"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 3 de mayo de 2020

LA LOICA (Leistes loyca): EL PÁJARO SANADOR






"El jilguero chico amigo,
Loica con su pecho rojo,
Tordos y zorzales cantan,
wedwed, carpintero y chucau
no faltan;
Todos están contentos:
Pues ha pasado el mal invierno"

 Primavera - Fray Félix José de Augusta (1910)




Etourneau des Terres Magellaniques
Dibujo de François Martinet (Daubenton, 1765-1783)



EL PÁJARO SOLDADO

Caminaba por las calles del maravilloso pueblo  “El Chaltén” en Santa Cruz (Argentina), regresando de una visita a la mítica montaña, cuando un canto, mezcla de silbidos y ásperos chisporroteos, atrajo mi atención. Sobre un cerco de madera, alborotada por el viento, cantaba una loica.

Unos doscientos cincuenta años antes de este episodio partían de la isla de Saint-Malo (Francia) los buques “Aigle” y “Sphinx”, comandados por el capitán Louis Antoine de Bougainville, con destino a las islas Malvinas, donde habrían de establecer una colonia francesa. Como capellán y naturalista participaba Antoine-Joseph Pernety, un monje benedictino que publicó un relato de ese viaje en 1769. En las islas encontró a la loica y, aunque no conocía su nombre, la describió y la dibujó : «Matamos, en los campos, una especie de estornino, que tiene la parte superior del cuello, la espalda y las alas, marcadas y manchadas con los mismos colores aproximadamente que los de Francia, su pico también está hecho de la misma forma; pero tiene lo inferior del cuello y vientre de un rojo muy bello, que adquiere un poco el color del fuego; este rojo está salpicado de algunos puntos negros. Solo podía imitarlo adecuadamente usando minio claro o plomo quemado». 


Sansonette des Iles Malouines
Estornino de las islas Malvinas
 (Pernety, 1769)



Sin embargo, por razones de política internacional, cuatro años después, el rey Louis XV ordenó a Bougainville desmantelar la colonia y entregar las islas a los españoles. En esa ocasión el naturalista fue Philibert Commerson quien iba acompañado de un misterioso ayudante (ver nuestra nota http://historiaszoologicas.blogspot.com/2011/07/el-misterioso-ayudante-de-commerson.html). En marzo de 1767 llegaron a las Malvinas donde además de cumplir con la orden real, los naturalistas aprovecharon para recorrer el lugar y colectar especímenes. Entre las aves que allí había, Bougainville (1772) señaló lo siguiente: “El otoño se llevó dos especies de estorninos o zorzales; una tercera no nos dejó: se la llamó “pájaro rojo”; su vientre está cubierto de plumas del más hermoso color de fuego, especialmente en invierno podríamos hacer ricas colecciones para guarniciones”. Destacada por su belleza y sus cualidades gastronómicas, así fue considerada por los europeos. Sin duda Commerson preparó ejemplares para llevar al Jardin Royal des Plantes Médicinales de París dirigido entonces por el famoso Georges-Louis Leclerc, el conde de Buffon, quien describió a la loica (1786) dándole el nombre de “Étourneau des terres Magellaniques” (estornino de las tierras magallánicas) y además “Blancheraie” (raya blanca) “debido a una larga franja blanca que, naciendo en cada lado surge cerca de la comisura de las dos partes del pico, parece pasar por debajo del ojo, luego reaparece más allá para descender a lo largo del cuello”. A pesar de que Buffon sospechaba que no era exactamente un estornino (Sturnus) y que por su pico se acercaba más a los trupiales (familia Icteridae, a la que en efecto pertenece), Linneo lo incorporó a la nomenclatura científica como Sturnus militaris, asociando su brillante pecho rojo con un uniforme militar.

