"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 23 de junio de 2019

EL CHINGOLO (Zonotrichia capensis) EN LAS CULTURAS







“El chingolo, asiduo visitante de todos los lugares y de todos los momentos, tan pronto penetra en lo más espeso del follaje de los árboles como sale escapando entre los pies del pajonakl hirsuto. Es el frecuentador de la casa; está donde cae el afrecho de maíz que pisa el mortero, se trepa sobre la mesa del patio cuan do divisa crane o migas de pan. Su canto breve y claro pareciera inspirado en el hablar de los paisanos. Es un toque de alerta al ejército de los pájaros y se lo escucha hasta en el silencio de la noche”

Gerardo Pisarello.  Che retá  (Ediciones Colmegna, 1946)



Fringilla matutina
Kittlitz, F. H. Kupfertafeln zur Naturgeschichte der Vögel. Frankfurt am Main :Johann David Sauerländer,1832-1833.




Ya en 1891 decía Eduardo Holmberg: “Casi ya no se ven chingolos en Buenos Aires. Desterrados por el intruso gorrión, por una parte y perseguidos a muerte para adornar la polenta, por otra, sus cuerpecillos desplumados se venden a millares en los mercados”. Pero hacia 1976 Luis Mario Lozzia nos daba cierta esperanza porque el chingolo “no ha desaparecido, por fortuna, de la ciudad y quizás se percibiera más habitualmente su cercanía si en lugar de buscarlo con los ojos se aguzara el oído allí donde cabe la sospecha de su presencia; entonces un silbo suave y un fluyente gorjeo líquido dirán que no ha querido dejarnos”.

En el año 1928 el diario La Razón, de Buenos Aires, organizó una votación entre escolares para designar al ave nacional, la cual ganó el hornero por amplia mayoría. El chingolo, que obtuvo el 5º puesto, recibió estos conceptos del niño Oscar Gloviar: “Voto por el modesto chingolo, pajarito tradicional que no hay argentino que no lo conozca ni que no haya oído su humilde canto, si bien es cierto que no tiene un plumaje seductor tiene la virtud de parecerse al gaucho, porque el gorrión, ave importada, lo va exterminando de nuestro suelo, como el progreso a nuestros últimos gauchos”. Como inútil venganza del chingolo, el gorrión va desapareciendo de las grandes ciudades, incluso en su nativa Europa.

En la región rioplatense se considera al chingolo ave de buen agüero y anunciadora de visita cuando recorre el patio piando. Su canto nocturno pronostica buen tiempo. En el noroeste argentino cuando una bandada de chingolos se acerca a una vivienda habrá tormenta, y si canta de noche, anuncia viento. En Bolivia, su silbido anuncia el fracaso de cualquier emprendimiento.  En Chiloé (Chile) cuando se para en la puerta también anuncia visita y si canta, la llegada de una carta auspiciosa. Si anda atrás de una mujer es para que se case con un aborigen. Si llega a gritar cerca de la casa anuncia lluvia; pero si lo hace a medianoche, trae buen tiempo. Incertidumbre plasmada en el dicho brasilero: “Cantó o chingolo: chuva o vento … o pará bon tempo”.

Para los criollos si a un viajero nocturno le canta el chincol, trae desgracia, pero se contrarresta el peligro rezando una oportuna  oración.

En Santiago del Estero creen que cuando va a nacer un niño el chingolo canta “me ha de hondear y me ha de matar” y si va a nacer una niña el canto dice “ha de moler y me ha de dar de comer”.

También para los qom y los nivaclé es ave de mal agüero, vinculada con el diablo, sobre todo por su canto nocturno que indica que hay un maleficio en curso, que habrá de producir enfermedad. Por eso la ahuyentan de la cercanía de las casas. Incluso anuncia la llegada del enemigo. Los chicos lo cazan pero no lo consumen porque tiene “muy hedionda la carnecita”  y se lo dan a los gatos, aunque sí consumen los huevos.


 
Chingolo
Dibujo de Salvador Magno



DICHOS SOBRE EL CHINGOLO


“Entra sin golpear como el chingolo” o “¡Entra solo como el Chingolo!” se le dice al que llega a comer sin ser invitado.

