"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


viernes, 23 de mayo de 2014

CABURE (Glaucidium brasilianum) – UN AVE CON DOS CARAS

Escucha tu canto la noche enamorada
sabiendo que la muerte acecha y ama,
sucumbiendo ante tu encanto . . .


El Caburé - Ruben Dario Callejas





Chouette caboure - Strix pumila
 Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault









El caburé. Ave mágica. Lechuza mínima. En cuyas plumas mucha gente pone sus esperanzas por una mejor suerte en el juego, en los negocios o en el amor. Así apareció en nuestra cultura.

A principios del siglo XVII Holanda estableció una colonia en el nordeste del Brasil, con centro en Recife. El conde John Maurice, príncipe de Nassau-Siegen, es designado gobernador y se traslada a América con un séquito de científicos y artistas con el propósito de realizar un inventario de la nueva colonia para satisfacción de los banqueros que invertían en realizar estas costosas expediciones para obtener las mayores utilidades posibles.

Uno de los integrantes de esa corte era el naturalista Georg Marcgraf o Marcgrave, quien así como lo hizo con muchas otras especies de la fauna neotropical, también introdujo al caburé en el conocimiento de la ciencia europea. El fue quien registró el nombre local de “caburé brasiliensibus”, o sea “caburé para los brasileños”. Caburé viene del tupí caa, selva, y boré o poré, habitante. Marcgraf lo describió y además nos da estos datos sobre su comportamiento en cautiverio: “Fácilmente domesticado. Puede girar el cuello completamente, de modo que muestra el pico justo en la mitad del dorso.  Juega con la gente como un mono. Hace variadas gracias con su cara y crepita con el pico  (. . ). Vive de carne cruda.” No incluyó en sus manuscritos un dibujo del caburé, pero un contemporáneo suyo, el pintor Albert Eckhout, sí lo hizo. Integrante del grupo que acompañaba al príncipe de Nassau, realizó más de 400 bocetos y pinturas al óleo entre las cuales se encuentra la de nuestra ave que presentamos aquí.




Cabvre brasilian 

Eckhout, Albert. 1655. 






En su descripción Marcgraf decía: “Además puede erguir unas plumas a los lados de la cabeza simulando cuernitos u orejitas”. Pero ocurre que el caburé no tiene “orejas” de plumas como otras aves de la misma familia, por ejemplo el alilicucu común (Otus choliba). Puede haberse confundido con esta última o bien Marcgraf se estaba refiriendo a las plumas laterales de los discos faciales, que sobresalen cundo el ave alisa las plumas de la corona. Este error lo mantuvieron los autores posteriores que no conocían la especie más que por especímenes de museo. Así Latham la llamó Brazilian eared Owl ( = búho orejudo de Brasil) y Buffon lo consideró casi una variedad del autillo europeo (Otus scops). En realidad el nombre del ave que nos ocupa sería caburé-i (= caburé chico), mientras que caburé a secas se aplicaría a las estrígidas algo mayores como el mencionado alilicucu.

Esta información llegó a los zoólogos como Willughby, Ray, Klein, Brisson, y finalmente Gmelin, colaborador de Linneo, que lo ingresó en la nomenclatura científica como Strix brasiliana.

Tenemos que llegar a Azara para encontrar el relato de otro naturalista que haya conocido el ave en su zona de origen: “Dos pollos, que yo mantuve con insectos y pedacitos de carne desde muy pequeños,  llegándome a conocer y a llamar.” Luego aprendieron a comer solos y “se olvidaron de mis beneficios: se enfurecieron al verme (. . .)  me recibieron panza arriba con las uñas, gritando mucho al acercarme”. Por su andar a saltitos deduce que solo vive en el bosque y que “jamás baxa al suelo”.

Y acá surge de nuevo el tema de los cuernos, dice Azara: “Nunca advertí que los tuviesen, ni los he notado en multitud de adultos”, pero un día al sacar sus pollos al sol se ofuscaron por tanta luz y “sentando la pluma de la cabeza, que siempre está bastante erizada, quedaron muy visibles los cuernitos”. Con esto parece reivindicar a Marcgraf, sin embargo más adelante dice que “más de 50 que he visto y criado eran todos mochos” y justifica que Buffon los haya ubicado entre los “cornudos” basado en que el naturalista alemán,  como él mismo, pudo haberlos visto en una situación en que se hacían visibles los “cuernitos”. 



