"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 1 de junio de 2014

MAGIA DEL CABURE - Glaucidium brasilianum

“Porque el corazón del caburé con ser tan chiquito está lleno de brujerías y de ciencia”

Don Segundo Sombra – Ricardo Güiraldes




Glaucidium pumilum y griseiceps
Lámina de John Gerrard Keulemans




La atracción del caburé sobre las otras aves que, como hemos visto es más que nada un fenómeno pasivo, hizo suponer a la gente de campo que incluso con una sola de sus plumas podría atraer cosas valiosas como la buena fortuna en el juego, en la guerra, en los negocios . . . o en el amor.

Ambrosetti cuenta que en cuestiones de amor no hay nada más efectivo que el payé (o amuleto) hecho con una mezcla de plumas y sesos de caburé con bermellón. Este talismán era muy usado en las provincias de Misiones y Corrientes, donde un indio Chunupí, le quiso vender uno de estos payé diciéndole que era bueno para conquistar “chinas”.

Los payé eran elaborados por los chamanes a pedido personal de los interesados. Se hacían metiendo en una bolsita llamada guayaca, dos plumas de caburé, una piedrita imán y una pizca de contrayerba, taropé o caápia (Flaveria trinervia). La guayaca se lleva colgada del cuello, tratando de que quede bajo el brazo izquierdo y sin abrirla jamás.

No hay acuerdo sobre cuáles son las mejores plumas para el payé, se dice que son las de abajo del ala izquierda, o bien la séptima remera de dicha ala o bien las plumas del álula. Si el payé es para asuntos amorosos, bastará con colocar dos plumones, pero si se hace para obtener dinero, convendrá poner dos plumas más grandes. De todos modos se aconseja no matar nunca un caburé para sacarle las plumas sino que las más efectivas son las que se le desprenden solas.

Yo campié al animalito
Con todo arte y tesón,
Hasta que llegó la ocasión
Que lo encontré dormidito.
Me le acerqué despacito
Y una pluma le arranqué.


Pluma de caburé conservada como talismán
Foto Alex Mouchard



Conservar el corazón de un caburé en un frasco con agua bendita otorga grandes poderes: ver a través de las paredes, las ropas y los naipes tapados, y escuchar a grandes distancias las voces de la gente. El que escribe con pluma de caburé obtendrá los favores del o la destinatari@ de la carta. Quien logre mantener un caburé vivo en su rancho gozara de mucha suerte en su vida. Esto no parece difícil ya que según Giai: “Se adapta muy bien a la cautividad, aunque es un tanto apático e indolente y deja de reconocer a sus dueños, abandonando la casa si se lo pone en libertad.”

Algunas tradiciones atribuyen igual poder a las pestañas del ave, como se muestra en el chamamé “Caburé Payé” de Porfirio Zappa y Pedro De Ciervi:


. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Afirman los entendidos
y mi experiencia se suma,
que si el ave una pluma
con un bendito al revés,
para conseguir amores
tiene fuerza consabida,
las pestañas bendecidas
tienen doble validez.
 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .



Según Bertoni el poderoso padjé o  payé consiste en “una mosca (mberú) parásita que habita bajo el plumaje de esta ave, viviendo á su expensa. La famosa mosca (que la he visto en él y en otras muchas aves), es de aspecto algo así como una garrapata con alas, larga 8 mm., muy aplastada y de color pardo claro, sumamente rápida y ágil para ocultarse bajo el plumaje; en fin científicamente no tiene nada de mosca.”

El hombre que posea esta mosca como payé “puede ser dueño absoluto de la voluntad de todas las niñas que quiera, y hasta ellas mismas lo buscan y siguen como los pajarillos hacían con el Kavuré-í.” Pero conseguir ese talismán resulta sumamente dificultoso: “En primer lugar hay que cojer al Kauvré-í vivo, el día viernes, no otro día; luego hay que quitarle la mosca antes que pueda moverse; lo que es bastante difícil, porque además de moverse, ensangrentaría las manos, pues su ferocidad es extraordinaria (...) Hecho esto, se da libertad al ex-dueño del padjé, el cual según dicen, se vuelve estúpido y cobarde después de quitarle la mosca y los pajarillos ya no le hacen caso.”

La mosca se conserva hasta el Jueves Santo y a la noche de ese día hay que llevarla muy adentro del bosque, tanto que no se escuche el canto del gallo. Allí se encienden velas y se pasa toda la noche velando la mosca.

