nunca abandona á la hembra aun en el caso de verse perseguido por perros”. Los biólogos actuales consideran que la monogamia de la mara se basa en la “división de tareas” correspondiendo al macho la vigilancia y defensa de la hembra ante los predadores, y a la hembra la alimentación y cuidado de la cría.


The patagonian cavy
Vogt, Karl Christoph - The natural history of animals. London: Blackie & Son, Ltd.,[1887-1888]-

  El zoólogo alemán Hermann Burmeister durante su viaje por Argentina vio maras en Mendoza cuando viajaba desde la ciudad hacia el río Desaguadero. “Atravesaba el camino con rapidez y daba grandes saltos, como un gamo, y descansaba pronto sobre las patas traseras apoyadas hasta los talones, para quedar con las extremidades delanteras extendidas (...)  Se oculta debajo de las matas en nido abierto, y vive de hierbas de la pampa, sobre todo de gramíneas”.  Siempre la vio en pareja o de a tres, con la cría, “nunca he visto una solitaria” y nunca la vio ocultarse en las cuevas de vizcachas.

  Tuvo un ejemplar en cautiverio, un macho joven “que permanecía atado en mi habitación, haciéndose pronto muy manso; se dejaba tocar y pasar la mano por el lomo, sin demostrar temor. Si se le molestaba o pegaba, producía un tono silbante, como lo hacen los conejillos de la India, sonando así como uui.” Parece ser que no sólo comía pasto sino también verduras y frutas maduras o verdes como manzanas, peras y duraznos. Pero Burmeister, científico al fin, termino sacrificándolo para estudiar su anatomía.

  Un artista llamado Adolf Goering, que acompañaba a Burmeister, contaba, en relación a este mismo animal cautivo, que “era una criatura muy amable, de buen carácter e inofensiva. Desde el primer día mostraba gran confianza en su amo, tomaba sin dudar la comida de sus manos, y soportaba que se lo tocara sin exhibir ninguna molestia. Era muy aficionado a las caricias, arqueaba su lomo, ponía la cabeza a un lado como si quisiera ver la mano amiga que lo acariciaba y lanzaba un agradecido pero indescriptible chillido o gruñido.”

Mara-
The animals of the world : Brehm's Life of animals.1895


  Hacia 1869-1870 el viajero inglés George Musters recorrió la Patagonia con los aoni-kenk (tehuelches) y encontró maras en abundancia en el centro de la provincia de río Negro, en las cercanías de la actual Sierra Colorada. Las llamó liebres o cavies, y registró el nombre tehuelche: paahi. “Estos animalitos viven en cuevas, pero generalmente están afuera comiendo o durmiendo sobre la hierba durante el día. Son sumamente rápidos por quizás durante una milla pero, como los zorros del país, pronto se cansan. Para cazarlos  primero cerrábamos las madrigueras con arbustos; pero las astutas bestezuelas a menudo se evadían deslizándose por una abertura no observada por quienes cerraban las cuevas. Se requería considerable habilidad para voltearlas con las boleadoras, porque, si eran atrapadas solo por las patas o el cuerpo se liberaban solas con rapidez, pero un golpe en la cabeza era mortal al instante. Son buenas para comer, aunque la carne es algo seca una vez asada. Con las pieles se hacen mantas, pero son de poco valor, ya que pronto se les cae el pelo.”

Mara
La chasse illustrée c.1873


  Otro aventurero ingles Heskett Prichard, que había venido a la Patagonia con el imposible encargo de capturar un Mylodon vivo, encontró a la mara más a menudo en parches de barro seco y no más al sur del lago Colhué Huapi. Sus dos perros, Tom y Brian mataron en una ocasión una mara cuya carne consideró excelente, parecida a la de la liebre inglesa. “El agutí a menudo  obliga a los perros a una dura persecución, especialmente donde el terreno es quebrado, y en tales lugares frecuentemente logra escapar. Tras asustarse reaparece muy pronto, y cuando realmente emprende la huida raramente recorre más de 100 m antes de darse vuelta para ver si la persiguen. Este es el caso cuando la persigue un hombre sólo; cuando hay perros no hay tiempo que perder con ningún tipo de especulación.”