Chouette Rousserolle Strix ferruginea-
-
Temminck,C. J.-1838-Nouveau Recueil de Planches Coloriéesd’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault


Para Azara “no hay páxaro más vigoroso a proporción del volumen, ni más feroz e indomesticable”. Para él Marcgraf había malinterpretado “que los gestos grotescos eran jugarretas con su dueño, quando son en él y en toda la familia insignia de aversión”. Y dice que todos en Paraguay le aseguraron que eran capaces de “introducirse baxo del ala de todos los páxaros, sin excepturar los Yacúes y Caracarás, y de pegárseles y comerles el costado hasta matarlos.”  Así muchos afirmaban que el caburé había  logrado matar dichas aves e incluso a los pavos domésticos a pesar de ser de un tamaño mucho mayor. Entonces Azara hizo la prueba de encerrar a uno, particularmente fiero y hambriento, con un Yacú y una gallina, pero la rapaz no los atacó. Arnaldo Bertoni, refiriéndose a lo señalado por Azara, dice: “Hay una creencia muy antigua, aún muy arraigada, que dice que el Kavuré-í tiene la habilidad de introducirse bajo del ala de los Djakú y otras aves grandes y que, comiéndoles el costado, las hace morir. Yo nunca he visto tal cosa, pero no lo extrañaría en ave tan fuerte y atrevida; además he visto algo parecido: un día, habiendo oído gritar una gallina grande, acudimos y hemos visto á un Kavuré-í sobre ella, que le arrancaba las plumas en ademán de matarla; de muy mala gana abandonó la víctima. Con esto no se extrañará que ataque á los Djakú; pero aquello de degollar á los Venados para chuparles la sangre, debe ser una fábula.”


Otro naturalista que conoció al caburé en su ambiente fue el francés Alcides D’Orbigny que lo vió en Bolivia (Chiquitos y Moxos) y hasta en la Patagonia, aunque aquí seguramente se trataba del caburé grande (Glaucidium nanum). “Durante el día se lo encuentra siempre dormido (...)  se deja balancear a merced de los vientos, durmiendo así sin despertarse con el ruido; porque a menudo, casi tocándolo, mantiene la misma inmovilidad, lo que hay que atribuir a la pesadez de su sueño o a la dificultad que muestra para abrir  los ojos y soportar los rayos del sol a pleno día.”

Cuando el crepúsculo está avanzado sale a volar siguiendo el borde del bosque y “cazando insectos y pequeños roedores, solamente. Vuela así toda la noche, a menudo haciendo escuchar un canto lúgubre, aunque débil”. D'Orbigny registró los nombres locales que le daban los cayuvava de Moxos: vadzi; los chiquitos: aküch y los morotocos o zamucos: sédzéguè.

Otro naturalista viajero, el príncipe de Wied, encontró al caburé cerca de Bahía (Brasil) “dentro del bosque, y deja escuchar su voz incluso de día . . . Los brasileños lo conocen como Caburé do sertam [sertão].” En su estómago sólo encontró insectos.

Caburé grande - Glaucidium nanum-

Crawshay, R. 1907. The Birds of Tierra del Fuego. London.



EL REY DE LOS PAJAROS


A la distancia sólo se escucha en las espesuras
el áspero un-bút—un-bút del caburé, —ese verdugo
de las selvas— convocando á los pajaritos para
satisfacer sus instintos carniceros.

Recuerdos de la Tierra - Martiniano Leguizamón


Con literaria pluma Holmberg describe el alboroto que produce entre las aves del bosque la presencia del caburé y, de paso, instala otra polémica: ¿caza o no caza pajaritos que atrae con su mirada?