Hudson (1974), sin embargo, opinaba que ese nombre “conviene más a la especie pampeana”, es decir a su pariente Leistes defilippii, porque “ningún nombre más feliz que el de militaris podría haber sido inventado para él … y aunque fue dado al ave sólo por su pecho rojo … en este caso describe, en forma accidental, un hábito peculiar de esta ave”.  En efecto, cuando llegaba la época de los fríos, la loica pampeana realizaba migraciones hacia el norte reuniéndose en bandadas de hasta mil individuos que se movían por el suelo en forma coordinada  y “la precisión de sus movimientos y sus pechos escarlatas todos vueltos a un mismo lado, sugiere la idea de un disciplinado ejército en marcha”. Lamentablemente esta notable visión sólo pertenece al pasado, estando hoy la loica pampeana en peligro de extinción debido mayormente a la modificación antrópica de su hábitat.

Pero bastante antes que Pernety, en 1614, el Maestre de Campo Alonso González de Nájera ya mencionaba en el “reino” de Chile “diversos pájaros de varios colores, especialmente unos de tamaño de tordos, a que llaman comendadores, porque tiene todo el pecho de color de un muy encendido carmesí, dañoso para los sembrados”. Alonso de Ovalle (1969, sic) daba a conocer su nombre local: “Los páxaros, que llaman los Indios lloycas son muy célebres entre ellos, en cuyo canto a tal hora, o en tal lugar, y ocasión, hallan grandes misterios, ya se pronostican en él la muerte o propia, o del hijo, o del pariente; ya la enfermedad, u otro mal successo, de que quedan con temor, y recelo. Llaman los españoles estos páxaros pechicolorados, porque no ay grana ni escarlata que llegue a la fineza del rojo de su pecho, las demás plumas del cuerpo y de las alas son pardas”. Y fue el abate Molina (1782) quien introdujo este nombre común en la ciencia como Sturnus loyca, y además registró su reproducción y su uso por parte de los pobladores: “Los huevos son de un color gris variado con marrón, nunca más de tres. Los pone en el primer hoyo que encuentra en el suelo, donde los deja sin cuidarlos mucho. La Loyca se reproduce bien en jaulas y es muy apreciada por la dulzura y armonía de su canto. Cuando disfruta de su libertad, se eleva perpendicularmente en el aire cantando junto con la hembra, y luego baja de la misma manera. Los indios, que hacen muchas observaciones supersticiosas sobre el canto de este pájaro, usan las hermosas plumas de su pecho para embellecer sus diademas”.


Loica cantando
Trupialis militaris (Scott & Sharpe, 1915)



El botánico prusiano Franz Meyen (1834), integrante del viaje de circunnavegación del “Prinzess Louise”, se topó con la loica en Rancagua (Chile): “Era muy temprano cuando continuamos nuestro viaje, por lo que el aire fresco todavía era un poco intenso; pero los miles de pájaros que cantaban al sol de la mañana animaron las copas de los árboles y arbustos de la manera más amena. El Icterus militaris se distingue de todas las demás aves por el hermoso color rojo de su pecho y vientre, de modo que se lo persigue con ahínco por el hecho de que sus plumas, que se utilizan para adornar la ropa de las mujeres, se han convertido en artículos de exportación a Europa; fue encontrado aquí en grandes cantidades”.

Muchos viajeros encontraron loicas en sus recorridos por la Patagonia argentina y chilena, como Darwin, d’Orbigny, Frederick Beechey, Titian Peale, James Melville Gilliss y otros. De entre ellos Friedrich Kittlitz (1858) dejó algo más que una mención: “El magnífico estornino (Sturnus militaris, Linné)  que habita en Chile, como en la mayoría de los países de América del Sur … Está constantemente buscando su comida en el suelo, su canto se puede escuchar en cualquier momento del día. Este canto posee muchas variaciones y suena, en general, algo similar al de nuestro triguero [Miliaria calandra]; se caracteriza particularmente por el chirrido y por un chillido descendente ... A estas aves les gusta estar de a dos y, ocasionalmente, quizás haya muchas juntas, pero no forman bandadas cerradas como otros estorninos”.

En el río Chubut Henry Durnford (1877, 1878) la halló “una de las aves más comunes del valle, no siendo vista en las lomas”. “De todas las aves (exceptuando por supuesto las acuáticas y las amantes de los juncales) ésta es la más segura indicadora de la presencia de agua en las sedientas planicies de la Patagonia, no encontrándose nunca lejos de ese elemento, y siendo consecuentemente de gran utilidad para los viajeros”.