“Cuando llega la media noche empieza á oírse los más extraños ruidos infernales que la imajinación pueda concebir; ya parece que tiembla toda la tierra, ya se oye en torno de sí atronadores rujidos de fieras; cuando más se acerca la madrugada, más redoblan los ruidos. Por último se ven acercar, fieras y animales monstruosos, que dicen son los habitantes del infierno y haciendo ruidos espantosos, llegan en ademan agresivo. Este es el momento crítico y la mayor parte huyen espantados, dejándolo todo; pero el que llegase á imponerse al espanto hasta el alba, hora en que desaparecen todos los habitantes del infierno, tienen un talismán milagroso.”

Si no se puede lograr la mosca hay que contentarse con algunas plumas del ave, especialmente las de la fase rojiza o kavwei-puihtá. Esta superstición debe tener origen en la presencia de moscas parásitas de la familia Hippoboscida en los caburé, por ejemplo la especie Ornithoica (Ornithoica) vicina que parasita numerosas especies de aves sudamericanas.



Mberú Ornithoica vicina



Los qom del Chaco también fabrican con plumas de tonelec (caburé) un talismán o iyaxaic que les permite la conquista amorosa como posesión de otra persona. Pero si esta posesión lleva al maltrato, el efecto del iyaxaic se invierte y el que lo utilizó se vuelve melancólico, triste y solitario.



Tonolec y pluma de caburé - Artesanía qom - 
http://raicestobaslp.blogspot.com.ar/





EL ARBOL DEL CABURÉ

La caburé-iba, caburehida o cabreúva (Myrocarpus fastigiatus) es un árbol de la familia de las Leguminosas que se encuentra en Brasil. — El nombre tupí viene de caburé, e yba, árbol, palo. Del fruto exuda una resina llamada caburé-icica o básamo (bálsamo), que sirve para tratar heridas frescas, incluso parece que los animales se van a refregar en este árbol, para curarse las heridas. El aceite esencial se usa en perfumería y en el tratamiento de los resfríos, aunque se citan reacciones asmáticas producidas por aspirar el aserrín de su madera.





LA LEYENDA DEL CABURE

En la mitología guaraní el dios supremo Tupang creó un ave muy bella y de hermosa voz, como ejemplo  para las demás aves.  El caburé, que tal era su nombre, encantaba a los demás habitantes del bosque con la magia de su canto. Pero una noche fue sorprendido dormido por el diablo  Añang quien le hizo un maleficio. Desde entonces su voz se degradó a un áspero graznido, su bello plumaje se convirtió en un pobre y deslucido vestido, y su bondad se transformó en maldad criminal, y empezó a usar el atractivo de su canto para  procurarse su presa.

En otra versión Caburé era un fiero cacique de las costas del río Paraná quien pretendía la bella muchacha llamada Panambí (Mariposa). Para conquistarla hizo un pacto con Añá, pero Tupá al ver el engaño castigó al cacique transformándolo en una feroz lechucita. 


Mural de Majo Miranda

Hospital Torucato de Alvear
Av. Warnes al 2400. Buenos Aires




En el centro de la provincia de Misiones, en el valle del Cuñá-pirú se encuentra el bello Salto Encantado, relacionado con el caburé a través de la siguiente leyenda. Al parecer había dos tribus enemigas cuyos respectivos caciques eran Aguará y Jurumí. Aguará tenía una bellísima hija, Yete-í, que era pretendida como esposa por todos quienes la conocían y muchos caciques de la región ofrecían sus mejores riquezas por su mano. El hijo de Jurumí, el feroz enemigo de la tribu, se llamaba Cabure-í y era famoso por su valentía y destreza en la guerra y en la caza. Un día Cabure-í, se encontraba de cacería por la selva, cuando escuchó el grito de Yete-í, a quien estaba por atacar un yaguareté. El joven mató al felino y al punto se enamoraron, y en la próxima batalla entre las dos tribus, cuando se vieron, corrieron a abrazarse recibiendo como castigo una lluvia de flechas desde ambos bandos. En ese momento Tupá envió como maldición poderosos truenos, se abrió la tierra para abrazar a los enamorados ya muertos, y por allí cayeron las aguas del arroyo formado por las lágrimas de Yete-í, originando el Salto Encantado.  En la zona viven hoy dos comunidades de la etnia mbyá: Ñamandú  e  Y-Ovy.