“El bosque, entretanto, se puebla de agudos y penetrantes chillidos. Diríase que una víctima agoniza en medio de la tortura, y que un sacrificio lento, consumado por garras sin piedad, mancha de sangre las pálidas Ipomeas de la noche, húmedas aún con las últimas gotas de rocío. El Rey de los Pajaritos, el temido Caburé, despierta la alarma en el seno de los bosques. Acude presurosa la grey alada (...) Prosigue en tanto el Caburé. No le inquieta el rumor de los vapores lanzados al aire con estruendoso y frecuente latido;  no le acallan los huéspedes de la arboleda congregados al oírle; no le asusta la voz del silbato; no le intimida el estallido de la pólvora.”

“Los pajarillos, cada vez más inquietos, no interrumpen sus vaivenes. Algo anormal tiene que suceder. No grita el rey por gritar; y cuando llama á los versátiles súbditos, será sin duda porque padece el reino.”

“(...) «¡Tiene hambre! » —dicen los cazadores — «y, cuando acuden los pájaros á su llamado, elige el que más le agrada, le echa la garra y se lo come.» (...) Singular afirmación la de los cazadores. He muerto, en repetidas ocasiones, el Glaucidíum ferox y jamás le he hallado despojos que acrediten su extraordinario poder y nunca visto dominio. El inmortal Azara no lo vio tampoco, y la noticia corre, se disfraza de fábula, se infiltra en el credo de todos los viajeros que consignan sin comprobar y lo repiten todos los lectores que tragan sin digerir.”

“Menester es contemplar siquiera una vez la extraordinaria animación del bosque cuando grita el Caburé. De todas partes acuden los pajaritos. Pero ¡rasgo soberanamente animal! ninguno olvida su principal apuro, y no obstante bailarse en asamblea; á pesar de un movimiento que, á nuestros ojos, tiene todo el aspecto dé la alarma; maguer que se quejan con aire doliente, todos comen, todos quieren comer y «con tan fausto motivo» el Benteveo devora una Crísopa que pasa; los Picaflores se agitan tragando cuantos Quirónomos y Mosquitos pueden; y los Pescadores aunque al parecer inquietos, se lanzan sobre la plateada mojarrita  que dio una costalada demasiado cerca de su vigilante verdugo.”

Daniel Granada dice “que su víctima predilecta es el chingolo, que parece el más tímido y cauteloso, y de ahí la frase proverbial en el campo: ‘por desconfiado, mata al chingolo el caburé'.”

White lo encontró en Cosquín, Córdoba (Argentina) y refirió lo siguiente: "Produce gran diversión en el naturalista observar las costumbres de este lindo y pequeño búho, el cual, posado en perfecta inmovilidad sobre una rama, lanza un grito de sirena para atraer pajaritos en grandes cantidades. Se los observa agrupándose a su alrededor, todo el tiempo aleteando con gran excitación, como encantados por algún tipo de fascinación. Tras esperar un poco el búho repentinamente se lanza sobre la más cercana de sus víctimas”. Hudson, comentando a White, dice lo siguiente sobre el caburé grande (Glaucidium nanum): “Yo también observé pajaritos acosándolo [mobbing, en el original], cuando se posaba en un lugar visible durante el día, ya que siempre acosan a las pequeñas rapaces, pero no fui tan afortunado de escuchar el “grito de sirena” con el cual el ave de Córdoba fascinaba a sus víctimas. Uno ha oído antes este relato del "grito de sirena", sobre otras especies, porque es un mito muy común. Parece extraño que a un búho se le acomode ahora el viejo y musical ‘sombrero’; y el Sr. White yerra cuando dice que esta costumbre de nuestra ave ‘produce mucha diversión al naturalista’."

La palabra inglesa “mobbing” se usa en etología para designar a un patrón bien definido de comportamiento en que aves pequeñas (especialmente paseriformes) atacan diversas rapaces acompañándose de vocalizaciones fuertes agudas y fáciles de localizar, de modo que se congregan muchas aves en poco tiempo y logran molestar al predador de tal manera que huye y, en raras ocasiones, hasta puede resultar muerto. Este comportamiento explica el poder de “atracción del caburé” que en realidad sería un fenómeno meramente pasivo.




