"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 26 de mayo de 2012

LA PALOMA AMARGA Patagioenas picazuro


La Picazuró

“Até mesmo o asa branca
 Bateu asas do sertão
           Então eu disse adeus Rosinha

           Guarda contigo meu coração...”
 


[Hasta la misma ala blanca se fue del sertón batiendo las alas, entonces le dije adiós a Rosita: guarda contigo mi corazón.] 


“Asa Branca” - Luiz Gonzaga




        Esta gran paloma que vemos habitualmente en las plazas de la ciudad de Buenos Aires fue introducida a la ciencia por el notable naturalista aragonés Félix de Azara. El mismo explicó su nombre guaraní:  “Picazú es nombre general que dan los Güaranís a toda paloma grande,  y por excelencia a ésta, aunque añaden la última sílaba , que significa amarga; porque lo es cuando ha comido cierta fruta”.

        En el nombre está implícita una de las cualidades de esta paloma, su valor como fuente de proteínas para dicha etnia y también para los colonos europeos, dado su gran tamaño. Ya señalaba Azara su abundancia (“más que otra ninguna”), en bandadas muy numerosas de las que se suele separar “con bastante indiferencia”.  Y relataba que prefiere posarse en lo alto de árboles secos o poco frondosos y no se interna en los bosques, sino que frecuenta las quintas y campos donde come el maíz recién sembrado, otras semillas y frutas y además, cosa curiosa tratándose de una paloma, arranca pedacitos de carne de las reses muertas.

        De su relato nos quedamos sin saber qué fruta provocaba el sabor amargo en su carne. Sin embargo Du Tertre, viajero francés que supo andar por las Antillas, menciona el caso de otra paloma que tenía la misma particularidad: “Cuando comen granos buenos, se ponen gordas y de gusto tan bueno como las de Europa; pero las que se alimentan de granos amargos como los de las acomas, son amargos como el hollín”.  Realmente nunca se me ocurrió probar el hollín pero habrá que darle la razón a Du Tertre. De todas maneras y a diferencia de lo que creía Azara la especie descripta por el francés no era la picazuró que no llega a esos parajes. La acoma, acomat o caracolillo Homalium racemosum es un árbol de la zona antillana al cual, curiosamente, se lo llama “corazón de paloma” en la República Dominicana.



Dibujo de H. Grünvold en -Brabourne, L. & Ch. Chubb – 1912 – The Birds of South America.


       Hablando de palomas amargas, Amédée-François Frézier, un ingeniero militar, como Azara, pero de origen francés, que llegó en papel de espía a Concepción, Chile, describió allí también unas palomas torcaces amargas que no serían picazuró ya que tampoco llega la especie hasta ese país.

       William Dampier, bucanero y corsario  inglés, y muy buen observador de la naturaleza, la vio en la Bahía de Todos los Santos (Brasil):  “ hay tan grandes bandadas después del mes de mayo y hasta septiembre,  que un solo hombre puede matar 9 a 10 docenas en una sola mañana, cuando el cielo está cubierto de nieblas y ellas vienen a comer las bayas que crecen en los bosques”.

        Varios otros autores mencionan este comportamiento de las picazuros a congregarse en grandes bandadas durante el invierno en procura de algún alimento estacional.

          O. Cresswell que, estando en Barbados, adquirió a unos marineros un ejemplar traído como mascota desde Brasil,  refiere que “era la criatura más dócil y amable posible, generosa en sus afectos a los seres humanos y le agradaba descansar su cabeza en mi mano”.

        Goeldi  registra otros nombres para esta paloma. “Aza branca” ( = ala blanca) es el que le dan en la zona pernambucana debido a la media luna blanca que se ve en el ala al volar. Esta marca le ha valido entre nosotros el nombre de “paloma turca” por analogía con la media luna de la bandera de Turquía, aunque otros hacen derivar “turca” de “torcaza”, ya que los españoles de la época colonial  la llamaban “torcaza grande”.  En efecto, en Aragón, la patria de Azara, a la paloma torcaz europea se la llama también “turca”. Otras denominaciones son: “jacaçú”, “pomba trocal o  trocaz” (una deformación de torcaza), “pomba verdadeira” (nombre registrado por Wied en Bahía), “pomba legítima” y "pomba-carijó" (en Rio Grande do Sul). 

        William H. Hudson señalaba que “su canto resuena en los bosques, y, cuando se lo oye por primera vez, maravilla al oyente, tan extrañamente humana es la tonalidad de sus largas y quejumbrosas notas.”

         Venturi describe un curioso nido de esta especie. Parece ser que a raíz de la gran crecida del Paraná en 1905 fueron destruidas algunas instalaciones rurales, quedando dispersos muchos trozos de alambre , de los cuales se aprovechó una pareja de picazuros para hacer un nido metálico sumamente sólido que pesaba unos 200 gramos.

       Sobre su alimentación en la zona de General Lavalle (Provincia de Buenos Aires), informa Ernest Gibson que en los meses de de junio y julio cuando el chamico (Datura stramonium) produce sus oleosas semillas, proporciona alimento a estas palomas que se congregan en grandes bandadas de hasta 100 ejemplares. Más tarde a fines de agosto se alimentaban de hojas del trébol de olor o trébol carretilla (Melilotus),  además en estos meses de invierno frecuentaban los desechos de los mataderos, como señalaba Azara. Muchas veces las observó en las  reses ovinas recién cuereadas, antes de la llegada de los caranchos y chimangos.

       Son notables estas observaciones de Gibson porque el chamico contiene en sus hojas y semillas poderosos alcaloides tóxicos y tiene un olor desagradable que hace que el ganado no la consuma, sin embargo, no parece afectar a  las palomas, aunque es probable que transmita a su carne un sabor desagrdable. De la misma manera tampoco son afectadas por los tréboles de olor que tienen compuestos cumarínicos que les dan su característico olor dulce y actúan como antivitamina K afectando la coagulación y provocando hemorragias.


Sello del Correo Oficial de la República Argentina – Año 2000


La picazuró suele acercarse a las viviendas humanas, pero es algo arisca y Aplin que la conoció en Uruguay supone que cuando bajan a comer dejan una de centinela en la cerca, para avisar a la bandada cuando ser acercan extraños. Gibson dice  que es un ave bastante tímida y prefiere, en general, la tranquilidad de los bosques, por eso Hudson la llama “Argentine Wood-Pigeon” es decir “paloma de bosque argentina”, porque en la época reproductiva se concentra en los bosques para anidar. Sin embargo se ha valido de las poblaciones humanas para expandirse por las pampas hacia el sur, aprovechando las arboledas artificiales. Raúl Carman   explica que en los partidos del sudeste bonaerense, González Chaves y San Cayetano, apareció recién hacia 1968 y que antes no se la conocía en la zona, pocos años después ya era abundante y anidaba allí. Hoy en día llega hasta el valle del río Negro.