Entre los wichis el poder de las plumas del polit (caburé) proviene del héroe mítico Tokjuaj. Este le pidió al caburé que le cazara algunos pájaros para comer y le dio tres poderes o katchá: uno en el ala derecha para cazar, otro en la izquierda para enamorar y otro en el cuello para pescar. Así el polit capturó unos cuantos pájaros atrayéndolos con el canto y matándolos con su pico, pero cuando se los llevaba a Tokjuaj supo que éste pensaba sacarle los poderes por temor a ser engañado por el ave. El polit se escapó y así logró mantener el poder de sus plumas que son usadas por los wichis para elaborar sus talismanes o katchá.

Ya en la tradición criolla, Vidal de Battini recopiló un cuento sobre la lechuza y el caburé relatado en Catamarca, San Luis y Santa Fe, cuya moraleja es: “Para una madre no hay hijo feo.”  


               Nycrama - Glaucidium nanum -

    Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas
             de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú 
      por Lázaro de Ribera 1786-1794.  Ed. El Viso, Madrid). 1989.
 - 


La Lechuza, viuda y con un solo hijo, le pide por favor al Caburé que cuando ande cazando pajaritos no mate a su hijo. El Caburé le pregunta entonces como habrá de reconocerlo, a lo cual la Lechuza le responde que es el más bello del bosque. A la otra noche, el Caburé mata y se come al pichón de la lechuza. Cuando ésta viene a reclamar, el Caburé le contesta: “¡Pero si tal cual me dijiste elegí al más feo!”. Es un cuento que se remonta a las fábulas de  Esopo y pasando por la tradición europea medieval, llegó vía España a los criollos argentinos quienes lo adaptaron al caburé.


PLUMAS ADULTERADAS

A principios del siglo XX el Zoológico de Buenos Aires tenía varios ejemplares de caburé. Su director de entonces, el pintoresco Clemente Onelli, recibía pedidos de plumas de todo tipo de visitantes, desde el más humilde al más encumbrado, para confeccionarse el famoso talismán amatorio. Como Onelli no creía en esa superstición y  a la vez no quería molestar a sus caburés optó por entregar plumas de gorriones, de los que había buena cantidad en los jardines del zoo. Ignoramos si los payé de gorrión eran tan efecvtivos como los de caburé, pero sería interesante saberlo.






Strix passerinoides 
Dibujo de Nicolas Huet le Jeune y Jean-Gabriel Prêtre-Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriéesd’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault




LA MÚSICA DEL CABURÉ

En la música popular el caburé fue asimilado a los poderes de su talismán y aparece así como un personaje seductor, galán imbatible en conquistar el amor de las mozas. Veamos como lo muestra el tango “El Caburé” compuesto en 1911 por Arturo De Bassi sobre una pieza de teatro del mismo nombre de Roberto Lino Cayol.

“A mi me llaman El Caburé
porque soy
un tipo que me hago temer
donde voy
y a más yo tengo la virtud
de poder amar
la palomita más gentil
que quiera amar.

Por eso me han de ver salir
con afán
en cuanto empieza a anochecer
sin temor
y al extender mis anchas alas
hago galas de un sentido amor.

Cuando mi canción entono
no hay mujer
que pueda retener
el ansia de querer amar
sin que la presa
pueda escapar,
pues con mirarla,
nada más,
la encanto
con sagaz empeño
de aspirar su amor,
como quien busca
en los jardines de la vida
la más perfumada flor.

Todos envidian
las virtudes
de mi fe
y las mujeres
tiemblan de miedo
apenas oyen
conversar
del Caburé.

. . . . . . . . .

Y en la versión de Carlos Waiss (1945):

Me llaman El Caburé
porque soy
el milonguero más mentado
donde voy
con un requiebro y en un corte
bien compadrón
hago aflojar a cualquier mina
su corazón
(...)
Me dicen El Caburé
porque yo
soy carta brava cuando copo
un amor.


Alex Mouchard

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞


REFERENCIAS


Ver entrada anterior.

viernes, 23 de mayo de 2014

CABURE (Glaucidium brasilianum) – UN AVE CON DOS CARAS

Escucha tu canto la noche enamorada
sabiendo que la muerte acecha y ama,
sucumbiendo ante tu encanto . . .


El Caburé - Ruben Dario Callejas





Chouette caboure - Strix pumila
 Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault









El caburé. Ave mágica. Lechuza mínima. En cuyas plumas mucha gente pone sus esperanzas por una mejor suerte en el juego, en los negocios o en el amor. Así apareció en nuestra cultura.