Sin embargo, Javier Villafañe adhiere al mito y relata que en San Ignacio, Misiones, encerraron un caburé en una jaula junto con un pijuí ceniciento (Synallaxis cinerascens), el cual se arrinconó espantado en un extremo de la jaula. Primero el caburé se posó tranquilo en un palo, pero al esconderse los observadores, se lanzó de golpe sobre el pijuí “y lo comió en un instante”. En libertad “va siempre solo porque no quiere tener testigos de las fechorías que comete a diario. (...) Elige la víctima, la hipnotiza, y, cuando logra el dominio completo de su presa se lanza sobre ella y le devora los sesos. Es muy difícil que se le escapen un ratón, una víbora; es tan certero el primer picotazo que los adormece y termina con ellos en un abrir y cerrar de ojos”.

Un episodio similar se narra en el cuento “La Jaula” de Mujica Láinez donde un joven va a vengar una afrenta hecha a su hermana por un temible anciano. Acechando al viejo, observa como éste entrega un pajarillo a un caburé que tenía enjaulado, quien lo mata de inmediato:  “El caburé se yergue, fascinante, dominador, lo derriba, de un aletazo y le hunde el pico duro como una espuela, en el pecho. Le arranca las entrañas, le destroza el cráneo”.  Ese acto llena de tal espanto al joven que huye sin concretar su venganza.

Quizás sea más lógico pensar en un oportunismo del caburé durante el “mobbing” de que es objeto, tal como lo pinta Marcos Sastre: “El caburé se mantiene impasible e inmóvil, manifestando el mayor desprecio a la turba de cobardes que lo cercan por todas partes y lo asordan con su algazara. El no tiene apetito porque ha hecho una espléndida cena; pero, como se le vienen  a la manos tan buenas presas y la ocasión hace al ladrón, echa sus garras a la que más le place, y allí mismo tranquilamente, en presencia de los parientes y amigos de la víctima, se la trinca y se la come, sin que ninguno le estorbe.”

Lo mismo corrobora Andrés Giai, el gran naturalista y conocedor de nuestra fauna: “Se abalanza sobre el pájaro más próximo, asegurándolo firmemente con sus garras, sin detenerse a considerar si la víctima es más o menos fuerte que él. Suele aventurarse con presas de tamaño dos veces mayor que el suyo, y como no puede reducirlas de inmediato se deja caer al suelo con ellas, sin largarlas, y allí las mantiene hasta que las heridas producidas por las aceradas uñas determinan su muerte”.

Pero, Bertoni no parece haber observado tal cosa: “Entre tanto el Kavuré-í no se mueve y abriendo desmesuradamente sus ojos, jira la cabeza en todo sentido, observando con su extraña mirada á todas las avecillas, como escogiendo su presa; pero no sucede esto, al menos nunca lo he visto cazar en estos casos, á pesar de que le sería sumamente fácil y de que me consta que alimenta a sus hijos con ratones y pajarillos, casi exclusivamente. Algunas veces desaparece con la velocidad del rayo, dejando estupefactos á sus admiradores; otras veces se muda á otro árbol, dejándolos atrás poco á poco; y otras veces no se mueve de su sitio hasta que los pajarillos aburridos le abandonan.”

“Cuando le rodean parece impaciente, menea la cola y gira la cabeza con ligereza ; cuando está así suele desaparecer como un relámpago, llevándose quizá algún pajarillo sin que yo pudiera darme cuenta de ello, porque no será para otra cosa que hace todo esto. Los mismos pájaros no dejan de rodearle siempre que le vean, como si fueran atraídos por los efectos del magnetismo animal.”


La segunda cara del caburé
Foto de Julio Koslowsky-Hornero I – p 230- 1919



La Canción del Caburé de Los Musiqueros Entrerrianos describe bien todas estas costumbres del ave:

En la isla hay un bichito
que es muy diablo ya lo sé
se comía a los pajaritos
lo llaman el caburé
aunque todos lo conocen
todos le han de desconfiar
pero nadie se resiste
con su mágico cantar
Cau cau, cau cau
pregona en un arbolito
y vienen a hacer la ronda
un montón de pajaritos
cau cau, cau cau
embruja con su cantito
y al primero que se arrime
el seso le comerá.