Patagonian cavy
Cassell's Natural History. Ed. P. Martin Duncan ...Vol 3
London - Cassell & Company, Ltd,1891-96.






MARAS EN EUROPA

  Los primeros ejemplares de mara enviados a los zoológicos de Londres y en Paris no lograron reproducirse y no pudieron sobrevivir por mucho tiempo.

  En 1870 según informaba Albert Geoffroy Sant-Hilaire había muerto durante el invierno una pareja de maras en el Jardin d'Acclimatation del Bois de Boulgone (Paris).  Tres años después adquirieron cuatro más pero la reproducción de estos animales “dulces e inofensivos” fracasó. Saint-Hilaire remarcaba que “al paso, al trote o al galope las maras tienen más un aspecto de ciervo que de roedor. La manera en que se acuestan no es como la de las liebres y conejos.”

  Hubo también algún interés en España por la aclimatación de esta especie. Mariano de la Paz Graells, director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, recibió dos maras que le fueran enviadas por Marcos Jiménez de la Espada, zoólogo de la Comisión Científica Española del Pacífico. Escribe Graells: “A la vista de un animal tan dulce, tan acariciable, tan manso, de la talla de un Moschus [ciervo almizclero], y cuyo pelaje podrá ser utilizado por la peletería, no dudo en afirmar que su multiplicación será para nosotros una verdadera conquista.” Lamentablemente parece que los dos ejemplares eran machos y se frustró el proyecto.


Lièvre Patagon ou MaraCornély, Joseph -1885-  Bull. Soc. d'Accl., p. 553.

  Fue Cornély, un vizconde francés, que era especialista en aclimatación de especies, quien, haciendo caso del consejo de Desmarest, se ocupó de adaptar la mara al mundo europeo. Primero tuvo dificultad en obtenerlas, incluso una que le enviaron por barco terminó en el plato y luego en el estómago de un rico pasajero. Cornély observó que la mara no vivía durante mucho tiempo en cautiverio, salvo que dispusiera de amplios espacios con pasto. Cuando consiguió una pareja, se le ocurrió dejarlas sueltas en su parque de Beaujardin, en Tours, y allí se acostumbraron a vivir y se amansaron a tal punto que se acercaban al que las llamaba, “tomaban el pan que se les ofrecía con la mano, y aún se subían sobre las rodillas de las personas sentadas”. Se adaptaron también a la presencia de los otros animales del parque pero cuando “un perro o una gacela se le acercaban por atrás, usaban un medio de defensa bien bizarro. Un pequeño chorro de orina lanzado a la cara del intruso. (...) No siendo el licor ni corrosivo, ni de olor repugnante, no es un arma muy peligrosa”.

  Comprobó lo que señalábamos más arriba, el gran apego del macho por la hembra con la cual se comportaba con “una ternura ejemplar”. No las observó cavar más que leves depresiones en el suelo donde finalmente ocurrió el nacimiento de dos crías el primer año y tres al año siguiente. Luego recibió tres machos más, uno de ellos de talla enorme. “Cuando el padre de la familia lo vio de lejos, entrechocaba los dientes; se precipitó hacia el intruso con el mayor furor y lo puso en fuga”.

Mara
Nouveau dictionnaire encyclopédique universel illustré“, Jules Trousset. Paris. 1886-1891.


  Por su parte, Pierre Amédée Pichot  criaba con éxito maras en su propiedad de  Sêvres y había visto que las maras en cautiverio excavaban el suelo si era seco y suelto y también ocupaba albergues artificiales por lo que supuso que en su vida silvestre bien podría usar sin problemas las cuevas de otros animales como las vizcachas.

  Georges de Frézals un francés que vivió a fines del s. XIX en Mendoza tenía un macho domesticado, Juanito, y observó que nunca las maras en cautiverio habían intentado excavar madrigueras, quizás por disponer de bastante sombra y humedad en los corrales, lo que les hacía innecesario buscar refugio. Mientras que las que vivían en libertad en las proximidades del río Tunuyán, sí lo hacían para protegerse de los ardores del sol y disfrutar un poco del fresco. Lo mismo ocurría en Famatina (La Rioja) donde eran abundantes y se las cazaba a golpes de pala, según Claude Mabit.