A principios del siglo XVII Holanda estableció una colonia en el nordeste del Brasil, con centro en Recife. El conde John Maurice, príncipe de Nassau-Siegen, es designado gobernador y se traslada a América con un séquito de científicos y artistas con el propósito de realizar un inventario de la nueva colonia para satisfacción de los banqueros que invertían en realizar estas costosas expediciones para obtener las mayores utilidades posibles.

Uno de los integrantes de esa corte era el naturalista Georg Marcgraf o Marcgrave, quien así como lo hizo con muchas otras especies de la fauna neotropical, también introdujo al caburé en el conocimiento de la ciencia europea. El fue quien registró el nombre local de “caburé brasiliensibus”, o sea “caburé para los brasileños”. Caburé viene del tupí caa, selva, y boré o poré, habitante. Marcgraf lo describió y además nos da estos datos sobre su comportamiento en cautiverio: “Fácilmente domesticado. Puede girar el cuello completamente, de modo que muestra el pico justo en la mitad del dorso.  Juega con la gente como un mono. Hace variadas gracias con su cara y crepita con el pico  (. . ). Vive de carne cruda.” No incluyó en sus manuscritos un dibujo del caburé, pero un contemporáneo suyo, el pintor Albert Eckhout, sí lo hizo. Integrante del grupo que acompañaba al príncipe de Nassau, realizó más de 400 bocetos y pinturas al óleo entre las cuales se encuentra la de nuestra ave que presentamos aquí.




Cabvre brasilian 

Eckhout, Albert. 1655. 






En su descripción Marcgraf decía: “Además puede erguir unas plumas a los lados de la cabeza simulando cuernitos u orejitas”. Pero ocurre que el caburé no tiene “orejas” de plumas como otras aves de la misma familia, por ejemplo el alilicucu común (Otus choliba). Puede haberse confundido con esta última o bien Marcgraf se estaba refiriendo a las plumas laterales de los discos faciales, que sobresalen cundo el ave alisa las plumas de la corona. Este error lo mantuvieron los autores posteriores que no conocían la especie más que por especímenes de museo. Así Latham la llamó Brazilian eared Owl ( = búho orejudo de Brasil) y Buffon lo consideró casi una variedad del autillo europeo (Otus scops). En realidad el nombre del ave que nos ocupa sería caburé-i (= caburé chico), mientras que caburé a secas se aplicaría a las estrígidas algo mayores como el mencionado alilicucu.

Esta información llegó a los zoólogos como Willughby, Ray, Klein, Brisson, y finalmente Gmelin, colaborador de Linneo, que lo ingresó en la nomenclatura científica como Strix brasiliana.

Tenemos que llegar a Azara para encontrar el relato de otro naturalista que haya conocido el ave en su zona de origen: “Dos pollos, que yo mantuve con insectos y pedacitos de carne desde muy pequeños,  llegándome a conocer y a llamar.” Luego aprendieron a comer solos y “se olvidaron de mis beneficios: se enfurecieron al verme (. . .)  me recibieron panza arriba con las uñas, gritando mucho al acercarme”. Por su andar a saltitos deduce que solo vive en el bosque y que “jamás baxa al suelo”.

Y acá surge de nuevo el tema de los cuernos, dice Azara: “Nunca advertí que los tuviesen, ni los he notado en multitud de adultos”, pero un día al sacar sus pollos al sol se ofuscaron por tanta luz y “sentando la pluma de la cabeza, que siempre está bastante erizada, quedaron muy visibles los cuernitos”. Con esto parece reivindicar a Marcgraf, sin embargo más adelante dice que “más de 50 que he visto y criado eran todos mochos” y justifica que Buffon los haya ubicado entre los “cornudos” basado en que el naturalista alemán,  como él mismo, pudo haberlos visto en una situación en que se hacían visibles los “cuernitos”. 



Chouette Rousserolle Strix ferruginea-
-
Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriéesd’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault


Para Azara “no hay páxaro más vigoroso a proporción del volumen, ni más feroz e indomesticable”. Para él Marcgraf había malinterpretado “que los gestos grotescos eran jugarretas con su dueño, quando son en él y en toda la familia insignia de aversión”. Y dice que todos en Paraguay le aseguraron que eran capaces de “introducirse baxo del ala de todos los páxaros, sin excepturar los Yacúes y Caracarás, y de pegárseles y comerles el costado hasta matarlos.”  Así muchos afirmaban que el caburé había  logrado matar dichas aves e incluso a los pavos domésticos a pesar de ser de un tamaño mucho mayor. Entonces Azara hizo la prueba de encerrar a uno, particularmente fiero y hambriento, con un Yacú y una gallina, pero la rapaz no los atacó. Arnaldo Bertoni, refiriéndose a lo señalado por Azara, dice: “Hay una creencia muy antigua, aún muy arraigada, que dice que el Kavuré-í tiene la habilidad de introducirse bajo del ala de los Djakú y otras aves grandes y que, comiéndoles el costado, las hace morir. Yo nunca he visto tal cosa, pero no lo extrañaría en ave tan fuerte y atrevida; además he visto algo parecido: un día, habiendo oído gritar una gallina grande, acudimos y hemos visto á un Kavuré-í sobre ella, que le arrancaba las plumas en ademán de matarla; de muy mala gana abandonó la víctima. Con esto no se extrañará que ataque á los Djakú; pero aquello de degollar á los Venados para chuparles la sangre, debe ser una fábula.”


Otro naturalista que conoció al caburé en su ambiente fue el francés Alcides D’Orbigny que lo vió en Bolivia (Chiquitos y Moxos) y hasta en la Patagonia, aunque aquí seguramente se trataba del caburé grande (Glaucidium nanum). “Durante el día se lo encuentra siempre dormido (...)  se deja balancear a merced de los vientos, durmiendo así sin despertarse con el ruido; porque a menudo, casi tocándolo, mantiene la misma inmovilidad, lo que hay que atribuir a la pesadez de su sueño o a la dificultad que muestra para abrir  los ojos y soportar los rayos del sol a pleno día.”

Cuando el crepúsculo está avanzado sale a volar siguiendo el borde del bosque y “cazando insectos y pequeños roedores, solamente. Vuela así toda la noche, a menudo haciendo escuchar un canto lúgubre, aunque débil”. D'Orbigny registró los nombres locales que le daban los cayuvava de Moxos: vadzi; los chiquitos: aküch y los morotocos o zamucos: sédzéguè.

Otro naturalista viajero, el príncipe de Wied, encontró al caburé cerca de Bahía (Brasil) “dentro del bosque, y deja escuchar su voz incluso de día . . . Los brasileños lo conocen como Caburé do sertam [sertão].” En su estómago sólo encontró insectos.

Caburé grande - Glaucidium nanum-

Crawshay, R. 1907. The Birds of Tierra del Fuego. London.



EL REY DE LOS PAJAROS


A la distancia sólo se escucha en las espesuras
el áspero un-bút—un-bút del caburé, —ese verdugo
de las selvas— convocando á los pajaritos para
satisfacer sus instintos carniceros.

Recuerdos de la Tierra - Martiniano Leguizamón


Con literaria pluma Holmberg describe el alboroto que produce entre las aves del bosque la presencia del caburé y, de paso, instala otra polémica: ¿caza o no caza pajaritos que atrae con su mirada?

“El bosque, entretanto, se puebla de agudos y penetrantes chillidos. Diríase que una víctima agoniza en medio de la tortura, y que un sacrificio lento, consumado por garras sin piedad, mancha de sangre las pálidas Ipomeas de la noche, húmedas aún con las últimas gotas de rocío. El Rey de los Pajaritos, el temido Caburé, despierta la alarma en el seno de los bosques. Acude presurosa la grey alada (...) Prosigue en tanto el Caburé. No le inquieta el rumor de los vapores lanzados al aire con estruendoso y frecuente latido;  no le acallan los huéspedes de la arboleda congregados al oírle; no le asusta la voz del silbato; no le intimida el estallido de la pólvora.”

“Los pajarillos, cada vez más inquietos, no interrumpen sus vaivenes. Algo anormal tiene que suceder. No grita el rey por gritar; y cuando llama á los versátiles súbditos, será sin duda porque padece el reino.”

“(...) «¡Tiene hambre! » —dicen los cazadores — «y, cuando acuden los pájaros á su llamado, elige el que más le agrada, le echa la garra y se lo come.» (...) Singular afirmación la de los cazadores. He muerto, en repetidas ocasiones, el Glaucidíum ferox y jamás le he hallado despojos que acrediten su extraordinario poder y nunca visto dominio. El inmortal Azara no lo vio tampoco, y la noticia corre, se disfraza de fábula, se infiltra en el credo de todos los viajeros que consignan sin comprobar y lo repiten todos los lectores que tragan sin digerir.”