Daniel Granada dice respecto del caburé “que su víctima predilecta es el chingolo, que parece el más tímido y cauteloso, y de ahí la frase proverbial en el campo: ‘por desconfiado, mata al chingolo el caburé' ”. Se refiere a que la excesiva cautela tampoco es buena.

“Disparar de Chincol a Jote” se usa para el que se enamora de una mujer poco agraciada.

“Chincolear”, es caminar a saltitos como lo hace el Chincol. Quizás por eso se le llama Chincol a un preparado de aguardiente con agua.

Se dice de una persona flaca que tiene “canillas de incancho” y en Chile: “Tiene menos sebo que pata de chincol”. También se le dice chingolo a una persona petisa, por la pequeñez del ave.

"Não estou para criar filhos dos outros igual ao tico-tico"  es una expresión brasileña (Minas Geraes) que se basa en la frecuencia con la que el chingolo o tico-tico cría pichones del virabosta o renegrido (Molothrus bonariensis).

“Chincolito, él cuando enamora, agacha la cabeza y para la cola” (Chile)

En el lunfardo rioplatense es sinónimo de “tonto”, como lo explica Felipe H. Fernández (Yacaré) en su poesía  “Qué merza”:


Cuando calo un vichenso, le bato gil, pipiolo,
turro, otario, pangrullo, gilimursi o batata;
vichenchino, gilurdo, codeguín, papanata,
marmota, zanagoria, salamín o chingolo.


"Zorzal o chingolo, el peón cuelga su copla en los atardeceres”, dice Atahualpa Yupanqui, haciendo notar el contraste entre un cantor bien dotado y otro de voz más sencilla, pero ambos con la vocación del canto.


 
Zonotrichia canicapilla

Sclater, Ph. L. Ibis 1877


CUENTOS Y RELATOS

Un cuento criollo dice que el chingolo era un guitarrero que al oir a un forastero que cantaba como él, le rompió la guitarra, y lo mató en el duelo subsiguiente. Puesto preso, logra escapar pero conservando los atributos de esa condición: el gorro a rayas y los grillos en los pies que lo hacen andar a saltitos.

En otro cuento popular catamarqueño un hombre grandote echa abajo una capilla a golpes burlándose de los feligreses, por lo que fue encarcelado. Dios, enfurecido, lo transformó en chingolo, con el mismo fin  que en el caso anterior. Otra versión de este relato,  recopilada por Roberto Lehmann-Nitsche, muestra al chingolo enamorado de la monjita, que lo rechaza. Furioso entra a la iglesia gritando y asusta a los demás aves, pero el pijuí le clava un cuchillo en la garganta, y el pecho colorado (el comisario) lo pone preso y lo engrilla. Esto explica lo rojizo del cuello y su andar a saltitos.

En un relato de los selknam de Tierra del Fuego, un muchacho pequeño pero valiente, Chelp, lucha con otro fuerte y robusto, Shi’ika. Éste lo agarra del cuello y le tironea el pelo que quedó formando copete, Chelp le golpea la nariz que empieza a sangrar y Shi’ika se transforma en loica con su pecho manchado de sangre y aquél en chingolo, con su copete despeinado. Hay otras versiones donde la loica era una bonita pulpera, y el chuschín celoso del cardenal pide un peine aludiendo al copete despeinado de éste, que le replica: “¿Y por casa como andamos?”. A continuación pelean, recibiendo el cardenal una herida que le tiñe la cabeza de rojo, y el chingolo termina preso y engrillado, como en los cuentos anteriores.

En Corrientes se cuenta que el cachilo se burla de su padre que es llevado preso y engrillado, y en castigo queda transformado en un pajarito que camina saltando. En la costa del Iberá se explica el origen del nombre Chesi para el chingolo. Un hijo sale a comprar remedios para su madre enferma, pero se detiene a comer fruta en un duraznero. La madre muere y el dios Tupá lo castiga transformándolo en pájaro que canta sin parar  “che si , che si” (mi madre, mi madre) , especialmente en noviembre para los días de los santos y de los muertos.


En otras ocasiones el chingolo se mete en el relato bíblico del diluvio reemplazando al cuervo enviado por Noé para ver si las aguas ya habían bajado. Y como él se entretiene sin cumplir su misión.