-Aplin, OV – 1894 – On the Birds of Uruguay – Ibis 22.
-Azara, F. de-(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992.
-Carman, R.L. -1973- De la fauna boanerense. Bs. Aires.
-Cresswell, O.  -1898-1899- Notes on my doves in 1898- The Avicultural magazine. 5.
-Dampier, W. -1697- A New Voyage Round the World.
-Du Tertre , Jean-Baptiste -1658 - Histoire naturelle et morale des îles Antilles de l'Amérique avec un vocabulaire caraïbe
-Frézier, A.F. -1714-Relation du voyage de la mer du Sud, aux côtes du Chili, du Pérou et de Brésil, fait pendant les années 1712, 1713, et 1714. Paris. 
-Gibson, E. -1880-Ornithological Notes from the Neighbourhood of Cape San Antonio, Buenos Ayres. The Ibis 4ª ser vol 13:1.
-Goeldi, Emilio Augusto-1894-Aves do Brasil.
-Hartert,  E. y S. Venturi – 1909- notes sur les Oiseaux  de la République Argentine – Novitates Zoologicae 16(2):159.
-Sclater, PL & Hudson, WH –1888- Argentine Ornithology

domingo, 15 de abril de 2012

EL CHANCHO QUIMILERO (Catagonus wagneri) Y LOS WAGNER EN EL INFIERNO VERDE


“Icaño, tierra adoptiva
de sabios inmigrantes
Emilio y Duncan Wagner
dejan sus huellas allá por Mistol Paso”.

Rita Silvina Díaz,  Mi viejo Pueblo de Icaño


Hacia fines de la década de 1920, el paleontólogo Carlos Rusconi se encontraba estudiando unos materiales que le habían remitido los hermanos Émile y Duncan Wagner.  Encontró entre ellos  restos óseos, que consideró  fósiles, pertenecientes a una nueva variedad de pecarí o chancho silvestre que describió  con el nombre de Platygonus (Parachoerus)  carlesi wagneri. Los mismos habían sido hallados junto a urnas y artefactos prehispánicos en los túmulos descubiertos por dichos hermanos en Llajta Mauca, cerca de Melero, en la zona chaqueña de Santiago del Estero. El mismo autor la elevó posteriormente a rango específico con el nombre Platygonus (Parachoerus)  wagneri. Como bien advirtió Alejandro Bordas  los restos no eran de un animal fósil del pleistoceno sino de un animal actual (holoceno) si bien probablemente no contemporáneo, quizás extinguido antes de la conquista.


CHANCHO QUIMILERO por Tini Depoiné



Pasaron 42 años y en 1972, el paleontólogo norteamericano Ralph M. Wetzel, que se encontraba haciendo estudios de fauna en el Chaco Paraguayo, descubrió que el pecarí considerado extinto estaba vivito y coleando en el “infierno verde”, y pertenecía  a la misma especie que el “fósil” de Rusconi, aunque decidió transferirla al género Catagonus, que Ameghino había creado para pecaríes extinguidos de la pampa húmeda.

En realidad hay evidencias de que el animal ya era bien conocido por los pobladores de la región chaqueña tanto paraguaya como argentina y boliviana. Se habla de algún ejemplar taxidermizado por un cazador de la provincia de Santa Fe en 1972 y en Wikipedia se menciona otro obtenido en 1971 por el cazador tucumano Ramón Benito Vidal Borrellas y cuyas fotografías fueron estudiadas en el Instituto Miguel Lillo. Además Elio Massoia y Alejandro Urrutia pudieron estudiar dos cráneos que había colectado Yepes en Dragones, en el Chaco Salteño, en 1936 y que habían pasado desapercibidos para los científicos. Juan Carlos Chebez menciona también la descripción de las tres  especies de pecaríes por el jesuita Florián Paucke en su obra “Hacia allá,(fuimos) amenos y alegres, para acá (volvimos) amargados y entristecidos-Estadía con los indios mocovíes 1749-1767”. Tambien cita al Dr. Esteban Maradona que lo describe como un chancho solitario o poco sociable que sólo sale tímidamente del monte cerrado para beber en las aguadas y comer los frutos de la cactácea quimil (Opuntia quimilo). De allí que recibe los nombres de pecarí o chancho quimilero, aunque consume varias otras especies de cactus y bromelias.

Hoy en día se trata de una especie clasificada como “en peligro” por la IUCN, debido a la destrucción de su hábitat y a la caza de que es objeto. Según los estudios hechos por Andrew Taber en 1993 en el Chaco Paraguayo su situación allí es muy preocupante,  quedando poblaciones aisladas y pequeñas en Argentina y Bolivia.

Se supone que este pecarí quedó confinado probablemente desde el pleistoceno a un reducto de bosque xerófilo de algarrobo-quebracho y palosanto con sotobosque denso y espinoso, el “infierno verde” como lo calificó el escritor Marín Cañas. Este chancho tiene adaptaciones notables para ese tipo de hábitat: el gran desarrollo de la cavidad y senos nasales le sirven para filtrar el polvo y localizar su alimento,  las patas alargadas y el largo y duro pelaje le permiten desplazarse por el matorral espinoso con facilidad.  En Paraguay los indígenas y campesinos conocen desde hace mucho sobre su existencia y comportamiento, y lo cazan para consumir su carne, denominándolo taguá o paguá. También le dicen curé-taguá  y curé-burro (= chancho burro) u orejudo, por el largo de sus orejas. En Bolivia lo llaman solitario, por hallárselo a menudo solo, o a lo sumo en pequeñas piaras, como señalaba Maradona.


TAGUÁ por Jordi del Bosc




¿QUIENES ERAN LOS HERMANOS WAGNER?

Émile o Emilio Roger Wagner nació en 1868 en Ormiston, Escocia, de padre francés y madre polaca. Cursó el colegio en Fribourg, Suiza y en la Academia Militar en Saint Cyr, Francia egresando como oficial de Dragones. Sul hermano mayor, Duncan Ladislao, había nacido en París en 1864 donde se graduó como Perito en Química Industrial. Emilio era un apasionado de las ciencias naturales, especialmente de la entomología, esta vocación provenía de su abuelo materno, el conde Jan Mickiewicz (hijo del poeta polaco Adam Mickiewicz), el cual frecuentaba a Goethe -otro apasionado de las ciencias naturales- en Weimar,  y a los botánicos del Jardin du Roi, en París. Jan había instalado en Varsovia grandes invernaderos donde cultivaba palmeras, orquídeas y otras plantas tropicales sudamericanas, para las que hacía traer tierra vegetal desde Cuba. El abuelo paterno, Charles R. Wagner, alsaciano, era escultor, esmaltador, orfebre, y coleccionista de antigüedades romanas, griegas y egipcias, las  que despertaron la vocación de sus nietos por la arqueología. Este origen francés llevaba a Émile a negar todo parentesco con el compositor Richard Wagner, manifestando aversión a los alemanes que muchas veces habían incursionado por su patria.