“Menester es contemplar siquiera una vez la extraordinaria animación del bosque cuando grita el Caburé. De todas partes acuden los pajaritos. Pero ¡rasgo soberanamente animal! ninguno olvida su principal apuro, y no obstante bailarse en asamblea; á pesar de un movimiento que, á nuestros ojos, tiene todo el aspecto dé la alarma; maguer que se quejan con aire doliente, todos comen, todos quieren comer y «con tan fausto motivo» el Benteveo devora una Crísopa que pasa; los Picaflores se agitan tragando cuantos Quirónomos y Mosquitos pueden; y los Pescadores aunque al parecer inquietos, se lanzan sobre la plateada mojarrita  que dio una costalada demasiado cerca de su vigilante verdugo.”

Daniel Granada dice “que su víctima predilecta es el chingolo, que parece el más tímido y cauteloso, y de ahí la frase proverbial en el campo: ‘por desconfiado, mata al chingolo el caburé'.”

White lo encontró en Cosquín, Córdoba (Argentina) y refirió lo siguiente: "Produce gran diversión en el naturalista observar las costumbres de este lindo y pequeño búho, el cual, posado en perfecta inmovilidad sobre una rama, lanza un grito de sirena para atraer pajaritos en grandes cantidades. Se los observa agrupándose a su alrededor, todo el tiempo aleteando con gran excitación, como encantados por algún tipo de fascinación. Tras esperar un poco el búho repentinamente se lanza sobre la más cercana de sus víctimas”. Hudson, comentando a White, dice lo siguiente sobre el caburé grande (Glaucidium nanum): “Yo también observé pajaritos acosándolo [mobbing, en el original], cuando se posaba en un lugar visible durante el día, ya que siempre acosan a las pequeñas rapaces, pero no fui tan afortunado de escuchar el “grito de sirena” con el cual el ave de Córdoba fascinaba a sus víctimas. Uno ha oído antes este relato del "grito de sirena", sobre otras especies, porque es un mito muy común. Parece extraño que a un búho se le acomode ahora el viejo y musical ‘sombrero’; y el Sr. White yerra cuando dice que esta costumbre de nuestra ave ‘produce mucha diversión al naturalista’."

La palabra inglesa “mobbing” se usa en etología para designar a un patrón bien definido de comportamiento en que aves pequeñas (especialmente paseriformes) atacan diversas rapaces acompañándose de vocalizaciones fuertes agudas y fáciles de localizar, de modo que se congregan muchas aves en poco tiempo y logran molestar al predador de tal manera que huye y, en raras ocasiones, hasta puede resultar muerto. Este comportamiento explica el poder de “atracción del caburé” que en realidad sería un fenómeno meramente pasivo.




Sin embargo, Javier Villafañe adhiere al mito y relata que en San Ignacio, Misiones, encerraron un caburé en una jaula junto con un pijuí ceniciento (Synallaxis cinerascens), el cual se arrinconó espantado en un extremo de la jaula. Primero el caburé se posó tranquilo en un palo, pero al esconderse los observadores, se lanzó de golpe sobre el pijuí “y lo comió en un instante”. En libertad “va siempre solo porque no quiere tener testigos de las fechorías que comete a diario. (...) Elige la víctima, la hipnotiza, y, cuando logra el dominio completo de su presa se lanza sobre ella y le devora los sesos. Es muy difícil que se le escapen un ratón, una víbora; es tan certero el primer picotazo que los adormece y termina con ellos en un abrir y cerrar de ojos”.

Un episodio similar se narra en el cuento “La Jaula” de Mujica Láinez donde un joven va a vengar una afrenta hecha a su hermana por un temible anciano. Acechando al viejo, observa como éste entrega un pajarillo a un caburé que tenía enjaulado, quien lo mata de inmediato:  “El caburé se yergue, fascinante, dominador, lo derriba, de un aletazo y le hunde el pico duro como una espuela, en el pecho. Le arranca las entrañas, le destroza el cráneo”.  Ese acto llena de tal espanto al joven que huye sin concretar su venganza.

Quizás sea más lógico pensar en un oportunismo del caburé durante el “mobbing” de que es objeto, tal como lo pinta Marcos Sastre: “El caburé se mantiene impasible e inmóvil, manifestando el mayor desprecio a la turba de cobardes que lo cercan por todas partes y lo asordan con su algazara. El no tiene apetito porque ha hecho una espléndida cena; pero, como se le vienen  a la manos tan buenas presas y la ocasión hace al ladrón, echa sus garras a la que más le place, y allí mismo tranquilamente, en presencia de los parientes y amigos de la víctima, se la trinca y se la come, sin que ninguno le estorbe.”