En el pago se preguntan
que misterio ha de tener
que aunque todos lo conocen
todos vuelven a caer
tiene una cara muy buena
con la que te hace confiar
te muestra la cara falsa
cuando te va a hacer sonar
Cau cau, cau cau
dicen que hay que condenarlo
para mi que no es de el la culpa
sino del que va a escucharlo
cau cau, cau cau
no es cosa de hacer locura
y es fácil de combatir
con un poco de cultura.

Ahora que me hice pueblero
veo que el cuento se parece
igualito que en la isla
aquí hay muchos cabureces
mucho bla, bla, compañero
y todo el mundo alrededor
mostrando la cara falsa
pues la autentica es peor
cau cau, cau cau
pregonan desde un banquito
y vienen a hacerle la ronda
un montón de pajaritos
cau cau, cau cau
embrujan con su cantito
y al primero que se arrime
el seso le comerá. 


Es notable que se mencione aquí que el ave “muestra la cara falsa”. La explicación ya la había dado el naturalista y herpetólogo Julio Koslowsky quien compró un caburé vivo a los indios guatós, de Matto Grosso, Brasil, y observó que como otros “representantes del género Glaucidium poseen un dibujo singular en la parte posterior de la cabeza (...) que cuando el plumaje se halla erizado, representa una cara de lechuza.” Se preguntaba si este dibujo serviría para amenazar  a posible predadores o bien para confundir a los pajaritos que molestan al caburé, los que quizás se acercarían a molestarlo por el lado opuesto a su falsa cara, creyéndola verdadera, y encontrándose así con el mortífero pico. De paso, esta supuesta propositividad de la segunda cara del caburé motiva a Koslowsky para desarrollar una breve crítica a la teoría de la evolución de Darwin, que recién empezaba a afirmarse en nuestro ámbito científico.



Little Columbian Owl
Surnia passerinoides
Audubon, J. J. -1827-1838. The Birds of America. London


EL DE LOS OJOS BRILLANTES


En 1826 Friedrich Boie creó el género Glaucidium para separar de las demás lechuzas a estas especies de pequeño tamaño como el mochuelo chico o mochuelo alpino europeo (Glaucidium passerinum). Son búhos pigmeos, los más pequeños de la familia, de unos 16 cm de largo, carecen de penachos auriculares, tienen alas y cola cortas, disco facial imperfecto, pico corto y ancho, tarsos emplumados, y uñas largas, curvas y muy agudas. Boie, que era hijo de un poeta, introdujo en la nomenclatura científica muchos nombres de la mitología griega.  Glaucidium sería la forma latinizada de glaukidion (= lechucita), diminutivo de glaux, nombre que le daban los griegos a la lechuza porque significa “que brilla intensamente”, como los ojos de esas aves cuando reflejan las luces nocturnas.

La diosa griega Pallas Atenea estaba relacionada con las lechuzas. Se la llamaba Glaucopis (= la de los ojos brillantes). Se decía que, como dichas aves, podía ver en la oscuridad para conducir las almas de los guerreros al territorio de los muertos. Si bien más tarde los griegos la ascendieron a diosa de la sabiduría, la guerra y los tejidos, inicialmente era una diosa cruel a la que se inmolaban los cautivos en la guerra, una diosa rapaz de las tinieblas, cuyo símbolo visible era una lechuza, y más precisamente el mochuelo (Athene noctua), ave que sigue frecuentando la Acrópolis de Atenas.