Emilio y Duncan Wagner en el Museo Arcaico, circa 1936. Colección Haydeé Wagner de Costa (R.)


Hacia fines del siglo XIX,  ambos hermanos arribaron a la Argentina con su padre, que venía en misión diplomática. En 1889 recorren Santa Fe, Tucumán, y Santiago del Estero, buscando principalmente material entomológico. Después realizaron varios viajes por Misiones (Argentina), el sur y centro de Brasil y la región del Alto Paraná. En 1898 regresan a Santiago del Estero, donde Emilio decide radicarse.  Adquiere una gran propiedad rural en Mistol Paso, cerca de Icaño, departamento Avellaneda, donde construyó su casa e inició una explotación agropecuaria. Duncan, por su parte, fundó el ingenio Tacuarendí en el  Chaco y luego se radicó en Brasil, trabajando como empresario de usinas de energía eléctrica,  ingenios azucareros y organizando colonias agrícolas.

En 1902 Emilio es nombrado enviado especial del Museo de Historia Natural de París para la Argentina, Brasil y Paraguay.  Fue entonces que inició sus primeras excavaciones arqueológicas en los túmulos del río Salado, en los departamentos Avellaneda, Ibarra y Robles. Allí  obtuvo fragmentos de antiguas vasijas y otros enseres, de altísima calidad estética, que lo llevaron a compararlos con las producciones del neolítico griego, atribuyéndolos a una civilización  que llamó chaco-santiagueña. Envió muestras al Museo de Paris, donde lo alentaron a seguir investigando, aunque sin darle apoyo monetario, sólo apenas otro cargo honorario.

Al comenzar la Primera Guerra Mundial, Emilio partió a Francia para alistarse como oficial voluntario. Confió sus bienes a su amigo, Napoleón Taboada, abogado de Santiago del Estero, pero,  al regresar, comprobó que su ganado había sido llevado a una estancia de los Taboada, en Pinto.  Al parecer un alemán llamado Otto Wulff   reclamaba el pago de alquileres atrasados de un médico amigo de Emilio, a quien éste había salido de garante. Taboada, en vez de llegar a un acuerdo, litigó contra Wulff y ganó el juicio, pero en prenda de sus honorarios  se quedó  con la propiedad y la hacienda. Permitió, sin embargo, que Emilio siguiera habitando la casa, y entonces éste empezó a producir alfalfa y miel, abrió canales de riego y mejoró las instalaciones, aunque nunca pudo recuperar la propiedad para su patrimonio.

Emilio se casó con la  joven santiagueña Eladia González, hija de un hachero icañense, con la que tuvo en 1923 una hija, Adela, que falleció de pequeña. Su segunda hija, Haydee, lo sobrevivió y luchó por rescatar su memoria. Ella aprendió quichua y desarrolló el “Método Wagner” para la educación de niños pequeños.

En 1924, con un modesto sueldo, el Gobierno de la Provincia designó a Emilio como director del Museo Arcaico, fundado en 1917 en base a la colección donada por el Dr. Alejandro Gancedo,  que fueron enriquecidas  por las colecciones arqueológicas y entomológicas del propio Emilio. Sin embargo el apoyo estatal era escaso, y sólo a través del hallazgo casual de una ocarina y algunas piezas de alfarería por un leñador del lugar, se despertó el interés de un corresponsal del diario El Liberal  de Santiago del Estero. A raíz de ese reportaje el gobernador Domingo Medina, les otorgó en 1927, un subsidio de mil pesos para realizar trabajos en el terreno. Se estableció un campamento en Llanta Mauca, donde se realizaron excavaciones durante varios años, obteniendo numerosos materiales, entre ellos los restos del chancho quimilero que fue conocido así por la ciencia.
La guerra también afectó los emprendimientos de Duncan, quien, en 1927, regresó a Santiago del Estero, convocado por su hermano para trabajar como vicedirector del Museo de Arqueología. Duncan, que poseía una gran cultura general,  era un pintor y dibujante eximio, gran lector, apasionado por los estudios prehistóricos. Fue el redactor de las notas y conferencias que brindaban, y realizó los croquis y dibujos de las piezas recolectadas.


La selva atlántica. Dibujo de Duncan Wagner. Emilio la denomiaba selva Mauriciana pues le recordaba a las selvas de la isla de Mauricio.




Con gran esfuerzo el museo fue mejorando. Debido a los escasos recursos, se construyeron mesas y armarios con cajones de embalaje, para poder estudiar y guardar el material. Así se logró formar una destacada entidad que en 1948 ya reunía 75.000 piezas. Emilio decía: “He pagado mi deuda de gratitud a este país hospitalario con haber formado este museo.” Actualmente funciona como Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales de Santiago del Estero  “Emilio y Duncan Wagner”.

Las principales obras de Emilio Wagner son: La Civilización Chaco-Santiagueña (con su hermano Duncan); L´Allemagne et l´Amerique Latine; A Travers la Forest Brasilienne; La Revanche de la Kultur - La troisième Guerre Punique; y Arqueología comparada (con Olimpia L. Righetti, Buenos Aires, 1946).

Duncan que se había casado con una francesa de nombre Cecilia, falleció en 1937. Emilio murió en Santiago del Estero, siendo Director del Museo Arqueológico, el 21 de septiembre de 1949.



LA TESIS DE LOS WAGNER


En 1934 se publicó la tesis de los Wagner en la obra La Civilización Chaco-Santiagueña, con ilustraciones a color de Olimpia Righetti, su colaboradora y sucesora en la dirección del Museo.

La civilización chaco-santiagueña, de Emile Wagner, Buenos Aires, Impresora argentina, 1934


Según este trabajo habrían existido en tiempos prehistóricos en Santiago del Estero y posiblemente en Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy,  “pueblos de civilización muy adelantada, servidores de una deidad única y trinaría: hombre-ave-serpiente, representada en innumerables efigies estilizadas, pintadas sobre la cerámica o modeladas en medio relieve”. Esta deidad que ellos llamaron  "deidad plañidera" aparece también grabada en las grutas de Para Yacu, en Sumampa.  Aquellos pueblos, eran grandes constructores de túmulos, que se suelen hallar en la selva espinosa y tupida del Chaco, cubriendo centenares de hectáreas. Los hoyos que dejó la construcción de esos túmulos o “bordos”, son llamados por los criollos  “represas” ya que en muchos casos servían para contener las crecientes de los ríos y recoger agua durante las grandes lluvias de verano. Por haber sido habitados durante mucho tiempo, las capas de restos de cocina, de carbón, de huesos fragmentados, de escamas de pescados y de cenizas, pueden tener hasta un metro y medio de espesor y aún más.  Al revisar esos túmulos aparecen cerámicas, hachas de piedra, instrumentos de música hechos en hueso y arcilla, útiles de hilar y tejer, puntas de flechas y pipas que llaman la atención por la fineza y el cuidado de su fabricación. Hay también adornos de metal, estatuillas de la deidad triple y urnas funerarias. Según los Wagner este tipo de material se halla también en las ruinas de la histórica ciudad de Troya o Hissarlick , en el valle del Eufrates, en las islas Pitiusas (Baleares), y en Saint Sernín (neolítico de Francia), adónde habrían llegado estos antiguos habitantes a través de puentes intercontinentales.  Consideraban que esta civilización había desaparecido mucho antes de la llegada de los españoles sin dejar descendientes en América.