Según una leyenda uruguaya en cierta ocasión, cuando un grupo de paisanos se trasladaba en carreta para fundar un nuevo pueblo, el diablo Añá enfurecido les envió una inundación. Sólo el carretero se salvó agarrándose a la rama de un ombú. El diablo entonces lo transformó en un humilde pajarito, que sigue allá en las ramas del ombú silbándole a los bueyes que ya no tiene, y burlándose de Añá.





En un  cuento de Santiago del Estero al chingolo o Icako se le congelaron las patitas, atrapadas en un trozo de escarcha. Pidió ayuda al sol, a una nube, al viento, etc., pero todos se excusan hasta que un humano le quita la escarcha, aunque desde entonces ya no puede mover bien las patas y anda a los saltos.

En el Chaco el chingolo es una niña desobediente que tiene a maltraer a su madre, pero un día ya no la encuentra y sale de la casa llorando transformada en pajarito.

En Chiloé (Chile) el canto del chincol parece decir “¿Has visto a mi tío Agustín?” o “Abis visto mi tío-tío-tin“,  lo que originó un relato donde los pájaros estaban jugando al palín o chueca y uno de ellos se lastimó. El chincol salió a buscara su tío médico,  a la voz de: “¿Has visto a mi tío Agustín? ¿con zapato y calcetín?". Y desde entonces sigue preguntando por él continuamente.

En los cuentos criollos el chingolo u chuschín, que aparece como el “tío Agustín”, alerta a los otros animales, como la paloma, sobre las astucias del zorro. El zorro logra capturarlo en su boca pero algunas de las víctimas de sus engaños lo hacen hablar o cantar y el chingolo se escapa.

En un cuento cuyano, un cóndor y un chuschín se desafían paraa ver quién tiene más aguante con la bebida. Empiezan a tomar vino pero el chingolo tiraba al piso cada sorbo, sin que el cóndor lo notara. Éste por el dolor de cabeza de la borrachera se ata un pañuelo como vincha. Al darse cuenta del truco del chingolo se le echa encima para pelearlo, pero el pajarito le pica la nariz y lo hace sangrar. El cóndor es  así derrotado y el pañuelo se le desliza por el cuello hasta donde hoy lleva una blanca golilla.

Existe en Chile un juego infantil llamado Chincol. Dos participantes se ponen en cuclillas frente a frente y dialogan así: “—Comadre Rana. —¿Qué quiere, comadre? —Un vasito de agua. —¿Para quién? —Para su compadre.—¿Cuándo llegó? —Anoche. —¿Qué le trajo? —Un corte de vestido. —¿De qué color? —Verde Limón.—¿Qué le dijo? —Que bailáramos el Chincol”. Y luego, saltando en cuclillas cantan:  Chincol, Chincol, zapato de charol; pícale Chincol, zapato de charol...”


También en Brasil (Colombo, Paraná), según un relato recogido por Ulisses Passarelli, el tico-tico engaña al gavilán que lo quiere cazar, durmiendo desconfiado, con un ojo abierto ratificándolo con este dicho: “É... gavião, quando o amigo não é certo, um olho fechado outro aberto...” [Eh … gavilán cunado el amigo no es leal, un ojo cerrado y otro abierto “]

Natalicio Talavera,  del Departamento de Guairá (Paraguay), cuenta que un chingolo escucha a los campesinos que van a desbrozar y sembrar un terreno donde tenía su nido. Afligido le pide ayuda al dios Ñandejára  quien sucesivamente envía lluvias y enfermedades a los pobladores, para dar tiempo a que se críen los pichones y puedan volar del nido antes de la siembra. El chingolo agradecido canta repitiendo “¡Bendito sea, bendito sea Dios!”.