  Remy Saint-Loup, autor de un interesante trabajo sobre la anatomía y el comportamiento de la especie, observó que “Cuando la pastura crece abundante, con una hierba densa y suculenta sobre tierras crasas y húmedas, los Dolichotis desaparecen como si rechazaran esta humedad del suelo o la calidad especial de las hierbas ricas” y por eso aconseja intentar su aclimatación en las regiones más secas de Francia. Según este autor en esa época había 6 criadores de maras en Francia y aparentemente ninguno en Inglaterra. La utilidad de estos roedores provenía de la elegancia de su forma y actitud que los hacía “extremadamente decorativos”, de su carne blanca como la del conejo y de su piel útil para la confección de guantes, ya que el pelo es caedizo y no servía para otros artículos.

Mara en pelaje de invierno
Saint-Loup, Remy. -1895 - Revue des Sciences Naturelles Appliquées.  Paris. 


  Sin embargo, las previsiones de estos criadores no se cumplieron pues finalmente la mara no parece haber sido objeto de la cría industrial, quedando sólo confinada a los zoológicos.





MARAS EN LAS CULTURAS AMERICANAS

  En los restos arqueológicos de antiguos asentamientos sudamericanos aparecen los huesos de este roedor lo que demuestra que desde hace muchos años se la usaba como alimento. Estos sitios arqueológicos se encuentran en la región pampeana, en la Patagonia y en la zona Chaco-santiagueña con una antigüedad que va desde 10.000 años  hasta 440 años atrás.

  Como hemos visto a través de los distintos relatos de los exploradores y naturalistas europeos, la mara fue un recurso para los pueblos originarios, especialmente para los tsonekas  o tehuelches de la Patagonia, para los que constituían una buena fuente de proteínas. Por tratarse de una pieza menor su caza la realizaban las mujeres. Así mismo con su cuero se elaboraban mantas y alfombras que los indígenas vendían o canjeaban en Carmen de Patagones. Claraz (1865) dice que el cuero se usaba también como recipiente para agua.

  Generalmente se la cazaba en invierno cuando escaseaba la caza mayor, por eso quizás una de sus leyendas la vincula con esa estación del año. En efecto, cuando no existían las estaciones el héroe mítico Elal convocó a todos los animales para que establecieran la duración de cada época del año. Cada animal fundamentó sus preferencias: así los guanacos y los cauquenes necesitaban un verano largo para poder alimentar sus crías. Los cazadores, como el puma y el zorro, preferían el invierno para poder seguir en la nieve las huellas de sus presas. La perdiz propuso  tres lunas de frío, tres de calor y las otras seis lunas de transición entre el verano y el invierno. Entonces la Mara viendo que el problema era la  duración del invierno  propuso que durara tres lunas.

  Pero el Oóin (choike o ñandú petizo) se opuso pues quería que todo el año fuera invierno y al que no le gustara que se fuera al norte. La discusión se hizo dura entre la mara y el ñandú, que gritaba a más no poder, hasta que la primera enojada dio un manotazo en el suelo y se fue a su cueva. El choique la siguió y pisándole la cola se la arrancó. Desde entonces la mara quedó sin cola y el ñandú quedó con voz ronca. Elal, finalmente dio la la razón a la mara y desde entonces el año se divide en cuatro estaciones de tres lunas cada una: shorken (verano), kápenken (otoño), sheiaik (invierno) y ariskáiken (primavera).

  Los mapùches de la región de Collon Curá (Neuquén, Argentina) realizaban una danza de la mara, de características rituales ya que era una de las cinco danzas que integraban la ceremonia del Nguillatún.




  En la actualidad, por su distribución endémica para la Argentina, la mara simboliza en cierta forma a los mamíferos de la Argentina y posiblemente por ello fue elegida por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM) para su logo.


Alex Mouchard

 


 
    

REFERENCIAS

-Anónimo – 1767- A Voyage round the World in his Majesty’s Ship the Dolphin commanded by the honourable Commodore Byron. J. Newbery. London.

-Azara, F. de -1802- Apuntamientos para la historia natural de los quadrúpedos del Paragüay y Río de la Plata. Vol II. Imprenta de la Viuda de Ibarra, Madrid.