La civilización chaco-santiagueña, de Emile Wagner, Buenos Aires, Impresora argentina, 1934

La publicación de los Wagner tuvo mucha repercusión, especialmente en el extranjero, y les valió la Legión de Honor  de Francia, en el grado de Caballeros, el Premio Prat (Medalla de Plata) de la Sociedad de Geografía Comercial de París y la Medalla Buffon del Museo de Historia Natural de París. Fueron llamados a dar conferencias en Europa, Brasil, Paraguay, Chile y en varias provincias argentinas.

En la Argentina, pese al apoyo público recibido en su momento de parte de personalidades como Francisco Pascasio Moreno, Juan Bautista Ambrosetti y Florentino Ameghino, la comunidad universitaria argentina no aceptó su tesis.  Cuando en 1938, Francisco de Aparicio asumió la presidencia de la Sociedad Argentina de Antropología organizó un juicio inquisitorial que tuvo lugar el 26 de julio de 1939,  con la participación de los más prestigiosos arqueólogos de la época, cuyo veredicto desvalorizó las conclusiones de los Wagner. Hoy se sabe que efectivamente las culturas chaco-santiagueñas, son mucho más recientes de lo que ellos habían supuesto, y que prosperaron entre los años 800 a 1600 DC, es decir en épocas históricas y contemporáneas incluso con la conquista española.

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REFERENCIAS

Bordas, A. -1940- Síntesis Paleontologica en Los Aborígenes de Santiago del Estero - Relaciones 2 -Sociedad Argentina de Antropología.

Chebez, J. C. – 2008 – Los que se van: Mamíferos. Bs. Aires, Albatros.

Gasparini, G.M. – 2008 - Sistemática, biogeografía, ecología y bioestratigrafía de los tayassuidae (mammalia, artiodactyla) fósiles y actuales de América del Sur, con especial énfasis en las especies fósiles de la provincia de Buenos Aires. Mastozoología Neotropical, Vol. 15 (1): 144-146.

Lorandi , A.M. – 1978 - El desarrollo cultural prehispánico en Santiago del Estero, Argentina. Journal de la Société des Américanistes 65: 63-85.

Maffei, L., Cuéllar,R. L. & Banegas, J. – 2008 - Distribución del solitario (Catagonus wagneri) en Bolivia. Ecología en Bolivia 43 (2).

Maradona, E. L. – 1937 - A Través de la Selva. Buenos Aires.

Ocampo, B. – 2007 -  La interpretación del descubrimiento de la Civilización Chaco-santiagueña de los Hnos Wagner; la temporalidad en la teoría y en la existencia de los sujetos (arqueólogos) - Trabajo y Sociedad 9(IX), Santiago del Estero.

Righetti, O. -1948 - Los Wagner desentrañaron el pasado de Santiago - Libro 50º aniversario del diario El Liberal

Rusconi, C. A. -1930- Las especies fósiles argentinas de pecaríes (Tayassuidae) y sus relaciones con las de Brasil y Norte America. An. Mus. Nac. Hist. Nat “Bernardino Rivadavia”, 36:121-241.

Rusconi, C. A. -1948- Restos de platigonos y malformaciones óseas procedentes de los túmulos indígenas de Santiago del Estero. Rev Mus Hist Nat. Mendoza 2:231-239.

Simpson, G. G. -1984- Mammals and Cryptozoology. Proceedings, American Philosophical Society vol. 128 (1): 6.

Wagner, E. –1919– A travers de la fôret bresilienne – De l’Amazone aux Andes. L.Alcan. Paris.

Wagner, E. -2005- La Arqueologia En Santiago Del Estero. Fundación Cultural Santiago del Estero.

Wetzel, R. M., Dubois, R. E., Martin, R. L. & P. Myers. 1975. Catagonus, an ‘extinct’ peccary, alive in Paraguay. Science 189: 379-381.

domingo, 1 de abril de 2012

LAS AGITADAS NOCHES DEL SEÑOR RAFINESQUE O COMO CAZAR MURCIELAGOS CON UN VIOLIN

           
Whatever took a form, must change or mend; Whatever once
began, must have an end

 [Todo lo que tiene una forma, debe cambiar o mejorar; todo lo que alguna vez comenzó, debe tener un fin]

 Constantine Rafinesque – The world or instability (1836) [El mundo o la inestabilidad]
           



Uno de los más curiosos y excéntricos personajes que brindaron las ciencias naturales del siglo XIX fue Constantine Samuel Rafinesque-Schmaltz.

EL EPISODIO AUDUBON

En 1818, al comenzar su segunda estadía norteamericana, Constantine Rafinesque pasó tres semanas como huésped en la casa del naturalista John James Audubon y de su esposa Lucy, en Henderson, Kentucky.  En sus Diarios, éste relata el encuentro: “¡Qué tipo de aspecto tan extraño!  me dije mientras, caminando junto al río, observé un hombre bajando de un bote, con lo que me pareció que era un ramo de tréboles secos a su espalda. ¡Como lo miraban los marineros! Seguro que era bien original”.

El hombre vestía un amplio y largo saco amarillo de algodón que le colgaba como una bolsa, afeado por su desgaste y las manchas del jugo de las plantas. Usaba un chaleco de la misma tela, con enormes bolsillos,  y pantalones ajustados, abotonados hasta los tobillos. Tenía la barba larga y el cabello oscuro y lacio, hasta los hombros. Su frente era ancha y prominente.

El pasajero le dijo que estaba buscando al señor Audubon y al presentarse éste, le entregó una carta de recomendación que decía: “Mi querido Audubon – Te envío un ‘extraño pez’, que habrás de ver que nunca fue descripto y espero que tú lo hagas en tu próxima carta”. Por las dudas Audubon no reveló el nombre del firmante, pero le pregunto al viajero dónde estaba el extraño pez. “Supongo que yo soy ese pez” contestó sonriendo Rafinesque. Al parecer el visitante que venía con su ropa bastante arruinada y las medias con agujeros, no aceptó ropa limpia y a regañadientes se lavó para el almuerzo.
     