MITOS Y LEYENDAS

Los wichis refieren en su mito de creación que en un pincipio el monte era muy abundante pero se incendió y no quedó nada. Entonces aparecio Icancho, que se salvó del incendio escondiéndose y esperando a que se apagara el fuego. Sobre la tierra arrasada vio el brote de un arbolito chiquito,  empezó a picotear hasta que creció el retoño. El pájaro permaneció cerca, tocando su tambor junto al sopxuayúk o palo zapallo y con esta magia creció el árbol. A su sombra se cobijaron las demás aves que se salvaron, y el monte se recuperó. Cuando el árbol se hizo muy grande, vino un hombre anciano que bajo su copa empezó a hacer vasijas, dentro de las cuales puso carbones encendidos y las tapó. Pasado un tiempo el anciano empezó a deatapar las vasijas y de las salió la gente  que habitó la tierra. Al icancho lo describen como un pájaro rojo con manchas negruzcas, que hace un nido de palitos.

En la mitología del héroe creador de los aoniken o tehuelche, Elal, el chingolo o Kiken es convocado por Terr-Werr, la tuco-tuco, abuela de Elal, que lo había escondido de la furia asesina del gigante Nóshtex. Lo enví a buscar ayuda entre las aves. Kiken va a buscar primero al cisne y luego a los demás animales para sacar a Elal de la isla Kóoch. Hoy Kiken es amigo de todos, vive en todo sitio y es el primero en cantar al amanecer.



Cóndor y chingolo


El cóndor en su poderoso vuelo remontó a la cima de la montaña, se asentó en ella, torció su horrible pescuezo desplumado y recorriendo todo el horizonte con una orgullosa ojeada, exclamó:

-¡Yo, buitre, soy el centro del orbe!

Un gavilán, amodorrado en la punta de un poste del telégrafo en plena Pampa, contemplaba entre los párpados a medio cerrar el horizonte lejano que por todas partes a igual distancia lo envolvía, y despertándose, también exclamó: ¡Yo, gavilán, soy el centro del orbe!
Pero también el carancho, asentado en la cima de un sauce, viendo el horizonte amplio de la llanura extenderse por igual trecho a todos lados, gritó: ¡El centro del orbe soy yo, carancho!

El chimango, mientras tanto, dejó durante un rato de rascarse los piojos para cerciorarse desde lo alto de un poste del corral, de que, sin la menor duda el centro del orbe era él, pues no había más que fijarse en el horizonte para comprobar el hecho. Y tanto se convenció de que así era, que se lo dijo al chingolo.

Pero el chingolo, que no tiene ni una pluma de zonzo, no se la quiso tragar sin ver; voló para arriba, hasta lo más alto que le fue posible, y cuando volvió a bajar, le gritó al chimango: ¡Mentira, el centro del orbe soy yo, bien lo acabo de ver!
Y no hay pájaro en este mundo, por chico que sea, que no crea ser el eje de alguna cosa.

Godofredo Daireaux - Fábulas argentinas  (Editorial Continente, 2008)







POESÍAS, COPLAS Y CANCIONES

El Chingolo

Sobre la cabeza oscura
el bien peinado copete
pone un gracioso bonete
que realza su figura.
Blanca golilla asegura
rodeando el cuello robusto,
claro chaleco y muy justo,
un ponchito gris canela
-se le imagina la espuela-
y un tranquito que da gusto.

Sencillo y feliz habita
siempre en un cardo, su amigo,
en donde pone el abrigo
su bien mullida casita;
y sobre una flor marchita
vibra su acento dolido,
y así, del cardo elegido
pone arriba su canción,
y debajo, al corazón
lo deja, en forma de nido.

Suele a las casas llegar
-por amistad y provecho-
donde se lo ve en acecho
con su trote singular.
En el patio familiar
hurga las sobras de un plato,
pica un pollo, enfrenta un pato,
o esquiva con un revuelo
el cascote de un pilluelo
o la embestida de un gato.

Eres el alma del campo
-de nuestro campo querido-,
su corazón es tu nido
y su voz más fiel, tu canto;
llora el rocío en tu llanto
cuando abre fría la aurora,
la tarde muriente llora
y solloza en tu garganta,
y hasta el plenilunio canta
en tu canción seductora.

Chingolo cómo expresar
toda la inmensa ternura
que me inspira tu figura
de pájaro popular…
Cómo podría olvidar
tus ingenuas melodías,
allá, en mis primeros días,
si a tu nombre se levanta
toda mi niñez… y canta
como tu mismo lo harías.