-Burmeister, G. -1861 -Reise durch die La Plata-Staaten.

-Cassin, John – 1858 - Mammalogy and ornithology. U. S. Eploring Expedition during the years 1838,1839,1840,1841,1842 under the command of Charles Wilkes, U.S.N. - J.B. Lippincott, Philadelphia.

-Chao, Eduardo, (Ed.) -1852- Los tres reinos de la naturaleza o museo pintoresco de historia natural [de Buffon]. Gaspar y Roig, Editores.  Madrid.

-Cornély, Joseph -1885- Note sur le Lièvre Patagon ou Mara. Bull. Soc. d'Accl., p. 553.

-Darwin, C. R. ed. 1838. The zoology of the voyage of H.M.S. Beagle. Smith Elder and Co. London.

-Darwin, Charles –[1860] - A Naturalist's Voyage Round the World. Journal of Researches into the Natural History and Geology of the countries visited during the voyage round the world of H.M.S. Beagle under the command of Captain Fitz Roy, R.N.  John Murray. 1913. London.

-Desmarest, A. G. – 1819 - Journal de Physique, de Chimie et d'Histoire Naturelle. Vol 88. Paris.

-d’Orbigny, Charles Dessalines -1835-1847- Voyage dans l'Amérique méridionale... exécuté pendant les années 1826, 1827, 1828, 1829, 1830, 1831, 1832 et 1833.  P. Bertrand.Paris.

-Echeverría Baleta , Mario –s/f-  Joiuen Tsoneka (Leyendas tehuelches).

-Lesson, R. P. - Prêtre, J. G. - 1830-1832- Centurie zoologique. F.G. Levrault. Bruxelles.

-Marani, Hernán A. - 2011- Anatomía económica de Mara (Dolichotis Patagonum) y su aplicación en la evaluación de restos zooarqueológicos recuperados en la costa Norpatagónica (Río Negro, Argentina). Magallania (Chile) 39(2):267-278

-Molina, Giovanni Ignazio – 1782 - Saggio sulla storia naturale del Chili . Bologna: Stamperia de S. Tommaso d' Aquino.

-Musters, G. Ch. – 1871 - At home with the Patagonians: A Year's Wanderings Over the Untrodden Ground from the Straights of Magellan to the Rio Negro. London : J. Murray.

-Narborough, John; J. Tasman, J. Wood & F. Marten – 1694 – An Account of several late Voyages & Discoveries to the South and North. London: Smith & Walford.

-Palermo, M. A. (Ed.) – 1983 – Fauna Argentina. La mara.  Bs Aires: CEAL.

-Pennant, Thomas – 1781 - History of quadrupeds. Vol II p. 363. London: B. White.

-Prichard, H. Hesketh – 1902 - Through the Heart of Patagonia. New York: D. Appleton & Co.

-Prichard, H. Hesketh -1902 –Field-Notes upon some of the larger Mammals of Patagonia made between September 190 and June 1901 – Proc. Zool Soc. Vol 1. 

-Saint-Loup, Remy. -1895 - Histoire Naturelle et Acclimatation du Mara  Dolichotis Patagonica (Desmarest).  Revue des Sciences Naturelles Appliquées. Société Nationale d'Acclimatation de France. Paris.

-Viedma, Antonio de [1783] Descripción de la costa meridional del Sur, llamada vulgarmente Patagonia; relación de sus terrenos, producciones, frutos, aves y peces; indios que la habitan, su religión, costumbres, vestidos y trato; desde el puerto de Santa Elena en 44 grados hasta el de la Virgen en 52 y Boca del Estrecho de Magallanes en Angelis, Pedro de: Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia del Río de la Plata. Buenos Aires, 1839, t. VIIIB

-Waterhouse, George Robert – 1848 - A Natural History of the Mammalia. Vol 2. H. Baillière.