ALEX MOUCHARD


REFERENCIAS

-Ambrosetti, Juan B.  1917 – Supersticiones y  Leyendas - La Cultura Argentina. Buenos Aires.
-Azara, F. de (1802)-Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992. Madrid.
-Bertoni, A. de Winkelried – 1901 – Aves nuevas del Paraguay –Talleres Nacionales de H. Kraus. Asunción.
-Buffon, G.L.L. conde de.  -1770 - 1785- Histoire naturelle des oiseaux. 9 vol. Imprimerie Royale. Paris
-Coluccio, F. 2005-Diccionario folklórico de la flora y la fauna de América –Ediciones del Sol. Buenos Aires.
De Kay, G. –1898- Bird Gods. Barnes & Co.  New York.
-del Pino, D. – 2005 – Clemente Onelli. El más criollo de los tanos. Ediciones Turísticas. Bs. Aires.
-Garcia, Rodolpho – 1913 – Nomes de aves em lingua tupi – Rio de Janeiro.
-Giai, A. La pluma del caburé. Selecciones folclóricas 12. Ed. Codex. Bs Aires.
-Granada, Daniel – 1890 - Vocabulario Rioplatense Razonado. 2ª Ed.  Imprenta Rural. Montevideo.
-Holmberg, E.L. – 1887 – Viaje a Misiones.  Boletín de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba (República Argentina). Tomo X - Buenos Aires.
-http://www.biodiversitylibrary.org/
-http://www.folkloretradiciones.com.ar/superstic_leyendas/sup_ley_49.htm
-Koslowsky, J. 1919 – El caburé Glaucidium nanum (King) – Raro caso de mimetismo – El Hornero  1:229 – A. O. P. Buenos Aires.
-Leguizamon, Martiniano -1896- Recuerdos de la Tierra. Félix La Jouane Editor. Buenos Aires.
-Marcgraf, George & Willem Piso -1648- Historia Naturalis Brasiliae... Franciscus Hackium. Lugdun.
-Mujica Lainez, M. – 1995 – Misteriosa Buenos Aires. Sudamericana. Buenos Aires.
-Rodríguez, Adolfo Enrique - Lexicon de voces y locuciones lunfardas, populares, jergales y extranjeras - Todo Tango.
-Sastre, M. El Tempe Argentino.   Kapelusz. 1982. Bs. As.
-Terán, Buenaventura – 1998 - El ciclo de Tokjuaj: y otros mitos de los wichí. Ediciones Del Sol, Buenos Aires.
- Tola, Florencia C. – 2010 - Les conceptions du corps et de la personne dans un contexte amérindien: Indiens toba du Gran Chaco sud-américain. Editions L'Harmattan, Paris.
-Vidal de Battini, B. E. – 1980- Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Tomo III. Ediciones Culturales Argentinas. Buenos Aires.
-Villafañe, Javier – 1993 – Historias de Pajaros. Emece. Buenos Aires.
-Volberg, Enrique J. –2007-  Leyendas del Nordeste – El caburé-i. Ed. Dunken. Buenos Aires.
-Wilson, E. O. – 2000- Sociobiology. Belknap Press.


5 comentarios:

  1. Hermosa ave y un gran escrito, combinación perfecta!

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  2. En el libro " Don Segundo Sombra" hay una historia de una bruja y un caburé. Se los recomiendo !!!

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  3. En el libro " Don Segundo Sombra" hay una historia de una bruja y un caburé. Se los recomiendo !!!

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  4. Gracias Luis. Fijate que en mi otra entrada sobre el caburé comienzo con una cita de la obra de Güiraldes: http://historiaszoologicas.blogspot.com.ar/2014/06/la-magia-del-cabure-glaucidium.html

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  5. Alex Mouchard

    Ilustrativo, bien informado y desarrollado el artículo sobre el caburé que has publicado,
    Mi consulta se originó para reconocer las diferencias entre el caburé y la lechucita de las vizcacheras.Las dudas han sido satisfechas parcialmente. Como exceden al marco de este comentario , me agradaria tomar contacto contigo para aclararlo via email. Misionero,criado en Formosa , 20 años viviendo en fflorencia Varela en una quinta a escasos mil metros de donde naciera HUDSON, Y nurseri de un caburecito que la tormenta arrojo del hueco de un arbol. De esa forma conoci el pajaro mas notable de los muchos que conoci en mi vida. Mi mal pncolman@hotmail.com mi nombre PEDRO COLMAN, mi residencia Cordoba capital. Tratare de ubicarte a traves de google , Soy veterano y algo reacio a estas modernidades ciberrneticas. Abrazo Cordial


    D

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