     
Audubon relata entonces el curioso episodio con murciélagos ocurrido durante esta estadía. Veamos:

"Era verano y el calor era tan intenso que las ventanas estaban abiertas... Cuando se hizo tarde, le mostré la habitación que había destinado para su estadía, intentando que estuviera confortable, y dejándolo con mucho material de escritura. . . .  Todos nos habíamos retirado a descansar.  Creía que, salvo yo, todos dormían profundamente, cuando de golpe escuché fuertes ruidos en la habitación del  naturalista. Me levanté, y llegué al lugar de inmediato, abrí la puerta, y para mi sorpresa, vi a mi huésped corriendo desnudo por toda la pieza, sosteniendo por  el mástil mi violín favorito, cuyo cuerpo había sido destrozado a golpes contra la pared en el intento de cazar unos murciélagos que habían entrado por la ventana, probablemente atraídos por los insectos que volaban alrededor de las velas. Me quedé parado, pero el continuó dando vueltas saltando y corriendo, hasta que terminó exhausto, entonces me pidió que le consiguiera uno de los animales, ya que estaba convencido de que pertenecían a una nueva especie. Aunque yo creía que no,  tomé el arco de mi destruido Cremona, y le di un golpe certero a cada uno de los murciélagos mientras volaban, obteniendo pronto los especímenes necesarios. La lucha terminó, le deseé de nuevo buenas noches, pero no pude dejar de observar el estado de la habitación. Había plantas, que él había ordenado en grupos, pero que ahora estaban desparramadas por todos lados. 'No se preocupe señor Audubon,' dijo el excéntrico naturalista, 'no se preocupe, enseguida arreglaré todo. Tengo los murciélagos, y con eso me basta’. "


Digamos que, para disgusto de Audubon,  Rafinesque había descubierto en su casa una nueva especie de murciélago para la ciencia: el murciélago orejudo de Rafinesque (Plecotus rafinesquii) , una especie escasa, que habita en el sudeste de Estados Unidos. En venganza por haber destrozado su apreciado violín, Audubon le jugó una broma, inspirado tal vez por aquella carta de recomendación. Le mostró dibujos y notas, que él mismo había preprado, sobre un imaginario pez del río Ohio, que denominaba  "Devil Jack Diamond Fish" [pez diamante diablo Jack], y que supuestamente medía entre 1,20 y 3 m de largo con un peso de 200 kg. Se afirmaba que sus escamas eran tan duras que las balas rebotaban en ellas. Rafinesque se tragó el anzuelo y, basándose en la fantasiosa descripción de Audubon y en su propia inclinación a crear nuevas especies, lo publicó en 1820 con su correspondiente nombre científico.

Acostumbrados a estas rarezas, Audubon y su familia finalmente encontraron en Rafinesque una agradable e inteligente compañía. Pero una tarde, cuando lo esperaban con el  té servido, el huésped no apareció: sus herbarios y demás objetos ya no estaban en su habitación. Pasaron toda la noche buscándolo en la vecindad, pensando que se había ahogado en un pantano o que había sido muerto por un oso. Pero no encontraron nada. Hasta que unas semanas más tarde llegó una carta suya agradeciendo las atenciones recibidas.

El otro protagonista de esta historia, el famoso violín de Cremona fue adquirido en  1899 a los herederos de Audubon por la familia Durrett, de Louisville, quienes lo hicieron reparar y ocasionalmente autorizan su exhibición en el Museo de la Audubon Society.


¿QUIEN ERA RAFINESQUE?


Nacido en 1783 en  Estambul (actual Turquía) de padre francés y madre alemana, cuando tenía un año de edad, viajaron  a Marsella, donde el niño pasó sus primeros años. Cuando tenía diez años, falleció su padre de fiebre amarilla durante uno de sus viajes comerciales. Era la tumultuosa época de la Revolución Francesa, y por ello  la familia hubo de exiliarse en la casa de unos parientes en Legorno, en la Toscana italiana.  Constantine no tuvo educación formal, pero su madre le procuró maestros particulares, y por medio de copiosas lecturas devino en un capacitado naturalista. A los 12 años sabía latín, había formado un herbario, un pequeño jardín botánico y ya había leído más de mil libros de la biblioteca pública del lugar. Sobre su sensibilidad hacia la naturaleza, confesaba: “Empecé a cazar, pero el primer pájaro al que disparé era un pobre Parus [herrerillo], cuya muerte me pareció una crueldad, y nunca llegué a transformarme en un cazador insensible”.


Retrato de Rafinesque en el frontispicio de su obra Analyse de la Nature (1815).


A los 18 años se trasladó con su hermano a Filadelfia, Estados Unidos, donde se dedicó al comercio, pero sobre todo a viajar y a coleccionar especímenes botánicos a los que dedicaba largas descripciones y un nombre científico,  ignorando que muchos de ellos ya habían sido clasificados antes. De vuelta en Europa, se radicó en Sicilia donde se dedicó a la venta de plantas medicinales, de brandy, y al estudio de los peces que enviaban los pescadores al mercado de Palermo. Allí Constantine conoció a Josephine Vacarro, mujer católica con la que las leyes le impidieron casarse pues él era protestante. Con ella tuvo dos hijos: Charles Linnaeus, que falleció al año de edad, y Emilia. Entonces decide probar suerte nuevamente en Estados Unidos, pero el barco en el que viajaba naufragó cerca de las costas norteamericanas y así perdió su biblioteca, sus escritos, una importante colección de caracoles de 60.000 ejemplares, y hasta su ropa. Empero, sus infortunios no terminaron allí, pues su mujer, al enterarse del naufragio, vendió la propiedad cuyo cuidado él le había confiado y se fue con con el comediante siciliano Giovanni Pizzarrone.  Encima se negó a enviarle a Emilia a Estados Unidos, ya que la muchacha, que había tenido que emplearse como cantante en el Teatro de Palermo, le ayudaba a mantener el hogar. Tras estos eventos, así opinaba Rafinesque “Sicilia ofrece un suelo fructífero, clima delicioso, excelentes productos, hombres pérfidos y mujeres infieles.”

 En América siguió dedicándose a la botánica y al estudio de los peces, colectando abundante material en diversos viajes de exploración, que le valieron el apelativo del “Daniel Boone de la ciencia norteamericana ". Llegó a Lexington, Kentucky, donde se lo nombra profesor de botánica en la Universidad de Transilvania. Era el típico “profesor distraído”, de extraña vestimenta, desaliñado, excéntrico y víctima de las bromas del alumnado que lo apodaba “Rafy”. Solía faltar más a clase que sus alumnos y sus teóricas abarcaban temas que generalmente los estudiantes no estaban en condiciones de comprender. Peor aún,  Rafinesque, que se publicitaba para dar clases privadas de idiomas a las damas, tuvo una relación sospechosa con la mujer del Dr. Holley, rector de la Universidad. Al parecer la señora Holley había tomado a su cuidado como si fuera un niño a este desaliñado  hombrecito, lo cual despertó los celos de su marido, por lo cual terminó desparramando sus efectos personales y echándolo de la cátedra. Rafinesque se despidió dirigiéndole estas palabras: "Maldito seas tú y tu escuela con estas maldiciones que te hecho encima!”, lo que se cumplió al año siguiente, cuando el rector murió de fiebre amarilla, y años después, cuando se quemó totalmente el edificio del rectorado.  