-Wood, J. – [1669] -A description of the Straits of Magellan by Captain John Wood, in HMS Sweepstakes, under command of Captain John Narbrough.

domingo, 1 de junio de 2014

MAGIA DEL CABURE - Glaucidium brasilianum

“Porque el corazón del caburé con ser tan chiquito está lleno de brujerías y de ciencia”

Don Segundo Sombra – Ricardo Güiraldes




Glaucidium pumilum y griseiceps
Lámina de John Gerrard Keulemans




La atracción del caburé sobre las otras aves que, como hemos visto es más que nada un fenómeno pasivo, hizo suponer a la gente de campo que incluso con una sola de sus plumas podría atraer cosas valiosas como la buena fortuna en el juego, en la guerra, en los negocios . . . o en el amor.

Ambrosetti cuenta que en cuestiones de amor no hay nada más efectivo que el payé (o amuleto) hecho con una mezcla de plumas y sesos de caburé con bermellón. Este talismán era muy usado en las provincias de Misiones y Corrientes, donde un indio Chunupí, le quiso vender uno de estos payé diciéndole que era bueno para conquistar “chinas”.

Los payé eran elaborados por los chamanes a pedido personal de los interesados. Se hacían metiendo en una bolsita llamada guayaca, dos plumas de caburé, una piedrita imán y una pizca de contrayerba, taropé o caápia (Flaveria trinervia). La guayaca se lleva colgada del cuello, tratando de que quede bajo el brazo izquierdo y sin abrirla jamás.

No hay acuerdo sobre cuáles son las mejores plumas para el payé, se dice que son las de abajo del ala izquierda, o bien la séptima remera de dicha ala o bien las plumas del álula. Si el payé es para asuntos amorosos, bastará con colocar dos plumones, pero si se hace para obtener dinero, convendrá poner dos plumas más grandes. De todos modos se aconseja no matar nunca un caburé para sacarle las plumas sino que las más efectivas son las que se le desprenden solas.

Yo campié al animalito
Con todo arte y tesón,
Hasta que llegó la ocasión
Que lo encontré dormidito.
Me le acerqué despacito
Y una pluma le arranqué.


Pluma de caburé conservada como talismán
Foto Alex Mouchard



Conservar el corazón de un caburé en un frasco con agua bendita otorga grandes poderes: ver a través de las paredes, las ropas y los naipes tapados, y escuchar a grandes distancias las voces de la gente. El que escribe con pluma de caburé obtendrá los favores del o la destinatari@ de la carta. Quien logre mantener un caburé vivo en su rancho gozara de mucha suerte en su vida. Esto no parece difícil ya que según Giai: “Se adapta muy bien a la cautividad, aunque es un tanto apático e indolente y deja de reconocer a sus dueños, abandonando la casa si se lo pone en libertad.”

Algunas tradiciones atribuyen igual poder a las pestañas del ave, como se muestra en el chamamé “Caburé Payé” de Porfirio Zappa y Pedro De Ciervi:


. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Afirman los entendidos
y mi experiencia se suma,
que si el ave una pluma
con un bendito al revés,
para conseguir amores
tiene fuerza consabida,
las pestañas bendecidas
tienen doble validez.
 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .



Según Bertoni el poderoso padjé o  payé consiste en “una mosca (mberú) parásita que habita bajo el plumaje de esta ave, viviendo á su expensa. La famosa mosca (que la he visto en él y en otras muchas aves), es de aspecto algo así como una garrapata con alas, larga 8 mm., muy aplastada y de color pardo claro, sumamente rápida y ágil para ocultarse bajo el plumaje; en fin científicamente no tiene nada de mosca.”

El hombre que posea esta mosca como payé “puede ser dueño absoluto de la voluntad de todas las niñas que quiera, y hasta ellas mismas lo buscan y siguen como los pajarillos hacían con el Kavuré-í.” Pero conseguir ese talismán resulta sumamente dificultoso: “En primer lugar hay que cojer al Kauvré-í vivo, el día viernes, no otro día; luego hay que quitarle la mosca antes que pueda moverse; lo que es bastante difícil, porque además de moverse, ensangrentaría las manos, pues su ferocidad es extraordinaria (...) Hecho esto, se da libertad al ex-dueño del padjé, el cual según dicen, se vuelve estúpido y cobarde después de quitarle la mosca y los pajarillos ya no le hacen caso.”

La mosca se conserva hasta el Jueves Santo y a la noche de ese día hay que llevarla muy adentro del bosque, tanto que no se escuche el canto del gallo. Allí se encienden velas y se pasa toda la noche velando la mosca.