Tu nombre dice fragancia
de trébol, cardo y gramilla,
y aguarda tu voz sencilla
todo el sabor de la infancia;
por eso es que, a la distancia,
chingolo, alguna vez cuando
como un “adiós” dulce y blando
llega hasta mi tu canción,
la recoge el corazón…
y la guarda suspirando.

Juan Burghi


Chincol

Chincol
Me despertaste ayer, amigo,
y salí para conocerte:
el universo olía a trébol,
a estrella abierta en el rocío:
¿quién eres y porqué cantabas
tan íntimamente sonoro,
tan inutilmente preciso?
¿Por qué sabía el surtidor
con la exactitud de tu trino,
el reloj de una gota de agua,
tu pequeño violín fragante
preguntándole a los ciruelos,
al manantial indiferente,
al color de las lagartijas,
preguntando preguntas puras
que nadie puede contestar?
Apenas te vi, pasajero,
músico mínimo, tenor
de la frescura, propietario
de la pureza matutina,
yo comprendí que devolvías
con tu pequeña flauta de agua
tantas cosas que habían muerto:
tantos pétalos enterrados
bajo las torres del humo,
en el gas, en el pavimento,
y que con tu acción de cristal
nos restituyes al rocío.

Pablo Neruda. Arte de pájaros




El chingolo

Cuando el campo está más solo
y la casa, en paz, abierta,
aparece por la puerta,
muy sí señor, el chingolo.

Viene en busca de una miga
o una paja de la escoba,
que, ciertamente, no roba,
porque la gente es su amiga.

Salta, confiado, al umbral
y solicita permiso,
con un gritito conciso,
como pizca de cristal.

El sol, con larga escobada,
lo desfloca en áureo estambre,
y en un transparente alambre
trueca su pata delgada.

Otro salto, y ya está adentro,
y en el haz de sol avanza
pues no excluye su confianza
la idea de un mal encuentro.

Su ropita pastoril
la agracia un lindo copete.
(Si el cardenal es cadete,
él es conscripto gentil.)

Capa gris con caperuza;
camisa y corbata blancas;
chaleco café que en francas
negligencias se descruza.

Aunque trasluce su forro,
bien le siente aquel modelo,
y un vivo de terciopelo
le orilla de negro el gorro.

Pálida espina de sol
pule su pico de cuerno,
y le brilla, ufano y tierno,
el ojillo de charol.

En la ladera de cuarzo
del camino que se ahonda,
bajo una mata redonda
anida de agosto a marzo.

Su cesto de cerda y paja
coloca al lado del Norte,
a fin de que así soporte
viento y lluvia con ventaja.

Y despistando al gandul
con artificios sencillos,
pone sus tres huevecillos
crispidos en fondo azul.

En la honda siesta de llama,
o en el crepúsculo frío,
su Curí... curí qui quío...
alegra la áspera rama.

Y todavía a deshora,
cuando las noches son bellas,
al amor de las estrellas
sueña cantando la aurora.

Bajo la estación más cruel
que las campiñas abruma,
de su bolita de pluma
brota un trino humilde y fiel.



Ya no abandona el contorno
de la casa solariega
donde como un chico juega
sobre el mortero y el horno.

Y como es tan poco esquivo,
en la misma troje acampa,
o el afrecho de la trampa
va a escarbar intempestivo.

O en el pajizo capuz
del adormilado alero,
se disfraza de jilguero
con el oro de la luz.

O con valeroso alarde
su postrer gorjeo empina
sobre la espléndida ruina
del palacio de la tarde.

En el primer desperezo
primaveral, con qué gracia
su flor anuncia a la acacia,
pinta su guinda el cerezo.

Y, amable chisgarabís
que a la doncella acongoja,
pía detrás de cada hoja
como diciendo: Luis, Luis...

Ya de afrecho se atiborra,
rondando a la molendera,
con lo que, de esta manera,
le ayuda a hacer mazamorra.

Ya entre los pollos pulula,
ya escudriña los cacharros,
y es vecino de los carros
donde hace pan la mula.

En el silencio y la paz
de una estudiosa mañana,
se asoma a la escuela aldeana
como anunciando solaz.