Pero la loica no sólo brindaba al humano tan interesante dato, Claude Gay (1847) señalaba que “abunda mucho en Chile, donde la llaman Loica; su canto es agradable, y algunos habitantes la guardan en jaula; a pesar de que su carne no tiene mal gusto, se come poco, y prefieren la del zorzal que es mucho más delicada”.



Sturnus militaris – (Gay, 1847)



El ornitólogo alsaciano Christian Ludwig Landbeck (1877) que trabajó con Rudolph Amandus Philippi en el Museo de Santiago de Chile dejó esta información sobre la loica: “Sin duda una de las aves más bellas de Chile ...  principalmente ama las llanuras más grandes con extensos campos frutales, ya que el grano en germinación forma su alimento principal junto con los insectos. Se acerca a las viviendas en otoño cuando las uvas están maduras y no aparece en jardines y arboledas sino rara vez, donde pronto cantará con su canto singularmente fuerte y llamativo, especialmente porque casi siempre se posa en la parte más alta de los árboles. La canción generalmente chirriante, que usualmente termina con su nombre Loyca, es muy diferente en distintas zonas, aunque algunos tonos característicos la hacen reconocible en todas partes. Por ejemplo, en Cartagena, a la orilla del mar, era muy pegadizo y casi todos los machos cantaban lo mismo, en Algarrobo, también junto al mar, pero a unas 4 millas de Cartagena, cantaba mucho más variado y hermoso, similar al tordo [patagónico (Curaeus curaeus)]. Las parejas no parecen separarse incluso en invierno, porque casi siempre se puede ver a machos y hembras moviéndose juntos. Su gran nido consiste en briznas de hierba, ramitas, raíces y sus 4 a 5 huevos tienen muchas manchas marrones sobre una base de color rojizo o verdoso. A menudo se lo mantiene en jaulas, pero no vive tanto en cautiverio como el tordo”.

Y Eugen von Boeck  (1855) coincidía en que “el color rojo brillante de su pecho”, ese pecho que Neruda calificaba de puro y sanguinario, “y su forma estilizada lo convierten en una de las aves más hermosas del país. Lo he visto con frecuencia en mis viajes por el interior, pero siempre en circunstancias en las que no podía cazarlo; aquí en el país se llama Loica y a veces se lo verá en jaula, probablemente más por su belleza que por su voz”. Ambrose Lane (1897), un colector que trabajaba para el Museo Británico en la zona de Concepción (Chile), confirmó estas observaciones: “Esta ave, conocida en Chile como Loica o Loyca, abunda en todas las provincias centrales y se extiende hacia el sur hasta Chiloé y el continente adyacente, donde existan localidades adecuadas … Frecuentan las colinas en el centro de Chile, y en otras localidades prefieren grandes extensiones abiertas de pastizales o distritos agrícolas. Parecen ser, en sus hábitos, más terrestres que arbóreas, y debo decir que se alimentan por completo en el suelo. Son en gran medida insectívoras, aunque también comen varios granos y, según creo, fruta. Nunca encontré el nido de este pájaro, pero me dijeron que está construido como regla en los arbustos dispersos que ocurren con frecuencia en las colinas o llanuras de Chile … En invierno los pájaros van en bandadas”.


Sturnella militaris – (Cassin, 1855-56)


“La Loica, sin duda una de las aves más bellas de nuestra tierra, es mui común en los campos; prefiere los terrenos verdes interrumpidos por matorrales o arbustos; el vuelo, por lo jeneral, no es bajo ni alto, deja acercarse a uno bastante, abandona un arbusto para sentarse un poco más distante encima de otro, volando azota el aire mui seguido con las alas, i cuando se aleja a distancias mayores puede elevarse también a ciertas alturas; reposa en las puntas más altas de los arbustos i árboles, o en ramas secas sobresalientes” (Albert, 1898, sic).