“Cuando llega la media noche empieza á oírse los más extraños ruidos infernales que la imajinación pueda concebir; ya parece que tiembla toda la tierra, ya se oye en torno de sí atronadores rujidos de fieras; cuando más se acerca la madrugada, más redoblan los ruidos. Por último se ven acercar, fieras y animales monstruosos, que dicen son los habitantes del infierno y haciendo ruidos espantosos, llegan en ademan agresivo. Este es el momento crítico y la mayor parte huyen espantados, dejándolo todo; pero el que llegase á imponerse al espanto hasta el alba, hora en que desaparecen todos los habitantes del infierno, tienen un talismán milagroso.”

Si no se puede lograr la mosca hay que contentarse con algunas plumas del ave, especialmente las de la fase rojiza o kavwei-puihtá. Esta superstición debe tener origen en la presencia de moscas parásitas de la familia Hippoboscida en los caburé, por ejemplo la especie Ornithoica (Ornithoica) vicina que parasita numerosas especies de aves sudamericanas.



Mberú Ornithoica vicina



Los qom del Chaco también fabrican con plumas de tonelec (caburé) un talismán o iyaxaic que les permite la conquista amorosa como posesión de otra persona. Pero si esta posesión lleva al maltrato, el efecto del iyaxaic se invierte y el que lo utilizó se vuelve melancólico, triste y solitario.



Tonolec y pluma de caburé - Artesanía qom - 
http://raicestobaslp.blogspot.com.ar/





EL ARBOL DEL CABURÉ

La caburé-iba, caburehida o cabreúva (Myrocarpus fastigiatus) es un árbol de la familia de las Leguminosas que se encuentra en Brasil. — El nombre tupí viene de caburé, e yba, árbol, palo. Del fruto exuda una resina llamada caburé-icica o básamo (bálsamo), que sirve para tratar heridas frescas, incluso parece que los animales se van a refregar en este árbol, para curarse las heridas. El aceite esencial se usa en perfumería y en el tratamiento de los resfríos, aunque se citan reacciones asmáticas producidas por aspirar el aserrín de su madera.





LA LEYENDA DEL CABURE

En la mitología guaraní el dios supremo Tupang creó un ave muy bella y de hermosa voz, como ejemplo  para las demás aves.  El caburé, que tal era su nombre, encantaba a los demás habitantes del bosque con la magia de su canto. Pero una noche fue sorprendido dormido por el diablo  Añang quien le hizo un maleficio. Desde entonces su voz se degradó a un áspero graznido, su bello plumaje se convirtió en un pobre y deslucido vestido, y su bondad se transformó en maldad criminal, y empezó a usar el atractivo de su canto para  procurarse su presa.

En otra versión Caburé era un fiero cacique de las costas del río Paraná quien pretendía la bella muchacha llamada Panambí (Mariposa). Para conquistarla hizo un pacto con Añá, pero Tupá al ver el engaño castigó al cacique transformándolo en una feroz lechucita. 


Mural de Majo Miranda

Hospital Torucato de Alvear
Av. Warnes al 2400. Buenos Aires




En el centro de la provincia de Misiones, en el valle del Cuñá-pirú se encuentra el bello Salto Encantado, relacionado con el caburé a través de la siguiente leyenda. Al parecer había dos tribus enemigas cuyos respectivos caciques eran Aguará y Jurumí. Aguará tenía una bellísima hija, Yete-í, que era pretendida como esposa por todos quienes la conocían y muchos caciques de la región ofrecían sus mejores riquezas por su mano. El hijo de Jurumí, el feroz enemigo de la tribu, se llamaba Cabure-í y era famoso por su valentía y destreza en la guerra y en la caza. Un día Cabure-í, se encontraba de cacería por la selva, cuando escuchó el grito de Yete-í, a quien estaba por atacar un yaguareté. El joven mató al felino y al punto se enamoraron, y en la próxima batalla entre las dos tribus, cuando se vieron, corrieron a abrazarse recibiendo como castigo una lluvia de flechas desde ambos bandos. En ese momento Tupá envió como maldición poderosos truenos, se abrió la tierra para abrazar a los enamorados ya muertos, y por allí cayeron las aguas del arroyo formado por las lágrimas de Yete-í, originando el Salto Encantado.  En la zona viven hoy dos comunidades de la etnia mbyá: Ñamandú  e  Y-Ovy.