Curí..., curí... Y desde el seto
que trenza su verde cinta,
trae, en fragancias de quinta,
la tentación del asueto.

O en el patio de la escuela,
su saltito impertinente,
parece que eternamente
va jugando a la rayuela.

Y ahí donde ustedes lo ven,
cortés, mas nunca vasallo,
erizado como un gallo
traba su riña también.

Chingolito de mi vida,
que fuiste mi compañero
en el tiempo placentero
de la inocencia florida.

Quién me diera sin retardo,
volver a aquella delicia,
como en la estación propicia
le vuelve la flor al cardo.

Yo sufro mucho de amor,
y cuando estoy triste y solo,
quisiera oír al chingolo
para calmar mi dolor.

Leopoldo Lugones



                                                                                 


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Tico Tico No Fubá

Um Tico-Tico só
O Tico-Tico lá
Está comendo
Todo, todo, meu fubá
Olha, seu Nicolau
Que o fubá se vai
Pego no meu pica-pau
E um tiro sai
Então eu tenho pena
Do susto que levou
E uma cuia
Cheia de fubá eu dou
E alegre já voando e piando
Meu fubá, meu fubá
Saltando de lá para cá
. . . . . . . . . . . . . . . .
Houve um dia porém
Que ele não voltou
O seu gostoso fubá
O vento levou
Triste fiquei quase chorei
Mas então vi
Logo depois não era um
E sim já dois
Quero contar baixinho
A vida dos dois
Tiveram ninhos
E filhinhos depois
Todos agora…

Canción de Zequinha de Abreu




Tico-tico veio de Minas,
calçadinho de botina,
sabiá respondeu,
sai daqui, canela fina.

Tico-tico veio de Minas,
calçadinho de espora,
com a calcinha remendada
e a bundinha de fora.

Copla popular  (São João del-Rei, Minas Gerais, Brasil)







Tiene chingolo, amigo, tu plumaje
La sencillez del rancho campesino
Y el yuyo fiel que al borde del camino,
Tu nido abriga y guarda tu linaje.

Más que importa lo humilde de tu traje
Si en la efímera chispa de tu trino
Caben toda la historia y el destino
De una tierra, su gente y su paisaje.

¿Qué sería del tala serio y duro
Si le faltaran tu penacho oscuro
Y tu golilla de color herrumbre,

Y no tuviera, cada tardecita,
La ingenuidad de tu amorosa cuita
Para aniñar tu hirsuta reciedumbre!

                                        Serafín J. García




            Tímido y solo,
            Noche aún, el chingolo
      -Agreste bardo –
Como en sueños, y acaso desde un cardo,
Da su cantito rústico el primero.

Juan Burghi. Pájaros en la aurora (fragmento)





Defensa del chingolo

¿Que las tímidas alas del chingolo
No han de alcanzar la cumbre del Parnaso?
¿Los remos de las águilas tan sólo
Pueden llegar donde ascendió Pegaso?

¿Su aleteo no es grato para Apolo?
y el pajarillo debe siempre, acaso,
Compartir del “mal poeta” el mismo polo,
Para evitar a Ud. algún fracaso?

¿No hay en su canto sin igual pureza?
¿Cinco notas no encierran poesía?
¿La sencillez no tiene su belleza?

¡Confesadme que fué mal elegidol
¿No ha de volar? ... ¡Si hasta la luna envía
Un soneto el chingolo en su silbido!

Georgina Duclout de Kittl. Rimas y Paisajes





En una noche de luna
me acosté muy tempranito,
¿te digo con quien soñe?
con un lindo chincolito.
que chincolito más lindo:
la colita la meneaba
y el moñito lo paraba.
Disculpen, señores míos,
que este sueño no pudo
ser más largo
porque luego desperté.


Poesía infantil (https://www.blogger.com/profile/10360821704165866021)









La chueca de los pajaritos

Hoy día les voy a contar
la historia del Chincolito
por el placer de cantar
historias de pajaritos.

Se sabe que un día de antaño
las aves jugaban Chueca
¿y no ha quedado patuleca
la Tenca con mucho daño?
El Loro le dió un regaño,
el Jote se la jotió,
Y el único que atinó
a ayudarle sin demora
fue el Chincol que rememora
que su tío era doctor.