En Argentina Hudson (Sclater & Hudson, 1888) la consideraba como “residente, y observada en pequeños grupos de 4 o 5, o en pequeñas bandadas rara vez superando los 20 o 30 en número. Se alimentan y viven en el suelo, y sólo ocasionalmente es vista posada en un arbusto bajo. Su vuelo es poderoso, y vuela bastante, y usualmente emite su canto en vuelo. Canta todo el año, y se le escucha aún en los días más fríos del invierno; las notas son pocas y no muy melodiosas, pero son alegres y vigorosas. El nido está hecho de pasto seco y raicillas unidos a las matas en suelo húmedo, y colocado junto a o sobre la superficie. Los huevos son cinco, el color de fondo blanco punteado o manchado con pardo rojizo”. Aunque el nido no es fácil de encontrar “debido a la costumbre de la hembra de caminar una cierta distancia antes de hacer el vuelo " (Santiago Venturi, en  Hartert & Venturi, 1909) y como dice Claude Grant (1911): “Solamente he descubierto el nido cabalgando literalmente sobre él, la hembra elevándose bajo los pies del caballo”.

“En la costa de Buenos Aires, esta ave vivía entre las dunas de arena cubiertas parcialmente con vegetación, donde había más o menos refugio de los vientos. En las secciones áridas del norte de la Patagonia, como en General Roca, Río Negro, se encontraba en la vecindad del agua, pero no era reacia a penetrar tierra adentro entre los escasos arbustos que cubrían las laderas de las áridas colinas de grava. A través de la región de las pampas se la encontró en medio de grupos de  matas de pasto duro que cubrían las extensas praderas onduladas. Estos pájaros son habitantes del suelo, donde caminan como los praderos (Sturnella) en medio de la hierba. Cuando se alarmaban, generalmente mostraban sus espaldas marcadas de oscuro al observador, y cuando uno se daba vuelta, el destello rojo brillante en el pecho era una agradable sorpresa en un pájaro aparentemente de coloración simple. Su vuelo es recto y directo, y se acompaña de un destello blanco desde abajo del ala. Su nota de llamada era un bajo pimp, mientras que desde el suelo o de una percha baja, algunos machos cantaban una canción silbada” (Alexander Wetmore, 1926).


Trupialis militaris
Dibujo de John Gerrard 
Keulemans – (Crawshay, 1907).



No varía mucho lo visto en Tierra del Fuego por Crawshay (1907): “Las colinas y valles cubiertos de matorrales y los bordes del bosque son su hábitat. El pecho escarlata es visible a doscientos metros de distancia. La cantidad comúnmente vista es un par, o como máximo cuatro o cinco juntos. Es en gran medida un estornino por sus formas, también por su canción limitada. Corre de aquí para allá por el suelo, asintiendo y balanceándose, alimentándose para vivir. El vuelo es poderoso pero algo pesado. La canción, si se puede llamar canción, es extraordinariamente trabajosa. Por lo general, la pronuncia desde la copa de un árbol o arbusto, especialmente hacia el anochecer, y se puede imitar  inflando los pulmones con aire y expulsándolo a través de los labios apretados como un silbido espirado: W-h-i-i : y-o-o-o. Le toma un poco de esfuerzo al pájaro emitirlo: se puede ver la garganta expandiéndose a treinta metros de distancia”.




Loica

Por qué me muestras cada día
tu corazón ensangrentado?
Qué culpa llevas suspendida
qué beso de sangre indeleble,
qué disparo de cazador?
Por qué corres y buscas y ardes
con ese pecho colorado
mirando sin prisa y sin miedo,
mirando al hombre con tus ojos?
Si buscas juez, por qué resbalas,
con ojos fríos y alas secas,
hacia otra señal del camino
donde otra vez tu corazón
brilla en el sol ensangrentado?

                                                                        Pablo Neruda (1973)




LA LOICA Y LOS HUMANOS

En los relatos de los pueblos originarios y criollos la loica aparece como un personaje que se trenza en lucha con un contrincante y resulta herido en el pecho lo cual explica su brillante color sangre en esa parte de su cuerpo. Así entre los selknam de Tierra del Fuego, la loica era un hombre robusto llamado Shi’ika que lucha con el pequeñito Cheip.  Le aprieta la garganta a su rival para estrangularlo a la vez que le tironea el pelo, y Cheip, para soltarse, le da una trompada en la nariz, haciéndolo sangrar y manchándole el pecho. Al final de la pelea, Cheip se transformó en chingolo, con su garganta lívida por el apretón y su copete levantado, y Shi’ika, en loica, de brillante pecho rojo (Bridges, 2012).