La tradición de los estudiantes señala que la maldición se renueva cada siete años. En 1924, al enterarse de que su humilde tumba en Filadelfia iba a quedar bajo un parque deportivo, algunos  ex-alumnos de la secta llamada  Hemlock Society, desenterraron sus restos, los hicieron cremar y entregaron la urna con sus cenizas  a la Universidad para depositarla allí.  En 1969, cuando se volvió a incendiar el rectorado de la Universidad, todas las dependencias quedaron destruidas por el fuego salvo el recinto bajo las escaleras, donde se conserva su urna con una lápida que lleva este epitafio, “Honor to whom honor is overdue" [Honor a quien se le debe honor], tomado de su autobiografía   “A Life of Travels”  [Una vida de viajes]. Aún hoy en día  hasta la parilla de la Universidad lleva su nombre (!) y los estudiantes celebran la semana de Rafinesque, justo antes de Halloween, organizando un sorteo cuyo afortunado ganador debe pasar la noche junto a la tumba del naturalista.


Nuevamente en Filadelfia y sin trabajo, su inventiva le permitió vivir dando conferencias públicas, comercializando sus especímenes y libros, especialmente su obra Medical flora, que fue un texto fundamental para la medicina de su época y cuya primera edición hoy cotiza a 5000 USD el ejemplar, algo que su autor nunca hubiera soñado. Además desarrolló un medicamento para la tuberculosis que llamó Pulmel, propuso la construcción del canal de Panamá, ideó sistemas para cultivar perlas y para construir barcos y casas a prueba de fuego; desarrollo también un proyecto de banco de préstamos para obreros.

En sus publicaciones designó miles de nuevas especies -se calcula que fueron unas 6.700- de las que actualmente sólo se aceptan apenas poco más de un centenar. Esa tendencia a crear especies nuevas en forma compulsiva, confusa e indiscriminada le valió la crítica y finalmente la indiferencia de la comunidad científica, especialmente de parte de Cuvier, Joseph Hooker y Asa Gray. Por ese mismo  motivo cayó víctima de una pesada broma del naturalista  John James Audubon, como veremos más adelante.

Las revistas científicas se negaban a publicar sus trabajos por lo que se vio obligado a crear sus propias publicaciones: Annals of Nature y AtlanticJournal and Friend of Knowledge. Se cuentan más de 400 trabajos de su autoría, entre artículos, libros, panfletos y ensayos, no solo de historia natural, sino también de muchas otras disciplinas como filosofía, poesía,  etnografía, arqueología, meteorología y lingüística. En 1836 publicó un documento llamado Walam Olum,  que aseguraba haber traducido de un escrito grabado sobre corteza de abedul por los primeros indios delaware. Pero, a fines del siglo XX, se demostró que era sólo una farsa que probablemente había escrito para ganar prestigio y algo de dinero.  


Sin embargo muchos de sus trabajos de historia natural eran de buen nivel, especialmente sus estudios sobre los peces y moluscos del río Ohio. Incluso desarrolló una versión pre-darwiniana de la teoría de la evolución y un sistema propio de clasificación de las especies, con el que pretendía completar la obra de su admirado Linneo. El mismo Darwin lo cita en el prefacio de su 3ª edición de El Origen de las Especies: “Rafinesque, en su New Flora of North America, publicada en 1836, escribió (p. 6) lo que sigue:- 'Todas las especies pueden haber sido variedades alguna vez, y muchas variedades gradualmente se van transformando en especies asumiendo caracteres constantes y peculiares'. “

Retrato al oleo sobre una tabla de nogal negro por Matthew Harris Jouett (1787-1827)


En sus últimos años, habiendo gastado sus ahorros en publicaciones y el mantenimiento de sus colecciones, Rafinesque vivió muy pobremente, desdeñando toda  compañía. Murió en 1840 de cáncer de estómago, en el desván donde vivía. El propietario de la casa, para resarcirse de los alquileres adeudados, encerró su cuerpo bajo llave para venderlo a la facultad de medicina. Afortunadamente, sus conocidos lograron sustraer el cadáver, el cual tuvo que ser bajado por la ventana del segundo piso mediante una soga. Fue enterrado en el cementerio Ronaldson de Filadelfia con una lápida de madera con las iniciales “C.S.R.”. Lo extraño es que en esa época debido a la falta de espacio se solía enterrar un cuerpo sobre otro. En la tumba de Rafinesque parece ser que había enterradas ya dos personas, y sobre su ataúd,  se inhumaron tres personas más. De manera que aquellos alumnos de la Universidad que recuperaron sus restos, ignorando esto finalmente se llevaron por error los despojos de otra persona, una tal Mary Passimore,  que ocupa actualmente la tumba del sabio en la Universidad de Transilvania. Hoy en día el cementerio Ronaldson es un campo deportivo, y en definitiva no se sabe si sus restos aún permanecen allí bajo tierra o fueron removidos con otros y llevados al cercano cementerio de Forest Hills.

Los libros y parte de sus numerosos manuscritos se vendieron en subasta pública y fueron adquiridos por el United States National Museum; parte de los herbarios fueron adquiridos por Elias Durand para la Academy of Natural Sciences de Filadelfia.; el resto, almacenado en un establo, fue afectado por el moho, los ratones y la humedad, y finalmente se destruyó. La pérdida  de sus colecciones es una verdadera tragedia, ya que, al no disponer de los tipos de las especies que creó Rafinesque, es muy difícil, sino imposible, determinar a qué animales o plantas se refería en sus descripciones. Durand en sus últimos años tuvo una disputa con la Academia y termino vendiendo las colecciones al Jardin des Plants de Paris, donde hoy pueden verse algunos de los especímenes de Rafinesque, aunque sin rotular.

En su testamento, que es un poco la síntesis de su vida, Rafinesque escribió: “Entrego mi alma inmortal al Creador y guardián del Universo, el Supremo Rector de Millones de mundos que se mueven por el espacio, para que la envíe a cualquier a de esos mundos que considere apropiado, de acuerdo a sus sabias leyes”.


Miniatura al esmalte atribuida a William Birch (1755-1834) conservada en la Universidad de Transilvania. http://www.lewis-clark.org






REFERENCIAS

Audubon, J. J. -1940- America. Ed. Donald Culross Peattie. Houghton Mifflin Company.

Call., R. E. -1895- The Life and Writings of Rafinesque - Filson Club Publications No. 10 - Louisville, Kentucky - John P. Morton And Co.