Lo mismo corrobora Andrés Giai, el gran naturalista y conocedor de nuestra fauna: “Se abalanza sobre el pájaro más próximo, asegurándolo firmemente con sus garras, sin detenerse a considerar si la víctima es más o menos fuerte que él. Suele aventurarse con presas de tamaño dos veces mayor que el suyo, y como no puede reducirlas de inmediato se deja caer al suelo con ellas, sin largarlas, y allí las mantiene hasta que las heridas producidas por las aceradas uñas determinan su muerte”.

Pero, Bertoni no parece haber observado tal cosa: “Entre tanto el Kavuré-í no se mueve y abriendo desmesuradamente sus ojos, jira la cabeza en todo sentido, observando con su extraña mirada á todas las avecillas, como escogiendo su presa; pero no sucede esto, al menos nunca lo he visto cazar en estos casos, á pesar de que le sería sumamente fácil y de que me consta que alimenta a sus hijos con ratones y pajarillos, casi exclusivamente. Algunas veces desaparece con la velocidad del rayo, dejando estupefactos á sus admiradores; otras veces se muda á otro árbol, dejándolos atrás poco á poco; y otras veces no se mueve de su sitio hasta que los pajarillos aburridos le abandonan.”

“Cuando le rodean parece impaciente, menea la cola y gira la cabeza con ligereza ; cuando está así suele desaparecer como un relámpago, llevándose quizá algún pajarillo sin que yo pudiera darme cuenta de ello, porque no será para otra cosa que hace todo esto. Los mismos pájaros no dejan de rodearle siempre que le vean, como si fueran atraídos por los efectos del magnetismo animal.”


La segunda cara del caburé
Foto de Julio Koslowsky-Hornero I – p 230- 1919



La Canción del Caburé de Los Musiqueros Entrerrianos describe bien todas estas costumbres del ave:

En la isla hay un bichito
que es muy diablo ya lo sé
se comía a los pajaritos
lo llaman el caburé
aunque todos lo conocen
todos le han de desconfiar
pero nadie se resiste
con su mágico cantar
Cau cau, cau cau
pregona en un arbolito
y vienen a hacer la ronda
un montón de pajaritos
cau cau, cau cau
embruja con su cantito
y al primero que se arrime
el seso le comerá.

En el pago se preguntan
que misterio ha de tener
que aunque todos lo conocen
todos vuelven a caer
tiene una cara muy buena
con la que te hace confiar
te muestra la cara falsa
cuando te va a hacer sonar
Cau cau, cau cau
dicen que hay que condenarlo
para mi que no es de el la culpa
sino del que va a escucharlo
cau cau, cau cau
no es cosa de hacer locura
y es fácil de combatir
con un poco de cultura.

Ahora que me hice pueblero
veo que el cuento se parece
igualito que en la isla
aquí hay muchos cabureces
mucho bla, bla, compañero
y todo el mundo alrededor
mostrando la cara falsa
pues la autentica es peor
cau cau, cau cau
pregonan desde un banquito
y vienen a hacerle la ronda
un montón de pajaritos
cau cau, cau cau
embrujan con su cantito
y al primero que se arrime
el seso le comerá. 


Es notable que se mencione aquí que el ave “muestra la cara falsa”. La explicación ya la había dado el naturalista y herpetólogo Julio Koslowsky quien compró un caburé vivo a los indios guatós, de Matto Grosso, Brasil, y observó que como otros “representantes del género Glaucidium poseen un dibujo singular en la parte posterior de la cabeza (...) que cuando el plumaje se halla erizado, representa una cara de lechuza.” Se preguntaba si este dibujo serviría para amenazar  a posible predadores o bien para confundir a los pajaritos que molestan al caburé, los que quizás se acercarían a molestarlo por el lado opuesto a su falsa cara, creyéndola verdadera, y encontrándose así con el mortífero pico. De paso, esta supuesta propositividad de la segunda cara del caburé motiva a Koslowsky para desarrollar una breve crítica a la teoría de la evolución de Darwin, que recién empezaba a afirmarse en nuestro ámbito científico.