Este argumento se repite en versiones criollas donde incluso la loica pasa de víctima a  victimaria y se aleja con su pecho manchado cantando: “Chío, chío, le corté el cuello con un cuchillo” (Vidal, 1925). Pero en otros cuentos la loica es perseguida por un cazador que se hiere con su propia arma y queda ciego. El pájaro se compadece y le trae agua desde el río y logra avisar a su familia que finalmente lo rescata. Entretanto la cachaña le hace ver a la loica que se ha manchado de sangre del hombre y San Pedro, que había observado todo, la premia otorgándole el color escarlata a su plumaje. (Brunet, 1962). En Cuyo la loica es una muchacha muy hermosa que se disputan entre el cardenal y el chuschín o chingolo. Éste mata al cardenal de una cuchillada y la loica al sostener al moribundo se mancha el pecho y queda cantando “¡Con cuchillo lo han matao!” (Palermo, 1984).

Un cuento de la comunidad pewenche de Cauñicu (Alto Biobío, Chile), recopilado por Queupil Almendra  & Vita (2011) relata un episodio durante un juego de palín o chueca organizado por el cóndor y el jote y donde participan varios pajaritos. En un momento del partido el chuncho (el caburé grande), incapaz de alcanzar a la garza, le quiebra con el palo las piernas. La loica lo increpa y el chuncho la ataca con un cuchillo y la hiere en el pecho, quedando así teñida y cantando: “¡Con cuchillito fue!”


Para los mapuches la loica tiene entidad casi humana, es considerada como un auxiliar del machi o chamán,  trayendo del bosque trozos de canelo o foye  (Drymis winteri), que coloca en el rehue, el tótem ceremonial, en la casa del machi (Rozzi, 2010), quizás porque quiere curar su pecho herido.  También es un anunciador porque avisa cuando van a llegar visitas a la casa como lo muestra Lorenzo   Aillapan (Aillapan & Rozzi, 2004) en su poema “Lloyka (La sanadora)”:


Pájaro dramaturgo retador de la gente, de guata colorada.
Fue a pararse en un árbol nativo y ahora sólo en las plantaciones.
En lenguaje retador, parece enojado, recoge noticias:
“con seguridad se presentan los carabineros”.
Cantando dice: “vendrán visitas y debes limpiar bien tu casa,
debes lavar tu olla y también lavar tu cucharón”.

¡Wichin wichin küpalu piam pu lonko traruuu
wichin wichin küpalu piam lantuuu kangey trekan lantuuu!

De seguro vendrá una viuda quien tiene un andar especial
buscando nuevo pretendiente, que el finado ya no vuelve.
“Esa mujer es una gran bruja /cuidado!”, dice.
“Es un hombre”, ladra como un zorro culpeo,
gran boca, menea y desvía con gran cola:
“¡Están avisados por los Cuatro Ventosos de la Tierra!”.

¡Wichin wang piley ti weda ngürü
wichin wichin kalku müna weda futra kalkutiii!

No tengan miedo Gran Padre y Gran Madre,
yo tendré remedio a tiempo de sobra y bueno.
Por eso me llamo "ser de guata colorada"
y siempre he mejorado a mi gente con pura hierba.
Por eso mi nombre es "sanador de tiempo completo".
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Si canta de frente, la loica anuncia desgracias y quizás la muerte de algún habitante de la casa. Pero si canta dando la espalda llegarán momentos felices. Y, bajo la influencia del mito de la corneja europea a la que tanta atención prestaba el Cid Campeador, se dice que si  se la ve cruzar hacia la derecha es buena suerte y lo contrario si vuela a la izquierda (Aguas Deumacán & Clavería Pizarro, 2009). El padre Augusta (1910) relata al respecto lo siguiente: “En cierta ocasión que señalábamos a un indígena viejo una bellísima loica, que se había posado cerca del camino donde estábamos conversando, le dio fastidio el lindo pajarito y dijo volviéndose hacia él: Weda kui-af Wekufu (mal espíritu Huecufu). En realidad la loica con el encendido lacre de su pecho tiene para los indígenas relaciones especiales con el demonio”.