Endersby, J. -2009- ‘The vagaries of a Ra?nesque’: imagining and classifying American nature.  Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences 40: 168–178.

Gillispie, C.C. (Ed) -1975-  Dictionary of Scientific Biography, Vol. XI, pp 262.  Charles Schribner's Sons.

Jenkins, J. -2010- Sweet music: Did Audubon once play violin on display at museum? - http://www.courierpress.com/news/2010/jul/08/sweet-music/?partner=RSS

Spruling, R. G.  A Short Biographical Sketch of Rafinesque- http://www.innominatesociety.com/Articles/Biographical%20Sketch%20of%20Rafinesque.htm.

viernes, 24 de febrero de 2012

EL CONDOR ANDINO – Vultur gryphus - PARTE II - EL MENSAJERO DEL SOL




     Alexander von Humboldt  fue uno de los naturalistas que más contribuyó a desmitificar al cóndor en una completa memoria que leyó en el Instituto de París,  el 13 de  octubre de 1806. Explicaba así  la exageración de los cronistas sobre el tamaño del cóndor: “Uno los ve posados en los lugares más solitarios, a menudo sobre las crestas rocosas desnudas próximas al límite inferior de las nieves perpetuas. Aislado, alejado de todo otro ser viviente con el cual se lo pueda comparar, el cóndor se presenta entonces proyectado contra el fondo azul del cielo. Visitando las cimas desiertas de esos volcanes, durante mucho tiempo me engañé por la suma de esas causas. Los creí de talla gigantesca, y no fue más que con una medición directa, sobre el ave muerta, que me pude convencer del efecto de dicha ilusión óptica”.

     De las muchas veces que vio cóndores en Colombia, Ecuador o Perú, incluso acercándose a apenas 4 m, nunca hicieron ningún intento de atacarlo. “A pesar de todas mis investigaciones, nunca escuché citar el caso de un cóndor que haya levantado un niño. No ignoro que muchos naturalistas hablan de cóndores que matan niños de 10 a 12 años. Tales afirmaciones son tan fabulosas como el ruido que el buitre de los  Andes hace al volar (...) ¿Cuántas veces he visto niñitos indígenas durmiendo al aire libre, mientras sus padres estaban ocupados en juntar nieve para venderla en los pueblos? ¿Alguna vez alguien escuchó decir que esos niños, rodeados de cóndores, hayan sido atacados o muertos?”. 



Pouchet, F.-A.   The universe, or, The wonders of creation.  1883


     Sin embargo Humboldt afirmaba que es muy común verlos atacar a un joven toro, al que le arrancan los ojos y la lengua, gracias a su pico y garras de enorme fuerza: “Dos cóndores se lanzan no sólo sobre el ciervo de los Andes, sobre un pequeño puma o sobre la vicuña y el guanaco, sino también sobre una ternera; la persiguen  tanto tiempo, hiriéndola con sus garras y pico, que el animal sofocado y postrado por la fatiga, extiende su lengua mugiendo: entonces el cóndor atrapa la lengua, de la que es muy goloso; arranca los ojos de su presa, que echada en el suelo, expira lentamente.  . . El cóndor, saciado, descansa flemáticamente posado sobre la punta de las rocas. En tal situación le he visto un aire de gravedad sombría y siniestra“.

     Es sorprendente que un naturalista tan avezado como el sabio alemán no haya reparado en la estructura de las patas del cóndor que no le permiten alzar semejantes pesos. Y especialmente porque ya Garcilaso había señalado que el cóndor no tiene garras, como las águilas sino que sus pies se parecen a los de la gallina, y el propio Humboldt  confirmaba que “es interesante observar que el cóndor prefiere los cadáveres a los animales vivos”.

     Humboldt citaba también la técnica para atrapar cóndores vivos tal como se usaba en Perú y Ecuador. Se mata una vaca o un caballo y en poco tiempo el olor atrae a los cóndores desde lugares donde apenas se podía creer que hubiera. Las aves comen con gran voracidad, siempre empezando por los ojos y la lengua, sus manjares predilectos, y a continuación sigue por el ano para acceder a los intestinos. Una vez que se han llenado bien el estomago se vuelven muy pesados para volar, entonces los indígenas los persiguen con lazos y los atrapan con facilidad. Como el ave hace grandes esfuerzos para vomitar y en esas maniobras acerca sus garras al pico, esto dio origen a la creencia, entre las gentes del país, de que se provoca el vómito metiendo los dedos en su pico. Los españoles llamaban a esta caza “correr los buitres” y era una de las mayores diversiones de los campesinos. A veces incluso se envenenaba el cebo con hierbas tóxicas que dejaban al animal como embriagado.


Condor hembra -
Temminck,C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées
d’ Oiseaux

     El gran naturalista alemán no dejaba de compadecerse de la suerte de las pobres aves: “Uno puede imaginarse a qué crueldades son librados los infelices cóndores capturados vivos por los indígenas: ¡un insecto no sufriría tanto en las manos de un entomólogo!”.


     Otro viajero que tuvo contacto directo con los cóndores en sus tierras fue Alcide
D’Orbigny, quien corrigió algunos errores que pasó por alto Humboldt. De ese contacto le quedó el recuerdo del fuerte olor a carne podrida que impregna a estas aves y que confirma su tipo de alimentación carroñera. Debido a este tipo de nutrición es lógico que sea atraído por los rebaños que cuida el hombre, ya sea de ovejas, llamas, alpacas o por tropas de animales silvestres. Y por ello la gran cantidad de cóndores que se congregan en las costas donde viven lobos marinos, como en el Perú y la Patagonia. D’Orbigny señaló un hecho interesante de importancia conservacionista: al ir desapareciendo las tropas de guanacos y vicuñas, cazados por el hombre, los cóndores se ven obligados a vivir cerca de lugares habitados y de caminos, donde es de suponer que serían cazados con más facilidad. Alli “esperan que una oveja o una llama se alejen de la tropa para parir. Entonces, si los pastores no están allí para defender la cría, el cóndor alza vuelo, y girando a gran altura sobre el pobre animal, espera el parto, y se lanza sobre ella, no para atacarla a la madre, sino para cebarse en la placenta y matar enseguida a la cría, desgarrándola por el ombligo”. 

     Pero “no creemos ya más que el cóndor pueda atacar las ovejas, ciervos y llamas, y menos aún las terneras”. Atribuye esas creencias a las exageraciones de los americanos, proclives a maravillarse de todo lo que concierne a sus países. “Podemos asegurar que el cóndor no ataca jamás a un animal adulto, de la talla de un carnero, a menos que esté muerto (...) Podemos asegurar también que no caza jamás otras aves, y nos atreveríamos a asegurar que tampoco caza a los mamíferos más débiles (...) Come todos los animales muertos sin excepción: mamíferos, aves, reptiles y peces, mostrando cierta predilección por la carne de los mamíferos. Incluso come excrementos cuando lo ataca el hambre”.