Little Columbian Owl
Surnia passerinoides
Audubon, J. J. -1827-1838. The Birds of America. London


EL DE LOS OJOS BRILLANTES


En 1826 Friedrich Boie creó el género Glaucidium para separar de las demás lechuzas a estas especies de pequeño tamaño como el mochuelo chico o mochuelo alpino europeo (Glaucidium passerinum). Son búhos pigmeos, los más pequeños de la familia, de unos 16 cm de largo, carecen de penachos auriculares, tienen alas y cola cortas, disco facial imperfecto, pico corto y ancho, tarsos emplumados, y uñas largas, curvas y muy agudas. Boie, que era hijo de un poeta, introdujo en la nomenclatura científica muchos nombres de la mitología griega.  Glaucidium sería la forma latinizada de glaukidion (= lechucita), diminutivo de glaux, nombre que le daban los griegos a la lechuza porque significa “que brilla intensamente”, como los ojos de esas aves cuando reflejan las luces nocturnas.

La diosa griega Pallas Atenea estaba relacionada con las lechuzas. Se la llamaba Glaucopis (= la de los ojos brillantes). Se decía que, como dichas aves, podía ver en la oscuridad para conducir las almas de los guerreros al territorio de los muertos. Si bien más tarde los griegos la ascendieron a diosa de la sabiduría, la guerra y los tejidos, inicialmente era una diosa cruel a la que se inmolaban los cautivos en la guerra, una diosa rapaz de las tinieblas, cuyo símbolo visible era una lechuza, y más precisamente el mochuelo (Athene noctua), ave que sigue frecuentando la Acrópolis de Atenas.


ALEX MOUCHARD


REFERENCIAS

-Ambrosetti, Juan B.  1917 – Supersticiones y  Leyendas - La Cultura Argentina. Buenos Aires.
-Azara, F. de (1802)-Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992. Madrid.
-Bertoni, A. de Winkelried – 1901 – Aves nuevas del Paraguay –Talleres Nacionales de H. Kraus. Asunción.
-Buffon, G.L.L. conde de.  -1770 - 1785- Histoire naturelle des oiseaux. 9 vol. Imprimerie Royale. Paris
-Coluccio, F. 2005-Diccionario folklórico de la flora y la fauna de América –Ediciones del Sol. Buenos Aires.
De Kay, G. –1898- Bird Gods. Barnes & Co.  New York.
-del Pino, D. – 2005 – Clemente Onelli. El más criollo de los tanos. Ediciones Turísticas. Bs. Aires.
-Garcia, Rodolpho – 1913 – Nomes de aves em lingua tupi – Rio de Janeiro.
-Giai, A. La pluma del caburé. Selecciones folclóricas 12. Ed. Codex. Bs Aires.
-Granada, Daniel – 1890 - Vocabulario Rioplatense Razonado. 2ª Ed.  Imprenta Rural. Montevideo.
-Holmberg, E.L. – 1887 – Viaje a Misiones.  Boletín de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba (República Argentina). Tomo X - Buenos Aires.
-http://www.biodiversitylibrary.org/
-http://www.folkloretradiciones.com.ar/superstic_leyendas/sup_ley_49.htm
-Koslowsky, J. 1919 – El caburé Glaucidium nanum (King) – Raro caso de mimetismo – El Hornero  1:229 – A. O. P. Buenos Aires.
-Leguizamon, Martiniano -1896- Recuerdos de la Tierra. Félix La Jouane Editor. Buenos Aires.
-Marcgraf, George & Willem Piso -1648- Historia Naturalis Brasiliae... Franciscus Hackium. Lugdun.
-Mujica Lainez, M. – 1995 – Misteriosa Buenos Aires. Sudamericana. Buenos Aires.
-Rodríguez, Adolfo Enrique - Lexicon de voces y locuciones lunfardas, populares, jergales y extranjeras - Todo Tango.
-Sastre, M. El Tempe Argentino.   Kapelusz. 1982. Bs. As.
-Terán, Buenaventura – 1998 - El ciclo de Tokjuaj: y otros mitos de los wichí. Ediciones Del Sol, Buenos Aires.
- Tola, Florencia C. – 2010 - Les conceptions du corps et de la personne dans un contexte amérindien: Indiens toba du Gran Chaco sud-américain. Editions L'Harmattan, Paris.
-Vidal de Battini, B. E. – 1980- Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Tomo III. Ediciones Culturales Argentinas. Buenos Aires.
-Villafañe, Javier – 1993 – Historias de Pajaros. Emece. Buenos Aires.
-Volberg, Enrique J. –2007-  Leyendas del Nordeste – El caburé-i. Ed. Dunken. Buenos Aires.
-Wilson, E. O. – 2000- Sociobiology. Belknap Press.


EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...