Loycas - Mural en la comuna de San Miguel – Santiago de Chile. https://lifestyle.americaeconomia.com/articulos/el-arte-urbano-transforma-uno-de-los-barrios-mas-pobres-de-santiago



Las relaciones de la loica con los criollos parecen haber sido complicadas. “Su canto, aunque corto, es tan agradable como su aspecto i ha sido objeto para mantenerlo en jaula … se alimentan sobre todo de granos, brotes nuebos, hortaliza tierna i también de insectos i gusanos; en tiempo de la siembra son mui perjudiciales porque recojen los granos recién sembrados i arrancan con su pico fuerte las plantitas nuevas cuando se asoman sobre la tierra; cuando la cosecha se acerca se regocijan con los granos que maduran, por eso los dueños de los fundos que conocen el daño que causa esta ave, de adorno del campo, les persiguen estendiendo redes en la tarde, poniendo trampas, i la hacen cazar para la comida, porque su carne es comestible, aunque no en todas partes se acostumbra a comerla, el sabor de ella es parecido al zorzal” (Albert, 1898, sic).

 “Asegura la gente campesina que este hermoso pájaro silvestre acostumbra levantarse en vuelo recto hasta perderse en el azul del cielo, todas las mañanas, a fin de saludar al sol cantando a veces por encima de las nubes y de las cumbres más elevadas de la Cordillera. Se le considera la alondra criolla” (Mercado, 1959).

 En Los Reartes (Córdoba) “la tienen como pronosticadora de los temporales de nieve. Cuando éstos están próximos a presentarse, se agrupan en bandiditas que emitiendo un grito característico buscan refugio en las rocas, crestones y viviendas humanas” (Castellanos, 1934).

La belleza de la loica y su conexión con las tradiciones de los pueblos originarios y criollos es el motivo por el cual aparece en múltiples manifestaciones culturales de la actualidad, como poesías, cuentos, obras de arte, artesanías, logotipos, arte callejero, tatuajes, diseños, marcas comerciales, etc. Como muestra reproducimos, por gentileza de su autora, esta pintura de Carolina Gaete Fischer.



Loyca – Obra de Carolina Gaete Fischer. https://www.carofischer.com/pintura/




La loika

¿Por qué canta la loika?
Si le han cortado el árbol
donde solía cantar.
Tendrá que buscar uno nuevo,
cantando se va.

¿Por qué canta la loika?
Si le han robado la tierra
donde iba a anidar.
Tendrá que buscar tierras nuevas,
cantando se va.

¿Por qué canta la loika
Si no le dejan migajas
para comer,
porque el fruto de sus bosques
se lo robaron en un amanecer,
la loika canta por no comer.

¿Loika por qué cantas,
sólo por trinar?
- Canto por mi árbol, migajas, tierras,
por lo que fue mío ayer.
- Canto por la pena de perderlo...
Y porque loika... un día,
un día se perderán.

Graciela Huinao (2009)



EL NOMBRE DE LA LOICA

Se cree que la voz loyca proviene de la palabra mapudungun loi que significa llaga o herida, refiriéndose al plumaje rojo del ave. Para Aillapan (Aillapan & Rozzi, 2004) proviene de llako: sanar, y lawen: remedio.

Mapudungun: Loica, lloica, lloyka, loyka.
Yagan: Wichóa, wicoa.
Selk'nam: Síica.

Otros nombres son: pecho colorado grande (Buenos Aires, Mendoza, Córdoba), pechorrojo (Mendoza, San Juan), pitirrojo, milico, tordo militar, fueguero (La Rioja).

A su vez la loica ha dado su nombre a algunas localidades:

-Loyca Arriba, provincia de Melipilla, Región Metropolitana, Chile.
-Loica Abajo, San Pedro de Melipilla, Región Metropolitana, Chile.
-Las Loicas, Malargüe, Mendoza, Argentina.








“Canta la loica,  
canta el zorzal  
y es tanta mi pena  
que quiero llorar”  

Carrerito - Buenaventura Luna  



Alex Mouchard





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