Entre los wichis el poder de las plumas del polit (caburé) proviene del héroe mítico Tokjuaj. Este le pidió al caburé que le cazara algunos pájaros para comer y le dio tres poderes o katchá: uno en el ala derecha para cazar, otro en la izquierda para enamorar y otro en el cuello para pescar. Así el polit capturó unos cuantos pájaros atrayéndolos con el canto y matándolos con su pico, pero cuando se los llevaba a Tokjuaj supo que éste pensaba sacarle los poderes por temor a ser engañado por el ave. El polit se escapó y así logró mantener el poder de sus plumas que son usadas por los wichis para elaborar sus talismanes o katchá.

Ya en la tradición criolla, Vidal de Battini recopiló un cuento sobre la lechuza y el caburé relatado en Catamarca, San Luis y Santa Fe, cuya moraleja es: “Para una madre no hay hijo feo.”  


               Nycrama - Glaucidium nanum -

    Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas
             de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú 
      por Lázaro de Ribera 1786-1794.  Ed. El Viso, Madrid). 1989.
 - 


La Lechuza, viuda y con un solo hijo, le pide por favor al Caburé que cuando ande cazando pajaritos no mate a su hijo. El Caburé le pregunta entonces como habrá de reconocerlo, a lo cual la Lechuza le responde que es el más bello del bosque. A la otra noche, el Caburé mata y se come al pichón de la lechuza. Cuando ésta viene a reclamar, el Caburé le contesta: “¡Pero si tal cual me dijiste elegí al más feo!”. Es un cuento que se remonta a las fábulas de  Esopo y pasando por la tradición europea medieval, llegó vía España a los criollos argentinos quienes lo adaptaron al caburé.


PLUMAS ADULTERADAS

A principios del siglo XX el Zoológico de Buenos Aires tenía varios ejemplares de caburé. Su director de entonces, el pintoresco Clemente Onelli, recibía pedidos de plumas de todo tipo de visitantes, desde el más humilde al más encumbrado, para confeccionarse el famoso talismán amatorio. Como Onelli no creía en esa superstición y  a la vez no quería molestar a sus caburés optó por entregar plumas de gorriones, de los que había buena cantidad en los jardines del zoo. Ignoramos si los payé de gorrión eran tan efecvtivos como los de caburé, pero sería interesante saberlo.






Strix passerinoides 
Dibujo de Nicolas Huet le Jeune y Jean-Gabriel Prêtre-Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriéesd’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault




LA MÚSICA DEL CABURÉ

En la música popular el caburé fue asimilado a los poderes de su talismán y aparece así como un personaje seductor, galán imbatible en conquistar el amor de las mozas. Veamos como lo muestra el tango “El Caburé” compuesto en 1911 por Arturo De Bassi sobre una pieza de teatro del mismo nombre de Roberto Lino Cayol.

“A mi me llaman El Caburé
porque soy
un tipo que me hago temer
donde voy
y a más yo tengo la virtud
de poder amar
la palomita más gentil
que quiera amar.

Por eso me han de ver salir
con afán
en cuanto empieza a anochecer
sin temor
y al extender mis anchas alas
hago galas de un sentido amor.

Cuando mi canción entono
no hay mujer
que pueda retener
el ansia de querer amar
sin que la presa
pueda escapar,
pues con mirarla,
nada más,
la encanto
con sagaz empeño
de aspirar su amor,
como quien busca
en los jardines de la vida
la más perfumada flor.

Todos envidian
las virtudes
de mi fe
y las mujeres
tiemblan de miedo
apenas oyen
conversar
del Caburé.

. . . . . . . . .

Y en la versión de Carlos Waiss (1945):

Me llaman El Caburé
porque soy
el milonguero más mentado
donde voy
con un requiebro y en un corte
bien compadrón
hago aflojar a cualquier mina
su corazón
(...)
Me dicen El Caburé
porque yo
soy carta brava cuando copo
un amor.


Alex Mouchard

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞


REFERENCIAS


Ver entrada anterior.

EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...