"¿Donde está mi tío Agustín?"
Pregunta cantando urgido
buscando presto el nido
de su tío en el jardín.
Es todo un bailarín
cuando va pidiendo ayuda.
No tiene ninguna duda,
su tío puede ayudar,
a la Tenca va a sanar
de esa lesión tan aguda.

Pero en ese caminar
buscando a su pariente
se vió en un incidente
que siempre lo fue a marcar:
Con la Loica fue a pelear
y sacaron las cuchillas,
la apuñaló en la costilla
por el costado derecho,
De rojo quedó su pecho
y él con daño en las canillas.

Volvieron presto al partido
A denunciar lo pasado,
Y con cantos entonados
llegaron hasta testigos.
Loica dijo a sus amigos
Fuerte "Con cuchillo fue",
mientras grita  "juraré"
un señor de poto gordo
al que muchos llaman Tordo
por lo flaco de sus piés.

La Torcaza que es creyente
A "Jesús, jesús" rogaba,
Y el partido terminaba
con los ánimos calientes.
El pequén muy indulgente
entablilló al chincolito
y pidió a los pajaritos
nunca más jugar palín...
Y como todo tiene un fin
Los echó de un solo grito!

Décimas inspirada en los cuentos de Orestes Plath (blog The Tipical Chilean. http://kjesed.blogspot.com/2014/09/la-chueca-de-los-pajaritos.html?m=1)





En el medio de la mar suspiraba un Chincolito
y en el suspiro decía: "Échele chicha al cachito".

Copla popular.





Canto del chingolo

Pobre chingolito,
— vidalitay —
lo tomé del suelo,
no podía volar
— vidalitay —
porque estaba enfermo.

Con mi mano grande
— vidalitay —
con mi mano ruda,
le hice una caricia
— vidalitay —
por sobre las plumas.

No teniendo jaula
— vidalitay —
en donde ponerlo,
lo eché en la guitarra
— vidalitay —
y se quedó quieto.

Bitibío - bío
— vidalitay —
a la media noche,
bitibío - bío
— vidalitay —
lo oímos cantar.

Pero al otro día
— vidalitay —
lo encontramos muerto;
pobre chingolito
— vidalitay —
¡ay, vidalitay!

Y hoy mi guitarra
— vidalitay —
tiene nueva voz;
la del chingolito
— vidalitay —
que en ella murió.


Fernán Silva Valdés. Antología poética,  Poemas Nativos.


Este mismo poeta hace intervenir al chingolo en su “Canto a Juana de Ibarbourou”:

Chingolo, chingolito: en la primavera,
—Luego de besarte con tu compañera—,
Vuela hasta la casa de la juventud
A juntar con el pico, para construir tu nido,
Hebras del cabello lacio y renegrido
De Juana de Ibarbourou.









Ya no cantas chingolo (Chingolito)

Hubo en la pampa una vez
un pajarito cantor
que sobre un yuyo parao
entonaba una canción
tan triste que parecía
el llorar de un corazón.
A ese pájaro bagual
lo espantó el ferrocarril
y su canción sin igual
no se podrá más oír.
¡Pobre pajarito gaucho,
dónde habrá ido a morir!

¡Ya no cantas chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
tu canción llorarás...
Guitarrita del campo,
pájaro payador,
te llevaste contigo
toda la tradición.

Como el ave, el payador,
sentado junto al ombú
también antes su canción
elevaba hacia el azul
donde brillaBa de noche
la divina Cruz del Sur.
Ahora se calló el cantar
y el ave y el payador
fueron lejos a ocultar
su voz llena de emoción,
pues ya invadieron la pampa
el jazz, el gringo y el Ford.

¡Ya no cantas Chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
despacito llorás...
Guitarrita del campo,
voz de la soledad,
desde que tú te fuiste
no sabemos cantar.

Tango (1928) - Música: Antonio Scatasso - Letra: Edmundo Bianchi

Aquí en la versión de Ángel Vargas con la orquesta de Armando Lacava:

https://www.youtube.com/watch?v=jE05Z0hHD9I








Referencias: Ver nuestra entrada anterior:



EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...