Loudon, J. C. (John Claudius), 1889. Loudon's Natural History.


     D’Orbigny rebate con suficiencia las creencias sobre los hábitos infanticidas del condor, sobre la resistencia de su plumaje a las balas y sobre la fuerza de sus patas y el uso de las mismas como garras, lo que parece haber confundido como vimos a naturalistas capaces como Humboldt y de la Condamine.

     Humboldt suponía que el nombre cuntur, derivaba del verbo quichua “cuntuni”, que significa “oler bien”,  “no habiendo nada más sorprendente en el cóndor que la increíble capacidad con  la que siente de lejos todo olor a carne”. Pero D’Orbigny no puede admitir “que los Quichuas tengan su olfato tan depravado como para sentirle un olor agradable al cóndor”, por eso deriva “cuntur” del aymara “contury”, que sería el nombre del ave en ese idioma. El viajero francés enumera sus otros nombres: para los indios araucanos de Chile y las Pampas del sur de Buénos Aires , es “manké”; para los puelches, “chanana”, y para los patagones o tehuelches, “huirio”. Los españoles lo llamaban “buytre”, aunque no pertenece a la misma familia (Vulturidae) de los buitres del Viejo Mundo, sino a la familia Cathartidae.

     Según Garcilaso de la Vega diversas religiones anteriores a los incas, adoraban a estas aves debido a su notable tamaño y porque suponían que descendían de ellos. Así ocurría con la nación chachapuya, para los que el cóndor era su dios principal.
Los quechuas y aymaras lo consideraban un mensajero especial del dios Sol, debido a su capacidad de planear a grandes alturas. Entre los incas, para la fiesta anual del sol, llamada Raymi, los jefes  o curacas  ofrendaban a los incas, diferentes animales especialmente cóndores. En esa fiesta danzaban aplicándose alas de cóndor en la espalda. Lo mismo observo D’Orbigny en los disfraces de los aymara de La Paz (Bolivia), que usaban incluso en las fiestas católicas de San Pedro y Corpus Christi.

     El cóndor Andino aparece representado frecuentemente en la cerámica y arquitectura precolombina del Perú, y era importante en la mitología y ceremonial indígenas. Coincidente con aquellas antiguas versiones de los naturalistas europeos en una vasija hallada en Chiclin, Perú, se ve a un cóndor comiéndose un niño. Además se ven sobre estatuas colosales o pórticos monolíticos, figuras de cóndor, que representan mensajeros del Sol en los mitos aymara. Los incas también lo consideraban como el animal más noble y así el inca Viracocha, hizo esculpir dos cóndores en el lugar que murió su padre: uno con las alas cerradas y la cabeza baja mirando al sur y otro con las alas abiertas en actitud de ataque.



Nuttall, Thomas,- 1840- A manual of the ornithology of the United States and of Canada


     Algunas propiedades terapéuticas eran atribuidas a sus órganos, creyendo que podían transmitir las propiedades de fortaleza, agudeza visual, etc., así se usaba el corazón para enfermedades cardíacas y los ojos para curar enfermedades de la vista. De la misma forma ataban las patas del cóndor a incisiones en el cuello de los toros para hacerlos más bravos en la pelea.

     CharlesDarwin cazó un cóndor en los acantilados basálticos del río Santa Cruz. Allí se congregaban 20-30 aves y partían para sus vuelos circulares en busca de alimento: “ellos viven de los guanacos muertos por muerte natural, o como sucede más frecuentemente, muertos por los pumas...Además de alimentarse de carroña, los cóndores frecuentemente atacan cabras y corderos; y los perros de los pastores están entrenados para correrlos, cuando sobrevuelan, y, mirando hacia arriba ladrarles fuertemente.”  Además de los métodos ya vistos de caza, Darwin menciona que los nativos marcan los árboles que usan como dormideros y a la noche trepan a ellos y los enlazan. Dice que fue testigo de que duermen tan profundamente que no parecía difícil tarea atraparlos. “Vi uno que trajeron, atado con una cuerda, y muy herido; pero en el momento en que cortaron la soga que lo aseguraba, aunque rodeado de gente, comenzó  furiosamente a destrozar un pedazo de carne. En un jardín de ese lugar, mantenían 20 o 30 vivos. Los alimentaban una vez a la semana, pero parecían estar en buen salud. Los chilenos aseguran que el cóndor vive, manteniendo su vigor, entre 5 y 6 semanas sin comer.: no puedo decir nada sobre la veracidad de esto, pero es un cruel experimento, que muy probablemente fue llevado a cabo”.

      En ese mismo jardín intentó el experimento de acercarle a los cóndores un pedazo de carne envuelto en papel; entre 1 y 3 m de distancia los animales casi no repararon en él, sólo cuando se los acercó junto al pico empezaron a desgarrar el papel y luchar para comer la carne. Esta experiencia le hizo dudar del poder olfatorio de estos animales, que había sido destacado por otros autores.

     Finalmente Darwin nos dejó estas bellas líneas propias de quien sabía apreciar la naturaleza más allá de su interés científico: “Es realmente maravilloso y hermoso ver un ave tan grande, hora tras hora, sin esfuerzo aparente, planear en círculos y deslizarse sobre la montaña y el río . . . ”

Alex Mouchard


REFERENCIAS

--Acosta, J. de -1590- Historia natural y moral de las Indias.
--Brosses, Ch. De – 1756 - Histoire des navigations aux terres Australes.
--Buffon, G. Leclerc, conde de – 1770-1785. Histoire naturelle des oiseaux.
--d'Abbeville, C. – 1614 - Histoire de la mission des pères Capucins en l'isle de Maragnan et terres circonvoisins.
--Darwin, C. -1860-A Naturalist's Voyage Round the World. London
--de Laët, J. – 1625 -  Histoire du nouveau Monde.
--de la Vega, G., el Inca, -1609- Comentarios Reales de los Incas.
--Desmarchais, E. Renaud, caballero de -1730- Voyage du Chevalier Desmarchais en Guinée, Isles voisines & a Cayenne.
--Grainger, J. -1764- The Sugar-Cane: A Poem.
--Gutierrez de Santa Clara, P. – 1603 - Historia de las guerras civiles del Perú.
--Klein, J. T.-1750-Historiae avium prodromus.
--La Condamine, C. M. De -1745- Voyage de la rivière des Amazones.
--Le Gentil de la Barbinais -1714-Nouvel voyage autour du monde.
--Linné, C. – 1758- Systema naturæ ... Ed. 10.
--Salas, A. M. – 1968 – Para un Bestiario de Indias. Losada, Bs. Aires.
--Solís, A. De -1685- Historia de la conquista de México.
--Stevenson, W. B.  – 1825 - Historical and descriptive narrative of twenty years’ residence in South America, containing travels in Arauco, Chile, Perú and Colombia.  London

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